En
cada uno de estos brazos hay siete “ramas” o razas de “familia” (C).
Según
esto la planta cactus es la
representación mejor, pues sus “hojas” carnosas están cubiertas de espinas
agudas, cada una de las cuales puede compararse a una nación o tribu de seres
humanos.
Ahora
bien; nuestra Quinta Raza-Raíz tiene ya de existencia, como Raza sui géneris, y
completamente aparte de su tallo padre, cosa de 1.000.000 de años; por tanto,
hay que suponer que cada una de las cuatro subrazas anteriores ha vivido
aproximadamente 210.000 años; por lo cual cada raza de familia tiene una
existencia término medio de 30.000 años; y así, la “raza de familia” europea
tiene todavía bastantes miles de años ante sí, aun cuando las naciones, o sea las
espinas innumerables en ella, varíen con cada “estación” sucesiva de tres a
cuatro mil años. es algo curioso observar la relativa semejanza de duración
entre una “raza de familia” y un Año Sideral.
El
conocimiento de lo precedente y la exactitud absoluta de las divisiones del
tiempo formaban parte integrante de los Misterios, en donde estas ciencias se
enseñaban a los Discípulos, y en donde
eran transmitidas de un Hierofante a otro. Todo el mundo sabe que los astrónomos
europeos asignan -bastante arbitrariamente- la fecha de la invención del
Zodíaco egipcio, a los años 2.000 ó 2.400 antes de Cristo (Proctor); e insisten
en que la fecha de esta invención coincide con la de la construcción de la Gran
Pirámide. Esto, para un Ocultista y astrónomo oriental tiene que parecer como
un completo absurdo. El Ciclo de Kali Yuga se dice que principió entre el 17 y
18 de febrero del año 3.102 antes de Cristo.
Ahora bien; los indos pretenden
que en el año 20.400 antes del Kali Yuga, el origen de su Zodíaco coincidió con
el Equinoccio Primaveral -habiendo en aquel entonces una conjunción del Sol y
la Luna-; y Bailly probó por medio de un cómputo largo y minucioso de aquella
fecha, que aunque fuera ficticia, la época de la cual habían partido para
establecer el principio de su Kali Yuga era muy
real. Esa “época es el año 3.102 antes de nuestra Era” -dice.
Habiéndose presentado el eclipse lunar precisamente quince días antes del
principio de la Edad Negra, se realizó en un punto situado entre la Espiga de
Trigo de Virgo y la estrella 0 de la misma constelación. Uno de sus Ciclos más
esotéricos está basado sobre ciertas conjunciones y posiciones respectivas de
Virgo y de las Pléyades (Krittikâ).
De aquí que, como los egipcios trajeron su
Zodíaco de la India Meridional y de Lankâ , el sentido esotérico era
evidentemente idéntico. Las “tres Vírgenes”, o Virgo en tres posiciones
diferentes, significaba en ambos los anales de las tres primeras “Dinastías
Divinas o Astronómicas”, que enseñaron a la Tercera Raza-Raíz; y que después de
abandonar a los Atlantes a su destino, volvieron a descender, durante la
tercera subraza de la Quinta, a fin de revelar a la humanidad salvada, los
misterios del lugar de su nacimiento: los Cielos Siderales. Los mismos anales
simbólicos de las Razas humanas y de las tres Dinastías (Dioses, Manes
-Astrales semidivinos de la Tercera y Cuarta Razas- y los Héroes de la Quinta)
que precedieron a los reyes puramente humanos, se encontraron en la
distribución de las hiladas y pasajes del Laberinto Egipcio. Como las tres
inversiones de los Polos cambiaron naturalmente la faz del Zodíaco, hubo que
construir uno nuevo cada vez. En el Sphinxiad
de Mackey, las especulaciones del atrevido autor han debido de
horrorizar a la parte ortodoxa de la población de Noruega, pues dice, bastante
fantásticamente:
Pero,
después de todo, el mayor espacio de tiempo registrado por esos monumentos (el
Laberinto, las Pirámides y los Zodíacos) no excede de cinco millones de años; lo cual es bastante menos que los anales que nos dan tanto los chinos
(esotéricos) como los indos, cuya última nación ha registrado conocimientos del
tiempo por siete u ocho millones de años, cosa que he visto en un
talismán de porcelana .
