Entre las once Estancias omitidas, existe una que hace la descripción completa de la
formación sucesiva de las Cadenas Planetarias, después de haber comenzado la
primera diferenciación cósmica y atómica en el Acosmismo primitivo. Inútil es hablar
de “leyes que aparecen cuando la Deidad se prepara para crear”; pues las “leyes”, o
más bien la Ley, es eterna e increada; y además, la Deidad es la Ley, y viceversa. Por
otra parte, la eterna Ley una desenvuelve todas las cosas en la Naturaleza que ha de
manifestarse, con arreglo a un principio séptuple; y entre otras, las innumerables
Cadenas circulares de Mundos, compuestas de siete Globos graduados en los cuatro
planos inferiores del Mundo de Formación, perteneciendo los otros tres al Universo
Arquetipo.
De estos siete Globos, tan sólo uno, el inferior y el más material de todos,
se halla dentro de nuestro plano o al alcance de nuestros medios de percepción,
permaneciendo los otros seis fuera del mismo y siendo por lo tanto invisibles al ojo
terrestre. Cada una de tales Cadenas de Mundos es el producto y la creación de otra,
inferior, y muerta: es su reencarnación, por decirlo así. Para aclararlo más: se nos
enseña que cada planeta –de los cuales siete únicamente eran llamados sagrados, por
estar regidos por los Dioses o Regentes más elevados, y no porque los antiguos no
supiesen nada de los demás367– ya sea conocido o desconocido, es septenario, como
también lo es la Cadena a que la Tierra pertenece.
Por ejemplo, todos los planetas
tales como Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, etc., nuestra Tierra, son tan
visibles para nosotros, como lo es probablemente nuestro Globo a los habitantes, si
los hay, de los demás planetas, puesto que se encuentran todos en el mismo plano;
mientras que los globos superiores y compañeros de estos planetas están en otros
planos por completo fuera del de nuestros sentidos terrestres. Como su posición
relativa se representa más adelante, así como también en el diagrama añadido a los
Comentarios sobre la Sloka 6 de la Estancia VI, algunas palabras de explicación es
todo cuanto se necesita por ahora. Estos compañeros invisibles corresponden de
modo singular a lo que nosotros llamamos los “principios” del Hombre. Los siete
están en tres planos materiales y uno espiritual, respondiendo a los tres Upâdhis
(bases materiales) y un vehículo espiritual (Vâhana), de nuestros siete Principios en la división humana. Si, con objeto de lograr un concepto más claro, imaginamos a los
principios humanos dispuestos con arreglo al plan que sigue, obtendremos el
diagrama de correspondencias siguiente:
Como procedemos aquí de Universales a Particulares, en lugar de emplear el
método inductivo o de Aristóteles, los números están invertidos. El Espíritu se
enumera el primero en lugar del séptimo, como usualmente se hace, aunque, en
realidad, no debiera hacerse.
Los Principios, según se les llama generalmente con arreglo al Esoteric Buddhism y
otras obras, son: 1, Âtmâ;
2, Buddhi (Alma Espiritual);
3, Manas (Alma Humana);
4,
Kâma Rûpa (Vehículo de los Deseos y Pasiones);
5, Prâna;
6, Linga Sharira;
7, Sthûla
Sharira.
Las líneas negras horizontales de los Globos inferiores son los Upâdhis en el caso
de los Principios humanos, y los planos en el caso de la Cadena Planetaria. Por
supuesto, en lo referente a los Principios humanos, el diagrama no los coloca por
completo en orden; aunque hace ver la correspondencia y la analogía hacia la cual se
llama ahora la atención.
Como verá el lector, se trata del descenso del Espíritu en la
materia, el ajuste (tanto en el sentido místico como en el físico) de los dos, y su
entremezcla para la venidera gran “lucha por la existencia” que aguarda a ambas
Entidades. Se pensará, quizás, que “Entidad” es un término extraño para emplearlo
con referencia a un Globo; pero los antiguos filósofos, que veían en la Tierra un
enorme “animal”, eran más sabios en su generación que en la actual nuestros
modernos geólogos; y Plinio, que llamaba a la Tierra nuestra buena nodriza y madre,
y el único elemento que no es enemigo del hombre, hablaba con más verdad que
Watts, que imaginaba ver en ella el escabel de Dios.
Pues la Tierra no es más que el
escabel del hombre en su ascenso a regiones más elevadas, el vestíbulo …de gloriosas mansiones,
donde se agita siempre multitud compacta.
