15 SIETE VECES SIETE SOMBRAS (16) DE HOMBRES
FUTUROS (17) (a) NACIERON (18). CADA UNA DE SU PROPIO COLOR (19) Y
ESPECIE (b). CADA UNA (20) INFERIOR A SU PADRE (21). LOS PADRES, LOS
SINHUESOS, NO PODÍAN DAR LA VIDA A SERES CON HUESOS. LA PROGENIE DE
ELLOS FUE BHUTÂ (22), SIN FORMA NI MENTE. POR ESA RAZÓN SON ELLOS
LLAMADOS LA RAZA CHHÂYÂ (23) (c).
a) Manu, como se ha hecho notar ya, viene de la
raíz man, pensar, por tanto, es un
“pensador”. Es muy probable que de esta palabra sánscrita se derive el mens latino, Mente, el Menes egipcio, la “Mente-Maestra”, la monas pitagórica o “unidad pensante”
consciente, también la mente, y hasta nuestro manas o mente, el quinto principio del hombre. De aquí que estas
Sombras fuesen llamadas Amânasa, “Sin
Mente”.
Para
los brahmanes, los Pitris son muy sagrados porque son los Progenitores o
Antecesores de los hombres -los primeros Manushyas en esta Tierra- y el brahman
les hace ofrendas cuando tiene un hijo. Se les rinden más honores y su ritual
es más importante que el culto de los Dioses.
¿No
podríamos encontrar significado filosófico en este grupo dual de Progenitores?
Estamos
los Pitris divididos en siete Clases,
nos encontramos nuevamente aquí el número místico. Casi todos los Purânas están de acuerdo en que tres de
éstas son Arûpa, sin forma, mientras que cuatro son Corpóreas; las primeras son
intelectuales y espirituales, y las segundas materiales y desprovistas de
inteligencia. Esotéricamente, los Asuras son los que forman las tres primeras
Clases de Pitris -”nacidos en el Cuerpo de la Noche”-, mientras que las otras
cuatro fueron producidos del “Cuerpo del Crepúsculo”. Según el Vâyud Purâna, sus Padres (los Dioses),
fueron condenados a nacer imbéciles en nuestra Tierra. Las leyendas están
intencionalmente confundidas y muy veladas: en una son los Pitris los Hijos de
los Dioses, y en otra los de Brahmâ; mientras que en una tercera los hace instructores
de sus propios Padres. Las Huestes de las cuatro clases materiales fueron las
que crearon simultáneamente a los hombres en las siete Zonas.
Ahora,
respecto de las siete Clases de Pitris, cada una de las cuales es, a su vez,
dividida en siete, dirigiremos una palabra a los estudiantes, y una pregunta al
profano. Esa Clase de los “Dhyânis del Fuego”, que identificamos, con
fundamentos innegables, con los Âgnishvâttas, se llama en nuestra escuela el
“Corazón” del Cuerpo Dhyân-Chohánico, y se dice que encarnó en la Tercera Raza
de hombres y los hizo perfectos.
La Mistagogía Esotérica habla de la relación
misteriosa que existe entre la esencia o substancia hebdomádica de este Corazón
angélico y el del hombre, cuyo órgano físico mismo, y funciones psíquicas y
espirituales, son una reflexión, por decirlo así, una copia en el plano
terrestre, del modelo o prototipo de arriba.
¿Por qué, se pregunta, ha de haber una repetición tan extraña del número siete
en la estructura anatómica del hombre?
¿Por qué tiene el corazón cuatro cavidades inferiores y tres
divisiones superiores, que
corresponden de modo tan extraño a la división septenaria de los principios
humanos separados en dos grupos, el superior y el inferior, y por qué ha de
encontrarse la misma división en las varias clases de Pitris, y especialmente
en nuestros Dhyânis del Fuego?
Porque, como se ha dicho ya, estos Seres caen en
cuatro “Principios” -o llámeseles como se quiera- Corpóreos o groseros, y tres
Incorpóreos o sutiles. ¿Por qué los siete plexos nerviosos del cuerpo radian
siete rayos? ¿Por qué hay esos siete plexos, y por qué siete capas distintas en
la piel humana?
El
comentario dice:
Habiendo proyectado sus Sombras y hecho
hombres de un Elemento (Éter), los Progenitores vuelven a ascender a Mahâ-Loka,
de donde descienden periódicamente cuando el Mundo se renueva, para dar
nacimiento a nuevos Hombres.
Los Cuerpos Sutiles
permanecen sin inteligencia (Manas), hasta el advenimiento de los Suras
(Dioses), llamados ahora Asuras (No-Dioses).
“No-Dioses”
para los brahmanes, quizá, pero los Soplos” más elevados para los Ocultistas;
toda vez que esos progenitores (Pitris), los sin forma e intelectuales, rehusan
construir el hombre, pero le dotan de Mente; las cuatro Clases corpóreas crean
tan sólo el cuerpo.
Esto
se muestra claramente en varios textos del Rig
Veda, la autoridad más elevada para todo indo, cualquiera que sea su secta.
Allí Asura significa “espiritual, divino”, y la palabra se emplea como sinónimo
del Espíritu Supremo; y el término Asura, en el sentido de un “Dios”, se aplica
a Varuna e Indra, y principalmente a Agni, habiendo sido los tres en los
tiempos antiguos los tres Dioses más
elevados, antes de que la teomitología Brahmánica desnaturalizase el
significado de casi todo el contenido de las Escrituras Arcaicas. Pero como la
clave está ahora perdida, los Asuras apenas son mencionados.
En
el Zend Avesta se ve lo mismo. En la
religión mazdeísta o magismo, Asura es el Señor Asura Vishavavedas, el “que
todo lo sabe” o “Señor ominisciente”; y Asura Mazdhâ, que se convierte más
tarde en Asura Mazdhâ, es, como Benfey muestra, “el Señor que concede la Inteligencia”; Asura Medhâ, y Ahura
Mazdâo. En otra parte de esta obra se hace ver, bajo una autoridad no
menor, que el Asura indo-iranio fue siempre considerado como séptuple. Este hecho, combinado con el
nombre Mazdhâ, como se ha dicho, que hace del séptuple Asura el “Señor” o
“Señores” colectivamente, “que conceden la Inteligencia”,
relaciona los Amshadspens con los Asuras y con nuestros Dhyân Chohans, que
encarnan, así como también con los Elohim, y con los siete Dioses animadores de
Egipto, la Caldea y todos los demás países.
