jueves, 13 de agosto de 2015

Filósofos Antiguos y Críticos Modernos (Parte 2)



La ciencia moderna reconoce que todas las leyes superiores de la naturaleza asumen la forma de declaración cuantitativa. ¿Qué es esto, si no una elaboración más completa o una afirmación más explícita de la doctrina pitagórica? A los números se les consideraba como las mejores representaciones de las leyes de la armonía que embebía el Kosmos. En realidad, en química, los números definen, arbitrariamente, la doctrina de los átomos y las leyes de combinación. Según lo expresa W. Archer Butler:

Por lo tanto, el mundo es, a través de todos sus departamentos, una aritmética viviente en su desarrollo y una geometría realizada en su reposo.

La clave para los dogmas pitagóricos es la fórmula general de la unidad en la multiplicidad, el Uno que se desenvuelve y penetra los muchos. En definitiva, esta es la antigua doctrina de la emanación. Aún el apóstol Pablo la aceptó como verdadera cuando dijo: "Desde él, a través de él y para él, todas las cosas son." Sin embargo, un Iniciado, un "Maestro Constructor," difícilmente hubiera usado el pronombre "él" refiriéndose a la Mente Universal.
A los más grandes Filósofos antiguos se les acusa de poseer un conocimiento superficial y poco profundo en lo que concierne a esos detalles en la ciencia exacta acerca de los cuales los modernos tanto se ufanan y Platón no puede sustraerse del destino común. Sin embargo, una vez más, sus críticos modernos deberían tener presente que el Juramento Sodaliano del Iniciado en los Misterios le impedía divulgar su conocimiento al mundo de manera explícita. Con respecto a esto, Champollion escribe:

Era el sueño de su vida (de Platón), escribir una obra grabando en ella, de manera integral, las doctrinas que los hierofantes egipcios enseñaron. A menudo hablaba de esto, sin embargo se vio obligado a abstenerse de la empresa debido a su solemne juramento.

Los varios comentadores de Platón declaran que ignoraba completamente la anatomía y las funciones del cuerpo humano; desconocía el uso de los nervios para transmitir las sensaciones y no tenía nada mejor que ofrecer que vanas especulaciones relativas a las cuestiones fisiológicas. Según ellos dicen, generalizó, simplemente, las divisiones del cuerpo humano, sin impartir nada que nos recuerde los hechos anatómicos. 

Sus concepciones acerca de la estructura humana, el ser Microcósmico, que en su mente era la imagen en miniatura del Macrocosmo, son extremadamente trascendentales para que nuestros escépticos exactos y materialistas les prodiguen alguna atención. Según algunos de sus traductores, la idea de que dicha estructura humana esté formada por triángulos, análogamente al universo, es absurdamente ridícula. Sólo el profesor Jowett, en su introducción al Timeo, observa honestamente que el filósofo físico moderno: "casi no concede a sus nociones el mérito de ser 'los huesos del difunto' de los cuales se ha elevado a un conocimiento superior," olvidándose, entonces, cuánto la Metafísica de antaño ha ayudado a las ciencias "físicas" actuales. Si en lugar de protestar por la insuficiencia y, a veces, la ausencia de términos y definiciones rigurosamente científicas en las obras de Platón, las analizáramos meticulosamente, nos daríamos cuenta que tan sólo el Timeo contiene, en su espacio limitado, los gérmenes de todo nuevo descubrimiento. 

Ahí se mencionan claramente la circulación sanguínea y la ley de gravitación, si bien, puede ser que, con respecto a la sangre, no se presentan definiciones tan claras para hacer frente a los ataques repetidos de la ciencia moderna. Desde luego, para Jowett, Platón desconocía el descubrimiento específico según el cual la sangre sale fluyendo de un lado del corazón a través de las arterias, retornando al otro mediante las venas. Sin embargo, el filósofo griego estaba perfectamente consciente de que "la sangre es un flúido en constante movimiento."
El método de Platón, como aquel de la Geometría, consistía en descender de lo universal a lo particular.

 La ciencia moderna busca, en vano, una Causa Primera entre las permutaciones de las moléculas, mas Platón la buscó y la encontró entre la majestuosa moción de los mundos. Para él era suficiente conocer el gran esquema de la creación y poder reconducir los movimientos más poderosos del Universo, a través de sus cambios, a su casa última. Los detalles anodinos, cuya observación y clasificación han puesto a prueba y demostrado la paciencia de los científicos modernos, suscitaban poca atanción entre los Filósofos antiguos. 