Pero esto tan sólo muestra cuán admirablemente relaciona la Filosofía Oculta cada
una de las cosas de la Naturaleza, y cuánto más lógicos son sus principios que las
especulaciones hipotéticas y sin vida de la ciencia física.
Habiendo aprendido todo esto, el místico se encontrará mejor preparado para
comprender la enseñanza oculta, si bien los que estudian la ciencia moderna pueden
(y probablemente lo harán) considerarla absurda y sin sentido.
El ocultista, sin
embargo, sostiene que la teoría ahora discutida es mucho más filosófica y probable
que cualquiera otra. Es más lógica, de todos modos, que la recientemente
promulgada, según la cual la Luna es la proyección de una parte de nuestra Tierra,
expelida cuando esta última era tan sólo un globo en fusión, una masa plástica
fundida.
El autor de Modern Science and Modern Thought, Mr. Samuel Laing, dice:
Las conclusiones astronómicas son teorías fundadas en datos tan inciertos, que
mientras en algunos casos dan resultado de una brevedad increíble, como el de 15
millones de años para todo el pasado proceso de formación del sistema solar, en otros
dan resultados de una extensión de tiempo casi increíble, como el suponer que la Luna
fue lanzada desde la Tierra, cuando ésta giraba en tres horas, mientras que el máximo
retraso observado exigiría 600 millones de años para hacerla girar en veintitrés horas, en
lugar de veinticuatro368.
Y si los físicos persisten en tales especulaciones, ¿por qué han de reírse de la
cronología de los indos, tachándola de exagerada?
Se dice, además, que las Cadenas Planetarias tienen sus Días y sus Noches, o sea
períodos de actividad o vida, y de inercia o muerte; y se conducen en los cielos como
los hombres en la tierra; engendran a sus semejantes, envejecen y quedan
personalmente extinguidas, viviendo tan sólo en su prole sus principios espirituales,
a manera de supervivencia propia.
Sin intentar la dificilísima tarea de explicar todo el proceso con todos sus cósmicos
detalles, puede decirse lo suficiente para dar una idea aproximada de él.
Cuando una
Cadena Planetaria se encuentra en su última Ronda, su Globo A antes de morir por
completo, envía toda su energía y principios a un centro neutral de fuerza latente, un
centro laya, dando con ello vida a un nuevo núcleo de substancia o materia no
diferenciada; esto es, lo despierta a la actividad o le da vida. Supongamos que una
evolución semejante haya tenido lugar en la Cadena Lunar Planetaria; supongamos además, en gracia del argumento, que la Luna es mucho más vieja que la Tierra
(aunque la teoría de Mr. Darwin citada antes, ha sido últimamente echada abajo, y a
pesar de que el hecho no ha sido todavía determinado por el cálculo matemático).
Imaginemos que evos antes de desenvolverse el primer Globo de los siete nuestros,
permanecían los seis Globos compañeros de la Luna, justamente en la misma
posición con relación unos a otros que la que ocupan en la actualidad los Globos de
nuestra cadena con respecto a nuestra Tierra369. Y ahora será fácil imaginar al Globo
extremo A de la Cadena Lunar dando vida al Globo A de la Cadena Terrestre, y
muriendo; luego al Globo B de la primera transmitiendo su energía al Globo B de la
nueva Cadena; después al Globo C de la Cadena Lunar, creando su producción, la
esfera C de la Cadena Terrestre; luego a la Luna (nuestro Satélite) lanzando toda su
vida, energía y poderes al Globo más inferior de nuestro anillo planetario, al Globo
D, nuestra Tierra; y habiéndolos transferido a un nuevo centro, se convierte
virtualmente en un planeta muerto, en el cual la rotación ha casi cesado desde el
nacimiento de nuestro Globo.
Es innegable que la Luna es el satélite de la Tierra;
pero esto no invalida la teoría de que ha dado todo a ésta menos su cadáver. Para
que la teoría de Darwin se mantenga en pie, excepto la hipótesis justamente
destruida, han tenido que ser inventadas otras especulaciones todavía más
incongruentes. De la Luna se dice que se ha enfriado cerca de seis veces más
rápidamente que la Tierra370. “Si han pasado desde la consolidación de la tierra
catorce millones de años, la Luna tiene tan sólo once millones y dos tercios de años
desde aquel estado…”, etc. Y si nuestra Luna es sólo una salpicadura de nuestra
Tierra, ¿por qué no puede establecerse una consecuencia semejante para las Lunas de
otros planetas?
