domingo, 13 de septiembre de 2015

ESTANCIA IV (Continuación)



15 SIETE VECES SIETE SOMBRAS (16) DE HOMBRES FUTUROS (17) (a) NACIERON (18). CADA UNA DE SU PROPIO COLOR (19) Y ESPECIE (b). CADA UNA (20) INFERIOR A SU PADRE (21). LOS PADRES, LOS SINHUESOS, NO PODÍAN DAR LA VIDA A SERES CON HUESOS. LA PROGENIE DE ELLOS FUE BHUTÂ (22), SIN FORMA NI MENTE. POR ESA RAZÓN SON ELLOS LLAMADOS LA RAZA CHHÂYÂ (23) (c).

a)  Manu, como se ha hecho notar ya, viene de la raíz man, pensar, por tanto, es un “pensador”. Es muy probable que de esta palabra sánscrita se derive el mens latino, Mente, el Menes egipcio, la “Mente-Maestra”, la monas pitagórica o “unidad pensante” consciente, también la mente, y hasta nuestro manas o mente, el quinto principio del hombre. De aquí que estas Sombras fuesen llamadas Amânasa, “Sin Mente”.
            
Para los brahmanes, los Pitris son muy sagrados porque son los Progenitores o Antecesores de los hombres -los primeros Manushyas en esta Tierra- y el brahman les hace ofrendas cuando tiene un hijo. Se les rinden más honores y su ritual es más importante que el culto de los Dioses.
           
  ¿No podríamos encontrar significado filosófico en este grupo dual de Progenitores?
            
Estamos los Pitris divididos en siete Clases, nos encontramos nuevamente aquí el número místico. Casi todos los Purânas están de acuerdo en que tres de éstas son Arûpa, sin forma, mientras que cuatro son Corpóreas; las primeras son intelectuales y espirituales, y las segundas materiales y desprovistas de inteligencia. Esotéricamente, los Asuras son los que forman las tres primeras Clases de Pitris -”nacidos en el Cuerpo de la Noche”-, mientras que las otras cuatro fueron producidos del “Cuerpo del Crepúsculo”. Según el Vâyud Purâna, sus Padres (los Dioses), fueron condenados a nacer imbéciles en nuestra Tierra. Las leyendas están intencionalmente confundidas y muy veladas: en una son los Pitris los Hijos de los Dioses, y en otra los de Brahmâ; mientras que en una tercera los hace instructores de sus propios Padres. Las Huestes de las cuatro clases materiales fueron las que crearon simultáneamente a los hombres en las siete Zonas.
            
Ahora, respecto de las siete Clases de Pitris, cada una de las cuales es, a su vez, dividida en siete, dirigiremos una palabra a los estudiantes, y una pregunta al profano. Esa Clase de los “Dhyânis del Fuego”, que identificamos, con fundamentos innegables, con los Âgnishvâttas, se llama en nuestra escuela el “Corazón” del Cuerpo Dhyân-Chohánico, y se dice que encarnó en la Tercera Raza de hombres y los hizo perfectos. 

La Mistagogía Esotérica habla de la relación misteriosa que existe entre la esencia o substancia hebdomádica de este Corazón angélico y el del hombre, cuyo órgano físico mismo, y funciones psíquicas y espirituales, son una reflexión, por decirlo así, una copia en el plano terrestre, del modelo o prototipo de arriba
¿Por qué, se pregunta, ha de haber una repetición tan extraña del número siete en la estructura anatómica del hombre? 
¿Por qué tiene el corazón cuatro cavidades inferiores y tres divisiones superiores, que corresponden de modo tan extraño a la división septenaria de los principios humanos separados en dos grupos, el superior y el inferior, y por qué ha de encontrarse la misma división en las varias clases de Pitris, y especialmente en nuestros Dhyânis del Fuego? 

Porque, como se ha dicho ya, estos Seres caen en cuatro “Principios” -o llámeseles como se quiera- Corpóreos o groseros, y tres Incorpóreos o sutiles. ¿Por qué los siete plexos nerviosos del cuerpo radian siete rayos? ¿Por qué hay esos siete plexos, y por qué siete capas distintas en la piel humana?
            El comentario dice:
           
  Habiendo proyectado sus Sombras y hecho hombres de un Elemento (Éter), los Progenitores vuelven a ascender a Mahâ-Loka, de donde descienden periódicamente cuando el Mundo se renueva, para dar nacimiento a nuevos Hombres.
Los Cuerpos Sutiles permanecen sin inteligencia (Manas), hasta el advenimiento de los Suras (Dioses), llamados ahora Asuras (No-Dioses).
           
“No-Dioses” para los brahmanes, quizá, pero los Soplos” más elevados para los Ocultistas; toda vez que esos progenitores (Pitris), los sin forma e intelectuales, rehusan construir el hombre, pero le dotan de Mente; las cuatro Clases corpóreas crean tan sólo el cuerpo.
            
Esto se muestra claramente en varios textos del Rig Veda, la autoridad más elevada para todo indo, cualquiera que sea su secta. Allí Asura significa “espiritual, divino”, y la palabra se emplea como sinónimo del Espíritu Supremo; y el término Asura, en el sentido de un “Dios”, se aplica a Varuna e Indra, y principalmente a Agni, habiendo sido los tres en los tiempos antiguos los tres Dioses más elevados, antes de que la teomitología Brahmánica desnaturalizase el significado de casi todo el contenido de las Escrituras Arcaicas. Pero como la clave está ahora perdida, los Asuras apenas son mencionados.
            
En el Zend Avesta se ve lo mismo. En la religión mazdeísta o magismo, Asura es el Señor Asura Vishavavedas, el “que todo lo sabe” o “Señor ominisciente”; y Asura Mazdhâ, que se convierte más tarde en Asura Mazdhâ, es, como Benfey muestra, “el Señor que concede la Inteligencia”; Asura Medhâ, y Ahura Mazdâo. En otra parte de esta obra se hace ver, bajo una autoridad no menor, que el Asura indo-iranio fue siempre considerado como séptuple. Este hecho, combinado con el nombre Mazdhâ, como se ha dicho, que hace del séptuple Asura el “Señor” o “Señores” colectivamente, “que conceden la Inteligencia”, relaciona los Amshadspens con los Asuras y con nuestros Dhyân Chohans, que encarnan, así como también con los Elohim, y con los siete Dioses animadores de Egipto, la Caldea y todos los demás países.
            