Los
sacerdotes egipcios tenían los Zodíacos del Asura Maya Atlante, como los tienen
aún los indos modernos. Según se declara en el Buddhismo Esotérico, los egipcios, así como los griegos y los
“romanos” de hace algunos miles de años, eran “restos de los Ario-atlantes”;
los primeros, de los Atlantes más antiguos o Atlantes Ruta; los últimos
mencionados, descendientes de la última raza de la isla cuya repentina
desaparición fue referida a Solón por los Iniciados egipcios. La Dinastía humana de los egipcios más antiguos, que
principió con Menes, poseía todo el conocimiento
de los Atlantes, aun cuando ya no había en sus venas sangre Atlante. Pero
aquéllos habían preservado todos los Anales Arcaicos. Todo esto se ha dicho
hace tiempo. Y precisamente porque el Zodíaco egipcio tiene de 75 a
80,000 años, es por lo que el de los griegos es muy posterior. Volney le ha
asignado con exactitud sólo 16.984 años, o sea 17.082 hasta la fecha presente.
CONCLUSIÓN
La
falta de espacio nos impide decir algo más, y esta parte de la Doctrina Secreta tiene que cerrarse. Las
cuarenta y nueve Estancias y los pocos fragmentos de los Comentarios que se han
dado es todo lo que puede publicarse en estos volúmenes. Estos, con algunos
Anales aún más antiguos (que sólo están al alcance de los más elevados Iniciados),
y toda una biblioteca de comentarios, glosas y explicaciones, forman la
sinopsis del Génesis del hombre.
De
estos Comentarios es de donde hasta ahora hemos citado y tratado de explicar el
sentido oculto de algunas de las alegorías, señalando así los verdaderos
conceptos de la Antigüedad Esotérica sobre la Geología, la Antropología y hasta
la Etnología. En la tercera parte del tomo que sigue trataremos de establecer
una relación metafísica más estrecha entre las primeras Razas y sus Creadores,
los Hombres Divinos de otros Mundos;
acompañando las declaraciones que se hagan con las demostraciones más
importantes de las mismas en Astronomía y Simbolismo Esotéricos.
La
duración de los “períodos” que separan en espacio y tiempo a la Raza Cuarta de
la Quinta -en los principios históricos, y hasta en los legendarios de la
última- es demasiado enorme para que ofrezcamos, ni aun a un teósofo, datos más
detallados de ellos. Durante el curso de las Edades Postdiluvianas, marcadas en
ciertas épocas periódicas por los más terribles cataclismos, nacieron y
perecieron demasiadas razas y naciones, casi sin dejar rastro, para que se
pueda ofrecer una descripción de las mismas que
presente el menor interés. Si los Maestros de Sabiduría tienen una
historia completa y consecutiva de nuestra Especie, desde su estado incipiente
hasta nuestros días; y si poseen los anales no interrumpidos del hombre, desde
que se desarrolló su ser físico completo, convirtiéndose así en el rey de los
animales y dueño de esta Tierra, no puede decirlo la escritora. Lo más probable es que sea así, y tal es
nuestra convicción personal. Pero si es así, este conocimiento es sólo para los
más altos Iniciados, los cuales no confían estas cosas a sus discípulos. La
escritora, por tanto, no puede exponer sino lo que le han enseñado, y no más, y
aun esto parecerá al lector profano un sueño extraño y fantástico, más bien que
una verdad posible.
Esto
es muy natural que suceda, pues durante años ésta fue la impresión de la misma
humilde escritora de estas páginas. Nacida y educada en países europeos, que
presumen de civilizados y de positivos, se asimilaba lo que se ha expuesto con
gran dificultad. Pero hay pruebas de cierto carácter, que son irrefutables e
innegables a la larga, para cualquier mente deseosa de saber y libre de
prejuicios. Durante una serie de años tales pruebas le fueron presentadas, y
ahora tiene la completa convicción de que nuestro presente Globo y sus Razas
humanas han debido nacer, crecer y desarrollarse de este modo, y no de ningún
otro.
Pero
ésta es la opinión personal de la escritora, y su ortodoxia no puede esperarse
que tenga más peso que cualquier otra “doxia” a los ojos de aquellos para
quienes toda teoría nueva es heterodoxa hasta que se llegue a probar lo
contrario. Por tanto, nosotros los Ocultistas estamos prevenidos a preguntas
como las siguientes: ¿Cómo podemos saber que la escritora no ha inventado todo
el esquema? Y suponiendo que ella no
sea la inventora, ¿cómo puede asegurarse que todo lo que se ha expuesto - según
se ha presentado en las Estancias- no sea el producto de la imaginación de los
antiguos? ¿Cómo han podido conservar los anales de una antigüedad, tan inmensa
e increíble?