Los astrónomos dicen, “no lo sabemos”. ¿Por qué no tienen satélites
Venus ni Mercurio, y, cuando existen, qué es lo que los formó? Los astrónomos no lo
saben porque, decimos nosotros, la Ciencia tiene tan sólo una clave (la clave de la
materia) para abrir los misterios de la Naturaleza, mientras que la Filosofía Oculta
posee siete claves, y explica lo que la Ciencia no logra ver. Mercurio y Venus no
tienen satélites, pero sí “padres”, precisamente como los tiene la Tierra. Ambos son
mucho más antiguos que la Tierra, y antes de que ésta llegue a su Séptima Ronda, su
madre, la Luna, se habrá disuelto en aire sutil, como sucederá o no, según el caso, con
las “Lunas” de los demás planetas, puesto que existen planetas que poseen en varias
lunas; misterio que aún no ha resuelto ningún Edipo de la Astronomía.
La Luna es ahora el frío residuo, la sombra, arrastrada tras el nuevo cuerpo adonde
han pasado, por transfusión, sus poderes y principios de vida. Se halla ahora
condenada a estar persiguiendo a la Tierra durante largas edades; a ser atraída por
ella y a atraer a su vez a su hija. Constantemente vampirizada por su hija, se venga penetrándola por todas partes con la influencia maligna, invisible y emponzoñada,
que emana del lado oculto de su naturaleza. Pues es un cuerpo muerto, y sin
embargo, vive. Las partículas de su cuerpo corrupto hállanse llenas de vida activa y
destructora, a pesar de que el cuerpo antes animado por ellas, carece de alma y de
vida. Por lo tanto, sus emanaciones son al mismo tiempo benéficas y maléficas;
encontrando esta circunstancia su paralelo en la tierra, en el hecho de que en ninguna
parte las hierbas y las plantas en general tienen tanto jugo ni medran tanto como en
las sepulturas; siendo al mismo tiempo perniciosas sus emanaciones cadavéricas de
cementerio, las cuales pueden matar.
Lo mismo que los vampiros, la Luna es amiga
de los brujos y enemiga del incauto.
Desde las épocas arcaicas y los últimos tiempos
de las hechiceras de Tesalia, hasta algunos de los actuales tântrikas de Bengala, su
naturaleza y propiedades han sido conocidas por todos los ocultistas; pero han
permanecido como libro cerrado para los físicos.
Tal es la Luna considerada desde los puntos de vista astronómico, geológico y
físico. En cuanto a su naturaleza metafísica y psíquica, debe continuar siendo un
secreto oculto en esta obra como lo fue en el volumen llamado Esoteric Buddhism, no
obstante la confiada afirmación que allí se hace de que “ahora no existe ya mucho
misterio respecto al enigma de la octava esfera”
371.
A la verdad, son cuestiones éstas
“acerca de las cuales los Adeptos se muestran muy reservados en sus comunicaciones
a discípulos no iniciados”; y puesto que por otro lado nunca han sancionado o
permitido la publicación de ninguna clase de especulaciones sobre ellas, cuanto
menos se diga, tanto mejor.
Sin embargo, sin entrar en el terreno prohibido de la “octava esfera”, puede ser útil
citar algunos hechos más respecto a las ex mónadas de la Cadena Lunar (los
“Antecesores Lunares”), pues desempeñan un papel importante en la
Antropogénesis, que viene después.
Esto nos lleva directamente a la constitución
septenaria del hombre; y como últimamente la cuestión de cuál es la mejor
clasificación que debe adoptarse para la división de la entidad microcósmica, ha
originado alguna discusión, se han añadido dos sistemas, con objeto de que la
comparación sea más fácil. El corto artículo que viene a continuación procede de la
pluma de Mr. T. Subba Row, sabio vedantino. Él prefiere la división brahmánica del
Râja Yoga, y mirando las cosas desde un punto de vista metafísico, tiene razón por
completo. Pero como es asunto de simple elección y conveniencia, adoptamos en
esta obra la clasificación transhimaláyica, sancionada por el tiempo, de la “Escuela
Esotérica Arhat”. La siguiente tabla y su texto explicativo han sido copiados de The
Theosophist de Madras, y también figuran en Five Years of Theosophy 372.
NOTAS
367 Se citan muchos más planetas en los Libros Secretos que en las obras astronómicas modernas
368 Pág. 42 (de la edición anterior).
369 Véase en Esoteric Buddhism: “The constitution of Man” y “The Planetary Chain”.
370 World-Life de Winchell.
371 Pág. 113 (5ª edición).
372 Págs. 185-6.
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