El Profesor Max-Müller ve en este mandala, “algo parecido a una teogonía,
aunque llena de contradicciones (32). Los alquimistas, cabalistas y estudiantes
de filosofía mística encontrarán una perfecta definición del sistema de
Evolución en esta cosmogonía de un pueblo que existió millares de años antes de
nuestra era. Advertirán, además, perfecta identidad de pensamiento entre la
filosofía hermética y las doctrinas de Pitágoras y Platón.
La
evolución, tal como ahora se entiende, supone en la materia un impulso para
tomar forma más elevada, y así lo manifestaron claramente Manu y otros
filósofos indos de la antigüedad. Ejemplo de ello nos da el árbol de los
filósofos en el caso de la disolución del cinc. La controversia entre los
partidarios de la evolución y los de la emanación, puede resumirse en que el
evolucionista detiene toda investigación en las fronteras del Incognoscible, mientras que el
emanacionista cree que nada puede evolucionar ni nacer, si antes no ha sido
involucionado por la potencia espiritual de la vida que prevalece sobre todo.
FAKIRES.
– Devotos religiosos de la India. Están generalmente adscritos a las pagodas
brahmánicas y siguen las leyes de Manu. Van desnudos con sólo un faldellín de
lino, llamado dhoti, en la cintura.
Llevan el pelo muy largo, y en él guardan como si fuera bolsillo la pipa, la
flauta llamada vagudah, cuyo sonido
entorpece catalépticamente a las serpientes, y el bambú de siete nudos. Esta vara mágica la recibe el fakir de su gurú el día
de la iniciación, con los tres mantras
que le comunica al oído. Ningún fakir prescinde de esta poderosa insignia de su
profesión, por cuya divina virtud obran prodigiosos fenómenos (33). El fakir
brahmánico es completamente distinto de los mendigos musulmanes de la India,
también llamados fakires en algunos puntos del territorio británico.
HERMÉTICO.
– De Hermes, dios de la Sabiduría, adorado en Egipto, Siria y Fenicia con los
nombres de Thoth, Tat, Adad, Seth y Satán (34), y en Grecia con el de Kadmos. Los kabalistas lo identifican
con Adam Kadmon, primera manifestación del Poder Divino, y con Enoch. Hubo dos
Hermes: el Trismegistus, y el amigo e
instructor de Isis y Osiris, segunda emanación o “permutación” de sí mismo.
Hermes y Mazeo son los dioses de la sabiduría sacerdotal.
HIEROFANTE.
– Revelador de enseñanzas sagradas. Llevaba este título el jefe de los Adeptos,
que en las iniciaciones explicaba los arcanos a los neófitos. En hebreo y
caldeo se le llamaba Pedro, que
significa el que abre o descubre. De aquí que el Papa, como sucesor del
hierofante de los antiguos misterios, ocupe la pagana silla de “San Pedro”. El
odio de la Iglesia católica a la alquimia y ciencias ocultas y astrológicas, se
explica porque tales conocimientos eran antes prerrogativa del hierofante o
representante de Pedro, quien guardaba los misterios de vida y muerte. Bruno,
Galileo, Kepler y Cagliostro se opusieron a las pretensiones de la Iglesia y
por ello perdieron la vida.
Toda
nación tuvo misterios y hierofantes. Los judíos tenían su Pedro, Tanaim o
Rabino, como Hillel, Akiba (35), y otros cabalistas famosos, únicos que podían
comunicar los terribles secretos de la Merkaba.
En India hubo y hay diseminados por las principales pagodas muchos hierofantes,
conocidos con el nombre de brahmatmas. En el Tíbet el principal hierofante es
el Dalai o Taley-Lama de Lha-ssa (36). Entre las naciones cristianas sólo los
católicos han conservado esta pagana costumbre en la persona del Papa, aunque
han desfigurado tristemente la majestuosa dignidad de tan sagrado cargo.
INICIADOS.
– Los que en la antigüedad aprendían en los Misterios los secretos
conocimientos de boca de los hierofantes. En nuestros días, los aleccionados
por los adeptos a la mística doctrina de las ciencias del misterio, que a pesar
de los siglos transcurridos, tienen pocos, pero verdaderos devotos.
KABALISTA.
