1. POR EL PODER DE LA MADRE DE MISERICORDIA Y CONOCIMIENTO (a),
KWAN-YIN –LA TRIPLE DE KWAN-SHAI-YIN, QUE RESIDE EN KWANYIN-TIEN
(b)– FOHAT, EL ALIENTO DE SU PROGENIE, EL HIJO DE LOS HIJOS, HABIENDO
HECHO SALIR DE LAS PROFUNDIDADES DEL ABISMO348
INFERIOR LA FORMA
ILUSORIA DE SIEN-TCHAN349
y LOS SIETE ELEMENTOS.
Esta Estancia se ha traducido del texto chino, y se han conservado los nombres
dados como equivalentes de los términos originales. La verdadera nomenclatura
esotérica no puede darse, pues no haría más que confundir al lector. La doctrina
brahmánica no posee equivalente alguno para estos términos. Vâch parece, en
muchos aspectos, aproximarse a la Kwan-Yin china; pero no existe en la India ningún
culto regular de Vâch bajo este nombre, como lo hay en China en honor de Kwan-
Yin. Ningún sistema religioso exotérico ha adoptado jamás un Creador femenino; así
es que la mujer ha sido considerada y tratada desde el principio mismo de las
religiones populares, como inferior al hombre. Tan sólo en China y en Egipto, es
donde Kwan-Yin e Isis eran consideradas a la par con los dioses masculinos. El
Esoterismo hace case omiso de los dos sexos. Su Deidad más elevada carece de sexo
y de forma: no es ni Padre ni Madre; y sus primeros seres manifestados, tanto
celestiales como terrestres, se convierten en andróginos sólo gradualmente,
separándose por fin en dos distintos sexos.
(a) “La Madre de Misericordia y de Conocimiento”, es llamada la “Triple” de Kwan-
Shai-Yin, porque en sus correlaciones, metafísicas y cósmicas, es la “Madre, la Esposa
y la Hija” del Logos, justamente como en las últimas versiones teológicas se ha
convertido en el “Padre, Hijo y Espíritu Santo (femenino)” –la Shakti o Energía–, la
Esencia de los Tres. Así en el Esoterismo de los vedantinos, Daiviprakriti, la Luz
manifestada por medio de Ishvara, el Logos350, es, al mismo tiempo, la Madre y
también la Hija del Logos, o Verbo de Parabrahman; mientras que en las enseñanzas
transhimaláyicas es (en la jerarquía de su teogonía alegórica y metafísica) la “Madre” o Materia abstracta e ideal, Mûlaprakriti, la Raíz de la Naturaleza; desde el punto de
vista metafísico, una correlación de Âdi-Bûtha, manifestado en el Logos,
Avalokiteshvara; y en el sentido puramente oculto y cósmico, Fohat, “el Hijo del
Hijo”, la energía andrógina que proviene de esta “Luz del Logos”, y que se muestra en
el plano del Universo objetivo, como la Electricidad, tanto oculta como manifiesta,
que es la Vida. T. Subba Row dice:
La evolución comienza por la energía intelectual del Logos… no puramente por las
potencialidades encerradas en Mûlaprakriti. Esta Luz del Logos es el lazo… entre la
materia objetiva y el pensamiento subjetivo de Ishvara [o el Logos]. Se le llama Fohat, en
varios libros buddhistas. Es el instrumento con que el Logos351
opera.
(b) “Kwan-Yin-Tien” significa los “Cielos Melodiosos del Sonido”, la mansión de
Kwan-Yin, o la “Voz Divina”. Esta “Voz” es un sinónimo del Verbo o la Palabra, el
“Lenguaje” como expresión del Pensamiento. Así puede trazarse la conexión y aun el
origen del Bath-Kol hebreo, la “Hija de la Voz Divina” o el Verbo, o el Logos
masculino y femenino, el “Hombre Celestial” o Adam-Kadmon, que es al mismo
tiempo Sephira. La última fue, seguramente, precedida por la Vâch hindú, la diosa del
Lenguaje o de la Palabra. Porque Vâch –la hija y porción femenina, como ya se ha
dicho, de Brahmâ, “originada por los dioses”– es, juntamente con Kwan-Yin, con Isis
(también hija, esposa y hermana de Osiris) y otras diosas, el Logos femenino por
decirlo así, la diosa de las fuerzas activas en la Naturaleza, la palabra, Voz o Sonido, y
el Lenguaje. Si Kwan-Yin es la “Voz Melodiosa”, lo mismo es Vâch “la vaca melodiosa
de la que manan alimento y agua [el principio femenino]… la que nos nutre y
sostiene” como Madre-Naturaleza.
Está ella asociada en la obra de la creación con
Prajâpati. Es ella hembra o varón ad libitum, como lo es Eva con Adán. Es una forma
de Aditi –el principio superior al Æther– de Âkâsha, la síntesis de todas las fuerzas de
la Naturaleza. Así Vâch y Kwan-Yin son ambas la potencia mágica del Sonido Oculto
en la Naturaleza y en el Æther, cuya “Voz” evoca del Caos y de los Siete Elementos a
Sien-Tchan, la forma ilusoria del Universo.
Así, en Manu, Brahmâ (también el Logos) es presentado dividiendo su cuerpo en dos
partes, masculina y femenina, y creando en la última, que es Vâch, a Virâj, el cual es él
mismo, o Brahmâ nuevamente.
