lunes, 14 de septiembre de 2015

Estancia V La Evolución de la Segunda Raza




  18.  Los Hijos de Yoga. 19. La Segunda Raza sin sexo. 20. Los Hijos de los Hijos “Hijos del Crepúsculo”. 21. La “Sombra”, u Hombre Astral, se retira al interior, y  el Hombre desarrolla un Cuerpo Físico.

18 LOS PRIMEROS FUERON LOS HIJOS DE  YOGA. SUS HIJOS, LOS HIJOS DEL PADRE
 AMARILLO Y DE LA MADRE BLANCA.

            En el Comentario posterior, la sentencia se halla traducida como sigue:
            
Los Hijos del Sol y de la Luna, los mimados por el Éter (o el “Viento”) (a)...Eran ellos las sombras de las Sombras de los Señores (b). Ellas (las sombras) se dilataron. Los Espíritus de la Tierra las revistieron; los Lhas Solares las calentaron (esto es, preservaron el Fuego Vital en las nacientes Formas físicas). Los Soplos tenían vida, pero no tenían entendimiento. No tenían ellos Fuego ni agua propios (c).

            a)  Recuérdese, en relación con esto, la Tabla Esmeraldina, de Hermes, cuyo significado Esotérico tiene siete claves. La Astroquímica es bien conocida de los estudiantes; la Antropológica puede darse ahora. La “Cosa Única” que en ella se menciona es el Hombre. Se dice:

            El Padre de esta Cosa Una y Única es el Sol; su Madre, la Luna; el Viento la lleva en su seno, y su Nodriza es la Tierra viva.

           
  En las interpretaciones Ocultas de esto se añade: “y el Fuego Espiritual es su instructor (Guru)”.
            
Este Fuego es el Yo Superior, el Ego Espiritual, o lo que reencarna constantemente bajo la influencia de sus Yoes personales inferiores, cambiando a cada renacimiento, lleno de Tanha o deseo de vivir. Es una ley extraña de la naturaleza, que, en este plano, la Naturaleza superior (Espiritual) tenga que estar, por decirlo así, esclavizada a la inferior. A menos que el Ego se refugie en el Âtman, el TODO-ESPÍRITU, y se sumerja por completo en su esencia, el Ego personal puede excitarlo hasta el funesto fin. Esto no puede comprenderse por completo, a menos que el estudiante conozca el misterio de la evolución que procede por triples líneas: Espiritual, Psíquica y física.
           

Lo que impulsa a la evolución y la fuerza, esto es, lo que obliga el crecimiento y desarrollo del Hombre hacia la perfección, es: 

a) la Mónada o lo que actúa en ella inconscientemente por una Fuerza inherente en sí; y

 b) el Cuerpo astral inferior o el Yo Personal. La primera, ya se halle aprisionada en un cuerpo vegetal o animal, está dotada de esa Fuerza, es verdaderamente ella misma. 

Debido a su identidad con el TODO-FUERZA, que, como se ha dicho, es inherente en la Mónada, es todopoderosa en el plano Arûpa o sin forma. En nuestro plano, siendo su esencia demasiado pura, permanece toda potencial, pero individualmente es inactiva. Por ejemplo: los rayos del Sol, que contribuyen al desarrollo de la vegetación, no escogen esta ni aquella planta para brillar sobre ella. Arránquese la planta, transpórtesela a un punto en donde no puedan alcanzarla los rayos solares, y estos no la seguirán. Así sucede con el Âtman; a menos que el Yo Superior o Ego gravite hacia su Sol -la Mónada-, el Ego Inferior, o YO Personal, dominará en todos los casos. 

Porque este Ego, con su fiero egoísmo y sus deseos animales de vivir una vida insensata (Tanha), es el “constructor del tabernáculo”, como Buddha, lo llama en el Dhammapâda. De aquí la expresión, los Espíritus de la Tierra revistieron las sombras y las dilataron. A estos “Espíritus” pertenecen temporalmente los Yoes Astrales humanos; y ellos son los que proporcionan, o construyen, el tabernáculo físico del hombre, para que la Mónada y su principio consciente, Manas, moren en él. Pero los Lhas o Espíritus “Solares” calientan las Sombras. 

Esto es física y literalmente verdad; metafísicamente, o en el plano psíquico y espiritual, es igualmente verdad que sólo el Âtman calienta al Hombre Interno; esto es, le ilumina con el Rayo de la Vida Divina, y es el único que puede transmitir al Hombre Interno, o el Ego que reencarna, su inmortalidad. Así, pues, veremos que para las tres y media Razas-Raíces primeras, hasta el punto medio o de vuelta, las Sombras Astrales de los “Progenitores”, los Pitris Lunares, son las fuerzas formativas en las Razas, y las que construyen e impelen gradualmente la evolución de la forma física hacia la perfección; esto, a costa de una pérdida proporcionada de Espiritualidad. Después , desde el punto de vuelta, es el Ego Superior o Principio que reencarna, el Nous o Mente, el que reina sobre el Ego Animal, y lo gobierna cuando no es arrastrado hacia abajo por este último. 

