En una de las filosofías y sistemas religiosos más antiguos de los
tiempos prehistóricos, leemos que al final de un Mahâ-Pralaya (disolución
general), la gran Alma, Param-Atmâ, lo Auto-Existente, eso que es
"comprensible sólo mediante lo suprasensual," llega a manifestarse
a sí mismo.
Los hindúes llaman a esta
"Existencia" con diferentes nombres, uno de los cuales es
Svâyambhuva, el "Hijo del Auto-Existente." Así, el Uno se convierte
en Dos, que a su vez, desenvuelve un tercer principio con la potencialidad de
llegar a ser Materia, a la que el ortodoxo llama Virâj o Universo. Después,
esta Trinidad incomprensible se antropomorfizó en la Trimûrti, a la cual se le
conoce como Brahmâ, Vishnu y Shiva, los símbolos de los poderes creativos,
conservativos y destructivos en la Naturaleza y, simultáneamente, de las
fuerzas transformadoras y regeneradoras o mejor dicho, de los tres aspectos de
la Fuerza Universal única.
Es la Tridanda, la Unidad triplemente manifestada,
la cual dio origen al ortodoxo AUM, que para ellos es simplemente la Trimûrti
abreviada. Es sólo bajo este aspecto triple que las masas profanas pueden
comprender el gran misterio. Cuando el Dios tríplice se
convierte en Shârirâ o asume una forma visible, tipifica todos los principios
de la Materia, todos los gérmenes de la vida, es el Dios con los tres rostros o
poder triple, la esencia de la Triada védica. "Que los Brâhmanes conozcan
la Sagrada Sílaba [Aum], las tres palabras de Sâvitrî y que lean los Vedas diariamente."
Después de haber producido el universo, Aquel cuyo poder es
incomprensible, desaparece de nuevo, absorbido en el Alma Suprema. [...]
Habiéndose retirado a la oscuridad primitiva, la Gran Alma permanece dentro del
ignoto y es privada de toda forma [...]
Cuando, habiendo reunido nuevamente los principios elementarios
sutiles, se inserta en una semilla vegetal o animal, asume, en cada una, una
nueva forma.
Por lo tanto, mediante un despertamiento
y un reposo alternativos, el Ser Inmutable hace revivir y morir, eternamente, a
todas las criaturas existentes, activas e inertes.
Aquel que ha estudiado las especulaciones de Pitágoras sobre la
Mónada, la cual, después de haber emanado la Díada, se retira en el silencio y
la oscuridad, creando, entonces, la Triada, puede comprender de donde procedió
la Filosofía del gran sabio samiano y después de él, aquella de Sócrates y
Platón. La Década mística (1 + 2 + 3 + 4 = 10), es una forma de expresar tal
idea.
El Uno es Dios; el Dos la Materia, el Tres es el
Mundo fenoménico que combina la Mónada y la Díada y participa de la naturaleza
de ambos; la Tétrade o la forma de perfección, expresa el vacío del todo y la
Década o la suma de todo, abarca al Kosmos entero.
Veamos como las ideas brâhmánicas se armonizan con las filosofías
paganas pre-cristianas y con el mismo cristianismo. Conviene empezar con la
filosofía platónica, el compendio más elaborado de los sistemas recónditos de
la antigua India.
Aunque hayan pasado 22 siglos y medio de la muerte de Platón, las
grandes mentes del globo todavía se dedican a sus escritos. Fue el intérprete
del mundo en el sentido más completo del término. El más grande Filósofo de la
era precristiana reflejaba, en sus escritos, el espiritualismo de los Filósofos
védicos, quienes lo antecedieron en millares de años con sus expresiones
metafísicas. Se discernirá que Vyâsa, Jaimini, Kapila, Patanjali y muchos más
transmitieron, mediante Pitágoras, su sello indeleble a Platón y a su escuela,
a través de los siglos que se intercalan entre ellos. Por ende, se deduce que
tanto a Platón como a los antiguos Sabios hindúes, se les reveló la misma
sabiduría. Así, esta sabiduría, sobreviviendo a la erosión del tiempo, ¿qué
otra cosa puede ser, si no divina y eterna?
