domingo, 11 de noviembre de 2018

ALGUNOS APUNTES SOBRE LA SIGNIFICACIÓN DE LA FILOSOFÍA OCULTA EN LA VIDA (PARTE I)




                                                                                NOTA 

 Los apuntes I, II, III, fueron escritos por H.P.B. y circularon privadamente mientras vivió; aunque con el propósito de que se publicaran algún tiempo después. Estos apuntes convienen más bien a los estudiantes que al vulgo, y no dejarán sin recompensa el cuidadoso estudio y atención que a ellos se aplique. 
Las “Notas de algunas enseñanzas orales” fueron transcritas por algunos discípulos suyos y corregidas en parte por ella, sin que nada se haya hecho para compilar su fragmentario carácter. Tenía H.P.B. el intento de utilizarlas como base de otros apuntes análogos a los tres primeros; pero su delicada salud no le consintió llevar a cabo esta tarea. Así es que se publican con su consentimiento, una vez pasado el plazo durante el cual habían de restringirse a un reducido círculo de lectores. 

  ANNIE BESANT 

 APUNTE I 

 Hay en ocultismo una extraña ley comprobada y corroborada por millares de años de experiencia, y que tampoco ha fallado casi en ningún caso desde la fundación de la Sociedad Teosófica. Tan pronto como uno presta la promesa como discípulo “a prueba” experimenta ciertos efectos ocultos, el primero de los cuales es educir todo cuanto late en la naturaleza del hombre: defectos, costumbres, cualidades y deseos vencidos, ya buenos, ya malos, ya indiferentes. Por ejemplo, si un hombre es vano, sensual, o ambicioso, por atavismo o por herencia kármica, cabe afirmar que estos vicios recobrarán pujanza aun cuando hasta entonces haya logrado ocultarlos y reprimirlos. Se manifestarán irremediablemente, y habrá el hombre de batallar cien veces más duramente que antes, hasta que extinga semejantes propensiones. 

 Por el contrario, si es bueno, generoso, casto y moderado, y tiene alguna virtud oculta y latente en él, se exteriorizará tan irremisiblemente como lo demás. Así el hombre culto a quien repugne que se le considere santo, y que, por lo tanto, lo oculta; no podrá encubrir su verdadera naturaleza, ya sea vil, ya noble. Esta es una ley inmutable en los dominios de lo oculto. Su acción es más marcada cuanto más celoso y sincero es el candidato, y cuanto más profundamente ha sentido la realidad y la importancia de su promesa. * * * Todo estudiante debe estar familiarizado con la antigua máxima oculta: “Conócete a ti mismo”; pero pocos, si alguno, comprenden el verdadero significado de la sabia exhortación del oráculo de Delfos. Todos conocéis vuestra terrena genealogía; pero ¿quién de vosotros ha descubierto jamás los vínculos de herencia astral, psíquica y espiritual que os han hecho lo que actualmente sois? Muchos han manifestado el deseo de unirse con su ego superior; y sin embargo, nadie parece conocer el indisoluble lazo que relaciona su “ego superior” con el Yo único y universal. Para todos los fines del ocultismo, ya sean prácticos, ya meramente metafísicos, es requisito indispensable tal conocimiento. Por lo tanto, nos proponemos comenzar estos apuntes indicando en todos sentidos esta relación con los mundos absoluto, arquetípico, espiritual, manásico, psíquico, astral y elemental. Sin embargo, antes de tratar de los superiores mundos arquetípicos, espiritual y manásico, debemos dominar las relaciones del séptimo, o mundo terrestre (el prakriti inferior o malkuth, como le llaman los cabalistas), con los mundos o planos que inmediatamente le siguen. 

OM 

 “0m” dice el adepto ario, el hijo de la quinta raza, que comienza y acaba con esta sílaba su salutación al ser humano y su invocación a las no–humana Presencias. “Om–Mani” murmura el adepto turanio, el descendiente de la cuarta raza; y tras breve pausa añade: “Padme–Hum”. Los orientalistas han traducido muy erróneamente esta famosa invocación por la frase: “¡Oh la Joya en el Loto!” Porque, si bien Om es literalmente una sílaba consagrada a la Divinidad, Padme significa “en el loto”, y Mani quiere decir “piedra preciosa” no son, sin embargo, correctamente traducidas las palabras en sí mismas ni en su simbólico significado. En esta fórmula, la más sagrada de todas las orientales, no sólo entraña cada sílaba un secreto poder que produce definido resultado; sino que la entera invocación tiene siete distintos significados con otros tantos efectos, que difieren entre sí. Los siete significados y sus correspondientes efectos, dependen de la entonación que se dé a la fórmula en conjunto y a cada una de sus sílabas; y aun el valor numérico de las letras se aumenta o disminuye, según el ritmo que se emplee. 

