martes, 11 de agosto de 2015

LOS MISTERIOS DE LA HEBDÓMADA (Parte 1)



            No debemos terminar esta parte sobre el Simbolismo de la Historia Arcaica sin tratar de explicar la repetición perpetua de este número, verdaderamente místico, la Hebdómada, en todas las escrituras conocidas de los orientalistas. Como cada religión, desde la más antigua a la más reciente, revela su presencia y la explica en su propio terreno, de acuerdo con sus propios dogmas  especiales, no es ésta una tarea fácil. Por tanto, no podemos hacer cosa mejor, ni un trabajo más explicatorio, que presentarlas todas a vista de pájaro. 

Los números 3, 4, 7, son los números sagrados de la Luz, Vida y Unión - especialmente en este presente Manvántara, nuestro Ciclo de Vida del cual el número siete es el representante especial, o el factor numérico. Esto hay que demostrarlo ahora.
            

Si se preguntase a un brahman versado en los Upanishads, que tan llenos están de la antigua Sabiduría Secreta, por qué “aquél, de quien siete antepasados han bebido el jugo de la planta de la Luna”, es Trisuparna, dicho que se atribuye a Bopaveda; y por qué los Pitris Somapa han de ser adorados por el brahman Trisuparna - muy pocos podrían contestar; o si lo sabían, satisfarían aún menos la curiosidad de uno. Así, pues, atengámonos a lo que enseña la antigua Doctrina Esotérica. Según dice el Comentario:
            
Cuando los primeros Siete aparecieron sobre la Tierra, arrojaron al suelo la semilla de todas las cosas que crecen en ella. Primeramente vinieron Tres, y Cuatro fueron agregados a estos, tan pronto como la piedra se transformó en planta. Luego vinieron los segundos Siete, quienes, guiando a los Jivas de las plantas, produjeron las naturalezas intermedias entre la planta y el animal vivo que se mueve. Los terceros Siete desenvolvieron sus Chhâyâs... los quintos Siete aprisionaron su ESENCIA... Así se convirtió el hombre en un Saptaparna.

A

SAPTAPARNA



            Tal es el nombre que se da en la fraseología Oculta al hombre. Significa, como se ha indicado en otra parte, una planta de siete hojas, y el nombre tiene una gran significación en las leyendas buddhistas. Lo mismo sucedía, bajo un disfraz, en los mitos griegos. La T, o Tau, formada por la  figura 7 y la letra griega I’ (Gamma), era, como se ha dicho en la Sección anterior, el símbolo de la vida y de la Vida Eterna; de la vida terrestre, porque I’ (Gamma) es el símbolo de la Tierra (Gaia) y de la vida Eterna; porque la cifra 7 es el símbolo de la misma vida enlazada con la Vida Divina, siendo el doble signo expresado en figuras geométricas:



                             Un Triángulo  y un Cuaternario, símbolo del  HOMBRE Septenario.
            

Ahora bien; el número seis ha sido considerado en los Antiguos Misterios como un emblema de la Naturaleza física. Porque el seis es la representación de las seis dimensiones de todos los cuerpos - las seis direcciones que componen su forma, a saber: las cuatro direcciones extendiéndose hacia los cuatro puntos cardinales, Norte, Sur, Este y Oeste, y las dos direcciones de altura y profundidad que corresponden al Cenit y al Nadir. Así, pues, mientras el Senario era aplicado por los Sabios al hombre físico, el Septenario era para ellos el símbolo de este hombre, más su Alma inmortal 



J. M. Ragón presenta una ilustración muy buena del “senario jeroglífico”, como él llama a nuestro doble triángulo equilátero.

            El senario jeroglífico es el símbolo de la mezcla de los tres fuegos filosóficos y las tres aguas, de donde resulta la procreación de los elementos de todas las cosas.

