ESTANCIA I
LA NOCHE DEL UNIVERSO
1. EL ETERNO PADRE156, ENVUELTO EN SUS SIEMPRE INVISIBLES VESTIDURAS,
HABÍA DORMITADO UNA VEZ MAS DURANTE SIETE ETERNIDADES.
El “Padre” el Espacio, es la Causa eterna, omnipresente de todo; la incomprensible
DEIDAD, cuyas “Invisibles Vestiduras” son la Raíz mística de toda Materia, y del
Universo. Es el Espacio la única cosa eterna que podemos fácilmente imaginar,
inmutable en su abstracción, y sobre la que no ejerce influencia ni la presencia en
ella, ni la ausencia de cualquier universo objetivo. No tiene dimensión en ningún
sentido y existe por sí mismo. El Espíritu es la primera diferenciación de “AQUELLO”,
que es la Causa sin Causa así del Espíritu como de la Materia. Según enseña el
Catecismo Esotérico, no es ni el “vacío sin limites”, ni la “plenitud condicionada” sino
ambas cosas. Fue y siempre será.
Así, las “Vestiduras” vienen a expresar el nóumeno de la Materia Cósmica no
diferenciada. No es la materia tal como nosotros la conocemos, sino la esencia
espiritual de la materia; y en su sentido abstracto es coeterna y aun una con el
Espacio.
La Naturaleza Raíz es también la fuente de las propiedades sutiles e
invisibles de la materia visible. Es, por decirlo así, el Alma del Espíritu Único e
Infinito. Los indos la llaman Mûlaprakriti, y dicen que es la Substancia primordial, la
cual es la base del Upâdhi o Vehículo de todos los fenómenos, sean físicos, psíquicos
o mentales. Es el principio del que irradia el Âkâsha.
Las “Siete Eternidades” significan evos o períodos. La palabra Eternidad, según la
entiende la Teología cristiana, no tiene significación para los asiáticos si se exceptúa
su aplicación a la Existencia Única; ni la palabra “sempiterno”, que es lo eterno solamente con relación al porvenir, es otra cosa que una expresión errónea157.
Semejantes palabras no existen, ni pueden existir en la metafísica filosófica, y fueron
desconocidas hasta el advenimiento del Cristianismo clerical.
Las Siete Eternidades
significan los siete períodos de un Manvantara, o sea un espacio de tiempo
correspondiente a la duración de estos siete períodos; y comprenden toda la
extensión de un Mahâkalpa o “Gran Edad” (100 años de Brahmâ), haciendo un total
de 311.040.000.000.000 de años. Cada Año de Brahmâ se compone de 360 Días, y
de igual número de Noches de Brahmâ (calculando conforme al Chandrâyama o año
lunar); y un Día de Brahmâ se compone de 4.320.000.000 de nuestros años Estas
Eternidades pertenecen a los cálculos más secretos, en los cuales, para llegar al
verdadero total, cada cifra debe ser 7X, variando x según la naturaleza del ciclo en el
mundo real o subjetivo; y refiriéndose o representando, cada una de las cifras o
números, los diversos ciclos (desde el más grande hasta el más pequeño), en el
mundo ilusorio u objetivo, deben necesariamente ser múltiplos de siete. No puede
darse la clave de todo esto, porque en ello va envuelto el misterio de los cálculos
esotéricos, y para los fines del cálculo ordinario no tiene ningún sentido.
“El número
siete —dice la Kabalah– es el gran número de los Misterios Divinos”; el número diez
es el de todos los conocimientos humanos (la Década pitagórica); 1.000 es el número
diez elevado a la tercera potencia, y por lo tanto el número 7.000 es también
simbólico. En la Doctrina Secreta, la cifra 4 es el símbolo masculino únicamente en el
plano más elevado de la abstracción; en el plano de la materia el 3 es el masculino, y
el 4 el femenino – la línea vertical y la horizontal en el cuarto grado del simbolismo,
en que los símbolos se convierten en jeroglíficos de los poderes generadores en el
plano físico.
2. EL TIEMPO NO EXISTÍA PUES YACÍA DORMIDO EN EL SENO INFINITO DE LA
DURACIÓN.
El “Tiempo” es sólo una ilusión producida por la sucesión de nuestros estados de
conciencia en nuestro viaje a través de la Duración Eterna, y no existe donde no
existe conciencia en que pueda producirse la ilusión, sino que “yace dormido”. El
Presente es solamente una línea matemática que separa la parte de la Duración
Eterna que llamamos el Futuro, de la otra parte que llamamos el Pasado. Nada hay en
la tierra que tenga verdadera duración, pues nada permanece sin cambio, o es lo
mismo, durante la billonésima parte de un segundo; y la sensación que experimentamos de la realidad de la división del Tiempo que, se conoce como
Presente, nos viene de la impresión de la momentánea vislumbre, o vislumbres
sucesivas, de las cosas que nuestros sentidos nos comunican, al pasar dichas cosas de
la región de lo ideal, que denominamos el Futuro, a la región de los recuerdos a que
damos el nombre de Pasado.
Del mismo modo experimentamos una sensación de
duración en el caso de la chispa eléctrica instantánea, a causa de haber sido
impresionada la retina y continuar la impresión. Las personas y las cosas reales y
efectivas no son únicamente lo que se ve en cualquier momento dado, sino que están
constituidas por la suma de todas sus condiciones diversas y mudables, desde el
momento en que aparecen en forma material hasta que desaparecen de la tierra.
Estas “sumas totales” existen de toda eternidad en el Futuro, y pasan gradualmente a
través de la materia para existir de toda eternidad en el Pasado. Nadie dirá que una
barra de metal arrojada al mar, comenzó a existir cuando abandonó el aire, y que
cesó de existir en cuanto penetró en el agua; ni que la barra consistía únicamente en
la sección transversal de la misma, que coincidiera en cualquier momento dado con el
plano matemático que separa y al mismo tiempo une la atmósfera con el Océano. Así
sucede a las personas y a las cosas que, cayendo del “va a ser” en el “ha sido”, del
Futuro en el Pasado, presentan momentáneamente a nuestros sentidos a manera de
una sección transversal de sus propias totalidades, conforme van pasando a través
del Tiempo y del Espacio [como materia] en su camino de una a otra eternidad: y
estas dos eternidades constituyen aquella Duración en que únicamente hay algo que
tenga verdadera existencia, la cual percibirían nuestros sentidos si fuesen aptos para
conocerla.
