miércoles, 4 de mayo de 2016
LOS DÍAS Y NOCHES DE BRAHMÂ
Éste es el nombre que se ha dado a los Períodos llamados Manvantara (Manu-antara o entre Manus) y Pralaya, o Disolución; el uno se refiere a los Períodos activos del Universo; el otro, a sus tiempos de Reposo relativos y completos, ya ocurran al final de un Día, o de una Edad, o Vida, de Brahmâ.
Estos Períodos, que se siguen los unos a los otros en sucesión, se llaman también Kalpas Pequeños y Kalpas Grandes, el Kalpa Menor y el Mahâ Kalpa; aunque, propiamente hablando, el Mahâ Kalpa no es nunca un Día, sino toda una Vida o Edad de Brahmâ; pues como se dice en Brahma Vaivarta: “Los Cronólogos computan un Kalpa por la Vida de Brahmâ. Los Kalpas Menores, como Samvarta y los demáas, son numerosos”. A decir verdad, son infinitos, pues nunca han tenido principio; o, en otras palabras, nunca ha habido un primer Kalpa, ni nunca habrá un último, en la Eternidad.
Un Parârdha, o la mitad de la existencia de Brahmâ, en la ordinaria aceptación de esta medida del tiempo, ha expirado ya en el presente Mahâ Kalpa; el anterior Kalpa fue el Padma o el del Loto de Oro; el presente es el Varâha, la Encarnación, o Avatâra, del “Verraco”. Una cosa debe ser tenida especialmente en cuenta por el hombre docto que estudie la religión inda en los Purânas. Nunca debe tomar literalmente, ni en un solo sentido, las declaraciones que allí encuentre; y principalmente las que se refieren a los Manvantaras o Kalpas, tienen que comprenderse en sus distintas referencias.
Pues estas Edades, por ejemplo, se refieren, en el mismo lenguaje, tanto a los períodos grandes como a los pequeños, a Mahâ Kalpas y Ciclos Menores. El Matsya, o Pez Avatâra, tuvo lugar antes del Varâha o Verraco Avatâra, por lo cual las alegorías deben referirse tanto al Padma Manvantara como al presente, y también a los Cielos Menores que han tenido lugar desde la reaparición de nuestra Cadena de Mundos y la Tierra. Y como el Matsya Avatâra de Vishnu y el Diluvio de Vaivasvata están correctamente relacionados con un suceso que tuvo lugar en nuestra Tierra durante esta Ronda, es evidente que, aunque puede relacionarse con sucesos precósmicos -precósmicos en el sentido de nuestro Cosmos o Sistema Solar-, se refiere, en cuanto a nosotros, a un período geológico remoto.
Ni aun la Filosofía Esotérica puede pretender conocer, excepto por deducciones de analogía, lo que tuvo lugar antes de la reaparición de nuestro Sistema Solar, y antes del último Mahâ Pralaya. Pero enseña claramente que, después del primer disturbio geológico del eje de la Tierra, que terminó con la sumersión en el fondo de los mares de todo el Segundo Continente con sus razas primitivas -de cuyos sucesivos Continentes o “Tierras” fue la Atlántida, el cuarto-, tuvo lugar otro disturbio ocasionado por la vuelta del eje a su anterior grado de inclinación de un modo tan rápido como lo había cambiado: cuando la Tierra fue verdaderamente de nuevo sacada de las aguas (abajo lo mismo que arriba, y viceversa).
En aquellos días existían “Dioses” en la Tierra; Dioses y no hombres como los conocemos ahora, dice la tradición. Como se mostrará en el vol. III, el cómputo de los períodos en el Hinduismo exotérico se refiere tanto a los grandes sucesos cósmicos como a los sucesos y cataclismos terrestres pequeños; y lo mismo puede demostrarse con respecto a los nombres. Por ejemplo, el nombre Yudishthira (el primer rey de los sacae o shakas, que principió la Era del Kali Yuga, que debe durar 432.000 años, “rey que existió verdaderamente 3.102 años antes de J. C.”) se aplica también al gran Diluvio, cuando la primera sumersión de la Atlántida. Es el “Yudishthira nacido en la montaña de las cien crestas, en la extremidad del mundo, más allá de la cual nadie puede ir”, e “inmediatamente después del diluvio”.