La
razón por la cual rehusaron estos “Dioses” crear hombres, no es, como lo
declaran los relatos exotéricos, porque su orgullo era demasiado grande para
que compartiesen el poder celestial de su esencia con los Hijos de la Tierra,
sino por los motivos ya sugeridos. Sin embargo, la alegoría ha tolerado
innumerables fantasías, y la Teología se ha aprovechado de ello en todos los
países para apoyar su aserto contra estos Primogénitos, o los Logos, e
imprimirlo como una verdad en las mentes de los ignorantes y crédulos.
El
sistema cristiano no es el único que ha degradado estos Dioses en Demonios. El
zoroastrismo y hasta el brahmanismo se han aprovechado de ello para imponerse a
la mente del pueblo. Hasta en el exoterismo caldeo los Seres que rehusan crear, y que se dice que por
ello son contrarios al Demiurgo, son también denunciados como espíritus de
Tinieblas. Los Suras, que obtienen su independencia intelectual, luchan con los
Suras que carecen de ella y que aparecen como pasando sus vidas en inútil culto
ceremonial basado en la fe ciega -alusión ahora ignorada de los brahmanes ortodoxos- e inmediatamente los primeros
se convierten en A-Suras.
Los Primeros Hijos de la Deidad nacidos de la Mente
rehusan crear progenie, y son maldecidos
por Brahmâ y condenados a nacer como
hombres. Son ellos precipitados en la
Tierra, lo cual, más adelante, se transformó en el dogma teológico de las
Regiones Infernales. Ahriman destruye
al Toro creado por Ormuzd -que es el emblema de la vida ilusoria terrestre, el “germen del dolor”- y, olvidando que la
semilla perecedera finita tiene que morir a fin de que la planta de la
inmortalidad, la planta de la vida espiritual eterna, pueda brotar y vivir,
Ahriman es proclamado el enemigo, el poder contrario, el Demonio. Tifón divide
a Osiris en catorce pedazos, a fin de impedirle que pueble al mundo y crear así
el sufrimiento; y Tifón se convierte, en
la enseñanza exotérica teológica, en el Poder de las Tinieblas.
Pero todo esto
es el cascarón exotérico. Los adoradores de este último son los que atribuyen a
desobediencia y rebeldía el esfuerzo y sacrificio de sí mismos, de aquellos que
quieren ayudar a los hombres a volver a su estado original de divinidad, por
medio de esfuerzos propios conscientes;
y esos adoradores de la forma son los
que han hecho demonios de los Ángeles de Luz.
La
filosofía Esotérica, sin embargo, enseña que una tercera parte de los
Dhyânis -esto es, las tres clases de Pitris Arûpa dotados de inteligencia, “la
cual es un soplo informe, compuesto de substancias intelectuales no elementarias”- fue sencillamente condenada por la ley del Karma y de la
evolución a renacer, o encarnar, en la Tierra.
Algunos de estos eran Nirmânakâyas de otros Manvántaras. De
aquí que los encontremos, en todos los Purânas,
reapareciendo en este Globo, en el Tercer
Manvántara -léase Tercera Raza Raíz- como Reyes, Rishis y Héroes. esta
doctrina, siendo demasiado filosófica y metafísica para ser comprendida por las
multitudes, fue, como ya se ha dicho, desfigurada por el sacerdocio, con objeto
de sostener su dominio sobre aquéllas por medio del temor supersticioso.
Los
supuestos “Rebeldes”, pues, eran sencillamente aquellos que, obligados por la
ley Kármica a beber la copa del hiel hasta su última amarga gota, tuvieron que encarnar de nuevo,
convirtiendo así en entidades pensantes responsables a las estatuas astrales
proyectadas por sus hermanos inferiores. Se dice que algunos rehusaron porque
no poseían los materiales requeridos -esto es, un cuerpo astral-, pues eran
Arûpa. La negativa de otros se fundaba en que habían sido Adeptos y Yogis en
Manvántaras lejanos precedentes; otro misterio. Pero, más adelante, como Nirmânakâyas, se sacrificaron por el
bien y la salvación de las Mónadas que esperaban su turno, y que de otro modo
hubieran tenido que permanecer en suspenso durante edades incontables en formas
irresponsables, a semejanza de los animales, aunque en apariencia humanas.
Puede ser una parábola y una alegoría, dentro
de una alegoría. Su solución se deja a la intuición del estudiante si lee
lo que sigue con su vista espiritual.
En
cuanto a sus Formadores o “Antecesores” -los Ángeles que en las leyendas
exotéricas obedecieron a la ley- deben ser idénticos a los Pitris Barhishad, o
los Pitris-Devatâs, esto es, los que poseían el fuego físico creador. ellos sólo podían crear, o más bien revestir,
las Mónadas humanas con sus Yoes astrales, pero no podían hacer al hombre a su
imagen y semejanza. “El hombre no puede ser como uno de nosotros” -dijeron los
Dioses Creadores encargados de la
construcción del animal inferior- sino superior Que ellos creasen la
semejanza del hombre de su propia Esencia divina, significa, esotéricamente,
que ellos fueron los que se convirtieron en la Primera Raza, participando así
de su destino y posterior evolución. No quisieron,
simplemente porque no podían, dar al
hombre esa chispa sagrada que arde y se convierte en la flor de la razón humana
y en la conciencia de sí mismo, porque no la tenían para darla. Esto quedó para
aquella Clase de Devas que se simbolizaron en Grecia bajo el nombre de
Prometeo; para aquellos que no tenían nada que hacer con el cuerpo físico, pero
sí todo con el hombre puramente espiritual.
Cada
clase de Creadores dota al hombre con lo que tiene para dar; la una construye
su forma externa; la otra le da su esencia, que más adelante se convierte en el
Yo Humano Superior, debido a los esfuerzos
personales del individuo; pero no podían hacer a los hombres como ellos
mismos eran, perfectos por ser impecables; impecables porque sólo tenían los
primeros pálidos y vagos contornos de los atributos, y estos todos perfectos
(desde el punto de vista humano); blancos, puros y fríos, como la nieve virgen.
Donde no hay lucha, no hay mérito.
La Humanidad “del mundo terrestre” no estaba
destinada a ser creada por los Ángeles del Primer Soplo Divino. Por tanto, se
dice que ellos rehusaron crear, y el
hombre tuvo que ser formado por Creadores más materiales, quienes, a su
vez, sólo podían dar lo que tenían en sus propias naturalezas, y no más. Los
Dioses puros, subordinados a la ley eterna, sólo podían proyectar de sí mismos sombras de hombres, un poco menos
etéreos y espirituales menos divinos y
perfectos que ellos mismos, que eran sombras todavía. La primera Humanidad,
por tanto, fue una pálida copia de sus Progenitores; aunque etéreos demasiado
materiales para ser una jerarquía de Dioses y demasiado espirituales y puros
para ser HOMBRES, dotados como estaban de todas las perfecciones negativas (ninguna). La perfección, para
ser tal, tiene que salir de la imperfección; lo incorruptible tiene que desenvolverse de lo corruptible, teniendo a
esto último como su vehículo, base y contraste.