Por lo tanto, mientras un joven de la escuela primaria inglesa puede expresarse, acerca de las minucias de la ciencia física, de manera más erudita que Platón, el profesor más letrado en la Academia más ínclita no podrá competir con el discípulo más obtuso de Platón en lo que concierne a las grandes leyes cósmicas y a sus mutuas relaciones; ya que él demostraba tener una familiaridad y un control sobre las Fuerzas Ocultas que yacen tras de ellas.


Este hecho, tan poco apreciado y jamás ponderado por los traductores de Platón, explica los panegíricos que nosotros, los modernos, nos hacemos a expensas de aquel Filósofo y sus compañeros. A fin de gratificar nuestro amor propio, sus presuntos errores en anatomía y fisiología se magnifican de manera tan exponencial que, adquiriendo la idea según la cual nuestra erudición es superior, perdemos de vista el esplendor intelectual que esmaltaba a las edades pasadas. Es como si uno amplificara las manchas solares hasta llegar a creer que la refulgente estrella ha sido totalmente eclipsada.

La acusación general de que los antiguos Filósofos solamente generalizaban sin sistematizar prácticamente nada, no prueba su "ignorancia" y, además, es falsa. Como al principio del tiempo, toda ciencia fue revelada por un Instructor divino, se convirtió, entonces, en sagrada, pudiéndola impartir sólo durante los Misterios de la Iniciación. Por lo tanto, ningún Filósofo iniciado, como Platón, tenía el derecho a revelarla. Una vez postulada esta realidad se explica la presunta "ignorancia" de los Sabios antiguos y de algunos autores clásicos iniciados. De todos modos, hasta una correcta generalización es más útil que algún sistema de ciencia exacta cuya entereza y cabalidad depende de un número de "hipótesis" y conjeturas. La relativa intrascendencia práctica de la mayoría de la búsqueda científica moderna, resulta patente en el hecho de que, mientras nuestros científicos tienen un nombre para la partícula mineral, la planta, el animal y el ser humano más insignificantes, los más sabios entre ellos no pueden decirnos nada de definido sobre la Fuerza Vital que produce los cambios en estos diversos reinos. A fin de avalar lo antes dicho, no es necesario buscar más allá de las obras de nuestras autoridades científicas.

Se requiere mucha osadía moral en un hombre que ocupa una posición profesional eminente, para rendir justicia al saber de los Antiguos delante de un sentimiento popular que se contenta, con nada menos, que su denigración. Cuando incurrimos en un caso de este género, nos alegramos de dar al erudito intrépido y honesto lo que se merece. Uno de estos es el profesor Jowett, Director de la Universidad de Baliol y Regio Profesor de griego en la Universidad de Oxford. El, en su traducción de las obras platónicas, habla de la "filosofía física de los antiguos en su integridad," dándoles el siguiente crédito:
  1. "La teoría de las nebulosas era la creencia recibida de los primeros físicos." Por lo tanto, no podía estribar, según afirma Draper, en el descubrimiento telescópico de Herschel.
"También Anaxímenes, en el sexto siglo A.C., compartía la idea del desarrollo de animales de las ranas, quienes vinieron a la tierra y del ser humano de los animales." El profesor Jowett podía haber agregado que esta teoría antecedió a Anaxímenes por muchos millares de años, ya que era una doctrina aceptada entre los caldeos quienes la enseñaron exotéricamente en sus cilindros y tablillas y, esotéricamente, en los templos de Ea y Nebo, el Dios y profeta o revelador de la Doctrina Secreta.

 Sin embargo, en ambos casos, las declaraciones son velos. Anaxímenes era el discípulo de Anaximandro, quien era, a su vez, el amigo y estudiante de Thales de Mileto, el jefe de los "Siete Sabios" y entonces, un Iniciado como lo eran estos dos Maestros, así, lo que Anaxímenes quería decir con la palabra "animales" era algo distinto de los animales de la teoría moderna de Darwin. En realidad, los seres humanos con la cabeza aguileña y los animales de varias especies con cabezas humanas, pueden indicar dos cosas: el linaje de la humanidad desde los animales o la procedencia de los animales del hombre, como enseña la Doctrina Esotérica. De todos modos, se ha demostrado que aún la teoría más importante entre las actuales, no es toda original de Darwin.