No conocemos ningún “Diluvio” 3.102 años antes de J. C.; ni aun el de Noé, que según la cronología judeo-cristiana tuvo lugar 2.349 antes de J. C. Esto se relaciona con una división esotérica del tiempo y un misterio explicado en otra parte, y que, por tanto, puede dejarse a un lado por ahora. Baste decir sobre ese punto que todos los esfuerzos de imaginación de los Wilfords, Bentleys y otros Edipos de la Cronología Inda esotérica han fracasado lamentablemente. Ningún cómputo, ya sea de los Manvantaras o de las Cuatro Edades, ha sido descifrado todavía por nuestros muy sabios orientalistas, quienes, por lo tanto, han cortado el Nudo Gordiano proclamando que todo es “una invención del cerebro brahmánico”. Sea, pues, así, y que descansen en paz esos grandes sabios. Esta “invención” se da al final de los Comentarios de la Estancia II de la Antropogénesis, en el vol. III, con adiciones esotéricas. Veamos, sin embargo, lo que eran las tres clases de Pralayas, y cuál es la creencia popular respecto de los mismos. Por esta vez se halla de acuerdo con el Esoterismo. Sobre el Pralaya, antes del cual transcurren catorce Manvantaras, presididos por otros tantos Manus, y a cuya conclusión ocurre la Disolución Incidental, o de Brahmâ, se dice en el Vishnu Purâna en condensadas paráfrasis: Al final de mil Períodos de Cuatro Edades, que completan un día de Brahmâ, la tierra está casi exhausta.
El Eterno (Avyaya) Vishnu asume entonces el carácter de Rudra, el Destructor (Shiva), y vuelve a reunir todas sus criaturas en sí mismo. Entra en los Siete Rayos del Sol, y absorbe todas las Aguas del Globo; hace evaporar la humedad, secando de este modo a toda la Tierra. Los océanos y los ríos, los torrentes y los arroyos, todos se vaporizan. Alimentados así con abundante humedad, los Siete Rayos Solares se convierten en Siete Soles, por dilatación, y finalmente prenden fuego al Mundo. Hari, el destructor de todas las cosas, que es la Llama del Tiempo, Kâlâgni, consume por último a la Tierra. Entonces Rudra, convirtiéndose en Junârdana, exhala nubes y lluvia.
Hay muchas clases de Pralaya, pero en los antiguos libros indos se mencionan especialmente tres períodos principales. El primero, como lo muestra Wilson, se llama Naimittika, “Ocasional” o “Incidental”, causado por los intervalos entre los Días de Brahmâ; es la destrucción de las criaturas, de todo lo que vive y tiene forma, pero no de la substancia, que permanece en statu quo hasta la nueva Aurora que sigue a aquella Noche. El segundo es llamado Prâkritika y tiene lugar al fin de la edad o Vida de Brahmâ, cuando todo lo que existe se resuelve en el Elemento Primario, para ser modelado de nuevo al final de aquella larga Noche. El tercero, Âtyantika, no concierne a los Mundos ni al Universo, sino sólo a cierta clase de individualidades. Es, pues, el Pralaya Individual o Nirvâna, una vez alcanzado el cual, ya no hay más existencia futura posible, ningún renacimiento, hasta después del Mahâ Pralaya.
Como esta última Noche dura 311.040.000.000.000 años, con la posibilidad de casi doblarlos como en el caso del afortunado Jîvanmukta que alcanza el Nirvâna en los principios de un Manvantara, es bastante larga para ser considerada como eterna, ya que no sin fin. El Bhâgavata Purâna habla de una cuarta clase de Pralaya, el Nitya, o disolución Constante, y lo explica como el cambio incesante que tiene lugar imperceptiblemente en todas las cosas de este Universo, desde el globo hasta el átomo. Es el crecimiento y la decadencia - la vida y la muerte. Cuando el Mahâ Pralaya llega, los habitantes de Svar-loka, la Esfera Superior, perturbados por la conflagración, buscan refugio “con los Pitris, sus Progenitores, los Manus, los Siete Rishis, los diferentes órdenes de Espíritus Celestiales y los Dioses, en Mahar-loka”. Cuando este último es alcanzado, todos los seres mencionados emigran a su vez de Mahar-loka a Jana-loka, “en sus formas sutiles destinadas a volver a tomar cuerpo en estados semejantes a sus anteriores, cuando se renueve el mundo al principio del Kalpa siguiente”.
