PREG.
¿No son, por lo tanto, vuestras doctrinas
un renacimiento del Buddhismo, ni están enteramente copiadas de la Teosofía
Neoplatónica?
TEÓS.
No. Pero no podría contestar mejor a vuestras preguntas que citando
una memoria sobre la “Teosofía” leída ante la Convención Teosófica en Chicago,
América (abril, 1889), por el Dr. J. D. Buck, M. S. T.
Ningún teósofo,
jamás, ha expresado y comprendido mejor la esencia verdadera de la Teosofía que
nuestro estimado amigo el Dr. Buck:
“Fue fundada la
Sociedad Teosófica con el objeto de difundir las doctrinas Teosóficas y promover y secundar
la vida Teosófica. No es la presente Sociedad la primera en su intento.
Tengo en mi poder
una obra titulada Transacciones Teosóficas de la Sociedad
Filadélfica,
publicada en Londres
en el año 1697; y otra con el siguiente título: Introducción
a la Teosofía,
o sea la Ciencia del Misterio de Cristo, decir, de la Deidad, Naturaleza
y Criatura, comprendiendo la
filosofía todos los poderes en acción, en la vida, mágicos y espirituales, formando una guía
práctica para la pureza y santidad más sublimes, y la perfección evangélica para
adquirir la visión divina y las santas artes angélicas, poderes y otras prerrogativas de la
regeneración” publicada en Londres en 1855. He aquí la dedicatoria de esa obra: “A los
estudiantes de las Universidades, Colegios y Escuelas de la Cristiandad; a los Profesores de
Ciencias Metafísicas, Mecánicas y Naturales en todas sus formas; a los
hombres y mujeres de
la Enseñanza en general, de la fe fundamental ortodoxa; a los Deístas, Arrianos, Unitarios,
Swedenhorgianos y de otros credos imperfectos y mal fundados,
racionalistas y
escépticos de todas clases; a los Mahometanos, Judíos y Patriarcas Orientales
ilustrados y de juicio recto; pero especialmente al ministro y misionero del Evangelio, sea en
los pueblos bárbaros o intelectuales, está humilde y afectuosamente
dedicada esta
introducción a la Teosofía o Ciencia de los principios y misterios de todas las cosas.” “En el
siguiente año (1856) se publicó otro tomo en real octavo de 600 páginas, tipo diamante, sobre Misceláneas Teosóficas. Se publicaron sólo 500 ejemplares de esta última obra, destinados a
la distribución gratuita en Bibliotecas y Universidades. Esos primitivos movimientos fueron
numerosos y originados dentro de la Iglesia, por
personas de gran
piedad, celo y fama
intachables. Todos aquellos escritos revestían forma ortodoxa, usando expresiones
Cristianas, y como las obras del eminente eclesiástico William–Law, sólo se distinguían para el
lector ordinario por su gran piedad y sinceridad. Todos, sin excepción, intentaban
únicamente fijar el origen, explicar el sentido más profundo y el valor
original de las Escrituras
Cristianas y exponer y fomentar la vida Teosófica. Pronto fueron olvidadas esas
obras, y son hoy día generalmente desconocidas. Intentaron reformar al clero y
reanimar la verdadera piedad, y fueron siempre mal
recibidas. Bastaba la palabra “Herejía” para
entregarlas al olvido como a todas las Utopías semejantes. En tiempo de la Reforma, Juan
Reuchlin intentó el mismo objeto con igual resultado, a
pesar de ser amigo íntimo y confidente
de Lutero. Jamás quiso la ortodoxia ser ilustrada.
“A esos reformadores
se les dijo, como le ocurrió a Pablo con Festus, que la demasiada instrucción los
había vuelto locos, y que sería peligroso seguir adelante. A pesar de la verbosidad, que en
esos escritores se debía en parte a la costumbre, a la educación, y
también al freno del
poder secular, y volviendo a la cuestión principal, puede decirse que esos escritos eran
Teosóficos en su más estricto sentido, y se refieren sólo al conocimiento del hombre acerca de
su propia naturaleza y la vida superior del alma. El presente movimiento Teosófico
ha sido acusado algunas veces de intentar la conversión del Cristianismo al
Buddhismo, lo que significa sencillamente que la palabra “Herejía” ha perdido su fuerza y
renunciado a su poder.
