La ciencia moderna reconoce que todas las leyes superiores de la
naturaleza asumen la forma de declaración cuantitativa. ¿Qué es esto, si no una
elaboración más completa o una afirmación más explícita de la doctrina
pitagórica? A los números se les consideraba como las mejores representaciones
de las leyes de la armonía que embebía el Kosmos. En realidad, en química, los
números definen, arbitrariamente, la doctrina de los átomos y las leyes de
combinación. Según lo expresa W. Archer Butler:
Por lo tanto, el mundo es, a través de todos sus departamentos, una
aritmética viviente en su desarrollo y una geometría realizada en su reposo.
La clave para los dogmas pitagóricos es la fórmula general de
la unidad en la multiplicidad, el Uno que se desenvuelve y penetra los muchos.
En definitiva, esta es la antigua doctrina de la emanación. Aún el
apóstol Pablo la aceptó como verdadera cuando dijo: "Desde él, a través de
él y para él, todas las cosas son." Sin embargo, un Iniciado, un
"Maestro Constructor," difícilmente hubiera usado el pronombre
"él" refiriéndose a la Mente Universal.
A los más grandes Filósofos antiguos se les acusa de poseer un
conocimiento superficial y poco profundo en lo que concierne a esos detalles en
la ciencia exacta acerca de los cuales los modernos tanto se ufanan y Platón no
puede sustraerse del destino común. Sin embargo, una vez más, sus críticos
modernos deberían tener presente que el Juramento Sodaliano del Iniciado en los
Misterios le impedía divulgar su conocimiento al mundo de manera explícita. Con
respecto a esto, Champollion escribe:
Era el sueño de su vida (de Platón), escribir una obra grabando en
ella, de manera integral, las doctrinas que los hierofantes egipcios enseñaron.
A menudo hablaba de esto, sin embargo se vio obligado a abstenerse de la
empresa debido a su solemne juramento.
Los varios comentadores de Platón declaran que ignoraba completamente
la anatomía y las funciones del cuerpo humano; desconocía el uso de los nervios
para transmitir las sensaciones y no tenía nada mejor que ofrecer que vanas
especulaciones relativas a las cuestiones fisiológicas. Según ellos dicen, generalizó,
simplemente, las divisiones del cuerpo humano, sin impartir nada que nos
recuerde los hechos anatómicos.
Sus concepciones acerca de la estructura
humana, el ser Microcósmico, que en su mente era la imagen en miniatura del
Macrocosmo, son extremadamente trascendentales para que nuestros escépticos
exactos y materialistas les prodiguen alguna atención. Según
algunos de sus traductores, la idea de que dicha estructura humana esté formada
por triángulos, análogamente al universo, es absurdamente ridícula. Sólo el
profesor Jowett, en su introducción al Timeo, observa
honestamente que el filósofo físico moderno: "casi no concede a sus
nociones el mérito de ser 'los huesos del difunto' de los cuales se ha elevado
a un conocimiento superior," olvidándose,
entonces, cuánto la Metafísica de antaño ha ayudado a las ciencias
"físicas" actuales. Si en lugar de protestar por la insuficiencia y,
a veces, la ausencia de términos y definiciones rigurosamente científicas en
las obras de Platón, las analizáramos meticulosamente, nos daríamos cuenta que
tan sólo el Timeo contiene, en su espacio limitado, los
gérmenes de todo nuevo descubrimiento.
Ahí se mencionan claramente la
circulación sanguínea y la ley de gravitación, si bien, puede ser que, con
respecto a la sangre, no se presentan definiciones tan claras para hacer frente
a los ataques repetidos de la ciencia moderna. Desde luego, para Jowett, Platón
desconocía el descubrimiento específico según el cual la sangre sale fluyendo
de un lado del corazón a través de las arterias, retornando al otro mediante
las venas. Sin embargo, el filósofo griego estaba perfectamente consciente de
que "la sangre es un flúido en constante movimiento."
El método de Platón, como aquel de la Geometría, consistía en
descender de lo universal a lo particular.
La ciencia moderna busca, en vano,
una Causa Primera entre las permutaciones de las moléculas, mas Platón la buscó
y la encontró entre la majestuosa moción de los mundos. Para él era suficiente
conocer el gran esquema de la creación y poder reconducir los movimientos más
poderosos del Universo, a través de sus cambios, a su casa última. Los detalles
anodinos, cuya observación y clasificación han puesto a prueba y demostrado la
paciencia de los científicos modernos, suscitaban poca atanción entre los
Filósofos antiguos.