Nubes gigantescas y de ruidosos truenos llenan todo el Espacio (Nabhastala). Descargando torrentes de agua, estas nubes apagan los fuegos tremendos... y entonces llueve sin interrupción durante cien Años (divinos) y se inunda el Mundo entero (el Sistema Solar). Estas lluvias cayendo en gotas tan grandes como dados, cubren la Tierra, llenan la Región Media (Bhuva-loka), e inundan el Cielo. El Mundo se encuentra entonces envuelto en la oscuridad; todas las cosas animadas o inanimadas, habiendo perecido, las nubes continúan vertiendo sus Aguas... y la noche de Brahmâ reina suprema sobre la escena de desolación. Esto es lo que llamamos en la Doctrina Esotérica un Pralaya Solar. Cuando las Aguas alcanzan la región de los Siete Rishis, y el Mundo, nuestro Sistema Solar, es un Océano, se detienen.
El Hálito de Vishnu se convierte en Viento tempestuoso, que sopla durante otros cien años Divinos, hasta que todas las nubes son dispersadas. El viento es entonces reabsorbido: y Aquello De que todas las cosas son hechas, el Señor por quien todas las cosas existen, Aquel que es inconcebible, sin principio, que es el principio del Universo, reposa durmiendo en Shesha (la Serpiente del Infinito) en medio del Oéano. El Creador ( Âdikrit) Hari, duerme sobre el Océano (del espacio) en la forma de Brahmâ -glorificado por Sanaka y los Santos (Siddhas) de Jana-loka, y contemplado por los santos habitantes de Brahma.-loka, deseosos de la liberación final-, envuelto en místico ensueño, personificación celestial de sus propias ilusiones... Esto es la Disolución ( Pratisanchara) denominada Incidental, porque Hari es su causa Incidental (Ideal).
Cuando el Espíritu Universal despierta, el Mundo revive; cuando cierra sus ojos, todas las cosas caen en el hecho del místico dormitar. Así como mil Grandes Edades constituyen un día de Brahmâ (en el original es Padmayoni, lo mismo que Abjayoni “nacido del Loto” no Brahmâ), así del mismo modo consiste su Noche en igual período... Despertando al fin de su Noche, el No Nacido... crea de nuevo el Universo. Este es el Pralaya “Incidental”; ¿cuál es la Disolución Elemental (Prâkrítica)? Parâshara la describe a Maitreya del modo siguiente:
Cuando todos los Mundos y Pâtâlas (Infiernos) son desecados.., el proceso de la Disolución Elemental principia. Entonces, primeramente, las Aguas absorben la propiedad de la Tierra (que es el rudimento del Olfato), y la Tierra privada de esta propiedad principia a destruirse... y se convierte en una con el Agua... Cuando el Universo es compenetrado de este modo por las olas del acuoso Elemento, el Elemento del Fuego consume su sabor rudimentario y las Aguas mismas son destruidas... y se convierten en uno con el Fuego; y el Universo, por lo tanto, se llena con la Llama (etérea) que... gradualmente se extiende sobre todo el Mundo. Mientras que el Espacio es (una) Llama... el Elemento del Viento se apodera de la propiedad rudimentaria o forma, que es la Causa de la Luz, y ésta, habiendo sido retirada (pralîna), todo se convierte en la naturaleza del Aire. Habiendo sido destruido el rudimento de la forma, y hallándose el Fuego ( Vibhâvasu) privado de su rudimento, el Aire extingue al Fuego y se extiende... sobre el Espacio que es privado de Luz cuando el Fuego se sumerge en el Aire.