La razón por la cual rehusaron estos “Dioses” crear hombres, no es, como lo declaran los relatos exotéricos, porque su orgullo era demasiado grande para que compartiesen el poder celestial de su esencia con los Hijos de la Tierra, sino por los motivos ya sugeridos. Sin embargo, la alegoría ha tolerado innumerables fantasías, y la Teología se ha aprovechado de ello en todos los países para apoyar su aserto contra estos Primogénitos, o los Logos, e imprimirlo como una verdad en las mentes de los ignorantes y crédulos.
           
  
El sistema cristiano no es el único que ha degradado estos Dioses en Demonios. El zoroastrismo y hasta el brahmanismo se han aprovechado de ello para imponerse a la mente del pueblo. Hasta en el exoterismo caldeo los Seres que rehusan crear, y que se dice que por ello son contrarios al Demiurgo, son también denunciados como espíritus de Tinieblas. Los Suras, que obtienen su independencia intelectual, luchan con los Suras que carecen de ella y que aparecen como pasando sus vidas en inútil culto ceremonial basado en la fe ciega -alusión ahora ignorada de los brahmanes ortodoxos- e inmediatamente los primeros se convierten en A-Suras. 

Los Primeros Hijos de la Deidad nacidos de la Mente rehusan crear progenie, y son maldecidos por Brahmâ y condenados a nacer como hombres. Son ellos precipitados en la Tierra, lo cual, más adelante, se transformó en el dogma teológico de las Regiones Infernales. Ahriman destruye al Toro creado por Ormuzd -que es el emblema de la vida ilusoria terrestre, el “germen del dolor”- y, olvidando que la semilla perecedera finita tiene que morir a fin de que la planta de la inmortalidad, la planta de la vida espiritual eterna, pueda brotar y vivir, Ahriman es proclamado el enemigo, el poder contrario, el Demonio. Tifón divide a Osiris en catorce pedazos, a fin de impedirle que pueble al mundo y crear así el sufrimiento; y Tifón  se convierte, en la enseñanza exotérica teológica, en el Poder de las Tinieblas. 

Pero todo esto es el cascarón exotérico. Los adoradores de este último son los que atribuyen a desobediencia y rebeldía el esfuerzo y sacrificio de sí mismos, de aquellos que quieren ayudar a los hombres a volver a su estado original de divinidad, por medio de esfuerzos propios conscientes; y esos adoradores de la forma son los que han hecho demonios de los Ángeles de Luz.
            
La filosofía Esotérica, sin embargo, enseña que una  tercera parte  de los Dhyânis -esto es, las tres clases de Pitris Arûpa dotados de inteligencia, “la cual es un soplo informe, compuesto de substancias intelectuales no elementarias”- fue sencillamente condenada por la ley del Karma y de la evolución a renacer, o encarnar, en la Tierra. 

Algunos de estos eran Nirmânakâyas de otros Manvántaras. De aquí que los encontremos, en todos los Purânas, reapareciendo en este Globo, en el Tercer Manvántara -léase Tercera Raza Raíz- como Reyes, Rishis y Héroes. esta doctrina, siendo demasiado filosófica y metafísica para ser comprendida por las multitudes, fue, como ya se ha dicho, desfigurada por el sacerdocio, con objeto de sostener su dominio sobre aquéllas por medio del temor supersticioso.
           
  Los supuestos “Rebeldes”, pues, eran sencillamente aquellos que, obligados por la ley Kármica a beber la copa del hiel hasta su última amarga gota, tuvieron que encarnar de nuevo, convirtiendo así en entidades pensantes responsables a las estatuas astrales proyectadas por sus hermanos inferiores. Se dice que algunos rehusaron porque no poseían los materiales requeridos -esto es, un cuerpo astral-, pues eran Arûpa. La negativa de otros se fundaba en que habían sido Adeptos y Yogis en Manvántaras lejanos precedentes; otro misterio. Pero, más adelante, como Nirmânakâyas, se sacrificaron por el bien y la salvación de las Mónadas que esperaban su turno, y que de otro modo hubieran tenido que permanecer en suspenso durante edades incontables en formas irresponsables, a semejanza de los animales, aunque en apariencia humanas. Puede ser una parábola y una alegoría, dentro de una alegoría. Su solución se deja a la intuición del estudiante si lee lo que sigue con su vista espiritual.
            

En cuanto a sus Formadores o “Antecesores” -los Ángeles que en las leyendas exotéricas obedecieron a la ley- deben ser idénticos a los Pitris Barhishad, o los Pitris-Devatâs, esto es, los que poseían el fuego físico creador. ellos sólo podían crear, o más bien revestir, las Mónadas humanas con sus Yoes astrales, pero no podían hacer al hombre a su imagen y semejanza. “El hombre no puede ser como uno de nosotros” -dijeron los Dioses Creadores encargados de la construcción del animal inferior- sino superior  Que ellos creasen la semejanza del hombre de su propia Esencia divina, significa, esotéricamente, que ellos fueron los que se convirtieron en la Primera Raza, participando así de su destino y posterior evolución. No quisieron, simplemente porque no podían, dar al hombre esa chispa sagrada que arde y se convierte en la flor de la razón humana y en la conciencia de sí mismo, porque no la tenían para darla. Esto quedó para aquella Clase de Devas que se simbolizaron en Grecia bajo el nombre de Prometeo; para aquellos que no tenían nada que hacer con el cuerpo físico, pero sí todo con el hombre puramente espiritual.
           
  
Cada clase de Creadores dota al hombre con lo que tiene para dar; la una construye su forma externa; la otra le da su esencia, que más adelante se convierte en el Yo Humano Superior, debido a los esfuerzos personales del individuo; pero no podían hacer a los hombres como ellos mismos eran, perfectos por ser impecables; impecables porque sólo tenían los primeros pálidos y vagos contornos de los atributos, y estos todos perfectos (desde el punto de vista humano); blancos, puros y fríos, como la nieve virgen. Donde no hay lucha, no hay mérito. 

La Humanidad “del mundo terrestre” no estaba destinada a ser creada por los Ángeles del Primer Soplo Divino. Por tanto, se dice que ellos rehusaron crear, y el hombre tuvo que ser formado por Creadores más materiales, quienes, a su vez, sólo podían dar lo que tenían en sus propias naturalezas, y no más. Los Dioses puros, subordinados a la ley eterna, sólo podían proyectar de sí mismos sombras de hombres, un poco menos etéreos y espirituales menos divinos y perfectos que ellos mismos, que eran sombras todavía. La primera Humanidad, por tanto, fue una pálida copia de sus Progenitores; aunque etéreos demasiado materiales para ser una jerarquía de Dioses y demasiado espirituales y puros para ser HOMBRES, dotados como estaban de todas las perfecciones negativas (ninguna). La perfección, para ser tal, tiene que salir de la imperfección; lo incorruptible tiene que desenvolverse de lo corruptible, teniendo a esto último como su vehículo, base y contraste. 