            La misma idea se encuentra en el doble triángulo equilátero indo. Pues, aunque en este país se le llama el signo de Vishnu, sin embargo, en verdad, es el símbolo de la Tríada, o Tri-mûrti. Porque, aun en la interpretación exotérica, el triángulo inferior,  
con el vértice hacia abajo, es el símbolo de Vishnu, el Dios del Principio Húmedo y el agua, siendo Nàrâyana el Principio Moviente en el Nârâ, o las Aguas ; mientras que el triángulo con su vértice hacia arriba,  
es Shiva, el Principio del Fuego, simbolizado por la triple llama en su mano

Estos dos triángulos entrelazados, llamados erróneamente “Sello de Salomón” -que forman también el emblema de nuestra Sociedad- son los que producen a la vez el Septenario y la Tríada, y son la década. De cualquier modo que éste .......... se examine, todos los diez números están contenidos en él. Porque, con un punto en medio o en el centro, ........es un signo séptuple o Septenario; sus triángulos denotan el número tres (o la Tríada); los dos triángulos muestran la presencia del Binario; los triángulos, con el punto central común a ambos, producen el Cuaternario; las seis puntas hacen el Senario, y el punto central, la Unidad; el Quinario está trazado por combinación, como un compuesto de dos triángulos, el número par, y de tres lados en cada triángulo, el primer número impar. Ésta es la razón por qué Pitágoras y los antiguos consagraban el número seis a Venus, pues:

            La unión de los dos sexos y la espagirización de la materia por tríadas son necesarias para desarrollar la fuerza generadora, esa virtud prolífica y tendencia a la reproducción que es inherente a todos los cuerpos.

            La creencia en “Creadores”, o Poderes personificados de la Naturaleza, no es, en verdad, politeísmo alguno, sino una necesidad filosófica. Como todos los otros Planetas de nuestro sistema, la Tierra tiene siete Logos -los Rayos emanados del “Rayo-Padre”- el PROTOGONOS, o Logos Manifestado, el que sacrifica su Esse (o “Carne”, el Universo), para que el Mundo pueda vivir, y que todas las criaturas que en él existen, tengan conciencia.
          

  Los números 3 y 4  son respectivamente masculino y femenino, Espíritu y Materia, y su unión es el emblema de la Vida Eterna en Espíritu, en su arco ascendente, y en la Materia como el Elemento que siempre resucita, por procreación y reproducción. La línea masculina espiritual es vertical ..... ; la línea de la materia diferenciada es horizontal __ ; y las dos forman la cruz o +. El 3 es invisible; el 4 está en el plano de la percepción objetiva. Ésta es la razón por la que toda la Materia del Universo, si se analizase hasta sus confines por la Ciencia, podría reducirse a cuatro elementos solamente: Carbono, Oxígeno, Nitrógeno e Hidrógeno; y por la que los tres primarios, los nóumenos de los cuatro o el Espíritu o Fuerza graduados, han permanecido una terra incognita y meras especulaciones, simples nombres, para la Ciencia exacta. Sus servidores tienen que creer y estudiar primeramente las causas primarias antes de que puedan esperar profundizar la naturaleza y conocer las potencialidades de los efectos. Así, mientras que los hombres del saber occidental tenían, y tienen aún, el 4, o la Materia, con que entretenerse, los ocultistas orientales, y sus discípulos, los grandes Alquimistas de todo el mundo, tienen todo el septenario en que estudiar . Según esos alquimistas:
          
  Cuando el Tres y el Cuatro se besan, el Cuaternario junta su naturaleza media con la del Triángulo (o Tríada, esto es, la faz de una de sus superficies planas se torna en la cara media del otro), y se transforma en un Cubo; sólo entonces se convierte (el Cubo desarrollado) en el vehículo y el número de la VIDA, el Padre-Madre SIETE.
           

          El siguiente diagrama quizás ayudará al estudiante a comprender estos paralelismos.