Ha de recordar el estudiante que el número implica forma y sonido. El número subyace en la raíz del Universo manifestado; el número y las proporciones armónicas dirigen las primeras diferenciaciones de la sustancia homogénea en elementos heterogéneos; y el número y los números ponen límites a la formativa mano de la Naturaleza. El conocimiento de los números correspondientes al principio fundamental de cada elemento y de sus subelementos; el de la interacción y oficio de los números en el orden oculto de la Naturaleza manifestada; y el de la ley de analogías y correspondencias, os llevarán a descubrir los mayores misterios de la vida macrocósmica. Mas para llegar a lo macrocósmico debéis empezar por lo microcósmico, es decir, por el Hombre, el microcosmos, procediendo en este caso como la ciencia física, inductivamente, o sea de lo particular a lo universal. Sin embargo, como para analizar y comprender las combinaciones y diferenciaciones de sonido se necesita una clave, no debemos nunca perder de vista el método platónico, que empieza por un examen general del conjunto, y desciende de lo universal a lo particular. Este es el método adoptado en matemáticas, las únicas ciencias exactas que hoy día se conocen. Por lo tanto, estudiemos al Hombre; pero si por un momento lo separamos del Todo universal, o lo consideramos aislado, en un solo aspecto, aparte del “Hombre celeste”177, caeríamos en la magia negra o fracasaríamos ignominiosamente en nuestro intento. 

Cuando se comprende bien la mística frase: “Om Mani Padme Hum”, en vez de traducirla por las casi incoherentes palabras: “¡Oh la Joya del Loto!”, alude a esta indisoluble unión del Hombre y del Universo, interpretada de siete modos distintos, con la posibilidad de siete distintas aplicaciones a otros tantos planos de pensamiento y acción. Desde cualquier punto de vista que la examinemos, significa: “Yo soy lo que soy”; “Yo estoy en ti y tú estás en mí”. En esta íntima unión, el hombre bueno y puro se convierte en un dios. Consciente o inconscientemente, él determinará, o inocentemente provocará resultados inevitables. En el primer caso, si es un iniciado178, puede orientar una corriente protectora o benéfica y proteger y beneficiar así a los individuos y aun a naciones enteras. En el segundo caso, aunque sin darse cuenta de lo que hace, el hombre bueno se convierte en una protección para quien quiera que esté a su lado. Tal es el hecho. Pero debemos, explicar su cómo y porqué, y esto únicamente podemos hacerlo una vez puesta en claro la presencia y potencia de los números en los sonidos. 

Hemos escogido como ejemplo la fórmula: “Om Mani Padme Hum”, a causa de su casi infinito poder en boca del adepto, y de su potencialidad cuando cualquiera la pronuncia. Id con cuidado los que esto leáis. No uséis tal palabra en vano, ni cuando estéis coléricos, no seáis la primera víctima, o lo que es peor, perjudiquéis a quienes amáis. Los orientalistas profanos que en toda su vida no hacen otra cosa que desnatar meras exterioridades, os hablarán con ligereza y mofa de la para ellos superstición de que, en el Tíbet, la frase citada es un poderoso hechizo comunicado a las naciones del Asia central por Padmapâni, el Chrensi tibetano179. 

 Pero ¿quién es verdaderamente Padmapâni? Todos nosotros hemos de reconocerle por nosotros mismos, cuando estemos preparados. Cada uno de nosotros lleva en sí la “Joya en el Loto”, llámese Padmapâni, Krishna, Buddha, Cristo o cualquier otro nombre que podamos dar a nuestro principio divino, el Yo. El relato exotérico dice así: El supremo Buddha, o Amithâbha, en el momento de la creación del hombre emanó de su ojo derecho un rayo de color de rosa. El rayo emitió un sonido y se convirtió en Padmapâni Bodhisattva. Después la Divinidad emanó de su ojo izquierdo un rayo de luz azul que, encarnado en las dos vírgenes Dolma, adquirió el poder de iluminar las mentes de los seres vivientes. Amithâbha llamó entonces a la combinación, que inmediatamente tomó su morada en el hombre: “Om Mani Padme Hum”. 

