18.
Los Hijos de Yoga. 19. La Segunda Raza sin sexo. 20. Los Hijos de los Hijos “Hijos del
Crepúsculo”. 21. La “Sombra”, u Hombre Astral, se retira al interior, y el Hombre desarrolla
un Cuerpo Físico.
18 LOS PRIMEROS FUERON LOS HIJOS DE YOGA. SUS HIJOS, LOS HIJOS DEL PADRE
AMARILLO Y DE LA MADRE BLANCA.
En
el Comentario posterior, la sentencia se halla traducida como sigue:
Los Hijos del Sol y de la Luna, los mimados
por el Éter (o el “Viento”) (a)...Eran ellos las sombras
de las Sombras de los Señores (b). Ellas (las sombras) se dilataron. Los
Espíritus de la Tierra las revistieron; los Lhas Solares las calentaron (esto
es, preservaron el Fuego Vital en las nacientes Formas físicas). Los Soplos
tenían vida, pero no tenían entendimiento. No tenían ellos Fuego ni agua
propios (c).
a) Recuérdese, en relación con esto, la Tabla Esmeraldina, de Hermes, cuyo
significado Esotérico tiene siete claves. La Astroquímica es bien conocida de
los estudiantes; la Antropológica puede darse ahora. La “Cosa Única” que en
ella se menciona es el Hombre. Se dice:
El
Padre de esta Cosa Una y Única es el Sol; su Madre, la Luna; el Viento la lleva
en su seno, y su Nodriza es la Tierra viva.
En
las interpretaciones Ocultas de esto se añade: “y el Fuego Espiritual es su instructor (Guru)”.
Este
Fuego es el Yo Superior, el Ego Espiritual, o lo que reencarna constantemente
bajo la influencia de sus Yoes personales inferiores, cambiando a cada
renacimiento, lleno de Tanha o deseo de vivir. Es una ley extraña de la
naturaleza, que, en este plano, la Naturaleza superior (Espiritual) tenga que
estar, por decirlo así, esclavizada a la inferior. A menos que el Ego se
refugie en el Âtman, el TODO-ESPÍRITU, y se sumerja por completo en su esencia,
el Ego personal puede excitarlo hasta el funesto fin. Esto no puede comprenderse
por completo, a menos que el estudiante conozca el misterio de la evolución que
procede por triples líneas: Espiritual, Psíquica y física.
Lo
que impulsa a la evolución y la fuerza, esto es, lo que obliga el crecimiento y
desarrollo del Hombre hacia la perfección, es:
a) la Mónada o lo que actúa en
ella inconscientemente por una Fuerza inherente en sí; y
b) el Cuerpo astral
inferior o el Yo Personal. La
primera, ya se halle aprisionada en un cuerpo vegetal o animal, está dotada de
esa Fuerza, es verdaderamente ella misma.
Debido a su identidad con el
TODO-FUERZA, que, como se ha dicho, es inherente en la Mónada, es todopoderosa
en el plano Arûpa o sin forma. En nuestro plano, siendo su esencia demasiado
pura, permanece toda potencial, pero individualmente es inactiva. Por ejemplo:
los rayos del Sol, que contribuyen al desarrollo de la vegetación, no escogen
esta ni aquella planta para brillar sobre ella. Arránquese la planta,
transpórtesela a un punto en donde no puedan alcanzarla los rayos solares, y
estos no la seguirán. Así sucede con el Âtman; a menos que el Yo Superior o Ego
gravite hacia su Sol -la Mónada-, el Ego Inferior, o YO Personal, dominará en todos los casos.
Porque este Ego, con su
fiero egoísmo y sus deseos animales de vivir una vida insensata (Tanha), es el
“constructor del tabernáculo”, como Buddha, lo llama en el Dhammapâda. De aquí la expresión, los Espíritus de la Tierra
revistieron las sombras y las dilataron. A estos “Espíritus” pertenecen
temporalmente los Yoes Astrales humanos; y ellos son los que proporcionan, o
construyen, el tabernáculo físico del hombre, para que la Mónada y su principio
consciente, Manas, moren en él. Pero los Lhas o Espíritus “Solares” calientan
las Sombras.
Esto es física y literalmente verdad; metafísicamente, o en el
plano psíquico y espiritual, es igualmente verdad que sólo el Âtman calienta al Hombre Interno; esto es, le
ilumina con el Rayo de la Vida Divina, y es el único que puede transmitir al
Hombre Interno, o el Ego que reencarna, su inmortalidad. Así, pues, veremos que
para las tres y media Razas-Raíces primeras, hasta el punto medio o de vuelta,
las Sombras Astrales de los “Progenitores”, los Pitris Lunares, son las fuerzas
formativas en las Razas, y las que construyen e impelen gradualmente la
evolución de la forma física hacia la perfección; esto, a costa de una pérdida
proporcionada de Espiritualidad. Después , desde el punto de vuelta, es el Ego
Superior o Principio que reencarna, el Nous o Mente, el que reina sobre el Ego
Animal, y lo gobierna cuando no es arrastrado hacia abajo por este último.
