martes, 20 de octubre de 2015

AQUÍ VA LA ILUSTRACIÓN DEL ÁRBOL



            
En cada uno de estos brazos hay siete “ramas” o razas de “familia” (C).
            
Según esto la planta cactus es la representación mejor, pues sus “hojas” carnosas están cubiertas de espinas agudas, cada una de las cuales puede compararse a una nación o tribu de seres humanos.
            
Ahora bien; nuestra Quinta Raza-Raíz tiene ya de existencia, como Raza sui géneris, y completamente aparte de su tallo padre, cosa de 1.000.000 de años; por tanto, hay que suponer que cada una de las cuatro subrazas anteriores ha vivido aproximadamente 210.000 años; por lo cual cada raza de familia tiene una existencia término medio de 30.000 años; y así, la “raza de familia” europea tiene todavía bastantes miles de años ante sí, aun cuando las naciones, o sea las espinas innumerables en ella, varíen con cada “estación” sucesiva de tres a cuatro mil años. es algo curioso observar la relativa semejanza de duración entre una “raza de familia” y un Año Sideral.
            
El conocimiento de lo precedente y la exactitud absoluta de las divisiones del tiempo formaban parte integrante de los Misterios, en donde estas ciencias se enseñaban  a los Discípulos, y en donde eran transmitidas de un Hierofante a otro. Todo el mundo sabe que los astrónomos europeos asignan -bastante arbitrariamente- la fecha de la invención del Zodíaco egipcio, a los años 2.000 ó 2.400 antes de Cristo (Proctor); e insisten en que la fecha de esta invención coincide con la de la construcción de la Gran Pirámide. Esto, para un Ocultista y astrónomo oriental tiene que parecer como un completo absurdo. El Ciclo de Kali Yuga se dice que principió entre el 17 y 18 de febrero del año 3.102 antes de Cristo. 

Ahora bien; los indos pretenden que en el año 20.400 antes del Kali Yuga, el origen de su Zodíaco coincidió con el Equinoccio Primaveral -habiendo en aquel entonces una conjunción del Sol y la Luna-; y Bailly probó por medio de un cómputo largo y minucioso de aquella fecha, que aunque fuera ficticia, la época de la cual habían partido para establecer el principio de su Kali Yuga era muy real. Esa “época es el año 3.102 antes de nuestra Era” -dice. Habiéndose presentado el eclipse lunar precisamente quince días antes del principio de la Edad Negra, se realizó en un punto situado entre la Espiga de Trigo de Virgo y la estrella 0 de la misma constelación. Uno de sus Ciclos más esotéricos está basado sobre ciertas conjunciones y posiciones respectivas de Virgo y de las Pléyades (Krittikâ). 

De aquí que, como los egipcios trajeron su Zodíaco de la India Meridional y de Lankâ , el sentido esotérico era evidentemente idéntico. Las “tres Vírgenes”, o Virgo en tres posiciones diferentes, significaba en ambos los anales de las tres primeras “Dinastías Divinas o Astronómicas”, que enseñaron a la Tercera Raza-Raíz; y que después de abandonar a los Atlantes a su destino, volvieron a descender, durante la tercera subraza de la Quinta, a fin de revelar a la humanidad salvada, los misterios del lugar de su nacimiento: los Cielos Siderales. Los mismos anales simbólicos de las Razas humanas y de las tres Dinastías (Dioses, Manes -Astrales semidivinos de la Tercera y Cuarta Razas- y los Héroes de la Quinta) que precedieron a los reyes puramente humanos, se encontraron en la distribución de las hiladas y pasajes del Laberinto Egipcio. Como las tres inversiones de los Polos cambiaron naturalmente la faz del Zodíaco, hubo que construir uno nuevo cada vez. En el Sphinxiad de Mackey, las especulaciones del atrevido autor han debido de horrorizar a la parte ortodoxa de la población de Noruega, pues dice, bastante fantásticamente:

            
Pero, después de todo, el mayor espacio de tiempo registrado por esos monumentos (el Laberinto, las Pirámides y los Zodíacos) no excede de cinco millones de años; lo cual es bastante menos que los anales que nos dan tanto los chinos (esotéricos) como los indos, cuya última nación ha registrado conocimientos del tiempo por siete u ocho millones de años, cosa que he visto en un talismán de porcelana .