La
contestación de que la historia de este mundo, desde su formación hasta su fin,
está “escrita en las estrellas”, esto es, está registrada en el Zodíaco y en el
Simbolismo Universal, cuyas claves están en poder de los Iniciados, no
satisfará a los escépticos. La antigüedad del Zodíaco en Egipto se pone muy en
duda, y se niega rotundamente respecto de la India. “Vuestras conclusiones son
con frecuencia excelentes pero vuestras premisas son siempre dudosas” -le dijo
una vez a la escritoa un amigo profano. A esto se dio la contestación de que
por lo menos era un punto ganado sobre los silogismos científicos; puesto que,
a excepción de unos cuantos problemas del dominio de la Ciencia Física pura,
tanto las premisas como las conclusiones de los hombres de ciencia son tan
hipotéticas como invariablemente erróneas. Y si no parecen así a los profanos,
la razón es sencillamente que estos ignoran, al creer por la fe los datos
científicos de aquéllos, que tanto las premisas como las conclusiones son
generalmente producto de los mismos cerebros, los cuales, por sabios que sean,
no son infalibles; verdad indubitable, demostrada diariamente por el arreglo y
la transformación de las teorías y especulaciones científicas.
Sea
ello comoquiera, los anales de los templos, zodiacales y tradicionales, así
como los anales ideográficos del Oriente, tal como los leen los Adeptos de la
Ciencia Sagrada o Vidyâ, no son un ápice más dudosos que la llamada historia
antigua de las naciones europeas, al presente editada, corregida y ampliada por
medio siglo de descubrimientos arqueológicos, y las lecturas muy problemáticas
de los ladrillos asirios, fragmentos cuneiformes y jeroglíficos egipcios.
Nuestros datos están también fundados sobre las mismas “lecturas”, con la
adición de un número casi incontable de obras secretas completamente ignoradas
de Europa, más el conocimiento perfecto por los Iniciados del simbolismo de
todas las palabras de ese modo registradas.
Algunos de estos anales son de una
antigüedad inmensa. Todos los arqueólogos y paleontólogos conocen las
producciones ideográficas de ciertas tribus semi-salvajes, las cuales, desde
tiempo inmemorial, han tratado de simbolizar sus pensamientos. Éste es el modo
más primitivo de registrar sucesos e ideas. Y cuán antiguo es este conocimiento
en la raza humana puede inferirse de algunos signos evidentemente ideográficos,
encontrados en hachas del período paleolítico.
Las tribus indias rojas de
América, hace sólo unos cuantos años, relativamente hablando, hicieron una
petición al Presidente de los Estados Unidos para que les cediera la posesión
de cuatro lagos pequeños, cuya solicitud estaba escrita en la reducida
superficie de un trozo de tela cubierto por una docena escasa de
representaciones de animales y aves. Los salvajes de América tienen cierto
número de semejantes modos diversos de escribir, pero ninguno de nuestros
hombres de ciencia está familiarizado todavía, y ni siquiera sabe que exista la
cifra primitiva jeroglífica, conservada aún en algunas Fraternidades y llamada
en Ocultismo el Senzar. Además, todos los que han decidido considerar tales
modos de escritura, como los ideógrafos de los indios rojos y hasta los
caracteres chinos, como “ensayos de las razas primitivas de la Humanidad, para
expresar sus pensamientos rudimentarios”, protestarán decididamente de nuestra
afirmación de que la escritura fue inventada por los Atlantes, y de ningún modo
por los fenicios.