Un sabio ocultista vedantino habla como sigue de
aquella “diosa” explicando las razones por las que Ishvara (o Brahmâ) es llamado el
Verbo o Logos; por qué, en una palabra, se le llama Shabda Brahman:
La explicación que voy a daros os parecerá del todo mística; pero si es mística, tiene
una significación de las más trascendentes, si se comprende debidamente. Nuestros
escritores antiguos dicen que Vâch es de cuatro especies [véase el Rig Veda y los
Upanishads]. Vaikhari Vâch es lo que nosotros expresamos. Cada especie de Vaikhari Vâch existe en sus formas Madhyama, Pashyanti, y últimamente en su forma Para352. La
razón por la que este Pranava se llama Vâch, es porque los cuatro principios del gran
cosmos corresponden a estas cuatro formas de Vâch. Ahora bien, todo el sistema solar
manifestado existe en su forma Sûkshma en la luz o energía del Logos, porque su energía
es arrebatada y transferida a la materia cósmica… Todo el cosmos, en su forma objetiva
es Vaikhari Vâch, la luz del Logos es la forma Madhyama, y el Logos mismo es la forma
Pashyanti, y Parabrahman es el aspecto Para de aquel Vâch. A la luz de esta explicación,
debemos tratar de comprender ciertas afirmaciones hechas por varios filósofos
referentes a que el cosmos manifestado es el Verbo manifestado como Cosmos353.
2. EL VELOZ Y RADIANTE UNO PRODUCE LOS SIETE CENTROS LAYA (a) 354,
CONTRA LOS CUALES NADIE PREVALECERÁ HASTA EL GRAN DÍA “SÉ CON
NOSOTROS”; Y ASIENTA EL UNIVERSO SOBRE ESTOS ETERNOS
FUNDAMENTOS, RODEANDO A SIEN-TCHAN CON LOS GÉRMENES
ELEMENTALES (b).
(a) Los Siete Centros Laya son los siete puntos cero, empleando la palabra cero en
el mismo sentido que los químicos. En Esoterismo indica un punto en el cual
comienza a contarse la escala de diferenciación. Desde estos Centros —más allá de
los cuales nos permite la Filosofía Esotérica percibir los vagos contornos metafísicos
de los “Siete Hijos” de Vida y de Luz, los Siete Logos de los herméticos, y de todos
los demás filósofos– comienza la diferenciación de los elementos que entran en la
constitución de nuestro Sistema Solar. Se ha preguntado con frecuencia cuál era la
definición exacta de Fohat, y cuáles sus poderes y funciones; pues parece ejercer las
de un Dios Personal, tal como se comprende en las religiones populares.
La
contestación acaba de darse en el comentario sobre la Estancia V. Como se dice muy
bien en las Conferencias acerca del Bhagavad-Gîtâ: “Todo el Cosmos debe
necesariamente existir en la fuente una de energía, de la cual emana esta luz
[Fohat]”. Sea que contemos los principios en el cosmos y en el hombre como siete o
sólo corno cuatro, las fuerzas, de la Naturaleza física, son Siete; y afirma la misma
autoridad que “Prajnâ”, o la capacidad de percepción, existe en siete diferentes
aspectos correspondientes a otras tantas condiciones de la materia”. Porque,
“precisamente así como un ser humano está compuesto de siete principios, la
materia diferenciada en el Sistema Solar existe en siete condiciones diferentes”
355.
Lo mismo sucede con Fohat. Fohat tiene varios significados, como se ha dicho. Es llamado el “Constructor de los Constructores”; habiendo formado nuestra Cadena
Septenaria la Fuerza que él personifica.
Él es Uno y Siete; y en la esfera cósmica se
halla tras todas las manifestaciones, tales como la luz, el calor, el sonido, la cohesión,
etc., etc.; siendo el “espíritu” de la electricidad, que es la Vida del Universo. Como
abstracción, le llamamos la Vida Una; como Realidad objetiva y evidente, hablamos
de una escala Septenaria de manifestación, que comienza en el peldaño superior con
la Causalidad Una Incognoscible, y termina como Mente y Vida Omnipresente,
inmanente en cada átomo de Materia. Así mientras la Ciencia habla de su evolución
al través de la materia grosera, fuerzas ciegas y movimiento insensible; los ocultistas
indican la Ley Inteligente y la Vida Senciente, y añaden que Fohat es el Espíritu guía
de todo esto. Sin embargo, no es, en modo alguno, un dios personal, sino la
emanación de aquellos otros Poderes que existen tras él, y a quienes los cristianos
llaman los “Mensajeros” de su Dios (en realidad, de los Elohim, o más bien uno de los
Siete Creadores llamados Elohim), y nosotros el Mensajero de los Hijos primordiales
de la Vida y de la Luz.
(b) Los “Gérmenes Elementales ” con que llena a Sien-Tchan (el Universo), desde
Tien-Sin (los “Cielos de la Mente” o lo que es absoluto), son los Átomos de la Ciencia
y las Mónadas de Leibnitz.
3. DE LOS SIETE356
— PRIMERO UNO MANIFESTADO, SEIS OCULTOS; DOS
MANIFESTADOS, CINCO OCULTOS; TRES MANIFESTADOS, CUATRO
OCULTOS; CUATRO PRODUCIDOS, TRES ESCONDIDOS; CUATRO Y UN
TSAN357
REVELADOS, DOS Y UNA MITAD OCULTOS; SEIS PARA MANIFESTARSE
UNO DEJADO APARTE (a). ÚLTIMAMENTE, SIETE PEQUEÑAS RUEDAS
GIRANDO; UNA DANDO NACIMIENTO A LA OTRA (b).
(a) Aunque estas Estancias se refieren a todo el Universo después de un
Mahâpralaya (Disolución Universal), sin embargo, esta sentencia, como puede ver
cualquiera que se ocupe de Ocultismo, se refiere también, por analogía, a la
evolución y formación final de los Siete Elementos primitivos (aunque compuestos)
de nuestra Tierra. De éstos, cuatro son los plenamente manifestados en la
actualidad, mientras el quinto Elemento, el Éter, no lo está sino parcialmente; pues
nos hallamos apenas en la segunda mitad de la Cuarta Ronda, y por consiguiente, el
quinto Elemento se manifestará tan sólo por completo en la Quinta Ronda. Los
Mundos, incluyendo el nuestro propio, fueron por supuesto, como gérmenes,
desenvueltos en un principio del Elemento Uno en su segundo período –(el “Padre-
Madre” el Alma diferenciada del Mundo, no lo que Emerson llama la “Super Alma”)–,ya lo llamemos, como la Ciencia moderna, polvo cósmico o niebla de fuego, o como
el Ocultismo: Âkâsha Jîvâtmâ, Luz Astral Divina o el “Alma del Mundo”. Pero este
primer período de la Evolución, fue seguido por el próximo en el debido transcurso
del tiempo. Ningún mundo, y ningún cuerpo celeste, podía ser construido en el plano
objetivo, sin que los Elementos hubiesen estado ya lo suficientemente diferenciados
de su Ilus primitivo, reposando en Laya.