“Yo soy la Joya en el Loto y en él permaneceré”. Entonces, Padmapâni, “el Uno en el Loto”, hizo voto de trabajar sin descanso hasta conseguir que la humanidad sintiese la presencia de él en sí misma, y de este modo se salvara de las miserias del renacimiento. Prometió además conseguirlo antes del término del Kalpa, añadiendo que, en caso de fracasar, quería que su cabeza se rompiese en innumerables fragmentos. Terminó el Kalpa sin que la humanidad lo sintiese en su frío y malvado corazón; por lo que la cabeza de Padmapâni quedó destrozada y dispersa en mil pedazos. Movida la Divinidad a compasión, volvió a juntar los pedazos en diez cabezas, tres blancas y siete de diversos colores. Desde aquel día, el hombre es un perfecto número Diez. En esta alegoría, la potencia del Sonido, Color y Número encubre ingeniosamente el verdadero significado esotérico. Para el profano, parece uno de los muchos relatos insustanciales acerca de la creación; pero rebosa de significado espiritual y divino, físico y mágico. De Amitâbha (el incoloro o la gloria blanca), dimanan los siete diferenciados colores del espectro solar. Cada uno de éstos emite su correspondiente sonido, que forman los siete de la escala musical. Así como la Geometría, entre las Matemáticas, está especialmente relacionada con la Arquitectura y también (respecto de lo universal) con la Cosmogonía; asimismo los diez Jods de la tétrada pitagórica, o Tetraktys, simbolizando el macrocosmos, tenían que corresponderse con los diez puntos en que está dividida su imagen, el hombre o microcosmos. 

A esto ha provisto la misma Naturaleza, según veremos. Pero convienen algunas palabras explicativas antes de probar esta afirmación y de corroborar la perfecta correspondencia entre el macrocosmos y el microcosmos. El estudio de las ciencias esotéricas tiene dos objetos: 

1º Probar que la esencia espiritual y física del hombre, es idéntica al Principio absoluto y a Dios en la Naturaleza; 

2º Demostrar la presencia potencial en el hombre de la misma virtualidad existente en las fuerzas creadoras de la Naturaleza. Pues bien; el primer requisito para todo el que estudie las ciencias esotéricas con este doble objeto, es conocer perfectamente la correspondencia entre colores, sonidos y números. Según hemos dicho, la sagrada fórmula del lejano Oriente: “Om Mani Padme Hum”, es la más a propósito para evidenciar al estudiante estas correspondientes cualidades y funciones. En la alegoría de Padmapâni, la Joya (o ego espiritual) en el Loto o símbolo del hombre andrógino, sobresalen los números 3, 4, 7, 10 que, como dejamos expuestos, sintetizan al Hombre la Unidad. 

El adelanto de un estudiante de ocultismo depende del completo conocimiento y comprensión del significado y potencia de estos números, en sus varias y multiformes combinaciones, y en su mutua correspondencia con sonidos o palabras, y colores o modos de movimientos, que la ciencia física representa por vibraciones. Por lo tanto, debemos comenzar por la palabra inicial: Om o Aum. Om es un “velo”. La frase: “0m Mani Padme Hum”, no consta de seis, sino de siete sílabas; pues la primera sílaba es doble, debidamente pronunciada (A–um), y tiene esencia trina. Representa la sempiternamente oculta, primordial y trínica diferenciación, no de lo Absoluto, sino en lo Absoluto; y en consecuencia, está simbolizada por el 4, o Tetraktys, en el mundo metafísico. Es el Rayo uno, o Âtman. Es el Âtman, el superior Espíritu en el hombre que, juntamente con Buddhi y Manas, constituye la Tríada superior, o Trinidad. 

Además, esta Tríada con los cuatro principios humanos inferiores, está envuelta en una atmósfera áurica como la yema del huevo (el futuro embrión) por la clara y la cáscara. Los seres superiores perciben este conjunto desde otros planos, de suerte que cada individualidad es para ellos una esfera oval más o menos radiante. Conviene definir los conceptos para indicar al estudiante la perfecta correspondencia entre el nacimiento de un kosmos, de un mundo, de una entidad planetaria o de una criatura terrena y pecadora. Quienes sepan Fisiología lo comprenderán mejor. Los Purânas exponen la exotérica alegoría del nacimiento de Brahmâ (masculino–femenino) en el Hiranyagarbha o Huevo del Mundo, rodeado por sus siete zonas (o más bien dicho, planos), que en el mundo de la forma y de la materia constituyen siete y catorce lokas. 

Los números siete y catorce reaparecen siempre que la ocasión lo requiere. Sin exponer el secreto análisis, los indos han comparado desde tiempo inmemorial la matriz del Universo y también la matriz solar con el útero femenino. Del Universo dicen: “Su matriz es tan vasta como el Meru”, y además se lee: en las aguas de los grandes océanos futuros, yacen dormidos los continentes, mares, montañas, estrellas, planetas, dioses, demonios y hombres. El conjunto puede simbolizarse en la pulpa interna de un coco cubierta por piel y corteza. 