Platón enseñó que la justicia subsistía en el alma y era el bien más
grande de su poseedor. "Los hombres, proporcionalmente a su intelecto, han
admitido sus afirmaciones trascendentales." Sin embargo, sus comentarios,
casi por unanimidad, rehuyen cada pasaje que implica que la Metafísica
platónica estriba en una base sólida y no en concepciones ideales.
Sin embargo, Platón no pudo aceptar una Filosofía destituída de
aspiraciones espirituales; para él, las dos eran una sola. Según el antiguo
Sabio griego, existía un único objeto a realizar: el Conocimiento Real.
Consideraba que los FilósofosGENUINOS o
los estudiantes de la verdad, eran aquellos que poseían el conocimiento de lo
que existe realmente, contrapuesto a los meros objetos de percepción, de lo que
existe perennemente contrapuesto a lo transitorio y de lo que existe
permanentemente, contrapuesto a lo que aparece y desaparece siguiendo un curso
alternativo de desarrollo y destrucción.
Más allá de todas las existencias
finitas y causas secundarias, de todas las leyes, las ideas y los principios,
se halla una Inteligencia o Mente (Nous, el Espíritu), el primer
principio de todos los principios, la Idea Suprema en la cual estriban todas
las demás, la substancia última de la cual todas las cosas derivan su ser y
esencia, la Causa primera y eficiente de todo orden, armonía, belleza, excelencia
y bondad que hienche el universo, a la cual se le llama, por motivos de
preeminencia y excelencia, el Dios Supremo, el Dios (ο θεος), "el Dios
sobre todo" (ο επι πασι θεος).
Para un Teósofo no es difícil reconocer en este "Dios": (a)
la Mente Universal en su aspecto cósmico y (b) el Ego Superior en el ser humano
en su aspecto microcósmico. Desde luego, como Platón dice,
El no es la verdad ni la inteligencia: "sino el Padre de ella," o
sea, el "Padre" del Manas Inferior, nuestra "mente-cerebro"
personal, cuya manifestación depende de los órganos de los sentidos. Aunque
nuestros sentidos físicos no puedan percibir dicha esencia eterna de las cosas,
ésta es asible para la mente de aquellos que no son, voluntariamente, obtusos.
Constatamos
que Platón declara, en manera cristalina, que todo lo visible se creó y se
desenvolvió de la Voluntad invisible y eterna, siguiendo su patrón. El dice que nuestro Cielo se produjo en armonía con la ordenación
eterna del "Mundo Ideal," contenida, como todo el resto, en el
dodecaedro, el modelo geométrico usado por la Deidad.
Para
Platón, el Ser Primordial es una emanación de la Mente del Demiurgo (Nous), la
cual contiene en sí, desde la eternidad, la "Idea" del "mundo a
crearse" y esta Idea la produce de sí mismo. Las
leyes de la Naturaleza son las relaciones establecidas de esta Idea con las
formas de sus manifestaciones. Dos mil años después, encontramos que el gran
filósofo alemán Schopenhauer toma prestada tal concepción cuando dice:
Estas formas son el tiempo, el espacio y la causalidad. A través del
tiempo y del espacio, la idea varía en sus manifestaciones incomensurables.
Por lo tanto, si la Teología ha, a menudo, desfigurado a la Teosofía;
la Psicología y las Ciencias Modernas han desfigurado a la Filosofía Antigua.
Ambas entresacaron de la Sabiduría Antigua sin reconocerle nada; sino
denigrándola y menospreciándola cada vez que pudieron. Sin embargo, los métodos
de la Ciencia Moderna, a pesar de lo exacto que sean, careciendo de una
comprensión de los grandes principios filosóficos y teosóficos, deben
desembocar en la nada, no pudiendo demostrar el origen ni la esencia última de
las cosas en ninguna rama. En lugar de reconducir el efecto a su fuente
primordial, la Ciencia Moderna procede al revés. Según sus enseñanzas, los
tipos superiores se desarrollaron de otros anteriores e inferiores. Comienza
desde el fondo del ciclo que un hilo de Materia conduce, paso a paso, en el
gran dédalo de la Naturaleza. Tan pronto como éste se quiebra, el asomo se
pierde y la ciencia retrocede despavorida de lo Incomprensible, confesándose
impotente.