Este último término es sinónimo de Nirvâna.
Es, en efecto, la disgregación nirvánica de todas las substancias sumidas, después de
un ciclo de vida, en la latencia de sus condiciones primarias.
Es la sombra luminosa,
pero incorpórea, de la materia que fue, el reino de lo negativo, en donde yacen
latentes, durante su período de reposo, las Fuerzas activas del Universo.
Ahora bien; hablando de Elementos, se reprocha a los antiguos el “haber supuesto a
sus elementos simples e indescomponibles”. Las sombras de nuestros antecesores
prehistóricos, podrían hacer lo mismo respecto de los físicos modernos, ahora que
los nuevos descubrimientos en química han conducido a Mr. Crookes, F. R. S., a
admitir que la Ciencia se halla todavía a un millar de leguas del conocimiento de la
naturaleza compleja de la más simple molécula. Por él sabemos que la molécula
realmente simple y por completo homogénea, es terra incognita para la química.
“¿En
dónde hemos de trazar la línea?” —pregunta él—. “¿No existe medio alguno para
salir de esta perplejidad? ¿Debemos hacer de modo que los exámenes elementales
sean tan severos que sólo permitan la aprobación de 60 a 70 candidatos, o debemos,
por el contrario, abrir las puertas de tal manera, que el número de admisiones se
halle tan sólo limitado por el número de solicitantes?” Y después el sabio químico,
citando ejemplos sorprendentes, dice:
Tomemos el itrio.
Posee un peso atómico definido; bajo todos conceptos se conduce
como un cuerpo simple, como un elemento al cual podemos a la verdad añadir, pero del
cual nada podemos quitar. Sin embargo, este itrio, este conjunto supuesto homogéneo,
al ser sometido a cierto método de fraccionamiento, se resuelve en porciones que no son
en absoluto idénticas entre sí, y que exhiben una gradación de propiedades. Veamos
también el caso del didimio.
Era un cuerpo que presentaba todos los caracteres
reconocidos de un elemento. Había sido separado con mucha dificultad de otros cuerpos
que se le parecían íntimamente en sus propiedades, y durante el examen de
comprobación sufrió los más severos tratamientos, y fue objeto de los escrutinios más
minuciosos. Pero vino entonces otro químico que, tratando a este presunto cuerpo
homogéneo por un procedimiento peculiar de fraccionamiento, lo resolvió en los dos
cuerpos praseodimio y neodimio, entre los cuales son perceptibles ciertas distinciones.
Además, no poseemos en la actualidad la certeza de que el praseodimio y el neodimio
sean cuerpos simples. Por el contrario, manifiestan también señales de fraccionamiento.
Ahora bien; si un supuesto elemento tratado convenientemente se ve de este modo que
comprende moléculas diferentes, tenemos seguramente derecho a preguntar si no
pueden obtenerse resultados semejantes con otros elementos, quizás con todos, si son
tratados del modo conveniente.
Podemos preguntar, igualmente, en dónde tiene que
detenerse el procedimiento de clasificación, procedimiento que, desde luego, presupone variaciones entre las moléculas individuales de cada especie. Y en estas separaciones
sucesivas encontramos, como es natural, cuerpos que se aproximan más y más unos a
otros358.
El reproche dirigido a los antiguos, es una vez más infundado. En todo caso, no
puede hacerse semejante cargo a sus filósofos iniciados, puesto que ellos fueron los
que desde un principio inventaron alegorías y mitos religiosos. Si hubiesen ignorado
la heterogeneidad de los Elementos, no hubieran poseído personificaciones del
Fuego, del Aire, del Agua, de la Tierra y del Æther; sus dioses y diosas cósmicos jamás
hubieran sido bendecidos con semejante posteridad, con tantos hijos e hijas,
elementos nacidos de y dentro de cada Elemento respectivo.
La alquimia y los
fenómenos ocultos hubieran sido una ilusión y un engaño, aun en teoría, si los
antiguos hubiesen ignorado las potencialidades, las funciones correlativas y los
atributos de cada elemento componente del Aire, del Agua, de la Tierra, y aun del
Fuego; siendo este último, aun hoy día, una terra incognita para la ciencia moderna,
que se ve obligada a llamarlo movimiento, evolución de la luz y del calor, estado de
ignición, etc.; definiéndolo, en una palabra, por sus aspectos exteriores, en la
ignorancia de su naturaleza verdadera.
Pero lo que al parecer no logra percibir la ciencia moderna, es que diferenciados
como puedan haber sido aquellos simples átomos químicos –a los cuales la filosofía
arcaica llamó “los creadores de sus padres respectivos”, padres, hermanos, maridos
de sus madres; y a estas madres, las hijas de sus propios hijos como Aditi y Daksha,
por ejemplo—; diferenciados como estaban estos elementos en un principio, no eran,
sin embargo, como son ahora, los cuerpos compuestos que conoce la Ciencia. Ni el
Agua, ni el Aire, ni la Tierra (sinónimo para los sólidos en general) existían en su
forma presente, representando los tres estados de la materia que únicamente
reconoce la Ciencia; pues todos éstos, hasta el mismo Fuego, son producciones ya
recombinadas por las atmósferas de globos completamente formados, de modo que
en los primeros períodos de la formación de la tierra, eran algo por completo sui
géneris.
