miércoles, 16 de septiembre de 2015

ESTANCIA VI- LA EVOLUCIÓN DE LOS “NACIDOS DEL SUDOR”


22.Continúa la evolución de las tres Razas.  23.La Segunda Raza crea a la Tercera, y perece.

22  DESPUÉS LA SEGUNDA DESARROLLÓ LA NACIDA DEL HUEVO, LA TERCERA. 
EL SUDOR CRECIÓ, SUS GOTAS CRECIERON, Y LAS GOTAS SE HICIERON DURAS Y REDONDAS.

EL SOL, LA CALENTÓ; LA LUNA LA ENFRIÓ Y LA FORMÓ. EL SOPLO LA ALIMENTÓ HASTA SU MADUREZ. DESDE LA ESTRELLADA BÓVEDA  EL CISNE BLANCO COBIJABA A LA GRAN GOTA, EL HUEVO DE LA RAZA FUTURA, EL HOMBRE-CISNE DE LA TERCERA ULTERIOR (a). PRIMERAMENTE MACHO-HEMBRA. LUEGO HOMBRE Y MUJER (b).

            a)  El texto de la Estancia implica claramente que el embrión humano fue alimentado ab extra por  Fuerzas Cósmicas, y que el “Padre-Madre”, aparentemente, proporcionó el germen que maduraba; según toda probabilidad, un “huevo nacido del sudor”, para ser empollado de alguna manera misteriosa, sin relación con el “doble” padre. Es comparativamente fácil concebir una humanidad ovípara, puesto que aun ahora, en cierto sentido, el hombre “nace de un huevo”. Además, Magendie, en su Précis Elémentaire de Physiologie, al citar

            Un caso en que el cordón umbilical se rompió y se cicatrizó perfectamente, naciendo, sin embargo, viva la  criatura, pregunta oportunamente:

            ¿Cómo se efectuó la circulación en este organismo?

            Y en la página siguiente dice:

            Nada se sabe en el presente respecto al empleo de la digestión en el feto.

            Y en cuanto a la nutrición del mismo, hace la pregunta siguiente:

¿Qué podemos, pues, decir acerca de la nutrición del feto? Las obras de fisiología sólo contienen respecto a este punto, vagas conjeturas.

            “Sí; pero -argüirá el escéptico- el libro de Magendie pertenece a la generación pasada, y la ciencia ha realizado desde entonces tales progresos, que el estigma de la ignorancia no puede ya estamparse sobre la profesión”. En efecto; pero oigamos lo que una autoridad eminententísima en fisiología, Sir Michael Foster, dice, en detrimento de la Ciencia Moderna:

            Nuestros conocimientos respecto al origen y desarrollo de las actividades funcionales del embrión son casi nulos. Apenas si sabemos algo acerca de las diversas etapas por las que las primeras cualidades fundamentales del protoplasma del huevo se diferencian en los fenómenos complejos que hemos tratado de explicar en este libro.

            Los estudiantes del Trinity College de Cambridge se servirán ahora correr un  velo sobre la estatua de Higieya, y vendar los ojos de los bustos de Galeno e Hipócrates, para que no contemplen en son de reproche a sus degenerados descendientes. Hemos de notar un hecho más: Sir Michael Foster guarda prudente silencio acerca del caso de la ruptura del cordón umbilical citado por su afamado cofrade francés.
           
            b)  Esta declaración es muy curiosa según la explican los Comentarios.
            
Para aclararla: Habiendo la Primera Raza creado la Segunda por “brotación”, como se ha explicado anteriormente, la Segunda Raza da origen a la Tercera, la cual, a su vez, se separa en tres divisiones distintas, consistentes en hombres diferentemente procreados. Las dos primeras de ellas se producen por un método ovíparo, probablemente desconocido de la Historia Natural moderna. Mientras las primeras subrazas de la Tercera Humanidad procreaban sus especies por una especie de exudación de jugo o  fluido vital, cuyas gotas, coagulándose, formaban una bola oviforme, o  huevo que servía como de vehículo exterior para la generación en el mismo de un feto y criatura, el modo de procreación de las subrazas posteriores cambió, en todo caso, en sus resultados. 

Los pequeñuelos de las primeras subrazas carecían por completo de sexo, y hasta de forma definida por lo que sabemos, pero los de las subrazas posteriores nacían andróginos. La separación de los sexos tuvo lugar en la Tercera Raza. De a-sexual que era primeramente, la Humanidad se convirtió de un modo definido en hermafrodita o bisexual; y finalmente, los Huevos productores de hombres principiaron a dar nacimiento, de modo gradual y casi imperceptible en su desarrollo evolucionario, primero, a seres en los que un sexo predominaba sobre el otro, y por último, a hombres y mujeres diferenciados. Y ahora busquemos la confirmación de estas declaraciones en las leyendas religiosas del Oriente y Occidente. Principiemos por la “Raza nacida del Huevo”. 