– De ... (kabala). Tradición oral. El
cabalista es el estudiante de la “ciencia secreta”; el que interpreta el oculto
y verdadero sentido de las Escrituras, por medio de la simbólica kabala. Los tanaimes fueron los primeros
cabalistas judíos que florecieron en Jerusalén a principios del siglo III antes
de J. C. los libros de Ezequiel, Daniel, Enoch y el Apocalipsis son
genuinamente cabalísticos. La doctrina secreta de la Kabala es idéntica a la de los caldeos y tiene mucho de magia o
sabiduría de los parsis.
LAMAS.
– Monjes budistas que profesan la religión lamaica dominante en el Tíbet,
análogos a los frailes del catolicismo. Están bajo la obediencia del Dalai-Lama
o Sumo Pontífice budista tibetano, que reside en Lhassa y es para los lamas una
reencarnación del Buda.
LUZ
ASTRAL. – Es la luz sideral de
Paracelso y de otros filósofos herméticos. Físicamente es el éter de la ciencia
moderna; y metafísicamente, en su espiritual y oculto sentido, es algo más de
lo que comúnmente se entiende por éter. La física y alquimia ocultas demuestran
que sus ilimitadas ondulaciones abarcan, no sólo “la esperanza y potencia
detoda cualidad de vida”, según afirma Tyndall, sino también la actualización
de la potencia de cada una de las cualidades del espíritu. Los alquimistas y
herméticos creen que el éter astral o sideral, con las propiedades del azufre y
las magnesias blanca y roja o magnes,
es, tanto espiritual como materialmente, el Anima
mundi, el laboratorio de la Naturaleza y del Cosmos. El “Gran Magisterio”
se manifiesta por sí mismo en los fenómenos del hipnotismo, en la levitación
del hombre y de objetos inertes, y puede llamarse éter en el aspecto
espiritual.
La
denominación astral es antigua, y ya
la usaban algunos neoplatónicos. Porfirio dice que el cuerpo celestial está
siempre unido al alma y es “inmoral, luminoso y semejante a una estrella”. La
raíz de la palabra astral es tal vez la voz escita aist-aer (estrella) o la asiria istar,
que significa lo mismo. Como los rosacruces consideraban lo real directamente
opuesto a lo aparente y enseñaban que la luz para la materia era obscuridad para el espíritu,
decían que éste moraba en el océano astral de invisible fuego que rodea al
mundo y pretendían haber descubierto el origen del también invisible espíritu
divino, que desde el trono del invisible y desconocido Dios cobija a todo
hombre y equivocadamente se le llama alma.
Como la Causa primera es invisible e imponderable, únicamente podían los
alquimistas probar sus afirmaciones por los efectos que, dimanantes del
universo invisible, se manifiestan en el mundo físico. Demuestran los
alquimistas que la luz astral penetra la totalidad del Cosmos y late hasta en
la más ínfima partícula de roca, diciendo que la chispa del pedernal es el perturbado
espíritu de esta piedra, que, al tiempo de brotar, desaparece inmediatamente en
las regiones de lo desconocido.
Paracelso
la llamaba luz sideral y consideraba
los astros (incluso nuestra tierra) como porciones condensadas de luz astral, “caídas en la generación y en la
materia”., pero cuyas emanaciones magnéticas o espirituales conservaban
incesante comunicación con el origen patrio de la luz astral. A este propósito
dice: “Los astros nos atraen hacia ellos; y nosotros los atraemos hacia nosotros.
Madera es el cuerpo y fuego la vida que, como la luz, viene de las estrellas y
los cielos. La magia es la filosofía de la alquimia” (37). Todo lo del mundo
espiritual, ha de llegarnos a través de las estrellas, y si estamos en armonía
con ellas, obtendremos inmensos efectos mágicos.
