Metafísica y filosóficamente, hablando en estricto sentido esotérico, el hombre como unidad completa, está constituido por Cuatro Principios básicos y sus Tres Aspectos en esta Tierra. Las enseñanzas semiesotéricas los resumen en Siete Principios, para facilitar la comprensión vulgar
PRINCIPIOS ETERNOS Y FUNDAMENTALES
1º Âtmâ o Jîva la “Vida Única”, que impregna la Triada Monádica. (Uno en tres y tres en Uno) .
2º Envoltura áurica. El substrato del aura que rodea al hombre, es el primordial y puro Âkâsha, universalmente difundido, la primera película formada en la ilimitada expansión de Jîva, la inmutable Raíz de todo.
3º Buddhi. Es un rayo de la espiritual
Alma universal (ÂLAYA).
4º Manas (el Yo superior). Procede de Mahat, el primer producto o emanación de Pradhâna, que contiene potencialmente todas las gunas
(atributos). Mahat es la Inteligencia cósmica, llamada el “Gran Principio”253
TRANSITORIOS ASPECTOS PRODUCIDOS POR LOS PRINCIPIOS
1º Prâna, el Aliento de Vida, equivalente a Nephesh. A la muerte de un ser viviente. Prâna vuelve a ser Jîva. 252
2º Linga Sharîra, la Forma Etérea, la transitoria emanación del Huevo Áurico. Esta forma precede a la formación del cuerpo físico; y después de la muerte se adhiere a éste, para desvanecerse sólo cuando se desintegra el último átomo
(exceptuando el esqueleto).
3º Manas Inferior. El Alma animal; el reflejo o sombra de Buddhi–Manas que tiene las potencialidades de ambos, pero dominadas generalmente por su asociación con los elementos kâmicos.
Como el hombre inferior es la combinación del aspecto físico de la forma etérea y del psíquico–fisiológico de Kâma–Manas, no se le considera tan siquiera como un aspecto, sino como una ilusión.
El huevo áurico ha de ser bien estudiado, a causa de su naturaleza y de la multiplicidad de sus funciones.
Así como Hiranyagarbha, el Huevo o Matriz de Oro, contiene a Brahmâ, colectivo símbolo de las Siete Fuerzas Universales, de la propia suerte el Huevo Áurico contiene a la vez al hombre divino y al hombre físico, y está directamente relacionado con ambos. Según dijimos, es eterno en su esencia; y en sus constantes correlaciones y transformaciones, durante el progreso reencarnante del ego, es como una máquina de movimiento continuo.
Como expusimos en el tercer tomo de esta obra, los egos o Kumâras que tomaron carne humana al fin de la tercera raza raíz, no son humanos de esta Tierra o plano, sino que se convirtieron en tales al animar al hombre animal, dotándole así de su mente superior.
Cada Kumâra es un “Aliento” o Principio, llamado el Alma Humana, Manas o Mente.
Según dicen las enseñanzas:
“Cada uno de ellos es un pilar de luz. Escogieron su vehículo y se explayaron para circundar al hombre animal con un aura âkâshica, mientras el (mânásico) Principio divino se aposentaba en esa humana forma”.
Por otra parte, la Sabiduría antigua nos enseña que desde esta primera encarnación, los Pitris lunares que habían formado hombres de sus Chhâyâs o sombras, son absorbidos por esta esencia áurica, y cada ego toma al reencarnarse una forma astral distinta para cada una de las personalidades de la serie de encarnaciones.
Por lo tanto, el Huevo Áurico refleja todos los pensamientos, palabras y obras del hombre, y es:
1º El conservador de los anales kármicos.
2º El arsenal de las buenas o malas cualidades del hombre, que por su voluntad, o mejor diremos, por su pensamiento, admite o rechaza las potencialidades, transformadas luego en actos. El aura es el espejo en que los sensitivos y clarividentes sienten, y perciben al hombre interno como realmente es, y no como parece ser.
3º Suministra al hombre la forma astral, sobre la que se modela el cuerpo físico, primero como feto y después como niño y hombre; de modo que la forma astral va creciendo paralelamente a la física. De la propia suerte suministra a los adeptos vivientes su Mâyâvi–Rûpa o cuerpo ilusorio, distinto del cuerpo Astral–Vital.
Después de la muerte suministra al hombre el Kâma–Rûpa o Cuerpo de Deseos (el Fantasma)254 y la Entidad Devachanica.
En el caso de la entidad Devachanica, el Ego ha de revestirse (metafóricamente hablando) de los espirituales elementos de las ideas, aspiraciones y pensamientos de su anterior inmediata personalidad, a fin de entrar en un feliz estado; de otro modo, ¿qué es lo que gozaría de felicidad y recompensa? Seguramente no el Ego impersonal, la Individualidad Divina. Por lo tanto, debe ser el buen karma del difunto, impreso en la substancia áurica, el que suministra al alma humana los suficientes elementos espirituales de la ex personalidad, y lo capacita para creerse todavía en el cuerpo de que acaba de separarse, y experimentar su fruición durante un período más o menos prolongado de “gestación espiritual”. Porque el Devachan es una “gestación espiritual” en una ideal matriz; el ideal y subjetivo nacimiento del Ego en el mundo de los efectos, nacimiento que precede a su próxima encarnación terrena, determinada por su mal karma, en el mundo de las causas255.