Pensemos en Kashyapa, el sabio Védico, y el más prolífico de los creadores. Era él hijo de Marichi, Hijo nacido de la Mente de Brahmâ, y le vemos convertirse en el padre de las Nâgas, o Serpientes, entre otros seres. Exotéricamente, las Nâgas son seres demidivinos que tienen cara humana y cola de serpiente. Existió, sin embargo, una raza de Nâgas que dicen no pasaba de mil nacidos, o mejor dicho, surgidos de Kadrû, la esposa de Kashyapa, con  el objeto de poblar a Pâtâla, que innegablemente es América, como se verá; y había un Nâga-Dvipa, una de las siete divisiones de Bharatavarsha, la India, habitada por un pueblo que llevaba el mismo nombre, considerado aún por algunos orientalistas como histórico, y que ha dejado muchas huellas de su existencia.

Ver Nagas (Pulse el enlace)
            

Ahora bien; el punto sobre el cual insistimos más por ahora es el de que, cualquiera que sea el origen que se atribuya al hombre, su evolución tuvo lugar en el orden siguiente: 

1º Sin sexo, como son todas las formas primitivas; 

2º Luego, por una transición natural, se convierte en un “hermafrodita solitario”, un ser bisexual; y 

3º Finalmente se separó y se convirtió en lo que es ahora. 

La Ciencia nos enseña que todas las formas primitivas, aunque sin sexo, “conservan, sin embargo, la facultad de sufrir los procesos de una multiplicación a-sexual”; ¿por qué, pues, habría el hombre de ser excluido de esa ley de la Naturaleza? La reproducción bisexual es una evolución, una forma especificada y perfeccionada en la escala material del acto fisíparo de la reproducción. Las doctrinas ocultas son eminentemente panspérmicas, y la primitiva historia de la Humanidad sólo se oculta “del común de los mortales”; ni para los Iniciados está enterrada la historia de las Razas primitivas en el sepulcro del tiempo, como lo está para la ciencia profana. Así, pues, apoyados por una parte por esta ciencia que nos enseña el desarrollo progresivo, y una causa interna para cada modificación externa, como ley de la Naturaleza; y por otra, por una fe implícita en la Sabiduría -podemos decir casi la Pansofía- de las tradiciones universales acumuladas y conservadas por los Iniciados, que las perfeccionaron hasta el punto de convertirlas en un sistema casi intachable, nos atrevemos a exponer claramente la doctrina.
            

En un notable artículo escrito hace unos quince años, nuestro ilustrado y respetado amigo el Profesor Alexander Wilder, de Nueva York, muestra la lógica absoluta y la necesidad de creer en el “Doble Sexo de la Primera Raza”, y expone para ello varias razones científicas. Arguye primero que una gran parte de la creación vegetal presenta el fenómeno de la bisexualidad, y la clasificación de Linneo enumera así casi todas las plantas. tal es el caso en las familias superiores del reino vegetal, así como en las formas inferiores, desde el cáñamo hasta el álamo y el ailanto de Lombardía. También sucede lo mismo en el reino animal. En la vida del insecto, la polilla genera al gusano, y el gusano se convierte en polilla, según se expresaba en los Misterios el gran secreto: Taurus Draconem gen uit, et Taurum Draco. (El toro engendró un dragón, y el dragón un toro). 

La familia productora de los corales, que, según Agassiz, empleó muchos centenares de miles de años, durante el presente período geológico, en construir la península de la  Florida, produce a su progenie de sí misma como los brotes y ramificaciones de un árbol. En un caso algo parecido se encuentran las abejas. Los ofidios, o pulgones, viven como amazonas, y padres vírgenes perpetúan la especie por diez generaciones sucesivas.
            ¿Qué dicen los antiguos Sabios, los maestros en Filosofía de la antigüedad? Aristófanes habla así en el Banquete de Platón sobre el asunto:

            Nuestra Naturaleza no era antiguamente lo que es ahora. Era andrógina; la forma y nombre participaban  y eran comunes a ambos, el macho y la hembra... Sus cuerpos... eran redondos, y su modo de correr circular. Eran terribles en fuerza y vigor, y tenían una ambición prodigiosa. Por esto los dividió Zeus a cada uno en dos, debilitándolos; Apolo, bajo su dirección cerró la piel.

            Entre los antiguos persas, Meshia y Meshione eran un solo individuo.

            También enseñaban que el hombre era el producto del Árbol de la Vida, desarrollándose en pares andróginos, hasta que fueron separados en una modificación subsiguiente de la forma humana.