Luz absoluta es Obscuridad absoluta, y viceversa. De hecho, no hay ni Luz ni Tinieblas en los reinos de la Verdad. El Bien y el Mal son gemelos, la progenie del Espacio y del Tiempo, bajo el dominio de Mâyâ. Separadlos, cortando toda relación, y ambos morirán. Ninguno de los dos existe, per se, pues cada uno tiene que ser engendrado y creado por el otro a fin de venir a la existencia; ambos tienen que ser conocidos y apreciados, antes de ser objeto de percepción; de aquí que, en la mente mortal, tengan que estar separados.
            
Sin embargo, como la distinción ilusoria existe, requiere ella un orden inferior de Ángeles Creadores para “crear” Globos habitados especialmente el nuestro, o para manejar la Materia en este plano terrestre. Los filósofos gnósticos fueron los primeros en pensar así dentro del período histórico, y en inventar varios sistemas sobre esta teoría. Por esto, en sus esquemas de la creación, nos encontramos siempre a sus Creadores ocupando un lugar en el mismo pie de la escala del Ser Espiritual. Para ellos, los que crearon nuestra Tierra y sus mortales estaban colocados en el límite mismo de la Materia mayávica, y sus partidarios fueron enseñados a pensar, con gran disgusto de los Padres de la Iglesia, que de la creación de esas razas miserables, en sentido moral y espiritual, que favorecen nuestro Globo, ninguna Divinidad superior podía ser responsable, sino sólo los Ángeles de una Jerarquía inferior, cuya Clase relegaron al Dios judío, Jehovah.
            
En todas las antiguas Cosmogonías se mencionan humanidades diferentes de la presente. Platón habla, en el Phaedrus, de una raza de hombres “alada”. Aristófanes, en el Banquete de Platón, habla de una raza andrógina con cuerpos redondos. En el Pymander, hasta todo el reino animal es de doble sexo. así, dice:

            
Habiéndose completado el circuito, se desató el nudo... y todos los animales, que eran igualmente andróginos, fueron desatados (separados) juntamente con el hombre... (pues)... las causas tenían que producir efectos en la tierra.

            Además, en el antiguo manuscrito Quiché, el Popol Vuh, publicado por el difunto Abbé Brasseur de Bourbourg, los primeros hombres están descritos como una raza “cuya vista era ilimitada, y que sabía todas las cosas a la vez”, mostrando así el conocimiento divino de Dioses, no de mortales. La Doctrina Secreta, corrigiendo las exageraciones inevitables de la fantasía popular, expone los hechos conforme se hallan registrados en los símbolos arcaicos.
           
b)Estas “Sombras” nacieron “cada una de su propio color y especie”, cada una también “inferior a su Padre”, o Creador, porque este último era un Ser completo de su especie. Los Comentarios atribuyen la primera frase al color o complexión de cada raza humana, evolucionada de este modo. En el Pymander, los Siete Hombres Primitivos, creados por la Naturaleza del “Hombre Celeste”, participan todos de las cualidades de los Siete “Gobernadores”, o Regentes, que amaban al Hombre, su propio reflejo y síntesis.
            
En las Leyendas Norse reconocemos en Asgard la morada de los Dioses, así como también en los mismos Ases, el mismo místico Loci y personificaciones entretejidas en los “mitos” populares, como en nuestra Doctrina Secreta; y las vemos en los Vedas, los Purânas, las Escrituras Mazdeístas y la Kabalah

Los Ases de Escandinavia, los Regentes del mundo que precedió al nuestro, cuyo nombre significa literalmente los “Pilares del Mundo”, sus “Soportes”, son, pues, idénticos a los cosmocratores griegos, los siete “Obreros” o Rectores del Pymander, los siete Rishis y Pitris de la India, los siete Dioses caldeos y los siete Espíritus Malos, los siete Sephiroth cabalísticos, sintetizados por la Tríada superior, y hasta los siete Espíritus Planetarios de los místicos cristianos.

 Los Ases crean la tierra, los mares, el firmamento y las nubes, todo el mundo visible, de los restos del gigante asesinado Ymir; pero no crean al HOMBRE, sino sólo su forma, del árbol Ask o Ash. Odin es quien le dota de vida y alma, después que Lodur le hubo dado sangre y huesos, y finalmente Hönir es quien le proporciona la inteligencia (Manas) y los sentidos conscientes. 

El Ask Norse, el árbol Ash de Hesiodo, de donde procedieron los hombres de la generación de bronce, la Tercera Raza Raíz, y el árbol Tzité del Popol Vuh, del cual fue creada la tercera raza mexicana de hombres, todos son unos. Esto puede verlo claramente cualquier lector. Pero la razón oculta, por qué el Ygdrasil Norse, el Ashavattha indo, el Gogard, el árbol de la vida helénico y el Zampun tibetano, son lo mismo que el Árbol Sephirótico Kabalístico, y hasta que el Árbol Santo hecho por Ahura Mazda, y el Árbol del Edén, 
¿quién, entre los sabios occidentales, puede decirlo? . 

Sin embargo, el fruto de todos estos “Árboles” ya sea Pippala, o Haoma, o aun la más prosaica Manzana, son las “plantas de la vida”, en hecho y en verdad. Los prototipos de nuestras razas estaban todos incluidos en el Árbol Microcósmico, que crecía y se desarrollaba dentro y bajo el gran árbol Macrocósmico del mundo; y el misterio se halla medio revelado en el Dîrghotamas, en donde se dice:

            Pippala, el dulce fruto de ese árbol, al cual acuden los espíritus que aman la ciencia, y donde los dioses producen todas las maravillas.

            
Lo mismo que en el Gogard, hállase la “Serpiente” entre las exuberantes ramas de todos estos Árboles del Mundo. Pero al paso que el Árbol Macrocósmico es la Serpiente de la Eternidad y de la absoluta Sabiduría misma, las que moran en el Árbol Microcósmico son las Serpientes de la Sabiduría Manifestada. Una es el Uno y el todo; las otras son sus partes reflejadas. El “Árbol” es el hombre mismo, por supuesto, y la Serpiente que en cada uno mora, es el Manas consciente, el eslabón que relaciona el Espíritu con la Materia, el Cielo y la Tierra.
            