“Así
como el fuego pasa a través de una estufa de hierro, así también los astros
pasan a través del hombre y le comunican sus propiedades, del mismo modo que la
lluvia fertiliza la tierra en que penetra. Los astros rodean a la tierra, como el
cascarón al huevo. A través del cascarón pasa el aire y penetra hasta el
centro del mundo”. El cuerpo humano, lo mismo que la tierra, los planetas y las
estrellas, está sujeto a la doble ley de atracción y repulsión y saturado del
influjo doblemente magnético de la luz astral. Todo es doble en la naturaleza:
el magnetismo es positivo y negativo, activo y pasivo, masculino y femenino. La
noche descansa al hombre de la actividad del día y restablece el equilibrio,
tanto de la naturaleza humana como de la cósmica. Cuando el hipnotizador
aprenda el secreto de polarizar la acción y dar a su fluido fuerza bisexual,
será el mayor de los magos vivientes. Así, pues, la luz astral es andrógina
porque el equilibrio resulta de dos fuerzas que eternamente actúan una sobre
otra. El resultado de esta acción es la VIDA. Cuando las dos fuerzas se gastan y permanecen largo tiempo inactivas,
equilibrándose una con otra en reposo completo, sobreviene la condición de MUERTE.
Un ser humano puede expirar aliento caliente o frío, e inspirar aire frío o
caliente. Todo niño sabe cómo regular la temperatura de su aliento; pero ningún
fisiólogo ha explicado satisfactoriamente la manera de protegerse uno mismo del
aire frío o caliente. La luz astral, principal agente de magia, puede
únicamente descubrirnos los secretos de la naturaleza. La luz astral es
idéntica al akâsa indo.
MÁGICO.
– Antiguamente era título de nombradía y distinción, pero hoy se corrompido su
verdadero significado. En otro tiempo fue sinónimo de honroso, respetable,
instruido y docto. El clero ha convertido este título en epíteto degradante que
el vulgo supersticioso aplica a los brujos embusteros, impostores y charlatanes
que “venden el alma al diablo” y abusan de sus facultades psíquicas, sin advertir
que Moisés fue mágico y al profeta Daniel se le llamó “príncipe de los magos,
de los encantadores y agoreros” (38).
La
palabra mágico se deriva etimológicamente de magh, mah o mahâ que significa grande y se aplicó a
los sacerdotes versados en la ciencia esotérica.
MAGO.
– Palabra derivada de Mag o Maha, que significa grande. El Mahatma
(gran alma) tenía en la India sacerdotes en los tiempos prevédicos.
Los
magos eran sacerdotes del fuego, en Asiria, Babilonia y Persia. Los tres reyes
magos que, según se dice, ofrecieron al niño Jesús oro, incienso y mirra,
adoraban al fuego y eran también astrólogos, pues vieron la estrella de Belén.
Al Sumo sacerdote parsi, residente en Surat, se le llama Mobed, palabra que algunos derivan de Megh o Meh-ab y significa
grande y noble. Según Kleuker, a los discípulos de Zoroastro se les llamó meghestom.
MANTICISMO. – Frenesí mántico o estado en que
se actualiza el don de profecía, sinónimo de manticismo, pues tan honroso es el
título de mántico como el de profeta. Pitágoras y Platón lo tuvieron en mucha
estima y Sócrates aconsejó a sus discípulos el estudio del manticismo. Los
Padres de la Iglesia, que tan severamente condenaron el frenesí mántico de los
sacerdotes paganos y de las pitonisas, no tuvieron reparo en aprovecharse de él
para sus fines particulares. Los montanistas (39) emulaban a los manteis o
profetas. El autor de la obra Profecías
antiguas y modernas, dice que Tertuliano, San Agustín y los mártires de
Cartago estuvieron dotados de frenesí mántico y que los montanistas se parecían
a las bacantes en el salvaje entusiasmo que caracterizaba sus orgías.
Mucho
discrepan las opiniones en lo concerniente al origen de la palabra manticismo. En tiempos de Melampo, rey
de Argos, floreció el famoso vidente Mantis de cuyo nombre se derivaría la
palabra, pero también pudo arrancar de la profetisa Manto, hija del profeta de
Tebas.
Cicerón
define el don de profecía o frenesí mántico, diciendo que en lo más recóndito
de la mente está ocultamente recluida la profecía divina, el divino impulso
cuya actuación parece furor, frenesí y locura.