“En todas las épocas
hubo individuos que comprendieron más o menos claramente las doctrinas Teosóficas
y las aplicaron a su vida privada. No pertenecen esas doctrinas a religión alguna exclusivamente, y no están relacionadas de un modo especial con Sociedad o tiempo algunos. Son
el privilegio de toda alma humana. La ortodoxia
debe ser interpretada por cada cual según
su naturaleza, de acuerdo con sus necesidades peculiares y su propia
experiencia. Esto
explicará por qué los que se imaginaban
hallar en la Teosofía una nueva religión,
han buscado en balde su credo y su ritual. La lealtad a la Verdad es su credo y
“Honrar cada
verdad por sus actos, su ritual.” “Cuán poco comprenden las
masas ese principio de Fraternidad
Universal, y cuán rara vez ha sido su trascendental importancia reconocida, lo prueba la diversidad
de opiniones e
interpretaciones falsas acerca de la Sociedad Teosófica.
Esta Sociedad fue
organizada bajo el principio único de la Fraternidad esencial del hombre, como acabo de
bosquejarlo aunque breve e imperfectamente.
Ha sido atacada porque la consideraban
Buddhista y anticristiana, como si pudiese ser las dos cosas a la vez, precisamente cuando
ambos, el Buddhismo y el Cristianismo, según fueron establecidos por sus inspirados
fundadores, consideran la fraternidad como el punto esencial y único de la doctrina y de la
vida. También trataron de la Teosofía como de una cosa nueva en el mundo, o todo lo más como
de antiguo misticismo disfrazado con un nuevo nombre. Si bien es cierto que muchas
Sociedades fundadas en los principios de altruismo o Fraternidad esencial y unidas
para defender esos principios, tuvieron varios nombres, no lo es menos que muchas de las
mismas fueron también llamadas Teosóficas, y sus principios y objeto eran los de la Sociedad actual que
lleva este nombre. En todas esas Sociedades, la esencia de la
doctrina ha sido siempre la misma y todo lo demás incidental, aunque sea un
hecho el que muchas personas se fijan en los accidentes, y descuidan lo
esencial.”
No es
posible contestar mejor y más explícitamente a vuestras preguntas que como lo
hace un hombre que es uno de nuestros más apreciados y sinceros teósofos.
PREG. Siendo así,
¿Qué sistema preferís o adoptáis aparte de la ética Buddhista?
TEÓS. Ninguno y todos. No estamos ligados
a religión o filosofía especial: escogemos
lo bueno que en cada una hallamos. Mas, hemos de
repetir aquí que la Teosofía, como todos los demás sistemas antiguos, está dividida en dos secciones:
la Exotérica y la Esotérica.
TEÓS. ¿En qué
consiste la diferencia?
TEÓS. Pueden los miembros de la Sociedad
Teosófica en general profesar la religión o filosofía que tengan por
conveniente, o ninguna, si así lo prefieren, siempre que simpaticen con uno o
más de los tres objetos de la Asociación y estén dispuestos a sostenerlos. La Sociedad es una Corporación filantrópica y científica para la propagación de la idea de fraternidad en el terreno práctico en vez del teórico. No importa
que los Miembros sean Cristianos o Musulmanes, Judíos o Parsis, Buddhistas
o Brahmanes, Espiritualistas o materialistas; pero cada miembro tiene que ser un filántropo, o un estudiante
investigador de la literatura Aria y otras antiguas, o dedicarse a las Ciencias
psíquicas. Debe, en una palabra, contribuir,
sí puede, a la realización de uno de los
objetos del programa por lo menos.
De otro modo, el ingresar como “Miembro” no tendría razón de ser. Tal es la mayoría de la SOCIEDAD
EXOTÉRICA, formada por miembros “adheridos” y “sueltos”7. Éstos Pueden llegar a ser Teósofos de
hecho o no.
Son
miembros por el hecho de pertenecer a la Sociedad, mas no puede esta última convertir en Teósofo a una persona que no
tiene sentido de las cosas divinas, o que aprecia las cosas de la Teosofía de
una manera particular suya (sectaria, si es que puede usarse esta expresión, o
egoísta). El dicho “generoso es quien obra
generosamente” podría parafrasearse en este caso, y diríamos:
“Es Teósofo, todo aquel que
vive y practica la Teosofía.”
7 “Miembro adherido” es el que forma
parte de una Rama de la S.T.; y “Miembro suelto” el que pertenece a la S.T. y
tiene su diploma expedido por la Sede Central (Adyar, Madrás), pero no está
afiliado a Rama o Grupo alguno.
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