En una palabra: la Espiritualidad se halla en su arco ascendente; y lo animal o físico le impide progresar constantemente en la senda de su evolución, sólo cuando el egoísmo de la Personalidad ha infestado tan fuertemente al Hombre Interno verdadero con su virus letal, que la atracción superior pierde todo su poder sobre el hombre pensante razonable. En estricta verdad, el vicio y la maldad son una manifestación anormal y antinatural, en este período de nuestra evolución humana; a lo menos debieran serlo así. El hecho de que la Humanidad no haya sido nunca más egoísta y viciosa que ahora -habiendo logrado las naciones civilizadas hacer del egoísmo una característica ética y un arte del vicio- es una prueba más de la naturaleza excepcional del fenómeno.
            
El esquema completo se halla en el Libro de los Números Caldeo, y aun en el Zohar, si se comprende tan sólo el sentido de las alusiones apocalípticas. Primeramente viene Ain Suph, lo “Oculto de lo Oculto”; luego el Punto, Sephira y el Sephiroth posterior; después el Mundo Atzilático, un Mundo de Emanaciones que da nacimeinto a otros tres Mundos; eel primero, el Mundo Briático llamado el Trono, la mansión de los Espíritus puros; el segundo, el Mundo de la Formación o Jetzirático, la morada de los Ángeles que producen el Tercero, o el Mundo de Acción, el Mundo asiático, el cual es la Tierra o nuestro Mundo; y sin embargo, se dice de este Mundo - llamado también Kliphotk que contiene las (otras seis Esferas  y Materias- que es la residencia del “Príncipe de las Tinieblas”. Esto no puede estar más claro; pues Metatron, el Ángel del segundo Mundo Briático, el primer Mundo habitable, significa Mensajero,  Ángel, llamado el gran Maestro; y bajo él están los Ángeles del tercer Mundo o Jetzirático, cuyas diez y cuyas siete clases son los Sephiroth (3), de quienes se dice:

            Ellos habitan o vivifican este mundo como (entidades e) inteligencias esenciales, y sus contrarios correlativos y lógicos moran en el tercer mundo habitable, llamado Asiático.

            
Estos “contrarios” son llamados los “Cascarones”, o Demonios que moran en las siete habitaciones llamadas Sheba Hachaloth, que son simplemente las siete Zonas de nuestro Globo.
            
En la Kabalah, su príncipe es el llamado Samael, el Ángel de la Muerte, que es tambien la Serpiente seductora, Satán; pero este Satán es también Lucifer, el Ángel brillante de Luz, el portador de la Luz y de la Vida, el “Alma” separada de los Santos, los otros Ángeles, por un período, anticipando el tiempo en que debían ellos descender a la tierra para encarnar a su vez.
            
El Libro de la Sabiduría enseña que:

            
Todas las Almas (Mónadas) son preexistentes en los Mundos de las Emanaciones.

            
Y el Zohar enseña que en el “Alma” está el hombre verdadero, esto es, el ego, el YO SOY consciente, el Manas.
          
  Josefo dice, repitiendo la creencia de los Esenios:

(las Almas) descienden del aire puro para ser encadenadas a cuerpos.

    Y Filón declara que:

            El aire estaba lleno de (Almas), y que aquellas que estaban más próximas a la tierra, descendían para ser encadenadas a cuerpos mortales, volvían a los cuerpos, deseosas de vivir en ellos.

            Porque por medio y dentro de la forma humana se convierten ellos en Seres progresivos, mientras que la naturaleza del Ángel es puramente intransitiva; por tanto, el Hombre tiene en sí la potencia de trascender las facultades de los Ángeles. Por esto dicen los Iniciados de la India que el brahmán, el Dos veces nacido, es quien gobierna a los Dioses o Devas; y Pablo lo repite en su Epístola a los Corintios:

            ¿No sabéis vosotros que nosotros (los Iniciados) juzgaremos a los ángeles?.

            Finalmente, en todas las Escrituras y Cosmogonías antiguas se muestra que el hombre evolucionó primitivamente como una forma luminosa incorpórea, sobre la que, cual bronce fundido vertido en el modelo del escultor, fue construido el andamiaje físico de su cuerpo por, con y de las formas y tipos inferiores de la vida terrestre animal. El Zohar dice:

            El Alma y la Forma, al descender a la tierra, se revistieron de vestimentas terrestres.

            
Su cuerpo protoplástico no estaba formado de esa materia con la que nuestras estructuras mortales están constituidas.

            Cuando Adán moraba en el jardín del Edén, se hallaba revestido de la vestimenta celestial,  que es la vestimenta de luz celestial... luz de aquella luz que se usaba en el jardín del Edén. El Hombre (el Adán celeste) fue creado por los diez Sephiroth del Mundo Jetzirático, y los siete Ángeles de un Mundo aún más inferior, engendraron por su poder común al Adán Terrestre. Primero cayó Samael, y luego engañando (?) al hombre, causó también su caída.

            b)  La frase “eran ellos las sombras de las Sombras de los Señores” -esto es, que los Progenitoes crearon al hombre de sus propios Cuerpos Astrales- explica una creencia universal. En Oriente se atribuye a los Devas la carencia de “sombras” propias. “Los Devas no daban sombras”, y éste es el signo seguro de un Espíritu bueno y santo.
           
            c)  ¿Por qué no tenían ellos “ni Fuego ni agua propios”?.
            