Sin embargo, Platón y sus discípulos no se comportaban así. Para
ellos y para nosotros, los tipos inferiores eran simplemente las
imágenes concretas de los tipos abstractos superiores. El Espíritu,
que es inmortal, tiene un comienzo aritmético, mientras el cuerpo lo tiene
geométrico. Este comienzo, el reflejo del Archæus universal, es semoviente y
del centro se difunde sobre el cuerpo entero del microcosmo.
¿Es la triste percepción de esta verdad, cuyo reconocimiento y
adopción por parte de cualquier cientfífico implicaría el suicidio, que induce
a muchos de ellos, incluyendo a eruditos famosos, a confesar cuán impotente es
la ciencia física aún sobre el mundo de la Materia?
Casi un siglo separa a Platón de
Pitágoras, por
lo tanto, no pudieron haberse conocido. Sin embargo, ambos eran Iniciados y no
es sorprendente encontrar que enseñaron la misma doctrina concerniente al Alma
Universal.
Pitágoras enseñó a sus discículos que Dios es la Mente Universal
difundida en todas las cosas, la cual, por la única virtud de su identidad
universal, podía comunicarse de un objeto a otro y el sólo poder de la voluntad
humana podía inducirla a crear todas las cosas. También entre los griegos
antiguos, Kurios era el Dios-Mente (nous). "Ahora bien, Koros (Kurios)
significa la naturaleza pura y pristina del intelecto, la sabiduría," dice
Platón en el Cratilo. Por lo tanto, notamos que todos los
grandes filósofos, desde Pitágoras, Timeo de Locris, Platón, hasta los
Neo-Platónicos, derivaron el Alma-Mente humana del Alma-Mente Universal.
Platón, con respecto a los mitos y a los símbolos, la desesperación
del orientalismo moderno, declara, en el Gorgias y en el Fedro, que
eran los vehículos de las grandes verdades y que valía la pena buscar. Sin
embargo, los comentadores han establecido una relación tan superficial con el
gran Filósofo, que se ven obligados a reconocer que ignoran donde "termina
la doctrina y empieza el mito." Platón ahuyentó las supersticiones
populares concernientes a la magia y a los demonios, desarrollando las
exageradas nociones de aquel tiempo en teorías racionales y concepciones metafísicas.
Quizá no pasen el método de razonamiento inductivo establecido por Aristóteles,
sin embargo son satisfactorias al máximo para aquellos que comprenden la
existencia de la facultad superior de penetración interna o intuición, en
cuanto proporcionan un criterio para apurar la verdad. Desde luego, en todo
sistema religioso, existen pocos mitos sin una base histórica y científica.
Según Pococke:
Ahora se ha probado que los Mitos son
fábulas proporcionalmente a nuestra mala interpretación de ellos y son verdades
proporcionalmente a la manera en que en un tiempo se comprendían. Nuestra
ignorancia es la que ha hecho de la historia un mito y nuestra ignorancia es
una herencia Helénica, en substancia, el resultado de la vanidad Helénica.
Platón, basando todas sus doctrinas en la presencia de la Mente
Suprema, enseñó que el Nous, Espíritu o Alma Racional humana, siendo
"generada por el Padre Divino," poseía una naturaleza similar o hasta
homogénea, a la Divinidad y era capaz de observar las realidades eternas. Tal
facultad de contemplar la realidad de manera directa e inmediata, pertenece
sólo a Dios; la aspiración hacia este conocimiento constituye el verdadero
sentido de la palabra Filosofía: el amor por lo bueno, que, predominando sobre
todo deseo del alma, purificándola y asimilándola a lo divino de manera que
gobierne cada acción del individuo, eleva al ser humano a participar y a
comulgar con la Divinidad, restableciéndolo a imagen de Dios. En el Theaetetus Platón
dice:
El vuelo consiste en convertirse en Dios y tal asimilación es el
llegar a ser justo y santo con sabiduría.
Siempre se afirma que la base para esta asimilación es la
pre-existencia del Espíritu o Nous. En la alegoría en Fedro de
la carroza con los caballos alados, él representa la naturaleza psíquica
compuesta o doble: thumos o la parte sensual, formada por las
sbstancias del mundo de los fenómenos y thumoeides (θυμοειδες),
cuya esencia se conecta con el mundo eterno. La vida terrenal presente es una
caída y un castigo.