En todas partes es lo mismo. Los Poderes Creadores producen al Hombre, pero fracasan en el objeto final. Todos estos Logos se esfuerzan en dotar al hombre de Espíritu consciente inmortal, que sólo se refleja en la Mente (Manas); ellos fracasan, y a todos se les presenta como castigados por el fracaso, si no por la empresa. ¿De qué clase es el castigo? 

Una sentencia de prisión en la región inferior, la cual es nuestra Tierra, la más baja de su Cadena; una “Eternidad” -que significa la duración de un ciclo de Vida- en las tinieblas de la Materia, o dentro del Hombre animal. Los Padres de la Iglesia, en parte por ignorancia y en parte intencionalmente, tuvieron a bien desnaturalizar este símbolo gráfico. Se aprovecharon de la metáfora y alegoría de todas las religiones antiguas, para volverlas en beneficio de la nueva. así, el hombre fue transformado en las tinieblas de un Infierno material; su conciencia divina, producida por el Principio que en él moraba, el Mânasa o el Deva encarnado, se convirtió en las llamas ardientes de la Región Infernal, y nuestro Globo en el Infierno mismo. 

Pippala, Haoma, el fruto del Árbol del Conocimiento, fueron denunciados como el fruto prohibido, y la “Serpiente de la Sabiduría”, la voz de la razón y de la conciencia, permaneció identificada durante edades con el Ángel Caído, el cual es el antiguo Dragón, ¡el Demonio!
            
Lo mismo sucede con los demás símbolos elevados. La Svastika, el símbolo más sagrado y místico de la India, la “Cruz Jaina”, como la llaman ahora los masones, a pesar de su relación directa, y hasta de su identidad con la Cruz cristiana, ha sido deshonrada del mismo modo. Es el “signo del demonio”, nos dicen los misioneros indos. 

¿No brilla en la cabeza de la gran Serpiente de Vishnu, en el Shesha-Ananta de mil cabezas, en las profundidades de Pâtâla, el Naraka o Infierno hindú? Así es; pero ¿qué es Ananta?

 Lo mismo que Shesha, es el casi infinito Ciclo Manvantárico del Tiempo, y se convierte en el Tiempo Infinito mismo cuando se le llama Ananta, la gran Serpiente de Siete cabezas, sobre la cual reposa Vishnu, la Deidad Eterna, durante la inactividad Praláyica. 

¿Qué tiene Satán que ver con este símbolo altamente metafísico? 

La Svastika es el símbolo más filosóficamente científico de todos, como también el más comprensible. 

Es el resumen, en unas pocas líneas, de toda la obra de la “creación” (o de la evolución debiera más bien decirse), desde la Cosmogonía hasta la Antropogonía; desde el Parabraman indivisible desconocido a la humilde Monera de la ciencia materialista cuyo génesis es tan desconocido a esa ciencia como lo es el de la Deidad Absoluta misma. La Svastika se ve a la cabeza de los símbolos religiosos de toda nación antigua. Es el “Martillo del Obrero” en el Libro de los Números caldeo, el “Martillo” de que ya se ha hecho mención en el Book of Concealed Mistery, “que arranca chispas del pedernal” (Espacio), cuyas chispas se convierten en Mundos. 
Es el Martillo de Thor, el arma mágica forjada por los Enanos contra los Gigantes, o las Fuerzas Titánicas precósmicas de la Naturaleza que se rebelan, y que, al paso que viven en la región de la Materia, se resisten a ser dominadas por los Dioses, los agentes de la Armonía Universal, y tienen que  ser primero destruidas. Ésta es la razón por la cual el Mundo está formado de los restos del Ymir asesinado. La Svastika es el Miölnir, el “Martillo tempestuoso”, y por esto se dice que cuando los Ases los Dioses santos, después de ser purificados por el fuego -el fuego de las pasiones y sufrimientos en sus encarnaciones-, se hacen dignos de habitar en el Ida en eterna paz, entonces el Miölnir será inútil. Esto sucederá cuando las cadenas de Hel -la Diosa reina de la región de la Muerte- no los aprisione más; pues el reino del mal habrá pasado.

            
Las llamas de Surtur no los habían destruido, ni tampoco aún las aguas devastadoras (de los diversos diluvios)... Allí estaban... los hijos del Thor. Trajeron el Miölnir con ellos, no como arma de guerra, sino como martillo con el cual iban a consagrar los nuevos cielos y la nueva tierra.

            ¡Verdaderamente, muchos son sus significados! En la obra macrocósmica, el “MARTILLO DE LA CREACIÓN” con sus cuatro brazos vueltos en ángulos rectos, se refiere al continuo movimiento y evolución del Kosmos invisible de las Fuerzas. En la del Cosmos manifestado y de nuestra Tierra, indica la rotación de los ejes del mundo y sus cinturones ecuatoriales en los Ciclos del Tiempo; las dos líneas que forman la Svastika ..... significan el Espíritu y la Materia, y los cuatro garfios indican el movimiento en los ciclos de revolución. 

Aplicado al microcosmo, al Hombre, lo muestra como un eslabón entre el Cielo y la Tierra; la mano derecha levantada al extremo de un brazo horizontal, la izquierda señalando a la Tierra. En la Tabla Esmeraldina de Hermes, el brazo derecho alzado está inscrito con la palabra “Solve”, el izquierdo con la palabra “Coagula”. Es un signo alquímico, cosmogónico, antropológico y mágico, todo a la vez, con siete claves para su significado interno

No es demasiado decir que el simbolismo compuesto de este signo universal de los más sugestivos, contiene la clave de los siete grandes misterios del Kosmos. Nacido de los conceptos místicos de los primitivos Arios, y colocado por ellos en el vestíbulo mismo de la eternidad, en la cabeza de la serpiente Ananta, encontró su muerte espiritual en las interpretaciones escolásticas de los antropomorfistas de la Edad Media. Es el Alfa y Omega de la Fuerza Creadora universal, desarrollándose del Espíritu puro y terminando en la Materia densa. Es también la clave para el Ciclo de la Ciencia, divina y humana; y aquel que comprende todo su significado, está por siempre libre de los afanes de Mahâmâyâ, la Gran Ilusión y Engañador. La Luz que brilla bajo el Divino Martillo, ahora degradado en el mallete de los Grandes Maestros de las logias masónicas, es suficiente para disipar las tinieblas de todos los esquemas o ficciones humanos.
            