Ahora bien; se nos enseña que todas estas primeras formas de la vida orgánica aparecen también en grupos de números septenarios. desde los minerales o “piedras blandas que se endurecieron”, usando la fraseología de las Estancias, seguidos por las “plantas duras que se ablandaron”, producto del mineral; pues “la vegetación nace del seno de la piedra”; y luego por el hombre - todos los modelos primitivos, en todos los reinos de la Naturaleza, principian por ser películas transparentes etéreas. Esto, por supuesto, sólo sucede en el primer comienzo de la vida. En el siguiente período se consolidan, y en el séptimo principian a ramificarse en especies, todos excepto los hombres, primeros de los animales mamíferos en la Cuarta Ronda.
            Virgilio, versado como lo estaba todo poeta antiguo, más o menos, en la Filosofía Esotérica, cantaba la evolución en los siguientes versos:

                            Principio coelum ac terras camposque liquentes
            Lucentenque globum Lunae, Titaniaque astra
            Spiritus intus alit, totamque infusa per artus
            Mens agitar molem et magno se corpore miscet.
            In de hominum pecudumque genus vitaeque volantum
            Et quae marmoreo fert mosntra sub aequore pontus 
             coelum ac terras camposque liquentes
            Lucentenque globum Lunae, Titaniaque astra
            Spiritus intus alit, totamque infusa per artus
            Mens agitar molem et magno se corpore miscet.
            In de hominum pecudumque genus vitaeque volantum
            Et quae marmoreo fert mosntra sub aequore pontus


“Primero vino el tres, o el Triángulo”. Esta expresión tiene un significado profundo en Ocultismo, y el hecho es corroborado en Mineralogía, Botánica y hasta en Geología -como se ha demostrado en la Sección sobre “La Cronología de los Brahmanes”- por el número compuesto siete, estando contenido en él, el tres y el cuatro. La sal en disolución lo prueba. Pues cuando sus moléculas, agrupándose, principian a depositarse en sólidos, la primera forma que toman es la de triángulos de pequeñas pirámides, y de conos. Es la figura del Fuego, y de aquí la palabra “Pyramis”; mientras que la segunda figura geométrica en la Naturaleza manifestada es un Cuadrado o un Cubo, 4 y 6 , pues, como dice Enfield, “siendo cúbicas las partículas de la tierra, las del fuego son piramidales”; y es verdad. La forma piramidal es la que asumen los pinos, que es el árbol más primitivo después del período de los helechos. De este modo, los dos opuestos de la Naturaleza cósmica -el fuego y el agua, el calor y el frío- principian sus manifestaciones metrográficas, el uno por un sistema trimétrico, y el otro por un sistema hexagonal. Pues los cristales estrellados de la nieve, mirados con un microscopio, son todos y cada uno de ellos una estrella doble o triple de seis puntas, con un núcleo central, como una estrella en miniatura dentro de la mayor. Mr. Darwin, al mostrar que los habitantes de las costas son grandemente afectados por las mareas, dice:

            Los progenitores más antiguos en el reino de los  vertebrados... consistían, aparentemente, en un grupo de animales marinos... Los animales que viven ya sea en la pleamar media, o en la baja mar media, pasan por un ciclo completo de cambios de mareas en quince días... Ahora bien; es un hecho misterioso que en los vertebrados superiores hoy terrestres... muchos procesos normales y anormales tienen una o más semanas (septenarios) como períodos... tales como la gestación de los mamíferos, la duración de las fiebres.
           
  Los huevos de la paloma se empollan en dos semanas (o 14 días); los de la gallina en tres; los de patos en cuatro; los de ganso en cinco, y los de avestruz en siete .

            Este número está estrechamente relacionado con la Luna, cuya influencia Oculta se manifiesta siempre en períodos septenarios. La Luna es el guía del lado Oculto de la Naturaleza terrestre, mientras que el Sol es el regulador y factor de la vida manifestada. Esta verdad siempre ha sido clara para los Videntes y Adeptos. Jacobo Boheme, al insistir sobre la doctrina fundamental de las siete propiedades de la eterna Madre Naturaleza, probó con ello ser un gran Ocultista.
           
  Pero volvamos a la consideración del septenario en el simbolismo religioso antiguo. A la clave metrológica del simbolismo de los hebreos, que revela numéricamente las relaciones geométricas del Círculo (el Todo-Deidad), con el Cuadrado, el Cubo, el Triángulo, y todas las emanaciones integrales del área divina, puede añadirse la clave teogónica. Esta clave explica que Noé, el Patriarca del Diluvio, es, en un aspecto, la permutación de la Deidad (La Ley Creadora Universal), con el fin de la formación de nuestra Tierra, su población y la propagación en ella de la vida en general.
           
