transportan nuestra conducta a la amabilidad,
benevolencia
y ternura.-CICERÓN: De Legibus, II, 14.
Desciende, ¡oh Soma!, en aquella esplendorosa
corriente
que eclipsó la luz del sol... ¡Oh Soma!, eres el
océano de vida,
por todas partes difundido, que infundes potencia
creadora
en los rayos del sol- Rig Veda, II, 143.
... Aparece la hermosa Virgen de abundosa cabellera
con
dos espigas en la mano, y se sienta para amamantar
a su Niño – AVENAR.
Se atribuye el Pentateuco a Moisés, no obstante la circunstancia de que relata su
propia muerte y de que, por otra parte, el Génesis llama Dan a una ciudad que, según el libro de los Jueces, se llamaba en un principio
Laish, y no tomó el nombre de Dan hasta muy posteriormente. Bien pudo Josías
rasgar sus vestiduras al oír las palabras del Libro de la Ley, porque había en él de Moisés tanto como de Jesús
en el Evangelio de San Juan.
Los teólogos están encerrados en la
alternativa de confesar o que Moisés era un impostor o que los libros a él
atribuidos son una compilación de textos escritos en diferentes épocas por
distintos autores. En ambos casos pierde el Pentateuco
todo derecho a que se le considere fruto de la revelación divina. Está, por lo
tanto, sin resolver en la Biblia el
problema de la palabra del Dios de verdad,
pues, según el texto, dijo Dios a Moisés:
CONTRADICCIONES
BÍBLICAS
Yo el señor,
que aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob en Dios omnipotente. Y mi nombre de
JEHOVAH no lo manifesté a ellos.
En cambio, tenemos
contradictoriamente aquel otro pasaje que dice:
Y llamó el
nombre de aquel lugar, Jehovah-jireh (el Señor ve) .
¿Qué pasaje es el verdadero e
inspirado? ¿Cuál el mentiroso y falso?
Marción y los gnósticos tenían por
engañosa la idea del Dios encarnado, y negaban, en consecuencia, la realidad
física del cuerpo de Cristo, que decían era pura ilusión, pues no estaba
formado de carne y sangre humanas, ni había nacido de mujer, ni su naturaleza
divina pudo contaminarse por el contacto de la pecadora carne. No admitía
Marción más autoridad apostólica que la de Pablo, cuya predicación se ajustaba
al puro evangelio de verdad, sofisticado por los demás apóstoles con mezcolanzas
de la ley mosaica.
Podemos añadir, por último, que la
exégesis moderna, cuya escrupulosidad data de fines del siglo XVIII, considera
que el texto ordenado por Marción sobre el Evangelio de San Lucas, único del
que supo algo, es mucho más fiel y exacto que el correspondiente de los
sinópticos, y así dice muy bien el autor de Religión Sobrenatural que “a
Marción le debemos el verdadero texto de la oración dominical”.
Si de las sectas cristianas pasamos a
la de los ofitas, que estaba en su apogeo en tiempo de Marción y los
basilideanos, hallaremos en ella el fundamento de las herejías de todas las otras. Como los demás gnósticos, repudiaban
por completo los textos mosaicos y no obstante algunos toques originales, su
filosofía derivaba de la tradición cabalística de Caldea, basada en los libros
herméticos, en las enseñanzas de Manú y en las prevédicas doctrinas de la
religión de sabiduría; pues aunque muy eminentes orientalistas descubran en la
filosofía gnóstica semejanzas con la religión gbudista, no invalidan con ello
nuestra afirmación, porque el budismo es, al fin y al cabo, la fuente
originaria del induísmo, ya que Gautama no se declaró contra los Vedas, sino contra las amañadas
interpolaciones y la superposición de dísticos para simular la prueba de que
las castas eran de ordenación divina por haber salido cada una de ellas de los
respectivos miembros de Brahma. Gautama restauró en espíritu y en verdad la
doctrina que de tiempos primievales se enseñaba en el impenetrable secreto de
los internos recintos de las pagodas; y por lo tanto, no es maravilla que los
dogmas fundamentales de los gnósticos coincidan con los del induísmo y budismo.
Sostenían los gnósticos que el Antiguo Testamento estaba inspirado por
una divinidad subalterna, sin la más mínima frase de Sophia o sabiduría, y que el Nuevo
Testamento había perdido su prístina pureza por vicio de las
interpolaciones, enmiendas y añadiduras de los compiladores, que pospusieron la
divina verdad al logro de sus egoístas y pendencieros propósitos.
Enseñaban los ofitas la doctrina de
las emanaciones, tan odiosa para quienes tan sólo conciben la unidad en la
trinidad y la trinidad en la unidad. No designaban con nombre alguno al
Absoluto, cuya primera emanación femenina era Bythos o el Abismo,
de concepto análogo al de la Shekinah
con que los cabalistas simbolizaban el velo
encubridor de la sabiduría en la
principal de las tres cabezas. La
Sabiduría absoluta e innominada de los ofitas equivale a la Mónada de los
pitagóricos, y al igual que estos la consideraban manantial de que emanaba la
Luz (Ennoia o Mente).
TEOGONÍA
COMPARADA
Tenemos, por lo tanto, según la
doctrina ofita, una Tríada constituida por el Absoluto y sus dos emanaciones: Abrasax
(masculina) y Bythos (femenina),
análoga a la primordial Tríada caldea y la abstracta Trimurti induísta.
Si comparamos sinópticamente los tres
sistemas, tendremos:
SISTEMAS
Conceptos INDUÍSTA CALDEO OFITA
El Absoluto
es Brahma Zyaus. En-Soph. Innominado.
La Divinidad manifestada Brahmâ-Nara
(m), Eikon-Anu (m), Innominado,
y andrógina, masculino Nari (f). Anata (f). Abrasax (m),
femenina, es Bythos
(f).
De la unión de ambas
emanaciones surge el Viradj.
Bel. Ophis.
tercer principio, que es
La trinidad masculina,
dimanante del primordial Brahmâ-Vishn-Siva Sin-Samas-Bin (15) Sigé – Bythos -
femenino , es Ennoia .
El sistema caldeo puede también
exponerse con algunas variantes que no alteran la esencia.
El Absoluto es Ad-ad , de quien por emanación procede Anu y de éste Bel y de éste Hea. Sus respectivos principios femeninos o místicas esposas, son: Anata, Belta y Davkina unificadas en Mylitta, que con la Tríada masculina constituía el Arba o raíz de toda potencia y perfección.
El Absoluto es Ad-ad , de quien por emanación procede Anu y de éste Bel y de éste Hea. Sus respectivos principios femeninos o místicas esposas, son: Anata, Belta y Davkina unificadas en Mylitta, que con la Tríada masculina constituía el Arba o raíz de toda potencia y perfección.
Este sistema puede resumirse
sinópticamente como sigue:
Anu
Tríada Bel Mylitta.
Arba o deidad cuaternaria.
Hoa
La equivalencia en el sistema
cristiano es:
Padre
Trinidad Hijo María . Tetraktys cristina.
Espíritu
Santo.
Aquí vemos por qué se llamó
Kirjath-Arba o ciudad de los Cuatro, la ciudad de los kabiris (axieros, eros,
axiokersos) simbolizados en Axiokersa, Demetrio, Kadmiel Hoa, etc.
La década pitagórica se descompone
simbólicamente en la equivalencia de
Anu =
1; Bel =
2; Hoa = 3; en suma, 6
Anu-Bel-Hoa +
Mylitta = 4
Tríada Década = 10
Ennoia u Ofis equivale al Hombre
primitivo, al Pymander de los egipcios, al Unigénito del Padre, o sea la Potencia de la divina Mente o primera
manifestación formal e inteligible del divino Espíritu. Simboliza la primordial
aparición de la presencia divina en el mundo objetivo.
El Absoluto (Divinidad inmanifestada
o Dios de misterio) fecunda con su voluntad a Bythos (abismo infinito e insondable), símbolo abstracto del
Cosmos, incomprensible antes de su manifestación para la inteligencia humana.
Pero como el común de las gentes no hubieran entendido el concepto de una
Divinidad andrógina que en sí asumiera los principios masculino y femenino, la
teología dogmática se vio precisada a idear un Logos o Verbo, es decir, la
actualizante manifestación del Absoluto.
EL TERCER
PRINCIPIO
Los ofitas, de acuerdo con las
tradiciones caldeas, consideraban el tercer principio, Ennoia u Ofis,
procedente generativamente del principio masculino (Sigé) y del femenino (Bythos)
desdoblados del Absoluto. De la Tríada Sigé-Bythos-Ennoia procede Sophia , constituyéndose así la
Tetraktys de que, a su vez, emana el Christos
latente desde toda eternidad en la esencia del Absoluto, como latente también
estuvo el Logos. Así, pues, Christos es uno
en esencia con todos los demás principios emanados del Absoluto; pero
ontológicamente considerado es una entidad andrógina constituida por los dos
elementos Christos y Sophia, que se infundieron en la persona
de Jesús.
Ireneo dice que el Padre y el
Hijo se enamoraron de la belleza de Sophia
(mujer arquetípica), lo cual significa que la Luz, Ennoia, procedente del Padre
y del Hijo fecundó a Sophia para emanar otros dos principios: el Christos perfecto y Achamoth (sabiduría inferior o ....). tenemos, por lo tanto, que
Christos es el medianero y guía entre el Padre y el hombre espiritual, así
como Achamoth (o más correctamente Hakhamoth) es la medianera entre el mundo
mental y el mundo físico.
Por otra parte, Ophis y Sophia son los
desdoblados principios de una entidad andrógina, o sean respectivamente la
sabiduría masculina y la sabiduría femenina, o de otro modo, la Sophia mayor, Sophia Pneuma (Espíritu Santo inmanifestado o Mente arquetrípica de
todas las cosas) y la Sophia menor (Ophis)
o Espíritu Santo manifestado en la persona de Jesús, a quien por esta razón
representaban los ofitas con el atributo de la serpiente Ophis.
El reverendo Preston, sacerdote
católico de Nueva York, en un sermón predicado en las funciones del “Mes de
María” expuso con toda claridad, análogamente a los filósofos paganos, el
concepto del principio femenino en sus relaciones con la Trinidad. Dijo el
predicador:
La obra de
la Redención exigía que mediase en ella una madre, y la única mujer valedera
para que por su mediación se cumpliera la obra de Dios, era María, cuya
virginal pureza dispuso Dios al efecto, porque no era posible que una mujer
contaminada fuese madre de Dios. Aun en su niñez fue la Santa Virgen más
adorable que los serafines y querubines, y según iba creciendo era más pura.
Por su misma santidad reinaba en el corazón de Dios, y llegada la hora, toda la corte celestial quedó en silencio
para que la Trinidad escuchara la respuesta de María, sin cuyo consentimiento
no hubiera sido posible la redención del mundo... en este mes de Mayo
comienza la época de la Pascua, y pues la Naturaleza se engalana con flores y
frutos que prometen copiosa cosecha, esperemos también nosotros la recolección
del dorado fruto. En este mes despierta la mortecina tierra a nueva vida como
símbolo de resurrección; y así, al postrarnos ante la imagen de la bendita e
inmaculada virgen María, brotará de nosotros el vástago del buen propósito, la
flor de la esperanza y el fruto de la santidad.