            
Los sacerdotes egipcios tenían los Zodíacos del Asura Maya Atlante, como los tienen aún los indos modernos. Según se declara en el Buddhismo Esotérico, los egipcios, así como los griegos y los “romanos” de hace algunos miles de años, eran “restos de los Ario-atlantes”; los primeros, de los Atlantes más antiguos o Atlantes Ruta; los últimos mencionados, descendientes de la última raza de la isla cuya repentina desaparición fue referida a Solón por los Iniciados egipcios. La Dinastía humana de los egipcios más antiguos, que principió con Menes, poseía todo el conocimiento de los Atlantes, aun cuando ya no había en sus venas sangre Atlante. Pero aquéllos habían preservado todos los Anales Arcaicos. Todo esto se ha dicho hace tiempo. Y precisamente porque el Zodíaco egipcio tiene de 75 a 80,000 años, es por lo que el de los griegos es muy posterior. Volney le ha asignado con exactitud sólo 16.984 años, o sea 17.082 hasta la fecha presente.

CONCLUSIÓN

            
La falta de espacio nos impide decir algo más, y esta parte de la Doctrina Secreta tiene que cerrarse. Las cuarenta y nueve Estancias y los pocos fragmentos de los Comentarios que se han dado es todo lo que puede publicarse en estos volúmenes. Estos, con algunos Anales aún más antiguos (que sólo están al alcance de los más elevados Iniciados), y toda una biblioteca de comentarios, glosas y explicaciones, forman la sinopsis del Génesis del hombre.
            
De estos Comentarios es de donde hasta ahora hemos citado y tratado de explicar el sentido oculto de algunas de las alegorías, señalando así los verdaderos conceptos de la Antigüedad Esotérica sobre la Geología, la Antropología y hasta la Etnología. En la tercera parte del tomo que sigue trataremos de establecer una relación metafísica más estrecha entre las primeras Razas y sus Creadores, los Hombres Divinos de otros Mundos; acompañando las declaraciones que se hagan con las demostraciones más importantes de las mismas en Astronomía y Simbolismo Esotéricos.
            
La duración de los “períodos” que separan en espacio y tiempo a la Raza Cuarta de la Quinta -en los principios históricos, y hasta en los legendarios de la última- es demasiado enorme para que ofrezcamos, ni aun a un teósofo, datos más detallados de ellos. Durante el curso de las Edades Postdiluvianas, marcadas en ciertas épocas periódicas por los más terribles cataclismos, nacieron y perecieron demasiadas razas y naciones, casi sin dejar rastro, para que se pueda ofrecer una descripción de las mismas que  presente el menor interés. Si los Maestros de Sabiduría tienen una historia completa y consecutiva de nuestra Especie, desde su estado incipiente hasta nuestros días; y si poseen los anales no interrumpidos del hombre, desde que se desarrolló su ser físico completo, convirtiéndose así en el rey de los animales y dueño de esta Tierra, no puede decirlo la escritora.  Lo más probable es que sea así, y tal es nuestra convicción personal. Pero si es así, este conocimiento es sólo para los más altos Iniciados, los cuales no confían estas cosas a sus discípulos. La escritora, por tanto, no puede exponer sino lo que le han enseñado, y no más, y aun esto parecerá al lector profano un sueño extraño y fantástico, más bien que una verdad posible.
            
Esto es muy natural que suceda, pues durante años ésta fue la impresión de la misma humilde escritora de estas páginas. Nacida y educada en países europeos, que presumen de civilizados y de positivos, se asimilaba lo que se ha expuesto con gran dificultad. Pero hay pruebas de cierto carácter, que son irrefutables e innegables a la larga, para cualquier mente deseosa de saber y libre de prejuicios. Durante una serie de años tales pruebas le fueron presentadas, y ahora tiene la completa convicción de que nuestro presente Globo y sus Razas humanas han debido nacer, crecer y desarrollarse de este modo, y no de ningún otro.
            
Pero ésta es la opinión personal de la escritora, y su ortodoxia no puede esperarse que tenga más peso que cualquier otra “doxia” a los ojos de aquellos para quienes toda teoría nueva es heterodoxa hasta que se llegue a probar lo contrario. Por tanto, nosotros los Ocultistas estamos prevenidos a preguntas como las siguientes: ¿Cómo podemos saber que la escritora no ha inventado todo el esquema? Y suponiendo que ella no sea la inventora, ¿cómo puede asegurarse que todo lo que se ha expuesto - según se ha presentado en las Estancias- no sea el producto de la imaginación de los antiguos? ¿Cómo han podido conservar los anales de una antigüedad, tan inmensa e increíble?
            