Ahora que las condiciones y leyes de nuestro Sistema Solar están
completamente desarrolladas, y que la atmósfera de nuestra tierra, lo mismo que las
de todos los demás globos, se han convertido, por decirlo así, en crisoles propios, la
Ciencia Oculta enseña que en el espacio tiene lugar un cambió perpetuo de
moléculas, o más bien de átomos, correlacionándolo y cambiando así sobre cada
planeta sus equivalentes de combinación. Algunos hombres de ciencia de entre los
físicos y químicos más eminentes, comienzan a sospechar este hecho, el cual es
conocido, épocas ha, por los ocultistas.
El espectroscopio hace ver únicamente la
probable semejanza (fundada en la evidencia externa) de la substancia terrestre y de
la sideral; es incapaz de pasar más allá, o de hacer ver si los átomos gravitan o no uno hacia otro del mismo modo y en las mismas condiciones, en que se supone lo
verifican física y químicamente en nuestro planeta. La escala de temperatura, desde
el grado más elevado hasta el más inferior que puedan concebirse, puede suponerse
que es la misma y una en el Universo entero; sin embargo, sus propiedades, fuera de
las de disociación y de reasociación, difieren en cada planeta; y así entran los átomos
en nuevas formas de existencia, no soñadas por la ciencia física, e incognoscibles para
ella. Como ya se ha dicho en Five Years of Theosophy, pág. 242, la esencia de la
materia cometaria, por ejemplo, “es por completo diferente de cualquiera de las
características que conocen los más grandes químicos y físicos de la tierra”. Y aun
esta materia, durante su rápido paso al través de nuestra atmósfera, experimenta
cierto cambio en su naturaleza.
Así, no sólo los elementos de nuestro planeta, sino hasta los de todos sus hermanos
en el Sistema Solar, difieren tanto unos de otros en sus combinaciones, como de los
elementos cósmicos de más allá de nuestros límites solares. Esto es nuevamente
corroborado por el mismo hombre de ciencia en el discurso ya citado, el que cita a
Clerk Maxwell, diciendo “que los elementos no son absolutamente homogéneos”.
Dice así:
Es difícil concebir la selección y la eliminación de variedades intermedias; porque,
¿adónde pueden haber ido estas moléculas eliminadas, si, como tenemos razones para
creer, el hidrógeno, etcétera, de las estrellas fijas, está compuesto de moléculas idénticas
en todos sus aspectos a las nuestras?… En primer lugar podernos poner en tela de juicio
esta identidad molecular absoluta, desde el momento en que hasta la fecha no hemos
tenido medio alguno para llegar a una conclusión, salvo los que nos proporciona el
espectroscopio; mientras que por otro lado se admite que, para poder comparar y
discernir con precisión los espectros de dos cuerpos, deben ser examinados bajo
idénticos estados de temperatura, de presión y todas las demás condiciones, físicas.
Ciertamente, nosotros hemos visto en el espectro del sol, rayos que no hemos podido
identificar.
Por lo tanto, los elementos de nuestro Planeta no pueden ser tomados como
modelo para servir de comparación con los de otros mundos. De hecho, cada mundo
posee su Fohat, que es omnipresente en su propia esfera de acción. Pero existen
tantos Fohats como mundos, cada uno de los cuales varía en poder y en grado de
manifestación. Los Fohats individuales constituyen un Fohat universal, Fohat
colectivo, (el aspecto-entidad de la única y absoluta No-Entidad , que es la absoluta
Seidad [Be-ness], Sat). “Millones y billones de mundos son producidos en cada
Manvantara” se dice. Por lo tanto, debe de haber muchos Fohats, a quienes nosotros
consideramos como Fuerzas conscientes e inteligentes. Esto, sin duda, con disgusto
de las mentalidades científicas.
Sin embargo, los ocultistas, que tienen buenas
razones para ello, consideran a todas las fuerzas de la Naturaleza como verdaderos estados de la Materia, si bien suprasensibles; y corno posibles objetos de percepción
para seres dotados de los sentidos adecuados.
Encerrado en el Seno de la Eterna Madre en Su estado prístino y virginal, cada
átomo nacido más allá de los umbrales de su reino está condenado a diferenciación
incesante. “La Madre duerme, aunque siempre está respirando”. Y cada espiración
envía al plano de lo manifestado sus productos próteos, los cuales, arrebatados por
la ola del flujo, son esparcidos por Fohat y arrastrados hacia, o más allá, de esta o de
otra atmósfera planetaria. Una vez que esta última se ha apoderado del átomo, éste
está perdido; su prístina pureza ha desaparecido para siempre, a menos que el hado
lo disocie de aquélla, conduciéndolo a “una corriente del flujo” (término ocultista de
acepción completamente diferente de la ordinaria), pudiendo ser entonces
arrastrado nuevamente a la frontera donde había previamente sucumbido, y tornar
rumbo, no hacía el Espacio de arriba, sino hacia el de dentro, siendo conducido a un
estado de equilibrio diferencial y felizmente reabsorbido.
Si un ocultista-alquimista,
verdaderamente sabio, escribiese la “Vida y Aventuras de un Átomo”, se granjearía
con ello el supremo desprecio del químico moderno, aunque, quizás, también su
gratitud subsiguiente. En efecto, si semejante químico imaginario estuviera dotado
de intuición, y se saliese por un momento del círculo habitual de la “ciencia
estrictamente exacta”, como lo hacían los antiguos alquimistas, podría encontrar un
premio a su audacia. Sea como fuere, “El Aliento del Padre-Madre sale frío y radiante,
y se calienta y corrompe, para enfriarse de nuevo y ser purificado en el eterno seno del
Espacio interno”, dice el Comentario El Hombre absorbe aire puro y fresco en la
cumbre de la montaña, y lo expele impuro, caliente y transformado. Así, en cada
globo, siendo la atmósfera más elevada, su boca, y la inferior los pulmones, el
hombre de nuestro planeta respira únicamente el desecho de la “Madre”; y por lo
tanto, “está condenado a morir en él”. El que pudiese alotropizar el oxígeno perezoso
en ozono de cierto grado de actividad alquímica, reduciéndolo a su esencia pura
(para lo cual hay medios), descubriría con ello el substituto del “Elixir de Vida”, y
podría prepararlo para usos prácticos.