Porque los que el Hidrógeno es a los cuerpos simples y gases en el plano objetivo, es su Nóumeno en el mundo de los fenómenos mentales o subjetivos; dado que su naturaleza trina latente es reflejada en sus tres emanaciones activas, de los tres principios superiores del hombre, a saber: Espíritu, Alma y Mente, o Âtmâ, Buddhi y Manas. Es la base espiritual y también la material humana. El hombre rudimentario, habiendo sido criado por el “Aire” o el “Viento”, se convierte más adelante en el hombre perfecto, cuando, con el desarrollo del “Fuego Espiritual”, el nóumeno de los “Tres en Uno” dentro de su Yo, adquiere de su Yo Interno, o Instructor, la Sabiduría de la Conciencia de Sí, que no posee en el principio. Así, pues, aquí también el Espíritu Divino está simbolizado por el Sol o el Fuego; el Alma divina, por el Agua y la Luna; representando ambos el Padre y la Madre del Pneuma, el Alma Humana o Mente, simbolizada por el Viento o Aire, pues Pneuma significa “Soplo”.
            De aquí que en la Tabla Esmeraldina, desfigurada por manos cristianas:

            Lo Superior se pone de acuerdo con lo Inferior; y lo Inferior con lo Superior; para verificar aquella obra verdaderamente maravillosa, ( que es el Hombre).

            
Porque la Obra Secreta de Chiram, o Rey Hiram de la Kabalah, “uno en esencia, pero tres en aspectos”, es el Agente Universal o Lapis Philosophorum. 

El punto culminante de la Obra Secreta es el Hombre Espiritual Perfecto, a un extremo de la línea; la unión de los tres Elementos es el Solvente Oculto en el “Alma del Mundo”, el Alma Cósmica o la Luz Astral, al otro extremo; y, en el plano Material, es el Hidrógeno en su relación con otros gases. El (TO ON) verdaderaente; el UNO “ quien nadie ha visto excepto el Hijo”, aplicándose esta frase tanto al Kosmos metafísico como al físico, y al Hombre espiritual y material. Pues, ¿cómo puede este último comprender al TO ON el “Padre Único”, si su Manas, el “Hijo”, no se convierte en “Uno con el Padre”, para ser iluminado por medio de esta absorción, por el “Instructor” divino o Guru - Âtmâ-Buddhi?
            Como dice el Comentario:
            
Si quieres comprender la SECUNDARIA (la llamada “Creación”), ¡oh Lanú!, debes estudiar primero su relación con la PRIMARIA.
            
La Primera Raza tenía tres Elementos, pero ningún Fuego Viviente. ¿Por qué? 
Porque:
            “Decimos cuatro Elementos, Hijo mío, pero debiéramos decir tres”, dice Hermes Trismegisto. “En el Círculo Primario” o Creación, lo que está marcado  se lee “Raíz”, como asimismo en el Secundario.
            
Así, en la Alquimia o Hermetismo Occidental -una variante del Esoterismo Oriental- vemos:

                           

            Y estos tres son todos cuaternarios completados por su Raíz, el Fuego. El Espíritu, más allá de la Naturaleza Manifestada, es el SOPLO ÍGNEO en su Unidad absoluta. en el Universo Manifestado, es el Sol Central Espiritual, el Fuego eléctrico de toda Vida. En nuestro Sistema, es el Sol visible, el Espíritu de la Naturaleza, el Dios terrestre. Y en, sobre y alrededor de la Tierra, el espíritu ígneo de la misma: Aire, Fuego fluídico; Agua, Fuego líquido; Tierra, Fuego sólido.
            
Todo es Fuego: Ignis, en su constitución última, o Yo, cuya raíz es 0 (nada) en nuestro concepto, el todo en la Naturaleza y su Mente. “ProMetor” es el Fuego divino. Es el Creador, el Destructor y el Preservador. Los nombres primitivos de los Dioses están todos relacionados con el fuego, desde Agni, el ario, hasta el Dios judío, que es un “fuego consumidor”. En la India, Dios es llamado en varios dialectos, Eashur, Esur, Iswur e Îshvâra, en sánscrito, el Señor de Isha; pero éste es primitivamente el nombre de Shiva, el Destructor; y los tres Dioses védicos principales son Agni (Ignis), Vâyu y Sûrya: el Fuego, el Aire y el Sol, tres grados Ocultos del Fuego. En el hebreo ..... (Aza) significa “iluminar, y ..... (Asha) es el “Fuego”. En Ocultismo, “encender un fuego” es sinónimo a la evocación de uno de los tres grandes poderes del Fuego, o “ir a Dios”.
            
En sánscrito, la raíz Ush es fuego o calor; y la palabra egipcia Osiris es un compuesto, como lo ha mostrado Schelling, de los dos Aish o Asr primitivos, o “fuego-encantador”. En el antiguo etrusco, Aesar significaba un Dios, derivándose acaso del Asura de los Vedas. Îshvâra es un término análogo, como creía el Dr. Kenealy, quien cita el Bhagavad Gitâ al efecto de que:  

            Aeswar (Îshvâra) reside en todo ser mortal, y pone en movimiento, por sus poderes sobrenaturales, todas las cosas que suben la rueda del tiempo.