En
una palabra: la Espiritualidad se halla en su arco ascendente; y lo animal o
físico le impide progresar constantemente en la senda de su evolución, sólo
cuando el egoísmo de la Personalidad ha infestado tan fuertemente al Hombre
Interno verdadero con su virus letal,
que la atracción superior pierde todo su poder sobre el hombre pensante
razonable. En estricta verdad, el vicio y la maldad son una manifestación anormal y antinatural, en este período
de nuestra evolución humana; a lo menos debieran serlo así. El hecho de que la
Humanidad no haya sido nunca más egoísta y viciosa que ahora -habiendo logrado
las naciones civilizadas hacer del egoísmo una característica ética y un arte del
vicio- es una prueba más de la naturaleza excepcional del fenómeno.
El
esquema completo se halla en el Libro de
los Números Caldeo, y aun en el Zohar,
si se comprende tan sólo el sentido de las alusiones apocalípticas.
Primeramente viene Ain Suph, lo “Oculto de lo Oculto”; luego el Punto, Sephira y el Sephiroth posterior;
después el Mundo Atzilático, un Mundo de
Emanaciones que da nacimeinto a otros tres Mundos; eel primero, el Mundo Briático llamado el Trono, la mansión de los Espíritus puros; el segundo, el Mundo de la Formación o Jetzirático, la
morada de los Ángeles que producen el Tercero, o el Mundo de Acción, el Mundo asiático, el cual es la Tierra o nuestro Mundo; y sin embargo, se dice de
este Mundo - llamado también Kliphotk que contiene las (otras seis Esferas y Materias- que es la residencia del “Príncipe de las Tinieblas”.
Esto no puede estar más claro; pues Metatron, el Ángel del segundo Mundo
Briático, el primer Mundo habitable, significa Mensajero, Ángel,
llamado el gran Maestro; y bajo él están los Ángeles del tercer Mundo o
Jetzirático, cuyas diez y cuyas siete clases son los Sephiroth (3), de quienes
se dice:
Ellos
habitan o vivifican este mundo como (entidades e) inteligencias esenciales, y sus contrarios
correlativos y lógicos moran en el tercer mundo habitable, llamado
Asiático.
Estos
“contrarios” son llamados los “Cascarones”, o Demonios que moran
en las siete habitaciones llamadas Sheba Hachaloth, que son simplemente las
siete Zonas de nuestro Globo.
En
la Kabalah, su príncipe es el llamado Samael, el Ángel de la Muerte, que es
tambien la Serpiente seductora, Satán; pero este Satán es también Lucifer, el
Ángel brillante de Luz, el portador
de la Luz y de la Vida, el “Alma” separada de los Santos,
los otros Ángeles, por un período, anticipando
el tiempo en que debían ellos descender a la tierra para encarnar a su vez.
El
Libro de la Sabiduría enseña que:
Todas las Almas
(Mónadas) son preexistentes en los Mundos de las Emanaciones.
Y
el Zohar enseña que en el “Alma” está
el hombre verdadero, esto es, el ego,
el YO SOY consciente, el Manas.
Josefo
dice, repitiendo la creencia de los Esenios:
(las Almas) descienden del aire
puro para ser encadenadas a cuerpos.
Y
Filón declara que:
El
aire estaba lleno de (Almas), y que aquellas que estaban más próximas a la
tierra, descendían para ser encadenadas a cuerpos mortales, volvían a los
cuerpos, deseosas de vivir en ellos.
Porque
por medio y dentro de la forma humana se convierten ellos en Seres progresivos,
mientras que la naturaleza del Ángel es puramente intransitiva; por tanto, el Hombre tiene en sí la potencia de
trascender las facultades de los Ángeles. Por esto dicen los Iniciados de la
India que el brahmán, el Dos veces nacido, es quien gobierna a los Dioses o
Devas; y Pablo lo repite en su Epístola a
los Corintios:
¿No
sabéis vosotros que nosotros (los Iniciados) juzgaremos a los ángeles?.
Finalmente,
en todas las Escrituras y Cosmogonías antiguas se muestra que el hombre evolucionó
primitivamente como una forma luminosa
incorpórea, sobre la que, cual bronce fundido vertido en el modelo del
escultor, fue construido el andamiaje físico de su cuerpo por, con y de las
formas y tipos inferiores de la vida terrestre animal. El Zohar dice:
El
Alma y la Forma, al descender a la
tierra, se revistieron de vestimentas terrestres.
Su
cuerpo protoplástico no estaba formado de esa materia con la que nuestras
estructuras mortales están constituidas.
Cuando
Adán moraba en el jardín del Edén, se hallaba revestido de la vestimenta
celestial, que es la vestimenta de luz
celestial... luz de aquella luz que se
usaba en el jardín del Edén. El Hombre (el Adán celeste) fue creado por los diez Sephiroth del Mundo
Jetzirático, y los siete Ángeles de un Mundo aún más inferior, engendraron por
su poder común al Adán Terrestre.
Primero cayó Samael, y luego engañando
(?) al hombre, causó también su caída.
b) La frase “eran ellos las sombras de las
Sombras de los Señores” -esto es, que los Progenitoes crearon al hombre de sus
propios Cuerpos Astrales- explica una creencia universal. En Oriente se
atribuye a los Devas la carencia de “sombras” propias. “Los Devas no daban
sombras”, y éste es el signo seguro de un Espíritu
bueno y santo.
c) ¿Por qué no tenían ellos “ni Fuego ni agua
propios”?.