  1. Jowett continúa mostrando: "que también Filolao y los primeros pitagóricos consideraban que la tierra era un cuerpo como las demás estrellas que circunvalaban en el espacio." Así, Galileo, estudiando algunos fragmentos pitagóricos cuya existencia Reuchlin avala aun en los días del matemático florentino20 y estando familiarizado con las doctrinas de los antiguos Filósofos, reafirmó simplemente, una enseñanza astronómica prevaleciente en la India durante la antigüedad más remota.
  2. Los Antiguos "enseñaban que tanto las plantas como los animales tenían un sexo." Por lo tanto, nuestros naturalistas modernos deben sólo seguir los pasos de sus predecesores.
  3. "Las notas musicales dependían de la longitud o tensión relativa de las cuerdas de la cual se emitían y se median mediante la proporción numeríca."
  4. "Las leyes matemáticas penetran al mundo y se presumía que hasta las diferencias cualitativas tenían su origen en el número."
  5. "Ellos negaban la aniquilación de la materia y sostenían que había simplemente una transformación." "Aun suponiendo que uno de estos descubrimientos fuera una conjetura afortunada," añade el profesor Jowett, "no podemos atribuirles a estos filósofos todo como simples coincidencias." Exactamente, ya que, según lo que este profesor dice en algún otro lugar, nos da todo el derecho a creer que Platón indica (como en realidad lo hace) en el Timeo, su conocimiento de la indestructibilidad de la Materia, de la conservación de la energía y de la correlación de las fuerzas. Jowett dice:
La última palabra de la filosofía moderna es continuidad y desarrollo, sin embargo, para Platón, éste es el principio y la base de la Ciencia.


En substancia, la Filosofía platónica consistía en el orden, el sistema y la proporción. Incluía la evolución de los mundos y de las especies, la correlación y la conservación de la energía, la transmutación de la forma material, la indestructibilidad de la Materia y el Espíritu. La posición de los platónicos tocante a este último aspecto adelantaba por mucho a la Ciencia Moderna, estableciendo el arco de su sistema filosófico sobre una piedra angular a la vez perfecta e inamovible.

Finalmente, pocos negarán la enorme influencia que las concepciones de Platón han ejercido en la formación y la aceptación de los dogmas cristianos. Sin embargo, las ideas de Platón eran aquellas de los Misterios. Las doctrinas filosóficas que ahí se enseñaban son la fuente prolífica de la cual manaban todas las religiones exotéricas, incluídos el Viejo y, parcialmente el Nuevo Testamento, perteneciendo a las nociones morales y religiosas más aventajadas. Mientras que la interpretación literal se dejó al fanatismo de las clases sociales bajas e irracionales, las clases altas, la mayoría de las cuales integraban a los Iniciados, se dedicaban a sus estudios en el solemne silencio de los templos y también adorando al único Dios del Cielo.
Si aceptamos las especulaciones de Platón en el Banquete, sobre la creación de la humanidad primordial y el ensayo acerca de la Cosmogonía en el Timeo, debemos considerarlas alegóricamente. En este sentido pitagórico, escondido en el Timeo, en el Cratilo, en Parmenides y en otras trilogías y diálogos, que los neo-platónicos se aventuraron a expresar siempre entre los límites del juramento teúrgico de silencio.

La doctrina pitagórica según la cual Dios es la Mente Universal difundida a través de todas las cosas y el dogma de la inmortalidad del alma, son los puntos acimutales en estas enseñanzas aparentemente incongruentes. La devoción de Platón y la gran veneración que sentía por los Misterios, son una garantía suficiente para impedir a su indiscreción de subvertir el profundo sentido de responsabilidad que todo Adepto siente. En el Fedro dice: "Un hombre, perfeccionándose constantemente en los Misterios perfectos, sólo mediante ellos llega a ser verdaderamente perfecto."

No se esforzó en esconder su desarrollo debido a que la secretez de los Misterios había disminuído con respecto a los períodos anteriores. En lugar de profanarlos, poniéndolos al alcance de las masas, los habría vigilado con dedicación celosa contra todo, a excepción de sus discípulos serios y meritorios.

 Aún mencionando a los Dioses en cada página, su "Monismo Panteístico" es incuestionable en cuanto todo el hilo de su discurso señala que con el término "Dioses" implica una clase de seres muy inferiores en la escalera de la Deidad Unica y sólo un grado superiores al hombre externo. Aun Josepho percibió y reconoció este hecho a pesar del prejuicio natural de su raza. Este historiógrafo, en su famosa filípica sobre Apión dice:


Aquellos que, entre los griegos, filosofaban en armonía con la verdad, no ignoraban nada [...] ni les pasaban desapercibidas las superficialidades escalofriantes de las alegorías míticas a causa de las cuales, justamente las despreciaban [...] A Platón esto lo indujo a decir que no era necesario admitir a ninguno de los otros poetas en la "Asociación" y soslaya a Homero blandamente después de haberlo coronado y recubierto con ungüento a fin de que tampoco él destruya, con sus mitos, la creencia ortodoxa de la [Deidad] Una.

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