Al comentar este pasaje nos
permitiremos contradecir en algunos puntos al predicador, advirtiendo en primer
lugar que no es privativo del cristianismo, sino de muchos siglos anterior, el
concepto del principio femenino materno, unido al trínico principio masculino,
con la ventaja de ser más filosófico y muchísimo menos antropomórfico que el
concepto cristiano de la madre de Dios.
Por lo demás, parece como si oyéramos
decir a Ireneo en su exposición de la llamada herejía gnóstica, que el Padre y
el Hijo se enamoraron de la celeste virgen Sophia, o como si recordáramos el
símbolo egipcio de Isis, a un tiempo esposa, hermana y madre de Osiris-Horus.
Los gnósticos sólo consideraban dos entidades; pero los cristianos
paganizaron el concepto, asimilándolo a la Tríada caldea Anu-Bel-Hoa
identificada con Mylitta.
Por lo concerniente al símbolo de la
resurrección en la primavera, también lo tuvieron los paganos en la
resurrección de Osiris, Adonis, Baco y otros dioses solares muertos a manos de
sus enemigos.
La primaveral renovación de la naturaleza, cuando germinan las
simientes adormecidas en el invierno (que se suponían conservadas en el mundo
inferior o Hades), está simbolizada en los tres días que antes de su
resurrección pasan en el infierno Cristo, Orfeo, Hércules y otros personajes
teogónicos.
EQUIVALENCIAS TEOGÓNICAS
Precisamente lo que los cristianos
califican de herejía es la doctrina induísta en toda su pureza. Vishnu, la
segunda persona de la Trimurti, equivale al Logos (pues encarna voluntariamente
en Krishna), y su a la par esposa, hermana e hija Lakmy o Lakshmy representa el
mismo concepto que Isis respecto de Osiris, sephira respecto de En Soph y
Ennoia de Bythos. Krishna es el redentor prometido por Brahma a la humanidad, y
equivale al Christos de los gnósticos. Lakmy, esposa o aspecto femenino de
Vishnu, es el símbolo de la naturaleza física, la madre de todas las formas
objetivas, la mediadora (como la Achamoth de los gnósticos) entre el mundo
mental y el mundo físico. Krishna, en equivalencia de Christos, es el medianero
entre el Absoluto y el hombre espiritual.
Este dogma gnóstico-induísta es más
lógico y admisible que el expuesto en las alegorías del Génesis acerca de la caída del primer hombre. El Dios de Moisés no
sólo maldice a Adán y Eva, sino a la tierra entera con todo cuanto en ella
existe; y aunque les promete un Redentor de la humanidad castigada por el
pecado de los primeros padres, nada nos dice el Nuevo Testamento sobre la
redención de la tierra y los seres vivientes malditos por Dios sin haber
cometido pecado alguno. Por lo tanto, la alegoría gnóstica denota mayor sentido
de justicia y razón que la cristiana.
En el sistema ofita, la sabiduría
andrógina (Sophia) equivale al principio femenino Nari o Narayana que flota
sobre las aguas, pero que no puede vivificarlas inmediatamente porque se
lo impide su pura naturaleza intelectual; ni tampoco puede Sophia vivificar la
materia por intervención del Padre supremo ni de Ennoia, cuya naturaleza es
todavía más espiritual, sino que para vivificarlas ha de valerse de Achamoth,
su propia emanación, cuya naturaleza, entre espiritual y material, la capacita
para relacionarse afinemente con la materia caótica.
El sistema ofita sólo se diferencia
del nazareno de San Juan en el cambio de nombres.
Dice el Codex Nazaroeus que Mano, el supremo rey de Luz, es el “gran
primero”, lo cual significa que es la primera emanación de Ferho (el Absoluto, la Divinidad desconocida, la Vida sin forma).
Es Mano el príncipe de los eones, y de él emanan cinco refulgentes rayos de la
Luz divina (31). Por esto le llamaban los nazarenos Rex Lucis, según se ve en este pasaje:
Unus est Rex Lucis in suo regno, nec ullus qui eo
altior, nullus qui ejus similitudinem retulerit, nuilus qui sublatis oculis,
viderit Coronam quoe in ejus capite est.
Por otra parte, simboliza Mano la
Sabiduría oculta en la Luz manifestada en torno de la principal de las tres
cabezas cabalísticas. De Mano proceden por emanación tres principios de vida: Ebel Zivo (Logos), el Apóstol Gabriel (Christos) y el primer Mensajero de Luz. La Fetahil de los nazarenos equivale al
aspecto espiritual de la Achamoth ofita y el Spiritus equivale al aspecto material de la misma Achamoth.
Fetahil es, según los nazarenos, el
reflejo del señor Abatur, su padre, y le llaman también “el hombre
novísimo”. Viendo el Spiritus sus vanos intentos para crear un perfecto mundo
material, demanda auxilio al desjuicioso e insensato Karabtanos, y con él
se une para engendrar los siete astros y definir, ayudados de estos, las
formas del mundo objetivo, modeladas en la turbulenta materia caótica.
LOS PRIMITIVOS CRISTIANOS
Volviendo al sistema ofita, vemos
análogos símbolos. Incapaz Sophía de crear por sí misma el mundo objetivo, emana
de su propio ser a Achamoth, quien desciende al caos, y sobrecogida por la
densidad de la materia, se desorienta y extravía; pero resuelta, no obstante, a
formar un mundo objetivo, se mueve sobre el caos para vencer la inercia de los
elementos, hasta que empapada, por decirlo así, de materia, y no pudiendo
desembarazarse de ella, emana de sí misma el Creador del mundo objetivo, que unas sectas consideraban como
progenitor de Jehovah y otras como el mismo Jehovah. Precisamente este punto de
la cosmogonía gnóstico-cabalística es el punto inicial del sistema mosaico, que
aceptaron después los cristianos primitivos, cuya incultura (pues pertenecían a
las ínfimas clases de la sociedad) no les permitía conocer las filosóficas
doctrinas de los neoplatónicos ni siquiera los fundamentos metafísicos de la
nueva religión que habían abrazado. Tanto los cristianos procedentes del
judaísmo, sometidos hasta entonces a la tiranía dogmática de las sinagogas,
como los procedentes del paganismo, cuya plebe fue siempre profana a los
Misterios, confundieron en sus ineducadas mentes el concepto de Jehovah con el
del Padre de Jesús, por lo que muerto
éste se suscitaron deplorables contiendas entre los partidarios de Pedro y los
de Pablo, pues lo que uno afirmaba, el otro invariablemente lo negaba.
En su vano intento de presentar como
heréticas las doctrinas de los gnósticos, confunde tan lastimosamente Ireneo
los conceptos y tergiversa las ideas de tal manera, sea por ignorancia o por
malicia, que no es posible desenmarañar el enredo sin cuidadosa compulsa de la Kábala y del Codex. Así, por ejemplo, no establece Ireneo diferencia alguna
entre los setianitas y los ofitas, y dice que llamaban Hominem al Supremo Dios e Hijo
del Hombre a la Mente divina, cuando ni los setianitas ni los
ofitas tuvieron jamás semejantes conceptos de la Divinidad. Pero Ireneo se
contradice al exponer en otro pasaje de sus obras las doctrinas de Cerinto,
discípulo de Simón el Mago, pues dice que, según Cerinto, el mundo no fue creado
por el supremo Dios, sino por un Eón, Virtud o Potestad de tan inferior grado
que no concebía a Aquél que está sobre
todas las cosas. Este Eón se valió de José para engendrar en las entrañas
de su esposa María el cuerpo de Jesús e infundirse en él.
Por lo tanto,
Jesús era, en cuanto hombre, como los demás hombres, y como ellos engendrado y
nacido, por lo que se le llamó el Hijo del Hombre.
Tenemos, pues, que si, según los
gnósticos, era Jesús físicamente hijo de hombre y espiritualmente era el Christos
infundido en su cuerpo, ¿cómo podían llamar Hombre
al Padre, e Hijo del Hombre a la Mente divina (Ennoia)?
Ni los cabalistas ni los gnósticos
antropomorfizaron jamás la Divinidad suprema e incognoscible, sino que
denominaron “Hombre arquetípico” a la segunda emanación del principio femenino
desdoblado del Absoluto y conocido también con los diversos nombres propios de
Shekinah, Sephira, Depth, etc. Por lo tanto, Adam Kadmon, Ennoia y demás
denominaciones del Logos, son
Unigénitos pero no Hijos del Hombre, pues este calificativo es peculiar del
Christos procedente del Hombre arquetípico y Sophía la Mayor por virtud de la
vivificante luz emanada del Padre, foco de toda luz, y por consiguiente de la
luz del Christos.
La filosofía gnóstica distingue entre
el Logos inmanifestado o Primer Logos, y el Logos manifestado y ungido o
Christos. En opinión de Filo Judeo puede llamársele a Ennoia el Segundo Dios,
pero en manera alguna el Segundo Hombre, como pretenden Ireneo y Teodoreto,
pues siempre fue Ennoia para los gnósticos el “Hombre arquetípico”. Ambos
autores cristianos tergiversan la filosofía gnóstica con empeño de identificar
de todos modos, por heréticos que sean, a Jesús con el supremo Dios, cuando
precisamente nunca se les ocurrió a los gnósticos ecuacionar con el
Absoluto, no ya la persona de Jesús, sino ni siquiera la entidad de Cristo.
VERSÍCULO
APÓCRIFO
Podemos comprobar las adulteraciones
de Ireneo, Teodoreto y otros sectarios mediante el cotejo de los manuscritos
originales con las copias posteriores. El artículo del credo que dice: descendió a los infiernos, no aparece en
los manuscritos de los siglos IV y VI, de lo que se colige que fue una
interpolación tomada de las leyendas de Baco y Hércules. Sobre el particular,
dice el autor del Catálogo de los
manuscritos de la Biblioteca Real :
La interpolación en el credo apostólico del artículo: descendió a los infiernos es, a mi
juicio, tan evidente como la del versículo séptimo de la primera epístola del
apóstol San Juan.
Ahora
bien; este versículo dice así:
Porque tres
son los que llevan los archivos en el cielo: el Padre, el Verbo y el
Espíritu Santo. Y los tres son uno.
Sin embargo, después de haber
figurado en los textos canónicos se le tuvo por apócrifo, porque no aparece en
ningún manuscrito griego. Las dos primeras ediciones de Erasmo impresas en
1516 y 1519 omiten este versículo, que no consta en ningún manuscrito anterior
al siglo XV ni mencionan los exégetas griegos ni los doctores latinos, tan afanosos de pruebas a favor de la Trinidad. También lo omite Lutero
en la edición alemana del Nuevo
Testamento.
Eduardo Gibbon fue el primero en
descubrir la interpolación del versículo apócrifo, y por tal lo tuvieron el
arzobispo Newcome y el obispo Lincoln .
Dice Parson sobre este punto:
Desde luego,
que si el versículo de los tres archiveros celestes fuese auténtico, lo
hubieran conocido los primeros autores cristianos y de seguro lo aprovecharan
como argumento de valía en pro del dogma de la Trinidad y en contra de los
herejes.