Sin
embargo, es posible que la palabra mantis
tenga mucho más antigua etimología, no advertida por los filólogos, pues
las dos copas empleadas en los ritos del misterio Soma, denominadas conjuntamente
grahâs, se llamaban cada una de por
sí sukra y manti (40). En esta copa manti se dice que “despierta Brahmâ”. Al
beber sobriamente un sorbo del sagrado zumo, el “espíritu” de Brahmâ,
personificado en el dios Soma, se infunde en el cuerpo del iniciado y se
posesiona de él. De aquí el éxtasis, la clarividencia y el don de profecía. El
Soma estimula dos linajes de adivinación: la natural y la artificiosa. La copa sukra despierta las congénitas
cualidades del hombre, e identifica el alma con el espíritu que, por ser de
naturaleza divina, conoce lo futuro representado en sueños, visiones y
presentimientos. El manti o zumo
contenido en la copa mantis
“despierta a Brahmâ”, es decir, comunica al alma no sólo con los dioses menores
(41), sino también con la suprema esencia divina. El alma recibe iluminación
directamente irradiada de la presencia de su “dios”; pero como queda ignorante
de lo que únicamente saben los cielos, le acomete al iniciado una especie de
frenesí, del que, al recobrarse, sólo recuerda cuanto se le permite recordar.
Respecto
a los adivinos o profetas que abusan de sus facultades para hacer de ellas un
modo de vivir, dícese que están poseídos de un gandharva, divinidad escasamente venerada en la India.
MANTRA.
– Palabra sánscrita equivalente a “nombre inefable”. Cantados con la entonación
prescrita en el Atarva-Veda producen
algunos mantras instantáneo y maravilloso efecto. Generalmente, es el mantra
una plegaria a los dioses y potestades celestiales, según enseñan los libros
brahmánicos de acuerdo con Manú; pero también suele ser una fórmula mágica. En
sentido esotérico, la frase mística o palabra del mantra es el vâch de los brahmanes. En sentido
literal, significa el mantra la revelación directa y divina (sruti) de los libros sagrados.
MARABUTO.
– Musulmán que ha cumplido la peregrinación a la Meca. Santo sepultado en un
sarcófago abierto de propósito en las calles o plazas de las ciudades populosas
de los países mahometanos. El cuerpo del marabuto se coloca en la única tumba o
hueco del sarcófago, y la devoción de los transeúntes mantiene perpetuamente
encendida una lámpara a la cabecera del enterramiento. En El Cairo se ven hoy
día muchos de estos sarcófagos, construidos de albañilería. Algunos sepulcros
de marabuto tienen entre los musulmanes muchísima fama por los milagros que se
atribuyen al santo allí enterrado.
MATERIALIZACIÓN.
– Palabra con que los espirtistas expresan el fenómeno por el cual “toma un
espíritu forma material”. Moisés Stainton propuso que a estos fenómenos se les
diese el nombre menos discutible de “manifestación formal”. Cuando se comprenda
mejor la verdadera naturaleza de las materializaciones, se les dará seguramente
un nombre más adecuado. No es propio llamarlas espíritus materializados, porque
tan sólo son fotografías o esculturas animadas.
MAZDEÍSTAS.
– De Ahura-Mazda (42). Nombre dado a los antiguos persas que adoraban a Ormazd
y prohibían el culto de las imágenes. De los mazdeístas tomaron los judíos el
horror que tuvieron a toda
representación plástica de la Divinidad.
Según
parece, en tiempo de Herodoto prevalecieron contra ellos los magos y sus
prosélitos, entre quienes se cuentan con toda probabilidad los parsis y
geberines a que alude el Génesis (43). Por una extraña confusión etimológica
identifican algunos eruditos a Zoroastro con Zarathustra (44).
METEMPSÍCOSIS.
– El progreso del alma en los sucesivos grados de existencia. Para el vulgo era
el renacimiento en cuerpos de animales. Por regla general, aun muchos que se
precian de eruditos adulteran el significado de esta palabra. El Manava-Dharma-Shastra y otros libros
brahmánicos interpretan el axioma cabalístico que dice: “La piedra se convierte
en planta, la planta en animal, el animal en hombre, el hombre en espíritu y el
espíritu en dios”.
MISTERIOS.