Luz absoluta es Obscuridad
absoluta, y viceversa. De hecho, no
hay ni Luz ni Tinieblas en los reinos de la Verdad. El Bien y el Mal son
gemelos, la progenie del Espacio y del Tiempo, bajo el dominio de Mâyâ.
Separadlos, cortando toda relación, y ambos morirán. Ninguno de los dos existe,
per se, pues cada uno tiene que ser
engendrado y creado por el otro a fin de venir a la existencia; ambos tienen
que ser conocidos y apreciados, antes de ser objeto de percepción; de aquí que,
en la mente mortal, tengan que estar separados.
Sin
embargo, como la distinción ilusoria existe, requiere ella un orden inferior de Ángeles Creadores para
“crear” Globos habitados especialmente el nuestro, o para manejar la Materia en
este plano terrestre. Los filósofos gnósticos fueron los primeros en pensar así
dentro del período histórico, y en inventar varios sistemas sobre esta teoría.
Por esto, en sus esquemas de la creación, nos encontramos siempre a sus Creadores ocupando un lugar en el mismo
pie de la escala del Ser Espiritual. Para ellos, los que crearon nuestra Tierra
y sus mortales estaban colocados en el límite mismo de la Materia mayávica, y sus partidarios fueron
enseñados a pensar, con gran disgusto de los Padres de la Iglesia, que de la
creación de esas razas miserables, en sentido moral y espiritual, que favorecen
nuestro Globo, ninguna Divinidad superior podía ser responsable, sino sólo los
Ángeles de una Jerarquía inferior, cuya Clase relegaron al Dios judío,
Jehovah.
En
todas las antiguas Cosmogonías se mencionan humanidades diferentes de la
presente. Platón habla, en el Phaedrus,
de una raza de hombres “alada”. Aristófanes, en el Banquete de Platón, habla de una raza andrógina con cuerpos
redondos. En el Pymander, hasta todo
el reino animal es de doble sexo. así, dice:
Habiéndose
completado el circuito, se desató el nudo...
y todos los animales, que eran igualmente andróginos, fueron desatados (separados) juntamente con el hombre... (pues)...
las causas tenían que producir efectos en la tierra.
Además,
en el antiguo manuscrito Quiché, el Popol
Vuh, publicado por el difunto Abbé Brasseur de Bourbourg, los primeros
hombres están descritos como una raza “cuya vista era ilimitada, y que sabía
todas las cosas a la vez”, mostrando así el conocimiento
divino de Dioses, no de mortales. La
Doctrina Secreta, corrigiendo las exageraciones inevitables de la fantasía
popular, expone los hechos conforme se hallan registrados en los símbolos arcaicos.
b)Estas “Sombras” nacieron “cada una de su
propio color y especie”, cada una también “inferior a su Padre”, o Creador,
porque este último era un Ser completo de su especie. Los Comentarios atribuyen
la primera frase al color o complexión de cada raza humana, evolucionada de
este modo. En el Pymander, los Siete
Hombres Primitivos, creados por la Naturaleza del “Hombre Celeste”, participan
todos de las cualidades de los Siete “Gobernadores”, o Regentes, que amaban al
Hombre, su propio reflejo y síntesis.
En
las Leyendas Norse reconocemos en Asgard la morada de los Dioses, así como
también en los mismos Ases, el mismo místico Loci y personificaciones
entretejidas en los “mitos” populares, como en nuestra Doctrina Secreta; y las
vemos en los Vedas, los Purânas, las Escrituras Mazdeístas y la Kabalah.
Los Ases de Escandinavia, los
Regentes del mundo que precedió al nuestro, cuyo nombre significa literalmente
los “Pilares del Mundo”, sus “Soportes”, son, pues, idénticos a los
cosmocratores griegos, los siete “Obreros” o Rectores del Pymander, los siete Rishis y Pitris de la India, los siete Dioses
caldeos y los siete Espíritus Malos, los siete Sephiroth cabalísticos,
sintetizados por la Tríada superior, y hasta los siete Espíritus Planetarios de
los místicos cristianos.
Los Ases crean la tierra, los mares, el firmamento y
las nubes, todo el mundo visible, de los restos del gigante asesinado Ymir;
pero no crean al HOMBRE, sino sólo su forma, del árbol Ask o Ash. Odin es quien
le dota de vida y alma, después que Lodur le hubo dado sangre y huesos, y
finalmente Hönir es quien le proporciona la inteligencia (Manas) y los sentidos
conscientes.
El Ask Norse, el árbol Ash de Hesiodo, de donde procedieron
los hombres de la generación de bronce, la Tercera Raza Raíz, y el árbol Tzité
del Popol Vuh, del cual fue creada la
tercera raza mexicana de hombres, todos son unos. Esto puede verlo claramente
cualquier lector. Pero la razón oculta, por qué el Ygdrasil Norse, el
Ashavattha indo, el Gogard, el árbol de la vida helénico y el Zampun tibetano,
son lo mismo que el Árbol Sephirótico Kabalístico, y hasta que el Árbol Santo
hecho por Ahura Mazda, y el Árbol del Edén,
¿quién, entre los sabios
occidentales, puede decirlo? .
Sin embargo, el fruto de todos estos “Árboles”
ya sea Pippala, o Haoma, o aun la más prosaica Manzana, son las “plantas de la
vida”, en hecho y en verdad. Los prototipos de nuestras razas estaban todos
incluidos en el Árbol Microcósmico, que crecía y se desarrollaba dentro y bajo el gran árbol Macrocósmico del mundo; y el misterio se
halla medio revelado en el Dîrghotamas,
en donde se dice:
Pippala,
el dulce fruto de ese árbol, al cual acuden los
espíritus que aman la ciencia, y donde los dioses producen todas las
maravillas.
Lo
mismo que en el Gogard, hállase la “Serpiente” entre las exuberantes ramas de
todos estos Árboles del Mundo. Pero al paso que el Árbol Macrocósmico es la
Serpiente de la Eternidad y de la absoluta Sabiduría misma, las que moran en el
Árbol Microcósmico son las Serpientes de la Sabiduría Manifestada. Una es el
Uno y el todo; las otras son sus partes reflejadas.
