22 DESPUÉS LA SEGUNDA DESARROLLÓ LA NACIDA DEL
HUEVO, LA TERCERA.
EL SUDOR CRECIÓ, SUS GOTAS CRECIERON, Y LAS GOTAS
SE HICIERON DURAS Y REDONDAS.
EL SOL, LA CALENTÓ; LA LUNA LA ENFRIÓ Y
LA FORMÓ. EL SOPLO LA ALIMENTÓ HASTA SU MADUREZ. DESDE LA ESTRELLADA
BÓVEDA EL CISNE BLANCO COBIJABA A LA GRAN GOTA, EL HUEVO DE LA
RAZA FUTURA, EL HOMBRE-CISNE DE LA TERCERA ULTERIOR (a). PRIMERAMENTE
MACHO-HEMBRA. LUEGO HOMBRE Y MUJER (b).
a) El texto de la Estancia implica claramente
que el embrión humano fue alimentado ab
extra por Fuerzas Cósmicas, y que el
“Padre-Madre”, aparentemente, proporcionó el germen que maduraba; según toda
probabilidad, un “huevo nacido del sudor”, para ser empollado de alguna manera
misteriosa, sin relación con el “doble” padre. Es comparativamente fácil
concebir una humanidad ovípara, puesto que aun ahora, en cierto sentido, el
hombre “nace de un huevo”. Además, Magendie, en su Précis Elémentaire de Physiologie, al citar
Un
caso en que el cordón umbilical se rompió y se cicatrizó perfectamente, naciendo, sin embargo, viva
la criatura, pregunta oportunamente:
¿Cómo
se efectuó la circulación en este organismo?
Y
en la página siguiente dice:
Nada
se sabe en el presente respecto al empleo de la digestión en el feto.
Y
en cuanto a la nutrición del mismo, hace la pregunta siguiente:
¿Qué podemos, pues, decir acerca de la nutrición del feto? Las obras de fisiología sólo contienen respecto a este punto, vagas conjeturas.
“Sí;
pero -argüirá el escéptico- el libro de Magendie pertenece a la generación
pasada, y la ciencia ha realizado desde entonces tales progresos, que el
estigma de la ignorancia no puede ya estamparse sobre la profesión”. En efecto;
pero oigamos lo que una autoridad eminententísima en fisiología, Sir Michael
Foster, dice, en detrimento de la Ciencia Moderna:
Nuestros
conocimientos respecto al origen y desarrollo de las actividades funcionales
del embrión son casi nulos. Apenas si sabemos algo acerca de las diversas
etapas por las que las primeras cualidades fundamentales del protoplasma del
huevo se diferencian en los fenómenos complejos que hemos tratado de explicar
en este libro.
Los
estudiantes del Trinity College de Cambridge se servirán ahora correr un velo sobre la estatua de Higieya, y vendar
los ojos de los bustos de Galeno e Hipócrates, para que no contemplen en son de
reproche a sus degenerados descendientes. Hemos de notar un hecho más: Sir
Michael Foster guarda prudente silencio acerca del caso de la ruptura del
cordón umbilical citado por su afamado cofrade francés.
b) Esta declaración es muy curiosa según la
explican los Comentarios.
Para
aclararla: Habiendo la Primera Raza creado la Segunda por “brotación”, como se
ha explicado anteriormente, la Segunda Raza da origen a la Tercera, la cual, a
su vez, se separa en tres divisiones distintas, consistentes en hombres
diferentemente procreados. Las dos primeras de ellas se producen por un método
ovíparo, probablemente desconocido de la Historia Natural moderna. Mientras las
primeras subrazas de la Tercera Humanidad procreaban sus especies por una
especie de exudación de jugo o fluido
vital, cuyas gotas, coagulándose, formaban una bola oviforme, o huevo que servía como de vehículo exterior
para la generación en el mismo de un feto y criatura, el modo de procreación de
las subrazas posteriores cambió, en todo caso, en sus resultados.
Los
pequeñuelos de las primeras subrazas carecían por completo de sexo, y hasta de
forma definida por lo que sabemos, pero los de las subrazas posteriores
nacían andróginos. La separación de los sexos tuvo lugar en la Tercera Raza. De
a-sexual que era primeramente, la Humanidad se convirtió de un modo definido en
hermafrodita o bisexual; y finalmente, los Huevos productores de hombres
principiaron a dar nacimiento, de modo gradual y casi imperceptible en su
desarrollo evolucionario, primero, a seres en los que un sexo predominaba sobre
el otro, y por último, a hombres y mujeres diferenciados. Y ahora busquemos la
confirmación de estas declaraciones en las leyendas religiosas del Oriente y
Occidente. Principiemos por la “Raza nacida del Huevo”.