(b) El proceso mencionado respecto de “las Pequeñas Ruedas, la una dando
nacimiento a la otra”, tiene lugar en la sexta región contando desde arriba, y en el
plano del mundo más material de todos en el Kosmos manifestado, nuestro planeta
terrestre. Estas “Siete Ruedas” son nuestra Cadena Planetaria. Por “Ruedas” se indica
generalmente las varias esferas y centros de fuerza; pero en este caso se refieren a
nuestro Anillo septenario.
4. ÉL LAS CONSTRUYE A SEMEJANZA DE RUEDAS MÁS ANTIGUAS359,
COLOCÁNDOLAS EN LOS CENTROS IMPERECEDEROS (a). ¿CÓMO LAS
CONSTRUYE FOHAT? ÉL REÚNE EL ÍGNEO POLVO. HACE ESFERAS DE FUEGO,
CORRE AL TRAVÉS DE ELLAS Y A SU ALREDEDOR, INFUNDIÉNDOLES VIDA; Y
DESPUÉS LAS PONE EN MOVIMIENTO: A LAS UNAS EN ESTA DIRECCIÓN, A
LAS OTRAS EN AQUÉLLA. ESTÁN FRÍAS, Y ÉL LAS CALDEA. ESTÁN SECAS, Y ÉL
LAS HUMEDECE. BRILLAN, Y ÉL LAS AVENTA Y LAS REFRESCA (b). ASÍ PROCEDE
FOHAT DEL UNO AL OTRO CREPÚSCULO, DURANTE SIETE ETERNIDADES360.
(a) Los Mundos son construidos “a semejanza de Ruedas más antiguas”, o sea de los
que existieron en Manvantaras precedentes y entraron en Pralaya; pues la Ley que
preside al nacimiento, desarrollo y decadencia de cada una de las cosas que existen
en el Kosmos, desde el Sol hasta la luciérnaga en el césped, es una. Hay una obra
perpetua de perfección en cada una de las apariciones nuevas; pero la Substancia-
Materia y las Fuerzas son todas una y la misma. Y esta Ley obra en cada planeta por
medio de leyes variables y de menor importancia.
Los “Centros [Laya] Imperecederos ” tienen una gran importancia, y ha de
comprenderse completamente su significación, si queremos poseer concepto claro
de la cosmogonía arcaica, cuyas teorías han pasado ahora al Ocultismo.
En la
actualidad, una cosa puede afirmarse. Los mundos no son construidos, ni encima, ni
sobre, ni en Centros Laya; pues el punto cero es una condición y no un punto
matemático.
(b) Téngase presente que Fohat, la Fuerza constructora de la Electricidad Cósmica,
se dice metafóricamente que brotó, como Rudra de la cabeza de Brahmâ, “del
Cerebro del Padre y del Seno de la Madre”, y que después se metamorfoseó en un
macho y una hembra, esto es, se polarizó en electricidad positiva y negativa. Él tiene
Siete Hijos, que son sus Hermanos. Fohat se ve obligado a nacer una y otra vez,
siempre que dos cualesquiera de sus ya “Hijos-Hermanos” se permiten ponerse en
contacto demasiado estrecho se trate de abrazo o de lucha. Para evitar esto, une y
ata juntos a aquellos de naturaleza distinta, y separa a los de temperamentos
similares. Esto se refiere, por supuesto, como puede ver cualquiera, a la electricidad
generada por fricción, y a la ley de atracción entre dos objetos de polaridad contraria
y de repulsión entre los de polaridad análoga. Los Siete “Hijos-Hermanos”, sin
embargo, representan y personifican las siete formas de magnetismo cósmico,
llamadas en el Ocultismo práctico los “Siete Radicales”, cuya producción cooperativa
y activa es, entre otras energías, la Electricidad, el Magnetismo, el Sonido, la Luz, la
Cohesión, etc.
La Ciencia Oculta define a todas las anteriores como efectos suprasensibles en su manera de conducirse oculta, y como fenómenos objetivos en el
mundo de los sentidos; los primeros requiriendo facultades anormales para
percibirlos; los últimos cognoscibles por nuestros sentidos físicos ordinarios. Todos
ellos pertenecen y son emanaciones de cualidades espirituales todavía más
suprasensibles, no personificadas, pero perteneciendo a Causas reales y conscientes.
Intentar una descripción de semejantes, Entidades, sería más que inútil.
Debe el
lector tener presente que, según nuestras enseñanzas, que consideran a este
Universo fenomenal como una gran Ilusión, cuanto más próximo se halla un cuerpo a
la Substancia Desconocida, tanto más se aproxima a la Realidad, por encontrarse más
separado de este mundo de Mâyâ. Por lo tanto, aunque la constitución molecular de
estos cuerpos no es deducible de sus manifestaciones en este plano de conciencia,
sin embargo, poseen ellos, desde el punto de vista del Adepto ocultista, una
estructura claramente objetiva ya que no material, en el Universo relativamente
noumenal, opuesto al fenomenal o externo. Pueden los hombres de ciencia si
quieren, llamarles fuerza o fuerzas generadas por la materia, o “modos de
movimiento” de la misma; el Ocultismo ve en estos efectos “Elementales” (fuerzas), y
en las causas directas que los producen, Obreros Divinos e inteligentes.