Por lo tanto, mientras un joven de la escuela primaria
inglesa puede expresarse, acerca de las minucias de la ciencia física, de
manera más erudita que Platón, el profesor más letrado en la Academia más
ínclita no podrá competir con el discípulo más obtuso de Platón en lo que
concierne a las grandes leyes cósmicas y a sus mutuas relaciones; ya que él
demostraba tener una familiaridad y un control sobre las Fuerzas Ocultas que
yacen tras de ellas.
Este hecho, tan poco apreciado y jamás ponderado por los traductores
de Platón, explica los panegíricos que nosotros, los modernos, nos hacemos a
expensas de aquel Filósofo y sus compañeros. A fin de gratificar nuestro amor
propio, sus presuntos errores en anatomía y fisiología se magnifican de manera
tan exponencial que, adquiriendo la idea según la cual nuestra erudición es
superior, perdemos de vista el esplendor intelectual que esmaltaba a las edades
pasadas. Es como si uno amplificara las manchas solares hasta llegar a creer
que la refulgente estrella ha sido totalmente eclipsada.
La acusación general de que los antiguos Filósofos solamente
generalizaban sin sistematizar prácticamente nada, no prueba su
"ignorancia" y, además, es falsa. Como al principio del tiempo, toda
ciencia fue revelada por un Instructor divino, se convirtió,
entonces, en sagrada, pudiéndola impartir sólo durante los Misterios de la
Iniciación. Por lo tanto, ningún Filósofo iniciado, como Platón, tenía el
derecho a revelarla. Una vez postulada esta realidad se explica la presunta
"ignorancia" de los Sabios antiguos y de algunos autores clásicos
iniciados. De todos modos, hasta una correcta generalización es más útil que
algún sistema de ciencia exacta cuya entereza y cabalidad depende de un número
de "hipótesis" y conjeturas. La relativa intrascendencia práctica de
la mayoría de la búsqueda científica moderna, resulta patente en el hecho de
que, mientras nuestros científicos tienen un nombre para la partícula mineral,
la planta, el animal y el ser humano más insignificantes, los más sabios entre
ellos no pueden decirnos nada de definido sobre la Fuerza Vital que produce los
cambios en estos diversos reinos. A fin de avalar lo antes dicho, no es necesario
buscar más allá de las obras de nuestras autoridades científicas.
Se requiere mucha osadía moral en un hombre que ocupa una posición
profesional eminente, para rendir justicia al saber de los Antiguos delante de
un sentimiento popular que se contenta, con nada menos, que su denigración.
Cuando incurrimos en un caso de este género, nos alegramos de dar al erudito
intrépido y honesto lo que se merece. Uno de estos es el profesor Jowett,
Director de la Universidad de Baliol y Regio Profesor de griego en la
Universidad de Oxford. El, en su traducción de las obras platónicas, habla de
la "filosofía física de los antiguos en su integridad," dándoles el
siguiente crédito:
- "La
teoría de las nebulosas era la creencia recibida de los primeros
físicos." Por lo tanto, no podía estribar, según afirma Draper, en el descubrimiento telescópico de Herschel.
Sin embargo, en ambos casos, las declaraciones son velos. Anaxímenes era el discípulo de Anaximandro, quien era, a su vez, el amigo y estudiante de Thales de Mileto, el jefe de los "Siete Sabios" y entonces, un Iniciado como lo eran estos dos Maestros, así, lo que Anaxímenes quería decir con la palabra "animales" era algo distinto de los animales de la teoría moderna de Darwin. En realidad, los seres humanos con la cabeza aguileña y los animales de varias especies con cabezas humanas, pueden indicar dos cosas: el linaje de la humanidad desde los animales o la procedencia de los animales del hombre, como enseña la Doctrina Esotérica. De todos modos, se ha demostrado que aún la teoría más importante entre las actuales, no es toda original de Darwin.
- Jowett
continúa mostrando: "que también Filolao y los primeros pitagóricos
consideraban que la tierra era un cuerpo como las demás estrellas que
circunvalaban en el espacio." Así, Galileo, estudiando algunos
fragmentos pitagóricos cuya existencia Reuchlin avala aun en los días del
matemático florentino20 y estando familiarizado con las
doctrinas de los antiguos Filósofos, reafirmó simplemente, una enseñanza
astronómica prevaleciente en la India durante la antigüedad más remota.
- Los Antiguos
"enseñaban que tanto las plantas como los animales tenían un
sexo." Por lo tanto, nuestros naturalistas modernos deben sólo seguir
los pasos de sus predecesores.