– En griego teletai (perfección) y
por analogía teleuteia (muerte). Eran
reglas secretas que desconocían los profanos y los no iniciados. Por medio de
representaciones dramáticas y otros procedimientos se enseñaba en los misterios
el origen de las cosas, la naturaleza del espíritu humano, sus relaciones con
el cuerpo y el modo de purificarse para alcanzar la vida superior. Por el mismo
método se enseñaban las ciencias naturales, la medicina, la música y la
adivinación. El juramento hipocrático no era más que una obligación mística.
Hipócrates fue sacerdote de Asclepios y algunas de sus obras vieron
fortuitamente la luz pública. Los asclepiadeos estaban iniciados en el culto de
la serpiente de Esculapio, como las bacantes en el de Dionisio, y ambos ritos
quedaron con el tiempo incorporados a los misterios de Eleusis. Más adelante
hablaremos con mayor extensión de los Misterios.
MÍSTICOS.
– Los iniciados. Sin embargo, desde la Edad Media se dio esta denominación a
cuantos, como el teósofo Böehme, el quietista Molinos, Nicolás de Basilea y
otros, creían en la directa comunicación del alma con Dios, análogamente a la
inspiración profética.
NABIA.
– Lo mismo que videncia y vaticinio. El más antiguo y respetado fenómeno
místico. La Biblia llama nabia a la profecía,
y sin reparo se puede incluir esta facultad espiritual entre las de
adivinación, visiones, éxtasis y oráculos. Pero así como los encantadores,
adivinos y aun los astrólogos están explícitamente condenados en los libros de
Moisés, la nabia o profecía y visión
sobrenatural se consideran dones especiales del cielo. En un principio, todas
estas facultades se comprendían colectivamente en el nombre de epoptai (profeta o vidente) y más tarde
se les llamó nebim, plural de Nebo,
dios babilonio de la sabiduría. Los cabalistas distinguen entre nebirah o vidente y nebipoel o mago. El primero es pasivo y tan sólo ve claramente el
porvenir; el segundo es activo y posee facultades mágicas. Sabemos que Elijah y
Apolonio se envolvían en un manto de lana para aislarse de las perturbadoras
influencias del ambiente, y tal vez recurrían a este medio por ser la lana muy
mala conductora de la electricidad.
OCULTISTA.
– El que estudia las diversas ramas de la ciencia oculta. Es término empleado
por los cabalistas franceses, según se advierte en las obras de Eliphas Levi.
El ocultismo abarca todos los fenómenos psíquicos, biológicos, físicos,
cósmicos y espirituales. Es sinónimo de escondido
o secreto y comprende también el
estudio de la cábala, astrología y alquimia.
PITRIS. –
Es opinión general que esta palabra sánscrita significa colectivamente los
espíritus de nuestros antepasados, y de aquí arguyen los espiritistas diciendo
que los fakires y otros taumaturgos orientales son sencillamente mediums, pues ellos mismos confiesan que
no podrían obrar tales prodigios sin el auxilio de los pitris, de quienes son obedientes instrumentos. Esto es erróneo en
muchos aspectos. Los pitris no son
los antepasados de la generación viviente, sino de toda la raza adámica, es
decir, los espíritus de los hombres que constituyeron razas humanas muy
superiores, tanto en lo físico como en lo espiritual, a nuestra raza de
pigmeos. El Manava-Dharma-Shastra los
llama pitris lunares.
PITONISA.
– Al definir Webster esta palabra, sale muy pronto del paso diciendo que era la
mujer que daba los oráculos en el templo de Delfos y, por extensión, toda mujer
que presuma de adivina, como por ejemplo las brujas y hechiceras. Esta
definición es inexacta, apasionada e injusta.
Según
Plutarco, Jámblico, Lamprías y otros filósofos, las pitonisas eran jóvenes
delicadamente sensibles, de costumbres puras y familia humilde, que estaban
adscritas a su respectivo templo, donde se les destinaba habitación
rigurosamente aislada del mundo, en la que sólo podían entrar los sacerdotes y
los videntes; de modo que la vida de las pitonisas superaba en ascetismo a la
de las actuales monjas de clausura. Para ejercer su ministerio se sentaba la
pitonisa en un trípode de bronce, colocado sobre una grieta del suelo que
comunicaba con un subterráneo, en donde se quemaban ciertas drogas cuyos
vapores subían por la grieta hasta envolver a la pitonisa en una atmósfera
excitante que determinaba el frenesí mántico;
y en tal estado daba el oráculo. También llamaban a la pitonisa ventrilocua vates o sea profetisa ventrilocua (45).
