lunes, 7 de septiembre de 2015

La Creación de Seres Divinos en las versiones Exotéricas



            En el Vishnu Purâna, que es seguramente la más antigua de todas las escrituras de este nombre, vemos, como en todas las demás, a Brahmâ, como Dios masculino, asumiendo, para  fines creadores, cuatro Cuerpos investidos de tres cualidades”. Dice:

            De esta manera, Maitreya, Jyotsnâ (el alba), Râtri (la noche), Ahan (el día) y Sandhyâ (la tarde) (crespúsculo), son los cuatro cuerpos de Brahmâ.

            
Según explica Parâshara, cuando Brahmâ desea crear de nuevo el mundo y construir progenie por medio de su voluntad, en la cuádruple condición, o los cuatro Órdenes de Seres, llamados Dioses (Dhyân Chohans), Demonios  (esto es, Devas más materiales), Progenitoes (Pitris) y Hombres, “concentra (a modo del Yoga) la mente en sí mismo” (Yuyuje).
            
Es extraño el dicho, pero principia él creando Demonios, los cuales preceden de este modo a los Ángeles o Dioses. Esto no es incongruencia, ni es debido a inconsistencia, sino que encierra, como todo lo demás, un significado profundamente esotérico, perfectamente claro para cualquiera que se halle libre de prejuicios teológicos cristianos. Quien tenga presente que el principio Mahat, o el Intelecto, la “Mente Universal” (literalmente la “Grande”), la cual explica la Filosofía Esotérica como la “Omnisciencia Manifestada” -el “primer producto” de Pradhâna, la Materia Primordial, como el Vishnu Purâna dice; pero el primer Aspecto Cósmico de Parabrahman o el SAT Esotérico, el Alma Universal, según enseña el Ocultismo- está en la raíz de la Conciencia del Sí, comprenderá el porqué. Los llamados Demonios (que Esotéricamente son el Principio intelectualmente activo y afirmador del Yo) son el polo positivo de la creación, por decirlo así; por lo tanto, son los primeros producidos. He aquí, en compendio, cómo tuvo lugar el proceso según lo refieren alegóricamente los Purânas:

            Habiendo concentrado su mente en sí mismo, y el cuerpo por Brahmâ asumido, estando penetrado de la Cualidad de las Tinieblas, produjo primeramente los Asuras, que surgieron de su Muslo, después de lo cual, abandonando este cuerpo, fue transformado en Noche.
           
            Hállanse envueltos aquí dos puntos importantes:

            a)  En el Rig Veda, primitivamente, se muestra a los “Asuras” como Seres espirituales divinos; su etimología se deriva de Asu, aliento, el “Soplo de Dios”, y significan lo mismo que el Espíritu Supremo, o el Ahura del mazdeísmo. Sólo más tarde, y para fines de teología y de dogma, es cuando se les muestra saliendo del Muslo de Brahmâ, y cuando su nombre empezó a ser derivado del a, privativo, y de Sura, un Dios, o sea “no-Dios”; convirtiéndose en enemigos de los Dioses.
           
            b)  Todas las Teogonías antiguas sin excepción (desde la Aria y la Egipcia hasta la de Hesiodo), colocan la Noche antes que el Día en el orden de la evolución cósmica; aun en el Génesis las “tinieblas se extienden sobre la faz del abismo” antes del “primer día”. La razón de esto es que todas las Cosmogonías (excepto en la Doctrina Secreta) principian por la llamada “Creación Secundaria”; a saber, el Universo Manifestado, cuyo génesis tiene que principiar por una diferenciación marcada entre la Luz eterna de la “Creación Primaria” (cuyo misterio tiene que permanecer por siempre en “Tinieblas” para los conceptos e inteligencia finitas del profano investigador), y la Evolución Secundaria de la Naturaleza manifestada visible. 
El Veda contiene toda la filosofía de esa división, sin que haya sido nunca debidamente explicada por nuestros orientalistas, puesto que jamás la han comprendido.
            
Continuando su creación, Brahmâ asume otra forma, la del Día, y de su Aliento crea a los Dioses dotados con la Cualidad de la Bondad (la Pasividad). En su cuerpo siguiente prevaleció la Cualidad de gran Pasividad, la cual es también bondad (negativa); y del costado de ese personaje salieron los Pitris, los Progenitores de los hombres; porque, según explica el texto, Brahmâ “pensaba de sí mismo (durante este proceso) que él era el padre del mundo” . Esto es Kriyâshakti, el misterioso poder-Yoga, explicado en otra parte. Este cuerpo de Brahmâ, cuando fue desechado, se convirtió en el Sandhyâ, el Crepúsculo de la Tarde, el intervalo entre el Día y la Noche.  
            Finalmente, Brahmâ asumió su última forma, penetrada por la Cualidad de la Impureza.

            Y de ésta fueron producidos los Hombres, en quienes la impureza (o pasión) predomina.