El “Árbol” es el hombre mismo, por supuesto, y la Serpiente que en cada uno
mora, es el Manas consciente, el eslabón que relaciona el Espíritu con la
Materia, el Cielo y la Tierra.
En
todas partes es lo mismo. Los Poderes Creadores
producen al Hombre, pero fracasan en el objeto final. Todos estos Logos se
esfuerzan en dotar al hombre de Espíritu consciente
inmortal, que sólo se refleja en la Mente (Manas); ellos fracasan, y a todos se
les presenta como castigados por el fracaso, si no por la empresa. ¿De qué
clase es el castigo?
Una sentencia de prisión en la región inferior, la cual es
nuestra Tierra, la más baja de su
Cadena; una “Eternidad” -que significa la duración de un ciclo de Vida- en las tinieblas de la Materia, o dentro del Hombre animal. Los Padres de
la Iglesia, en parte por ignorancia y en parte intencionalmente, tuvieron a
bien desnaturalizar este símbolo gráfico. Se aprovecharon de la metáfora y
alegoría de todas las religiones antiguas, para volverlas en beneficio de la
nueva. así, el hombre fue transformado en las tinieblas de un Infierno
material; su conciencia divina, producida por el Principio que en él moraba, el
Mânasa o el Deva encarnado, se convirtió en las llamas ardientes de la Región
Infernal, y nuestro Globo en el Infierno mismo.
Pippala, Haoma, el fruto del
Árbol del Conocimiento, fueron denunciados como el fruto prohibido, y la “Serpiente de la Sabiduría”, la voz de la razón y
de la conciencia, permaneció identificada durante edades con el Ángel Caído, el
cual es el antiguo Dragón, ¡el Demonio!
Lo
mismo sucede con los demás símbolos elevados. La Svastika, el símbolo más
sagrado y místico de la India, la “Cruz Jaina”, como la llaman ahora los
masones, a pesar de su relación directa, y hasta de su identidad con la Cruz
cristiana, ha sido deshonrada del mismo modo. Es el “signo del demonio”, nos
dicen los misioneros indos.
¿No brilla en la cabeza de la gran Serpiente de
Vishnu, en el Shesha-Ananta de mil cabezas, en las profundidades de Pâtâla, el
Naraka o Infierno hindú? Así es; pero ¿qué es Ananta?
Lo mismo que Shesha, es
el casi infinito Ciclo Manvantárico del Tiempo, y se convierte en el Tiempo Infinito mismo cuando se le llama
Ananta, la gran Serpiente de Siete cabezas, sobre la cual reposa Vishnu, la Deidad Eterna, durante la inactividad
Praláyica.
¿Qué tiene Satán que ver con este símbolo altamente metafísico?
La
Svastika es el símbolo más filosóficamente científico de todos, como también el
más comprensible.
Es el resumen, en unas pocas líneas, de toda la obra de la
“creación” (o de la evolución debiera más bien decirse), desde la Cosmogonía
hasta la Antropogonía; desde el Parabraman indivisible desconocido a la humilde
Monera de la ciencia materialista cuyo génesis
es tan desconocido a esa ciencia como lo es el de la Deidad Absoluta misma.
La Svastika se ve a la cabeza de los símbolos religiosos de toda nación
antigua. Es el “Martillo del Obrero” en el Libro
de los Números caldeo, el “Martillo” de que ya se ha hecho mención en el Book of Concealed Mistery, “que arranca chispas del pedernal” (Espacio),
cuyas chispas se convierten en Mundos.
Es el Martillo de Thor, el arma mágica
forjada por los Enanos contra los Gigantes, o las Fuerzas Titánicas precósmicas de la Naturaleza que se
rebelan, y que, al paso que viven en la región de la Materia, se resisten a ser
dominadas por los Dioses, los agentes de la Armonía Universal, y tienen
que ser primero destruidas. Ésta es la
razón por la cual el Mundo está formado de los restos del Ymir asesinado. La
Svastika es el Miölnir, el “Martillo tempestuoso”, y por esto se dice que
cuando los Ases los Dioses santos, después de ser purificados por el fuego -el
fuego de las pasiones y sufrimientos en sus encarnaciones-, se hacen dignos de
habitar en el Ida en eterna paz, entonces el Miölnir será inútil. Esto sucederá
cuando las cadenas de Hel -la Diosa reina de la región de la Muerte- no los
aprisione más; pues el reino del mal habrá pasado.
Las
llamas de Surtur no los habían destruido, ni tampoco aún las aguas devastadoras
(de los diversos diluvios)... Allí estaban... los hijos del Thor. Trajeron el
Miölnir con ellos, no como arma de guerra, sino como martillo con el cual iban
a consagrar los nuevos cielos y la nueva tierra.
¡Verdaderamente,
muchos son sus significados! En la obra
macrocósmica, el “MARTILLO DE LA CREACIÓN” con sus cuatro brazos vueltos en
ángulos rectos, se refiere al continuo movimiento
y evolución del Kosmos invisible de las Fuerzas. En la del Cosmos manifestado y
de nuestra Tierra, indica la rotación de los ejes del mundo y sus cinturones
ecuatoriales en los Ciclos del Tiempo; las dos líneas que forman la Svastika
..... significan el Espíritu y la Materia, y los cuatro garfios indican el
movimiento en los ciclos de revolución.
Aplicado al microcosmo, al Hombre, lo
muestra como un eslabón entre el Cielo y la Tierra; la mano derecha levantada
al extremo de un brazo horizontal, la izquierda señalando a la Tierra. En la Tabla Esmeraldina de Hermes, el brazo
derecho alzado está inscrito con la palabra “Solve”, el izquierdo con la
palabra “Coagula”. Es un signo alquímico, cosmogónico, antropológico y mágico,
todo a la vez, con siete claves para su significado interno.
No es
demasiado decir que el simbolismo compuesto de este signo universal de los más
sugestivos, contiene la clave de los siete grandes misterios del Kosmos. Nacido
de los conceptos místicos de los primitivos Arios, y colocado por ellos en el
vestíbulo mismo de la eternidad, en la cabeza de la serpiente Ananta, encontró
su muerte espiritual en las interpretaciones escolásticas de los
antropomorfistas de la Edad Media. Es el Alfa y Omega de la Fuerza Creadora
universal, desarrollándose del Espíritu puro y terminando en la Materia densa.
Es también la clave para el Ciclo de la Ciencia, divina y humana; y aquel que
comprende todo su significado, está por siempre libre de los afanes de
Mahâmâyâ, la Gran Ilusión y Engañador. La Luz que brilla bajo el Divino
Martillo, ahora degradado en el mallete de los Grandes Maestros de las logias
masónicas, es suficiente para disipar las tinieblas de todos los esquemas o
ficciones humanos.