Porque
los que el Hidrógeno es a los cuerpos simples y gases en el plano objetivo, es
su Nóumeno en el mundo de los fenómenos mentales o subjetivos; dado que su
naturaleza trina latente es reflejada en sus tres emanaciones activas, de los
tres principios superiores del hombre, a saber: Espíritu, Alma y Mente, o Âtmâ,
Buddhi y Manas. Es la base espiritual y también la material humana. El hombre
rudimentario, habiendo sido criado por el “Aire” o el “Viento”, se convierte
más adelante en el hombre perfecto, cuando, con el desarrollo del “Fuego
Espiritual”, el nóumeno de los “Tres
en Uno” dentro de su Yo, adquiere de su Yo Interno, o Instructor, la Sabiduría
de la Conciencia de Sí, que no posee en el principio. Así, pues, aquí también
el Espíritu Divino está simbolizado por el Sol o el Fuego; el Alma divina, por
el Agua y la Luna; representando ambos el Padre y la Madre del Pneuma, el Alma
Humana o Mente, simbolizada por el Viento o Aire, pues Pneuma significa
“Soplo”.
De
aquí que en la Tabla Esmeraldina,
desfigurada por manos cristianas:
Lo
Superior se pone de acuerdo con lo Inferior; y lo Inferior con lo Superior;
para verificar aquella obra verdaderamente maravillosa, ( que es el Hombre).
Porque
la Obra Secreta de Chiram, o Rey Hiram de la Kabalah, “uno en esencia, pero
tres en aspectos”, es el Agente Universal o Lapis
Philosophorum.
El punto culminante de la Obra Secreta es el Hombre
Espiritual Perfecto, a un extremo de la línea; la unión de los tres Elementos
es el Solvente Oculto en el “Alma del Mundo”, el Alma Cósmica o la Luz Astral,
al otro extremo; y, en el plano Material, es el Hidrógeno en su relación con
otros gases. El (TO ON) verdaderaente; el UNO “ quien nadie ha visto
excepto el Hijo”, aplicándose esta frase tanto al Kosmos metafísico como al
físico, y al Hombre espiritual y material. Pues, ¿cómo puede este último
comprender al TO ON el “Padre Único”, si su Manas, el “Hijo”, no se convierte en “Uno con el Padre”, para ser
iluminado por medio de esta absorción, por el “Instructor” divino o Guru -
Âtmâ-Buddhi?
Como
dice el Comentario:
Si quieres comprender la SECUNDARIA (la
llamada “Creación”), ¡oh Lanú!, debes estudiar primero su relación con la
PRIMARIA.
La Primera Raza
tenía tres Elementos, pero ningún Fuego Viviente.
¿Por qué?
Porque:
“Decimos
cuatro Elementos, Hijo mío, pero
debiéramos decir tres”, dice Hermes Trismegisto. “En el Círculo Primario” o
Creación, lo que está marcado se lee “Raíz”, como asimismo en el
Secundario.
Así,
en la Alquimia o Hermetismo Occidental -una variante del Esoterismo Oriental-
vemos:
Y
estos tres son todos cuaternarios completados por su Raíz, el Fuego. El
Espíritu, más allá de la Naturaleza Manifestada, es el SOPLO ÍGNEO en su Unidad
absoluta. en el Universo Manifestado, es el Sol Central Espiritual, el Fuego
eléctrico de toda Vida. En nuestro Sistema, es el Sol visible, el Espíritu de
la Naturaleza, el Dios terrestre. Y en, sobre y alrededor de la Tierra, el
espíritu ígneo de la misma: Aire,
Fuego fluídico; Agua, Fuego líquido; Tierra, Fuego sólido.
Todo
es Fuego: Ignis, en su constitución última, o Yo, cuya raíz es 0 (nada) en
nuestro concepto, el todo en la Naturaleza y su Mente. “ProMetor” es el Fuego
divino. Es el Creador, el Destructor y el Preservador. Los nombres primitivos
de los Dioses están todos relacionados con el fuego, desde Agni, el ario, hasta
el Dios judío, que es un “fuego consumidor”. En la India, Dios es llamado en
varios dialectos, Eashur, Esur, Iswur e Îshvâra, en sánscrito, el Señor de
Isha; pero éste es primitivamente el nombre de Shiva, el Destructor; y los tres
Dioses védicos principales son Agni (Ignis), Vâyu y Sûrya: el Fuego, el Aire y
el Sol, tres grados Ocultos del Fuego. En el hebreo ..... (Aza) significa
“iluminar, y ..... (Asha) es el “Fuego”. En Ocultismo, “encender un fuego” es
sinónimo a la evocación de uno de los tres grandes poderes del Fuego, o “ir a
Dios”.
En
sánscrito, la raíz Ush es fuego o calor; y la palabra egipcia Osiris es un
compuesto, como lo ha mostrado Schelling, de los dos Aish o Asr primitivos, o
“fuego-encantador”. En el antiguo etrusco, Aesar significaba un Dios,
derivándose acaso del Asura de los Vedas.