Isaac Newton dice:
Lo mismo que
hicieron los latinos con el versículo en cuestión, hicieron los griegos con el
versículo 16 del capítulo III de la Epístola
de San Pablo a Timoteo, pues alteraron de ... en ... la abreviatura de la
palabra ..... que aparece en el original manuscrito alejandrino. Con esta
modificación quedó alterado el texto, de modo que se lee: Grande es el misterio de santidad; Dios manifiesto en la carne, en
vez de leer como en el original: Grande
es el misterio de la santidad manifiesta en la carne... Pero ahora que ya
concluyeron las discusiones sobre esta adulteración, cuantos leen el pasaje: Dios manifiesto en la carne, hallan en
él una prueba evidente del dogma relativo a este punto.
Preguntemos otra vez: ¿quiénes fueron
los primitivos cristianos? Los con vertidos por la sencilla elocuencia de
Pablo, que en nombre de Jesús prometía libertarlos de las ligaduras del
dogmatismo. Sabían que eran los “hijos de la promesa”, y no estaba velada
para ellos la bíblica alegoría en que Agar simboliza la Sinagoga judía,
que convirtió en esclavitud la alianza del Sinaí y puso en cautiverio a los
hijos de Jerusalén. Gran número de judíos conversos injertaron en el
cristianismo la persecutoria intolerancia desatada contra todo el que abominaba
de la mojigatería y el dogmatismo; pero, por otra parte, se afiliaron a la
nueva religión muchos gentiles pertenecientes al vulgo del paganismo, que
por ignorancia de las verdades religiosas enseñadas en los Misterios estaban
ansiosas de saber cuál era el único y verdadero Dios en aquel confuso panteón
de dioses mayores y menores.
ANTAGONISMO ENTRE PEDRO Y PABLO
A su vez, el apóstol Pedro, no
desligado de las prácticas judías y partidario de la circuncisión, prometía a sus
catecúmenos la resurrección a una vida futura, si observaban la ley, aunque
ninguno de ellos tenía más idea de la resurrección que la expuesta por los
fariseos, pero negada por los saduceos.
La animosidad de Pedro contra
Pablo dificultó su apostolado, siendo así que hubiera podido convertir a gran
número de paganos sin noción alguna de la vida futura, y a no pocos judíos,
tanto de los que creían en la resurrección predicada por los fariseos, como de
los pertenecientes a la escuela escéptica y materialista de los saduceos. Esto
explica el escaso éxito que el cristianismo obtuvo entre las clases cultas y
aristocráticas, según demuestra la historia eclesiástica, pues oían de labios
de Pedro lo contrario de lo que decía Pablo, y vacilaban entre uno y otro, sin
saber de qué parte estaba la verdad y la inspiración divina.
Decía Pablo:
Echa fuera a
la sierva y a su hijo, porque no será heredero el hijo de la sierva con el hijo
de la libre.
Y así,
hermanos, no somos hijos de la sierva sino de la libre, con cuya libertad
Cristo nos hizo libres.
Mirad que os
digo yo, Pablo: que si os circundidareis, Cristo no os aprovechará de nada.
En cambio, Pedro exclamaba:
Porque
hablando palabras arrogantes de vanidad...
Prometiéndoles
libertad siendo ellos mismos esclavos
de la corrupción, porque todo aquel que fue vencido queda esclavo del que lo
venció.
Y si después
de haberse apartado de las contaminaciones del mundo por el conocimiento de
Nuestro Señor y Salvador, enredados de nuevo en ellas son vencidos... mejor les fuera no haber conocido el camino
de la justicia que después de conocerlo volver las espaldas a aquel
mandamiento santo que les fue dado.
¿Qué quiso significar Pedro con esto?
No podía aludir a los gnósticos, pues
no les había sido comunicado el santo mandamiento, como a Pablo, ni como éste
habían prometido el término de la esclavitud. Por otra parte, Pablo repudia la
antigua alianza simbolizada en Agar, y Pedro la confirma. Pablo previene a las
gentes contra las potestades y dignidades, mientras que Pedro las
acata y amenaza a quienes las desacaten. Por último, Pedro prescribe la
circuncisión, y Pablo la proscribe.
Con el tiempo, el episcopado de la
nueva religión fundió en un molde artificiosamente dispuesto todas estas
contradicciones, falsedades, amaños, supercherías e invenciones, cuyo caótico
conglomerado se puso a cubierto de todo análisis y escrutinio merced a los
terribles anatemas que contenían la curiosidad del lego so pretexto de
sacrilegio y profanación de los Misterios divinos. Desde entonces se
sacrificaron millones de vidas humanas en nombre del Dios de las misericordias,
hasta que la Reforma se declaró contra Pedro a favor de Pablo. Pero por una
extraña paradoja, el apóstol que abominó de la antigua ley de esclavitud, que
dejó a la discreción individual observar o no el sábado y que repudió el
dogmatismo anterior a San Juan Bautista, sirve de modelo y guía al
protestantismo, que apoyado en la antigua ley con más tesón que los mismos
judíos, mostró mayor intolerancia, fanatismo y espíritu persecutorio que la
sinagoga rabínica.
Pues entonces, podemos preguntar
nuevamente, ¿quiénes fueron los primitivos cristianos? Indudablemente los
ebionitas, según opinan los más sagaces críticos, entre ellos el autor de la Religión sobrenatural, quien dice:
No cabe duda
de que las Homilías clementinas
fueron escritas por un gnóstico de la secta de los ebionitas, cuyas doctrinas
asumieron un tiempo la más pura forma del cristianismo.
Y precisamente los ebionitas eran
discípulos y continuadores de los primitivos nazarenos o gnósticos cabalistas,
como se colige de los siguientes pasajes:
Es natural
que los nazarenos admitieran también la doctrina de los eones, pues fueron
instructores de los ebionitas y estos conocían dicha doctrina.
Ebión tenía
las ideas de los nazarenos, las fórmulas de los corintios (quienes atribuían a
los ángeles la creación del mundo) y el nombre de cristianos...
Nazarenos y
ebionitas se unificaron por último, y contagiándose recíprocamente su malicia,
decidieron que Cristo era de semilla de hombre.
JESÚS Y LOS
EBIONITAS
Renán dice que los parientes de Jesús
eran ebionitas, y que los nazarenos consideraban como salvador y profeta a su
primo y precursor Juan el Bautista, cuyos discípulos moraban en la parte opuesta
del Jordán.
Dunlap demuestra que Juan bautizó a
Jesús en un paraje del río donde se adoraba a Adonis, y dice a este propósito:
A orillas
del Jordán, más allá del lago, moraban los nazarenos, secta anterior al
nacimiento de Jesús, quien perteneció a ella. Seguramente, se dilataron por el
Oriente del Jordán y por el Sudeste hacia tierras de loa árabes y sabeanos
(61), en la dirección de Bosra. También debieron propagarse por el Norte hasta
el Líbano y Antioquía y por el Nordeste hasta la colonia de Bercea, donde aún
estaban en tiempo de San Jerónimo. En el desierto tal vez subsistían a la sazón
los Misterios de Adonis, y se invocaba en las montañas el nombre de Adonai .
Según ya hemos visto, dice Teodoreto
que los judíos nazarenos veneraban al Ungido como un hombre justo y seguían el Evangelio llamado de Pedro. Por otra parte, San Jerónimo
encontró en la biblioteca de Cesárea, coleccionada por el mártir Panfilio, el
original hebreo del apóstol Mateo el publicano, y dice sobre el particular:
Los nazarenos
de Beroea de Siria me dieron licencia para traducir el original del Evangelio de San Mateo que la mayoría
tienen por verdadero y he traducido recientemente al griego. Es el Evangelio seguido por los nazarenos y
ebionitas, y el apóstol lo escribió en lengua caldea pero con caracteres
griegos.
Es evidente que los apóstoles
recibieron de Jesús enseñanzas secretas, pues el mismo San Jerónimo, tal vez en
un momento de descuido, declara:
Muy
trabajosa es la traducción que vuestras reverencias me han encomendado, pues el
propio evangelista San Mateo no quiso escribir abiertamente, y si no hubiese sido enseñanza secreta hubiera
añadido al Evangelio algún comentario
suyo; pero como era cosa secreta, encubrió de su propio puño el texto con
caracteres hebreos de modo que sólo pudieran comprenderlo los varones más
religiosos, quienes recibían la explicación de sus antecesores y maestros. Así,
no permitieron sacar copia alguna de este libro, y unos lo interpretaron en un
sentido y otros en otro... Y sucedió que como Seleuco, discípulo de Maniqueo,
publicara este libro después de haber publicado un texto apócrifo de los Hechos de los apóstoles, dio con ello
motivo de escándalo y no de edificación, ya que los oídos de la Iglesia se
mostraron sordos al sínodo que aprobó dicho libro.
Añade San Jerónimo que, no obstante
haber traducido dos veces el texto hebreo escrito por San Mateo de su propio
puño y letra, le costaba mucho trabajo comprenderlo, porque estaba en lenguaje
enigmático. Sin embargo, tiene San Jerónimo el suficiente desahogo para
condenar por herético todo comentario no suyo, aunque sabía muy bien que el
texto original de San Mateo encerraba la verdadera doctrina de Jesús, de cuyas
predicaciones fue testigo el evangelista, y que de los dos textos no era
ciertamente apócrifo el de los nazarenos, sino el griego.
No obstante, San Jerónimo se declara
a sabiendas defensor del texto adulterado en contra del auténtico, pues la
aceptación de este último hubiera entrañado la muerte del dogmatismo cristiano,
ya que el texto hebreo, seguido durante cuatro siglos por los nazarenos y
ebionitas, no proclamaba la divinidad de Jesucristo.
¿A qué maravillarse de los misterios
del cristianismo, desde el momento en que es religión puramente humana? Oigamos
lo que uno de los más ilustres doctores de la Iglesia, San Gregorio Nacianceno,
dice a su amigo y confidente San Jerónimo:
Nada tan a
propósito para alucinar a las gentes como la palabrería, porque cuanto menos
comprenden más admiran. Nuestros antecesores y maestros dijeron con frecuencia,
no lo que pensaban, sino lo que las circunstancias les movían a decir.
PRIMITIVA
COSMOGONÍA CRISTIANA
Pero volvamos al sistema cosmogónico
de los genuinos cristianos primitivos.
Después de haber producido a
Ilda-Baoth sufrió muchísimo Achamoth por su contacto con la materia, hasta
que, al cabo de vigorosos esfuerzos, escapó del cenagoso caos. Como no conocía
el Pleroma, o región materna, llegó al espacio intermedio y desprendióse de las
partículas materiales adheridas a su naturaleza espiritual. Entonces levanta
una recia muralla entre el mundo mental y el mundo físico, por lo que
Ilda-Baoth resulta ser el “hijo de las tinieblas”, el creador del mundo
pecaminoso o aspecto físico del mundo. A ejemplo de Bythos, emana Ilda-Baoth de
sí mismo, y a su propia imagen, seis entidades astrales reflejo una de otra,
pero más tenebrosas a medida que se distancian de su progenitor, con el cual se
distribuyen las siete regiones dispuestas escalonadamente a partir del espacio
intermedio, donde está la región de su madre, Achamoth, hasta la tierra o
séptima región. Así tenemos que Ilda-Baoth y sus seis emanaciones son los
espíritus de las siete esferas planetarias, en cuyo último término está la
tierra. Los nombres de los siete espíritus planetarios son: Ilda-Baoth, Jove o
Jehovah, Sabaoth, Adonai, Eloi, Uraios y Astaphaios.