A la verdad, el pretender que la escritura fue conocida de la
humanidad desde hace muchos cientos de miles de años, a la faz de los filólogos
que han decretado que la escritura era desconocida en los días de Pânini, en la
India, así como hasta de los griegos en tiempo de Homero, encontrará una
desaprobación general, si no un silencioso desdén. A pesar de todas las
negaciones y de todo ridículo, los Ocultistas sostendrán la afirmación, y
sencillamente por la razón siguiente: desde Bacon, hasta nuestras modernas
Academias, tenemos un período demasiado largo lleno de los errores más
ridículos cometidos por la Ciencia, para que podamos creer más en las
suposiciones científicas que en las afirmaciones de nuestros Instructores. La
escritura, dicen nuestros hombres de ciencia, era desconocida de Pânini; y sin
embargo, este Sabio compuso una Gramática que contiene 3.996 reglas, y que es
la Gramática más perfecta que jamás se ha hecho. Pânini se dice por los más liberales
que vivió escasamente unos pocos siglos antes de Cristo; y las rocas del Irán y
el Asia Central -donde los filólogos e historiadores nos muestran a los
antecesores del mismo Pânini, los brahmanes que vinieron a la India- están cubiertas de escrituras de dos a tres
mil años de fecha por lo menos, y de doce mil según algunos paleontólogos
atrevidos.
La
escritura era un ars incognita en los
días de Hesiodo y Homero, según Grote, y fue desconocida de los griegos hasta
770 años antes de Cristo; y los fenicios que la habían inventado y conocían la escritura en una época tan remota como
1.500 años antes de Cristo todo lo más, ¡vivían entre los griegos y se
codeaban con ellos todo ese tiempo! Todas estas conclusiones científicas y
contradictorias se desvanecieron, sin embargo, como aire sutil, cuando
Schliemann descubrió:
a) el lugar que ocupó la antiguaTroya, cuya existencia
real había sido considerada como una fábula durante tanto tiempo; y
b) cuando
extrajo de aquellos lugares vasijas de barro con inscripciones en caracteres desconocidos de los
paleontólogos y de los sanscritistas que todo lo negaban. ¿Quién negará ahora
Troya, y estas inscripciones arcaicas? Según atestigua el profesor Virchow:
Yo
mismo presencié dos de tales descubrimientos, y ayudé a reunir los objetos. Los
calumniadores hace tiempo que han sido reducidos ya al silencio, los que no se
avergonzaban de acusar el descubrimiento de impostura.
Tampoco
escaparon las mujeres verídicas a los ataques, así como no escaparon los
hombres verídicos. Du Chaillu, Gordon Cumming, Madame Merian, Bruce y
muchos otros fueron tachados de mentirosos.
El
autor de Mythical Monsters, que expone estos datos
en la Introducción de dicha obra, dice:
Madame
Merian fue acusada de falsedad deliberada respecto a la descripción de un
pájaro comedor de arañas, hace cerca de doscientos años. Pero actualmente...
observadores verídicos lo han confirmado en la América del Sur, la India y
otras partes.
Audubon
fue acusado igualmente por los botánicos de haber inventado el lirio amaillo de
agua, que hacía figurar en su Birds of
the South bajo el nombre de Nymphaea lutea; y después de estar durante años
bajo tal acusación, fue, por fin,
confirmado por el descubrimiento de la por tanto tiempo perdida flor en la
Florida... en ... 1876.
Y
así como Audubon fue llamado embustero por esto, y por su Heliaetus Washintonii, así también Víctor Hugo fue ridiculizado por su maravillosa pintura del
pez-diablo, y su descripción de un hombre víctima impotente del mismo.
Se
burlaron de ello como de una imposibilidad monstruosa; sin embargo, a los pocos
años se descubrieron en las costas de Terranova jibias cuyos brazos alcanzaban
treinta pies de largo, y capaces de arrastrar a un bote de buen tamaño bajo la
superficie; y su acción ha sido reproducida durante
pasados siglos... por artistas japoneses.
Y
si Troya fue negada y considerada como un mito; la existencia de Herculano y
Pompeya declaradas ficción; si se han reído de los viajes de Marco Polo y los
han llamado fábulas, tan absurdas como los cuentos del Barón Münchausen, ¿por
qué había de ser mejor tratada la escritora de Isis sin Velo y de La
Doctrina Secreta? Mr. Charles Gould, el autor del volumen anteriormente
mencionado, cita en su excelente obra unas cuantas líneas de Macmillan (1860) que encierran tanta
verdad como vida, y que vienen demasiado a cuento para dejar de reproducirlas:
Cuando
un naturalista, ya sea visitando sitios de la tierra fuera todavía de toda
ruta, o por su buena suerte, encuentra una planta o animal muy raro,
inmediatamente se le acusa de inventar su caza... Tan pronto como se ve que la
cosa peca contra los juicios preconcebidos, el gran espíritu guiador
(¿descarriador?) llamado a priori que comunica a los filósofos su omnisciencia pro re nata, murmura que semejante cosa es imposible, y seguidamente viene la
acusación de ser una broma. El cielo mismo ha sido acusado de bromear. Cuando
Leverrier y Adams predijeron un planeta por el cálculo, se aseguró gravemente
en ciertos sitios que el planeta calculado no era el planeta, sino otro que de un modo clandestino, e impropio se
había colocado en la proximidad del cuerpo verdadero. La disposición para
sospechar el engaño es más fuerte que la disposición a engañar. ¿Quién fue el
primero que anunció que los escritos clásicos de Grecia y Roma eran una
sofisticación colosal perpetrada por los monjes respecto de lo que el
anunciante se halla tan poco o menos inclinado que el Dr. Maitland, a llamar
las oscuras edades?.