            Este cuerpo, al ser desechado, se convirtió en la Aurora, o Crepúsculo de la Mañana, el Crepúsculo de la Humanidad. Aquí Brahmâ representa, esotéricamente, a los Pitris. Es él colectivamente el Pitâ, el “Padre”.
            Ahora debemos explicar el verdadero significado esotérico de esta alegoría. Brahmâ simboliza aquí personalmente a los Creadores Colectivos del Mundo y de los Hombres, al Universo con todos sus productos innumerables de cosas que se mueven y de las (aparentemente) inmóviles. Él es colectivamente los Prajâpatis, los Señores del Ser; y los cuatro cuerpos representan las cuatro Clases de Poderes Creadores o Dhyân Chohans, que se describen en el Comentario de la sloka I, Estancia VII, en el Volumen I. Toda la filosofía de la llamada “Creación” del bien y el mal en este Mundo, y de todo el Ciclo de sus resultados Manvantáricos, depende de la comprensión correcta de estos Cuatro Cuerpos de Brahmâ.
           
  El lector se hallará ahora preparado para comprender el significado verdadero, esotérico, de lo que sigue. Además, hay un punto importante que esclarecer. Al establecer y aceptar arbitrariamente la Teología Cristiana que Satán con sus Ángeles Caídos pertenecía a la primera creación, siendo Satán creado el primero como el más sabio y más hermoso de los Arcángeles de Dios, se dio con ello la nota. Desde entonces todas las Escrituras Paganas se reputó que admitían el mismo significado, mostrando a todas como demoníacas; y se pretendió y pretende que la verdad y los hechos pertenecen al Cristianismo, y que sólo con él principiaron. Hasta los orientalistas y mitólogos, algunos de ellos no cristianos, sino “infieles”, u hombres de ciencia, entraron de modo inconsciente, y por la sola fuerza de la asociación de ideas y hábito, en el surco teológico.
            
Consideraciones puramente brahmánicas, basadas en la codicia del poder y la ambición, hicieron que las  masas continuasen en la ignorancia de las grandes verdades; y las mismas causas indujeron a los Iniciados  entre los primeros cristianos a guardar silencio, al paso que los que nunca habían sabido la verdad desfiguraron el orden de las cosas, juzgando de la Jerarquía de los “Ángeles” por su forma exotérica. Así como los Asuras se habían convertido en los Dioses inferiores rebeldes en lucha con los superiores en las creencias populares, del mismo modo el Arcángel más elevado, el Agathodaemon verdaderamente, el Logos benévolo mayor, se convirtió en la teología en el “Adversario” o Satán. 

¿Pero está esto garantizado por la interpretación fiel de alguna Escritura antigua? 

Ciertamente que no. Al paso que las Escrituras mazdeístas del Zendavesta, el Vendidâd y otras, corrigen y muestran el más reciente artificioso embrollo de los Dioses en el Panteón indo, y por medio de Ahura restablecen a los Asuras en su legítimo lugar en la Teogonía, los descubrimientos recientes de las tablas caldeas vindican el buen nombre de las primeras Emanaciones divinas. Esto no es difícil probarlo. La Angelología Cristiana se deriva directa y únicamente de la de los fariseos, que trajeron sus doctrinas de Babilonia. 

Los saduceos, los verdaderos guardianes de las Leyes de Moisés, no conocían a Ángel alguno, y se oponían hasta a la inmortalidad del alma humana (no el Espíritu impersonal). En la Biblia los únicos Ángeles que se mencionan son los “Hijos de Dios” mencionados en el Génesis VI (considerados ahora como los Nephilims, los Ángeles caídos), y varios Ángeles en forma humana, los “Mensajeros” del Dios judío, cuyo rango necesita un análisis más minucioso que  el que hasta ahora se ha dado. Como se dijo antes, los accadios primitivos llamaban a Ea, Sabiduría, que fue desfigurada por los posteriores caldeos y semitas en Tiamat, Tisalat y el Thalatth de Beroso, el Dragón del Mar femenino, ahora Satán. A la verdad, “¡cuánto has descendido (por obra del hombre), oh Estrella resplandeciente e Hija de la Mañana!”
            
Ahora bien; ¿qué nos dicen las relaciones babilónicas acerca de la “Creación”, según se encontraron en los fragmentos de ladrillos asirios; esas mismas relaciones sobre las que los fariseos construyeron su Angeología? Véase Assyrian Discoveries  y Chaldean Account of Genesis, de Mr. George Smith. La Tabla, con la historia de los Siete Dioses o Espíritus malvados, contiene la relación siguiente (ponemos los pasajes importantes en itálicas):

            1.  En los primeros días los Dioses malos,
            2.  los ángeles rebeldes, que en la parte inferior del cielo
            3.  habían sido creados,
            4.  hicieron su obra de mal
            5.  maquinando con sus malvadas cabezas..., etc.