3. LA MENTE UNIVERSAL NO EXISTÍA, PUES NO HABÍA AH-HI158
PARA
CONTENERLA159.
“Mente” es un nombre dado a la totalidad de los Estados de conciencia
comprendidos en las denominaciones de Pensamiento, Voluntad y Sentimiento.
Durante el sueño profundo, cesa la ideación en el plano físico y la memoria está en
suspenso; así es que en todo ese tiempo la “Mente no existe”, porque el órgano, por
medio del cual el Ego manifiesta la ideación y la memoria en el plano material, ha
dejado de funcionar temporalmente. Un nóumeno puede llegar a ser fenómeno en
cualquier plano de existencia, sólo con manifestarse en aquel plano por medio de
una base o vehículo apropiado; y durante la larga Noche de reposo, llamada Pralaya,
cuando todas las Existencias están disueltas, la “Mente Universal” queda como una
posibilidad permanente de acción mental, o como el absoluto Pensamiento abstracto, del cual la Mente es relativa manifestación concreta.
Los Ah-hi (Dhyân
Chohans) son las huestes colectivas de Seres espirituales –las Huestes Angélicas del
cristianismo, los Elohim y “Mensajeros” de los judíos–, los cuales son el Vehículo para
la manifestación del Pensamiento y de la Voluntad Divina o Universal. Son las
Fuerzas Inteligentes que dan y establecen en la Naturaleza las “Leyes”, al paso que
ellos mismos obran conforme a leyes que les han sido impuestas de modo análogo
por Poderes todavía más elevados; mas no son “personificaciones” de los Poderes de
la Naturaleza, como erróneamente se ha creído. Esta Jerarquía de Seres espirituales,
por cuyo medio la mente Universal se pone en acción, se asemeja a un ejército –una
hueste en verdad– merced al cual se manifiesta el poder militar de una nación, y que
se compone de cuerpos de ejército, divisiones, brigadas, regimientos, etc., cada una
de cuyas unidades tiene su individualidad o vida separada, y su libertad de acción y su
responsabilidad limitadas; estando cada una contenida en una individualidad
superior, a la cual sus intereses propios se hallan subordinados, a la vez que contiene
en sí misma individualidades inferiores.
4. LAS SIETE SENDAS DE LA FELICIDAD160
NO EXISTÍAN (a). LAS GRANDES
CAUSAS DE LA DESDICHA161
NO EXISTÍAN, PORQUE NO HABÍA NADIE QUE
LAS PRODUJESE Y FUESE APREHENDIDO POR ELLA (b).
(a) Existen “Siete Senderos” o “Vías” hacia la “Felicidad” de la No-Existencia, que es
absoluto Ser, Existencia y Conciencia. No existían, porque el Universo hasta entonces
se hallaba vacío, existiendo sólo en el Pensamiento Divino.
(b) Porque son… las Doce Nidânas, o Causas del Ser. Cada una de ellas es el efecto
de la que le ha precedido, y a su vez causa de la que le suceda; estando basada la
suma total de las Nidânas en las Cuatro Verdades, doctrina especialmente
característica del Sistema Hinayâna162. Pertenecen ellas a la teoría de la corriente de
la ley de encadenamiento que produce mérito y demérito, y que finalmente
manifiesta al Karma en la plenitud de su poder. Es un sistema fundado en la gran
verdad de que la reencarnación tiene que ser temida; pues la existencia en este
mundo vincula en el hombre sólo sufrimientos, desdicha y dolor; siendo la muerte
misma incapaz de libertar al hombre de ello, puesto que la muerte no es más que la
puerta a través de la cual se pasa a otra vida en la tierra, después de un breve reposo
en su umbral, o sea en el Devachan.
El Sistema Hinayâna o Escuela del Vehículo
Pequeño, es de origen muy antiguo; al paso que el Mahâyâna, o Escuela del Gran Vehículo, pertenece a un período posterior, habiendo tenido origen después de la
muerte de Buddha. Sin embargo, los principios de esta última son tan antiguos como
las montañas en medio de las cuales han existido semejantes escuelas desde tiempo
inmemorial; y en realidad, las escuelas Hînayâna y Mahâyâna enseñan ambas las
mismas doctrinas. Yâna o Vehículo es una expresión mística, y ambos “Vehículos”
significan que el hombre puede escapar de la tortura de los renacimientos, y aun de
la falsa felicidad del Devachan, por medio del logro de la Sabiduría y del
Conocimiento, únicos que pueden disipar los frutos de la Ilusión y de la Ignorancia.
Mâyâ, o Ilusión, es un elemento que entra en todos los seres finitos, dado que todas
las cosas que existen poseen tan sólo una realidad relativa y no absoluta, puesto que
la apariencia que el nóumeno oculto asume para cualquier observador, depende de
su poder de cognición. Una pintura para la vista no educada del salvaje la vez primera
que la ve, es una confusión incomprensible de líneas y de manchas de color, mientras
que la vista habituada descubre en seguida en ella una cara o un paisaje.
Nada es
permanente más que la Existencia única, absoluta y oculta, que contiene en sí misma
los nóumenos de todas las realidades. Las existencias pertenecientes a cada plano del
ser, hasta los más elevados Dhyân Chohans, son, relativamente, de la naturaleza de
las sombras proyectadas por una linterna mágica sobre un lienzo blanco. Sin
embargo, todas las cosas son relativamente reales, puesto que el conocedor es
también una reflexión, y por lo tanto las cosas conocidas son tan reales para él como
él mismo. Cualquiera que sea la realidad que posean las cosas, debe buscarse esta
realidad en ellas, antes o después que hayan pasado, a manera de un relámpago al
través del mundo material; pues nosotros no podemos conocer una existencia
semejante directamente mientras sólo poseamos instrumentos sensitivos que
conduzcan sólo la existencia material al campo de nuestra conciencia.
En cualquier
plano que nuestra conciencia pueda encontrarse actuando, tanto nosotros mismos
como las cosas pertenecientes a aquel plano, son, en aquel entonces, nuestras únicas
realidades. Pero a medida que nos vamos elevando en la escala del
desenvolvimiento, nos damos cuenta de que en las etapas al través de las cuales
hemos pasado, hemos confundido las sombras por las realidades, y que el progreso
del Yo hacia lo alto consiste en una serie de despertamientos progresivos, llevando
consigo a cada avance la idea de que, en aquel momento al menos, hemos alcanzado
la “realidad”; pero únicamente cuando hayamos logrado la Conciencia absoluta y
compenetrado con ella la nuestra propia, nos encontraremos libres de las ilusiones
producidas por Mâyâ.