La contestación de que la historia de este mundo, desde su formación hasta su fin, está “escrita en las estrellas”, esto es, está registrada en el Zodíaco y en el Simbolismo Universal, cuyas claves están en poder de los Iniciados, no satisfará a los escépticos. La antigüedad del Zodíaco en Egipto se pone muy en duda, y se niega rotundamente respecto de la India. “Vuestras conclusiones son con frecuencia excelentes pero vuestras premisas son siempre dudosas” -le dijo una vez a la escritoa un amigo profano. A esto se dio la contestación de que por lo menos era un punto ganado sobre los silogismos científicos; puesto que, a excepción de unos cuantos problemas del dominio de la Ciencia Física pura, tanto las premisas como las conclusiones de los hombres de ciencia son tan hipotéticas como invariablemente erróneas. Y si no parecen así a los profanos, la razón es sencillamente que estos ignoran, al creer por la fe los datos científicos de aquéllos, que tanto las premisas como las conclusiones son generalmente producto de los mismos cerebros, los cuales, por sabios que sean, no son infalibles; verdad indubitable, demostrada diariamente por el arreglo y la transformación de las teorías y especulaciones científicas.
            
Sea ello comoquiera, los anales de los templos, zodiacales y tradicionales, así como los anales ideográficos del Oriente, tal como los leen los Adeptos de la Ciencia Sagrada o Vidyâ, no son un ápice más dudosos que la llamada historia antigua de las naciones europeas, al presente editada, corregida y ampliada por medio siglo de descubrimientos arqueológicos, y las lecturas muy problemáticas de los ladrillos asirios, fragmentos cuneiformes y jeroglíficos egipcios. Nuestros datos están también fundados sobre las mismas “lecturas”, con la adición de un número casi incontable de obras secretas completamente ignoradas de Europa, más el conocimiento perfecto por los Iniciados del simbolismo de todas las palabras de ese modo registradas. 

Algunos de estos anales son de una antigüedad inmensa. Todos los arqueólogos y paleontólogos conocen las producciones ideográficas de ciertas tribus semi-salvajes, las cuales, desde tiempo inmemorial, han tratado de simbolizar sus pensamientos. Éste es el modo más primitivo de registrar sucesos e ideas. Y cuán antiguo es este conocimiento en la raza humana puede inferirse de algunos signos evidentemente ideográficos, encontrados en hachas del período paleolítico. 

Las tribus indias rojas de América, hace sólo unos cuantos años, relativamente hablando, hicieron una petición al Presidente de los Estados Unidos para que les cediera la posesión de cuatro lagos pequeños, cuya solicitud estaba escrita en la reducida superficie de un trozo de tela cubierto por una docena escasa de representaciones de animales y aves. Los salvajes de América tienen cierto número de semejantes modos diversos de escribir, pero ninguno de nuestros hombres de ciencia está familiarizado todavía, y ni siquiera sabe que exista la cifra primitiva jeroglífica, conservada aún en algunas Fraternidades y llamada en Ocultismo el Senzar. Además, todos los que han decidido considerar tales modos de escritura, como los ideógrafos de los indios rojos y hasta los caracteres chinos, como “ensayos de las razas primitivas de la Humanidad, para expresar sus pensamientos rudimentarios”, protestarán decididamente de nuestra afirmación de que la escritura fue inventada por los Atlantes, y de ningún modo por los fenicios. 