Los cuatro primeros
(sin contar el de Ilda-Baoth) corresponden indistintamente al “Señor Dios” de
los hebreos; y los dos últimos son los genios del fuego y del agua en la
cosmogonía nazareno-ebionítica.
Pero Ilda-Baoth no era entidad
puramente espiritual, sino que, ambicioso y soberbio, desdeñó la espiritual luz
del espacio intermedio que su madre Achamoth le ofrecía, y quiso crear un mundo
a su semejanza. Auxiliado por sus seis hijos, los genios planetarios, creó al
hombre; pero fracasó en su obra, porque el hombre aquél era un monstruo sin
alma, ignorante, que se arrastraba por el suelo como una bestia. Entonces
Ilda-Baoth implora el auxilio de su madre espiritual, quien le transmite un
rayo de divina luz, con el que anima al hombre material. Dotado así de alma,
obedece al impulso de la luz divina y se eleva más y más, hasta trascender la
imagen de su creador Hilda-Baoth y mostrar semejanza con Ennoia, el Hombre
arquetípico. Henchido por ello de rabiosa envidia, Ilda-Baoth estalla en
animosidad contra su criatura, y clavando la emponzoñada vista en el abismo de
la materia, reflejóse la pasión en ella como en un espejo, con tal intensidad
que del abismo surgió Satán, cuya espiritual inteligencia está
entremezclada de odio, envidia, falacia y lo más vicioso, ruin y grosero de la
materia.
Más y más despechado Ilda-Baoth al
ver la progresiva perfección del hombre, crea los reinos mineral, vegetal y
animal con todos sus malos instintos y viciosas cualidades; pero impotente para
abatir el árbol del conocimiento, que medra en cada una de las regiones
planetarias, se resuelve a separar al hombre espiritual protectora, y le
prohibe comer el fruto del árbol por temor de que descubra los misterios del
mundo superior. Pero Achamoth, que protegía y amaba al hombre por haberle
animado, envió a su propio hijo Ofis en forma de serpiente para inducir al
hombre a comer del fruto del árbol. Y en cuanto el hombre quebrantó tan injusto
y egoísta mandato, se capacitó súbitamente para comprender y abarcar los
misterios de la creación.
Gracias a este conocimiento, formóse
el hombre de su propia mitad espiritual y material una compañera. Ilda-Baoth se
vengó de la primera pareja humana encerrándolos en una mazmorra de carne,
indigna de su naturaleza, donde todavía están esclavizados. Pero Achamoth, que
seguía protegiendo al hombre, estableció entre él y la mansión celeste una
corriente de divina luz para su iluminación espiritual.
TIPOS
DUALÍSTICOS
También se encuentran en el sistema
nazareno-ebionítico las alegorías del batallador dualismo entre el bien y el
mal, el espíritu y la materia, cuyo origen se descubre en la India, de donde lo
tomaron todas las cosmogonías. Los opuestos tipos dualísticos del sistema
gnóstico son remedo y copia de otros antiquísimos en las primitivas
concepciones míticas. Ofis y Ofiomorfos, Sofía y Achamoth, Kadmon y Adam, los
genios y los eones, los ángeles, arcángeles, virtudes y potestades aparecen con
otros nombres en los sistemas induísta, budista y mazdeísta, al paso que
sirvieron de modelo a las personificaciones bíblicas. El “Zeroana” o “Tiempo
sin límites” de los mazdeístas es el prototipo del “Abismo” y de la “Corona” de
los gnósticos, así como del “En Soph” cabalístico. Los seis “Amshaspendas”
creados por la “palabra” de Ormazd el “primogénito”, tienen sus copias reflejas
en “Bythos” y sus emanaciones, así como el tipo dualístico Ormazd-Ahriman y sus
devas ofrece analogía con Ilda-Baoth
y sus seis genios planetarios, contaminados de materia.
Conmovida Achamoth por los males que
no obstante su protección afligen a la humanidad, suplica a su celeste madre
Sofía que recabe del desconocido Abismo
el envío de Christos, hijo y emanación de la Virgen celeste, en auxilio de la
decaída humanidad, pues Ilda-Baoth y sus seis hijos materiales desvían de ella
la divina luz. Achamoth dice entonces a su hijo Ilda-Baoth que el reino de
Christos sería tan sólo temporal, y fiado en ello manda Ilda-Baoth a su propio
mensajero y protegido el profeta Juan el Bautista, de la estirpe de Seth; pero
únicamente escucharon su palabra los nazarenos que adoraban a Iurbo-Adonai .
Además, Achamoth indujo a Ilda-Baoth a que engendrase al hombre Jesús en la Virgen María para que
fuese su reflejo en la tierra, pues la formación de una entidad física
correspondía por naturaleza a Ilda-Baoth, por no estar en las funciones de una
potestad más elevada. En cuanto nació Jesús, unióse el perfecto Christos a Sophía (sabiduría y espiritualidad) y fue descendiendo a través de
las siete regiones planetarias, de cuya respectiva forma se iba revistiendo
para encubrir su verdadera naturaleza a los genios de los planetas, al paso que
absorbía de estos las chispas de divina luz que retenían en su esencia. Así
pudo infundirse Christos en el cuerpo de Jesús en el momento del bautismo en el
Jordán. Desde entonces operó Jesús milagros, pues hasta allí había estado del
todo ignorante de su misión.
Al percatarse Ilda-Baoth de que
Christos amenazaba derrocar el reinado de la materia, concitó en su contra a
los judíos que le condenaron a muerte. Poco antes de morir Jesús en la
cruz, abandonó su cuerpo la duada Christos-Sophía y se restituyó a su propia
esfera. El cuerpo físico de Jesús quedó en la tierra, pero él siguió actuando
en un cuerpo formado de éter.
Dice King acerca del particular:
Desde
entonces sólo tuvo Jesús alma y espíritu, y por esto no le reconocieron sus
discípulos cuando se les apareció después de resucitado. En cuerpo sutil
permaneció en la tierra año y medio, y durante este tiempo recibió de Sophía la
ciencia perfecta, la verdadera gnosis, que comunicó a los pocos discípulos
capaces de recibirla y comprenderla.
Por fin
ascendió Jesús al espacio intermedio donde se sienta a la diestra de Ilda-Baoth
sin que éste lo advierta, y allí acoge a las almas purificadas por el
conocimiento de Cristo. Cuando haya absorbido toda la luz espiritual retenida
entre la materia del reino de Ilda-Baoth, quedará cumplida la obra de la
redención y destituido el mundo. Tal es el significado de la reabsorción de
toda luz espiritual en el pleroma de plenitud del que en un principio
descendiera.
TEOGONÍA OFITA
Pero Teodoreto, de quien toma King
esta exposición doctrinal, apoya en los informes de Ireneo sus propias
observaciones, muy imperfectas por cierto en lo concerniente a los ofitas del
siglo III, cuando ya se habían entremezclado con otras sectas. Por su parte,
también Ireneo los juzga deficientemente, y ni uno ni otro aciertan en la
exposición de la verdadera teogonía de los ofitas, que con sólo tal o cual
variación de nombres es la misma de los gnósticos y nazarenos. Ophis equivale al egipcio Chnuphis (serpiente del Bien), con
majestuosa cabeza de león, símbolo antiquísimo de Thoth, el “Hijo de Dios” y Salvador de la humanidad. Dice Hermes
Trismegisto:
¡Oh humanos!
Vivid sobriamente y conquistad la inmortalidad. Yo soy vuestro instructor y
guía y os conduciré a la salvación.
Así es que los primitivos gnósticos
identificaban al Christos con Ophis (el Agathodaemon), y representaban
a éste en figura de serpiente, como doble símbolo de la eternidad y de la
sabiduría divina, análogamente a la significación del Chnuphis egipcio.
Decían los ofitas:
El supremo
Eón emanó de sí mismo otros eones, entre ellos a Prunnikos de naturaleza femenina, la cual se sumió en el caos,
quedando impregnada de materia, hasta el punto de que no le era posible escapar
de ella ni tampoco caer más abajo, donde nada había afín con su naturaleza . Así permaneció suspendida en el espacio intermedio y emanó de su ser a
Ilda-Baoth , quien, a su vez, emanó siete eones o ángeles, que formaron los
siete cielos.
Ilda-Baoth
encubrió a estos siete genios cuanto estaba por encima de él, a fin de que nada
supieran de lo que le fuese superior . Después los genios crearon al
hombre a imagen de su padre, pero de modo que se arrastraba encorvado por el
suelo como los gusanos. Deseosa entonces Prunnikos de quitarle a Ilda-Baoth el
poder de que inadvertidamente le había dotado, infundió en la forma humana un
destello celeste: el espíritu. Al recibirlo, se alzó el hombre sobre sus pies,
remontó su mente más allá de las siete esferas y glorificó al supremo Padre que
está por encima de Ilda-Baoth. Envidioso
éste, posó su mirada en los ínfimos sedimentos de la materia y engendró una
potestad en figura de serpiente, que indujo a Eva a probar el fruto del árbol
de la ciencia .
Resulta, por lo tanto, que la
serpiente del Génesis, aparecida en escena sin previo aviso, es remedada copia
del archideva, cuya cabeza de sierpe
llaman los persas ash-mogh. Si
la serpiente bíblica quedó privada de sus extremidades antes de tentar a la
mujer, ¿cómo la condena Dios a arrastrarse sobre su vientre? No es posible
suponer que anduviese apoyada en la cola.
Los Padres y doctores de la Iglesia
sostuvieron la supremacía de Jehovah contra la opinión contraria de las
escuelas gnósticas, que en último recurso fueron anatematizadas por
heterodoxas. Esta controversia duró hasta algún tiempo después de Constantino,
si bien en un principio hubo cristianos, como por ejemplo Tertuliano, que
tuvieron de Jehovah el mismo concepto que los gnósticos, sin que San Clemente
de Alejandría, defensor de la opinión contraria, viese nada de herético ni
censurable en las doctrinas de Basílides.
Sobre este punto dice King:
A juicio de
Clemente de Alejandría no era Basílides un hereje, esto es, un innovador
contrario a las enseñanzas de la iglesia, sino sencillamente un filósofo
teosófico que trataba de dar nuevas
formas a verdades antiguas, con intento tal vez de conciliarlas con la
nueva fe, cuya aceptación entrañaba necesariamente la renuncia a la antigua,
como sucede en nuestros días con los indos ilustrados.