5. SÓLO TINIEBLAS LLENABAN EL TODO SIN LÍMITES (a); PUES PADRE, MADRE
E HIJO ERAN UNA VEZ MÁS UNO, Y EL HIJO NO HABÍA DESPERTADO TODAVÍA
PARA LA NUEVA RUEDA163
Y SU PEREGRINACIÓN EN ELLA (b).
(a) Las “Tinieblas son Padre-Madre; la Luz su Hijo”, dice un antiguo proverbio
oriental.
La luz es inconcebible, a no ser que se la considere como viniendo de algún
origen que sea causa de la misma; y como en el caso de la Luz Primordial aquel
origen es desconocido, si bien claman enérgicamente por él la razón y la lógica, por
esto lo llamamos “Tinieblas” desde un punto de vista intelectual. En cuanto a la luz
prestada o secundaria, cualquiera que sea su origen, puede tener tan sólo un carácter
temporal y mayávico. Las Tinieblas constituyen, pues, la Matriz Eterna, en la cual los
Orígenes de la Luz aparecen y desaparecen. En este nuestro plano nada se añade a
las tinieblas para convertirlas en luz, o a la luz para transformarla en tinieblas.
Ellas
son permutables, y científicamente la luz es tan sólo un modo de las tinieblas y
viceversa Sin embargo, ambas son fenómenos del mismo nóumeno, el cual es
tinieblas absolutas para la mente científica, y tan sólo un obscuro crepúsculo para la
percepción de la generalidad de los místicos; si bien para el ojo espiritual del Iniciado
es la luz absoluta. El que percibamos más o menos la luz que brilla en las tinieblas, es
cosa que depende de nuestro poder de visión. Lo que es luz para nosotros, es
tinieblas para ciertos insectos; y el ojo del clarividente ve iluminación allí en donde el
ojo normal tan sólo percibe obscuridad. Cuando todo el Universo permanecía
sumido en sueño, o sea que había vuelto a su único elemento primordial, no existían
allí ni centro de luminosidad, ni ojo para percibir la luz; y las tinieblas necesariamente
llenaban el “Todo sin Límites”.
(b) El “Padre y la Madre” son los principios masculino y femenino en la Naturaleza
Raíz; los polos opuestos que se manifiestan en todas las cosas en cada plano del
Kosmos, o Espíritu y Substancia en un aspecto menos alegórico, cuya resultante es el
Universo, o el “Hijo”. Son “una vez más Uno” , cuando en la noche de Brahmâ, durante
el Pralaya, todo en el Universo objetivo ha vuelto a su causa única, eterna y primaria,
para reaparecer a la siguiente Aurora, como lo hace periódicamente. “Kârana” –la
Causa Eterna– estaba sola. Para expresarlo con mayor claridad: Kârana permanece
sola durante las Noches de Brahmâ.
El Universo anterior objetivo se ha disuelto en su
Causa única, eterna y primaria, y por decirlo así, se mantiene en disolución en el
espacio, para diferenciarse otra vez y cristalizarse de nuevo a la siguiente Aurora Manvantárica, que es el principio de un nuevo Día o nueva actividad de Brahmâ,
símbolo de un Universo. Hablando esotéricamente, Brahmâ es el Padre-Madre-Hijo,
o Espíritu. Alma y Cuerpo a un mismo tiempo, siendo cada personaje el símbolo de
un atributo, y cada atributo o cualidad un efluvio graduado del Divino Aliento en sus
diferenciaciones cíclicas, involucionaria y evolucionaría. En el sentido cósmico-físico,
es el Universo, la Cadena Planetaria y la Tierra; en el puramente espiritual, es la
Deidad Desconocida, el Espíritu Planetario y el Hombre (el Hijo de los dos, criatura
de Espíritu y de Materia; su manifestación en sus periódicas apariciones sobre la
tierra durante las “Ruedas” o los Manvantaras).
6. LOS SIETE SEÑORES SUBLIMES Y LAS SIETE VERDADES, HABÍAN DEJADO DE
SER (a); Y EL UNIVERSO, EL HIJO DE LA NECESIDAD, ESTABA SUMIDO EN
PARANISHPANNA (b)164, PARA SER EXHALADO POR AQUELLO QUE ES, Y SIN
EMBARGO NO ES. NINGUNA COSA EXISTÍA (c).
(a) Los ”Siete Señores Sublimes” son los Siete Espíritus Creadores, los Dhyân
Chohans, que corresponden a los Elohim hebreos. Es la misma jerarquía de
Arcángeles a la cual pertenecen San Miguel, San Gabriel y otros en la teogonía
cristiana. Sólo que, así como a San Miguel, por ejemplo, se le atribuye en la teología
latina dogmática la vigilancia sobre todos los promontorios y golfos, en el Sistema
Esotérico, los Dhyânis velan sucesivamente sobre una de las Rondas y grandes Razas
Raíces de nuestra Cadena Planetaria. Además, se dice de ellos que envían sus
Bodhisattvas, los representantes humanos de los Dhyâni-Buddhas durante cada
Ronda y cada Raza.
De las “Siete Verdades” y Revelaciones, o más bien secretos
revelados, cuatro únicamente nos han sido comunicados; pues estamos todavía en la
Cuarta Ronda, y el mundo también ha tenido sólo cuatro Buddhas, hasta ahora. Es
ésta una cuestión muy complicada, y más adelante nos ocuparemos de ella con
detenimiento.
Hasta la fecha “existen sólo Cuatro Verdades y Cuatro Vedas” –dicen los indos y
buddhistas–. Por una razón semejante insistía Ireneo en la necesidad de Cuatro
Evangelios. Pero como cada nueva Raza-raíz en la cabeza de una Ronda debe tener su
revelación y sus reveladores, la próxima Ronda traerá consigo la Quinta, la siguiente
la Sexta, y así sucesivamente.