Pensemos en Kashyapa,
el sabio Védico, y el más prolífico de los creadores. Era él hijo de Marichi,
Hijo nacido de la Mente de Brahmâ, y le vemos convertirse en el padre de las
Nâgas, o Serpientes, entre otros seres. Exotéricamente, las Nâgas son seres
demidivinos que tienen cara humana y cola de serpiente. Existió, sin embargo,
una raza de Nâgas que dicen no pasaba de mil nacidos, o mejor dicho, surgidos
de Kadrû, la esposa de Kashyapa, con el objeto de poblar a Pâtâla, que
innegablemente es América, como se verá; y había un Nâga-Dvipa, una de las
siete divisiones de Bharatavarsha, la India, habitada por un pueblo que llevaba
el mismo nombre, considerado aún por algunos orientalistas como histórico, y que ha dejado muchas
huellas de su existencia.
Ver Nagas (Pulse el enlace)
Ahora bien; el punto sobre el cual insistimos más por ahora es el de que, cualquiera que sea el origen que se atribuya al hombre, su evolución tuvo lugar en el orden siguiente:
1º Sin sexo, como son todas las formas primitivas;
2º Luego,
por una transición natural, se convierte en un “hermafrodita solitario”, un ser
bisexual; y
3º Finalmente se separó y se convirtió en lo que es ahora.
La
Ciencia nos enseña que todas las formas primitivas, aunque sin sexo,
“conservan, sin embargo, la facultad de sufrir los procesos de una
multiplicación a-sexual”; ¿por qué, pues, habría el hombre de ser excluido de
esa ley de la Naturaleza? La reproducción bisexual es una evolución, una forma
especificada y perfeccionada en la escala material del acto fisíparo de la
reproducción. Las doctrinas ocultas son eminentemente panspérmicas, y la
primitiva historia de la Humanidad sólo se oculta “del común de los mortales”;
ni para los Iniciados está enterrada la historia de las Razas primitivas en el
sepulcro del tiempo, como lo está para la ciencia profana. Así, pues, apoyados por
una parte por esta ciencia que nos enseña el desarrollo progresivo, y una causa
interna para cada modificación externa, como ley de la Naturaleza; y por otra,
por una fe implícita en la Sabiduría -podemos decir casi la Pansofía- de las
tradiciones universales acumuladas y conservadas por los Iniciados, que las
perfeccionaron hasta el punto de convertirlas en un sistema casi intachable,
nos atrevemos a exponer claramente la doctrina.
En
un notable artículo escrito hace unos quince años, nuestro ilustrado y
respetado amigo el Profesor Alexander Wilder, de Nueva York, muestra la lógica
absoluta y la necesidad de creer en el “Doble Sexo de la Primera Raza”, y
expone para ello varias razones científicas. Arguye primero que una gran
parte de la creación vegetal presenta el fenómeno de la bisexualidad, y la
clasificación de Linneo enumera así casi todas las plantas. tal es el caso en
las familias superiores del reino vegetal, así como en las formas inferiores,
desde el cáñamo hasta el álamo y el ailanto de Lombardía. También sucede lo
mismo en el reino animal. En la vida del insecto, la polilla genera al gusano,
y el gusano se convierte en polilla, según se expresaba en los Misterios el
gran secreto: Taurus Draconem gen uit, et
Taurum Draco. (El toro engendró un dragón, y el dragón un toro).
La familia
productora de los corales, que, según Agassiz, empleó muchos centenares de
miles de años, durante el presente período geológico, en construir la península
de la Florida, produce a su progenie de
sí misma como los brotes y ramificaciones de un árbol. En un caso algo parecido
se encuentran las abejas. Los ofidios, o pulgones, viven como amazonas, y padres vírgenes perpetúan la especie por
diez generaciones sucesivas.
¿Qué
dicen los antiguos Sabios, los maestros en Filosofía de la antigüedad?
Aristófanes habla así en el Banquete
de Platón sobre el asunto:
Nuestra
Naturaleza no era antiguamente lo que es ahora. Era andrógina; la forma y nombre participaban y eran comunes a ambos, el macho y la
hembra... Sus cuerpos... eran redondos, y su modo de correr circular. Eran
terribles en fuerza y vigor, y tenían una ambición prodigiosa. Por esto los
dividió Zeus a cada uno en dos, debilitándolos; Apolo, bajo su dirección cerró
la piel.
Entre
los antiguos persas, Meshia y Meshione eran un solo individuo.
También
enseñaban que el hombre era el producto del Árbol de la Vida, desarrollándose
en pares andróginos, hasta que fueron separados en una modificación
subsiguiente de la forma humana.