Îshvâra es un término análogo, como creía el Dr. Kenealy, quien cita el Bhagavad Gitâ al efecto de que:
Aeswar
(Îshvâra) reside en todo ser mortal, y pone en movimiento, por sus poderes
sobrenaturales, todas las cosas que suben la rueda del tiempo.
Es
el Creador y el Destructor, en verdad.
El
Fuego primitivo se suponía que tenía un apetito insaciable para devorar. Máximo
de Tiro cuenta que los antiguos persas arrojaban al fuego materia combustible,
y gritaban: ¡Devora, oh Señor! En el
lenguaje irlandés, easam, o asam, significa hacer o crear.
(Y)
Aesar era también el nombre de uno de
los antiguos dioses irlandeses; el significado literal de la palabra es
“encender fuego”.
Los kabalistas cristianos y los simbologistas
que desnaturalizan el Pymander -entre
ellos principalmente el Obispo de Ayre, Francisco de Tours, en el siglo XVI-
dividen los Elementos del modo siguiente:
Los cuatro Elementos formados de las
Substancias divinas y de los Espíritus de las Sales de la Naturaleza
representados por:
H
La
Quintaesencia H ... A ...0 ....
, Flamma-Virgo (Aceite Virgen),
Flamma Durissima, Virgo, Lucis AEterna Mater.
Los
hombres de la primera Raza fueron, pues, simplemente las Imágenes, los Dobles
Astrales de sus Padres, que eran las avanzadas o las Entidades más adelantadas
de una Esfera anterior, aunque inferior,
cuyo cascarón es ahora nuestra Luna. Pero hasta este cascarón es todo
potencial, pues la Luna, habiendo engendrado la Tierra, su fantasma, trató, atraída por afinidad magnética, de formar sus
primeros habitantes, los monstruos prehumanos.
Para
asegurarse de esto, el estudiante tiene que dirigirse de nuevo a los fragmentos
caldeos, y leer lo que dice Beroso. Beroso obtuvo sus informes, según nos dice,
de Ea, la Deidad masculino-femenina de la Sabiduría. Al paso que los Dioses
eran engendrados en el seno andrógino de esta Sabiduría (Svabhâvat,
Madre-Espacio), sus reflejos se convirtieron en la Tierra, en la mujer Omorôka,
que es la Thavatth (o Thalatth) caldea, la Thalassa griega, el Abismo o el Mar,
que Esotéricamente, y hasta exotéricamente, es la Luna. La Luna (Omorôka) fue la que presidió sobre la creación
monstruosa de seres no descritos que fueorn muertos por los Dhyâni.
La
ley de evolución obligó a los Padres Lunares a pasar, en su condición monádica,
a través de todas las formas de vida y ser en este Globo; pero al final de la
Tercera Ronda, eran ellos ya humanos en su naturaleza divina, y por esto fueron
llamados a ser los creadores de las formas destinadas a convertirse en los
tabernáculos de las Mónadas menos avanzadas, a las cuales tocaba encarnar.
Estas “Formas” son llamadas los “Hijos de Yoga”, porque Yoga -unión con Brahmâ,
exotéricamente- es la suprema condición de la Deidad pasiva infinita, pues ella
contiene todas las energías divinas y es la esencia de Brahmâ de quien se dice,
como Brahmâ, que crea todas las cosas por medio del poder Yoga. Brahmâ, Vishnu
y Shiva, son las energías más poderosas de Dios, Brahma (neutro), dice un texto
Puránico. Yoga sinifica aquí lo mismo que Dhyâna, cuya palabra es también
sinónima de Yoga en el texto tibetano, donde los “Hijos de Yoga” son llamados
“Hijos de Dhyâna”, o de esa meditación abstracta por la cual los Dhyâni-Buddhas
crean sus hijos celestiales, los Dhyâni-Bodhisattvas.
Todas
las criaturas del mundo tienen cada una un superior arriba. Este superior, cuyo
íntimo placer es emanar dentro de ellas, no puede comunicar efusión alguna
hasta que ellas han adorado (esto es, meditado como durante el Yoga).
19 LA SEGUNDA RAZA (FUE) EL PRODUCTO POR
BROTACIÓN Y EXPANSIÓN, LA A-SEXUAL PROCEDENTE DE LA SIN-SEXO.
ASÍ FUE, ¡OH LANÚ!, PRODUCIDA LA SEGUNDA RAZA.
Lo
que será más combatido por las autoridades científicas es esta Raza A-sexual,
la Segunda, los Padres de los llamados “Nacidos del Sudor”, y quizás aún más la
Tercera Raza, los Andróginos “Nacidos del Huevo”. Estos dos modos de
procreación son los más difíciles de comprender, especialmente para la
mentalidad occidental. Es evidente que no se puede intentar explicación alguna
para los que no son estudiantes de la Metafísica Oculta. El lenguaje europeo no
tiene palabras para expresar cosas que la Naturaleza ya no repite en este
estado de la evolución, cosas que, por lo tanto, no pueden tener significación
alguna para el materialista. Pero hay analogías. No se niega que al principio
de la evolución física, ha debido haber procesos en la Naturaleza, como por
ejemplo, el de generación espontánea ahora extinguido, que se repiten en otras
formas. así se nos dice que la investigación microscópica no demuestra la
estabilidad de ningún modo particular de reproducir la vida. Pues nos hace ver
que:
el mismo organismo puede pasar
por varias metamorfosis en el curso de su ciclo de vida, en algunas de las
cuales puede ser sexual y en otras a-sexual, esto es, puede reproducirse
alternativamente por la cooperación de dos seres de sexo opuesto, y también por
escisión o por brotación de un ser solo
que no tenga sexo .