Sea,
pues, así. Ningún incrédulo que considere como una sofisticación La Doctrina Secreta está obligado, ni se le pide, que dé crédito a nuestras
afirmaciones, las cuales han sido ya proclamadas como tal por cierto periodista
americano muy hábil, aun antes de que la obra entrase en prensa.
Tampoco,
después de todo, es necesario que nadie crea en las Ciencias Ocultas y en las
Enseñanzas Antiguas, antes de que sepa algo de su propia Alma o crea siquiera
en ella. Ninguna gran verdad ha sido jamás aceptada a priori, y generalmente ha
transcurrido un siglo o dos antes de que haya empezado a vislumbrarse en la
conciencia humana como una verdad posible, excepto en los casos en que se ha
hecho el descubrimiento positivo de la cosa que se pretendía ser un hecho. Las
verdades de hoy son las falsedades y errores de ayer, y viceversa. Sólo en el
siglo XX será cuando algunas partes, si no el todo de la obra presente, serán
vindicadas.
Por
tanto, no destruye nuestros argumentos Sir John Evans, aunque afirme que la
escritura era desconocida en la Edad de Piedra. Porque podía haber sido
desconocida en aquella época en la Quinta Raza Aria, y sin embargo, ser
perfectamente conocida de los Atlantes de la Cuarta, en el apogeo de su más
alta civilización. Los ciclos, de la elevación y caída de las naciones y razas,
están ahí para explicar el hecho.
Si
se nos dice que ha habido casos antes de ahora de seudógrafos falsificados con
que han sido engañados los crédulos, y que nuestra obra puede clasificarse con La Biblia en la India, de Jacoliot -aun cuando, dicho sea de paso, hay más
verdades mezcladas con sus errores que las que se encuentran en las obras de
orientalistas reconocidos y ortodoxos-, la acusación y comparación nos abatirán
muy poco. Esperamos nuestro tiempo. Hasta el famoso Ezour Veda del último siglo, considerado por Voltaire el “presente
más preciado del Oriente al Occidente”, y por Max Müller, el “libro más tonto
que puede leerse”, no está del todo desprovisto de hechos y verdades. Los casos
en que las negaciones a priori de los especialistas han resultado justificadas
por corroboraciones posteriores forman un tanto por ciento insignificante de
aquellos que han sido completamente vindicados por descubrimientos posteriores,
y confirmados con gran asombro de los sabios objetantes. El Ezour Veda fue un pequeño hueso poco
disputado, en comparación con el triunfo de Sir William Jones, Anquetil du
Perron y otros, en lo que se refiere al sánscrito y su literatura. Semejantes
hechos han sido registrados por el profesor Max Müller mismo, quien hablando de
la derrota de Dugald Stewart y Cía., en relación con esto, declara que:
Si
los hechos acerca del sánscrito eran verdad, Dugald Stewart era demasiado
prudente para no ver que las conclusiones que de ellos se derivaban eran
inevitables. Él negó, por tanto, la realidad de la lengua sánscrita, y escribió
su famoso ensayo para probar que el sánscrito había sido compuesto con arreglo
al modelo del Griego y del Latín, por aquellos archifalsificadores y
embusteros, los brahmanes, y que toda la literatura sánscrita era una impostura.