            Es el Creador y el Destructor, en verdad.
               
            El Fuego primitivo se suponía que tenía un apetito insaciable para devorar. Máximo de Tiro cuenta que los antiguos persas arrojaban al fuego materia combustible, y gritaban: ¡Devora, oh Señor! En el lenguaje irlandés, easam, o asam, significa hacer o crear.
            (Y) Aesar era también el nombre de uno de los antiguos dioses irlandeses; el significado literal de la palabra es “encender fuego”.

             Los kabalistas cristianos y los simbologistas que desnaturalizan el Pymander -entre ellos principalmente el Obispo de Ayre, Francisco de Tours, en el siglo XVI- dividen los Elementos del modo siguiente:
            Los cuatro Elementos formados de las Substancias divinas y de los Espíritus de las Sales de la Naturaleza representados por:
             


    H  La  Quintaesencia   H ... A ...0  .... , Flamma-Virgo (Aceite Virgen), Flamma Durissima, Virgo, Lucis AEterna Mater.

            
Los hombres de la primera Raza fueron, pues, simplemente las Imágenes, los Dobles Astrales de sus Padres, que eran las avanzadas o las Entidades más adelantadas de una Esfera anterior, aunque inferior, cuyo cascarón es ahora nuestra Luna. Pero hasta este cascarón es todo potencial, pues la Luna, habiendo engendrado la Tierra, su fantasma, trató, atraída por afinidad magnética, de formar sus primeros habitantes, los monstruos prehumanos.
            
Para asegurarse de esto, el estudiante tiene que dirigirse de nuevo a los fragmentos caldeos, y leer lo que dice Beroso. Beroso obtuvo sus informes, según nos dice, de Ea, la Deidad masculino-femenina de la Sabiduría. Al paso que los Dioses eran engendrados en el seno andrógino de esta Sabiduría (Svabhâvat, Madre-Espacio), sus reflejos se convirtieron en la Tierra, en la mujer Omorôka, que es la Thavatth (o Thalatth) caldea, la Thalassa griega, el Abismo o el Mar, que Esotéricamente, y hasta exotéricamente, es la Luna. La Luna (Omorôka) fue la que presidió sobre la creación monstruosa de seres no descritos que fueorn muertos por los Dhyâni.
            
La ley de evolución obligó a los Padres Lunares a pasar, en su condición monádica, a través de todas las formas de vida y ser en este Globo; pero al final de la Tercera Ronda, eran ellos ya humanos en su naturaleza divina, y por esto fueron llamados a ser los creadores de las formas destinadas a convertirse en los tabernáculos de las Mónadas menos avanzadas, a las cuales tocaba encarnar. Estas “Formas” son llamadas los “Hijos de Yoga”, porque Yoga -unión con Brahmâ, exotéricamente- es la suprema condición de la Deidad pasiva infinita, pues ella contiene todas las energías divinas y es la esencia de Brahmâ de quien se dice, como Brahmâ, que crea todas las cosas por medio del poder Yoga. Brahmâ, Vishnu y Shiva, son las energías más poderosas de Dios, Brahma (neutro), dice un texto Puránico. Yoga sinifica aquí lo mismo que Dhyâna, cuya palabra es también sinónima de Yoga en el texto tibetano, donde los “Hijos de Yoga” son llamados “Hijos de Dhyâna”, o de esa meditación abstracta por la cual los Dhyâni-Buddhas crean sus hijos celestiales, los Dhyâni-Bodhisattvas.

            
Todas las criaturas del mundo tienen cada una un superior arriba. Este superior, cuyo íntimo placer es emanar dentro de ellas, no puede comunicar efusión alguna hasta que ellas han adorado (esto es, meditado como durante el Yoga).

19 LA SEGUNDA RAZA (FUE) EL PRODUCTO POR BROTACIÓN Y EXPANSIÓN, LA A-SEXUAL PROCEDENTE DE LA  SIN-SEXO. ASÍ FUE, ¡OH LANÚ!, PRODUCIDA LA SEGUNDA RAZA.

            Lo que será más combatido por las autoridades científicas es esta Raza A-sexual, la Segunda, los Padres de los llamados “Nacidos del Sudor”, y quizás aún más la Tercera Raza, los Andróginos “Nacidos del Huevo”. Estos dos modos de procreación son los más difíciles de comprender, especialmente para la mentalidad occidental. Es evidente que no se puede intentar explicación alguna para los que no son estudiantes de la Metafísica Oculta. El lenguaje europeo no tiene palabras para expresar cosas que la Naturaleza ya no repite en este estado de la evolución, cosas que, por lo tanto, no pueden tener significación alguna para el materialista. Pero hay analogías. No se niega que al principio de la evolución física, ha debido haber procesos en la Naturaleza, como por ejemplo, el de generación espontánea ahora extinguido, que se repiten en otras formas. así se nos dice que la investigación microscópica no demuestra la estabilidad de ningún modo particular de reproducir la vida. Pues nos hace ver que:

el mismo organismo puede pasar por varias metamorfosis en el curso de su ciclo de vida, en algunas de las cuales puede ser sexual y en otras a-sexual, esto es, puede reproducirse alternativamente por la cooperación de dos seres de sexo opuesto, y también por escisión o por brotación de un  ser solo que no tenga sexo .