A la verdad, el pretender que la escritura fue conocida de la humanidad desde hace muchos cientos de miles de años, a la faz de los filólogos que han decretado que la escritura era desconocida en los días de Pânini, en la India, así como hasta de los griegos en tiempo de Homero, encontrará una desaprobación general, si no un silencioso desdén. A pesar de todas las negaciones y de todo ridículo, los Ocultistas sostendrán la afirmación, y sencillamente por la razón siguiente: desde Bacon, hasta nuestras modernas Academias, tenemos un período demasiado largo lleno de los errores más ridículos cometidos por la Ciencia, para que podamos creer más en las suposiciones científicas que en las afirmaciones de nuestros Instructores. La escritura, dicen nuestros hombres de ciencia, era desconocida de Pânini; y sin embargo, este Sabio compuso una Gramática que contiene 3.996 reglas, y que es la Gramática más perfecta que jamás se ha hecho. Pânini se dice por los más liberales que vivió escasamente unos pocos siglos antes de Cristo; y las rocas del Irán y el Asia Central -donde los filólogos e historiadores nos muestran a los antecesores del mismo Pânini, los brahmanes que vinieron a la India- están cubiertas de escrituras de dos a tres mil años de fecha por lo menos, y de doce mil según algunos paleontólogos atrevidos.
            
La escritura era un ars incognita en los días de Hesiodo y Homero, según Grote, y fue desconocida de los griegos hasta 770 años antes de Cristo; y los fenicios que la habían inventado y conocían la escritura en una época tan remota como 1.500 años antes de Cristo todo lo más, ¡vivían entre los griegos y se codeaban con ellos todo ese tiempo! Todas estas conclusiones científicas y contradictorias se desvanecieron, sin embargo, como aire sutil, cuando Schliemann descubrió: 

a) el lugar que ocupó la antiguaTroya, cuya existencia real había sido considerada como una fábula durante tanto tiempo; y 

b) cuando extrajo de aquellos lugares vasijas de barro con inscripciones en caracteres desconocidos de los paleontólogos y de los sanscritistas que todo lo negaban. ¿Quién negará ahora Troya, y estas inscripciones arcaicas? Según atestigua el profesor Virchow:
           
            
Yo mismo presencié dos de tales descubrimientos, y ayudé a reunir los objetos. Los calumniadores hace tiempo que han sido reducidos ya al silencio, los que no se avergonzaban de acusar el descubrimiento de impostura.

            
Tampoco escaparon las mujeres verídicas a los ataques, así como no escaparon los hombres verídicos. Du Chaillu, Gordon Cumming, Madame Merian, Bruce y muchos otros fueron tachados de mentirosos.
            
El autor de  Mythical Monsters, que expone estos datos en la Introducción de dicha obra, dice:

            
Madame Merian fue acusada de falsedad deliberada respecto a la descripción de un pájaro comedor de arañas, hace cerca de doscientos años. Pero actualmente... observadores verídicos lo han confirmado en la América del Sur, la India y otras partes.
            
Audubon fue acusado igualmente por los botánicos de haber inventado el lirio amaillo de agua, que hacía figurar en su Birds of the South bajo el nombre de Nymphaea lutea; y después de estar durante años bajo tal acusación, fue, por  fin, confirmado por el descubrimiento de la por tanto tiempo perdida flor en la Florida... en ... 1876.

            
Y así como Audubon fue llamado embustero por esto, y por su Heliaetus Washintonii, así también Víctor Hugo fue ridiculizado por su maravillosa pintura del pez-diablo, y su descripción de un hombre víctima impotente del mismo.

            
Se burlaron de ello como de una imposibilidad monstruosa; sin embargo, a los pocos años se descubrieron en las costas de Terranova jibias cuyos brazos alcanzaban treinta pies de largo, y capaces de arrastrar a un bote de buen tamaño bajo la superficie; y su acción ha sido reproducida durante pasados siglos... por artistas japoneses.

            
Y si Troya fue negada y considerada como un mito; la existencia de Herculano y Pompeya declaradas ficción; si se han reído de los viajes de Marco Polo y los han llamado fábulas, tan absurdas como los cuentos del Barón Münchausen, ¿por qué había de ser mejor tratada la escritora de Isis sin Velo y de La Doctrina Secreta? Mr. Charles Gould, el autor del volumen anteriormente mencionado, cita en su excelente obra unas cuantas líneas de Macmillan (1860) que encierran tanta verdad como vida, y que vienen demasiado a cuento para dejar de reproducirlas:

            
Cuando un naturalista, ya sea visitando sitios de la tierra fuera todavía de toda ruta, o por su buena suerte, encuentra una planta o animal muy raro, inmediatamente se le acusa de inventar su caza... Tan pronto como se ve que la cosa peca contra los juicios preconcebidos, el gran espíritu guiador (¿descarriador?) llamado a priori que comunica a los filósofos su omnisciencia pro re nata, murmura que semejante cosa es imposible, y seguidamente viene la acusación de ser una broma. El cielo mismo ha sido acusado de bromear. Cuando Leverrier y Adams predijeron un planeta por el cálculo, se aseguró gravemente en ciertos sitios que el planeta calculado no era el planeta, sino otro que de un modo clandestino, e impropio se había colocado en la proximidad del cuerpo verdadero. La disposición para sospechar el engaño es más fuerte que la disposición a engañar. ¿Quién fue el primero que anunció que los escritos clásicos de Grecia y Roma eran una sofisticación colosal perpetrada por los monjes respecto de lo que el anunciante se halla tan poco o menos inclinado que el Dr. Maitland, a llamar las oscuras edades?.

            
Sea, pues, así. Ningún incrédulo que considere como una sofisticación La Doctrina Secreta está obligado, ni se le pide, que dé crédito a nuestras afirmaciones, las cuales han sido ya proclamadas como tal por cierto periodista americano muy hábil, aun antes de que la obra entrase en prensa.
            
Tampoco, después de todo, es necesario que nadie crea en las Ciencias Ocultas y en las Enseñanzas Antiguas, antes de que sepa algo de su propia Alma o crea siquiera en ella. Ninguna gran verdad ha sido jamás aceptada a priori, y generalmente ha transcurrido un siglo o dos antes de que haya empezado a vislumbrarse en la conciencia humana como una verdad posible, excepto en los casos en que se ha hecho el descubrimiento positivo de la cosa que se pretendía ser un hecho. Las verdades de hoy son las falsedades y errores de ayer, y viceversa. Sólo en el siglo XX será cuando algunas partes, si no el todo de la obra presente, serán vindicadas.
            
Por tanto, no destruye nuestros argumentos Sir John Evans, aunque afirme que la escritura era desconocida en la Edad de Piedra. Porque podía haber sido desconocida en aquella época en la Quinta Raza Aria, y sin embargo, ser perfectamente conocida de los Atlantes de la Cuarta, en el apogeo de su más alta civilización. Los ciclos, de la elevación y caída de las naciones y razas, están ahí para explicar el hecho.
            
Si se nos dice que ha habido casos antes de ahora de seudógrafos falsificados con que han sido engañados los crédulos, y que nuestra obra puede clasificarse con La Biblia en la India, de Jacoliot -aun cuando, dicho sea de paso, hay más verdades mezcladas con sus errores que las que se encuentran en las obras de orientalistas reconocidos y ortodoxos-, la acusación y comparación nos abatirán muy poco. Esperamos nuestro tiempo. Hasta el famoso Ezour Veda del último siglo, considerado por Voltaire el “presente más preciado del Oriente al Occidente”, y por Max Müller, el “libro más tonto que puede leerse”, no está del todo desprovisto de hechos y verdades. Los casos en que las negaciones a priori de los especialistas han resultado justificadas por corroboraciones posteriores forman un tanto por ciento insignificante de aquellos que han sido completamente vindicados por descubrimientos posteriores, y confirmados con gran asombro de los sabios objetantes. El Ezour Veda fue un pequeño hueso poco disputado, en comparación con el triunfo de Sir William Jones, Anquetil du Perron y otros, en lo que se refiere al sánscrito y su literatura. Semejantes hechos han sido registrados por el profesor Max Müller mismo, quien hablando de la derrota de Dugald Stewart y Cía., en relación con esto, declara que:

            
Si los hechos acerca del sánscrito eran verdad, Dugald Stewart era demasiado prudente para no ver que las conclusiones que de ellos se derivaban eran inevitables. Él negó, por tanto, la realidad de la lengua sánscrita, y escribió su famoso ensayo para probar que el sánscrito había sido compuesto con arreglo al modelo del Griego y del Latín, por aquellos archifalsificadores y embusteros, los brahmanes, y que toda la literatura sánscrita era una impostura.