“Brotación”
es la misma palabra usada en la Estancia. ¿Cómo podían estos Chhâyâs
reproducirse de otro modo, esto es, procrear la Segunda Raza, siendo etéreos,
a-sexuales, y hasta desprovistos todavía del vehículo de deseos, o Kâma Rûpa,
que se desarrolló sólo en la Tercera Raza? Ellos originaron la Segunda Raza
inconscientemente, como lo hacen algunas plantas. O quizás como la ameba, sólo
que en una escala más etérea, más imponente y más extensa. Si, en efecto, la
teoría celular se aplica lo mismo a la Botánica que a la Zoología, y se
extiende a la Morfología, así como a la Fisiología de los organismos, y si las
células microscópicas son consideradas por la Ciencia Física como seres vivos
independientes -precisamente como el Ocultismo considera las “Vidas Ígneas”-,
no hay dificultad en concebir el proceso primitivo de la procreación.
Considérense
las primeras etapas del desarrollo de una célula-germen. Su núcleo crece, cambia y forma un doble
cono o huso, en esta forma, dentro
de la célula. Este huso se aproxima a la superficie de la célula, y una mitad
de él es expelida en forma de lo que
se llama las “células polares”. Estas células polares mueren entonces, y el embrión se desarrolla por
crecimiento y segmentación del resto del núcleo que es alimentado por la substancia de la célula. ¿Por qué, entonces, no
podrían haber vivido así seres, y haber sido creados de este modo, en el principio mismo de la evolución humana y mamífera?
Esto
puede, quizás, servir como analogía para dar una idea del proceso por medio del
cual se formó la Segunda Raza de la Primera.
La
Forma Astral que revestía la Mónada, estaba envuelta, como lo está aún, por su
esfera o aura ovoide, que aquí
corresponde a la substancia de la célula-germen u Óvulo. La Forma Astral misma
es, ahora como entonces, el núcleo, animado con el Principio de Vida.
Cuando
llega la época de la reproducción, el sub-astral
“expele” una miniatura de sí mismo del huevo del aura envolvente. Este germen
crece y se alimenta del aura hasta que se desarrolla por completo, y entonces
se separa gradualmente de su padre, llevándose consigo su propia esfera de
aura; precisamente lo mismo que vemos en las células vivientes, que reproducen
a sus semejantes por el crecimiento y la subsiguiente división en dos.
La
analogía con las “células polares” parece confirmarse, toda vez que la muerte
de ellas correspondería ahora al
cambio introducido por la separación de los sexos, cuando la gestación in útero, esto es, dentro de la célula,
se convirtió en regla general.
Según
nos dice el Comentario:
Los de la primitiva Segunda Raza (Raíz)
fueron los Padres de los “Nacidos del Sudor”; los de la Segunda Raza (Raíz)
posteriores fueron ellos mismos “Nacidos del Sudor”.
Este
pasaje del Comentario se refiere a la obra de la evolución desde el principio
al fin de una Raza. Los “Hijos de Yoga”, o la Raza Astral primitiva, tuvieron
siete estados de evolución como raza,
o colectividad; del mismo modo que los tenía, y tiene aún, cada Ser individual.
No es Shakespeare sólo el que divide las edades del hombre en una serie de
sietes, sino la Naturaleza misma. Así, las primeras Subrazas de la Segunda Raza
nacieron al principio por el procedimiento descrito por la ley de analogía,
mientras que las últimas principiaron gradualmente, pari passu con la evolución del cuerpo humano, a formarse de otro
modo. El proceso de reproducción tuvo también siete etapas en cada Raza, cada
una de cuyas etapas se extiende sobre evos de tiempo. ¿Qué fisiólogo o biólogo
puede decir si el presente modo generativo, con todas sus fases de gestación,
es anterior a medio millón, o a lo más, a un millón de años, toda vez que su
ciclo de observaciones apenas hace medio siglo que principió?
Los
hermafroditas humanos primitivos son un hecho en la Naturaleza, bien conocido
de los antiguos, y constituyen una de las mayores perplejidades de Darwin. Sin
embargo, no hay, ciertamente, imposibilidad alguna, sino al contrario una gran
probabilidad, de que el hermafroditismo haya existido en la evolución de las
Razas primitivas, puesto que en el terreno de la analogía, y en el de la
existencia de una ley universal en la evolución física, que actúa
indistintamente en la construcción de la planta, del animal y del hombre, debe
ser así. Las teorías erróneas de la Monogénesis, y de la descendencia del
hombre de los mamíferos en lugar de los mamíferos del hombre, son fatales para
la perfección de la doctrina de la evolución según se enseña en las escuelas
modernas, siguiendo las teorías darwinistas, y tendrán aquéllas que ser
abandonadas en vista de las dificultades insuperables con que tropiezan. Sólo
la tradición Oculta -si los términos Ciencia y Conocimiento son negados en este
particular a la antigüedad- puede subsanar las incompatibilidades y llenar el
vacío. Un axioma talmúdico dice:
Si
quieres conocer lo invisible, abre bien tus ojos a lo visible.