La conexión
íntima de estos Elementales, guiados por la infalible mano de los Regentes –su
correlación podríamos decir– con los elementos de la Materia pura, se manifiesta en
nuestros fenómenos terrestres, tales como la luz, el calor, el magnetismo, etc. Por
supuesto, que jamás estaremos nosotros de acuerdo con los substancialistas
americanos361, que llaman a todas las fuerzas y energías, ya sean luz, calor,
electricidad o cohesión, una “entidad”; porque esto equivaldría a llamar al ruido
producido por las ruedas de un vehículo una entidad —confundiendo e identificando
así aquel “ruido” con el “conductor” que está fuera, y con el Dueño, la “Inteligencia
Directora”, dentro del vehículo–. Pero nosotros damos ciertamente aquel nombre a
los “conductores” y a las “Inteligencias directoras”, los Dhyân Chohans regentes,
como ya se ha mostrado.
Los Elementales, las Fuerzas de la Naturaleza, son las
causas secundarias que operan invisibles, o más bien imperceptibles, y que son a su
vez los efectos de causas primarias, tras el Velo de todos los fenómenos terrestres.
La electricidad, la luz, el calor, etc., han sido con razón llamados los “Espectros o
Sombras de la Materia en Movimiento”, o sea los estados suprasensibles de la
materia, cuyos efectos únicamente podemos percibir. Para ampliar el concepto,
volvamos a la comparación anterior. La sensación de la luz es, como el sonido de las
ruedas en movimiento, un efecto puramente fenomenal y sin realidad alguna fuera
del observador. La próxima causa excitante de la sensación es comparable al
conductor –un estado suprasensible de la materia en movimiento, una fuerza de la Naturaleza o Elemental–. Pero, detrás de éste –del mismo modo que el dueño del
carruaje dirige desde el interior al conductor– se halla la causa más elevada y
noumenal: la Inteligencia de cuya esencia irradian estos Estados de la “Madre”
generando los innumerables millares de millones de Elementales o Espíritus
psíquicos de la Naturaleza, de la misma manera que cada gota de agua genera sus
infusorios físicos infinitesimales. Fohat es quien guía la transferencia de los
principios de un planeta a otro, de un astro a otro astro-niño.
Cuando un planeta
muere, sus principios esenciales son transferidos a un centro laya o de reposo, con
energía potencial, pero latente, el cual es así despertado a la vida y comienza a
convertirse en un nuevo cuerpo sideral.
Es verdaderamente notable que los físicos, a pesar de que confiesan honradamente
su completa ignorancia respecto de la naturaleza verdadera de la misma materia
terrestre (la substancia primordial siendo considerada más como un sueño que como
una realidad), se constituyan, sin embargo, en jueces respecto de aquella materia, y
pretendan saber lo que es capaz o no de hacer, en sus combinaciones varias. Los
sabios conocen de la materia apenas su epidermis, y sin embargo, dogmatizan. ¡Es un
“modo de movimiento” y nada más! Pero la “fuerza” que es inherente en el soplo de
una persona, cuando soplando quita una partícula de polvo de encima de una mesa,
es también innegablemente “un modo de movimiento”; y es igualmente innegable,
que no es una cualidad de la materia o de las partículas de aquel polvo, sino que
emana de la Entidad viviente y pensante que ha soplado, sea que el impulso se haya
originado consciente o inconscientemente.
En verdad, atribuir a la Materia acerca de
la cual nada se conoce, una cualidad inherente llamada Fuerza, acerca de cuya
naturaleza todavía se sabe menos, es crear una dificultad mucho más seria que la que
existe en aceptar la intervención de nuestros “Espíritus de la Naturaleza” en todos
los fenómenos naturales.
Los ocultistas —quienes al expresarse correctamente no dicen que la materia sea
indestructible y eterna, sino tan sólo la substancia o esencia de la materia (esto es, la
Raíz de todo, Mûlaprakriti)– aseguran que todas las llamadas Fuerzas de la
Naturaleza: la electricidad, el magnetismo, la luz, el calor, etc., lejos de ser modos de
movimiento de partículas materiales, son in esse, esto es, en su constitución final, los
aspectos diferenciados de aquel Movimiento Universal que se discute y explica en
las primeras páginas de este volumen. Cuando se dice que Fohat produce Siete
Centros Laya, ello significa que para propósitos formativos o Creadores, la Gran Ley
(pueden los teístas llamarla Dios) detiene o más bien modifica su movimiento
perpetuo en siete puntos invisibles dentro del área del Universo Manifestado.
“El
gran aliento hace en el Espacio siete agujeros en Laya, para hacerles girar durante el
Manvantara” –dice el Catecismo Oculto–. Ya hemos dicho que Laya es lo que la
Ciencia puede llamar el punto-cero, o línea; el reino de lo negativo absoluto o la
única Fuerza absoluta verdadera, el nóumeno del Séptimo Estado de lo que ignorantemente llamamos y reconocemos como “Fuerza”; o el nóumeno de la
Substancia Cósmica No-diferenciada, la cual es, en sí misma, un objeto inalcanzable e
incognoscible para la percepción finita; la raíz y base de todos los estados de
objetividad y también de subjetividad; el eje neutral, no uno de los muchos aspectos,
sino su centro. Inténtese imaginar un centro neutral, el sueño de los que andan tras
del movimiento perpetuo, y podrá tenerse una idea para dilucidar el significado. Un
“centro neutral” es, en un aspecto, el punto límite de cualquier clase dada de
sentidos. Así pues, imaginemos dos planos consecutivos de materia; correspondiendo
cada uno de ellos a una clase apropiada de órganos de percepción.
Nos vemos
obligados a admitir que entre estos dos planos de materia, tiene lugar una
circulación incesante; y si seguimos a los átomos y moléculas, supongamos, del
inferior en su transformaciones hacia arriba, llegarán éstas a un punto, pasado el cual,
se pondrán por completo fuera del alcance del orden de facultades de que hacemos
uso en el plano inferior. De hecho, para nosotros la materia del plano inferior se
desvanece allí para nuestra percepción; o más bien pasa al plano superior, y el estado
de materia correspondiente a un punto tal de transición, debe ciertamente poseer
propiedades especiales, no fáciles de descubrir. Siete de estos “Centros Neutrales”
362
son, pues, producidos por Fohat, el cual, cuando, como dice Milton:
Perfectos cimientos (son) establecidos para sobre ellos construir…
estimula a la materia a la actividad y a la evolución.