El Vishnu Purâna180 añade: Meru era su amnios, y las otras montañas eran su corión. Análogamente nace el hombre en la matriz de su madre. Así como Brahmâ, según las tradiciones exotéricas, está rodeado por siete envolturas internas y siete externas en el Huevo del Mundo, así también el embrión, es la primera o la última envoltura, según se empiece a contarlas. 

La Cosmogonía esotérica enumera siete capas o envolturas internas y siete externas. La Fisiología exotérica divide el contenido del útero en siete también; aunque ignora la similitud de esta división y que es copia de la matriz universal. El contenido del útero es como sigue: 

1º Embrión.
2º Líquido amniótico que envuelve inmediatamente el embrión. 
3º Amnios, o membrana derivada del feto, que contiene el líquido amniótico. 
4º Vesícula umbilical, que sirve para alimentar y nutrir originalmente al embrión. 
5º Alantoides, o alargamiento del embrión en forma de saco ciego, que se extiende entre el amnios y el corión por en medio del espacio entre ellos, y que concretado en la placenta sirve para alimentar el embrión. 6º Espacio entre el amnios y el corión, lleno de un líquido albuminoso. 
7º Corión, o envoltura externa. 

Cada uno de estos siete elementos uterinos se corresponde particularmente y está formado con arreglo a un antetipo en cada uno de los siete planos de la existencia; y éstos siete antetipos se corresponden a su vez con los siete estados de la materia y todas las demás fuerzas, sensacionales o funcionales, de la Naturaleza. Daremos ahora un cuadro sinóptico de la correspondencia entre los contenidos de las matrices de la Naturaleza y de la mujer: 

 PROCESO CÓSMICO (Polo superior) 

 1º El Punto matemático llamado la “semilla cósmica”, la Mónada de Leibnitz, que contiene al Universo entero, como la bellota contiene a la encina. Este Punto es la primera burbuja que se forma en la ilimitada superficie de la substancia homogénea, o espacio. Es la burbuja de diferenciación en su estado incipiente. 
 Es el germen del Huevo Orfico o de Brahmâ. Es astrológica y astronómicamente correspondiente al Sol. 

 2º La fuerza vital de nuestro sistema planetario dimana del Sol. a) Con referencia a los planos superiores se la llama Âkâsha. b) Procede de las diez “divinidades” o diez números del Sol que es de por s el “Número Perfecto”. Los diez números se llaman Dish (en realidad el espacio) o las fuerzas extendidas por el espacio, tres de las cuales están contenidas en el Âtman del Sol, o séptimo principio, y las otras siete en los rayos emitidos por el Sol 

 3º El Eter del Espacio que, en su aspecto externo, es el plástico revestimiento que se supone envuelve al Sol. En el plano superior es el conjunto del Universo, pues la tercera diferenciación de la substancia evolucionante o mulaprakriti, se transmuta en prakriti. a) Se corresponde místicamente con el Mahat manifestado, la inteligencia o Alma del mundo. 

4º Las partes substanciales o contenidos siderales del éter, que la ciencia moderna desconoce, representados: a) En los misterios ocultos y cabalistas, por los elementales. b) En la astronomía física, por los meteoros, cometas y toda clase de cuerpos cómicos ocasionales y fenoménicos. a) La masa potencial del mundo se convierte en globos permanentes durante el manvantara. 

 PROCESO HUMANO (Polo inferior) 

 1º El embrión terrestre, que contiene en s al futuro hombre con todas sus potencialidades. Entre los principios humanos es el Âtman, o principio superespiritual, análogo al Sol en el sistema físico solar. 

 2º El liquido amniótico fluye del embrión. a) Con referencia al plano de materia se le llama prâna181. b) Procede de la Vida única y universal, del corazón del hombre y de Buddhi, presidido por los siete Rayos solares (Dioses). 

 3º El amnios, o membrana que contiene el líquido amniótico y envuelve al embrión. Después del nacimiento forma la tercera envoltura, por decirlo así, de aura magnetovital. 182 oa) Es manas, el tercer principio alma humana en el hombre. 

 4º La vesícula umbilical que, según nos enseña la ciencia, sirve para la primera nutrición del feto; pero que, según el ocultismo, lleva al feto, por ósmosis, las influencias cósmicas extrañas a la madre. a) En el adulto se transmutan estas influencias en alimentos de kâma, a cuyo principio presiden. b) En el hombre físico son sus pasiones y emociones, o sean los meteoros y cometas morales, de la naturaleza humana. 

