lunes, 23 de mayo de 2016

SOBRE KWAN-SHI-YIN Y KWAN-YIN




            
Lo mismo que Avalokiteshvara, Kwan-Shi-Yin ha pasado por varias transformaciones; pero es un error decir de él que es una invención moderna de los buddhistas del Norte, pues ha sido conocido bajo otro nombre, desde los tiempos más remotos. enseña la Doctrina Secreta que:Aquél que es el primero en aparecer en la Renovación, será el último en venir antes de la Reabsorción” (Pralaya). Así los Logos de todas las naciones, desde el Vishvakarman Védico de los Misterios, hasta el Salvador de las naciones civilizadas presentes, son el “Verbo” que existía en el “Principio”, o el nuevo despertar de los Poderes vivificadores de la Naturaleza, con el ABSOLUTO ÚNICO. 

Nacido del Fuego y  del Agua, antes de que estos se convirtiesen en Elementos distintos, Él fue el “Hacedor”, el formador o modelador de todas las cosas. “Sin él nada hecho existía de lo que fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”, y finalmente puede llamarse lo que él siempre ha sido: el Alpha y la Omega de la Naturaleza Manifestada. 
“El gran Dragón de la Sabiduría ha nacido del Fuego y del Agua, y en el Fuego y el Agua todo será reabsorbido con él”.  

Aunque se dice de este Bodhisattva que “Asume cualquier forma a su antojo” desde el principio de un Manvántara hasta su terminación, aunque su aniversario particular o día conmemorativo se celebra según Kin-kwang-ming-King o “Sûtra Luminoso de la Luz Dorada”, durante el segundo mes en el día decimonono, y el de Maitreya Buddha durante el primer día del primer mes, no obstante, ambos son uno solo. En la Séptima Raza, él aparecerá como Maitreya Buddha, el último de los Avatâras y Buddhas. Esta creencia y expectación son universales en todo el Oriente. Sólo que durante el Kali Yuga, nuestra época actual de Obscuridad terriblemente materialista, la Edad Negra, no es cuando puede aparecer un nuevo Salvador de la Humanidad. Sólo en los escritos místicos de algunos seudoocultistas franceses, el Kali Yuga es “l’Age d’Or” (!).
            
Por esto, el ritual en el culto exotérico de esta Deidad fue fundado en la magia. Los Mantras se han sacado de todos los libros especiales, mantenidos secretos por los sacerdotes, y se dice que cada uno de ellos origina un efecto mágico; pues el que los recita o lee produce, con sólo cantarlos, causas secretas que se traducen en efectos inmediatos. Kwan-Shi-Yin es Avalokiteshvara, y ambos son formas del Séptimo principio universal; mientras que en su carácter metafísico más elevado, esta Deidad es la agregación sintética de todos los Espíritus Planetarios, los Dhyân Chohans. Él es el “Manifestado por Sí Mismo”; en una palabra, el “Hijo del Padre”. Coronado con siete dragones, aparece sobre su estatua la inscripción Pu-tsi-k’iun-ling, “el Salvador universal de todos los seres vivos”.


            
El nombre dado en el volumen arcaico de las Estancias es, desde luego, enteramente distinto; pero Kwan-Yin es un equivalente perfecto. Es un templo de P’u-to, la isla sagrada de los buddhistas en China, está representado Kwan-Shi-Yin flotando sobre un ave acuática negra (Kâlahamsa), y vertiendo sobre las cabezas de los mortales el elixir de vida, que al fluir se transforma en uno de los principales Dhyâni-Buddhas, el Regente de una estrella llamada la “Estrella de Salvación”. En su tercera transformación, Kwan-Yin es el Espíritu vivificador o Genio del Agua. Créese en China que el Dalai-Lama es una encarnación de Kwan-Shi-Yin, que en su tercera aparición terrestre fue un Bodhisattva; mientras que el Teshu-Lama es una encarnación de Amitâbha, Buddha o Gautama.
            
Podrá observarse de paso que, indudablemente, es necesario que un escritor tenga la imaginación enferma para descubrir en todas partes el culto fálico, como lo hacen McClatchey y Hargrave Jennings. El primero descubre “los antiguos dioses fálicos, representados bajo dos símbolos evidentes, el Kheen o Yang, que es el membrum virile, y el Kw-an o Yin, el pudendum muliebre”. Semejante versión resulta tanto más extraña cuanto que Kwan-Shi-Yin (Avalokiteshvara) y Kwan-Yin, además de ser ahora las Deidades protectoras de los ascetas buddhistas, los Yoguis del Tibet, son los Dioses de la castidad, y en su significado esotérico, ni aun siquiera son lo que se supone en la versión del Buddhism de Mr. Rhys Davids: “El nombre Avalokiteshvara... significa “el Señor que desde las alturas mira abajo”. Ni tampoco es Kwan-Shi-Yin el “Espíritu de los Buddhas presentes en la Iglesia”, sino que interpretado literalmente, significa “el Señor que es visto”; y en cierto sentido, “el Yo Divino percibido por el Yo” (el yo humano); esto es, el Âtman o Séptimo Principio, sumergido en lo Universal, percibido por Buddhi, u objeto de percepción de Buddhi, el Sexto Principio o Alma Divina en el hombre. En un sentido aún más elevado, Avalokiteshvara-Kwan-Shi-Yin, a que nos hemos referido como Séptimo Principio Universal, es el Logos percibido por el Buddhi o Alma Universal, como el agregado sintético de los Dhyâni-Buddhas; y no es el “Espíritu de Buddha presente en la Iglesia”, sino el Espíritu Universal Omnipresente manifestado en el templo del Kosmos o Naturaleza. Esta etimología orientalística de Kwan y de Yin corre pareja con la de Yoginîni, que, según nos dice Mr. Hargrave Jennings, es una palabra sánscrita, “pronunciada Jogi o Zogee (!) en los dialectos... equivalente a Sena, y exactamente igual a Duti o Dutica”, es decir, una prostituta sagrada del templo, a la que se rinde culto como Yoni o Shakti.  