El Átomo Primordial (Anu) no puede ser multiplicado ni en su estado pregenético,
ni el primogenético: por lo tanto, es llamado la “Suma Total” en sentido figurado, por
supuesto, pues aquella “Suma Total” carece de límites. Lo que para el físico es el
abismo de la nada, pues sólo conoce el mundo de causas y de efectos visibles, es el
Espacio sin límites del Plenum Divino para el ocultista. Entre muchas otras
objeciones en contra de la doctrina de la evolución e involución perpetuas, o reabsorción
del Kosmos, proceso que según la Doctrina brahmánica y esotérica carece
de principio y de fin, se le dice al ocultista que no puede ser, puesto que, “según todo
cuanto admite la moderna filosofía científica, es una necesidad en la Naturaleza el
agotarse”.
Si la tendencia de la Naturaleza a “agotarse”, debe ser considerada como
una objeción de tanta fuerza en contra de la cosmogonía oculta, ¿cómo –podemos
preguntar nosotros– se explican vuestros positivistas, librepensadores y sabios, la
falange de sistemas siderales en actividad en torno nuestro? Han tenido la eternidad
para “agotarse”; ¿por qué, pues, no es el Kosmos una enorme masa inerte? Hasta la
luna se cree sólo, hipotéticamente, que es un planeta muerto, “agotado”, y la astronomía parece desconocer muchos planetas muertos de este género363. La
pregunta no tiene contestación. Pero aparte de esto, ha de hacerse observar que la
idea del agotamiento de la “energía transformable”, en nuestro pequeño sistema,
está fundada única y exclusivamente en el engañoso concepto de “un sol
incandescente al rojo blanco”, irradiando perpetuamente su calor en el espacio, sin
recibir compensación. A esto, contestamos que la Naturaleza decae y desaparece del
plano objetivo, tan sólo para volver a surgir después de un período de reposo de lo
subjetivo, y reascender una vez más. Nuestro Kosmos y nuestra Naturaleza, se
agotarán únicamente para reaparecer sobre un plano más perfecto después de cada
Pralaya.
La Materia de los filósofos orientales, no es la “materia” y la Naturaleza de
los metafísicos occidentales. Porque, ¿qué es la Materia? Y sobre todo, ¿qué es
nuestra filosofía científica, más que lo tan precisa y cortésmente definido por Kant,
como “la ciencia de los límites de nuestro conocimiento”? ¿A qué han conducido las
muchas tentativas verificadas por la Ciencia, para enlazar, unir y definir todos los
fenómenos de la vida orgánica, por medio de meras manifestaciones físicas y
químicas? A simples especulaciones en general, a meras burbujas de jabón que
desaparecen una tras otra antes de que a los hombres de ciencia les sea permitido
descubrir hechos reales.
Todo esto se hubiera evitado, y el progreso del saber
hubiera procedido a pasos agigantados, sólo con que la Ciencia y su filosofía se
hubiesen abstenido de aceptar hipótesis fundadas en el mero conocimiento limitado
y exclusivo de su “materia”.
El ejemplo de Urano y de Neptuno, cuyos satélites,
cuatro y uno, respectivamente, giraban, según se creía, en sus órbitas de Oriente a
Occidente, mientras que todos los demás satélites giran de Occidente a Oriente, es
una buena muestra de la poca confianza que deben inspirar todas las especulaciones
a priori, aun cuando se hallen basadas en el análisis matemático más exacto. La
famosa hipótesis de la formación de nuestro Sistema Solar salido de los anillos de la
nebulosa, presentada por Kant y Laplace, se hallaba fundada principalmente en el
supuesto de que todos los planetas giraban en la misma dirección.
En este hecho,
matemáticamente demostrado en tiempos de Laplace, es en lo que el gran
astrónomo, calculando según la teoría de probabilidades, se apoyó para apostar tres
millones contra uno, a que el próximo planeta que se descubriese presentaría en su
sistema la misma peculiaridad de movimiento hacia el Este. Las leyes inmutables de
las matemáticas científicas “fueron vencidas por los experimentos y observaciones
posteriores”. Esta idea del error de Laplace prevalece en general hasta hoy día; pero
algunos astrónomos han logrado finalmente demostrar (?) que el error ha consistido
en tomar la afirmación de Laplace por una equivocación; y en la actualidad se están dando pasos para corregir la bévue, sin llamar la atención general. Muchas sorpresas
desagradables de este género se hallan en reserva para las hipótesis, aun de un
carácter puramente físico. ¿Cuántas desilusiones más pueden, pues, existir respecto
de cuestiones relativas a una naturaleza oculta y trascendental?
Sea como quiera, el
Ocultismo enseña que la llamada “rotación contraria” es un hecho.
Si ninguna inteligencia del plano físico es capaz de contar los granos de arena que
cubren unas pocas millas de playa, ni de penetrar la naturaleza íntima y la esencia de
aquellos granos, palpables y visibles en la palma de la mano del naturalista, ¿cómo
puede materialista alguno limitar las leyes que rigen los cambios en las condiciones y
existencia de los átomos en el Caos Primordial, o conocer con certeza nada de lo
referente a las capacidades y potencia de los átomos y moléculas, antes y después de
su ordenación en mundos? Estas moléculas inmutables y eternas (mucho más
innumerables en el espacio que los granos de arena a orillas del mar) pueden diferir
en su constitución en los límites de sus planos de existencia, como la substancia del
alma difiere de su vehículo, el cuerpo. Se nos enseña que cada átomo posee siete
planos de ser o de existencia; y cada plano está regido por sus leyes específicas de
evolución y de absorción.