            
La escritora está pronta a hacer compañía, enorgulleciéndose con ello, a esos brahmanes y otros “embusteros” históricos, en la opinión de nuestros modernos Dugald Stewarts. Ella ha vivido demasiado, y su experiencia ha sido demasiado variada y personal para no conocer, por lo menos algo, la naturaleza humana. “Cuando dudéis, absteneos”, dijo el sabio Zoroastro, cuyo prudente aforismo se encuentra corroborado, en todos los casos, por la vida y la experiencia diarias. Sin embargo, como San Juan Bautista, este sabio de las edades pasadas predica en el desierto en compañía de un filósofo más moderno, o sea Bacon, quien ofrece el mismo inapreciable ejemplo de sabiduría práctica, cuando dice:

            
En el estudio de una  cosa (en cualquier asunto de conocimiento, añadimos nosotros) si el hombre principia con certidumbres, terminará en la duda; pero si se contenta con principiar con dudas, terminará en la certeza.

            
Con este consejo del padre de la Filosofía Inglesa a los representantes del Escepticismo británico, deberíamos terminar el debate; pero nuestros lectores teósofos tienen derecho a unos últimos informes Ocultos.
            
Ya se ha dicho bastante para mostrar que la evolución en general, los sucesos, la humanidad, y todo lo demás en la naturaleza, proceden por ciclos. Hemos hablado de siete Razas, cinco de las cuales casi han completado su carrera terrestre, y hemos declarado que cada Raza-Raíz, con sus subrazas y divisiones innumerables de familia y tribus, era completamente distinta de la Raza precedente y de la subsiguiente. Esto será negado, bajo la autoridad de la experiencia uniforme, en lo que respecta a la Antropología y Etnología. El hombre (exceptuando el color y tipo, y quizás particularidades faciales y capacidad craneal) ha sido siempre el mismo en todos los climas y en todas las partes del mundo, dicen los naturalistas; más aún, hasta en estatura; mientras que, por otra parte, sostienen que el hombre desciende del mismo antecesor desconocido que el mono; aserto que es lógicamente imposible sin una diversidad infinita de estatura y forma, desde su primera evolución en bípedo. Las mismas lógicas personas que sostienen ambas proposiciones no nos molestan con sus opiniones paradójicas. Nuevamente manifestamos que nos dirigimos solamente a aquellos que, dudando de que los mitos se deriven de “la contemplación de las obras visibles de la naturaleza externa”, creen.

            
menos difícil suponer que estos relatos maravillosos de dioses y semidioses, de gigantes y de enanos, de dragones y monstruos de todas formas, sean transformaciones, que creer que sean invenciones.

            
La Doctrina Secreta sólo enseña precisamente tales “transformaciones”, tanto en la naturaleza física como en la memoria y conceptos de nuestra humanidad presente. Confronta ella las hipótesis puramente especulativas de la Ciencia Moderna, basadas en la experiencia y las observaciones exactas de hace apenas unos cuantos siglos, con la tradición y anales no interrumpidos de sus Santuarios; y desechando ese tejido de teorías a modo de telarañas, fabricadas en la obscuridad que encubre un período de unos cuantos miles de años, que los europeos llaman su “historia”, la Antigua Ciencia nos dice: Escuchad ahora mi versión sobre los recuerdos de la Humanidad.
            
Las Razas Humanas nacen unas de otras, crecen, se desarrollan, se tornan decrépitas y mueren. Sus subrazas y naciones siguen la misma regla. Si vuestra Ciencia Moderna, que todo lo niega, y la llamada Filosofía, no rebaten que la familia humana está compuesta de una variedad de tipos y razas bien definidos, es sólo porque el hecho es innegable; nadie osaría decir que no hay diferencia externa entre un inglés, un negro africano y un japonés o chino. Por otra parte, la mayoría de los naturalistas niegan formalmente que las razas humanas mezcladas, esto es, los gérmenes de otras razas completamente nuevas, se sigan formando en nuestros días, aunque esto último lo han sostenido con buenas razones De Quatrefages y algunos otros.
            
Sin  embargo, nuestra proposición general no será aceptada. Se dirá que cualesquiera que sean las formas por las cuales haya pasado el hombre en el largo pasado prehistórico, ya no sufrirá más cambios en el futuro, exceptuando ciertas variaciones, como en el presente. De aquí que nuestras Sexta y Séptima Razas-Raíces sean una  ficción.
            
A esto se contesta tambien: ¿Qué sabéis vosotros? Vuestra experiencia se limita a unos cuantos miles de años, a menos de un día en toda la edad del género humano, y a los tipos presentes de los continentes e islas actuales de nuestra Quinta Raza. ¿Cómo podéis decir lo que será o no será? Ínterin tal es la profecía de nuestros Libros Secretos y de sus declaraciones nada inciertas.
            