            En el Libro de las Generaciones (Toleduth) de Adán , el versículo:

    Dios creó  (bara, produjo) al hombre a imagen suya; a imagen de Dios le creó; varón y hembra los creó.

 si se lee esotéricamente ofrecerá el verdadero sentido, o sea:

            Los Elohim (Dioses) produjeron de sí mismos (por modificación) al hombre a imagen suya...; ellos le crearon (a la Humanidad colectiva, o Adán) varón y hembra él (la Deidad colectiva) los creó.

            Esto indicará el punto esotérico. La Raza sin sexo fue su primera producción, una modificación de y por ellos mismos, las puras Existencias Espirituales; y ésta fue Adán solus. De ahí provino la Segunda Raza: Adán-Eva o Jod-Heva, Andróginos inactivos; y finalmente, la Tercera, o el “Hermafrodita Separador” Caín y Abel, que produce la Cuarta, Seth-Enos, etcétera. Esta Tercera Raza, la última semiespiritual, fue también el último vehículo de la Sabiduría divina e innata, ingénita en los Enochs, los videntes de aquella Humanidad. 

La Cuarta, que había probado el fruto del Árbol del Bien y del Mal -la Sabiduría ya unida a la inteligencia terrestre, y por lo tanto impura -, tuvo por consecuencia que adquirir aquella Sabiduría por medio de la iniciación y terrible esfuerzo. Y la unión de la Sabiduría y de la Inteligencia, rigiendo la primera a la segunda, es llamada en los libros Herméticos “el Dios posesor de la doble fecundidad de los dos sexos”.
            
Místicamente, Jesús fue considerado como hombre-mujer. En los Himnos Órficos, cantados durante los misterios, vemos también: “Zeus es varón, Zeus es una virgen inmortal”. El Ammon Egipcio era, en su otra mitad, la Diosa Neith. Júpiter tiene pechos de mujer; Venus, en algunas de sus estatuas, está representada con barba; e Ilâ, la Diosa, es también Sudyumn a (esplendor, gloria), el Dios, como progenie de Vaivasvata.
         
Dice el Profesor Wilder:

            
El mismo nombre de Adam, u hombre, implica esa doble forma de existencia. Es idéntico a Athamas, o Thomas (Tam, en Tamil), que el griego traduce por didumos, un gemelo; por consiguiente, si la primera mujer fue formada después del primer hombre, por necesidad lógica debe haber sido “sacada del hombre”. En consecuencia, leemos: “y del costado que había tomado de Adán, formó el Señor Dios (Elohim) una mujer”. La palabra hebrea empleada aquí es tzala, cuya traducción es la que hemos dado. Fácil es descubrir la leyenda en Beroso, que dice que Thalatth (la Omorôka, o Señora de Urka) fue el principio de la Creación. También era ella Telita (Melita?), la reina de la Luna...
           
  Los dos nacimientos memorables de gemelos del Génesis, el de Caín y Abel, y el de Esaú y Jacob, encubren la misma idea. El nombre Hebel es el mismo que Eva, y su característica parece ser femenina. “Su apetito estará a tu mandar -dijo el Señor Dios a Caín- y tú le dominarás”. El mismo lenguaje se había tenido con Eva: “... y estarás bajo la potestad de tu marido, y él te dominará”.
            
Así la unidad bisexual primitiva de la Tercera Raza-Raíz humana es un axioma en la Doctrina Secreta. Sus individuos vírgenes eleváronse al rango de “Dioses”, porque aquella Raza representaba su “Divina Dinastía”. Los modernos se contentan con rendir culto a los héroes masculinos de la Cuarta Raza, que crearon Dioses según su propia imagen sexual, mientras que los Dioses de la Humanidad primitiva eran “macho y hembra”.
            
Según queda declarado en los volúmenes I y II, las humanidades se desarrollaron coordinadamente, y en líneas paralelas con los cuatro Elementos, estando fisiológicamente adaptada cada nueva Raza para ajustarse al elemento adicional. 

Nuestra Quinta Raza se aproxima rápidamente al Quinto Elemento -llámesele éter interestelar, si se quiere-, el cual, sin embargo, se relaciona más con la psicología que con la física. Nosotros, los hombres, hemos aprendido a vivir en todos los climas, bien sean glaciales o tropicales; mas las dos primeras Razas nada tenían que ver con el clima, ni estaban sujetas a ninguna temperatura ni a los cambios de la misma. Y así, según se nos enseña, vivieron los hombres hasta la terminación de la Tercera Raza-Raíz, cuando una primavera eterna reinaba en todo el Globo, tal como la que gozan ahora los habitantes de Júpiter; un mundo que, como dice Camilo Flammarión:

            No está sujeto como el nuestro a las vicisitudes de las estaciones ni a las alternativas repentinas de temperatura, sino que disfruta de todos los tesoros propios de una eterna primavera.