En
el Libro de las Generaciones (Toleduth)
de Adán , el versículo:
Dios
creó (bara, produjo) al hombre a imagen suya; a imagen de Dios le creó;
varón y hembra los creó.
si se lee esotéricamente ofrecerá el verdadero
sentido, o sea:
Los
Elohim (Dioses) produjeron de sí mismos (por modificación) al hombre a imagen
suya...; ellos le crearon (a la Humanidad colectiva, o Adán) varón y hembra él (la Deidad colectiva) los creó.
Esto
indicará el punto esotérico. La Raza sin
sexo fue su primera producción, una modificación de y por ellos mismos,
las puras Existencias Espirituales; y ésta fue Adán solus. De ahí provino la Segunda
Raza: Adán-Eva o Jod-Heva, Andróginos inactivos; y finalmente, la Tercera, o el “Hermafrodita Separador” Caín y Abel, que produce la
Cuarta, Seth-Enos, etcétera. Esta Tercera Raza, la última semiespiritual, fue
también el último vehículo de la Sabiduría divina e innata, ingénita en los
Enochs, los videntes de aquella Humanidad.
La Cuarta, que había probado el fruto del Árbol del Bien y del Mal -la
Sabiduría ya unida a la inteligencia terrestre, y por lo tanto impura -, tuvo por consecuencia que
adquirir aquella Sabiduría por medio de la iniciación y terrible esfuerzo. Y la
unión de la Sabiduría y de la Inteligencia, rigiendo
la primera a la segunda, es llamada en los libros Herméticos “el Dios posesor
de la doble fecundidad de los dos sexos”.
Místicamente,
Jesús fue considerado como hombre-mujer. En los Himnos Órficos, cantados
durante los misterios, vemos también: “Zeus es varón, Zeus es una virgen
inmortal”. El Ammon Egipcio era, en su otra mitad, la Diosa Neith. Júpiter
tiene pechos de mujer; Venus, en algunas de sus estatuas, está representada con
barba; e Ilâ, la Diosa, es también Sudyumn a (esplendor, gloria), el Dios, como
progenie de Vaivasvata.
Dice el Profesor Wilder:
El
mismo nombre de Adam, u hombre,
implica esa doble forma de existencia. Es idéntico a Athamas, o Thomas (Tam, en Tamil), que el griego traduce
por didumos, un gemelo; por
consiguiente, si la primera mujer fue formada después del primer hombre, por
necesidad lógica debe haber sido “sacada del hombre”. En consecuencia, leemos:
“y del costado que había tomado de
Adán, formó el Señor Dios (Elohim) una mujer”. La palabra hebrea empleada aquí
es tzala, cuya traducción es la que
hemos dado. Fácil es descubrir la leyenda en Beroso, que dice que Thalatth (la Omorôka, o Señora de Urka) fue el principio de la Creación. También
era ella Telita (Melita?), la reina de la Luna...
Los
dos nacimientos memorables de gemelos del Génesis,
el de Caín y Abel, y el de Esaú y Jacob, encubren la misma idea. El nombre Hebel es el mismo que Eva, y su
característica parece ser femenina. “Su apetito estará a tu mandar -dijo el
Señor Dios a Caín- y tú le dominarás”. El mismo lenguaje se había tenido con
Eva: “... y estarás bajo la potestad de tu marido, y él te dominará”.
Así
la unidad bisexual primitiva de la Tercera Raza-Raíz humana es un axioma en la
Doctrina Secreta. Sus individuos vírgenes eleváronse al rango de “Dioses”,
porque aquella Raza representaba su “Divina Dinastía”. Los modernos se
contentan con rendir culto a los héroes masculinos de la Cuarta Raza, que
crearon Dioses según su propia imagen sexual, mientras que los Dioses de la
Humanidad primitiva eran “macho y hembra”.
Según
queda declarado en los volúmenes I y II, las humanidades se desarrollaron
coordinadamente, y en líneas paralelas con los cuatro Elementos, estando
fisiológicamente adaptada cada nueva Raza para ajustarse al elemento adicional.
Nuestra Quinta Raza se aproxima rápidamente al Quinto Elemento -llámesele éter
interestelar, si se quiere-, el cual, sin embargo, se relaciona más con la
psicología que con la física. Nosotros, los hombres, hemos aprendido a vivir en
todos los climas, bien sean glaciales o tropicales; mas las dos primeras Razas
nada tenían que ver con el clima, ni estaban sujetas a ninguna temperatura ni a
los cambios de la misma. Y así, según se nos enseña, vivieron los hombres hasta
la terminación de la Tercera Raza-Raíz, cuando una primavera eterna reinaba en
todo el Globo, tal como la que gozan ahora los habitantes de Júpiter; un mundo
que, como dice Camilo Flammarión:
No
está sujeto como el nuestro a las vicisitudes de las estaciones ni a las
alternativas repentinas de temperatura, sino que disfruta de todos los tesoros
propios de una eterna primavera.