“Los libros de moral (en la India) prescriben a una mujer fiel evitar la sociedad de las Yogini, o hembras que han sido adoradas como Shakti”. Después de esto, nada debe sorprendernos. Y, por esta razón, apenas sonreímos al ver otro descabellado absurdo acerca de “Budh”, interpretado como un nombre “que no sólo significa el sol como fuente de la generación, sino también el órgano masculino” Dice Max Müller al tratar de las “Falsas Analogías”, que el sinólogo más célebre de su época, Abel Rémusat... sostiene que las tres sílabas I, Hi, Wei (en el capítulo XIV del Tao-te-king) se referían a Je-ho-vah”; y además que el Padre Amyot “estaba seguro de que las tres personas de la Trinidad podían ser reconocidas” en la misma obra. Y si esto dice Abel Rémusat, ¿por qué no ha de decir otro tanto Hargrave Jennings? Cualquier sabio versado en el asunto reconocerá lo absurdo de ver en Budh (el “iluminado” y el “despierto”) un “símbolo fálico”.
            
Kwan-Shi-Yin es, pues, místicamente, el “Hijo idéntico a su Padre” o el Logos, el Verbo. En la Estancia III, es llamado el “Dragón de la Sabiduría”, porque los Logos de todos los sistemas religiosos antiguos están relacionados con las serpientes y simbolizados por ellas. En el antiguo Egipto, el Dios Nahbkun, “el que une los dobles”, era representado como una serpiente sobre piernas humanas, bien con brazos o sin ellos. Era la Luz Astral, reuniendo, por medio de su potencia dual fisiológica y espiritual, la Mónada Humano-Divina a su Mónada puramente Divina, el Prototipo en el “Cielo” o la Naturaleza. era el emblema de la resurrección en ésta; de Cristo para los ofitas; y de Jehovah en forma de la serpiente de bronce, que curaba a los que la miraban. También para los templarios, era la serpiente un emblema de Cristo, como se ve por el grado templario en la Masonería. El símbolo de Knuph (también Khum), o el Alma del Mundo, dice Champollion, “está representado entre otras formas bajo la de una enorme serpiente sobre piernas humanas; siendo este reptil el emblema del Buen Genio, y el verdadero Agathodaemon, es algunas veces barbudo”. Este animal sagrado es idéntico, pues, a las serpientes de los ofitas, y está representado en un gran número de piedras grabadas, llamadas joyas gnósticas o basilídeas. Aparece con varias cabezas humanas y animales, pero esas piedras siempre llevan inscripto el nombre de ... (Chnoubis). Este símbolo es idéntico a otro que, según Jámblico y Champollion, era llamado el “Primero de los Dioses Celestes”, el Dios Hermes, o Mercurio, para los griegos, a cuyo Dios atribuye Hermes Trimegisto la invención de la Magia y la primera iniciación de los hombres en la misma; y Mercurio es Budh, la Sabiduría, la Iluminación o “Nuevo Despertar” en la Ciencia divina.

            
Para terminar, Kwan-Shi-Yin y Kwan-Yin son los dos aspectos, masculino y femenino, del mismo principio en el Kosmos, en la Naturaleza y el Hombre, de la Sabiduría e Inteligencia Divinas. Son el Christos-Sophía de los gnósticos místicos, el Logos y su Shakti. En su afán de que la expresión de algunos misterios no fuese jamás comprendida enteramente por el profano, los antiguos, sabiendo que nada podía conservarse en la memoria humana sin algún símbolo externo, han elegido las imágenes, que con frecuencia nos parecen ridículas, de los Kwan-Yins, para recordar al hombre su origen y naturaleza interna. Sin embargo, las Vírgenes o Madonas con miriñaque, y los Cristos con guantes blancos de cabritilla, deben parecer al hombre imparcial mucho más absurdos que los Kwan-Shi-Yin y Kwan-Yin vestidos de dragones. Lo subjetivo difícilmente puede expresarse por lo objetivo. Por lo tanto, puesto que la fórmula simbólica intenta caracterizar aquello que está sobre el razonamiento científico, y con frecuencia trasciende con mucho a nuestros intelectos, es necesario ir más allá de este intelecto en una forma u otra, o de lo contrario se borrará de la memoria humana.

H.P.B  D.S  TII

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