            “Brotación” es la misma palabra usada en la Estancia. ¿Cómo podían estos Chhâyâs reproducirse de otro modo, esto es, procrear la Segunda Raza, siendo etéreos, a-sexuales, y hasta desprovistos todavía del vehículo de deseos, o Kâma Rûpa, que se desarrolló sólo en la Tercera Raza? Ellos originaron la Segunda Raza inconscientemente, como lo hacen algunas plantas. O quizás como la ameba, sólo que en una escala más etérea, más imponente y más extensa. Si, en efecto, la teoría celular se aplica lo mismo a la Botánica que a la Zoología, y se extiende a la Morfología, así como a la Fisiología de los organismos, y si las células microscópicas son consideradas por la Ciencia Física como seres vivos independientes -precisamente como el Ocultismo considera las “Vidas Ígneas”-, no hay dificultad en concebir el proceso primitivo de la procreación.
            
Considérense las primeras etapas del desarrollo de una célula-germen. Su núcleo crece, cambia y forma un doble cono o huso, en esta forma, dentro de la célula. Este huso se aproxima a la superficie de la célula, y una mitad de él es expelida en forma de lo que se llama las “células polares”. Estas células polares mueren entonces, y el embrión se desarrolla por crecimiento y segmentación del resto del núcleo que es alimentado por la substancia de la célula. ¿Por qué, entonces, no podrían haber vivido así seres, y haber sido creados de este modo, en el principio mismo de la evolución humana y mamífera?
            
Esto puede, quizás, servir como analogía para dar una idea del proceso por medio del cual se formó la Segunda Raza de la Primera.
            
La Forma Astral que revestía la Mónada, estaba envuelta, como lo está aún, por su esfera o aura ovoide, que aquí corresponde a la substancia de la célula-germen u Óvulo. La Forma Astral misma es, ahora como entonces, el núcleo, animado con el Principio de Vida.
            
Cuando llega la época de la reproducción, el sub-astral “expele” una miniatura de sí mismo del huevo del aura envolvente. Este germen crece y se alimenta del aura hasta que se desarrolla por completo, y entonces se separa gradualmente de su padre, llevándose consigo su propia esfera de aura; precisamente lo mismo que vemos en las células vivientes, que reproducen a sus semejantes por el crecimiento y la subsiguiente división en dos.
            
La analogía con las “células polares” parece confirmarse, toda vez que la muerte de ellas correspondería ahora al cambio introducido por la separación de los sexos, cuando la gestación in útero, esto es, dentro de la célula, se convirtió en regla general.
            
Según nos dice el Comentario:
            
Los de la primitiva Segunda Raza (Raíz) fueron los Padres de los “Nacidos del Sudor”; los de la Segunda Raza (Raíz) posteriores fueron ellos mismos “Nacidos del Sudor”.
           
  Este pasaje del Comentario se refiere a la obra de la evolución desde el principio al fin de una Raza. Los “Hijos de Yoga”, o la Raza Astral primitiva, tuvieron siete estados de evolución como raza, o colectividad; del mismo modo que los tenía, y tiene aún, cada Ser individual. No es Shakespeare sólo el que divide las edades del hombre en una serie de sietes, sino la Naturaleza misma. Así, las primeras Subrazas de la Segunda Raza nacieron al principio por el procedimiento descrito por la ley de analogía, mientras que las últimas principiaron gradualmente, pari passu con la evolución del cuerpo humano, a formarse de otro modo. El proceso de reproducción tuvo también siete etapas en cada Raza, cada una de cuyas etapas se extiende sobre evos de tiempo. ¿Qué fisiólogo o biólogo puede decir si el presente modo generativo, con todas sus fases de gestación, es anterior a medio millón, o a lo más, a un millón de años, toda vez que su ciclo de observaciones apenas hace medio siglo que principió?
            
Los hermafroditas humanos primitivos son un hecho en la Naturaleza, bien conocido de los antiguos, y constituyen una de las mayores perplejidades de Darwin. Sin embargo, no hay, ciertamente, imposibilidad alguna, sino al contrario una gran probabilidad, de que el hermafroditismo haya existido en la evolución de las Razas primitivas, puesto que en el terreno de la analogía, y en el de la existencia de una ley universal en la evolución física, que actúa indistintamente en la construcción de la planta, del animal y del hombre, debe ser así. Las teorías erróneas de la Monogénesis, y de la descendencia del hombre de los mamíferos en lugar de los mamíferos del hombre, son fatales para la perfección de la doctrina de la evolución según se enseña en las escuelas modernas, siguiendo las teorías darwinistas, y tendrán aquéllas que ser abandonadas en vista de las dificultades insuperables con que tropiezan. Sólo la tradición Oculta -si los términos Ciencia y Conocimiento son negados en este particular a la antigüedad- puede subsanar las incompatibilidades y llenar el vacío. Un axioma talmúdico dice:

            Si quieres conocer lo invisible, abre bien tus ojos a lo visible.