Como los astrónomos, geólogos y físicos permanecen en la
ignorancia de toda clase dé datos cronológicos, ni tan siquiera aproximados, de que
puedan partir para intentar decidir la edad de nuestro planeta o el origen del sistema
solar, se apartan cada vez más, con cada nueva hipótesis, de las fronteras de la
realidad para caer en los abismos sin fondo de la ontología especulativa364. La Ley de
Analogía, en el plan de estructura entre los sistemas trans-solares y los planetas
solares, no se apoya necesariamente en las condiciones finitas a que los cuerpos
físicos se hallan sujetos en este nuestro plano de existencia. En la Ciencia Oculta esta
ley de Analogía es la clave primera y más importante para la física cósmica; pero
tiene que ser estudiada en sus detalles más minuciosos, y “tiene que dársele siete
vueltas” antes que pueda ser comprendida. La Filosofía Oculta es la única ciencia que
puede enseñarla. ¿Cómo, pues, puede nadie decir que es o no cierta la proposición
del ocultista, de que “el Kosmos es eterno en su colectividad incondicionada, y finito
tan sólo en sus manifestaciones condicionadas”, fundándose en la proposición física
unilateral de que “para la Naturaleza es una necesidad el agotarse”?365
UNA DIGRESIÓN
Con esta Sloka termina la parte de las Estancias que se refiere a la Cosmogonía del
Universo después del último Mahâpralaya o Disolución Universal, que, cuando llega,
arrebata del Espacio todas las cosas diferenciadas, tanto Dioses como átomos, a
manera de otras tantas hojas secas. Desde este versículo en adelante, las Estancias se
hallan relacionadas tan sólo con nuestro Sistema Solar en general, con las Cadenas
Planetarias del mismo como consecuencia, y especialmente con la historia de nuestro
Globo (el Cuarto y su Cadena). Todos los versículos que siguen en este volumen, se
refieren únicamente a la evolución de nuestra Tierra, y en ella.
Con respecto a esta
última, se afirma un principio extraño –extraño, por supuesto, tan sólo desde el
punto de vista científico moderno– que debemos dar a conocer.
Pero antes de presentar al lector teorías nuevas y algún tanto alarmantes, éstas
tienen que ser precedidas de algunas palabras de explicación. Esto es en absoluto
necesario, puesto que estas teorías no sólo chocan con la ciencia moderna, sino que
contradicen además, en ciertos puntos, algunas afirmaciones anteriores hechas por
otros teósofos, que pretenden fundar sus explicaciones y exposiciones de estas
enseñanzas en la misma autoridad que nosotros366.
Esto puede dar origen a la idea de que existe una contradicción decidida entre los
expositores de la misma doctrina; mientras que la diferencia procede, en realidad, de
lo incompleto de los informes que se dieron a los escritores anteriores, quienes
dedujeron, por este motivo, algunas conclusiones erróneas, y se permitieron
especulaciones prematuras, al tratar de presentar al público un sistema completo.
Así
es que el lector ya iniciado en Teosofía no debe sorprenderse si encuentra en estas
páginas la rectificación de ciertas afirmaciones hechas en varias obras teosóficas, y
también la explicación de ciertos puntos aún obscuros, puesto que se les dejó
necesariamente incompletos. Muchas son las cuestiones que no ha tocado siquiera el
autor del Esoteric Buddhism, con ser esta obra la mejor y la más esmerada de todas
las de su clase. Por otra parte, hasta él mismo ha introducido varias nociones
erróneas que han de presentarse ahora en su verdadera luz mística, hasta el punto en
que quien estas líneas escribe sea capaz de verificarlo.
Hagamos, pues, una breve interrupción entre las Slokas justamente explicadas y las
que seguirán después; pues los períodos cósmicos que las separan son de una
duración inmensa. Esto nos dará tiempo suficiente para echar una ojeada sobre algunos puntos pertenecientes a la Doctrina Secreta, que han sido presentados al
público bajo una luz más o menos dudosa y algunas veces errónea...Continua...
H.P.B
NOTAS
348 El Caos.
349 Nuestro Universo.
350 The Theosophist, febrero 1887, pág. 303.
351 Ob. cit., pág. 306.
352 Madhya se dice de algo cuyo principio y cuyo fin son desconocidos, y Para significa infinito. Estas
expresiones se refieren a lo infinito y a la división del tiempo.
353 Ob. cit., pág. 307.
354 Del sánscrito Laya, el punto de materia en donde ha cesado toda diferenciación.
355 Five Years of Theosophy: artículo “Dios Personal e Impersonal”, pág. 200.
356 Elementos.
357 Fracción.
358 Discurso presidencial ante la Sociedad Real de Químicos, marzo 1888.
359 Mundos.
360 Un período de 311.040.000.000.000 años, según los cálculos brahmánicos.
361 Véase Scientific Arena, revista mensual dedicada a las enseñanzas filosóficas corrientes y a su
influencia sobre las ideas religiosas de la época. New York, A. Wilford Hall, Ph. D., LL. D., editor (julio,
agosto y septiembre, 1886).
362 Tal es, según creemos, el nombre dado por Mr. J. W. Keely, de Filadelfia, inventor del famoso
“Motor”, a los que también llama “Centros Etéricos”; destinados, como esperaron sus admiradores, a
revolucionar la fuerza motriz del mundo.
363 La luna está muerta tan sólo en lo referente a sus “principios” internos –esto es, psíquica y
espiritualmente, por muy absurda que la afirmación pueda parecer. Físicamente es tan sólo lo que
puede ser un cuerpo semiparalizado. A ella se hace referencia, y con razón, en el Ocultismo como a la
“Madre Insana”, la gran lunática sideral.
364 Poseyendo los ocultistas la más perfecta confianza en la exactitud de sus propios anales,
astronómicos y matemáticos, calculan la edad de la humanidad y aseguran que los hombres (en sexos
separados) han existido en esta Ronda desde hace precisamente 18.618.727 años, como lo declaran
las enseñanzas brahmánicas y hasta algunos de los calendarios indos.
365 Se reanudan los Comentarios sobre las Estancias en la página 218.
366 En Esoteric Buddhism, 1893, y en Man; Fragments of Forgotten History, por Two Chelas, 1885.
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