(b) “Paranishpanna” es la perfección absoluta que todas las existencias alcanzan a la
conclusión de un gran período de actividad, o Mahâmanvantara, y en la cual
permanecen durante el período siguiente de reposo. En tibetano se llama “Yong-
Grub”. Hasta los días de la escuela Yogâchârya, la verdadera naturaleza de Paranirvâna se enseñaba públicamente, pero desde entonces se ha convertido por
completo en esotérica; de aquí que existan tantas interpretaciones contradictorias
acerca de la misma. Sólo un verdadero idealista puede entenderla.
Cada cosa ha de
considerarse como ideal, a excepción del Paranirvâna, por quien quiera comprender
aquel estado, y adquirir un conocimiento acerca de cómo el No-Yo, el Vacío y las
Tinieblas son Tres en Uno, y lo que existe sólo por sí mismo y es perfecto. Es
absoluto, sin embargo, tan sólo en un sentido relativo, puesto que debe dar lugar a
una perfección todavía más absoluta, con arreglo a un tipo más elevado de excelencia
en el siguiente período de actividad, del mismo modo que una flor perfecta tiene que
dejar de serlo y morir, con objeto de convertirse, en su desarrollo, en un fruto
perfecto, si se nos permite tal manera de expresarnos.
La Doctrina Secreta enseña el desenvolvimiento progresivo de cada una de las
cosas, lo mismo mundos que átomos; y este maravilloso desenvolvimiento no tiene
ni principio concebible ni fin imaginable. Nuestro “Universo” es tan sólo uno de un
número infinito de Universos, todos ellos “Hijos de la Necesidad”, puesto que son
eslabones de la gran cadena Cósmica de Universos, siendo cada uno un efecto con
relación a su predecesor, y una causa respecto al que le sucede.
La aparición y desaparición del Universo se describen como la espiración e
inspiración “del “Gran Aliento”, que es eterno; y que siendo Movimiento, es uno de
los tres aspectos de lo Absoluto, siendo los otros dos el Espacio Abstracto y la
Duración. Cuando el Gran Aliento sé expele, es llamado el Soplo Divino, y se le
considera como la respiración de la Deidad Incognoscible –la Existencia Única– la
cual exhala un pensamiento, por decirlo así, que se convierte en el Kosmos.
De igual
modo, cuando el Aliento Divino es inspirado, el Universo desaparece en el seno de la
Gran Madre, que duerme entonces “envuelta en sus Siempre Invisibles Vestiduras”.
(c) Por “aquello que es, y, sin embargo no es”, se significa el Gran Aliento mismo, del
cual únicamente podemos hablar como de la Existencia Absoluta, pero sin poderlo
representar a nuestra imaginación bajo una forma cualquiera de Existencia que
podamos distinguir de la No-Existencia. Los tres períodos –el Presente, el Pasado y el
Futuro– son en filosofía esotérica un tiempo compuesto; pues los tres son un número
compuesto únicamente con relación al plano fenomenal; pero en la región del
nóumeno no tienen validez abstracta. Como dicen las Escrituras: “El Tiempo Pasado
es el Tiempo Presente, así como también el Futuro, el cual, si bien no ha entrado
todavía en existencia, sin embargo es”, según un precepto de la enseñanza Prasanga
Madhyamika, cuyos dogmas han sido siempre conocidos desde que se separó de las
escuelas puramente esotéricas165.
Nuestras ideas, en resumen, acerca de la duración y del tiempo, son todas derivadas de nuestras sensaciones, con arreglo a las leyes de
asociación. Enlazadas de modo incomprensible con la relatividad del humano
conocimiento, no pueden, sin embargo, poseer existencia alguna, excepto en la
experiencia del yo individual, y perecen cuando su marcha evolutiva disipa el Mâyâ
de la existencia fenomenal. ¿Qué es, por ejemplo, el tiempo, sino la sucesión
panorámica de nuestros estados de conciencia? He aquí las palabras de un Maestro:
“Me siento exasperado al tener que emplear estas tres palabras desdichadas
–Pasado, Presente y Futuro– pobres conceptos de las fases objetivas del subjetivo
todo, tan mal Adaptadas para el objeto como un hacha para labor escultórica
delicada”. Es un axioma filosófico: hay que alcanzar Paramârtha para no convertirse
en fácil presa de Samvriti166.
7. LAS CAUSAS DE LA EXISTENCIA HABÍAN SIDO DESTRUIDAS (a); LO VISIBLE
QUE FUE Y LO INVISIBLE QUE ES, PERMANECÍAN EN EL ETERNO NO-SER –EL
ÚNICO SER (b).
(a) “Las Causas de la Existencia” no significan solamente las causas físicas conocidas
por la ciencia, sino las causas metafísicas, la principal de las cuales es el deseo de
existir, una resultante de Nidâna y de Mâyâ. Este deseo de una vida senciente, se
manifiesta por sí mismo en cada una de las cosas, desde un átomo a un sol, y es una
reflexión del Pensamiento Divino impulsado a la existencia objetiva en forma de una
ley para que el Universo pueda existir. Según la enseñanza esotérica, la causa real de
aquel supuesto deseo y de toda existencia permanece por siempre oculta, y sus
primeras emanaciones son las abstracciones más completas concebibles. Estas
abstracciones deben por necesidad presuponerse como la causa del Universo
material que por sí mismo se presenta a los sentidos y a la inteligencia, y son el
fundamento de los poderes secundarios y subordinados de la Naturaleza, que han
sido antropomorfizados y adorados como “Dios” y como “dioses” por la
muchedumbre vulgar de cada época. Imposible concebir cosa alguna sin causa; el
intentarlo deja la mente en el vacío. Ésta es virtualmente la condición a que tiene que
llegar al fin la mente, cuando tratamos de seguir hacia atrás la cadena de las causas y
efectos; pero tanto la Ciencia como la Religión se lanzan a este vacío con harta
precipitación, porque ignoran las abstracciones metafísicas, que son las únicas causas
concebibles de las concreciones físicas.
Estas abstracciones se hacen más y más
concretas a medida que se aproximan a nuestro plano de existencia, hasta que por fin se fenomenalizan en forma del Universo material, por un procedimiento de
conversión de lo metafísico en lo físico, análogo al de la condensación del vapor en
agua, y del agua helada en hielo.