¡Cuán proféticos son los cantos de las tres Diosas Norse, a quienes los cuervos de Odin murmuran el pasado y el futuro al revolotear en sus moradas de cristal bajo el caudaloso río! Los cantos están todos escritos en los “Pergaminos de la Sabiduría”, de los cuales muchos se han perdido, pero quedan aún algunos; y ellos repiten en poética alegoría las enseñanzas de las Edades Arcaicas. Extractando del Asgard and the Gods, del doctor Wagner, respecto de la “Renovación del Mundo”, que es una profecía acerca de la Séptima Raza de nuestra Ronda relatada en tiempo pasado, se dice que:
            El Miölnir había cumplido con su deber en esta Ronda, y:

En el campo de Ida, el campo de resurrección (para la Quinta Ronda), los hijos de los dioses más elevados se reunieron, y en ellos se levantaron nuevamente sus padres (los Egos de todas sus encarnaciones pasadas). Hablaron del Pasado y del Presente, y recordaron la sabiduría y profecías de sus antecesores, que se habían cumplido todas. Cerca de ellos, pero invisibles para ellos, estaba el Uno fuerte y potente que gobierna todas las cosas, hace la paz entre los que están irritados, y dirige las leyes eternas que rigen al mundo. Todos sabían que estaba allí, sentían su presencia y poder, pero ignoraban su nombre. A su mandato la nueva tierra surgió de las aguas (del Espacio). Al Sur, sobre el Campo de Ida, hizo otro cielo llamado Audlang, y más lejos un tercero conocido por Widblain. Sobre la cueva de Gimil, fue erigido un palacio maravilloso, que estaba cubierto de oro y que brillaba resplandeciente al sol. (Estos son los tres Globos de nuestra Cadena que ascienden gradualmente). Allí fueron los dioses entronizados, como lo estaban antes, y gozaban de su restauración y de los buenos tiempos. Desde las alturas de Gimil (el séptimo Globo, el más elevado y puro), miraban a los  dichosos descendientes de Lif (y Lifthrasir, el Adam y Eva futuros de la Humanidad purificada), y les indicaban que subiesen más arriba, que se elevasen en conocimiento y sabiduría, en piedad y en obras de amor, paso a paso, de un cielo a otro, hasta que finalmente pudiesen unirse a las divinidades en la casa del Todo padre.

            
El que conozca las doctrinas del Buddhismo Esotérico, o Sabiduría, aunque tan imperfectamente bosquejadas hasta ahora, verá claramente la alegoría que contiene lo arriba citado.
            
Su significado más filosófico será mejor comprendido si el lector piensa detenidamente sobre el mito de Prometeo. Más adelante se le examina a la luz del Pramantha indo. Degradado en un símbolo puramente fisiológico por algunos orientalistas, y tomado sólo en conexión con el fuego terrestre, su interpretación es un insulto a todas las religiones, incluso el Cristianismo, cuyo misterio más grande es así arrastrado a la Materia. La “fricción” del divino Pramantha y Arani sólo podía presentarse bajo esta imagen a las ideas brutales de los materialistas alemanes, peores que los cuales no hay ninguno. 

Es verdad que el Niño Divino,  Agni, según el lenguaje sánscrito, que se convirtió en Ignis entre los latinos, nació de la unión de Pramantha y Arani (la Svastika) durante la  ceremonia del sacrificio. 

¿Pero qué indica eso? 

Tvashtri (Vishvakarman) es el “artista y carpintero divino”, y es también el Padre de los Dioses y del “Fuego Creador” en los Vedas. Es tan antiguo y tan sagrado el símbolo, que apenas hay excavación hecha en los lugares de las ciudades antiguas, en que no se haya encontrado. Cierto número de discos de tierra cocida, llamados fusaïoles, fueron encontrados por el Dr. Schliemann bajo las ruinas de la antigua Troya. Ambas formas ....   ........, fueron sacadas en gran número; su presencia era una prueba más de que los antiguos troyanos y sus antecesores eran arios puros.
            
c)El Chhâyâ, como ya se ha explicado, es la Imagen Astral. Tiene este sentido en las obras sánscritas. Así a Sanjnâ, la Conciencia Espiritual, la esposa de Sürya, el Sol, se la muestra retirándose a la espesura para llevar una vida ascética, y dejando a su esposo su Chhâyâ, Sombra o Imagen.

16¿CÓMO NACIERON LOS MÂNUSHYA?. ¿CÓMO SE FORMARON LOS MANUS CON
MENTES? (a). LOS PADRES (43) LLAMARON EN SU AYUDA A SU PROPIO FUEGO, QUE ES EL FUEGO QUE ARDE EN LA TIERRA. EL ESPÍRITU DE LA TIERRA LLAMÓ EN SU AYUDA AL FUEGO SOLAR. ESTOS TRES, CON SUS ESFUERZOS REUNIDOS, PRODUJERON UN BUEN RÛPA. PODÍA ESTAR DE PIE, ANDAR, CORRER, RECLI-NARSE O VOLAR. SIN EMBARGO, NO ERA AÚN MÁS QUE UN CHHÂYÂ, UNA SOMBRA SIN ENTENDIMIENTO... (b).
           
a) Aquí se hace necesaria otra explicación a la luz y con la ayuda de las Escrituras exotéricas añadidas a las esotéricas. Los Mânushyas (Hombres) y los Manus son aquí equivalentes del Adán caldeo; este término no significa en modo alguno el primer hombre, como entre los judíos, ni un individuo solitario, sino la Humanidad colectivamente, como entre los caldeos y asirios. Cuatro Órdenes o Clases de las Siete de Dhyân Chohans, dice el Comentario, “fueron los Progenitores del Hombre Oculto”; esto es, el Hombre Interno sutil. Los Lha de la Luna, los Espíritus Lunares, eran, como ya se ha dicho, sólo los Antecesores de su Forma, o sea del modelo con arreglo al cual la Naturaleza principió su obra externa sobre él. Así, pues, el Hombre Primitivo era, cuando apareció, sólo un Bhûta sin entendimiento, o “fantasma”. Esta “creación” fue un fracaso.
            
b) Esta tentativa fue un nuevo fracaso. Es la alegoría de la vanidad de la Naturaleza física en sus inútiles esfuerzos para construir por sí sola siquiera un animal perfecto, y menos al hombre; pues los Padres, los Ángeles inferiores, son todos Espíritus de la Naturaleza, y los Elementales superiores también poseen una inteligencia especial suya; pero esto no es bastante para construir un hombre pensante. Era necesario el “Fuego Viviente”, ese Fuego que da a la mente humana su percepción y conciencia propias, o Manas; y la progenie de Pârvaka y Shuchi son los Fuegos Eléctrico-Animal y Solar, que crean animales, y por tanto, sólo podían proporcionar una constitución física viviente a este primer modelo astral del hombre. Los primeros Creadores, pues, eran los Pigmaliones del Hombre Primitivo: no pudieron animar la estatua, intelectualmente.
            