TERTULIANO
CONTRA BASÍLIDES
Ireneo y Tertuliano no opinaron lo
mismo que Clemente. Las principales obras de Tertuliano contra los herejes
rebosan de fanática animosidad y mala fe, aunque las escribió afiliado ya a la
secta de Montano , desfigurando en ellas el sistema gnóstico, hasta
convertirlo en absurda monstruosidad, sin más fundamento que la obcecación del
fanatismo sectario. De Basílides, dice Tertuliano:
El hereje Basílides pierde el tino al decir que Abraxas es el Supremo Dios de quien
emanó la Mente, llamada Nous por los griegos, y que de la Mente emanó el Verbo
y del Verbo la Providencia y de la Providencia la Virtud y la Sabiduría y de
estas dos los Principados y Potestades (90) con infinidad de emanaciones
angélicas, en cuya inferior categoría coloca a los que formaron el mundo, y el
último de todos ellos a Jehovah, que según Basílides no es Dios sino uno de los
ángeles.
Inútil es aducir la argumentación de
las Homilías clementinas en
prueba de que Jesús no distinguió jamás entre su “Padre” y el “Señor Dios” de
Moisés, pues está demostrado que no fueron escritas por el autor a quien se
atribuyen sino por un ebionita, en opinión de algunos comentadores, y en
tal caso dataría de mucho antes de la época de San Pablo, so pena de que se
interpolaran posteriormente los pasajes relativos a la identidad de Jehovah y el Padre de Jesús; pues los ebionitas, que según ha demostrado
Epifanio, eran discípulos inmediatos de los nazarenos, nunca consideraron a
Jehovah como el supremo Dios, sino que le llamaron Adonai-Iurbo.
Pero tan cuidadosamente celaban sus
doctrinas los nazarenos, que el mismo Epifanio, no obstante escribir a últimos
del siglo IV, no está seguro de cuáles fuesen sus dogmas, pues dice a este
propósito:
Prescinden
del nombre de Jesús y no se llaman iesaenos
ni judíos ni cristianos, sino nazarenos. Creen en la resurrección de los
muertos..., pero respecto de Cristo, no
sé si lo consideran tan sólo como
hombre o si creen, cual debieran creer, que nació de la Virgen María por
obra del Santo Pneuma.
El autor de las Homilías pone en boca de Simón el Mago argumentos de índole
gnóstica, mientras que Pedro trata de conciliar la ley mosaica y el rito de la
circuncisión con la divinidad de Jesucristo, sin menoscabo de su fe en el
“Señor Dios” que había dejado de “proteger” al “pueblo escogido”.
Según demuestra el autor de la Religión sobrenatural, el Epítome de las
Homilías refunde la doctrina del
texto con la conjeturable intención de eliminar los puntos heréticos (96).
Simón el Mago opina, según las Homilías,
que el Demiurgo, el constructor o Arquitecto del universo, no es el supremo
Dios, y se apoya para ello en las palabras del mismo Jesús, que dice: “Ningún
hombre conoció al Padre”. La misma obra nos representa a Pedro muy indignado
contra la opinión de que los patriarcas no hubiesen podido “conocer al Padre”,
pero Simón le replica, aduciendo en prueba de su aserto aquel pasaje en que
Jesús da gracias al Señor de cielos y tierra por “haber revelado a los niños lo
que encubrió a los sabios”, y a esto redarguye Pedro que lo encubierto a los sabios se refiere a los
misterios de la creación.
Pero aunque en vez de supuesta por el autor de las Homilías
hubiese sido real esta argumentación
de Pedro, no demostraría la identidad de Jehovah con el “Padre” de Jesús, sino
a lo sumo la adhesión de Pedro a la ley mosaica, al rito de la circunsición y a
la letra del Antiguo Testamento sin
que, no obstante su íntimo trato con Jesús, pueda aducir pruebas convincentes
de que el misericordioso y omnipotente Padre fuese el colérico, vengativo y
tonante Dios del Sinaí.
ESOTERISMO
CRISTIANO
Lo que plenamente demuestran las Homilías es que, aparte de la
predicación pública, enseñaba Jesús secretamente a los contados discípulos
merecedores de recibirla. Así pone el autor en boca de Pedro estas palabras:
Recordamos
que nuestro señor y Maestro nos mandó diciendo: “Guardad los misterios para mí
y los hijos de mi casa”. Por lo que también explicaba secretamente a sus
discípulos los misterios del reino de los
cielos (98).
Fácil es de comprender el sentido de
la frase: “guardad los misterios para mí y los hijos de mi casa”, si por
misterio entendemos la doctrina secreta que, según el original del Evangelio de
San Mateo, enseñaba Jesús en la logia (100), análogamente a los ... (aporrheta) o lecciones secretas de los
Misterios paganos, que tan sólo podían recibir los discípulos del círculo
interno, elegidos para ejercer el sacerdocio. De esto cabe inferir que la
doctrina secreta de Jesús, con toda su terminología, era substancialmente
idéntica a la de los neoplatónicos y se apoyaba en la gnosis oriental, como
todas las religiones primitivas. Posteriormente el fanatismo sacerdotal
adulteró esta doctrina con interpolaciones y amaños contradictorios para
conciliar los progresos de cada siglo con los errores del precedente. En
algunos manuscritos hay conceptos tan groseros, que se delatan por sí mismos y
demuestran la ignorancia en que los Padres de la Iglesia estaban del Evangelio
que pretendían defender. Ejemplo de ello tenemos en que, según ya dijimos,
Tertuliano y Epifanio acusaron a Marción de haber eliminado del Evangelio de San Lucas un pasaje que
nunca estuvo en el texto original.
Uno de los errores más notorios es el
de atribuir al profeta Isaías el vaticinio de que Jesús se valdría de parábolas
al predicar a las gentes. Sobre esto, ponen las Homilías en labios de Pedro las siguientes palabras:
Pues Isaías
dijo: Abriré mi boca con parábolas y revelaré lo que estuvo secreto desde el
principio del mundo (101).
El autor de Religión sobrenatural dice a este propósito:
En el siglo
III echó Porfirio en cara a los cristianos el error de atribuir a Isaías una
frase de los Salmos, que puso en grave aprieto a los Padres de la Iglesia.
Eusebio y
Jerónimo intentaron salir del paso achacando el error a torpeza del copista.
Jerónimo va más allá y dice que en los primeros manuscritos no aparecía el
nombre de Isaías en dicho pasaje, sino el de Asaph, que la ignorancia de los
copistas substituyó por aquél... Pero contra esto vale advertir que en ningún
manuscrito de los conocidos se ve el nombre de Asaph, aunque el de Isaías se ha
ido borrando de todos ellos, excepto de algunos que escaparon a la
rectificación.
En el Código sinaítico,
que probablemente es el manuscrito más antiguo de todos ellos, pues data del
siglo IV, hay una nota que dice: “El profeta Isaías figuró en el texto por
haberlo puesto la primera mano, pero lo borró la segunda”.
Es muy significativo que nada pruebe
en el Nuevo Testamento la divinidad
de Jesucristo a los ojos de sus discípulos, quienes ni antes ni después de su
muerte le tributaron honores divinos, sino que sencillamente le llamaban
“maestro”, o sea el mismo título con que a Pitágoras y Platón honraban los
suyos.
En cuantas palabras se han puesto en
boca de Jesús y los apóstoles no se advierte en estos la más leve señal de
adoración divina ni Jesús se proclamó jamás idéntico a su Padre y, aunque
se llamaba hijo de Dios, añadía que “todos los hombres eran hijos del Padre
celestial”. Esta doctrina derivaba legítimamente de la enseñada muchos siglos
antes por Hermes, Platón y otros filósofos.
HUMANIDAD
DE JESÚS
Nueva prueba de que Jesús no se
arrogó la identidad con el Padre nos la da el pasaje siguiente:
...No me
toques, porque aun no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos y diles: Subo
a mi Padre y vuestro Padre; a mi Dios y vuestro dios .
La frase mi Padre y vuestro Padre,
mi Dios y vuestro Dios denota igualdad de condición, aunque superioridad de
evolución respecto de sus discípulos. Dice Teodoreto sobre este punto:
Los herejes
coinciden con nosotros en el concepto de la Causa inicial de todas las cosas;
pero dicen que no hay un solo Cristo-Dios, sino dos entidades, una superior y
otra inferior, que precedentemente moró
en varios. En cuanto a Jesús, unas veces dicen que procede de Dios y otras
le llaman espíritu .
Este espíritu es el Christos, el mensajero de vida, que
algunos llaman también arcángel Gabriel, equivalente al Logos de los neoplatónicos; pero no se
le debe confundir con el Espíritu Santo o Vida, considerado como Potestad femenina por las escuelas gnósticas,
excepto la nazarena, para quien era el aspecto femenino del Espíritu, la luz
astral generadora de todas las cosas materiales, o sea el caos contrarrevuelto
por el Demiurgo.
Sobre esto dice el Zohar:
Al crear al
hombre había luz (espiritual) junto al Padre y había luz (material) junto a la
Madre. Tal es el hombre dual.
Por su parte dice el Código de los nazarenos.
El último día
perecerán los siete astros mal ordenados y también los hijos del hombre que
confesaron al Spiritus, al falso
Mesías, al Deus. Perecerá también la madre
del Spiritus.
Jesús acompañó sus predicaciones de
señales y obras maravillosas; pero contra el excesivo entusiasmo de quienes lo
divinizan, se opone la consideración de que no hizo ni más ni menos que lo que
hicieron otros cabalistas en aquella época en que, por haberse agotado las
fuentes de profecía, no estaban acostumbradas las gentes a los fenómenos
mágicos y el escepticismo culminaba en la secta de los saduceos.
Dice Teodoreto:
Los
gnósticos afirman que el mensajero o delegado de Dios cambia periódicamente de
cuerpo de suerte que va de uno en otro y cada vez se manifiesta de distinto
modo... Y los profetas iluminados usan conjuros e invocan a los demonios y
practican la ceremonia del bautismo en la confesión de sus doctrinas...
Profesan la astrología, la magia y los errores matemáticos.
El don de sanar a los enfermos y de
operar prodigios, que Jesús comunicaba a sus discípulos, demuestra que estos
iban aprendiendo a su lado la teoría y la práctica de la nueva ética, al paso
que fortalecían su fe a medida que acrecentaban sus conocimientos. De
esta gradación en el adelanto de los discípulos nos da ejemplo el caso de
Pedro, quien, no obstante su débil fe al principio, llegó por fin a
sobresalir en la taumaturgia, hasta el punto de que, según dicen los Hechos, le ofreció dinero Simón el Mago
para que le comunicara el don de obrar milagros. Por otra parte, el apóstol
Felipe fue un etrobático tan excelente como el pitagórico Abaris, aunque menos
experto que Simón el Mago.
Ni en las Homilías ni en el texto original de los Evangelios ni en los Hechos
de los Apóstoles hay prueba alguna de que los discípulos de Jesús viesen en
su Maestro algo más que un profeta superior a todos los profetas.