(b) La idea del “Eterno No-Ser que es el único Ser” parecerá una paradoja a quien no
recuerde que nosotros limitamos nuestras ideas acerca del Ser a nuestra presente
conciencia de la Existencia; haciendo de ella un término específico, en lugar de un
término genérico. Si un niño en el seno materno pudiese pensar según la acepción
que damos a la palabra, limitaría necesariamente del mismo modo su concepto del
Ser a la vida intrauterina, única para él conocida; y si tratase de expresar para su
conciencia la idea de la vida después del nacimiento (para él muerte), probablemente,
dada la carencia de datos en que fundarse, y de facultades para comprenderlos,
expresaría aquella vida como “No-Ser que equivale a Ser (o Existencia) Real”.
En
nuestro caso, el Ser Uno es el nóumeno de todos los nóumenos que sabemos tienen
que existir bajo los fenómenos, dándoles la sombra de realidad, cualquiera que sea,
que posean; pero que no podemos conocer por faltarnos en la actualidad los sentidos
o inteligencia propios para ello.
Los átomos impalpables de oro contenidos en una
tonelada de cuarzo aurífero pueden ser imperceptibles para el ojo del minero, y sin
embargo, no sólo conoce éste que allí se hallan, sino que sabe también que sólo ellos
dan al cuarzo un valor apreciable; y esta relación del oro al cuarzo puede sugerir una
ligerísima idea de la del nóumeno al fenómeno. Sólo que el minero sabe cuál será el
aspecto que presentará el oro cuando haya sido extraído del cuarzo, al paso que el
común mortal no puede formar concepto de la realidad de las cosas separadas del
Mâyâ que las vela, y en el que están ocultas.
El Iniciado únicamente, rico con la
sabiduría adquirida por las generaciones innumerables de sus predecesores, dirige el
“Ojo de Dangma” hacia la esencia de las cosas, en la cual no puede Mâyâ tener
influencia alguna. En este punto es donde las enseñanzas de la filosofía esotérica, en
relación con las Nidânas y las Cuatro Verdades, asumen la mayor importancia; pero
son secretas.
8. LA FORMA UNA DE EXISTENCIA (a), SIN LÍMITES, INFINITA, SIN CAUSA, SE
EXTENDÍA SOLA EN SUEÑO SIN ENSUEÑOS (b); Y LA VIDA PALPITABA
INCONSCIENTE EN EL ESPACIO UNIVERSAL, EN TODA LA EXTENSIÓN DE
AQUELLA OMNIPRESENCIA QUE PERCIBE EL OJO ABIERTO DE DANGMA167.
(a) La tendencia del pensamiento moderno es el volver a la idea antigua de una base
homogénea para cosas en apariencia completamente distintas –la heterogeneidad
desenvolviéndose de la homogeneidad. Los biólogos buscan en la actualidad su
protoplasma homogéneo, y los químicos su protilo, al paso que la Ciencia está
buscando la fuerza de que la electricidad, el magnetismo, el calor, etc., son
diferenciaciones. La Doctrina Secreta lleva esta idea a la región de la metafísica, y
presupone una “Forma única de Existencia”, como base y origen de todas las cosas.
Pero quizás la frase “Forma única de Existencia” no sea por completo correcta. La
palabra sánscrita es Prabhavâpyaya, “el lugar [o más bien plano] de donde se
originan, y en donde tiene lugar la resolución de todas las cosas”, como dice un
comentador. No es la “Madre del Mundo”, como traduce Wilson168; porque Jagad
Yoni, como demuestra Fitzedward Hall, es más bien que “la Madre del Mundo”, o “la
Matriz del Mundo”, la “Causa Material del Mundo”.
Los comentadores puránicos la
explican por Kârana, “la Causa”; pero la filosofía esotérica lo hace por el espíritu ideal
de aquella causa. En su estado secundario, es el Svabhâvat del filósofo buddhista, la
Eterna Causa y Efecto, omnipresente y sin embargo abstracta; la Esencia plástica
existente por sí misma, y la Raíz de todas las cosas, considerada en el mismo doble se
sentido que el vedantino considera a su Parabrahman y Mûlaprakriti, lo uno bajo dos
aspectos. Parece a la verdad extraordinario encontrar a grandes sabios especulando
acerca de la posibilidad de que la Vedânta y especialmente el Uttara-Mîmânsâ hayan
sido “sugeridos por las enseñanzas de los buddhistas”, mientras que, por el contrario,
el buddhismo, las enseñanzas de Gautama el Buddha, fueron las “sugeridas” y por
completo edificadas sobre los principios de la Doctrina Secreta, que intentamos esbozar, siquiera sea en parte, y sobre la cual se apoyan también los Upanishads
169.
Lo anterior, según las enseñanzas de Sri Sankarâchârya170, es innegable.
(b) “Sueño sin Ensueños” es uno de los siete estados de conciencia conocidos en el
esoterismo oriental. En cada uno de estos estados entra en acción una parte distinta
de la mente; o, corno diría un vedantino, el individuo es consciente en un plano
diferente de su ser. El término “Sueño sin Ensueños” es algún tanto análogo a aquel
estado de conciencia en el hombre, que no siendo recordado en el estado de vigilia,
parece un vacío, lo mismo precisamente que el sueño al sujeto magnetizado le
parece un vacío inconsciente cuando vuelve a su condición normal, aun cuando haya
estado hablando y conduciéndose durante aquél como un individuo consciente lo
haría.
9. PERO, ¿EN DÓNDE ESTABA DANGMA CUANDO EL ÂLAYA DEL UNIVERSO171
ESTABA EN PARAMÂRTHA (a) 172, Y LA GRAN RUEDA, ERA ANUPÂDAKA? (b).
(a) He aquí ante nosotros la cuestión que ha dado lugar a controversias escolásticas
durante siglos. Los dos términos “ÂIaya” y “Paramârtha” han sido las causas de
división en escuelas, y de que la verdad se haya subdividido en más aspectos
diferentes que por ningún otro de los términos místicos. ÂIaya es el Alma del
Mundo, o Anima Mundi, la Super-Alma de Emerson, que según la enseñanza
esotérica, cambia periódicamente su naturaleza. ÂIaya, si bien eterna e inmutable en
su esencia interna, en los planos inalcanzables tanto para los hombres como para
dioses cósmicos (Dhyâni-Buddhas ), se altera durante el período de vida activa con respecto a los planos inferiores, incluso el nuestro. Durante aquel tiempo, no
solamente los Dhyâni-Buddhas son uno con Alaya en Alma y en Esencia, sino que
hasta el hombre fuerte en Yoga (meditación mística) “es capaz de sumir su alma en
ella”, como dice Âryâsanga, de la escuela Yogâchârya. Esto no es Nirvâna, sino una
condición próxima a él. De aquí la desavenencia. Así, mientras los Yogâchâryas de la
escuela Mahâyâna dicen que ÂIaya (Nyitigpo y Tsang en tibetano) es la
personificación del Vacío, y, sin embargo, ÂIaya es la base de cada una de las cosas
visibles e invisibles; y que, aunque es eterna e inmutable en su esencia, se refleja en
cada objeto del Universo “como la luna en el agua clara y tranquila”; otras escuelas
discuten la afirmación.