- "Las notas musicales
dependían de la longitud o tensión relativa de las cuerdas de la cual se
emitían y se median mediante la proporción numeríca."
- "Las leyes
matemáticas penetran al mundo y se presumía que hasta las diferencias
cualitativas tenían su origen en el número."
- "Ellos negaban la
aniquilación de la materia y sostenían que había simplemente una transformación."
"Aun suponiendo que uno de estos descubrimientos fuera una conjetura
afortunada," añade el profesor Jowett, "no podemos atribuirles a
estos filósofos todo como simples coincidencias." Exactamente, ya
que, según lo que este profesor dice en algún otro lugar, nos da todo el
derecho a creer que Platón indica (como en realidad lo hace) en el Timeo, su
conocimiento de la indestructibilidad de la Materia, de la conservación de
la energía y de la correlación de las fuerzas. Jowett dice:
En substancia, la Filosofía platónica consistía en el orden, el
sistema y la proporción. Incluía la evolución de los mundos y de las especies,
la correlación y la conservación de la energía, la transmutación de la forma
material, la indestructibilidad de la Materia y el Espíritu. La posición de los
platónicos tocante a este último aspecto adelantaba por mucho a la Ciencia
Moderna, estableciendo el arco de su sistema filosófico sobre una piedra
angular a la vez perfecta e inamovible.
Finalmente, pocos negarán la enorme influencia que las concepciones de
Platón han ejercido en la formación y la aceptación de los dogmas cristianos.
Sin embargo, las ideas de Platón eran aquellas de los Misterios. Las doctrinas
filosóficas que ahí se enseñaban son la fuente prolífica de la cual manaban
todas las religiones exotéricas, incluídos el Viejo y, parcialmente el Nuevo
Testamento, perteneciendo a las nociones morales y religiosas más aventajadas.
Mientras que la interpretación literal se dejó al fanatismo de las clases
sociales bajas e irracionales, las clases altas, la mayoría de las cuales
integraban a los Iniciados, se dedicaban a sus estudios en el solemne silencio
de los templos y también adorando al único Dios del Cielo.
Si aceptamos las especulaciones de Platón en el Banquete, sobre
la creación de la humanidad primordial y el ensayo acerca de la Cosmogonía en
el Timeo, debemos considerarlas alegóricamente. En este
sentido pitagórico, escondido en el Timeo, en el Cratilo, en Parmenides y
en otras trilogías y diálogos, que los neo-platónicos se aventuraron a expresar
siempre entre los límites del juramento teúrgico de silencio.
La doctrina pitagórica según la cual Dios es la Mente
Universal difundida a través de todas las cosas y el dogma de la
inmortalidad del alma, son los puntos acimutales en estas enseñanzas
aparentemente incongruentes. La devoción de Platón y la
gran veneración que sentía por los Misterios, son una garantía suficiente para
impedir a su indiscreción de subvertir el profundo sentido de responsabilidad
que todo Adepto siente. En el Fedro dice:
"Un hombre, perfeccionándose constantemente en los Misterios perfectos,
sólo mediante ellos llega a ser verdaderamente perfecto."
No se esforzó en esconder su desarrollo debido a
que la secretez de los Misterios había disminuído con respecto a los períodos
anteriores. En lugar de profanarlos, poniéndolos al alcance de las masas, los
habría vigilado con dedicación celosa contra todo, a excepción de sus
discípulos serios y meritorios.
Aún
mencionando a los Dioses en cada página, su "Monismo Panteístico" es
incuestionable en cuanto todo el hilo de su discurso señala que con el término
"Dioses" implica una clase de seres muy inferiores en la escalera de
la Deidad Unica y sólo un grado superiores al hombre externo. Aun Josepho
percibió y reconoció este hecho a pesar del prejuicio natural de su raza. Este
historiógrafo, en su famosa filípica sobre Apión dice:
Aquellos que, entre los griegos, filosofaban en
armonía con la verdad, no ignoraban nada [...] ni les pasaban desapercibidas
las superficialidades escalofriantes de las alegorías míticas a causa de las
cuales, justamente las despreciaban [...] A Platón esto lo indujo a decir que
no era necesario admitir a ninguno de los otros poetas en la
"Asociación" y soslaya a Homero blandamente después de haberlo
coronado y recubierto con ungüento a fin de que tampoco él destruya, con sus
mitos, la creencia ortodoxa de la [Deidad] Una.
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