Las Homilías son un alegato en pro del
monoteísmo, aparte de la disquisición puesta en boca de Pedro con intento de
probar la identidad del Dios de Moisés con el “Padre” de Jesús. El autor de las
Homilías parece tan opuesto al
paganismo como a la divinidad de Jesucristo, y como si desconociera el
concepto del Logos, trata únicamente de Sophía,
la Sabiduría según los gnósticos, diciendo que la dualidad Christos-Sophía se infundió en Jesús como antes se había infundido
en Adán, Enoch, Noé, Abraham, Isaac, Jacob y Moisés, a quienes coloca a
un mismo nivel de espiritualidad y les llama “verdaderos profetas” y las “siete
columnas del mundo”. Por otra parte, el autor niega resueltamente por boca de
Pedro la caída de Adán, y en consecuencia el dogma de la redención según lo
expone la teología cristiana, cuyos conceptos en este punto tilda de blasfemos, aceptando en cambio la
doctrina cabalística y en cierto modo platónica de la permutación. De acuerdo
con ella, dice el autor de las Homilías
por boca de Pedro, que Adán no sólo no pecó sino que era incapaz de pecar, porque, como verdadero profeta, estaba
poseído del mismo espíritu de Dios que después se infundió en Jesús.
LA REENCARNACIÓN SEGÚN LAS HOMILÍAS
El “Hijo de Dios” simboliza el
espíritu inmortal del hombre, la entidad divina u hombre verdadero, pues los
vehículos inferiores son entidades imperfectas que, privadas de la luz del
espíritu, quedan reducidos a una duada
animal. El hombre verdadero es trino y no pierde la inmortalidad en los
sucesivos renacimientos a través de las esferas que cada vez le acercan más y
más al esplendente reino de la eterna y absoluta
Luz.
Dice la Kábala:
El
Primogénito de Dios, el santo Velo, la Luz de luces, envía la revolución del Delegado, porque es la primera Potestad .
A lo que arguye un doctor de la
Iglesia:
No hay más
pneuma (espíritu) ni más dunamis (poder) de Dios que el Logos, el primogénito de Dios... Ángeles y potestades hay en los
cielos.
Sin embargo, esta doctrina es
puramente cabalística y la tomaron los cristianos del Zohar y de las sectas gnósticas, pues Jesús no la aprendió en las
sinagogas judías sino en las escuelas cabalísticas.
El texto mosaico apenas
habla de los ángeles y potestades celestes, no obstante las directas
comunicaciones de Moisés con el “Señor Dios de Israel”, y de aquí la enseñanza
relativa a los ángeles se mantuviera secreta y la condenara por herética la
sinagoga. Tal es la razón de que Josefo tilde de herejes a los esenios,
diciendo:
Los que se
afilian a la secta de los esenios juran conservar en toda su pureza las
doctrinas recibidas y transmitirlas en tiempo oportuno tal como las recibieron
y mantener secretos los libros de la secta y los nombres de los ángeles.
Los saduceos no creían en los ángeles
ni tampoco los iniciados griegos, quienes sólo reconocían los dioses y
semidioses del Olimpo. Únicamente los cabalistas y teurgos sostuvieron desde
tiempo inmemorial la creencia en los ángeles, que posteriormente adoptaron
Platón y Filo Judeo, más tarde los gnósticos y por último los cristianos.
Josefo no dijo respecto de Jesús lo
que Eusebio le atribuye en su amañada interpolación, sino que, por el contrario,
señala en los esenios las características culminantes en la doctrina de Jesús.
Así dice de ellos:
Para orar se
retiraban a lugares solitarios... Su palabra es más valedera que un juramento y
esquivan siempre el jurar... Entran en las casas de gentes desconocidas y las
tratan como si fuesen íntimos amigos.
Estos rasgos distintivos coinciden
con los consejos que Jesús dio, según los siguientes pasajes:
Mas tú
cuando orares, entra en tu aposento y cerrada la puerta, ora a tu Padre en
secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Pero yo os digo que
de ningún modo juréis ni por el cielo, porque es el trono de Dios...; mas
vuestro hablar sea sí, sí, no, no; porque lo que excede de esto, de mal procede.
LOS NABATEANOS DE AYER Y DE HOY
Los nazarenos, lo mismo que los
esenios y los terapeutas, interpretaban esotéricamente las Escrituras prescindiendo de la fórmula externa de la ley mosaica,
que el mismo Jesús tuvo en poco, a pesar de los esfuerzos de Ireneo en
presentarle de perfecto acuerdo con Moisés,
Dice Munk que en el desierto
moraban sobre cuatro mil esenios que tenían libros místicos y vaticinaban el
porvenir. Los nabateanos profesaban con levísimas diferencias las mismas
doctrinas que los nazarenos y sabeanos, y todos ellos veneraban mayormente a
Juan el Bautista que a Jesús.
El historiador persa Iezidi dice:
Los
nabateanos llegaron a Siria procedentes de Busrah. Observan el bautismo y creen
en siete arcángeles, aunque al mismo tiempo veneran a Satán. Su profeta Iezed,
que floreció muchísimo antes de Mahoma, enseñaba que Dios le enviaría un
mensajero para revelarle el significado de un libro escrito en los cielos desde
la eternidad.
Los nabateanos moraban en el Líbano,
donde todavía están sus descendientes, y su sistema religioso era puramente
cabalístico. Maimónides los identifica con los sabeanos, según se infiere de
este pasaje:
Te diré
cuáles son las obras que tratan de las creencias e instituciones de los
sabeanos. La más famosa es la titulada: Agricultura de los nabateanos, que
tradujo Ibn Wahohijah y rebosa de quimeras paganas... Habla de la preparación
de talismanes para contrastar el poder de los espíritus, magos, demonios y
trasgos que moran en el desierto.
Hoy día, las tribus diseminadas más
allá del Jordán y los samaritanos de Damasco, Gaza y Naplosa, la antigua
Siquem, conservan tradicionalmente, en toda su primitiva sencillez, la fe de
sus padres, no obstante las persecuciones sufridas durante dieciocho siglos.
Entre ellos hemos de buscar las tradiciones verídicas, por mucho que las hayan
desfigurado superposiciones posteriores, y compararlas con las leyendas
forjadas por los Padres de la Iglesia so capa de revelación. Dice Eusebio que
antes del sitio de Jerusalén, la naciente comunidad cristiana, la mayoría de
cuyos individuos habían conocido personalmente a Jesús y los apóstoles, se
refugiaron en la ciudad de Pella, sita al otro lado del Jordán. Es, por lo
tanto, muy natural que esta primitiva colonia, durante tantos siglos apartada del
resto del mundo, haya conservado íntegra la doctrina del Fundador, y allí
debemos buscar la fuente originaria del cristianismo.
Después de la muerte de
Jesús, todos los cristianos, fuesen ebionitas, nazarenos o gnósticos, se
refundieron bajo la común creencia de que Jesús había sido un hombre justo, un profeta poseído de la entidad Christos-Sophía
manifestada por su mediación. Los primitivos cristianos se mantuvieron unidos
contra la fanática intolerancia de la sinagoga y el tiránico tecnicismo de los
fariseos, hasta que de este común tronco se desgajaron dos ramas: los tanaímes
y los gnósticos.
Entre los primeros se agruparon los partidarios de Pedro
y Juan Evangelista; entre los segundos, los que siguieron a Pablo, y a fines
del siglo II absorbieron a las escuelas gnósticas, cuya mística simbología se
incorporó a la Iglesia romana.
Entre estas contradicciones
hermenéuticas y dogmáticas, ¿qué cristiano se atreverá a definir su fe?
El
texto siriaco del Evangelio de San Lucas
dice:
Jesua, lleno
del Santo Espíritu, volvió del Jordán y el Espíritu le condujo al desierto.
Añade el mismo texto que el Espíritu
Santo descendió sobre Jesús en figura de paloma.
Sobre el particular dice Dunlap:
La
dificultad está en que el Evangelio
declara que Juan Bautista vio descender el Espíritu (Poder de Dios) sobre Jesús
en el momento del bautismo, es decir, en plena virilidad; y por lo tanto, tiene
fundamento la creencia de los ebionitas y nazarenos de que antes del bautismo
no es posible admitir en Jesús los atributos del Logos. Por otra parte, los
gnósticos creían que Jesús era el Logos manifestado en la carne.
El Apocalipsis de San Juan y las opiniones del sincero obispo Sinesio,
que por fin abrazó las doctrinas neoplatónicas, corroboran la sencilla fe de
los primeros cristianos. Sinesio, discípulo de Hipatia, exclama en un arrebato
de inspiración:
¡Oh! Padre
de los mundos... Padre de los eones... Artífice de los dioses, santa es tu
alabanza.
Y dice Hermes:
Santo es
Dios, el Padre de todos los seres. Santo es Dios, cuyo poder se manifiesta en
la Sabiduría. Bendito eres Tú, que todo lo creaste con tu palabra. Creo en Ti y
de Ti doy testimonio, y voy a la VIDA y a la LUZ.
¿Qué obispo cristiano se ha expresado
tan ortodoxamente como el divino pagano?
DEGOLLACIÓN DE LOS INOCENTES
Las evidentes discrepancias de los
Evangelios sinópticos y las adulteraciones que los desfiguran encubren un fondo
de verdad que posteriormente falsearon las exigencias de la Iglesia, hasta
convertir las superposiciones en dogmas, tanto por pruebas ficticias como por
la ciega fe del vulgo. La supuesta degollación de los inocentes por el rey
Herodes tiene algún fundamento alegórico, pues el relato está tomado de las
tradiciones induístas, en que el rey Kansa, tirano de Madura, ordena la muerte
del niño Krishna, hijo de su sobrina Devaki, porque los astrólogos le
pronosticaron que el recién nacido llegaría a arrebatarle la corona. Pero
Krishna se libra de la furia de Kansa por la protección de Mahadeva, quien sugiere
a la madre la idea de escapar a país extraño, mientras que el rey Kansa, con
objeto de asegurar la muerte de su presunto rival, manda degollar a todos los
niños menores de dos años.
Aunque es sorprendente el parecido entre el relato induísta y el del Nuevo Testamento, opinan algunos comentadores, Gaffarel entre ellos, que la degollación de los inocentes, tal como aparece en los Evangelios, alude a las persecuciones emprendidas durante el reinado de Herodes contra los cabalistas y varones doctos que se habían apartado de la ortodoxia judía, y se les llamaba “niños inocentes” a causa de su pureza de vida. Por otra parte, como sucede en algunos grados de la moderna masonería, los iniciados computaban por años simbólicos su grado de iniciación.
De no aceptar la interpretación de
los cabalistas, forzosamente hemos de reconocer que el relato evangélico del
degüello de los inocentes es copia de la leyenda inda.
La mayor parte de comentadores
advierten que la historia no menciona ésta ni ninguna otra matanza de niños, y
en verdad que un suceso de tan horrenda magnitud no hubiera pasado por alto a
los historiadores de la época. El tetrarca de Jerusalén era vasallo de Roma,
que sin duda no dejara impune tan monstruoso crimen. En cambio, los textos
judíos dan copiosas pruebas de la persecución emprendida contra los iniciados.
El Sepher Toldoth Jeschu dice a este
propósito:
JESÚS SEGÚN LAS TRADICIONES HEBREAS
María fue
madre de un niño llamado Jeschu, y ya crecido lo puso al cuidado del rabino
Elhanan. Y el niño adelantaba en conocimientos porque estaba dotado de aguda
comprensión. Después de Elhanan educó a Jeschu el rabino Joshua, hijo de
Perchiah, quien le inició en el
conocimiento secreto; pero como el
rey Janeo mandase matar a todos los iniciados, el rabino Joshua huyó a
Alejandría con el niño.