¡Cuán
proféticos son los cantos de las tres Diosas Norse, a quienes los cuervos de
Odin murmuran el pasado y el futuro al revolotear en sus moradas de cristal
bajo el caudaloso río! Los cantos están todos escritos en los “Pergaminos de la
Sabiduría”, de los cuales muchos se han perdido, pero quedan aún algunos; y
ellos repiten en poética alegoría las enseñanzas de las Edades Arcaicas.
Extractando del Asgard and the Gods,
del doctor Wagner, respecto de la “Renovación del Mundo”, que es una profecía
acerca de la Séptima Raza de nuestra Ronda relatada en tiempo pasado, se dice
que:
El
Miölnir había cumplido con su deber en esta Ronda, y:
En el campo de Ida, el campo de
resurrección (para la Quinta Ronda), los hijos de los dioses más elevados se
reunieron, y en ellos se levantaron nuevamente sus padres (los Egos de todas
sus encarnaciones pasadas). Hablaron del Pasado y del Presente, y recordaron la
sabiduría y profecías de sus antecesores, que se habían cumplido todas. Cerca
de ellos, pero invisibles para ellos,
estaba el Uno fuerte y potente que gobierna todas las cosas, hace la paz entre
los que están irritados, y dirige las leyes eternas que rigen al mundo. Todos
sabían que estaba allí, sentían su presencia y poder, pero ignoraban su nombre.
A su mandato la nueva tierra surgió de las aguas (del Espacio). Al Sur, sobre
el Campo de Ida, hizo otro cielo llamado Audlang, y más lejos un tercero
conocido por Widblain. Sobre la cueva de Gimil, fue erigido un palacio
maravilloso, que estaba cubierto de oro y que brillaba resplandeciente al sol.
(Estos son los tres Globos de nuestra Cadena que ascienden gradualmente). Allí
fueron los dioses entronizados, como lo estaban antes, y gozaban de su
restauración y de los buenos tiempos. Desde las alturas de Gimil (el séptimo
Globo, el más elevado y puro), miraban a los
dichosos descendientes de Lif (y Lifthrasir, el Adam y Eva futuros de la
Humanidad purificada), y les indicaban que subiesen más arriba, que se elevasen
en conocimiento y sabiduría, en piedad y en obras de amor, paso a paso, de un
cielo a otro, hasta que finalmente pudiesen unirse a las divinidades en la casa
del Todo padre.
El
que conozca las doctrinas del Buddhismo Esotérico, o Sabiduría, aunque tan
imperfectamente bosquejadas hasta ahora, verá claramente la alegoría que
contiene lo arriba citado.
Su
significado más filosófico será mejor comprendido si el lector piensa
detenidamente sobre el mito de Prometeo. Más adelante se le examina a la luz
del Pramantha indo. Degradado en un símbolo puramente fisiológico por algunos
orientalistas, y tomado sólo en conexión con el fuego terrestre, su interpretación
es un insulto a todas las religiones, incluso el Cristianismo, cuyo misterio
más grande es así arrastrado a la Materia. La “fricción” del divino Pramantha y
Arani sólo podía presentarse bajo esta imagen a las ideas brutales de los
materialistas alemanes, peores que los cuales no hay ninguno.
Es verdad que el
Niño Divino, Agni, según el lenguaje
sánscrito, que se convirtió en Ignis entre los latinos, nació de la unión de
Pramantha y Arani (la Svastika) durante la
ceremonia del sacrificio.
¿Pero qué indica eso?
Tvashtri (Vishvakarman)
es el “artista y carpintero divino”, y es también el Padre de los Dioses y del “Fuego Creador” en los Vedas. Es tan antiguo y tan sagrado el
símbolo, que apenas hay excavación hecha en los lugares de las ciudades antiguas,
en que no se haya encontrado. Cierto número de discos de tierra cocida,
llamados fusaïoles, fueron
encontrados por el Dr. Schliemann bajo
las ruinas de la antigua Troya. Ambas formas .... ........, fueron sacadas en gran número; su
presencia era una prueba más de que los antiguos troyanos y sus antecesores
eran arios puros.
c)El Chhâyâ, como ya se ha explicado, es la
Imagen Astral. Tiene este sentido en las obras sánscritas. Así a Sanjnâ, la
Conciencia Espiritual, la esposa de Sürya, el Sol, se la muestra retirándose a
la espesura para llevar una vida ascética, y dejando a su esposo su Chhâyâ,
Sombra o Imagen.
16¿CÓMO NACIERON LOS MÂNUSHYA?. ¿CÓMO SE
FORMARON LOS MANUS CON
MENTES? (a). LOS PADRES (43) LLAMARON EN
SU AYUDA A SU PROPIO FUEGO, QUE ES EL FUEGO QUE ARDE EN LA TIERRA. EL
ESPÍRITU DE LA TIERRA LLAMÓ EN SU AYUDA AL FUEGO SOLAR. ESTOS TRES, CON SUS ESFUERZOS REUNIDOS, PRODUJERON UN BUEN RÛPA. PODÍA ESTAR
DE PIE, ANDAR, CORRER, RECLI-NARSE O VOLAR. SIN EMBARGO, NO ERA AÚN MÁS
QUE UN CHHÂYÂ, UNA SOMBRA SIN ENTENDIMIENTO... (b).
a) Aquí se hace necesaria otra explicación a la
luz y con la ayuda de las Escrituras exotéricas añadidas a las esotéricas. Los
Mânushyas (Hombres) y los Manus son aquí equivalentes del Adán caldeo; este
término no significa en modo alguno el primer hombre, como entre los judíos, ni
un individuo solitario, sino la Humanidad colectivamente, como entre los
caldeos y asirios. Cuatro Órdenes o Clases de las Siete de Dhyân Chohans, dice
el Comentario, “fueron los Progenitores
del Hombre Oculto”; esto es, el Hombre Interno sutil. Los Lha de la Luna,
los Espíritus Lunares, eran, como ya se ha dicho, sólo los Antecesores de su
Forma, o sea del modelo con arreglo al cual la Naturaleza principió su obra
externa sobre él. Así, pues, el Hombre Primitivo era, cuando apareció, sólo un
Bhûta sin entendimiento, o “fantasma”. Esta “creación” fue un fracaso.
b) Esta tentativa fue un nuevo fracaso. Es la
alegoría de la vanidad de la Naturaleza física
en sus inútiles esfuerzos para construir por sí sola siquiera un animal
perfecto, y menos al hombre; pues los Padres, los Ángeles inferiores, son todos
Espíritus de la Naturaleza, y los Elementales superiores también poseen una
inteligencia especial suya; pero esto no es bastante para construir un hombre pensante. Era necesario el “Fuego Viviente”, ese Fuego que da a la mente
humana su percepción y conciencia propias, o Manas; y la progenie de Pârvaka y
Shuchi son los Fuegos Eléctrico-Animal y Solar, que crean animales, y por
tanto, sólo podían proporcionar una constitución física viviente a este primer
modelo astral del hombre. Los primeros Creadores, pues, eran los Pigmaliones
del Hombre Primitivo: no pudieron animar la estatua, intelectualmente.