Lo mismo sucede respecto de Paramârtha. Los Yogâchâryas
interpretan este término como aquello que también depende de otras cosas
(paratantra); y los Mâdhyamikas dicen que Paramârtha está limitado a
Paranishpanna o Perfección Absoluta; es decir, en la exposición de estas “Dos
Verdades” de las Cuatro, los primeros creen y sostienen que, en este plano, de todos
modos existe sólo Samvritisatya, o la verdad relativa; y los segundos enseñan la
existencia de Paramârthasatya, la Verdad Absoluta173. “Ningún Arhat, o mendicante,
puede alcanzar el conocimiento absoluto antes de identificarse con Paranirvâna;
Parikalpita y Paratantra son sus dos grandes enemigos”
174. Parikalpita (en tibetano
Kuntag) es el error que comete quien no comprende el vacío y la naturaleza ilusoria
de todo; quien cree en la existencia de algo que no existe, por ejemplo, el No-Yo.
Y
Paratantra es aquello, sea lo que quiera, que existe únicamente gracias a una
conexión causal o dependiente, y que tiene que desaparecer tan pronto cese la causa
que lo producía, como la llama de un pabilo. Destrúyase o extíngase, y la luz
desaparece.
Enseña la filosofía esotérica que toda cosa vive y es consciente; pero no que toda
vida y conciencia sean similares a las de los seres humanos ni aun a las de los
animales. Nosotros consideramos la vida como la única forma de existencia,
manifestándose en lo que llamamos Materia; o en el hombre en lo que llamamos,
haciendo una separación incorrecta, Espíritu, Alma y Materia.
La Materia es el
Vehículo para la manifestación del Alma en este plano de existencia, y el Alma es el
Vehículo en un plano más elevado para la manifestación del Espíritu; y estos tres son
una Trinidad sintetizada por la Vida, que los compenetra. La idea de la Vida
Universal es uno de aquellos antiguos conceptos que van volviendo a la mente humana en este siglo, como consecuencia de haberse libertado de la teología
antropomórfica. Verdad es que la ciencia se contenta con trazar o presuponer los
signos de la Vida Universal, y no se ha atrevido todavía a proferir ni aun por lo bajo
“¡Anima Mundi!” La idea de la ”vida cristalina”, en la actualidad familiar a la ciencia,
hace medio siglo hubiera sido despreciada. Los botánicos buscan ahora los nervios de
las plantas; no porque supongan que las plantas pueden sentir o pensar como los
animales, sino porque creen que para explicar el desarrollo y la nutrición vegetal, es
necesaria alguna estructura que guarde la misma relación funcional con respecto a la
vida de la planta, que la de los nervios con respecto a la vida animal.
Muy difícil
parece que sea posible a la Ciencia engañarse por mucho más tiempo por el mero uso
de términos tales como “fuerza” y “energía”, respecto del hecho de que las cosas
animadas son vivientes, ya sean átomos o planetas.
Pero, ¿cuál es la creencia de las escuelas internas esotéricas? –preguntará quizás el
lector–. ¿Cuáles son las doctrinas enseñadas acerca de este asunto por los
“buddhistas” esotéricos? Para ellos, ÂIaya posee una significación doble y aun triple.
En el sistema Yogâchârya de la escuela contemplativa Mahâyâna, ÂIaya es a la par el
Alma Universal, Anima Mundi y el Yo de un Adepto avanzado.
“El fuerte en Yoga
puede introducir a voluntad su ÂIaya, por medio de la meditación, en la verdadera
naturaleza de la Existencia”. “ÂIaya posee una existencia eterna y absoluta” —dice
Âryâsanga, el rival de Nâgârjuna175–. En un sentido es Pradhâna, que en el Vishnu
Purâna se halla explicado como “la causa no desenvuelta, que los más grandes sabios
denominan enfáticamente Pradhâna, la base original, la cual es Prakriti sutil, o sea lo
eterno y lo que a un mismo tiempo resulta (o comprende en sí) lo que es y lo que no
es, o es mera evolución”
176. “La causa continua, que es uniforme, y a la vez causa y
efecto, llamada por los que conocen los primeros principios Pradhâna y Prakriti, es el
incognoscible Brahma que era antes de todo” 177; es decir, Brahma no crea ni produce
la evolución misma, sino exhibe sólo varios aspectos de sí mismo, uno de los cuales
es Prakriti, un aspecto de Pradhâna. “Prakriti”, sin embargo, es una palabra incorrecta,
y ÂIaya lo explicaría mejor; pues Prakriti no es el “incognoscible Brahma”. Es un error
de quienes desconocen la universalidad de las doctrinas ocultas desde la cuna misma
de las razas humanas, y especialmente por parte de aquellos sabios que rechazan
hasta la idea de una “revelación primordial” enseñar que el Anima Mundi, la Vida
Una o Alma Universal, fue dada a conocer sólo por Anaxágoras, o durante su época.
Este filósofo dio a luz la enseñanza sencillamente para combatir los conceptos de
Demócrito sobre cosmogonía, en exceso materialistas, basados en la teoría exotérica
de los átomos impulsados ciegamente. Anaxágoras de Clazomene no fue su inventor,
fue tan sólo su propagador, como lo fue también Platón. Lo que él llamaba
Inteligencia Mundana, el Nous (Noûç) el principio que, según sus opiniones, existe
absolutamente separado y libre de la materia, y obra con arreglo a propósitos, era
llamado el Movimiento, la Vida Una, o Jîvâtmâ, en la India, edades anteriores al año
500 antes de Cristo. Sólo que los filósofos arios no dotaron jamás a este principio,
que para ellos es infinito, con el finito “atributo de pensar”
178.