Durante su
permanencia en Alejandría se hospedaron en casa de una muy principal y docta
señora, a quien el joven Jesús diputó por bella no obstante un defecto que en los ojos tenía, y así se
lo declaró a su maestro. Encolerizado éste al escuchar que su discípulo
encontrara algo bueno en el país de la esclavitud, le maldijo y apartóle de su
presencia.
Relata a continuación el texto en
estilo alegórico una serie de aventuras, de las que se colige que Jesús completó
su iniciación en las escuelas cabalistas de la India, después de instruido en
la ciencia de los egipcios. Muerto el rey Janeo regresó Jesús a Judea.
El erudito autor de Tela ígnea Satanae dice que se
levantaron contra Jesús dos cargos substanciales:
1.º Que prevalido de su iniciación en Egipto había descubierto los secretos del templo.
2.º Que los había profanado al divulgarlos entre gentes que, incapaces de comprenderlos rectamente, los desnaturalizaron. Pero copiemos la traducción del texto hebreo sobre el particular, que dice así:
1.º Que prevalido de su iniciación en Egipto había descubierto los secretos del templo.
2.º Que los había profanado al divulgarlos entre gentes que, incapaces de comprenderlos rectamente, los desnaturalizaron. Pero copiemos la traducción del texto hebreo sobre el particular, que dice así:
Hay en el
santuario del Dios vivo una piedra cúbica en que están esculpidos los sagrados
caracteres cuya combinación revela los atributos y poderes del Nombre inefable
que dan la clave del conocimiento de las ocultas fuerzas de la Naturaleza.
Llaman los
hebreos a esta piedra Scham hamphorash,
y está custodiada por dos leones de oro que rugen cuando alguien se
acerca. Siempre había guardias de vista en las puertas del templo, y en el
santuario sólo entraba una vez al año el sumo pontífice. Pero Jesús, que
conocía el secreto por haberlo aprendido en Egipto, forjó una clave invisible
con la que pudo entrar en el santuario sin que nadie le viese... Cogió los
caracteres de la piedra cúbica escondiéndoselos en el muslo, y en seguida
salió del templo para asombrar al pueblo con sus milagros. Resucitaba muertos,
sanaba leprosos y endemoniados, y a su voz emergían del fondo del mar las
piedras para formar una montaña desde cuya cumbre predicaba su doctrina; pero
como no pudiera mover la piedra cúbica del santuario, modeló otra de arcilla y
la enseñaba a las gentes por verdadera.
Por fin,
prendieron a Jesús y estuvo cuarenta días en la cárcel donde le azotaron por
sedicioso, le lapidaron después por blasfemo en un paraje llamado Sud, y
finalmente le crucificaron.
Este relato, como todos los de los
libros hebreos, tiene doble significado: el literal y el esotérico, cuya
explicación dan los libros cabalísticos. Sin embargo, por mucha cautela que se
haya de tener para aceptar los relatos judíos referentes a Jesús, son algo más
verídicos que los de los demasiado celosos Padres de la Iglesia. Lo cierto es
que Jaime, el “hermano del Señor” como le apellidan los textos, nada dice
acerca de la resurrección, y en ningún pasaje de sus Epístolas llama a Jesús “Hijo de Dios” ni siquiera “Cristo Dios”,
sino tan sólo una vez el “Señor gloriosísimo”, como también llamaban los
nazarenos a Juan el Bautista.
Así vemos en el siguiente pasaje:
Hermanos
míos, no queráis poner la fe del señor gloriosísimo Jesucristo en acepción de
personas.
Las expresiones usuales de los
nazarenos al hablar de Juan el Bautista son las mismas que emplea Santiago o
Jaime al referirse a Jesús, y así le llama “hombre de semilla de hombre”,
“Mensajero de Vida”, “Mensajero de Luz”, “mi Señor Apóstol”, “Rey brotado de la
Luz”, etc.
Dice el Código de los nazarenos.
Paz a ti, mi
Señor Juan Abo Sabo, Señor de gloria.
Además tenemos estos otros dos
pasajes:
Condenasteis
y matasteis al justo.
Porque Juan
el justo vino a vosotros en camino de justicia.
CONCEPTOS
DEL APÓSTOL SANTIAGO
El apóstol Santiago no confiere a
Jesús el título de Mesías en el sentido que le dan los cristianos, sino que
alude al cabalístico Rey Mesías, el Señor de Sabaoth, y repite varias
veces que vendrá el Señor; pero sin que en pasaje alguno lo identifique con
Jesús.
Así dice:
Tened, pues,
paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor... Esperad, pues, también,
vosotros, con paciencia..., porque se ha acercado la venida del señor... Tomad,
hermanos, por ejemplo del fin que tiene la aflicción, el trabajo y la paciencia
al profeta (Jesús) que habló en nombre
del Señor.
Si bien en el texto actual de la
Biblia aparezca el plural “profetas” en vez del singular, se trata de una
evidente adulteración, cuyo propósito no hay necesidad de indicar. En el
versículo siguiente añade Santiago:
Ved que
tenemos por bienaventurados a los que sufrieron. Visteis el sufrimiento de Job
y visteis el fin del Señor, porque el Señor es misericordioso y piadoso.
En este pasaje equipara en perfecta
igualdad el ejemplo de Jesús con el de Job.
Pero ¿a qué aducir más argumentos? El
mismo Jesús glorifica al profeta del Jordán diciendo:
¿Mas qué
salisteis a ver?, ¿un profeta? Ciertamente os digo y aun más que un profeta...
En verdad os digo que entre los nacidos de mujer
no se levantó mayor que Juan el Bautista.
¿Y de quién había nacido el que así
hablaba? La Iglesia romana convirtió en diosa
a María, la Madre de Jesús; pero a los ojos de los demás cristianos era una
mujer, concebida o no sin mancilla. Por lo tanto, el mismo Jesús confesaba que
Juan era mayor que él al decir que no
había otro mayor entre los nacidos de mujer. Lo mismo se colige de las palabras
del arcángel Gabriel: “Bendita eres entre todas las mujeres”. No la llama
“diosa” ni la titula “madre de Dios” ni siquiera “virgen”, sino tan sólo
“mujer”, aunque la distingue entre todas las de su sexo en razón de su pureza.
Los nazarenos tenían también los
nombres de bautistas, sabeanos y cristianos de Juan. No creían que el Mesías
fuese el Hijo de Dios, sino sencillamente un profeta que había abrazado las
doctrinas de Juan, el hijo del Abosabo Zacarías, quien le dijo:
El que crea
en mi justicia y en mi bautismo entrará en mi asociación y compartirá conmigo
el solio, asentado en la mansión de vida del supremo Mano y del fuego viviente.
Expone Orígenes sobre el particular:
Algunos
dicen que Juan el Bautista fue el Cristo. El ángel Rasiel de los cabalistas equivale
al arcángel Gabriel de los nazarenos y al Mensajero enviado por Dios, según los
cristianos, para anunciar a María la Encarnación del Verbo.
Pablo adoptó la terminología de los
nazarenos en aquel pasaje que dice:
Y el
postrero de todos, como a un aborto, me apareció también a mí.
Además, Pablo no repara en decir que
pertenece a los herejes, como se infiere de este pasaje:
... según la
secta que ellos dicen herejía sirvo yo a mi Padre y Dios.
Cuando empezó a prevalecer la doctrina
gnóstica que consideraba a Jesús como el Verbo hecho carne, hubo una escisión
entre cristianos y nazarenos, pues estos acusaban a aquéllos de pervertir las
doctrinas de Juan y no practicar el bautismo en el Jordán.
Sobre esto dice Milman:
A medida que
el Evangelio transponía las fronteras de Palestina, el nombre de Cristo,
santificado y venerado en las ciudades orientales, se convirtió en una especie
de abstracción metafísica, al paso
que la religión iba encubriendo su puro aspecto moral bajo la forma de teogonía especulativa.
El único documento originalmente
auténtico que de los tiempos apostólicos ha llegado hasta nosotros, es el Evangelio de San Mateo, seguido por los
nazarenos, que contiene la doctrina secreta y las parábolas de Jesús a que
alude Papias. Estas parábolas o proverbios eran análogos a los compendios (aporretha) que servían de texto al
neófito y explicaban algunos ritos y símbolos necesarios para la iniciación. Si
no hubiese sido así, ¿cómo se comprendería el secreto de Mateo).
ANTONOMASÍAS
DEL LOGOS
Los primitivos cristianos tenían
diversos grados de iniciación, y el reconocimiento entre ellos se practicaba
por medio del apretón de manos y de ciertas palabras convenidas a modo de santo
y seña, como de ello nos ofrecen pruebas evidentes la infinidad de joyas y
amuletos de procedencia gnóstica, cuya significación es toda una simbología.
Adoptaron además los cristianos los sobrenombres aplicados por los cabalistas
al Logos, tales como Luz de Luz, Mensajero de Vida y Luz,
así como casi toda la terminología gnóstica en que abundan los Hechos de los apóstoles y el Evangelio de San Juan.
Hay un pasaje cabalístico que dice:
El Unigénito
de Dios, emanado del Altísimo, con aquel que es el Espíritu del Ungido.
En otro pasaje llaman los cabalistas
al Unigénito el ungido del Altísimo, todo lo cual concuerda substancialmente
con las expresiones del Evangelio de San Juan:
Era la luz
verdadera. Y la luz en las tinieblas resplandece. Y el Verbo fue hecho carne y
habitó entre nosotros y vimos la gloria de él, gloria como de Unigénito del
Padre.
Resulta, por lo tanto, que los
conceptos del Logos y del Christos eran ya conocidos siglos antes
del cristianismo, pues la gnosis oriental precedió de muchísimo a Moisés, y así
hemos de buscar su origen en la primieval filosofía asiática. En las epístolas
de Pedro y Judas Tadeo también se advierte la terminología de la cábala
oriental, según aparece en los siguientes pasajes:
Y mayormente
aquellos (los ofitas)... osados, pagados de sí mismos, desprecian las
potestades.
Tornóse el
perro a lo que vomitó y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.
Así habla Pedro, sirviendo con ello
de modelo al posterior lenguaje de Tertuliano e Ireneo.
Por su parte dice Judas, repitiendo las
frases de Pedro y empleando términos cabalísticos:
Así como
Sodoma y Gomorra... fueron puestas por escarmiento..., de la misma manera estos
también contaminan su carne y desprecian la dominación y blasfeman de la
potestad.