            
En el Descent of Man se encuentra el siguiente pasaje, que muestra cuánto se aproximó Darwin a la adopción de esta enseñanza antigua:

            Desde hace tiempo se sabe que en el reino de los vertebrados cada sexo tiene los rudimentos de varias partes accesorias, pertenecientes al sistema reproductivo, propio del sexo opuesto... Algún remoto progenitor de todo el reino de los vertebrados parece que ha debido ser hermafrodita o andrógino. Pero en esto tropezamos con una dificultad singular: En la clase de los mamíferos, los machos poseen rudimentos de mamas, y algunos marsupiales machos conservan restos de un saco marsupial. Se pueden añadir otros hechos análogos. ¿Hemos, pues, de suponer que algunos mamíferos antiquísimos continuaron siendo andróginos después de haber adquirido la distinción principal de su clase, y por tanto después de haber divergido de las clases inferiores del reino de los  vertebrados? Esto parece muy improbable; pues tenemos que dirigirnos a los peces, la más inferior de todas las especies, para encontrar algunas formas andróginas aún existentes .

            Es evidente que Mr. Darwin se hallaba muy poco inclinado a adoptar la hipótesis que los hechos tan forzosamente sugieren, a saber, la de un tronco andrógino primitivo del que provino el mamífero. Su explicación es:

            Que varios órganos accesorios, propios de cada sexo, se encuentren en un estado rudimentario en el otro sexo, puede explicarse, por haber sido gradualmente adquiridos tales órganos por uno de los sexos, y luego transmitidos en un estado más o menos imperfecto al otro.

            Cita como ejemplo el caso de “espolones, plumas y colores brillantes, adquiridos para pelear o para adorno por aves machos”, y sólo parcialmente heredadas por sus descendientes hembras. En el problema de que se trata, sin embargo, es evidente la necesidad de otra explicación más satisfactoria, pues los hechos son de un carácter mucho más prominente e importante, que los detalles meramente superficiales con los cuales los compara Darwin. ¿Por qué no admitir francamente el argumento en favor del hermafroditismo que caracteriza la antigua fauna? El Ocultismo propone una solución que abarca los hechos del modo más sencillo y comprensible. Estas reliquias de un tronco anterior andrógino deben ponerse en la misma categoría que la glándula pineal y otros órganos igualmente misteriosos, que nos ofrecen un silencioso testimonio de la realidad de funciones que hace mucho tiempo se han atrofiado en el curso del progreso animal y humano, pero que una vez representaron una parte señalada en la economía general de la vida primitiva.
            
La doctrina Oculta, en todo caso, puede ser ventajosamente comparada con la de los hombres de ciencia más liberales, que han teorizado sobre el origen del primer hombre.
            
Mucho antes que Darwin, Naudin, que dio el nombre de Blastema a lo que los darwinistas llaman Protoplasma, presentó una teoría medio Oculta, medio científico-materialista. Hacía a Adán, el A-sexual, surgir repentinamente del barro, como llama la Biblia al Blastema de la Ciencia. Según explica Naudin:

            
De esta forma de larva de la humanidad es de donde la fuerza evolutiva realizó la perfección de las especies. Para el cumplimiento de este gran fenómeno, Adán tuvo que pasar por una fase de inmovilidad e inconsciencia, muy parecida al estado de ninfa de los animales que sufren metamorfosis.

Para el eminente botánico, Adán no era, sin embargo, un hombre, sino la Humanidad, la cual permaneció

Oculta dentro de un organismo temporal, distinto ya de todos los demás, e incapaz de aliarse con ninguno de ellos. Muestra él la diferenciación de los sexos llevada a cabo por

Un procedimiento de germinación parecido al de las medusas y ascidias.
 La Humanidad, así fisiológicamente constituida,          
 Retendría suficiente fuerza evolutiva para la rápida producción de las diversas grandes razas humanas.

            De Quatrefages critica esta posición en The Human Species. No es científico, dice, o hablando con propiedad, las ideas de Naudin “no constituyen una teoría científica”, por cuanto el Blastema Primordial está relacionado en su teoría con la Causa Primera, a la que se atribuye el haber formado potencialmente en el Blastema todos los seres pasados, presentes y futuros, y por tanto, haber creado en realidad estos seres en masa; por otra parte, Naudin ni siquiera considera las segundas Causas o su acción en la evolución del mundo orgánico. La Ciencia, que sólo se ocupa de “segundas causas”, no tiene, pues,

            Nada que decir de la teoría de M. Naudin.