Esta Estancia, como veremos, es muy sugestiva. Explica ella el misterio y llena el vacío entre el Principio Animador del hombre -el Yo Superior o Mónada Humana- y la Mónada Animal, ambas una y la misma, aunque la primera está dotada de inteligencia divina y la segunda de sólo la facultad del instinto. ¿Cómo se explica esta diferencia y la presencia de ese YO SUPERIOR en el hombre?
            El Comentario dice:
            
Los Hijos de MAHAT son los vivificadores de la Planta humana. Son ellos las Aguas que caen en el árido suelo de la vida latente, y la Chispa que vivifica el animal humano. Son ellos los Señores de la Vida Espiritual Eterna... En el principio (en la Segunda Raza), algunos (de los Señores) sólo exhalaron parte de su esencia en los Mânushya (hombres), y algunos tomaron al hombre por morada.
            
Esto muestra que no todos los hombres fueron encarnaciones de los “Divinos Rebeldes”, sino sólo unos pocos de entre ellos. El resto sólo tuvo su quinto Principio simplemente avivado por la chispa arrojada en él, lo cual explica la gran diferencia entre las capacidades intelectuales de los hombres y razas. “Si los hijos de Mahat” no hubiesen, alegóricamente hablando, saltado  a través de los mundos intermedios, en su impulso hacia la libertad intelectual, el hombre animal no hubiese podido jamás elevarse más allá de esta tierra, y llegar por medio del propio esfuerzo a la meta final. La peregrinación cíclica hubiese tenido que ejecutarse a través de todos los planos de la existencia en estado semiinconsciente, sino completamente, tal como sucede con los animales. 

A esta rebelión de la vida intelectual contra la mórbida inactividad del espíritu puro, es debido que seamos lo que somos: hombres conscientes de sí mismos y pensantes, con las posibilidades y atributos de los Dioses en nosotros, tanto para el bien como para el mal. Por tanto, los REBELDES son nuestros Salvadores. 

Que el filósofo medite bien sobre esto, y más de un misterio se le aclarará. Sólo por la fuerza atractiva de los contrastes pueden los dos polos, el Espíritu y la Materia, ser cementados juntos en la Tierra, y fundidos en el fuego de la experiencia consciente de sí y del sufrimiento, encontrarse unidos en la Eternidad. Esto revelará el significado de muchas alegorías hasta ahora incomprensibles, llamadas neciamente “fábulas”.
            
Explica, para empezar, la declaración que se hace en el Pymander de que el “Hombre Celeste”, el “Hijo del Padre”, que participaba de la naturaleza y esencia de los Siete Gobernadores o Creadores y Regentes del Mundo Material,

    Miró a través de la Armonía, y arrollando la fuerza de los (Siete) Círculos (de Fuego), demostró así e hizo manifiesta la naturaleza innata descendente.

Explica todos los versos de la narración hermética, como también la alegoría griega de Prometeo. Pero lo que es importante sobre todo, explica los muchos relatos alegóricos acerca de las “Guerras en el Cielo”, incluso la del Apocalipsis respecto del dogma cristiano de los “Ángeles Caídos”. Explica la “Rebelión” de los Ángeles más antiguos y elevados, y lo que significa el ser lanzados del Cielo a las profundidades del Infierno, o sea la Materia. Resuelve hasta la reciente perplejidad de los asiriólogos, que expresan su asombro, por conducto del difunto George Smith, del siguiente modo:

            Mi primera idea acerca de esta parte (de la rebelión), era que la guerra con los poderes del mal precedió a la creación; ahora creo que siguió a la relación de la Caída.

En la misma obra, Mr. George Smith da un grabado, de un Cilindro babilónico primitivo, del Árbol Sagrado: la Serpiente, el hombre y la mujer. El Árbol tiene siete ramas: tres en el lado del hombre, cuatro en el de la mujer. Estas ramas son típicas de las siete Razas-Raíces, en la tercera de las cuales, a su misma terminación, tuvo lugar la separación de los sexos y la llamada Caída en la generación. Las tres razas primeras fueron sin sexo, luego hermafroditas; las otras cuatro, varón y hembra, separados uno de otro. Según nos dice el escritor:

            El dragón que, en la relación caldea de la Creación, conduce el hombre al pecado, es la criatura de Tiamat, el principio viviente del mar y del caos... que era contrario a las deidades cuando la creación del mundo.

            Esto es un error. El dragón es el principio masculino, o Falo, personificado o más bien animalizado; y Tiamat “la encarnación del espíritu del caos” del Abismo u Océano, es el principio femenino, la Matriz. El “espíritu del caos y desorden” se refiere a la perturbación mental a que condujo. Es el principio sexual, atractivo, magnético, que fascina y seduce; el elemento siempre viviente y activo que lanza al mundo entero en el desorden,  el caos y el pecado. La Serpiente seduce a la mujer, pero esta última es la que seduce al hombre, y ambos están incluidos en la maldición kármica, aunque sólo como un resultado natural de una  causa producida. George Smith dice:

            Es claro que el dragón está incluido en la maldición de la Caída, y que los dioses (los Elohim, celosos al ver que el hombre de barro se convertía a su vez en un Creador lo mismo que todos los animales) invocaron sobre la cabeza de la Raza humana todos los males que afligen a la Humanidad. La sabiduría y el conocimiento le serán perjudiciales, tendrá querellas de familia, se someterá a la tiranía, irritará a los dioses ..., sufrirá desengaños en sus deseos, dirá oraciones inútiles..., cometerá pecados futuros. No hay duda que el asunto está continuado en líneas subsiguientes; pero nuevamente se halla interrumpida la narración, y sólo se reanuda en donde los dioses se están preparando para la guerra con los poderes del mal, los cuales son dirigidos por Tiamat (la mujer).