En
el Descent of Man se encuentra el
siguiente pasaje, que muestra cuánto se aproximó Darwin a la adopción de esta
enseñanza antigua:
Desde
hace tiempo se sabe que en el reino de los vertebrados cada sexo tiene los
rudimentos de varias partes accesorias, pertenecientes al sistema reproductivo,
propio del sexo opuesto... Algún remoto progenitor de todo el reino de los
vertebrados parece que ha debido ser hermafrodita o andrógino. Pero en
esto tropezamos con una dificultad singular: En la clase de los mamíferos, los
machos poseen rudimentos de mamas, y algunos marsupiales machos conservan
restos de un saco marsupial. Se pueden añadir otros hechos análogos. ¿Hemos,
pues, de suponer que algunos mamíferos antiquísimos continuaron siendo
andróginos después de haber adquirido la distinción principal de su clase, y
por tanto después de haber divergido de las clases inferiores del reino de
los vertebrados? Esto parece muy
improbable; pues tenemos que dirigirnos a los peces, la más inferior de
todas las especies, para encontrar algunas formas andróginas aún existentes .
Es
evidente que Mr. Darwin se hallaba muy poco inclinado a adoptar la hipótesis
que los hechos tan forzosamente sugieren, a saber, la de un tronco andrógino
primitivo del que provino el mamífero. Su explicación es:
Que
varios órganos accesorios, propios de cada sexo, se encuentren en un estado
rudimentario en el otro sexo, puede explicarse, por haber sido gradualmente
adquiridos tales órganos por uno de los sexos, y luego transmitidos en un
estado más o menos imperfecto al otro.
Cita
como ejemplo el caso de “espolones, plumas y colores brillantes, adquiridos
para pelear o para adorno por aves machos”, y sólo parcialmente heredadas por sus descendientes hembras. En el
problema de que se trata, sin embargo, es evidente la necesidad de otra
explicación más satisfactoria, pues los hechos son de un carácter mucho más
prominente e importante, que los detalles meramente superficiales con los
cuales los compara Darwin. ¿Por qué no admitir francamente el argumento en
favor del hermafroditismo que caracteriza la antigua fauna? El Ocultismo
propone una solución que abarca los hechos del modo más sencillo y
comprensible. Estas reliquias de un tronco anterior andrógino deben ponerse en
la misma categoría que la glándula pineal y otros órganos igualmente misteriosos,
que nos ofrecen un silencioso testimonio de la realidad de funciones que hace
mucho tiempo se han atrofiado en el curso del progreso animal y humano, pero
que una vez representaron una parte señalada en la economía general de la vida
primitiva.
La
doctrina Oculta, en todo caso, puede ser ventajosamente comparada con la de los
hombres de ciencia más liberales, que han teorizado sobre el origen del primer
hombre.
Mucho
antes que Darwin, Naudin, que dio el nombre de Blastema a lo que los
darwinistas llaman Protoplasma, presentó una teoría medio Oculta, medio
científico-materialista. Hacía a Adán, el A-sexual, surgir repentinamente del barro, como llama la Biblia al Blastema de la Ciencia. Según
explica Naudin:
De
esta forma de larva de la humanidad es de donde la fuerza evolutiva realizó la
perfección de las especies. Para el cumplimiento de este gran fenómeno, Adán
tuvo que pasar por una fase de inmovilidad e inconsciencia, muy parecida al
estado de ninfa de los animales que sufren metamorfosis.
Para
el eminente botánico, Adán no era, sin embargo, un hombre, sino la Humanidad, la cual permaneció
Oculta
dentro de un organismo temporal, distinto ya de todos los demás, e incapaz de
aliarse con ninguno de ellos. Muestra
él la diferenciación de los sexos llevada a cabo por
Un
procedimiento de germinación parecido al de las medusas y ascidias.
De
Quatrefages critica esta posición en The
Human Species. No es científico, dice, o hablando con propiedad, las ideas
de Naudin “no constituyen una teoría científica”, por cuanto el Blastema
Primordial está relacionado en su teoría con la Causa Primera, a la que se atribuye el haber formado potencialmente
en el Blastema todos los seres pasados, presentes y futuros, y por tanto, haber
creado en realidad estos seres en masa; por otra parte, Naudin ni siquiera
considera las segundas Causas o su
acción en la evolución del mundo orgánico. La Ciencia, que sólo se ocupa de
“segundas causas”, no tiene, pues,
Nada
que decir de la teoría de M. Naudin.