Desde el principio de la Raza Atlante han pasado muchos millones de años, y sin embargo, vemos a los últimos Atlantes todavía mezclados con el elemento ario, hace 11.000 años. Esto muestra la enorme superposición de una Raza sobre la Raza que le sigue, dado que  en caracteres y tipo externo la más vieja pierde sus cualidades características, y asume los nuevos rasgos de la Raza más joven. Esto está probado en todas las formaciones de razas humanas mezcladas. Ahora bien; la Filosofía Oculta enseña que aun actualmente, ante nuestra misma vista, la nueva Raza y razas preparan su formación, siendo en América donde la transformación se verificará, y ya ha empezado silenciosamente.
            
De Anglosajones puros hace apenas trescientos años, los Americanos de los Estados Unidos se han convertido ya en una nación aparte; y, debido a la mezcla acentuada y al mutuo cruce de diferentes nacionalidades, se han transformado en una raza sui generis, no sólo mental, sino también físicamente. Citando a De Quatrefages:

           
Toda raza mezclada, cuando es uniforme y fija, ha podido representar el papel de raza primaria en los cruzamientos nuevos. La humanidad, en su estado actual, se ha formado así ciertamente, en su mayor parte, por cruzamientos sucesivos de un número de razas hoy indeterminadas.

            
Así, pues, los americanos se han convertido, en sólo tres siglos, en una “raza primaria”, temporalmente, antes de convertirse en una raza aparte, y acentuadamente separada de  todas las demás razas que hoy existen. Son ellos, en una palabra, los gérmenes de la sexta subraza, y en unos cuantos cientos de años más se convertirán decididamente en las avanzadas de la raza que deberá suceder a la presente quinta subraza europea, en todas sus nuevas características. después de esto, dentro de unos 25.000 años, entrarán ellos en la preparación de la séptima subraza; hasta que, a consecuencia de cataclismos -la primaria serie de aquellos que deberán un día destruir Europa y aún más tarde toda la Raza Aria (afectando así a las dos Américas), así como a la mayor parte de las tierras directamente relacionadas con los confines de nuestro continente e islas- la Sexta Raza-Raíz aparecerá en el escenario de nuestra Ronda. 

¿Cuándo será esto? ¡Quién lo sabe! Sólo quizás los grandes Maestros de la Sabiduría; y estos permanecen tan silenciosos respecto al asunto, como los nevados picos que contemplan. Todo lo que sabemos es que vendrá ella silenciosamente a la existencia; tan en silencio, a la verdad, que durante milenios sus avanzadas, los niños especiales que se desarrollarán como hombres y mujeres peculiares, serán considerados como lusus naturae anómalos, rarezas anormales físicas y mentales. 

Luego, a medida que aumenten y su número se haga cada vez mayor con cada edad, se encontrarán un día en mayoría. Entonces los hombres presentes empezarán a ser considerados como bastardos excepcionales, hasta que, por último, desaparecerán de los países civilizados, sobreviviendo tan sólo en pequeños grupos en islas (las mesetas de las montañas de hoy), en donde vegetarán, degenerarán, y por último se extinguirán quizás dentro de millones de años, como se han extinguido los Aztecas, y como se están extinguiendo los Nyam-Nyam y los enanos Mûla Kûrumba de Nilghiri Hills. 

Todos estos son los restos de las que fueron una vez razas poderosas, el recuerdo de cuya existencia se ha extinguido por completo de la memoria de las presentes generaciones, lo mismo que nosotros desapareceremos de la de la Sexta Raza de la Humanidad. La Quinta Raza se superpondrá a la Sexta durante muchos cientos de miles de años, transformándose con ella, más lentamente que su sucesora, cambiando todavía en estatura, en el físico en general, y en mentalidad, del mismo modo que la Cuarta se superpuso a la Raza Aria y la Tercera se superpuso a los Atlantes.
            