Los
astrónomos que sostienen que Júpiter se encuentra en estado de fusión en el
sentido ordinario de la palabra, pueden entenderse con aquel ilustrado
astrónomo francés para resolver la cuestión. Debe, sin embargo, tenerse
siempre presente que la “eterna primavera” de la que se habla, es tan sólo un
estado conocido como tal por los
habitantes de Júpiter. No es la “primavera” tal como nosotros la conocemos. Con esta reserva es posible la
reconciliación entre las dos teorías aquí citadas. Ambas abarcan verdades parciales.
De modo que es tradición universal que la Humanidad ha evolucionado gradualmente hasta llegar a su presente forma, desde un estado de contextura casi transparente, y no por milagro ni por comercio sexual. Esto además concuerda por completo con las antiguas filosofías: desde las de Egipto y de la India, con sus Dinastías Divinas hasta la de Platón. Y todas esas creencias universales tienen que clasificarse con los “presentimientos” y “conceptos obstinados”, algunos de ellos imposibles de desarraigar de los credos populares. Según observó Louis Figuier, semejantes creencias son
Con frecuencia el resultado de la sabiduría y observación de un número infinito de generaciones humanas... (Porque), una tradición que tiene una existencia uniforme y universal posee toda la fuerza del testimonio científico .
Y
como se ha visto, existe en las alegorías Puránicas más de una tradición
semejante. Además, la doctrina de que la Primera Raza de la Humanidad fue
formada de los Chhâyâs, o Imágenes Astrales de los Pitris, encuéntrase
plenamente corroborada en el Zohar:
En
el Tzelem, imagen sombra de Elohim
(los Pitris), Él hizo a Adam (el hombre).
Repetidas veces se ha puesto la objeción de
que por elevado que fuese el grado del pensamiento metafísico en la India
arcaica, los antiguos egipcios, sin embargo, sólo podían vanagloriarse de
idolatría y zoolatría groseras; siendo Hermes, según se alega, una obra de
místicos griegos que vivieron en Egipto. Puede darse a esto una contestación:
una prueba directa de que los egipcios creían en la Doctrina Secreta es que les
era enseñada en la Iniciación. Los que hacen objeciones, lean el Eclogoe Physicoe et Ethica de Estobeo,
el compilador griego de fragmentos antiguos, que vivió en el siglo V después de
Jesucristo. Lo que sigue es una transcripción hecha por él de un antiguo
fragmento hermético, que muestra la teoría egipcia respecto del alma. Traducido
a la letra, dice:
De
un Alma, la del Todo, salen todas las almas que se esparcen como distribuidas
intencionalmente por el mundo. Estas almas pasan por muchas transformaciones;
aquellas que son ya seres que se arrastran, conviértanse en animales acuáticos;
de estos animales acuáticos derívanse los animales que viven en tierra firme, y
de estos últimos los pájaros. De los seres que viven arriba en el aire (cielo)
nacen los hombres. Al alcanzar ese estado de hombres, las almas reciben el
principio de la inmortalidad (consciente), se convierten en espíritus, y pasan
entonces al coro de los Dioses.
23 LOS NACIDOS POR SÍ MISMOS FUERON LOS CHHÂYÂS, LAS SOMBRAS DE LOS CUERPOS DE LOS HIJOS DEL CREPÚSCULO. NI EL AGUA NI EL FUEGO PODÍAN DESTRUIRLOS. SUS HIJOS LO FUERON.
No puede entenderse este versículo sin ayuda de los Comentarios. Significa que la primera Raza-Raíz, las “Sombras” de los Progenitores no podían sufrir daño alguno ni ser destruidos por la muerte. Siendo su constitución tan etérea y tan poco humana, ningún elemento -diluvio o fuego- podía afectarlos. Pero sus “Hijos”, la Segunda Raza-Raíz, podían ser destruidos, y lo fueron. Así como los Progenitores se fundieron por completo en sus propios Cuerpos Astrales, que eran progenie suya, de igual modo esta progenie se absorbió en sus descendientes, los “Nacidos del Sudor”.
Estos fueron la segunda Humanidad -compuesta de los monstruos gigantescos semihumanos más heterogéneos-, las primeras tentativas de la naturaleza material para construir cuerpos humanos.
Las siempre floridas tierras (Groenlandia, entre otras) del Segundo Continente, que gozaban de eterna primavera, transformáronse sucesivamente, de Edenes que eran, en Hades hiperbóreos.
Esta transformación fue debida al desplazamiento de las grandes masas de agua del globo, al cambiar de lecho los océanos; y la mayor parte de la Segunda Raza pereció en esa primera y tremenda angustia de la evolución y de la consolidación del globo durante el período humano. De tales cataclismos ya han tenido lugar cuatro.
Y podemos esperar un quinto para nosotros, en el debido transcurso del tiempo.
H.P Blavatsky D.S T III
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