Esto conduce naturalmente al “Espíritu Supremo” de Hegel y de los
trascendentalistas alemanes, y presenta un contraste que puede ser útil señalar. Las
escuelas de Schelling y de Fichte han divergido mucho del concepto arcaico y
primitivo de un Principio Absoluto, y han reflejado tan sólo un aspecto de la idea
fundamental de la Vedânta. Hasta el “Absoluter Geist” 179, sugerido vagamente por
von Hartmann en su filosofía pesimista de lo “Inconsciente”, si bien es quizás la
mayor aproximación de la especulación europea a las doctrinas Advaitin indas, sin
embargo, dista también mucho de la realidad.
Según Hegel, lo “Inconsciente” jamás habría emprendido la vasta y laboriosa tarea
de desenvolver el Universo, más que con la esperanza de alcanzar clara conciencia de
Sí Mismo.
Con relación a esto, debe tenerse presente que al hablar del Espíritu,
término que los panteístas europeos emplean como equivalente de Parabrahman, y
llamarle Inconsciente, no dan ellos a esta expresión la significación indirecta que
generalmente implica. Se emplea a falta de un término más apropiado para
simbolizar un profundo misterio.
La “Conciencia Absoluta tras los fenómenos” nos dicen que se denomina
inconsciencia, únicamente por razón de la ausencia de todo elemento de
personalidad, y trasciende al concepto humano. El hombre, incapaz de formar un solo
concepto, a no ser relativo a fenómenos empíricos, es impotente, a causa de la
constitución misma de su ser, para levantar el velo que cubre la majestad de lo
Absoluto.
Sólo el Espíritu en libertad es capaz de comprender, aunque de un modo
vago, la naturaleza de su propio origen, al cual debe volver eventualmente. Puesto
que el más elevado Dhyân Chohan, después de todo, tiene que humillarse en su
ignorancia ante el soberano misterio del Ser Absoluto; y puesto que aun en esta
culminación de la existencia consciente —o sea “al sumirse la conciencia individual
en la universal”, usando una frase de Fichte–, lo Finito no puede concebir lo Infinito,ni puede aplicarse su propia clase de experiencias mentales, ¿cómo puede decirse
que lo Inconsciente y lo Absoluto puedan tener ni siquiera un impulso instintivo o
esperanza de alcanzar clara conciencia de sí mismo?180
Jamás admitiría un vedantino
esta idea hegeliana; y el ocultista diría que se aplica perfectamente al Mahat
despierto, a la Mente Universal, ya proyectada en el mundo fenomenal como aspecto
primero del inmutable Absoluto, pero jamás a este último. Según se nos enseña, “el
Espíritu y la Materia, o Purusha y Pakriti, son tan sólo los dos aspectos primordiales
del Uno y Sin Segundo”.
Nous, el motor de la materia, el Alma animadora, inmanente en todos los átomos,
manifestada en el hombre, latente en la piedra, posee diferentes grados de poder; y
esta idea panteísta de un Espíritu-Alma general, penetrando a la Naturaleza entera,
es la más antigua de todas las nociones filosóficas. Tampoco fue el Archaeus un
descubrimiento de Paracelso ni de su discípulo Van Helmont; pues este mismo
Archæus es “el Padre-Éter” localizado, la base manifestada y el origen de los
innumerables fenómenos de la vida.
La serie completa de las innumerables
especulaciones de esta clase constituye tan sólo las variaciones sobre el mismo tema,
cuya nota fundamental fue dada con esta “revelación primitiva”.
(b) La palabra “Anupâdaka”, sin padres o sin progenitores, es una designación
mística que en nuestra filosofía posee significaciones varias. En general se suele
designar por este nombre a Seres Celestiales como los Dhyân Chohans o Dhyâni-
Buddhas. Éstos corresponden místicamente a los Buddhas y Bodhisattvas humanos,
conocidos por los Mânushi (humanos) Buddhas, que más tarde son también llamados
“Anupâdaka”, desde el momento en que toda su personalidad se halla sumida en sus
Principios Sexto y Séptimo combinados, o Âtmâ-Buddhi, y que se han convertido en
los de “Alma de Diamante” (Vajrasattvas)181, o plenos Mahâtmâs. El “Señor Oculto”
(Sangbaí Dag-po), “el sumido en lo Absoluto”, no puede tener padres, puesto que es
existente por Sí Mismo, y uno con el Espíritu Universal (Svayambhû)182, el Svabhâvat en su más elevado aspecto. El misterio de la jerarquía de los Anupâdaka es grande,
siendo su ápice el Espíritu-Alma universal, y constituyendo su peldaño inferior los
Mânushi-Buddha; y aun cada hombre dotado de Alma es un Anupâdaka en estado
latente. De aquí el empleo de la expresión “la gran Rueda (el Universo) era
Anupâdaka”, cuando se habla del Universo en su condición informe, eterna o
absoluta, antes que fuera formado por los “Constructores”.
D.S TI
NOTAS
156 El Espacio.
157 En el libro II, c. VIII del Vishnu Purâna, se declara: “Por inmortalidad se entiende la existencia hasta
el fin del Kalpa”; y Wilson, su traductor, observa en una nota: “Esto, según los Vedas, es todo lo que
debe comprenderse de la inmortalidad [o eternidad] de los dioses; éstos perecen al final de la
disolución universal [o Pralaya]”. Y la Filosofía Esotérica dice: “Ellos no 'perecen', sino que son
reabsorbidos”.
158 Seres celestiales.
159 Y, por tanto, para manifestarla.
160 Nirvâna, Nippang en China; Neibban en Birmania; Moksha en la India.
161 Nidâna y Mâyâ. Las “Doce” Nidânas (en tibetano Ten-brel Chug-nyi) son las causas principales de la
existencia, efectos engendrados por un encadenamiento de causas producidas.
162 Véase Wassilief: Der Buddhismus, págs. 97-128.
163 El término “Rueda” es la expresión simbólica para un mundo o globo, lo cual demuestra que los
antiguos se daban cuenta de que nuestra Tierra era un globo que giraba, y no un cuadrado inmóvil
como han enseñado algunos Padres cristianos. La “Gran Rueda” es la duración completa de nuestro
Ciclo de existencia o Mahâkalpa, o sea la revolución completa de nuestra Cadena especial de siete
Globos o Esferas desde el principio hasta el fin; las “Pequeñas Ruedas” significan las Rondas, de las
cuales existen también siete.
164 La Perfección Absoluta, Paranirvâna, que es Yong-Grub
165 Véase Dzungarian Mani Kumbum, el “Libro de los 10.000 Preceptos”. Consúltese también Der
Buddhismus de Wassilief, págs. 327 y 357, etc.