En el caso de los Fantasmas, el Kâma Rûpa se forma con las escorias animálicas de la envoltura áurica, con sus recuerdos kármicos de la vida carnal, tan repleta de bajos deseos y egoístas aspiraciones256.
El Linga Sharîra permanece con el cuerpo físico y se desintegra con él, por lo que es preciso formar una entidad astral, un nuevo Linga Sharîra que sobrelleve los pasados Tanhâs y el futuro karma. ¿Cómo puede ésta efectuarse?
El Fantasma mediumnístico, el
“ángel que nos abandonó, se desvitaliza y se desintegra también a su vez257 como completa imagen de la personalidad que fue, dejando en el mundo Kâmalókico de los efectos, sólo el recuerdo de sus malos pensamientos y malas obras, que en terminología ocultista se llaman Elementales humanos o Tânhicos. Estos Elementales constituyen la forma astral del nuevo cuerpo en que el Ego ha de entrar por decreto kármico al salir del estado Devachanico; y la nueva entidad astral se forma en la envoltura áurica, y a ella se ha aludido diciendo:
Karma espera en el dintel del Devachan con su hueste de Skandhas258.
Porque apenas termina el estado Devachanico de recompensa, queda el Ego indisolublemente unido, o mejor dicho, arrastrado por la nueva forma etérea que se dirige, kármicamente, hacia la mujer de cuyo seno ha de nacer la criatura animal, escogida por karma para vehículo del Ego que acaba de despertar de su estado Devachanico. Entonces es precipitada en la mujer la nueva forma etérea, compuesta en parte de la pura Esencia Akâshica del Huevo Áurico, y en parte de los terrenos elementos de las culpas cometidas por la última personalidad.
Una vez allí, la Naturaleza modela el feto de carne, según el patrón del etéreo, valiéndose de los materiales en desarrollo de la simiente masculina en el terreno femenino. Así, de la esencia de una simiente que se destruye, brota el fruto o eidolón de la semilla muerta, cuyo fruto físico a su vez produce dentro de sí otras simientes para futuras plantas. Podemos volver ahora a los Tattvas, para ver lo que significan en la Naturaleza y en el hombre, e inferir de ello el grave peligro de aficionarse al yoga sin conocimiento de causa.
D.S TVI
NOTAS
252 Recuérdese que nuestros reencarnados egos se llaman los Mânasaputras, “Hijos de Manas” (Mahat, la
Inteligencia o Sabiduría
253 Prâna es en la tierra, en todo caso, una modalidad sólo de la vida, un constante y cíclico movimiento de dentro a fuera y de fuera adentro, la inspiración y expiración de Jîva o la vida única, sinónima de la Absoluta e Incognoscible Divinidad. Prâna no es la Vida absoluta, o Jîva, sino su aspecto en un mundo de ilusiones. En The Theosophist (Mayo de 1888, pág. 478) se dice que Prâna es “un estado más sutil que la densa materia terrestre”.
254 Es un error contar el “Kâma Rûpa” como cuarto principio humano; pues hasta después de la muerte no adquiere forma, sino que sintetiza los elementos kâmicos es decir, los deseos y pasiones tales como la cólera, lujuria, envidia, venganza, etc., que son la progenie del egoísmo y de la materialidad.
255 La vida terrena es el mundo de las causas, y el estado Devachanico el mundo de los efectos, en este aspecto.
256 En las sesiones mediumnísticas sólo se puede materializar este Kâma Rûpa, y esto es lo que frecuentemente sucede, cuando la aparición no es la del mismo astral del médium. ¿Cómo es posible, pues, considerar como “ángel”, ni como espíritu desencarnado, a tan vil haz de pasiones y concupiscencias mundanas, galvanizado sólo por el organismo del médium? Valdría tanto como diputar por ángeles buenos a los microbios de la peste.
257 Esta desintegración ocurre en un período más o menos largo, según el grado menos o más espiritual de la personalidad cuyas escorias forman el fantasma. Si prevaleció la espiritualidad, el fantasma o larva, se desintegrará rápidamente; pero si la personalidad fue muy materialística, el Kâma Rûpa puede subsistir siglos; y en determinados, aunque raros casos, sobrevive con ayuda de sus esparcidos Skandhas residuos que, andando el tiempo, se transforman en elementales. En Key to Theosophy, pág. 141 y siguientes se explica, sin entrar en pormenores, cómo los Shandhas son gérmenes de efectos kármicos.
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