El Alma habita en "la tumba que llamamos cuerpo."
En su estado incorporado y antes de la disciplina de la educación, el elemento
noético o espiritual está "dormido." Así, la vida es más bien un
sueño que una realidad. Nosotros, análogamente a los prisoneros en la cueva
subterránea descrita en La República, damos nuestra espalda a
la luz, por lo tanto percibimos sólo las sombras de los objetos que pensamos
que son la realidad actual. ¿No es ésta la idea de Maya o la ilusión de los
sentidos en la vida física, un aspecto muy enfatizado en la Filosofía Hindú?
Sin embargo, si no nos hemos embebido totalmente con nuestra naturaleza
sensual, estas sombras despiertan en nosotros el recuerdo de aquel mundo
superior que en un tiempo habitábamos.
El espíritu interior tiene algún recuerdo vago y nebuloso de su estado
pre-natal de beatitud y añora, de manera instintiva y profética, retornar ahí.
Toca a la disciplina de la Filosofía desvincular al Alma de su
cautiverio en los sentidos, elevándola al empíreo del pensamiento puro, la
visión de la verdad eterna, la bondad y la belleza, uniéndola, entonces, con el
Espíritu.
El alma no puede entrar a la forma humana si jamás ha visto la verdad.
Esta es la remembranza de esas cosas que nuestra alma miró previamente mientras
se movía con la Deidad, desdeñando las cosas que ahora decimos que son y
oteando eso que realmente es. Por lo tanto, sólo el nous, o el espíritu del
Filósofo [o del estudiante de la verdad superior], está provisto de alas, porque
él mantiene estas cosas en su mente como mejor puede y cuya contemplación hace
divina la misma Deidad. Un ser humano, al usar correctamente estas cosas que
recordamos de una vida previa y perfeccionándose, constantemente, en los
misterios perfectos, se convierte en un ser verdaderamente perfecto, un
iniciado en la sabiduría divina.
Porfirio, de la escuela
Neo-Platónica, nos asegura que la Filosofía de Platón se enseñaba y
representaba en los Misterios.
Muchas personas han puesto en entredicho y negado esto y Lobeck, en su Aglaophomus, se ha extralimitado representando las fiestas sagradas como una exhibición vacía para cautivar la imaginación. ¡Imaginad, por veinte siglos y más, Atenas y la Grecia acudían, cada quinto año, a Eleusis para presenciar una solemne farsa religiosa! Augustino, el Obispo de Hippo, ha desacreditado estas aserciones. El declara que las doctrinas de los Platónicos alejandrinos eran las doctrinas Esotéricas originales de los primeros seguidores de Platón reencarnado. Explica también los motivos del gran Filósofo para velar el sentido interno de lo que enseñaba.
Muchas personas han puesto en entredicho y negado esto y Lobeck, en su Aglaophomus, se ha extralimitado representando las fiestas sagradas como una exhibición vacía para cautivar la imaginación. ¡Imaginad, por veinte siglos y más, Atenas y la Grecia acudían, cada quinto año, a Eleusis para presenciar una solemne farsa religiosa! Augustino, el Obispo de Hippo, ha desacreditado estas aserciones. El declara que las doctrinas de los Platónicos alejandrinos eran las doctrinas Esotéricas originales de los primeros seguidores de Platón reencarnado. Explica también los motivos del gran Filósofo para velar el sentido interno de lo que enseñaba.
Entonces, es comprensible el por qué las escenas más sublimes en los
Misterios eran siempre nocturnas. La vida del Espíritu interno es la muerte de
la naturaleza externa y la noche del mundo físico implica el día de la
naturaleza espiritual. Por lo tanto, se adora a Dionisio, el sol nocturno, más
que a Helios, la estrella diurna. Los Misterios simbolizaban la condición
pre-existente del Espíritu y del Alma y el lapso de esta última en la vida
terrenal y en el Hades, las miserias de esa vida, la purificación del Alma y su
restablecimiento a la beatitud divina o reunión con el Espíritu. Theón de
Smyrna compara, hábilmente, la disciplina filosófica con los ritos místicos y
sus concepciones son resumibles, en los escritos de Taylor, así:
A la Filosofía se le puede llamar la iniciación en los verdaderos
arcanos y la instrucción en los MisteriosGENUINOS.