166 Para expresarlo con mayor claridad: Tiene uno que adquirir la verdadera Conciencia de Sí Mismo,
para comprender Samvriti o el “origen de la ilusión”. Paramârtha es el sinónimo del término
Svasamvedanâ, o la reflexión que se analiza a si misma”. Existe una diferencia en la interpretación del
significado de Paramârtha entre los Yogâchâryas y los Mâdhyamikas, ninguno de los cuales, sin
embargo, explica el sentido real, verdadero y esotérico de la expresión.
167 En la India se le llama “El Ojo de Shiva”; pero más allá de la gran cordillera es conocido en la
fraseología esotérica por el “Ojo Abierto de Dangma”. Dangma significa alma purificada, uno que se
ha convertido en Jîvanmukta, el Adepto más elevado, o más bien aquel a quien se le da el nombre de
Mâhâtma. Su “Ojo Abierto” es el ojo interno y espiritual del vidente; y la facultad que por medio del
mismo se manifiesta, no es la clarividencia como se la comprende generalmente, o sea el poder de ver
a distancia, sino más bien la facultad de intuición espiritual, por cuyo medio se puede obtener el conocimiento directo y cierto. Esta facultad se halla íntimamente relacionada con el “tercer ojo”
atribuido por la tradición mitológica a ciertas razas de hombres.
168 Vishnu Purâna, I, 21.
169 Y, sin embargo, una pretendida autoridad, a saber, Sir Monier Williams, catedrático numerario de
sánscrito en Oxford, ha negado precisamente este hecho. He aquí lo que enseñaba a su auditorio el 4
de junio de 1888, en su discurso anual ante el Instituto Victoria de la Gran Bretaña: “En su origen, el
Buddhismo se opone a todo ascetismo solitario… para alcanzar las sublimes alturas del conocimiento.
No tenía ningún sistema de doctrina, ni oculto ni esotérico… apartado de los hombres vulgares”. (!¡) Y
además: “… Cuando Gautama Buddha comenzó su carrera, la última e inferior forma de Yoga parece
haber sido poco conocida”. Y luego, contradiciéndose a sí mismo, el sabio conferenciante dice en
seguida a su auditorio: “Sabemos por el Lalita-Vistara que las diversas formas de tortura corporal, de
propia maceración y de austeridad, eran comunes en tiempo de Gautama”. (¡!) Pero el orador parece
desconocer por completo que esta especie de tortura y de propia maceración, es precisamente la
forma inferior de Yoga, Hatha Yoga, la cual era “poco conocida” y, sin embargo, tan “común” en
tiempo de Gautama.
170 Se pretende igualmente que todas las Seis Darshanas (escuelas de filosofía) presentan huellas de la
influencia de Buddha, estando, o bien tomadas del buddhismo, o siendo debidas a enseñanzas griegas.
(Véase Weber, Max Müller, etc.). Nosotros nos hallamos bajo la impresión de que Colebrooke, “la
autoridad más grande” en semejantes materias, hace largo tiempo que ha zanjado la cuestión,
demostrando que “los indos eran en este caso los maestros y no los discípulos”.
171 Alma, como base de todo, Anima Mundi.
172 Absoluto Ser y Conciencia, los cuales son Absoluto No-Ser e Inconsciencia.
173 “Paramârthasatya” es propia conciencia; Svasamvedanâ, o la reflexión que se analiza a sí misma; de
dos palabras, parama por encima de todas las cosas, y artha comprensión; significando satya el ser
verdadero y absoluto, o esse. En tibetano, Paramârthasatya es Dondampaidenpa. Lo opuesto a esta
realidad absoluta, es Samvritisatya –la verdad relativa solamente–; pues Samvriti significa “falso
concepto” y es el origen de la ilusión, Mâyâ; en tibetano Kundzabchidenpa, “apariencia creadora de
ilusión”.
174 Aphorisms of the Bhodhisattvas.
175 Âryâsanga fue un Adepto precristiano y fundador de una escuela esotérica buddhista, a pesar de
que Csoma de Koros le coloca, por razones que él sabrá, en el siglo séptimo de la Era Cristiana. Ha
existido otro Âryasangha que vivió durante los primeros siglos de nuestra Era, y lo más probable es
que el sabio húngaro los confunda.
176 Vishnu Purâna, I, pág. 20.
177 Vishnu Purâna, Wilson, I, 21; citado del Vayu Purâna.
178 Quiero decir Propia Conciencia Finita. Porque, ¿cómo puede lo Absoluto alcanzarla sino
simplemente como un aspecto, de los cuales, el más elevado de los que conocemos, es la conciencia
humana?
179 Espíritu Absoluto. N. de los Traductores.
180 Véase Handbook of the History of Phitosophy de Schwegler en la traducción de Sterling, pág. 28.
181 Vajrapâni o Vajradhara significa poseedor del diamante; en tibetano Dorjesempa, sempa,
significando el alma; y su cualidad diamantina se refiere a su indestructibilidad en lo futuro.
La
explicación con respecto a “Anupâdaka” dada en el Kâla Chakra, el primero en la división Gyut del
Kanjur, es semiesotérica. Ha conducido a los orientalistas a especulaciones erróneas respecto de los
Dhyâni-Buddhas, y sus correspondencias terrenas, los Mânuchi-Buddhas. La significación verdadera
hállase indicada en un volumen subsiguiente, y será explicada con mayor extensión en su lugar debido.
182 Citando de nuevo a Hegel que, con Schelling, aceptó prácticamente el concepto panteísta de los
Avatâras periódicos (encarnaciones especiales del Espíritu del Mundo en el Hombre, como se ven en el
caso de todos los grandes reformadores religiosos) : “La esencia del hombre es el espíritu…
únicamente despojándose de su modo de ser finito y rindiéndose por propia voluntad a la pura
conciencia de si mismo, es como alcanza la verdad. Cristo-hombre, como hombre en quien la Unidad
de Dios-hombre [identidad de la conciencia individual con la universal, según lo enseñado por los vedantinos y algunos adwaitis] se manifestaba, ha presentado en su muerte y en su historia en
general, la historia eterna del Espíritu, historia que cada hombre tiene que llevar a la práctica en sí
mismo, con objeto de existir como Espíritu”. Philosophy of History. Traducción inglesa de Sibree, pág.
340.
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