PRINCIPADOS
Y POTESTADES
La Dominación es, según la Kábala, el Empíreo o décmo Sephirote. Las Potestades y Dignidades
son los Arcángeles y Ángeles del Zohar. Estas
emanaciones son el dogma capital de la religión mazdeísta, de cuyo Zendavesta tomó el Talmud prestada la doctrina; y así resulta que por haber
prevalecido entre los cristianos las opiniones del elemento judaico acaudillado
por Pedro, viene a ser el cristianismo como una secta disidente del mazdeísmo,
pues se apartan del verdadero concepto cabalístico de las Potestades. La enseñanza de Pablo, contraria a la adoración de los
ángeles, demuestra que este apóstol advertía ya el peligro de divulgar entre su
grey una filosofía que sólo eran capaces de comprender debidamente los magos y
tanaímes. Dice Pablo a este propósito, contra la opinión de Pedro y sus
secuaces:
Nadie os
extravíe afectando en humildad dar culto a los ángeles que nunca vio, andando
hinchado vanamente en el sentido de su carne.
En el Talmud es Miguel el príncipe de las Aguas, a cuyas órdenes militan siete espíritus subalternos. Los judíos
consideraban a Miguel como su patrono y ángel tutelar, y así tenían por
herejes y blasfemos a los ofitas que identificaban a Miguel con su Ofiomorfos o
Demiurgos, el creador del mundo material
y personificación de la envidia y la malicia, príncipe de los malignos
espíritus, equivalentes a los devas zoroastrianos. Sin embargo, Jesús no aludió
jamás a los ángeles sino en el sentido de mensajeros y enviados de Dios; por lo
que puede afirmarse que los adoradores de los ángeles fueron los primeros
herejes del cristianismo y los causantes de las posteriores herejías.
Dice Pablo sobre las potestades del
mundo invisible, pero siempre presente:
Porque
nosotros no tenemos que luchar contra la carne y la sangre sino contra los
principados y potestades, contra los gobernadores de estas tinieblas del mundo,
contra los espíritus de maldad en los aires.
Esto nos da a entender
inequívocamente que, no obstante las discrepancias de Pablo en algunos puntos
de la doctrina gnóstica, estaba de acuerdo con la de las emanaciones; y por
otra parte, que sabía distinguir entre el Jehovah de los judíos o Demiurgo, y
el Dios predicado por Juan. En cambio, Pedro, Judas y los partidarios del culto
de los ángeles, no sólo adoraban a Miguel sino también a Satán, que fue ángel
antes de su caída, pues denostan a los gnósticos por hablar mal de Satán,
según se colige de los siguientes pasajes:
Como quiera
que los ángeles que son mayores en fortaleza y virtud no pronuncian contra sí
juicio delante del Señor.
Cuando el
arcángel Miguel, disputando con el diablo, altercaba sobre el cuerpo de Moisés,
no se atrevió a fulminarle sentencia de blasfemo, mas dijo: Rechácete el señor.
Si esto no resultara suficientemente
claro, podríamos recurrir a la Kábala
para determinar el verdadero concepto de las dignidades.
Dice el Deuteronomio:
Y murió allí
Moisés en tierra de Moab mandándolo el Señor y enterróle enfrente de Phogor y
no supo hombre alguno su sepulcro hasta el día de hoy.
Resulta evidente, por lo tanto, la
contradicción de este pasaje con el de Judas, que viene a corroborar las
aserciones de los gnósticos respecto a que el supremo Dios era incognoscible; que Ilda-Baoth era el Demiurgo; y que Iao, Adonai, Sabaoth y Elohi eran
la cuaternaria emanación que unitariamente constituía a Jehovah, llamado
también por los gnósticos Miguel o Samael, o sea un ángel muy distante de la
Divinidad. En esto coincidían los gnósticos con el eminente doctor judío Hillel
y varios teólogos de Babilonia; pues, según nos dice Josefo, las sinagogas
judías estaban muy deferentes con las escuelas del asia central cuyas doctrinas
seguían, hasta el punto de considerar como metrópolis de sus enseñanzas los
colegios de Sora, Pumbiditha y Nahaidea. La versión caldea del Pentateuco, debida al famoso teólogo
babilónico Onkelos, aventajaba en autoridad a toda otra, y de acuerdo con este
erudito rabino sostuvieron después Hillel y otros tanaímes que la entidad de la
zarza ardiente, del monte Sinaí y del monte Nebo no fue el mismo Dios, sino
Memro, el ángel del Señor; así como la entidad que el Nuevo Testamento confunde con Iahoh
era una de sus emanaciones, hijos o mensajeros.
LOS
GNÓSTICOS Y LOS
APÓSTOLES
De todo esto se infiere que los
gnósticos eran mucho más cultos que los apóstoles y estaban mejor versados en
la doctrina caldea y aun en los mismos dogmas de la religión judía; al paso que
la ruda ignorancia de los apóstoles les llevaba a valerse en las discusiones de
dicterios tan soeces como “bestias brutas”, “marranos”, “perros” y otros
denuestos tan prodigados por Pedro.
De entonces a ahora esta agresividad
ha llegado a las cumbres de la jerarquía sacerdotal, pues no obstante haber
dicho el Fundador del cristianismo que todo aquél que llamare “raca” a su
hermano, reo es de pecado, todos los jerarcas romanos, desde el pescador de
Galilea hasta los opulentos pontífices del día, porfiaron en zaherir
cáusticamente a sus adversarios de tal modo que, por último, se revuelve Lutero
contra ellos exclamando:
Todos los
papistas son borricos. Tanto da que estén cocidos, asados, fritos, desollados o
en jigote. Siempre serán borricos.
Por su parte, Calvino calificaba a
los católicos de “perros malignos, cuyos insolentes ladridos corrompen el sentido
de las Escrituras”. El doctor Warburton tilda de “farsa impía” la religión
papista, y en cambio, Dupanloup asegura que el culto sabatino protestante es la
“misa del diablo”, de la que todos los clérigos de la secta son “ministros
ladrones.
La misma ignorancia y torcido
espíritu de investigación movió a la Iglesia cristiana a conferir a sus
lumbreras títulos pertenecientes a los gnósticos, como por ejemplo, cuando a
Pablo le llaman vaso de elección,
sobrenombre propio del heterodoxo Manes.
Lo mismo ocurre con las invocaciones
a la Virgen María, copiadas de las religiones egipcia e induísta, según
demuestra el siguiente cuadro sinóptico:
LETANÍAS
COMPARADAS
RITUAL
INDUÍSTA
RITUAL EGIPCIO RITUAL CATÓLICO
Letanía de la Virgen Nari o Letanía de la Virgen
Isis Letanía lauretana
Devanaki
1. Santa Nari – Mariama, Madre 1. Santa Isis, Madre 1. Santa María.
perpetua
fecundidad. Universal
2. Madre de Dios encarnado 2. Madre de los dioses 2. Mater Dei.
3. Madre de Krishna. 3. Madre de
Horus. 3. Mater
Christi.
4. Eterna Virgen 4. Virgen generadora
4. Virgo virginis.
5. Madre Purísima 5. Alma madre del
Universo 5. Materdivinae
gratiae.
6. Virgen Castísima 6. Sagrada virgen tierra 6. Virgo christianísima.
7. Madre taumatra 7. Madre de toda virtud
7. Mater purísima.
Mater inmaculata.
Mater inviolata.
Mater amabilis.
Mater admirabilis.
8. Virgen trigana 8.
Ilustre Isis, potísima,
8. Virgo potens.
misericordiosa y justa Virgo clemens.
Virgo fidelis.
9.
Espejo de
la suprema). 9. Espejo de
Justicia y Verdad 9. Speculum
justitiae.
conciencia .
10. Madre sapientísima 10. Misteriosa Madre del 10. Sedes sapientiae.
Mundo
11,Virgen del loto blanco 11. Loto sagrado. 11. Rosa mística.
12. Matriz áurea 12.
Sistro áureo.
12. Domus aurea.
13. Luz celeste 13. Astarté. 13.
Stella matutina.
14. (La misma invocación). 14. Nimbo de la luna. 14. Foederis arca.
15. Reina de cielos y tierra 15. Reina de cielos y tierra. 15. Regina coeli.
16. Alma madre de todos los 16. Dechado de madres 16. Mater dolorosa.
seres
17. Concebida sin mancha de 17. Virgen madre. 17. Regina sine
labe
pecado. originale concepta .
Las monjas del catolicismo, con el voto de castidad, tuvieron su
precedente en las consagradas a Isis, en Egipto, a Vesta en roma y a Nari en la
India, donde todavía subsisten las devadasis
o religiosas consagradas al culto de la virgen Nari, que viven conventualmente
en riguroso celibato.
Pero volviendo a nuestro tema,
echamos de ver que si bien la teología cristiana toma la doctrina de los
ángeles y arcángeles de la Kábala
oriental, de que la Biblia mosaica es
a modo de alegórica pantalla, olvida en el remedo el orden jerárquico de las
emanaciones, pues los querubines y serafines de que aparecen rodeadas las
imágenes pictóricas de la Virgen María son entidades equivalentes a los
elohimes y benielohimes de los hebreos y pertenecen al Jezirah o tercer mundo,
según la Kábala inmediatamente
superior al Asiah o cuarto e ínfimo
mundo donde moran los clipotes (197) presididos por Belial.
Dice Ireneo, al explicar a su modo
las herejías de los dos primeros siglos, que “según los herejes, únicamente el
Hijo unigénito, el Nous puede conocer
al Propator”, como así llamaban los
valentinianos al perfecto Eon preexistente a Bythos. Este concepto
del Propator es también cabalístico, según se infiere del siguiente pasaje:
Senior occultatus est et absconditus. Microprosopus manifestus est et non manifestus
(200).
La teogonía hebrea considera la
suprema Divinidad como una abstracción, “sin forma ni existencia ni semejanza
con cosa alguna”. Por su parte Filo Judeo llama al creador el “Logos
cercano a Dios” o “segundo Dios” que es la “Sabiduría de Dios”. Según el
esoterismo hebreo, Dios es NADA y no tiene nombre, por lo que se le llama En-Soph. Por otra parte, el Evangelio atribuido a San Juan se
muestra acorde con los valentinianos al decir:
No porque
alguno ha visto al Padre, sino aquél que vino de Dios, éste ha visto al Padre.
De este pasaje se infiere la ligereza
con que la Iglesia cristiana condenó a los gnósticos por negar que Jehovah
fuese el mismo Dios manifestado a Moisés y los profetas. Además invalida este
pasaje cuantos argumentos levantó Pedro contra Simón el Mago, pues, según las Homilías, dice éste:
Nadie ha
visto al Padre sino Jesús que de Dios es.
De esto se colige que o bien el autor
del cuarto Evangelio nada supo de las Homilías
o que no fue Juan el amigo y compañero de Pedro a quien tan palmariamente
contradice en este punto. De todos modos, el citado pasaje, como otros varios
que pudieran añadirse, descubre las relaciones del cristianismo con la Gnosis y
la Kábala.
PLAGIOS
DEL CRISTIANISMO
El dogma, la moral y el ritualismo de
la religión cristiana están tomados del induísmo y budismo, al paso que las
ceremonias, ornamentos sacerdotales y pompa cultual derivan del lamaísmo o budismo
tibetano. Los monasterios católicos son remedos serviles de los del Tíbet y de
la Mongolia, aunque los exploradores y misioneros que visitaron los países
budistas achacaron el plagio a los tibetanos y mongoles, que son precisamente
los plagiados, según nos dirá la página histórica que sobre el particular ha
llegado el tiempo de escribir.
BLAVATSKY
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