El Aire, entonces, acompañado del Sonido, que es la fuente del Éter, se extiende por todas partes en las diez regiones... hasta que el Éter se apodera del Contacto ( Sparsha, Cohesión-Tacto?) su propiedad rudimentaria, por medio de cuya pérdida es destruido el Aire, y el Éter ( Kha) permanece sin modificación; privado de Forma, Gusto, Tacto (Sparsha) y Olfato, existe (in) corpóreo (mûrttimat) y vasto, y compenetra todo el Espacio. El Éter (Âkâsha), cuya propiedad característica y rudimento es el Sonido (la “Palabra”), existe solo, ocupando todo el vacío del Espacio (o más bien ocupando todo el contenido del Espacio). Entonces el Origen (Nóumeno?) de los Elementos (Bhûtâdi) devora al Sonido (los Demiurgos colectivos, y las huestes de Dhyân Chohans) y todos los elementos (existentes son de una vez sumergidos en su Elemento original. Este Elemento Primario es la Conciencia combinada con la Propiedad de las Tinieblas (Tâmasa, más bien Tinieblas Espirituales) y, él mismo, es absorbido (desintegrado) por Mahat (Inteligencia Universal), cuya propiedad característica es la armonía (Buddhi), y la Tierra y Mahat son los límites interiores y exteriores del Universo.
De esta manera como (en el Principio) fueron contadas las siete formas de la Naturaleza (Prakriti) desde Mahat a la Tierra, así... estas siete vuelven a entrar sucesivamente una en otra. El Huevo de Brahmâ (Sarva-mandala) se disuelve en las Aguas que le rodean, con sus siete zonas (dvipas), siete océanos, siete regiones, y sus montañas. La investidura del Agua es bebida por el Fuego; el (el estrato del Fuego es absorbido por (el del) Aire; el Aire se mezcla con el Éter (Âkâsha); el Elemento Primario (Bhûtâdi, el origen, o más bien la causa del Elemento Primario) devora al Éter, y es (él mismo) destruido por el Intelecto (Mahat, la Gran Mente, la Mente Universal), el cual, juntamente con todos estos, es arrebatada por la Naturaleza (Prakriti) y desaparece. Este Prakriti es esencialmente el mismo, ya sea desunido o compacto, sólo que lo que es desunido se pierde o absorbe finalmente en lo compacto.
El espíritu (Pums) también, que es uno, puro, eterno, imperecedero, que todo lo compenetra, es una parte de aquel Espíritu Supremo que es todas las cosas. Este Espíritu (Sarvesha) que es otro que el Espíritu (encarnado), y en el cual no hay atributos de nombre, ni de especie, ni de nada por el estilo (nâman y jâti o rûpa, por tanto, cuerpo más bien que especie)... (permanece) como la (sola) Existencia (Sattà).
La Naturaleza (Prakriti) y el Espíritu (Purusha) ambos se resuelven (finalmente) en el Espíritu Supremo. Éste es el Pralaya final -la Muerte del Kosmos-; después del cual, su Espíritu reposa en el Nirvâna, o en Aquello para lo que no hay ni Día ni Noche. Todos los demás Pralayas son periódicos y siguen a los manvantaras en sucesión regular, como la noche sigue al día de cada ser humano, animal o planta.
El Ciclo de la Creación de las Vidas del Kosmos se agota; pues la energía de la “Palabra” Manifestada tiene su crecimiento, su culminación y descenso, como todas las cosas temporales, por grande que sea su duración. La Fuerza Creadora es eterna como nóumeno; como manifestación fenomenal, tiene en sus aspectos un principio, y debe, por tanto, tener un fin. Durante este intervalo, tiene sus Períodos de Actividad y sus Períodos de Reposo. Y estos son los Días y las Noches de Brahmâ. Pero Brahman, el Nóumeno, jamás reposa; pues no cambia nunca, sino que siempre es, aun cuando no pueda decirse que está en alguna parte. Los kabalistas judíos sintieron lo necesario de esta inmutabilidad de una Deidad eterna e infinita, y aplicaron, por tanto, el mismo pensamiento al Dios antropomórfico.
La idea es poética y muy apropiada en su aplicación. En el Zohar leemos lo siguiente: Cuando Moisés ayunaba en el Monte Sinaí, en compañía de la Deidad, que estaba oculta a su vista por una nube, sintió un gran temor, y repentinamente pregunto: “¿Señor, en dónde estás?... ¿duermes, ¡oh! Señor?...” Y el Espíritu le contestó: “Yo no duermo jamás: si me durmiera sólo un momento antes de mi hora, toda la creación caería al instante en la disolución”. “Antes de mi hora” es muy significativo.