La
escritora está pronta a hacer compañía, enorgulleciéndose con ello, a esos
brahmanes y otros “embusteros” históricos,
en la opinión de nuestros modernos Dugald Stewarts. Ella ha vivido demasiado, y
su experiencia ha sido demasiado variada y personal para no conocer, por lo
menos algo, la naturaleza humana. “Cuando dudéis, absteneos”, dijo el sabio
Zoroastro, cuyo prudente aforismo se encuentra corroborado, en todos los casos,
por la vida y la experiencia diarias. Sin embargo, como San Juan Bautista, este
sabio de las edades pasadas predica en el desierto en compañía de un filósofo
más moderno, o sea Bacon, quien ofrece el mismo inapreciable ejemplo de
sabiduría práctica, cuando dice:
En el estudio de
una cosa (en cualquier asunto de
conocimiento, añadimos nosotros) si el hombre principia con certidumbres,
terminará en la duda; pero si se contenta
con principiar con dudas, terminará en la certeza.
Con
este consejo del padre de la Filosofía Inglesa a los representantes del
Escepticismo británico, deberíamos terminar el debate; pero nuestros lectores
teósofos tienen derecho a unos últimos informes Ocultos.
Ya
se ha dicho bastante para mostrar que la evolución en general, los sucesos, la
humanidad, y todo lo demás en la naturaleza, proceden por ciclos. Hemos hablado
de siete Razas, cinco de las cuales casi han completado su carrera terrestre, y
hemos declarado que cada Raza-Raíz, con sus subrazas y divisiones innumerables
de familia y tribus, era completamente distinta de la Raza precedente y de la
subsiguiente. Esto será negado, bajo la autoridad de la experiencia uniforme,
en lo que respecta a la Antropología y Etnología. El hombre (exceptuando el
color y tipo, y quizás particularidades faciales y capacidad craneal) ha sido
siempre el mismo en todos los climas y en todas las partes del mundo, dicen los
naturalistas; más aún, hasta en estatura; mientras que, por otra parte,
sostienen que el hombre desciende del mismo antecesor desconocido que el mono;
aserto que es lógicamente imposible sin una diversidad infinita de estatura y
forma, desde su primera evolución en bípedo. Las mismas lógicas personas que
sostienen ambas proposiciones no nos molestan con sus opiniones paradójicas.
Nuevamente manifestamos que nos dirigimos solamente a aquellos que, dudando de
que los mitos se deriven de “la contemplación de las obras visibles de la
naturaleza externa”, creen.
menos
difícil suponer que estos relatos maravillosos de dioses y semidioses, de
gigantes y de enanos, de dragones y monstruos de todas formas, sean
transformaciones, que creer que sean invenciones.
La
Doctrina Secreta sólo enseña precisamente tales “transformaciones”, tanto en la
naturaleza física como en la memoria y conceptos de nuestra humanidad presente.
Confronta ella las hipótesis puramente especulativas de la Ciencia Moderna,
basadas en la experiencia y las observaciones exactas de hace apenas unos
cuantos siglos, con la tradición y anales no interrumpidos de sus Santuarios; y
desechando ese tejido de teorías a modo de telarañas, fabricadas en la
obscuridad que encubre un período de unos cuantos miles de años, que los
europeos llaman su “historia”, la Antigua Ciencia nos dice: Escuchad ahora mi
versión sobre los recuerdos de la Humanidad.
Las
Razas Humanas nacen unas de otras, crecen, se desarrollan, se tornan decrépitas
y mueren. Sus subrazas y naciones siguen la misma regla. Si vuestra Ciencia
Moderna, que todo lo niega, y la llamada Filosofía, no rebaten que la familia
humana está compuesta de una variedad de tipos y razas bien definidos, es sólo
porque el hecho es innegable; nadie osaría decir que no hay diferencia externa
entre un inglés, un negro africano y un japonés o chino. Por otra parte, la
mayoría de los naturalistas niegan formalmente que las razas humanas mezcladas,
esto es, los gérmenes de otras razas completamente nuevas, se sigan formando en
nuestros días, aunque esto último lo han sostenido con buenas razones De
Quatrefages y algunos otros.
Sin embargo, nuestra proposición general no será
aceptada. Se dirá que cualesquiera que sean las formas por las cuales haya
pasado el hombre en el largo pasado prehistórico, ya no sufrirá más cambios en
el futuro, exceptuando ciertas variaciones, como en el presente. De aquí que nuestras
Sexta y Séptima Razas-Raíces sean una
ficción.
A
esto se contesta tambien: ¿Qué sabéis vosotros? Vuestra experiencia se limita a
unos cuantos miles de años, a menos de un día en toda la edad del género
humano, y a los tipos presentes de los continentes e islas actuales de nuestra
Quinta Raza. ¿Cómo podéis decir lo que será o no será? Ínterin tal es la
profecía de nuestros Libros Secretos y de sus declaraciones nada inciertas.