            Los astrónomos que sostienen que Júpiter se encuentra en estado de fusión en el sentido ordinario de la palabra, pueden entenderse con aquel ilustrado astrónomo francés para resolver la cuestión. Debe, sin embargo, tenerse siempre presente que la “eterna primavera” de la que se habla, es tan sólo un estado conocido como tal por los habitantes de Júpiter. No es la “primavera” tal como nosotros la conocemos. Con esta reserva es posible la reconciliación entre las dos teorías aquí citadas. Ambas abarcan verdades parciales.
         
De modo que es tradición universal que la Humanidad ha evolucionado gradualmente hasta llegar a su presente forma, desde un estado de contextura casi transparente, y no por milagro ni por comercio sexual. Esto además concuerda por completo con las antiguas filosofías: desde las de Egipto y de la India, con sus Dinastías Divinas hasta la de Platón. Y todas esas creencias universales tienen que clasificarse con los “presentimientos” y “conceptos obstinados”, algunos de ellos imposibles de desarraigar de los credos populares. Según observó Louis Figuier, semejantes creencias son

         
Con frecuencia el resultado de la sabiduría y observación de un número infinito de generaciones humanas... (Porque), una tradición que tiene una existencia uniforme y universal posee toda la fuerza del testimonio científico .

            Y como se ha visto, existe en las alegorías Puránicas más de una tradición semejante. Además, la doctrina de que la Primera Raza de la Humanidad fue formada de los Chhâyâs, o Imágenes Astrales de los Pitris, encuéntrase plenamente  corroborada en el Zohar:

            En el Tzelem, imagen sombra de Elohim (los Pitris), Él hizo a Adam (el hombre).

             Repetidas veces se ha puesto la objeción de que por elevado que fuese el grado del pensamiento metafísico en la India arcaica, los antiguos egipcios, sin embargo, sólo podían vanagloriarse de idolatría y zoolatría groseras; siendo Hermes, según se alega, una obra de místicos griegos que vivieron en Egipto. Puede darse a esto una contestación: una prueba directa de que los egipcios creían en la Doctrina Secreta es que les era enseñada en la Iniciación. Los que hacen objeciones, lean el Eclogoe Physicoe et Ethica de Estobeo, el compilador griego de fragmentos antiguos, que vivió en el siglo V después de Jesucristo. Lo que sigue es una transcripción hecha por él de un antiguo fragmento hermético, que muestra la teoría egipcia respecto del alma. Traducido a la letra, dice:

            De un Alma, la del Todo, salen todas las almas que se esparcen como distribuidas intencionalmente por el mundo. Estas almas pasan por muchas transformaciones; aquellas que son ya seres que se arrastran, conviértanse en animales acuáticos; de estos animales acuáticos derívanse los animales que viven en tierra firme, y de estos últimos los pájaros. De los seres que viven arriba en el aire (cielo) nacen los hombres. Al alcanzar ese estado de hombres, las almas reciben el principio de la inmortalidad (consciente), se convierten en espíritus, y pasan entonces al coro de los Dioses.

23 LOS NACIDOS POR SÍ MISMOS FUERON LOS CHHÂYÂS, LAS SOMBRAS DE LOS CUERPOS DE LOS HIJOS DEL CREPÚSCULO. NI EL AGUA NI EL FUEGO PODÍAN DESTRUIRLOS. SUS HIJOS LO FUERON.

         
No puede entenderse este versículo sin ayuda de los Comentarios. Significa que la primera Raza-Raíz, las “Sombras” de los Progenitores no podían sufrir daño alguno ni ser destruidos por la muerte. Siendo su constitución tan etérea y tan poco humana, ningún elemento -diluvio o fuego- podía afectarlos. Pero sus “Hijos”, la Segunda Raza-Raíz, podían  ser destruidos, y lo fueron. Así como los Progenitores se fundieron por completo en sus propios Cuerpos Astrales, que eran progenie suya, de igual modo esta progenie se absorbió en sus descendientes, los “Nacidos del Sudor”.

Estos fueron la segunda Humanidad -compuesta de los monstruos gigantescos semihumanos más heterogéneos-, las primeras tentativas de la naturaleza material para construir cuerpos humanos.

Las siempre floridas tierras (Groenlandia, entre otras) del Segundo Continente, que gozaban de eterna primavera, transformáronse sucesivamente, de Edenes que eran, en Hades hiperbóreos. 

Esta transformación fue debida al desplazamiento de las grandes masas de agua del globo, al cambiar de lecho los océanos; y la mayor parte de la Segunda Raza pereció en esa primera y tremenda angustia de la evolución y de la consolidación del globo durante el período humano. De tales cataclismos ya han tenido lugar cuatro.

Y podemos esperar un quinto para nosotros, en el debido transcurso del tiempo.

H.P Blavatsky D.S T III

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