Lo mismo que Avalokiteshvara,
Kwan-Shi-Yin ha pasado por varias transformaciones; pero es un error decir de
él que es una invención moderna de los buddhistas del Norte, pues ha sido
conocido bajo otro nombre, desde los tiempos más remotos. enseña la Doctrina
Secreta que: “Aquél que es el primero en
aparecer en la Renovación, será el último en venir antes de la Reabsorción”
(Pralaya). Así los Logos de todas las naciones, desde el Vishvakarman
Védico de los Misterios, hasta el Salvador de las naciones civilizadas
presentes, son el “Verbo” que existía en el “Principio”, o el nuevo despertar
de los Poderes vivificadores de la Naturaleza, con el ABSOLUTO ÚNICO.
Nacido
del Fuego y del Agua, antes de que estos
se convirtiesen en Elementos distintos, Él fue el “Hacedor”, el formador o
modelador de todas las cosas. “Sin él nada hecho existía de lo que fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”, y finalmente puede
llamarse lo que él siempre ha sido: el Alpha y la Omega de la Naturaleza
Manifestada.
“El gran Dragón de la Sabiduría ha nacido del Fuego y del Agua, y
en el Fuego y el Agua todo será reabsorbido con él”.
Aunque se dice de este
Bodhisattva que “Asume cualquier forma a su antojo” desde el principio de un
Manvántara hasta su terminación, aunque su aniversario particular o día
conmemorativo se celebra según Kin-kwang-ming-King
o “Sûtra Luminoso de la Luz Dorada”, durante el segundo mes en el día
decimonono, y el de Maitreya Buddha durante el primer día del primer mes, no
obstante, ambos son uno solo. En la Séptima Raza, él aparecerá como Maitreya
Buddha, el último de los Avatâras y Buddhas. Esta creencia y expectación son
universales en todo el Oriente. Sólo que durante el Kali Yuga, nuestra época
actual de Obscuridad terriblemente materialista, la Edad Negra, no es cuando
puede aparecer un nuevo Salvador de la Humanidad. Sólo en los escritos místicos de algunos seudoocultistas
franceses, el Kali Yuga es “l’Age d’Or” (!).
Por esto, el ritual en el culto
exotérico de esta Deidad fue fundado en la magia. Los Mantras se han sacado de
todos los libros especiales, mantenidos secretos por los sacerdotes, y se dice
que cada uno de ellos origina un efecto mágico; pues el que los recita o lee
produce, con sólo cantarlos, causas secretas que se traducen en efectos
inmediatos. Kwan-Shi-Yin es Avalokiteshvara, y ambos son formas del Séptimo
principio universal; mientras que en su carácter metafísico más elevado, esta
Deidad es la agregación sintética de todos los Espíritus Planetarios, los Dhyân
Chohans. Él es el “Manifestado por Sí Mismo”; en una palabra, el “Hijo del
Padre”. Coronado con siete dragones, aparece sobre su estatua la inscripción
Pu-tsi-k’iun-ling, “el Salvador universal de todos los seres vivos”.
El nombre dado en el volumen arcaico
de las Estancias es, desde luego, enteramente distinto; pero Kwan-Yin es un
equivalente perfecto. Es un templo de P’u-to, la isla sagrada de los buddhistas
en China, está representado Kwan-Shi-Yin flotando sobre un ave acuática negra
(Kâlahamsa), y vertiendo sobre las cabezas de los mortales el elixir de vida,
que al fluir se transforma en uno de los principales Dhyâni-Buddhas, el Regente
de una estrella llamada la “Estrella de Salvación”. En su tercera
transformación, Kwan-Yin es el Espíritu vivificador o Genio del Agua. Créese en
China que el Dalai-Lama es una encarnación de Kwan-Shi-Yin, que en su tercera
aparición terrestre fue un Bodhisattva; mientras que el Teshu-Lama es una
encarnación de Amitâbha, Buddha o Gautama.
Podrá observarse de paso que, indudablemente, es
necesario que un escritor tenga la imaginación enferma para descubrir en todas
partes el culto fálico, como lo hacen McClatchey y Hargrave Jennings. El
primero descubre “los antiguos dioses fálicos, representados bajo dos símbolos
evidentes, el Kheen o Yang, que es el membrum
virile, y el Kw-an o Yin, el pudendum
muliebre”. Semejante versión resulta tanto más extraña cuanto que
Kwan-Shi-Yin (Avalokiteshvara) y Kwan-Yin, además de ser ahora las Deidades
protectoras de los ascetas buddhistas, los Yoguis del Tibet, son los Dioses de
la castidad, y en su significado esotérico, ni aun siquiera son lo que se
supone en la versión del Buddhism de
Mr. Rhys Davids: “El nombre Avalokiteshvara... significa “el Señor que desde
las alturas mira abajo”. Ni tampoco es Kwan-Shi-Yin el “Espíritu de los
Buddhas presentes en la Iglesia”, sino que interpretado literalmente, significa
“el Señor que es visto”; y en cierto sentido, “el Yo Divino percibido por el
Yo” (el yo humano); esto es, el Âtman o Séptimo Principio, sumergido en lo Universal,
percibido por Buddhi, u objeto de percepción de Buddhi, el Sexto Principio o
Alma Divina en el hombre. En un sentido aún más elevado,
Avalokiteshvara-Kwan-Shi-Yin, a que nos hemos referido como Séptimo Principio
Universal, es el Logos percibido por el Buddhi o Alma Universal, como el
agregado sintético de los Dhyâni-Buddhas; y no es el “Espíritu de Buddha
presente en la Iglesia”, sino el Espíritu Universal Omnipresente manifestado en
el templo del Kosmos o Naturaleza. Esta etimología orientalística de Kwan y de
Yin corre pareja con la de Yoginîni, que, según nos dice Mr. Hargrave Jennings,
es una palabra sánscrita, “pronunciada Jogi o Zogee (!) en los dialectos...