Esta Estancia,
como veremos, es muy sugestiva. Explica ella el misterio y llena el vacío entre
el Principio Animador del hombre -el Yo Superior o Mónada Humana- y la Mónada
Animal, ambas una y la misma, aunque la primera está dotada de inteligencia divina y la segunda de sólo la facultad
del instinto. ¿Cómo se explica esta
diferencia y la presencia de ese YO SUPERIOR en el hombre?
El
Comentario dice:
Los Hijos de MAHAT son los vivificadores de
la Planta humana. Son ellos las Aguas que caen en el árido suelo de la vida
latente, y la Chispa que vivifica el animal humano. Son ellos los Señores de la
Vida Espiritual Eterna... En el principio (en la Segunda Raza), algunos (de los
Señores) sólo exhalaron parte de su esencia en los Mânushya (hombres), y
algunos tomaron al hombre por morada.
Esto
muestra que no todos los hombres fueron encarnaciones de los “Divinos
Rebeldes”, sino sólo unos pocos de entre ellos. El resto sólo tuvo su quinto
Principio simplemente avivado por la chispa arrojada en él, lo cual explica la
gran diferencia entre las capacidades intelectuales de los hombres y razas. “Si
los hijos de Mahat” no hubiesen, alegóricamente hablando, saltado a través de los mundos intermedios, en su
impulso hacia la libertad intelectual, el hombre animal no hubiese podido jamás
elevarse más allá de esta tierra, y llegar por medio del propio esfuerzo a la
meta final. La peregrinación cíclica hubiese tenido que ejecutarse a través de
todos los planos de la existencia en estado semiinconsciente, sino
completamente, tal como sucede con los animales.
A esta rebelión de la vida
intelectual contra la mórbida inactividad del espíritu puro, es debido que
seamos lo que somos: hombres conscientes de sí mismos y pensantes, con las
posibilidades y atributos de los Dioses en nosotros, tanto para el bien como
para el mal. Por tanto, los REBELDES son nuestros Salvadores.
Que el filósofo
medite bien sobre esto, y más de un misterio se le aclarará. Sólo por la fuerza
atractiva de los contrastes pueden los dos polos, el Espíritu y la Materia, ser
cementados juntos en la Tierra, y fundidos en el fuego de la experiencia
consciente de sí y del sufrimiento, encontrarse unidos en la Eternidad. Esto
revelará el significado de muchas alegorías hasta ahora incomprensibles,
llamadas neciamente “fábulas”.
Explica,
para empezar, la declaración que se hace en el Pymander de que el “Hombre Celeste”, el “Hijo del Padre”, que
participaba de la naturaleza y esencia de los Siete Gobernadores o Creadores y
Regentes del Mundo Material,
Miró
a través de la Armonía, y arrollando la fuerza de los (Siete) Círculos (de
Fuego), demostró así e hizo manifiesta la naturaleza innata descendente.
Explica
todos los versos de la narración hermética, como también la alegoría griega de
Prometeo. Pero lo que es importante sobre todo, explica los muchos relatos
alegóricos acerca de las “Guerras en el Cielo”, incluso la del Apocalipsis respecto del dogma
cristiano de los “Ángeles Caídos”. Explica la “Rebelión” de los Ángeles más
antiguos y elevados, y lo que significa el ser lanzados del Cielo a las
profundidades del Infierno, o sea la Materia. Resuelve hasta la reciente
perplejidad de los asiriólogos, que expresan su asombro, por conducto del
difunto George Smith, del siguiente modo:
Mi
primera idea acerca de esta parte (de la rebelión), era que la guerra con los
poderes del mal precedió a la
creación; ahora creo que siguió a la relación de la Caída.
En
la misma obra, Mr. George Smith da un grabado, de un Cilindro babilónico
primitivo, del Árbol Sagrado: la Serpiente, el hombre y la mujer. El Árbol
tiene siete ramas: tres en el lado
del hombre, cuatro en el de la mujer.
Estas ramas son típicas de las siete Razas-Raíces, en la tercera de las cuales, a su misma terminación, tuvo lugar la
separación de los sexos y la llamada Caída en la generación. Las tres razas
primeras fueron sin sexo, luego hermafroditas; las otras cuatro, varón y
hembra, separados uno de otro. Según nos dice el escritor:
El
dragón que, en la relación caldea de la Creación, conduce el hombre al pecado,
es la criatura de Tiamat, el principio viviente del mar y del caos... que era
contrario a las deidades cuando la creación del mundo.
Esto
es un error. El dragón es el principio masculino, o Falo, personificado o más
bien animalizado; y Tiamat “la
encarnación del espíritu del caos” del Abismo u Océano, es el principio
femenino, la Matriz. El “espíritu del caos y desorden” se refiere a la
perturbación mental a que condujo. Es el principio sexual, atractivo,
magnético, que fascina y seduce; el elemento siempre viviente y activo que
lanza al mundo entero en el desorden, el
caos y el pecado. La Serpiente seduce a la mujer, pero esta última es la que
seduce al hombre, y ambos están incluidos en la maldición kármica, aunque sólo
como un resultado natural de una causa
producida. George Smith dice:
Es
claro que el dragón está incluido en la maldición de la Caída, y que los dioses
(los Elohim, celosos al ver que el hombre de barro se convertía a su vez en un
Creador lo mismo que todos los animales) invocaron sobre la cabeza de la Raza
humana todos los males que afligen a la Humanidad. La sabiduría y el
conocimiento le serán perjudiciales, tendrá querellas de familia, se someterá a
la tiranía, irritará a los dioses ..., sufrirá desengaños en sus deseos, dirá oraciones inútiles..., cometerá pecados
futuros. No hay duda que el asunto está continuado en líneas subsiguientes;
pero nuevamente se halla interrumpida la narración, y sólo se reanuda en donde
los dioses se están preparando para la guerra con los poderes del mal, los
cuales son dirigidos por Tiamat (la mujer).