Esta Iniciación es quíntuple: I. la purificación previa, II. la admisión a la
participación en los ritos arcanos, III. la revelación epóptica, IV. la
investidura o el entronamiento, V. la quinta, que es el producto de todas
éstas, consiste en la amistad y la comulgación interior con Dios y el gozo de
esa felicidad que surge del coloquio íntimo con los seres divinos. [...] Platón
llama epopteia a la perfecta contemplación de las cosas
comprendidas intuitivamente, verdades e ideas absolutas. Además,
considera la inclinación de la cabeza y el coronamiento, análogos a la
autoridad que cada uno recibe de sus instructores: conducir a los otros en la
misma contemplación. La quinta gradación es la más perfecta felicidad que surge
de allí y, según Platón es, para los seres humanos, una asimilación, lo más
posible, con la divinidad.
Este es el Platonismo. Ralph Waldo Emerson dice que "Platón es la
fuente de la cual proceden todas las cosas que los hombres de pensamiento aún
escriben y debaten." Platón absorbió el saber griego de su tiempo, desde
Filolao hasta Sócrates, aquel de Pitágoras en Italia y lo que pudo entresacar
de Egipto y del oriente. El era tan extenso que toda la Filosofía europea y
asiática es ubicable en sus doctrinas y a la cultura y a la contemplación
añadió la naturaleza y las cualidades del poeta.
Por lo general, los seguidores de Platón se adhirieron rigurosamente a
sus teorías psicológicas. Sin embargo, algunos, como Xenócrates, incursionaron
en especulaciones más atrevidas. Speusippo, sobrino y sucesor del gran
Filósofo, fue el autor de Análisis Numérico, un tratado sobre
los Números pitagóricos. Algunas de sus especulaciones no son localizables en
los Diálogos escritos. Sin embargo, como se encontraba en la
audiencia durante las conferencias no recopiladas de Platón, el juicio de
Enfield, según el cual no discrepaba con su Maestro es, sinREPARO,
correcto. Aunque no se mencione su nombre era, evidenemente, el antagonista que
Aristóteles criticaba cuando profesaba mencionar la argumentación de Platón
contra la doctrina de Pitágoras que todas las cosas eran, en sí, números o
mejor dicho, eran inseparables de la idea de números.
El se dedicó
especialmente a mostrar que la doctrina platónica de las ideas difería, en
esencia, de la pitagórica, en cuanto presuponía que los números y la magnitud
existían separados de las cosas. También pregonó que, según la enseñanza
platónica, no podía existir ningún conocimiento real si bien
el objeto de este conocimiento no transcendía lo sensible.
Sin embargo, Aristóteles no era un testigo fehaciente. Malrepresentó a
Platón y casi caricaturizó las doctrinas de Pitágoras. Existe un canon
interpretativo que debería guiarnos en nuestro examen de toda opinión
filosófica: "La mente humana, bajo la operación necesaria de sus leyes, se
ha visto obligada a tener las mismas ideas fundamentales y el corazón humano
para apreciar los mismos sentimientos en todas las edades." Es cierto que
Pitágoras despertó la simpatía intelectual más profunda de su época y sus doctrinas
ejercieron una poderosa influencia en la mente de Platón.
Su idea cardinal
consistía en la existencia de un principio permanente de unidad tras de las
formas, los cambios y otros fenómenos del universo. Aristóteles afirmó que
Pitágoras enseñó que: "los números son los primeros principios de todas
las entidades." Según la opinión completamente correcta de Ritter, la
fórmula pitagórica debería considerarse de manera simbólica. Aristóteles sigue
asociando estos números con las "formas" y las
"ideas" de Platón, llegando al punto de declarar que este último
dijo: "las formas son números" y "las ideas son existencias
substanciales, seres reales." Sin embargo, esta no era la enseñanza de
Platón. El declaró que la causa final era la Bondad Suprema: το αγαθον.
"Para la razón humana, las ideas
son objetos de concepción pura y son atributos de la Razón Divina." Ni
jamás dijo que "las formas son números." Lo que divulgó puede
encontrarse en el Timeo: "Dios [el Nous Universal o Mente],
forjó las cosas mientras surgieron, en armonía con las formas y los
números."
H.P. B.avatsky
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