Ello muestra al Dios de Moisés como siendo sólo un sustitutivo temporal, lo mismo que Brahmâ, masculino, es un sustitutivo y un aspecto de AQUELLO que es inmutable, y que, por lo tanto, no puede tomar parte en los Días y Noches, ni tener ninguna clase de ingerencia en la reacción y disolución. Mientras los ocultistas orientales tienen siete modos de interpretación, los judíos sólo tienen cuatro; a saber: el místico verdadero, el alegórico, el moral y el literal o Pashut. Este último es la clave de las Iglesias exotéricas, y no merece la discusión. Hay algunas sentencias que, leídas por la clave mística o primera, muestran la identidad de los fundamentos de construcción en todas las Escrituras. Hállanse en el excelente libro de Isaac Myer sobre las obras kabalísticas, las que parece haber estudiado bien. Cito verbatim: “B’raisheeth barah elohim ath hashama’ yem v’ath haa retz”, esto es, “En el principio (los) Dios (es), creó los cielos y la tierra” (cuyo significado es); los seis (Sephiroth de Construcción), sobre los cuales está B’raisheeth, pertenecen todos a Abajo. Creó seis (y) en estos están (existen) todas las Cosas.
Y aquéllos dependen de las siete formas del Cráneo, hasta la Dignidad de todas las Dignidades. Y la segunda “Tierra” no entra en el cálculo, por lo tanto se ha dicho: “Y de ella (aquella Tierra) que sufrió la maldición, salió...” “Ella (la Tierra) no tenía forma y estaba vacía; y la oscuridad estaba sobre la faz del Abismo, y el Espíritu de Elohim... respiraba (me’racha’ pheth, esto es, amparando, cobijando, moviéndose...) sobre las aguas”. Trece dependen de trece (formas) de la más elevada dignidad. 6.000 años penden (tienen referencias a) en las seis primeras palabras. El séptimo (millar, el milenio) sobre ella (la Tierra maldita) es el que es fuerte por sí mismo. Y fue desolada por completo durante doce horas (un... día...). En la decimatercia, ella (la Deidad) los restablecerá... y todas las cosas se renovarán como antes; y todos aquellos seis continuarán”.
Los “Sephiroth de Construcción” son los seis Dhyân Chohans, o Manus, o Prajâpatis, sintetizados por el séptimo “B’raisheeth”, la Primera Emanación, o Logos, y que, por tanto, son llamados los Constructores del Universo Inferior o Físico, todos pertenecientes a Abajo. Estos seis ........... cuya esencia es del Séptimo, son los Upâdhi, la Base o Piedra Fundamental sobre la que está construido el Universo Objetivo, los nóumenos de todas las cosas. Por tanto, son también al mismo tiempo, las Fuerzas de la Naturaleza; los Siete Ángeles de la Presencia; el Sexto y Séptimo Principio en el Hombre; las Esferas espiritu-písíquico-físicas de la Cadena Septenaria, las Razas Raíces, etc. Todas ellas “dependen de las Siete Formas del Cráneo”, hasta la más Elevada. La “Segunda “Tierra” no entra en el cálculo”, porque no es Tierra alguna, sino el Caos o Abismo del Espacio en el que reposaba el Universo Paradigmático, o Modelo, en la Ideación de la Superalma, cobijándola.
El término “Maldición” induce aquí a error, pues significa sencillamente Determinación o Destino o aquella fatalidad que la lanzó al estado objetivo. Esto se halla demostrado por estar descrita aquella “Tierra”, bajo la “Maldición”, como “sin forma y vacía”, en cuyas profundidades abismales el “Hálito” de los Elohim o Logos colectivos producían, o por decirlo así fotografiaban, la primera Ideación Divina de las cosas que debían ser. Este proceso se repite después de cada Pralaya, antes de los principios de un nuevo Manvantara, o Período de Existencia senciente individual. “Trece dependen de Trece Formas”, se refiere a los trece Períodos personificados por los trece Manus, con Svâyambhuva, el decimocuarto -13 en lugar de 14 siendo un velo más- los catorce Manus que reinan en el término de un Mahâ Yuga, un día de Brahmâ. Estos trece-catorce del Universo objetivo dependen de las trece-catorce Formas paradigmáticas ideales.