Ni
tampoco de las enseñanzas Ocultas, a las que hasta cierto punto se aproxima
Naudin. Pues si sólo vemos en su “Blastema Primordial” la Esencia
Dhyân-Chohánica, el Chhâyâ o Doble de los Pitris, que contiene en sí la
potencialidad de todas las formas, estamos por completo de acuerdo. Pero hay
dos diferencias reales y vitales entre nuestras enseñanzas. M. Naudin declara
que la evolución ha progresado por saltos repentinos, en lugar de extenderse
lentamente sobre millones de años; y su Blastema Primordial sólo está dotado de
instintos ciegos -una especie de Causa Primera inconsciente en el Kosmos manifestado-, lo cual es un absurdo. En
cambio, nuestra Esencia Dhyân-Chohánica -la causalidad
de la Prima Causa que crea al hombre físico- es la Materia viviente, activa y
potencial (impregnada per se con la
conciencia animal de una clase superior semejante a la que se ve en la hormiga
y el castor), que produce la larga serie de diferenciaciones fisiológicas.
Aparte de esto, su “procedimiento general antiguo de creación” desde los
Protoorganismos es tan oculto como pudiera serlo cualquier teoría de Paracelso
o de Khunrath.
Por
otra parte, las obras kabalísticas están llenas de pruebas de esto.
El Zohar, por ejemplo, dice que todos los
tipos del Universo visible tienen sus prototipos en el invisible.
Todo
lo que existe en el Mundo Inferior (el nuestro) se encuentra en el Superior. Lo
Inferior y lo Superior accionan y reaccionan uno sobre otro.
20 SUS PADRES FUERON LOS NACIDOS POR SÍ
MISMOS... LOS NACIDOS POR SÍ MIS-MOS, LOS CHHÂYÂS PROCEDENTES DE LOS
BRILLANTES CUERPOS DE LOS SEÑORES, LOS PADRES, LOS HIJOS DEL CREPÚSCULO.
Las
“Sombras” o Chhâyâs son llamados los Hijos de los “Nacidos por sí mismos”, dado
que este último nombre se aplica a todos los Dioses y Seres nacidos por medio
de la Voluntad, ya sea de la Deidad o del Adepto. A los Homúnculos de Paracelso
se les podría dar también quizás este nombre, aun cuando este último proceso es
en un plano mucho más material. El nombre “Hijos del Crepúsculo” muestra que
los Progenitores “Nacidos por sí mismos”, de nuestra Doctrina, son idénticos a
los Pitris del Sistema brahmánico, dado que el título es una referencia a su
manera de nacer; estos Pitris se dice que salieron del “Cuerpo del Crepúsculo”,
que es lo que se declara en los Purânas.
21 CUANDO LA RAZA SE HIZO VIEJA, LAS AGUAS
ANTIGUAS SE MEZCLARON CON LAS AGUAS MÁS RECIENTES (a). CUANDO SU GOTAS
SE ENTURBIARON, SE DESVANE CIERON Y DESPARECIERON EN LA NUEVA
CORRIENTE, EN LA CÁLIDA CORRIENTE DE LA VIDA. LO EXTERNO DE LA PRIMERA SE
CONVIRTIÓ EN LO INTERNO DE LA SEGUNDA (b). EL ALA VIEJA VINO A SER LA
SOMBRA NUEVA, Y LA SOMBRA DEL
ALA (c).
a)
La antigua Raza o primitiva se sumió en la Segunda Raza y se hizo una con ella.
b)
Éste es el misterioso proceso de la transformación y evolución de la Humanidad.
El material de las primeras Formas -umbrío, etéreo y negativo- fue atraído o
absorbido al interior, y se convirtió así en el complemento de las Formas de la
Segunda Raza. El Comentario explica esto diciendo que, como la Primera Raza
estaba sencillamente formada por las Sombras Astrales de los Progenitores
creativos, y no tenía, por supuesto, ni cuerpo astral ni físico por sí misma,
la Raza nunca murió. Sus “Hombres” se
disolvieron gradualmente, siendo absorbidos en los cuerpos de su propia
progenie “Nacida del Sudor”, más sólidos que los suyos. La antigua Forma se
desvaneció, fue absorbida y desapareció en la nueva Forma más humana y física.
No había muerte en aquellos días de un período más dichoso que el de la Edad de
Oro; sino que el material primero, o padre, era utilizado para la formación del
nuevo ser, para formar el Cuerpo y hasta los Principios o Cuerpos internos o inferiores de la progenie.
c) Cuando la “Sombra” se retira, esto es, cuando
el Cuerpo Astral se oculta en carne más sólida, el hombre desarrolla un Cuerpo
Físico. El “Ala” o Forma etérea que producía su Sombra e Imagen, se convirtió
en la Sombra del Cuerpo Astral, y su propia progenie. La expresión es extraña y
original.
Como
podrá suceder que no haya ocasión de referirnos más adelante a este misterio,
conviene que desde luego señalemos el doble significado que contiene el mito
griego que se relaciona con esta fase particular de la evolución. Encuéntrase
en las diversas variantes de la alegoría de Leda y sus dos hijos Cástor y
Pólux, cada una de cuyas variantes tiene un significado especial. Así, en el
Libro XI de la Odisea se habla de
Leda como de la esposa de Tindaro, que dio a la luz, de su esposo, a “dos hijos
de corazón valiente”: Cástor y Pólux. Júpiter los dota con un don y privilegio
maravillosos. Son ellos semiinmortales; mueren y viven por turno y cada día
alterno. Como las Tindaridas, los hermanos gemelos son un símbolo
astronómico y representan el Día y la
Noche; y sus dos esposas, Febe e
Hilaira, las hijas de Apolo o del Sol, personifican el Crepúsculo de la mañana
y el de la tarde.