            Este relato está omitido en el Génesis, para fines monoteístas. Pero es una conducta errónea -nacida sin duda del temor, y de la consideración a la religión dogmática- el tratar de restaurar los fragmentos caldeos por medio del Génesis, toda vez que este último, mucho más moderno que los fragmentos, es el que debe ser explicado por estos.

17 EL ALIENTO NECESITABA UNA FORMA; LOS PADRES SE LA DIERON. EL ALIENTO NECESITABA UN CUERPO DENSO; LA TIERRA LO MODELÓ. EL ALIENTO NECESITABA EL ESPÍRITU DE VIDA; LOS LHAS SOLARES LE EXHALARON EN SU FORMA. EL ALIENTO NECESITABA UN ESPEJO DE SU CUERPO; “¡NOSOTROS LE DIMOS EL NUESTRO!” -DIJERON LOS DHYÂNIS. EL ALIENTO NECESITABA UN VEHÍCULO DE DESEOS; 
“¡LO TIENE!” - DIJO EL AGOTADOR DE LAS AGUAS (58). PERO EL ALIENTO NECESITABA UNA MENTE PARA ABARCAR EL UNIVERSO; “¡NO PODEMOS DAR ESO!” - DIJERON LOS PADRES. “¡JAMÁS LA TUVE!” - DIJO EL ESPÍRITU DE LA TIERRA. “¡LA FORMA SERÍA CONSUMIDA SI YO LE DIERA LA MÍA!” - DIJO EL GRAN FUEGO... EL HOMBRE  PERMANECIÓ UN BHÛTA VACÍO E INSENSATO... ASÍ DIERON LA VIDA LOS SIN-HUESOS A LOS QUE SE CONVIRTIERON EN HOMBRES CON HUESOS EN LA TERCERA.
           
            
Como en el Comentario de la Estancia V se verá una explicación completa, bastarán ahora algunas observaciones. El “Padre” del hombre físico primitivo, o de su cuerpo, es el Principio Eléctrico Vital que reside en el Sol. La Luna es la “Madre”, a causa de ese misterioso poder de la Luna que tiene una influencia decisiva en la gestación y generación humanas, las cuales regula, como la tiene en el desarrollo de las plantas y animales. El “Viento” o Éter, que en este caso representa al agente de transmisión por medio del cual estas influencias descienden de los dos luminares y se difunden sobre la tierra, es mencionado como la “Nodriza”; en tanto que sólo el “Fuego Espiritual” hace del hombre una entidad divina y perfecta.
            

Ahora bien; ¿qué es ese Fuego Espiritual? En la Alquimia es el hidrógeno, en general, mientras que en la realidad Esotérica es la emanación, o el Rayo que procede de su Nóumeno, el “Dhyân del Primer Elemento”. El hidógeno es un gas sólo en nuestro plano terrestre. Pero aun en la Química, el hidrógeno “sería la única forma existente de materia, en nuestro sentido del término” (64), y es aliado muy próximo del protilo, que es nuestro layam. Es el padre y generador, por decirlo así, o más bien el Upâdhi (base) tanto del Aire como del Agua, y es “fuego, aire y agua”; en una palabra, uno bajo tres aspectos; por tanto, la trinidad química y alquímica. En el mundo de la Manifestación, o de la Materia, es el símbolo objetivo y la emanación material del Ser subjetivo, entidad puramente espiritual en la región de los Nóumenos. Razón tenía Godfrey Higgins al comparar al hidrógeno, y hasta identificarlo con el .... (TO ON), el “Uno” de los griegos. Porque, según observa, el hidrógeno no es agua, aun cuando la produce; el hidrógeno no es fuego, aunque lo manifiesta o crea; ni es aire, aunque el aire puede considerarse como un producto de la unión del agua y del fuego, puesto que al hidrógeno se le encuentra en el elemento acuoso de la atmósfera. Es tres en uno.
            
Si se estudia la Teogonía comparada, es fácil de ver que el secreto de estos “Fuegos” era enseñado en los Misterios de todos los pueblos antiguos, principalmente en Samotracia. No cabe la menor duda de que los Kabiri, las más misteriosas de todas las Deidades antiguas, Dioses y Hombres, grandes Deidades y Titanes, son idénticos a los Kumâras y Rudras con Kârtikeya a la cabeza, que es también un Kumâra. Esto es por completo evidente aun exotéricamente; y estas Deidades indas eran, como los Kabiri, los Fuegos sagrados personificados de los Poderes más ocultos de la Naturaleza. 

Las diversas ramas de la Raza Aria: la asiática y la europea, la inda y la griega, hicieron lo posible para ocultar su verdadera naturaleza, ya que no su importancia. Como sucede con los Kumâras, el número de los Kabiri es incierto. Algunos dicen que sólo había tres o cuatro; otros dicen que siete. Axierus, Axiocersa, Axiocersus y Casmilus, pueden muy bien representar los alter egos de los cuatro Kumâras: Sanat-Kumâra, Sananda, Sanaka y Sanâtana. Las Deidades primeras, cuyo padre, según opinión general, era Vulcano, eran a menudo confundidas con los Dioscori, Corybantes, Anactes, etcétera; lo mismo que los Kumâras, cuyo padre putativo era Brahmâ (o más bien la “Llama de su Ira”, que le condujo a ejecutar la Creación novena o Kumâra, que resultó en Rudra o Nilalohita (Shiva) y los (Kumâras), eran confundidos con los Asuras, los Rudras y los Pitris, por la sencilla razón de que todos son uno, esto es, Fuerzas y Fuegos correlativos. No tenemos espacio aquí para describir estos “Fuegos” y su verdadero significado, aunque lo intentaremos hacer si el resto de esta obra llega a publicarse. Mientras tanto, pueden añadirse unas cuantas explicaciones más.
            
Lo anterior son todos misterios cuya solución tienen que dejarse a la intuición personal del estudiante, más bien que describirse. Si quiere saber algo del secreto de los FUEGOS, que se dirija a ciertas obras de los alquimistas, quienes muy correctamente relacionan el Fuego con cada elemento, como lo hacen los ocultistas. El lector debe tener presente que los antiguos consideraban la religión y las Ciencias Naturales a la vez con la Filosofía, como estrecha e inseparablemente enlazadas. Esculapio era el Hijo de Apolo -el Sol o FUEGO de la Vida-; a la  vez, Helios, Pitio y el Dios de la Sabiduría de los oráculos, En las religiones exotéricas, tanto como en la Filosofía Esotérica, los Elementos, especialmente el Fuego, el Agua y el Aire, se presentan como los Progenitores de nuestros cinco sentidos físicos, y por esto están distintamente relacionados, de un modo oculto, con ellos. Estos sentidos físicos pertenecen a una creación aun inferior a la llamada en los Purânas Pratisarga o “Creación Secundaria”.
            