Este
relato está omitido en el Génesis,
para fines monoteístas. Pero es una conducta errónea -nacida sin duda del
temor, y de la consideración a la religión dogmática- el tratar de restaurar
los fragmentos caldeos por medio del Génesis,
toda vez que este último, mucho más moderno que los fragmentos, es el que debe
ser explicado por estos.
17 EL ALIENTO NECESITABA UNA FORMA; LOS
PADRES SE LA DIERON. EL ALIENTO NECESITABA UN CUERPO DENSO; LA TIERRA
LO MODELÓ. EL ALIENTO NECESITABA EL ESPÍRITU DE VIDA; LOS LHAS SOLARES
LE EXHALARON EN SU FORMA. EL ALIENTO NECESITABA UN ESPEJO DE SU CUERPO; “¡NOSOTROS LE DIMOS EL NUESTRO!” -DIJERON LOS DHYÂNIS. EL ALIENTO
NECESITABA UN VEHÍCULO DE DESEOS;
“¡LO TIENE!” - DIJO EL
AGOTADOR DE LAS AGUAS (58). PERO EL ALIENTO NECESITABA UNA MENTE PARA ABARCAR
EL UNIVERSO; “¡NO PODEMOS DAR ESO!” - DIJERON LOS PADRES. “¡JAMÁS LA
TUVE!” - DIJO EL ESPÍRITU DE LA TIERRA. “¡LA FORMA SERÍA CONSUMIDA SI YO
LE DIERA LA MÍA!” - DIJO EL GRAN FUEGO... EL HOMBRE PERMANECIÓ UN
BHÛTA VACÍO E INSENSATO... ASÍ DIERON LA VIDA LOS SIN-HUESOS A LOS QUE SE CONVIRTIERON EN HOMBRES CON HUESOS EN LA TERCERA.
Como
en el Comentario de la Estancia V se verá una explicación completa, bastarán
ahora algunas observaciones. El “Padre” del hombre físico primitivo, o de su
cuerpo, es el Principio Eléctrico Vital que reside en el Sol. La Luna es la
“Madre”, a causa de ese misterioso poder de la Luna que tiene una influencia
decisiva en la gestación y generación humanas, las cuales regula, como la tiene
en el desarrollo de las plantas y animales. El “Viento” o Éter, que en este
caso representa al agente de transmisión por medio del cual estas influencias
descienden de los dos luminares y se difunden sobre la tierra, es mencionado
como la “Nodriza”; en tanto que sólo el “Fuego Espiritual” hace del hombre
una entidad divina y perfecta.
Ahora
bien; ¿qué es ese Fuego Espiritual? En la Alquimia es el hidrógeno, en general,
mientras que en la realidad Esotérica es la emanación, o el Rayo que procede de
su Nóumeno, el “Dhyân del Primer
Elemento”. El hidógeno es un gas sólo
en nuestro plano terrestre. Pero aun en la Química, el hidrógeno “sería la
única forma existente de materia, en nuestro sentido del término” (64), y es
aliado muy próximo del protilo, que
es nuestro layam. Es el padre y
generador, por decirlo así, o más bien el Upâdhi (base) tanto del Aire como del
Agua, y es “fuego, aire y agua”; en una palabra, uno bajo tres aspectos; por tanto, la trinidad química y alquímica.
En el mundo de la Manifestación, o de la Materia, es el símbolo objetivo y la
emanación material del Ser subjetivo, entidad puramente espiritual en la región
de los Nóumenos. Razón tenía Godfrey Higgins al comparar al hidrógeno, y hasta
identificarlo con el .... (TO ON), el “Uno” de los griegos. Porque, según
observa, el hidrógeno no es agua, aun
cuando la produce; el hidrógeno no es fuego, aunque lo manifiesta o crea; ni es
aire, aunque el aire puede considerarse como un producto de la unión del agua y
del fuego, puesto que al hidrógeno se le encuentra en el elemento acuoso de la
atmósfera. Es tres en uno.
Si
se estudia la Teogonía comparada, es fácil de ver que el secreto de estos
“Fuegos” era enseñado en los Misterios de todos los pueblos antiguos,
principalmente en Samotracia. No cabe la menor duda de que los Kabiri, las más
misteriosas de todas las Deidades antiguas, Dioses y Hombres, grandes Deidades
y Titanes, son idénticos a los Kumâras y Rudras con Kârtikeya a la cabeza, que
es también un Kumâra. Esto es por completo evidente aun exotéricamente; y estas
Deidades indas eran, como los Kabiri, los Fuegos
sagrados personificados de los Poderes más ocultos de la Naturaleza.
Las
diversas ramas de la Raza Aria: la asiática y la europea, la inda y la griega,
hicieron lo posible para ocultar su verdadera naturaleza, ya que no su
importancia. Como sucede con los Kumâras, el número de los Kabiri es incierto.
Algunos dicen que sólo había tres o cuatro; otros dicen que siete. Axierus,
Axiocersa, Axiocersus y Casmilus, pueden muy bien representar los alter egos de los cuatro Kumâras:
Sanat-Kumâra, Sananda, Sanaka y Sanâtana. Las Deidades primeras, cuyo padre,
según opinión general, era Vulcano, eran a menudo confundidas con los Dioscori,
Corybantes, Anactes, etcétera; lo mismo que los Kumâras, cuyo padre putativo
era Brahmâ (o más bien la “Llama de su Ira”, que le condujo a ejecutar la
Creación novena o Kumâra, que resultó en Rudra o Nilalohita (Shiva) y los
(Kumâras), eran confundidos con los Asuras, los Rudras y los Pitris, por la
sencilla razón de que todos son uno, esto es, Fuerzas y Fuegos correlativos. No
tenemos espacio aquí para describir estos “Fuegos” y su verdadero significado,
aunque lo intentaremos hacer si el resto de esta obra llega a publicarse.
Mientras tanto, pueden añadirse unas cuantas explicaciones más.
Lo
anterior son todos misterios cuya solución tienen que dejarse a la intuición
personal del estudiante, más bien que describirse. Si quiere saber algo del
secreto de los FUEGOS, que se dirija a ciertas obras de los alquimistas,
quienes muy correctamente relacionan el Fuego con cada elemento, como lo hacen
los ocultistas. El lector debe tener presente que los antiguos consideraban la
religión y las Ciencias Naturales a la vez con la Filosofía, como estrecha e
inseparablemente enlazadas. Esculapio era el Hijo de Apolo -el Sol o FUEGO de
la Vida-; a la vez, Helios, Pitio y el
Dios de la Sabiduría de los oráculos, En las religiones exotéricas, tanto como
en la Filosofía Esotérica, los Elementos, especialmente el Fuego, el Agua y el
Aire, se presentan como los Progenitores de nuestros cinco sentidos físicos, y por esto están distintamente
relacionados, de un modo oculto, con ellos. Estos sentidos físicos pertenecen a
una creación aun inferior a la llamada en los Purânas Pratisarga o “Creación Secundaria”.