equivalente a Sena, y exactamente igual a Duti o Dutica”, es decir, una
prostituta sagrada del templo, a la que se rinde culto como Yoni o Shakti.
“Los libros de moral (en la India) prescriben a una mujer fiel evitar la
sociedad de las Yogini, o hembras que han sido adoradas como Shakti”.
Después de esto, nada debe sorprendernos. Y, por esta razón, apenas sonreímos
al ver otro descabellado absurdo acerca de “Budh”, interpretado como un nombre
“que no sólo significa el sol como fuente de la generación, sino también el
órgano masculino” Dice Max Müller al tratar de las “Falsas Analogías”, que
el sinólogo más célebre de su época, Abel Rémusat... sostiene que las tres
sílabas I, Hi, Wei (en el capítulo XIV del Tao-te-king)
se referían a Je-ho-vah”; y además que el Padre Amyot “estaba seguro de que
las tres personas de la Trinidad podían ser reconocidas” en la misma obra. Y si
esto dice Abel Rémusat, ¿por qué no ha de decir otro tanto Hargrave Jennings?
Cualquier sabio versado en el asunto reconocerá lo absurdo de ver en Budh (el
“iluminado” y el “despierto”) un “símbolo fálico”.
Kwan-Shi-Yin es, pues, místicamente,
el “Hijo idéntico a su Padre” o el Logos, el Verbo. En la Estancia III, es
llamado el “Dragón de la Sabiduría”, porque los Logos de todos los sistemas
religiosos antiguos están relacionados con las serpientes y simbolizados por
ellas. En el antiguo Egipto, el Dios Nahbkun, “el que une los dobles”, era
representado como una serpiente sobre piernas humanas, bien con brazos o sin
ellos. Era la Luz Astral, reuniendo, por medio de su potencia dual fisiológica
y espiritual, la Mónada Humano-Divina a su Mónada puramente Divina, el
Prototipo en el “Cielo” o la Naturaleza. era el emblema de la resurrección en
ésta; de Cristo para los ofitas; y de Jehovah en forma de la serpiente de
bronce, que curaba a los que la miraban. También para los templarios, era la
serpiente un emblema de Cristo, como se ve por el grado templario en la
Masonería. El símbolo de Knuph (también Khum), o el Alma del Mundo, dice
Champollion, “está representado entre otras formas bajo la de una enorme
serpiente sobre piernas humanas; siendo este reptil el emblema del Buen Genio,
y el verdadero Agathodaemon, es algunas veces barbudo”. Este animal sagrado
es idéntico, pues, a las serpientes de los ofitas, y está representado en un
gran número de piedras grabadas, llamadas joyas gnósticas o basilídeas. Aparece
con varias cabezas humanas y animales, pero esas piedras siempre llevan
inscripto el nombre de ... (Chnoubis). Este símbolo es idéntico a otro que,
según Jámblico y Champollion, era llamado el “Primero de los Dioses Celestes”,
el Dios Hermes, o Mercurio, para los griegos, a cuyo Dios atribuye Hermes
Trimegisto la invención de la Magia y la primera iniciación de los hombres en
la misma; y Mercurio es Budh, la Sabiduría, la Iluminación o “Nuevo Despertar”
en la Ciencia divina.
Para terminar, Kwan-Shi-Yin y
Kwan-Yin son los dos aspectos, masculino y femenino, del mismo principio en el
Kosmos, en la Naturaleza y el Hombre, de la Sabiduría e Inteligencia Divinas.
Son el Christos-Sophía de los gnósticos místicos, el Logos y su Shakti. En su
afán de que la expresión de algunos misterios no fuese jamás comprendida
enteramente por el profano, los antiguos, sabiendo que nada podía conservarse
en la memoria humana sin algún símbolo externo, han elegido las imágenes, que con
frecuencia nos parecen ridículas, de los Kwan-Yins, para recordar al hombre su
origen y naturaleza interna. Sin embargo, las Vírgenes o Madonas con miriñaque,
y los Cristos con guantes blancos de cabritilla, deben parecer al hombre
imparcial mucho más absurdos que los Kwan-Shi-Yin y Kwan-Yin vestidos de
dragones. Lo subjetivo difícilmente puede expresarse por lo objetivo. Por lo
tanto, puesto que la fórmula simbólica intenta caracterizar aquello que está
sobre el razonamiento científico, y con frecuencia trasciende con mucho a
nuestros intelectos, es necesario ir más allá de este intelecto en una forma u
otra, o de lo contrario se borrará de la memoria humana.
H.P.B D.S TII
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