Desde
el principio de la Raza Atlante han pasado muchos millones de años, y sin
embargo, vemos a los últimos Atlantes todavía mezclados con el elemento ario,
hace 11.000 años. Esto muestra la enorme superposición de una Raza sobre la
Raza que le sigue, dado que en
caracteres y tipo externo la más vieja pierde sus cualidades características, y
asume los nuevos rasgos de la Raza más joven. Esto está probado en todas las
formaciones de razas humanas mezcladas. Ahora bien; la Filosofía Oculta enseña
que aun actualmente, ante nuestra misma vista, la nueva Raza y razas preparan
su formación, siendo en América donde la transformación se verificará, y ya ha
empezado silenciosamente.
De
Anglosajones puros hace apenas trescientos años, los Americanos de los Estados
Unidos se han convertido ya en una nación aparte; y, debido a la mezcla
acentuada y al mutuo cruce de diferentes nacionalidades, se han transformado en
una raza sui generis, no sólo mental, sino también físicamente. Citando a De
Quatrefages:
Toda
raza mezclada, cuando es uniforme y fija, ha podido representar el papel de
raza primaria en los cruzamientos nuevos. La humanidad, en su estado actual, se
ha formado así ciertamente, en su mayor parte, por cruzamientos sucesivos de un
número de razas hoy indeterminadas.
Así,
pues, los americanos se han convertido, en sólo tres siglos, en una “raza
primaria”, temporalmente, antes de convertirse en una raza aparte, y
acentuadamente separada de todas las
demás razas que hoy existen. Son ellos, en una palabra, los gérmenes de la sexta subraza, y en unos cuantos cientos
de años más se convertirán decididamente en las avanzadas de la raza que deberá
suceder a la presente quinta subraza europea, en todas sus nuevas
características. después de esto, dentro de unos 25.000 años, entrarán ellos en
la preparación de la séptima subraza; hasta que, a consecuencia de cataclismos
-la primaria serie de aquellos que deberán un día destruir Europa y aún más
tarde toda la Raza Aria (afectando así a las dos Américas), así como a la mayor
parte de las tierras directamente relacionadas con los confines de nuestro
continente e islas- la Sexta Raza-Raíz aparecerá en el escenario de nuestra
Ronda.
¿Cuándo será esto? ¡Quién lo sabe! Sólo quizás los grandes Maestros de
la Sabiduría; y estos permanecen tan silenciosos respecto al asunto, como los
nevados picos que contemplan. Todo lo que sabemos es que vendrá ella
silenciosamente a la existencia; tan en silencio, a la verdad, que durante
milenios sus avanzadas, los niños especiales que se desarrollarán como hombres
y mujeres peculiares, serán considerados como lusus naturae anómalos, rarezas anormales físicas y mentales.
Luego, a medida que aumenten y su número se haga cada vez mayor con cada edad,
se encontrarán un día en mayoría. Entonces los hombres presentes empezarán a
ser considerados como bastardos excepcionales, hasta que, por último,
desaparecerán de los países civilizados, sobreviviendo tan sólo en pequeños
grupos en islas (las mesetas de las montañas de hoy), en donde vegetarán,
degenerarán, y por último se extinguirán quizás dentro de millones de años,
como se han extinguido los Aztecas, y como se están extinguiendo los Nyam-Nyam
y los enanos Mûla Kûrumba de Nilghiri Hills.
Todos estos son los restos de las
que fueron una vez razas poderosas, el recuerdo de cuya existencia se ha extinguido
por completo de la memoria de las presentes generaciones, lo mismo que nosotros
desapareceremos de la de la Sexta Raza de la Humanidad. La Quinta Raza se
superpondrá a la Sexta durante muchos cientos de miles de años, transformándose
con ella, más lentamente que su sucesora, cambiando todavía en estatura, en el
físico en general, y en mentalidad, del mismo modo que la Cuarta se superpuso a
la Raza Aria y la Tercera se superpuso a los Atlantes.
