Helena Blavatsky
El ciclo de la
conciencia. Se argumenta que no puede haber más de un objeto de
percepción al mismo
tiempo ante el alma, porque el alma es una unidad.
El Ocultismo enseña que
nuestra conciencia puede recibir simultáneamente no menos de siete distintas
impresiones, e inclusive pasarlas a la memoria.
Esto puede ser comprobado
tocando al mismo tiempo siete tonos de la escala de un instrumento, digamos de
un piano los 7 sonidos alcanzarán la
conciencia simultáneamente; aunque la conciencia no entrenada no pueda ser
capaz de registrarlos al primer segundo, sus vibraciones prolongadas percutirán
los oídos con 7 distintos sonidos, cada uno con un tono más alto que el otro.
Todo depende del entrenamiento y de la atención. Es así que la transferencia de
una sensación a la conciencia a partir de cualquier órgano es casi simultánea
si la atención se concentra en ella, pero si la atención es distraída por
cualquier ruido, llevará varios segundos antes de que alcance la conciencia. El
Ocultista debería entrenarse a sí mismo para recibir y transmitir toda
impresión o impresiones simultáneamente en el sentido de las siete escalas de
su conciencia. Aquel que más reduzca los intervalos del tiempo físico, habrá hecho
el mayor progreso posible.
1. Los nombres y el orden
de las siete escalas son:
2. Percepción de los
Sentidos.
3. Percepción de Sí mismo
(o apercepción).
4. Apercepción Psíquica,
5. Percepción Vital.
6. Estas son las cuatro
escalas inferiores y pertenecen al hombre psicofísico.
Luego vienen:
7. Los discernimientos
Manásicos.
8. La percepción de la
Voluntad
9. La percepción
consciente Espiritual.
El órgano especial de la
conciencia está desde luego en el cerebro, y se localiza en el
aura de la glándula pineal
en el hombre vivo. Durante los procesos de la mente o del
pensamiento manifestado a
la conciencia, tienen lugar constantes vibraciones de luz.
Si uno pudiese ver
clarividentemente en el cerebro de un hombre vivo, casi podría contar (y ver
con los ojos)los siete matices de las escalas sucesivas de luz, desde el más
lánguido hasta el más
brillante.
Fisiológicamente nunca
podrá ser definido lo que es la conciencia. Podemos clasificar
y analizar sus obras y
sus efectos, pero no podremos definirla al menos que postulemos
un Ego distinto del
cuerpo. La escala septenaria de los estados de conciencia se refleja
en
el corazón, o más bien en su aura, la cual vibra e ilumina los siete cerebros del corazón
como lo hacen las siete
divisiones o rayos alrededor de la glándula pineal.
Esta conciencia nos
muestra la diferencia entre la naturaleza y la esencia entre, por
ejemplo, el cuerpo astral
y el Ego. El primero es molecular, e invisible a menos que se
condense otro es
espiritual-atómico.(Ver el ejemplo del fumador en diez cigarrillos el
humo de cada uno retendrá
su afinidad).
La idea del Ego es la
única compatible con los hechos de la observación psicológica.
La mente o Ego, el sujeto de todos y cada uno de los
estados de conciencia es
esencialmente una unidad.
Los millones de diferentes sub-estados de conciencia son
una prueba de la
existencia de ese Ego.
Hasta las células del
cerebro nos proporcionan esos estados de conciencia que nos
confirman que hay un alma
inmortal, etc.
Cada uno de los cinco sentidos aceptados actualmente fue
primariamente un sentido mental. Un pez nacido en una caverna es ciego pero si
se le deja salir a un río,
comenzará a sentir que
ve, hasta que gradualmente el órgano físico de la visión
evolucione y llegue a
ver. Un hombre sordomudo oye internamente, a su manera.
Conocer, sentir, querer,
no son facultades de la mente sino sus colegas.
Este texto es
posiblemente el comienzo inacabado de un artículo escrito por H.P.B. el cual
existe en los archivos de Adyar en un manuscrito de su puño y letra.
Originalmente fue publicado en The
Theosophist, Vol.XLVI,No.11,agosto,1925,pp.632-34,el cual se reprodujo de
acuerdo a C.Jinarâjadâsa, exactamente como lo escribió H.P.B. Nota de Boris de
Zirkoff.
Ver Atma Vidyâ N º.4,Diagrama del cerebro,p.6 y las explicaciones
acerca de la glándula pineal en pp.
10-12.(Editor).
Ver Atma Vidyâ N º.2,pp.27-28 (Editor).
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