Ahora bien; teniendo presente la división septenaria en las Divinas Jerarquías, así como en la constitución cósmica y en la humana, el estudiante comprenderá fácilmente que Jah-Noah esté a la cabeza y sea la síntesis del Cuaternario inferior. La Tríada Sephirothal superior,
 de la cual Jehovah-Binah (la Inteligencia) es el ángulo izquierdo femenino- emana al Cuaternario,
Este último, que simboliza por sí al Hombre Celeste, el Adam Kadmon sin sexo, considerado como la Naturaleza en lo abstracto, se convierte también en un septenario, emanando así los otros tres principios adicionales, la Naturaleza inferior terrestre o Naturaleza física manifestada, la Materia y nuestra Tierra -siendo el séptimo Malkuth, la “Esposa del Hombre Celeste”-, y formando así, con la Tríada superior, o Kether, la Corona, el número completo del Árbol Sephirothal: el 10, el total en la Unidad, o el Universo. Aparte de la Tríada superior, los Sephiroth creadores inferiores son siete.
            
Lo anterior no se relaciona directamente con nuestro objeto, pero es un recuerdo necesario para facilitar la comprensión de lo que sigue. La cuestión está en mostrar que Jah-Noah, o el Jehovah de la Biblia hebrea, el supuesto Creador de nuestra Tierra, del hombre y de todo lo que hay en ella, es:
            
a)  El Septenario inferior, los Elohim Creadores, en su aspecto cósmico.
           
  b) El Tetragrammaton o el Adam Kadmon, el “Hombre Celeste” de las cuatro letras - en sus aspectos teogónico y kabalístico.
            
c) El Noé -idéntico al Shista indo, la Semilla humana, dejada para poblar la Tierra de una creación o Manvántara anterior, como lo expresan los Purânas; o el período prediluviano, como lo expresa alegóricamente la Biblia- en su carácter cósmico.
           
  Pero ya sea un Cuaternario (Tetragrammaton) o una Tríada, el Dios Creador bíblico no es el 10 Universal, a menos de confundirse con Ain Soph (como Brahmâ con Parabrahman) sino un septenario, uno de los muchos septenarios del Septenario Universal. En esta explicación del asunto que estamos tratando, su posición y estado como Noé puede mostrarse mejor colocando el 3, ...., y el 4, ...., en líneas paralelas con los principios cósmicos y humanos. Para estos últimos, emplearemos la antigua clasificación familiar. Como sigue:




Como demostración adicional de estas declaraciones, puede el lector dirigirse a obras kabalísticas.

            “Ararat = el monte de descenso , Hor-Jared. Hatho lo menciona como compuesto por Arath  El editor de Moisés Cherenensis, dice: “Por esto, dicen, se significa el primer sitio de descenso (del arca)”. (Anal., de Bryant, volumen IV, págs. 5, 6, 15). 

Bajo “Berge” montaña, Nork dice de Ararat: “....., por ..... (esto es, Ararat por Arath) la tierra, reduplicación Aramaica”. Aquí se ve que Nork y Hatho hacen uso el mismo equivalente, en Arath, con el significado de tierra.
            Simbolizando así Noé, tanto el Manu-Raíz como el Manu-Simiente, o el Poder que desenvolvió nuestra Cadena Planetaria, y nuestra Tierra, así como la Raza-Simiente, la Quinta, que se salvó (mientras que perecieron las últimas subrazas de la Cuarta), el Manu Vaivasvata, se verá que el número siete se presenta a cada paso. Noé, como permutación de Jehovah, es el que representa la hueste septenaria de los Elohim, y es por esto el Padre o Creador (el Preservador) de toda la vida animal. De aquí los versículos del Génesis: “De cada animal puro tomarás por sietes, el macho (3) y la hembra (4); de las aves del aire también por sietes, etc., seguido por todos los períodos de siete días, y lo demás.


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