            
Ni tampoco de las enseñanzas Ocultas, a las que hasta cierto punto se aproxima Naudin. Pues si sólo vemos en su “Blastema Primordial” la Esencia Dhyân-Chohánica, el Chhâyâ o Doble de los Pitris, que contiene en sí la potencialidad de todas las formas, estamos por completo de acuerdo. Pero hay dos diferencias reales y vitales entre nuestras enseñanzas. M. Naudin declara que la evolución ha progresado por saltos repentinos, en lugar de extenderse lentamente sobre millones de años; y su Blastema Primordial sólo está dotado de instintos ciegos -una especie de Causa Primera inconsciente en el Kosmos manifestado-, lo cual es un absurdo. En cambio, nuestra Esencia Dhyân-Chohánica -la causalidad de la Prima Causa que crea al hombre físico- es la Materia viviente, activa y potencial (impregnada per se con la conciencia animal de una clase superior semejante a la que se ve en la hormiga y el castor), que produce la larga serie de diferenciaciones fisiológicas. Aparte de esto, su “procedimiento general antiguo de creación” desde los Protoorganismos es tan oculto como pudiera serlo cualquier teoría de Paracelso o de Khunrath.
            Por otra parte, las obras kabalísticas están llenas de pruebas de esto. 

El Zohar, por ejemplo, dice que todos los tipos del Universo visible tienen sus prototipos en el invisible.

            Todo lo que existe en el Mundo Inferior (el nuestro) se encuentra en el Superior. Lo Inferior y lo Superior accionan y reaccionan uno sobre otro.

20 SUS PADRES FUERON LOS NACIDOS POR SÍ MISMOS... LOS NACIDOS POR SÍ MIS-MOS, LOS CHHÂYÂS PROCEDENTES DE LOS BRILLANTES CUERPOS DE LOS SEÑORES, LOS PADRES, LOS HIJOS DEL CREPÚSCULO.

            
Las “Sombras” o Chhâyâs son llamados los Hijos de los “Nacidos por sí mismos”, dado que este último nombre se aplica a todos los Dioses y Seres nacidos por medio de la Voluntad, ya sea de la Deidad o del Adepto. A los Homúnculos de Paracelso se les podría dar también quizás este nombre, aun cuando este último proceso es en un plano mucho más material. El nombre “Hijos del Crepúsculo” muestra que los Progenitores “Nacidos por sí mismos”, de nuestra Doctrina, son idénticos a los Pitris del Sistema brahmánico, dado que el título es una referencia a su manera de nacer; estos Pitris se dice que salieron del “Cuerpo del Crepúsculo”, que es lo que se declara en los Purânas.

21 CUANDO LA RAZA SE HIZO VIEJA, LAS AGUAS ANTIGUAS SE MEZCLARON CON LAS AGUAS MÁS RECIENTES (a). CUANDO SU GOTAS SE ENTURBIARON, SE DESVANE CIERON Y DESPARECIERON EN LA NUEVA CORRIENTE, EN LA CÁLIDA CORRIENTE DE LA VIDA. LO EXTERNO DE LA PRIMERA SE CONVIRTIÓ EN LO INTERNO DE LA SEGUNDA (b). EL ALA VIEJA VINO A SER LA SOMBRA NUEVA, Y LA SOMBRA DEL
     ALA (c).

           
  a) La antigua Raza o primitiva se sumió en la Segunda Raza y se hizo una con ella.
            
b) Éste es el misterioso proceso de la transformación y evolución de la Humanidad. El material de las primeras Formas -umbrío, etéreo y negativo- fue atraído o absorbido al interior, y se convirtió así en el complemento de las Formas de la Segunda Raza. El Comentario explica esto diciendo que, como la Primera Raza estaba sencillamente formada por las Sombras Astrales de los Progenitores creativos, y no tenía, por supuesto, ni cuerpo astral ni físico por sí misma, la Raza nunca murió. Sus “Hombres” se disolvieron gradualmente, siendo absorbidos en los cuerpos de su propia progenie “Nacida del Sudor”, más sólidos que los suyos. La antigua Forma se desvaneció, fue absorbida y desapareció en la nueva Forma más humana y física. No había muerte en aquellos días de un período más dichoso que el de la Edad de Oro; sino que el material primero, o padre, era utilizado para la formación del nuevo ser, para formar el Cuerpo y hasta los Principios o Cuerpos internos o inferiores de la progenie.

            
c)  Cuando la “Sombra” se retira, esto es, cuando el Cuerpo Astral se oculta en carne más sólida, el hombre desarrolla un Cuerpo Físico. El “Ala” o Forma etérea que producía su Sombra e Imagen, se convirtió en la Sombra del Cuerpo Astral, y su propia progenie. La expresión es extraña y original.
            
Como podrá suceder que no haya ocasión de referirnos más adelante a este misterio, conviene que desde luego señalemos el doble significado que contiene el mito griego que se relaciona con esta fase particular de la evolución. Encuéntrase en las diversas variantes de la alegoría de Leda y sus dos hijos Cástor y Pólux, cada una de cuyas variantes tiene un significado especial. Así, en el Libro XI de la Odisea se habla de Leda como de la esposa de Tindaro, que dio a la luz, de su esposo, a “dos hijos de corazón valiente”: Cástor y Pólux. Júpiter los dota con un don y privilegio maravillosos. Son ellos semiinmortales; mueren y viven por turno y cada día alterno. Como las Tindaridas, los hermanos gemelos son un símbolo astronómico y representan el Día y la Noche; y sus dos esposas, Febe e Hilaira, las hijas de Apolo o del Sol, personifican el Crepúsculo de la mañana y el de la tarde. 