Los
brahmanes colocaban la conciencia astral (...) en el ombligo, y lo mismo
creyeron Platón y otros filósofos. El versículo cuarto del segundo himno del Nâbhânedishtha dice así: “Oíd, ¡oh hijos
de los dioses!, al que habla por su ombligo (nâbhâ) y os saluda en vuestras viviendas”. Muchos orientalists
convienen en que ésta es una de las más antiguas creencias induístas. Los
modernos fakires, lo mismo que los antiguos gimnósofos, concentran su
pensamiento en el ombligo y permanecen inmóviles en la contemplación para
identificarse con Atman y unirse a la Divinidad.
El
moderno sonambulismo también considera el ombligo como “el círculo del sol y
asiento de la divina luz interna” (46). Muchos sonámbulos ven, oyen y huelen
por el ombligo, y esto no es simple coincidencia con las primitivas prácticas,
sino prueba evidente de que los sabios antiguos superaban a los modernos
académicos en conocimientos de psicología y fisiología. Hoy día los
hipnotizadores persas, a quienes el vulgo sigue llamando magos, manipulan sobre
el ombligo para ponerse en estado de clarividencia y responder a las consultas
que las gentes les hacen sobre robos, objetos perdidos y asuntos de intrincada
resolución. Dice un traductor del Rig
Veda que los modernos parsis creen que los adeptos de su religión tienen en
el ombligo una llama, cuyo resplandor disipa toda obscuridad y les muestra las
cosas lejanas del mundo físico y las invisibles del mundo espiritual. Llaman a
esta llama la lámpara del deshtur (sumo
sacerdote) y también la luz del dikshita (iniciado),
con otras varias denominaciones.
SAMANOS.
– Categoría sacerdotal de los budistas tártaros de Siberia, análogos, con toda
probabilidad, a los filósofos llamados antiguamente brachmanes, que muchos han confundido con los brahmanes (47). Todos
ellos era mágicos, o, mejor dicho, mediums que desarrollaban
artificiosamente sus facultades. Hoy día los sacerdotes y sacerdotisas samanos
de Siberia son muy ignorantes y ni en cultura ni en saber pueden compararse con
los fakires.
SAMOTRACIOS.
– Dioses adorados en los misterios de Samotracia. Eran idénticos a los
kabeiris, dioskuris y koribantes, y se les daban los nombres míticos de Plutón,
Ceres, Proserpina, Baco, Esculapio y Hermes.
SOMA.
– Bebida sagrada de la India, análoga en virtud y significado al néctar o
ambrosía de los griegos. En el acto de la iniciación de los misterios
eleusinos, el mista apuraba una copa
de kikeón con intento de alcanzar
fácilmente el bradhna o región del
esplendor (mundo celeste).
El
soma que han gustado los orientalistas europeos no es el auténtico, que sólo
pueden beber los sacerdotes iniciados, sino un brebaje sucedáneo que consumen
los no iniciados y los mismos rajás cuando sacrifican en aras de los dioses.
Confiesa Hang, en su Aitareya Brahmana,
que la bebida cuyo sabor le fue tan ingrato no era el Soma, sino el zumo de las raíces de un arbusto llamado nyagradha, que medra en las colinas de
Poona. Sabemos con toda seguridad que la mayoría de los sacerdotes del Dekkan
han olvidado la receta del verdadero soma, cuya confección no señalan los
libros ritualísticos ni es posible adquirir por informe oral. Quedan ya muy
pocos induístas ortodoxos de la primitiva religión védica que se consideren
descendientes de los Rishis, legítimos
agnihôtris o iniciados en los misterios mayores. En el Panteón indio se llama a
esta bebida el Rey-Soma, porque quien la bebe se identifica con el Rey
celestial, de la propia suerte que los apóstoles cristianos estaban llenos del
Espíritu Santo por cuya virtud perdonaban los pecados. El Soma regenera al
iniciado y le transforma en otro hombre, como si naciera de nuevo; sobrepone la
naturaleza espiritual a la física; infunde el divino poder de la inspiración y
actualiza en grado máximo la clarividencia.
Continua...
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