“El Fuego Líquido
procede del Fuego Homogéneo”, dice un axioma Oculto.
El Círculo es el PENSAMIENTO; el Diámetro (o
la línea) es la PALABRA, y su unión es la VIDA.
En la Kabalah,
Bath-Kol es la Hija de la Voz Divina,
o Luz Primordial, Shekinah. En los Purânas
y en el exoterismo indo, Vâch, la Voz, es el Logos femenino de Brahmâ, una
permutación de Aditi, la Luz Primordial. Y si Bath-Kol, en el Misticismo judío,
es una voz articulada sobrenatural del cielo, que revela al “pueblo elegido”
las tradiciones sagradas y las leyes, es sólo porque Vâch fue llamada, antes
del Judaísmo, “Madre de los Vedas”,
que penetró en los Rishis y les inspiró con sus revelaciones; lo mismo que
Bath-Kol se dice que inspiró a los profetas de Israel y a los Sumos Sacerdotes
judíos.
Y ambas existen hasta el día en sus respectivas simbologías sagradas,
porque los antiguos asociaban el Sonido o Lenguaje con el Éter del Espacio,
cuya característica es el Sonido. De aquí que el Fuego, el Agua y el Aire sean
la Trinidad Cósmica primordial.
Yo
soy tu Pensamiento, tu Dios, más antiguo que el Principio Húmedo, la Luz que radia dentro de las Tinieblas (Caos) y la Palabra resplandeciente de Dios
(Sonido) es el Hijo de la Deidad.
Así,
pues, tenemos que estudiar bien la “Creación Primaria” antes de poder comprender
la Secundaria. La primera Raza tenía en ella tres Elementos rudimentarios; y ningún Fuego todavía;
porque, según los antiguos, la evolución del hombre, y el crecimiento y
desarrollo de sus sentidos espirituales y físicos, estaban subordinados a la
evolución de los Elementos en el plano cósmico de esta Tierra. Todo procede de
Prabhavâpyaya, la evolución de los principios creadores y sencientes en los
Dioses, y hasta de la llamada Deidad Creadora misma. Esto se encuentra en los
nombres y apelativos que se dan a Vishnu en las Escrituras exotéricas. Lo mismo
que el Protologos Órfico, es el llamado Pûrvaja, “pregenético”, y los demás
nombres lo relacionan, en su orden descendente, más y más con la Materia.
El siguiente orden en líneas paralelas puede
verse en la evolución de los Elementos y de los Sentidos; o en el “Hombre” Cósmico Terrestre o “Espíritu”, y el hombre físico mortal:
1. Éter ........... Oído
................. Sonido
2. Aire ............Tacto
................ Sonido y Tacto.
3. fuego, o Luz .Vista
................Sonido, Tacto y Color.
4. Agua ............Gusto............... Sonido, Tacto, Color y Gusto.
5. Tierra ...........Olfato
..............Sonido, Tacto, Color, Gusto y Olfato.
Como
se ve, cada Elemento añade a sus características propias, las de su predecesor;
así como cada Raza-Raíz añade el sentido característico de la Raza anterior. Lo
mismo sucede en la “creación” septenaria del hombre, que se desarrolla
gradualmente en siete etapas, y con los mismos principios, como se mostrará más
adelante.
Así,
pues, al paso que los Dioses o Dhyân Chohans (Devas) proceden de la Causa
Primera -que no es Parabrahman, pues éste es el TODO CAUSA, y no puede ser
mencionado como la “Primera Causa”-,
cuya Causa Primera es llamada en los Libros brahmánicos Jagad-Yoni, la “Matriz
del Mundo”, la Humanidad emana de estos agentes activos del Kosmos. Pero los
hombres, durante la Primera y Segunda Razas, no eran seres físicos, sino meros rudimentos de los hombres futuros;
Bhûtas, que procedían de Bhûtâdi, el “origen” o el sitio “original de donde
surgieron los elementos”. De aquí que procedan, como todo lo demás, de
Prabhavâpyaya, “el sitio” donde todo
se origina y donde todas las cosas se
disuelven”, según lo explica el Comentador en el Vishnu Purâna. De allí proceden también nuestros sentidos
físicos, y hasta la Deidad “creada” más elevada, en nuestra Filosofía. Como uno
con el Universo, ya lo llamemos Brahmâ, Îshvâra o Purusha, es él una Deidad
Manifestada y por tanto, “creada”, o limitada y condicionada. Esto se prueba
fácilmente, hasta con las enseñanzas exotéricas.
Después
de ser llamado el incognoscible y
eterno Brahmâ (neutro o abstracto), el Pundarîkâksha, “gloria suprema e
imperecedera”, desde el momento en que en lugar de Sadaika-rûpa, la Naturaleza
“incambiable” o “inmutable”, se le denomina Ekâneka-rûpa, “a la vez único y
múltiple”, él, la Causa, viene a sumirse en sus propios efectos; y si colocamos
sus nombres en orden Esotérico, presentan la siguiente escala descendente:
Mahâpurusha o Paramâtman
.................. Espíritu Supremo.
Âtman o Pûrvaja (Protologos)
.................El Espíritu Viviente de la Naturaleza.
Indriyâtman o Hirishikesha
......................Alma Espiritual o Intelectual (una con los
sentidos).
Bhûtâtman
..............................................El Alma Viviente, o de
la Vida.
Kshetrajna ............................................. El Alma Encarnada, o el Universo de Espíritu y Materia.
Bhrântidarshanatah
..................................Falsa Percepción, el Universo
Material.
El
último nombre significa algo percibido o concebido, debido a una falsa y
errónea aprehensión, como forma material, pero que sólo es de hecho Mâyâ,
Ilusión, como lo es todo en nuestro universo físico.
La
evolución de las Esencias Dhyân-Chohánicas tiene lugar en estricta analogía con
los atributos de este Brahmâ, tanto en el mundo espiritual como en el material;
siendo las características de las primeras reflejadas a su vez en el Hombre,
colectivamente, y en cada uno de sus principios;
cada uno de los cuales contiene en sí mismo, en el mismo orden
progresivo, una parte de los diversos “Fuegos” y Elementos de aquéllas.
H.P.Blavatsky D.S T III
H.P.Blavatsky D.S T III
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