“El Fuego Líquido procede del Fuego Homogéneo”, dice un axioma Oculto.
El Círculo es el PENSAMIENTO; el Diámetro (o la línea) es la PALABRA, y su unión es la VIDA.
            

En la Kabalah, Bath-Kol es la Hija de la Voz Divina, o Luz Primordial, Shekinah. En los Purânas y en el exoterismo indo, Vâch, la Voz, es el Logos femenino de Brahmâ, una permutación de Aditi, la Luz Primordial. Y si Bath-Kol, en el Misticismo judío, es una voz articulada sobrenatural del cielo, que revela al “pueblo elegido” las tradiciones sagradas y las leyes, es sólo porque Vâch fue llamada, antes del Judaísmo, “Madre de los Vedas”, que penetró en los Rishis y les inspiró con sus revelaciones; lo mismo que Bath-Kol se dice que inspiró a los profetas de Israel y a los Sumos Sacerdotes judíos

Y ambas existen hasta el día en sus respectivas simbologías sagradas, porque los antiguos asociaban el Sonido o Lenguaje con el Éter del Espacio, cuya característica es el Sonido. De aquí que el Fuego, el Agua y el Aire sean la Trinidad Cósmica primordial.
           
            Yo soy tu Pensamiento, tu Dios, más antiguo que el Principio Húmedo, la Luz que radia dentro de las Tinieblas (Caos) y la Palabra resplandeciente de Dios (Sonido) es el Hijo de la Deidad.

            Así, pues, tenemos que estudiar bien la “Creación Primaria” antes de poder comprender la Secundaria. La primera Raza tenía en ella tres Elementos rudimentarios; y ningún Fuego todavía; porque, según los antiguos, la evolución del hombre, y el crecimiento y desarrollo de sus sentidos espirituales y físicos, estaban subordinados a la evolución de los Elementos en el plano cósmico de esta Tierra. Todo procede de Prabhavâpyaya, la evolución de los principios creadores y sencientes en los Dioses, y hasta de la llamada Deidad Creadora misma. Esto se encuentra en los nombres y apelativos que se dan a Vishnu en las Escrituras exotéricas. Lo mismo que el Protologos Órfico, es el llamado Pûrvaja, “pregenético”, y los demás nombres lo relacionan, en su orden descendente, más y más con la Materia.
             
El siguiente orden en líneas paralelas puede verse en la evolución de los Elementos y de los Sentidos; o en el “Hombre” Cósmico Terrestre o “Espíritu”, y el hombre físico mortal:

1.  Éter ........... Oído ................. Sonido
2.  Aire ............Tacto ................ Sonido y Tacto.
3.  fuego, o Luz .Vista ................Sonido, Tacto y Color.
4.  Agua ............Gusto............... Sonido, Tacto, Color y Gusto.
5.  Tierra ...........Olfato ..............Sonido, Tacto, Color, Gusto y Olfato.

 Como se ve, cada Elemento añade a sus características propias, las de su predecesor; así como cada Raza-Raíz añade el sentido característico de la Raza anterior. Lo mismo sucede en la “creación” septenaria del hombre, que se desarrolla gradualmente en siete etapas, y con los mismos principios, como se mostrará más adelante.
            
Así, pues, al paso que los Dioses o Dhyân Chohans (Devas) proceden de la Causa Primera -que no es Parabrahman, pues éste es el TODO CAUSA, y no puede ser mencionado como la “Primera Causa”-, cuya Causa Primera es llamada en los Libros brahmánicos Jagad-Yoni, la “Matriz del Mundo”, la Humanidad emana de estos agentes activos del Kosmos. Pero los hombres, durante la Primera y Segunda Razas, no eran seres físicos, sino meros rudimentos de los hombres futuros; Bhûtas, que procedían de Bhûtâdi, el “origen” o el sitio “original de donde surgieron los elementos”. De aquí que procedan, como todo lo demás, de Prabhavâpyaya, “el sitio” donde todo se origina y donde todas las cosas se disuelven”, según lo explica el Comentador en el Vishnu Purâna. De allí proceden también nuestros sentidos físicos, y hasta la Deidad “creada” más elevada, en nuestra Filosofía. Como uno con el Universo, ya lo llamemos Brahmâ, Îshvâra o Purusha, es él una Deidad Manifestada y por tanto, “creada”, o limitada y condicionada. Esto se prueba fácilmente, hasta con las enseñanzas exotéricas.
           
  Después de ser llamado el incognoscible y eterno Brahmâ (neutro o abstracto), el Pundarîkâksha, “gloria suprema e imperecedera”, desde el momento en que en lugar de Sadaika-rûpa, la Naturaleza “incambiable” o “inmutable”, se le denomina Ekâneka-rûpa, “a la vez único y múltiple”, él, la Causa, viene a sumirse en sus propios efectos; y si colocamos sus nombres en orden Esotérico, presentan la siguiente escala descendente:

Mahâpurusha o Paramâtman .................. Espíritu Supremo.
Âtman o Pûrvaja (Protologos) .................El Espíritu Viviente de la Naturaleza.
Indriyâtman o Hirishikesha ......................Alma Espiritual o Intelectual (una con los sentidos).
Bhûtâtman ..............................................El Alma Viviente, o de la Vida.
Kshetrajna ............................................. El Alma Encarnada, o el Universo de Espíritu y Materia.
Bhrântidarshanatah ..................................Falsa Percepción, el Universo Material.

            El último nombre significa algo percibido o concebido, debido a una falsa y errónea aprehensión, como forma material, pero que sólo es de hecho Mâyâ, Ilusión, como lo es todo en nuestro universo físico.

            
La evolución de las Esencias Dhyân-Chohánicas tiene lugar en estricta analogía con los atributos de este Brahmâ, tanto en el mundo espiritual como en el material; siendo las características de las primeras reflejadas a su vez en el Hombre, colectivamente, y en cada uno de sus principios; 

cada uno de los cuales contiene en sí mismo, en el mismo orden progresivo, una parte de los diversos “Fuegos” y Elementos de aquéllas.

H.P.Blavatsky  D.S T III

No hay comentarios:

Publicar un comentario