Además, en la alegoría en donde se muestra a Zeus como padre de los dos héroes -nacidos del Huevo que Leda da a luz-, el mito es por completo teogónico. Tiene él relación con el grupo de alegorías cósmicas en que se describe al mundo como nacido de un Huevo. Leda asume en la alegoría la forma de un cisne blanco, cuando ella se une al Cisne Divino (o Brahma-Kalahmsa). Leda es, por tanto, el Ave mística a la cual se atribuye, en las tradiciones de varios pueblos de raza aria, diversas formas ornitológicas de aves, que todas ponen Huevos de oro. En el Kalevala, el Poema Épico de Finlandia, la hermosa hija de Éter, la “Madre-Agua”, crea el Mundo en conjunción con un “Pato” -otra forma del Cisne o Ganso, Kalahamsa- que pone seis huevos de oro, y el séptimo, un “huevo de hierro”, en su regazo. Pero la variante de la alegoría de Leda, que se refiere directamente al hombre místico, se encuentra sólo en Píndaro (30), con una referencia más  ligera en los Himnos Homéricos. 

Cástor y Pólux dejan de ser en ella los Dióscuros de Apolodoro, sino que se convierten en el símbolo altamente significativo del hombre dual, el Mortal y el Inmortal. Y no es esto sólo, sino que, como se verá ahora, son ellos también el símbolo de la Tercera Raza, y su transformación del Hombre-animal en un hombre-Dios con sólo cuerpo animal.
            
Píndaro muestra a Leda uniéndose en la misma noche a su esposo y también al Padre de los Dioses, Zeus. Así, Cástor es el hijo del hombre Mortal, y Pólux la progenie del Inmortal. En la alegoría hecha al objeto, se dice que, en una revuelta de venganza contra los Apharides, Pólux mata a Linceo- “aquel de entre todos los mortales cuya vista es más penetrante”-, pero Cástor es herido por Idas, “el que ve y sabe”. Zeus pone fin a la lucha lanzando su rayo y matando a los dos combatientes. Pólux encuentra a su hermano moribundo, y en su desesperación invoca a Zeus para que le mate también. “Tú no puedes morir por completo” -contesta el señor de los Dioses-; “tú eres de raza divina”. Pero le da a escoger: Pólux permanecerá inmortal (viviendo eternamente en el Olimpo); o bien, si quisiese compartir el destino de su hermano en todas las cosas, tendría que pasar la mitad de su existencia bajo tierra y la otra mitad en las doradas mansiones celestes. Esta semiinmortalidad, de la que también participaría Cástor, es aceptada por Pólux. Y de este modo viven ambos hermanos alternativamente, el uno durante el día, y el otro durante la noche.
            
¿Es esto tan sólo una ficción poética? 

¿Es una alegoría, una de esas interpretaciones de los “mitos solares” sobre las cuales no parece poder remontar su vuelo ningún Orientalista moderno?

 Verdaderamente, es mucho más. Aquí tenemos una alusión a la Tercera Raza “nacida del Huevo”; cuya primera mitad es mortal, esto es, inconsciente en su Personalidad y sin tener nada en sí que sobreviva (37); y cuya segunda mitad se convierte en inmortal en su Individualidad por razón de su Quinto Principio, llamado a la vida por los Dioses Animadores y que relaciona así a la Mónada con esta tierra. Éste es Pólux; al paso que Cástor representa al hombre personal, mortal, un animal que no es siquiera de una clase superior, cuando está desligado de la divina Individualidad, “Gemelos” verdaderamente; aunque divorciados para siempre por la muerte, a menos que Pólux, movido por la voz del estrecho parentesco, conceda a su hermano mortal menos favorecido, una participación de su naturaleza divina, asociándolo así a su propia inmortalidad.
            
Tal es el sentido Oculto del aspecto metafísico de la alegoría. La muy conocida interpretación moderna tan celebrada en la antigüedad, que nos refiere Plutarco, como simbolismo del amor fraternal (a saber, que era la imagen del Sol y de la Luna, tomada del espectáculo de la Naturaleza), es débil e inadecuada para explicar el significado secreto. Además de que la Luna entre los griegos era femenina en la mitología exotérica y, por tanto, no podría considerarse como Cástor, y ser al mismo tiempo identificada con Diana; los antiguos simbologistas, que consideraban al Sol como rey de todos los orbes siderales, imagen visible de la Deidad más elevada, no lo hubiesen personificado por Pólux, que era tan sólo un semidiós.

           
  
Si de la mitología griega pasamos a las alegorías y simbolismos mosaicos, encontraremos una corroboración aún más sorprendente de la misma doctrina, bajo otra forma. Aunque no podemos encontrar en ellos al “nacido del Huevo”, encontraremos, sin embargo, de un modo inequívoco, en los cuatro primeros capítulos del Génesis, los Andróginos y las Tres Razas primeras de la Doctrina Secreta, ocultas bajo la simbología más ingeniosa.

H.P. Blavatsky D.S T III

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