Este
proceso de preparación para la Sexta gran Raza debe durar todo el tiempo de la
sexta y séptima subrazas. Pero lo últimos
restos del Quinto Continente no desaparecerán sino algún tiempo después del
nacimiento de la nueva Raza; después
que otra nueva morada, el Sexto
Continente, haya aparecido sobre las nuevas
aguas en la faz del Globo, para recibir al nuevo huésped. A él también
emigrarán, y allí se establecerán todos aquellos que tengan la fortuna de
escapar al desastre general. ¿Cuándo sucederá esto? La escritora, como se ha
dicho antes, no puede saberlo.
Sólo que, como la naturaleza no procede por
impulsos ni saltos repentinos, así como el hombre no cambia repentinamente de
niño a hombre maduro, el cataclismo final será precedido de muchos hundimientos
y destrucciones más pequeños, tanto por las olas como por fuegos volcánicos. La
vida exuberante latirá fuertemente entonces en el corazón de la raza que ahora
se halla en la zona americana, pero no habrá ya americanos cuando la Sexta Raza
comience; como no habrá europeos; pues entonces se habrán ellos convertido en
una nueva Raza, y en muchas naciones nuevas.
Sin embargo, la Quinta no morirá, sino que sobrevivirá por cierto tiempo,
sobreponiéndose a la nueva Raza durante muchos cientos de miles de años, y como
ya hemos dicho, se transformará con ella más lentamente que su sucesora, aunque
cambiando por completo en mentalidad, en lo físico en general y en la estatura.
La humanidad no volverá a desarrollar cuerpos gigantescos como los de los
Lemures y Atlantes; porque, al paso que la evolución de la Cuarta Raza condujo
a esta última hasta el fondo mismo de lo material en su desarrollo físico, la presente Raza se halla en su arco
ascendente; y la Sexta se irá libertando rápidamente de los lazos de la
materia, y hasta de la carne.
Así,
pues, la humanidad del Nuevo Mundo, más viejo con mucho que el Antiguo -hecho
que los hombres habían también olvidado- de Pâtâla (los Antípodas, o el Mundo
Inferior, como la América es llamada en la India), es la que tiene la misión, y
el Karma de sembrar las simientes de una Raza futura, más grande y mucho más
gloriosa que todas las que hasta ahora hemos conocido. Los Ciclos de Materia
serán reemplazados por Ciclos de Espiritualidad, y por una mente por completo
desarrollada. Con arreglo a la ley de la historia y de las razas paralelas, la
mayor parte de la humanidad futura estará compuesta de Adeptos gloriosos. La
Humanidad es hija del Destino Cíclico, y ni siquiera una de sus Unidades puede
escapar a su misión inconsciente, ni librarse de la carga de su trabajo
cooperativo con la Naturaleza. De este modo la Humanidad, raza tras raza,
llevará a cabo su Peregrinación Cíclica marcada. Los climas cambiarán, y ya han
principiado, con cada Año Tropical después de cada subraza extinguida, pero
sólo para engendrar otra raza superior en el ciclo ascendente; al paso que, una
serie de grupos menos favorecidos, los fracasos de la Naturaleza, se
desvanecerán, como ciertos hombres individuales, de la humana familia, sin
siquiera dejar un rastro tras sí.
Tal
es el curso de la Naturaleza, bajo la influencia de la Ley Kármica; de la
Naturaleza Siempre presente y Siempre transformándose. Pues, según las palabras
de un Sabio, conocido tan sólo de algunos Ocultistas:
EL
PRESENTE ES HIJO DEL PASADO; EL FUTURO, ENGENDRADO POR EL PRESENTE Y SIN
EMBARGO, ¡OH MOMENTO PRESENTE! ¿NO SABES TÚ QUE NO TIENES PADRE, NI PUEDES
TENER UN HIJO; QUE TÚ SÓLO ESTÁS SIEMPRE ENGENDRÁNDOTE A TI MISMO? ANTES QUE NI
SIQUIERA HAYAS PRINCIPIADO A DECIR: “YO SOY LA PROGENIE DEL MOMENTO QUE FUE, EL
HIJO DEL PASADO”, TÚ TE HAS CONVERTIDO EN ESE PASADO MISMO. ANTES DE QUE
PRONUNCIES LA ÚLTIMA SÍLABA, ¡MIRA! YA NO ERES EL PRESENTE, SINO EN VERDAD ESE
FUTURO. ASÍ SON EL PASADO, EL PRESENTE Y EL FUTURO, LA TRINIDAD EN UNO POR
SIEMPRE VIVA - EL MAHÂMÂYA DEL “ES” ABSOLUTO.
H.P. Blavatsky D.S T III
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