Además, en la alegoría en donde se muestra a Zeus como
padre de los dos héroes -nacidos del Huevo que Leda da a luz-, el mito es por
completo teogónico. Tiene él relación con el grupo de alegorías cósmicas en que
se describe al mundo como nacido de un Huevo. Leda asume en la alegoría la
forma de un cisne blanco, cuando ella se une al Cisne Divino (o
Brahma-Kalahmsa). Leda es, por tanto, el Ave mística a la cual se atribuye, en
las tradiciones de varios pueblos de raza aria, diversas formas ornitológicas
de aves, que todas ponen Huevos de oro. En el Kalevala, el Poema Épico de Finlandia, la hermosa hija de Éter, la
“Madre-Agua”, crea el Mundo en conjunción con un “Pato” -otra forma del Cisne o
Ganso, Kalahamsa- que pone seis huevos de oro, y el séptimo, un “huevo de
hierro”, en su regazo. Pero la variante de la alegoría de Leda, que se refiere
directamente al hombre místico, se encuentra sólo en Píndaro (30), con una
referencia más ligera en los Himnos
Homéricos.
Cástor y Pólux dejan de ser en ella los Dióscuros de Apolodoro, sino que se convierten en el símbolo altamente significativo del hombre
dual, el Mortal y el Inmortal. Y no es esto sólo, sino que, como se verá ahora,
son ellos también el símbolo de la Tercera Raza, y su transformación del
Hombre-animal en un hombre-Dios con sólo cuerpo animal.
Píndaro
muestra a Leda uniéndose en la misma noche a su esposo y también al Padre de
los Dioses, Zeus. Así, Cástor es el hijo del hombre Mortal, y Pólux la progenie
del Inmortal. En la alegoría hecha al objeto, se dice que, en una revuelta de
venganza contra los Apharides, Pólux mata a Linceo- “aquel de entre todos
los mortales cuya vista es más penetrante”-, pero Cástor es herido por Idas,
“el que ve y sabe”. Zeus pone fin a la lucha lanzando su rayo y matando a los
dos combatientes. Pólux encuentra a su hermano moribundo, y en su
desesperación invoca a Zeus para que le mate también. “Tú no puedes morir por
completo” -contesta el señor de los Dioses-; “tú eres de raza divina”. Pero le
da a escoger: Pólux permanecerá inmortal (viviendo eternamente en el Olimpo); o
bien, si quisiese compartir el destino de su hermano en todas las cosas,
tendría que pasar la mitad de su existencia bajo tierra y la otra mitad en las
doradas mansiones celestes. Esta semiinmortalidad, de la que también
participaría Cástor, es aceptada por Pólux. Y de este modo viven ambos hermanos alternativamente, el uno durante el
día, y el otro durante la noche.
¿Es
esto tan sólo una ficción poética?
¿Es una alegoría, una de esas
interpretaciones de los “mitos solares” sobre las cuales no parece poder
remontar su vuelo ningún Orientalista moderno?
Verdaderamente, es mucho más.
Aquí tenemos una alusión a la Tercera Raza “nacida del Huevo”; cuya primera
mitad es mortal, esto es, inconsciente en su Personalidad y sin tener nada en
sí que sobreviva (37); y cuya segunda mitad se convierte en inmortal en su
Individualidad por razón de su Quinto Principio, llamado a la vida por los Dioses Animadores y que relaciona así a
la Mónada con esta tierra. Éste es Pólux; al paso que Cástor representa al
hombre personal, mortal, un animal que no es siquiera de una clase superior,
cuando está desligado de la divina Individualidad,
“Gemelos” verdaderamente; aunque divorciados para siempre por la muerte, a
menos que Pólux, movido por la voz del estrecho parentesco, conceda a su
hermano mortal menos favorecido, una participación de su naturaleza divina,
asociándolo así a su propia inmortalidad.
Tal
es el sentido Oculto del aspecto metafísico de la alegoría. La muy conocida
interpretación moderna tan celebrada en la antigüedad, que nos refiere Plutarco, como simbolismo del amor fraternal (a saber, que era la imagen del Sol y
de la Luna, tomada del espectáculo de la Naturaleza), es débil e inadecuada
para explicar el significado secreto. Además de que la Luna entre los griegos
era femenina en la mitología exotérica y, por tanto, no podría considerarse
como Cástor, y ser al mismo tiempo identificada con Diana; los antiguos
simbologistas, que consideraban al Sol como rey de todos los orbes siderales,
imagen visible de la Deidad más elevada, no lo hubiesen personificado por
Pólux, que era tan sólo un semidiós.
Si
de la mitología griega pasamos a las alegorías y simbolismos mosaicos,
encontraremos una corroboración aún más sorprendente de la misma doctrina, bajo
otra forma. Aunque no podemos encontrar en ellos al “nacido del Huevo”,
encontraremos, sin embargo, de un modo inequívoco, en los cuatro primeros
capítulos del Génesis, los Andróginos
y las Tres Razas primeras de la Doctrina Secreta, ocultas bajo la simbología
más ingeniosa.
H.P. Blavatsky D.S T III
H.P. Blavatsky D.S T III
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