            Así, pues, se nos muestra tan claramente como es posible, en un fragmento que permaneció intacto, de suerte que no ha lugar a dudas en su lectura, que los “Ángeles Rebeldes” habían sido creados en la parte inferior del cielo, esto es, que pertenecían y pertenecen a un plano material de evolución, por más que como no es un plano que podamos conocer con nuestros sentidos, permanece invisible generalmente para nosotros, y por ello es considerado como subjetivo. ¿Estaban, pues, los gnósticos tan equivocados, al afirmar que este nuestro Mundo visible, y especialmente la Tierra, había sido creada por Ángeles Inferiores, los Elohim inferiores, de los cuales era uno el Dios de Israel, según ellos enseñaban? Estos gnósticos se hallaban, en el tiempo, más próximos a los anales de la Doctrina Secreta Arcaica, y por tanto, debe concedérseles que conocían su contenido mejor que los cristianos no iniciados, que emprendieron la tarea, cientos de años después, de dar nueva forma y corregir lo que se decía. Pero veamos lo que la misma Tabla dice más adelante:

            7.  Habla siete de ellos (los dioses malos).

            Luego sigue la descripción de estos, de los cuales el cuarto era una “serpiente”, el símbolo fálico de la Cuarta Raza en la evolución humana.

            15.  Los siete eran mensajeros del Dios Anu, su rey.

            Ahora bien; Anu pertenece a la Trinidad caldea, y es idéntico a Sin, la “Luna”, en un aspecto. Y la Luna en la Kabalah hebrea es el Argha de la semilla de toda vida material, estando aún más estrechamente relacionada, kabalísticamente, con Jehovah, que tiene doble sexo, como Anu. En Esoterismo, están ambos representados y considerados como de aspecto dual: masculino o espiritual y femenino o material, o Espíritu y Materia, los dos principios antagónicos. De aquí que de los “Mensajeros de Anu”, el cual es Sin, la “Luna”, se dice en las líneas 28 a 41 que fueron finalmente vencidos por el mismo Sin con la ayuda de Bel, el Sol, y de Ishtar, Venus. Los asiriólogos consideran esto como una contradicción, pero es sencillamente metafísica en las doctrinas esotéricas.
           

  Existe más de una interpretación, porque hay siete claves para el misterio de la “Caída”. Además, en la Teología hay dos “Caídas”: la rebelión de los Arcángeles y su “Caída”, y la “Caída” de Adam y Eva. Así, tanto las jerarquías superiores como las inferiores son acusadas de un supuesto crimen. La palabra “supuesto” es el término verdadero y correcto, pues en ambos casos la acusación está fundada en un concepto erróneo. Ambas se consideran en el Ocultismo como efectos kármicos, y ambas pertenecen a la ley de Evolución: intelectual y espiritual de una parte, y física y psíquica de otra. La “Caída” es una alegoría universal. Representa en un extremo de la escala de la Evolución, la “rebelión”, esto es, la acción de la inteligencia diferenciándose, o la conciencia en sus diversos planos, buscando la unión con la materia; y en el otro, el extremo inferior, la rebelión de la Materia contra el Espíritu, o de la acción contra la inercia espiritual. Y aquí se encuentra el germen de un error que tan desastrosos efectos ha tenido en la inteligencia de las sociedades civilizadas durante 1.800 años. En la alegoría original, la Materia, y por tanto los Ángeles más materiales, es la que se consideraba como la vencedora del Espíritu, o Arcángeles que “cayeron” en este plano.     

            Ellos, los de la espada flamígera (o pasiones animales) habían puesto en fuga a los Espíritus de las Tinieblas.

            Con todo, estos últimos  fueron los que lucharon por la supremacía de la espiritualidad consciente y divina en la Tierra, y fueron vencidos, sucumbiendo al poder de la Materia. Pero en el dogma teológico vemos lo contrario. Miguel, “el que es semejante a Dios”, el representante de Jehovah, que es el Jefe de la Hueste Celeste -lo mismo que Lucifer, en la imaginación de Milton, lo es de la Hueste Infernal-, es el que vence a Satán. Es verdad que la naturaleza de Miguel depende de la de su Creador y Amo. Puede averiguarse quién es éste estudiando cuidadosamente la alegoría de la “Guerra en el Cielo”, con la clave astronómica. Como Bentley ha demostrado, la “Guerra de los Titanes contra los Dioses” en Hesiodo, y también la Guerra de los Asuras o el Târakâmaya, contra los Devas, en la leyenda Puránica, son idénticas en todo, excepto en los nombres. El aspecto de las estrellas muestra (Bentley toma el año 945 antes de Cristo como la fecha más próxima para semejante conjunción) que:

Todos los planetas, excepto Saturno, estaban en el mismo lado del cielo que el Sol y la Luna.Y  por tanto, eran sus oponentes. Sin embargo, Saturno, o el “Dios-Luna” judío, es el que se presenta como el que prevalece, tanto por Hesiodo como por Moisés; pero ninguno de los dos fue comprendido, y he aquí cómo fue desfigurado el verdadero significado.

H.P Blavatsky D.S T III

               

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