El significado de los “seis mil Años” que “penden en las seis primeras Palabras”, tiene que buscarse también en la Sabiduría Inda. Se refieren a los seis (siete) “Reyes de Edom” primordiales, que simbolizan a los Mundos, o Esferas de nuestra Cadena, durante la Primera Ronda, así como también a los hombres primordiales de esta Ronda. Son la Primera Raza-Raíz preadámica septenaria, o los que existieron antes de la Tercera Raza separada. Como eran espectros sin razón, pues aún no habían comido del fruto del Árbol del Conocimiento, no podían ver el Parzuphin, o la “Faz no podía ver la Faz”; esto es, los hombres primitivos eran “inconscientes”. “Por lo tanto, los (siete) Reyes primordiales murieron”; esto es fueron destruidos. Ahora bien: ¿quiénes son estos Reyes? Son los “Siete Rishis, ciertas divinidades (secundarias), Indra (Shakra), Manu y los Reyes sus Hijos (quienes) son creados y perecen en un período”, como nos dicen el Vishnu Purâna. Pues el séptimo “millar” que no es el milenio de la Cristiandad exotérica, sino el de las Antropogénesis, representa, según el Vishnu Purâna, tanto el “Séptimo período de la creación”, el del hombre físico, como el Séptimo Principio, tanto macrocósmico como microcósmico, y también el Pralaya después del Séptimo Período, la noche de Brahmâ que tiene la misma duración que el día. “Fue por completo desolada durante doce horas”. En la Decimatercia (dos veces seis y la síntesis) es cuando todo será restablecido, y los “seis continuarán”.
Así el autor de la Qabbalah observa con mucha verdad que: Mucho antes de su tiempo (el de Ibn Gebirol)... muchos siglos antes de la Era Cristiana, había en el Asia Central una “religión de la Sabiduría”, de la cual subsistieron después fragmentos entre los sabios de los egipcios arcaicos, entre los antiguos chinos, indos, etc.... (Y que) la Qabbalah en su origen proviene, lo más seguramente, de fuentes arias, del Asia Central, Persia, India y Mesopotamia; pues de Ur y Haran vinieron Abraham y muchos otros a Palestina .
Ésta era también la firme convicción de C. W. King, el autor de The Gnostics and Their Remains. Vâmadeva Modelyar describe de un modo muy poético la aproximación de la Noche. Aun cuando ya se ha descrito en Isis sin Velo, es digna de que la repitamos aquí: Óyense ruidos extraños procediendo de todas partes... Estos son los precursores de la Noche de Brahmâ; el crepúsculo asoma en el horizonte, y el Sol se oculta detrás del trigésimo grado de Makara (el décimo signo del Zodíaco) y no volverá a alcanzar más el signo de la Mina (el signo del Zodíaco Piscis, o el Pez).
Los Gurus de las Pagodas nombrados para observar el Râshichakram (el Zodíaco), pueden ya romper su círculo y sus instrumentos, pues en adelante son inútiles. Gradualmente palidece la luz, el calor disminuye, los lugares inhabitados se multiplican en la tierra, el aire se rarifica más y más; las fuentes se secan, los grandes ríos ven sus ondas exhaustas, el Océano muestra su fondo arenoso, y las plantas mueren. Los hombres y los animales disminuyen diariamente de tamaño. La vida y el movimiento pierden su fuerza; los planetas apenas pueden gravitar en el espacio; uno por uno se extinguen, como una lámpara que la mano del Chokra (servidor) ha descuidado de llenar. Sûrya (el sol) fluctúa y se apaga, la materia entra en la Disolución (Pralaya) y Brahmâ se sumerge de nuevo en Dyaus, el Dios no revelado, y, habiendo cumplido su tarea, se duerme. Otro día ha pasado, se presenta la noche y continúa hasta la Aurora futura. Y ahora vuelven a entrar de nuevo los gérmenes de todo lo que existe en el Huevo áureo de su Pensamiento, como nos dice el divino Manu. Durante Su reposo apacible, los seres animados, dotados con los principios de acción, cesan sus funciones, y todo sentimiento (Manas) dormita.