 5º El alantoides o alargamiento del embrión que se extiende entre el amnios y el corión. Se supone que conduce el alimento desde la madre al feto. Corresponde al principio de la vida, prâna o Jîva. 

 6º El alantoides se divide en dos capas. El espacio entre el amnios y el corión, contiene el alantoides y también un líquido albuminoso184 

 7º El corión o zona pelúcida. El objeto globular llamado vesícula blastodérmica, o sean las capas externa e interna de la membrana que ha de formar el hombre fsico. La capa externa o exodermo forma epidermis; la interna o endodermo forma los músculos, huesos, etcétera. También la piel humana consta de siete capas. a) El corión “primitivo” se convierte en permanente. En la evolución misma de las razas, observamos el mismo orden que en la Naturaleza y en el hombre185. 

La placenta humana y animal no llegó a formarse hasta la separación de sexos en la tercera raza raíz. 
En la evolución fisiológica, la placenta no se acaba de formar ni funciona plenamente, hasta pasado el tercer mes de la vida uterina. Desechemos los humanos conceptos de un Dios personal y mantengamos el concepto puramente divino, de lo que está en todas y cada una de las cosas de la ilimitada Naturaleza. Los Vedas lo llaman por su nombre sánscrito esotérico: Aquello, con lo que designan la incognoscible Raíz sin raíz. Si mantenemos este concepto, podremos responder a las siguientes preguntas del Catecismo Esotérico:  
1º –¿Que es el eterno Absoluto? 
 – Aquello. 
 2º –¿Cómo tuvo existencia el Kosmos? 
 –Por medio de Aquello. 
 3º –¿En dónde se sumirá al caer en el pralaya? 
 –En Aquello. 
 4º –¿De dónde procede la animada y la supuesta “inanimada” Naturaleza? 
 –De Aquello. 
 5º –¿De qué sustancia o esencia está formado el Universo? 
 –De Aquello. 
 6º –¿En qué se ha convertido y volverá a convertirse una y otra vez? 
 –En Aquello. 
 7º –Entonces ¿es Aquello a un tiempo la causa material e instrumental del Universo? 
 –¿Qué otro sino Aquello es o puede serlo? 

 Puesto que el Universo, el Macrocosmos y el Microcosmos186 son diez ¿por qué ha de dividirse el Hombre en siete “principios”? Ésta es la razón de dividir en dos el perfecto número diez. En su totalidad, es decir, superespiritualmente y físicamente, las fuerzas son Diez: Tres en el plano subjetivo e inconcebible, y siete en el objetivo. Conviene tener en cuenta que ahora estamos describiendo los dos opuestos polos: 
 1º El primordial Triángulo que, tan luego como se refleja en el “Hombre celeste”, el superior de los siete inferiores, desaparece y se restituye a la “Oscuridad y el Silencio”; 
2º El hombre astral paradigmático, cuya mónada (âtmâ) está representada también por un triángulo, pues se va transformando en ternario en los conscientes intervalos devachánicos. 
El hombre meramente terrestre se refleja en el universo de materia, por decirlo así, de arriba abajo, y el Triángulo superior, en donde residen la ideación creadora y la subjetiva potencialidad de la facultad formativa, se transporte al hombre de barro debajo de los siete. 

Así, tres de los diez, son realidad uno solo y contienen en sí el mundo arquetípico sólo en ideal y paradigmática posibilidad, esto es, en potencia y no en acto. La potencia creadora de formación reside en el Logos, síntesis de las siete Fuerzas o Rayos, que inmediatamente se convierte en el Cuaternario o sagrada Tetraktys. Este proceso se repite en el hombre, en quien el inferior triángulo físico, en conjunción con el femenino Uno, llega a ser el masculino–femenino creador, o generador. Lo mismo ocurre en todavía más inferior plano en el mundo animal. Verdaderamente hay misterio arriba y misterio abajo. Así está relacionado lo supremo, con lo ínfimo y más animal. 

 D.S TVI 

 NOTAS
177  El Universo, simbolizado por Adam Kadmon o su equivalente en las distintas filosofías. 
178 Por supuesto que sólo se trata de un adepto del sendero de la derecha. 
179 Véase tomo III. 
180 Traducción Wilson, corregida por Fitzedward Hall, I, 40. 
181 Prâna es en realidad el universal principio de la Vida. 
182 Empezando a contar desde arriba. 
184 Todas las partes uterinas tienen una relación espiritual directa con sus cósmicos antetipos; y en consecuencia son, en el plano físico, poderosos instrumentos de magia negra. Por esto se consideran impuras. 
185 Véase tomo III, Parte I. 
186 El sistema solar o la Tierra, según el caso. 

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