Este proceso de preparación para la Sexta gran Raza debe durar todo el tiempo de la sexta y séptima subrazas. Pero lo últimos restos del Quinto Continente no desaparecerán sino algún tiempo después del nacimiento de la nueva Raza; después que otra nueva morada, el Sexto Continente, haya aparecido sobre las nuevas aguas en la faz del Globo, para recibir al nuevo huésped. A él también emigrarán, y allí se establecerán todos aquellos que tengan la fortuna de escapar al desastre general. ¿Cuándo sucederá esto? La escritora, como se ha dicho antes, no puede saberlo. 

Sólo que, como la naturaleza no procede por impulsos ni saltos repentinos, así como el hombre no cambia repentinamente de niño a hombre maduro, el cataclismo final será precedido de muchos hundimientos y destrucciones más pequeños, tanto por las olas como por fuegos volcánicos. La vida exuberante latirá fuertemente entonces en el corazón de la raza que ahora se halla en la zona americana, pero no habrá ya americanos cuando la Sexta Raza comience; como no habrá europeos; pues entonces se habrán ellos convertido en una  nueva Raza, y en muchas naciones nuevas. Sin embargo, la Quinta no morirá, sino que sobrevivirá por cierto tiempo, sobreponiéndose a la nueva Raza durante muchos cientos de miles de años, y como ya hemos dicho, se transformará con ella más lentamente que su sucesora, aunque cambiando por completo en mentalidad, en lo físico en general y en la estatura. La humanidad no volverá a desarrollar cuerpos gigantescos como los de los Lemures y Atlantes; porque, al paso que la evolución de la Cuarta Raza condujo a esta última hasta el fondo mismo de lo material en su desarrollo físico,  la presente Raza se halla en su arco ascendente; y la Sexta se irá libertando rápidamente de los lazos de la materia, y hasta de la carne.
            
Así, pues, la humanidad del Nuevo Mundo, más viejo con mucho que el Antiguo -hecho que los hombres habían también olvidado- de Pâtâla (los Antípodas, o el Mundo Inferior, como la América es llamada en la India), es la que tiene la misión, y el Karma de sembrar las simientes de una Raza futura, más grande y mucho más gloriosa que todas las que hasta ahora hemos conocido. Los Ciclos de Materia serán reemplazados por Ciclos de Espiritualidad, y por una mente por completo desarrollada. Con arreglo a la ley de la historia y de las razas paralelas, la mayor parte de la humanidad futura estará compuesta de Adeptos gloriosos. La Humanidad es hija del Destino Cíclico, y ni siquiera una de sus Unidades puede escapar a su misión inconsciente, ni librarse de la carga de su trabajo cooperativo con la Naturaleza. De este modo la Humanidad, raza tras raza, llevará a cabo su Peregrinación Cíclica marcada. Los climas cambiarán, y ya han principiado, con cada Año Tropical después de cada subraza extinguida, pero sólo para engendrar otra raza superior en el ciclo ascendente; al paso que, una serie de grupos menos favorecidos, los fracasos de la Naturaleza, se desvanecerán, como ciertos hombres individuales, de la humana familia, sin siquiera dejar un rastro tras sí.
            
Tal es el curso de la Naturaleza, bajo la influencia de la Ley Kármica; de la Naturaleza Siempre presente y Siempre transformándose. Pues, según las palabras de un Sabio, conocido tan sólo de algunos Ocultistas:
            
EL PRESENTE ES HIJO DEL PASADO; EL FUTURO, ENGENDRADO POR EL PRESENTE Y SIN EMBARGO, ¡OH MOMENTO PRESENTE! ¿NO SABES TÚ QUE NO TIENES PADRE, NI PUEDES TENER UN HIJO; QUE TÚ SÓLO ESTÁS SIEMPRE ENGENDRÁNDOTE A TI MISMO? ANTES QUE NI SIQUIERA HAYAS PRINCIPIADO A DECIR: “YO SOY LA PROGENIE DEL MOMENTO QUE FUE, EL HIJO DEL PASADO”, TÚ TE HAS CONVERTIDO EN ESE PASADO MISMO. ANTES DE QUE PRONUNCIES LA ÚLTIMA SÍLABA, ¡MIRA! YA NO ERES EL PRESENTE, SINO EN VERDAD ESE FUTURO. ASÍ SON EL PASADO, EL PRESENTE Y EL FUTURO, LA TRINIDAD EN UNO POR SIEMPRE VIVA - EL MAHÂMÂYA DEL “ES” ABSOLUTO.

H.P. Blavatsky D.S T III


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