Cuando todos son absorbidos en el Alma Suprema, esta Alma de todos los seres duerme en completo reposo, hasta el nuevo Día en que vuelve a tomar su forma, y se despierta una vez más de su primitiva oscuridad. Así como el Satya Yuga es siempre el primero en la serie de las Cuatro Edades o Yugas, del mismo modo el Kali es siempre el último. El Kali Yuga reina ahora supremo en la India, y parece que coincide con el de la Edad de Occidente. De todos modos, es curioso ver cuán profético fue en casi todas las cosas el escritor del Vishnu Purâna, en la predicción a Maitreya de alguna de las sombrías influencias y pecados de este Kali Yuga. Pues después de decir que los “bárbaros” serían dueños de las orillas del Indus, de Chandrabhâgâ y Kâshmîra, añade: Habrá monarcas contemporáneos reinando sobre la tierra, reyes de ruin espíritu, genio violento y hasta aficionados a la mentira y a la perversidad.
Harán dar muerte a las mujeres, a los niños y a las vacas; arrebatarán la propiedad de sus súbditos (o según otra traducción, se dirigirán a las esposas de otros); tendrán poder limitado... sus vidas serán cortas, sus deseos insaciables... Gentes de varios países, mezclándose con ellos, seguirán su ejemplo; y los bárbaros siendo poderosos (en la India) bajo la protección de los príncipes, mientras las tribus puras son descuidadas, el pueblo perecerá (o como lo refiere el Comentador: “Los Mlechchhas estarán en el centro y los Arios en el extremo”). La riqueza y la piedad disminuirán de día en día, hasta que el mundo se depravará por completo... Tan sólo la propiedad conferirá el rango; la riqueza será la única fuente de devoción; la pasión será el único lazo de unión entre los sexos; la falsedad será el único medio de éxito en los litigios; y las mujeres serán objeto de satisfacción puramente sensual... Los tipos externos serán la única distinción de los varios órdenes de la vida; la falta de honradez (anyâya) los medios (universales) de subsistencia; la debilidad, causa de la dependencia; la amenaza y la presunción substituirán a la sabiduría; la liberalidad será devoción; si un hombre es rico, tendrá reputación de puro; el asentimiento mutuo será el matrimonio; ricas vestiduras serán dignidad... Aquel que sea más fuerte reinará... el pueblo, no pudiendo soportar las pesadas cargas (Khrabhâra, el peso de los impuestos), se refugiará en los valles...
De este modo, en la Edad Kali, la decadencia continuará constantemente, hasta que la raza humana se aproxime a su extinción (pralaya). Cuando... el fin de la Edad Kali esté próximo, descenderá sobre la Tierra una parte de aquel Ser divino que existe, de su propia naturaleza espiritual (Kalki Avatâra)... dotado con las ocho facultades supremas... Él restablecerá la justicia sobre la tierra; y las mentes de los que vivan al fin del Kali Yuga se despertarán y serán tan diáfanas como el cristal. Los hombres así transformados... serán como las semillas de seres humanos, y producirán una raza que seguirá las leyes de la Edad Krita (o Edad de Pureza). Como se ha dicho: “Cuando el Sol y la Luna y (la Constelación Lunar) Tishya, y el planeta Júpiter estén en una mansión, la Edad Krita (o Satya) volverá... . Dos personas, Devâpi, de la raza de Kuru, y Maru (Moru), de la familia de Ikashvâku... continúan viviendo durante las Cuatro Edades, y residen en... Kapâla.
Volverán aquí al principio de la Edad Krita ... Maru (Moru) el hijo de Shîghra, vive todavía por el poder de la devoción (Yoga)... y será el restaurador de la raza Kshattriya de la Dinastía Solar. Haya o no razón respecto a la última profecía, las “dichas” del Kali Yuga están bien descritas, y se adaptan admirablemente hasta con lo que vemos y oímos en Europa y otras tierras civilizadas y cristianas, en la aurora del siglo XIX de nuestra gran “Era de Ilustración”.
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