¿Es la Ciencia
contraria a los que sostienen que, remontándonos al período Cuaternario, la
distribución de las razas humanas era muy diferente de lo que es ahora? ¿Está
la Ciencia en contra de aquellos que sostienen, además, que los hombres fósiles
encontrados en Europa -aun cuando casi han alcanzado un plano de semejanza y unidad
que continúa hasta hoy, considerado desde los aspectos fundamentales
fisiológicos y antropológicos- difieren sin embargo algunas veces mucho del
tipo de la población hoy existente? El difunto M. Littré admitía esto en un artículo publicado
por él en la Revue des Deux Mondes (1º de marzo 1859) sobre
la Memoria llamada Antiquités Celtiques et Antédiluviennes,
por Boucher de Perthes (1849). Littré declara allí que:
(a) en estos períodos
en que los mamuts exhumados en Picardía juntamente con hachas construidas por
el hombre, vivieron en esta última región, debió de haber una primavera eterna
reinando en todo el globo terrestre ; la naturaleza era lo contrario de lo
que es ahora, y de este modo queda un margen
enorme para la antigüedad de esos “períodos”. Luego añade
(b):Spring, profesor de la
Facultad de Medicina de Lieja, encontró en una gruta cerca de Namur, en la
montaña de Chauvaux, nuevos huesos humanos “de una raza completamente distinta
de la nuestra”.
Ciertos cráneos,
exhumados en Australia, presentan una gran analogía con los de las razas negras
del África, según Littré; mientras que otros, descubiertos en las orillas del
Danubio y del Rhin, se parecen a los cráneos de los caribes y de los antiguos
habitantes del Perú y Chile. Sin embargo, se niega el Diluvio, ya sea el Bíblico o el Atlántico. Pero otros
descubrimientos geológicos han hecho que Gaudry escribiese concluyentemente:
Nuestros antepasados
eran positivamente contemporáneos del rhinoceros tichorrhinus, el hippopotamus
major.
Y añadía que el suelo
llamado diluvial en Geología
Se había formado, al
menos parcialmente, después de la aparición del hombre sobre la tierra.
Sobre este punto se
pronunció finalmente Littré. Luego demostró él la necesidad, en vista de la
“resurreción de tantos testimonios antiguos”, de revisar todos los orígenes,
todas las épocas, y añadía que hubo una edad hasta ahora no estudiada.
Ya sea en los albores
de la época actual, o, según creo, al principio de la época que la precedió.
Los tipos de los cráneos
encontrados en Europa son de dos clases, como se sabe muy bien: el orthognatos
y el prognatos, o los tipos caucásico y negro, tales como los que se encuentran
ahora tan sólo entre las tribus africanas y las tribus salvajes inferiores. El
profesor Heer, arguyendo que los hechos de la Botánica necesitan la hipótesis
de una Atlántida, ha demostrado que las plantas de las aldeas lacustres,
neolíticas, son principalmente de origen africano. ¿Cómo aparecieron estas
plantas en Europa, si no había ningún punto de unión entre Europa y África?
¿Cuántos miles de años hace que vivieron los diecisiete hombres cuyos
esqueletos fueron exhumados en el departamento de la Haute Garonne, en una
postura como en cuclillas, cerca de los restos de un fuego de carbón, con algunos
amuletos, y loza rota alrededor de ellos, y en compañía del ursus spelaeus, el
elephas primigenius, el aurochs (considerado por Cuvier como una especie
determinada), el megaceros hibernicus, todos mamíferos antediluvianos?
Seguramente debieron de haber vivido en una época de las más remotas, pero no
en una que nos remonte más allá de la
Cuaternaria. Hay que probar una antigüedad del hombre aún mayor. El
doctor James Hunt, el difunto presidente de la Sociedad Antropológica, la
calcula en unos nueve millones de años. Este hombre de ciencia, por lo menos,
se aproxima algo a nuestros cómputos esotéricos, si dejamos fuera de cálculo
las dos primeras Razas etéreas semihumanas, y la primera parte de la Tercera.
Sin embargo, surge la
pregunta de quiénes eran estos hombres paleolíticos de la época Cuaternaria
europea. ¿Eran aborígenes o eran producto de alguna inmigración que se
remontara en el pasado desconocido? Esto último es la única hipótesis
sostenible, ya que todos los hombres de ciencia están de acuerdo en eliminar a
Europa de la categoría de “cuna posible de la humanidad” ¿De dónde, pues,
irradiaron las diversas corrientes sucesivas de hombres “primitivos”?
Los primeros hombres
paleolíticos de Europa -acerca de cuyo origen nada dice la Etnología, y cuyas
características son sólo imperfectamente conocidas, aunque difundidas como
“semejantes al mono” por escritores imaginativos como Mr. Grant Allen- eran de
estirpes puramente atlantes y “áfrico-atlantes”. (Hay que tener presente
que en este tiempo el continente Atlante propiamente dicho era un sueño del
pasado.) La Europa en la época Cuaternaria era muy diferente de la Europa de
hoy, estando entonces sólo en proceso de formación. Estaba unida al África del
Norte, o más bien a lo que es ahora el África del Norte, por una lengua de
tierra que se extendía a través del presente Estrecho de Gibraltar,
constituyendo el África del Norte una prolongación, por decirlo así, de la
España actual, al paso que un vasto mar llenaba la gran cuenca el Sahara. De la
gran Atlántida, cuya masa principal se hundió en la edad Miocena, sólo quedaban
Ruta y Daitya, con alguna que otra isla perdida. La conexión que con los
atlantes tenían los antepasados de los hombres que habitaron las cavernas
paleolíticas se atestigua por la exhumación de cráneos fósiles en Europa, que
se parecen mucho al tipo del caribe de las Indias
Occidentales y del antiguo peruano; un misterio verdaderamente para los que
rehusan sancionar la “hipótesis” de un continente Atlante anterior, que formase
un puente sobre lo que es ahora un océano.
¿Qué debemos pensar también del
hecho de que, mientras De Quatrefages señala esa “raza magnífica”, los corpulentos hombres de las cavernas
Cro-Magnon, y los guanches de las Islas Canarias, como representantes del mismo
tipo; Virchow relaciona de un modo semejante a los vascos con los últimos? El
profesor Retzius prueba independientemente la relación de las tribus aborígenes
americanas dolicocéfalas con estos mismos guanches. De este modo se enlazan
seguramente los diversos eslabones en la cadena de las pruebas. Pudieran
aducirse una multitud de hechos semejantes. En cuanto a las tribus africanas
-que son retoños divergentes de los atlantes, modificados por el clima y demás
condiciones-, penetraron en Europa por la península que hizo del Mediterráneo
un mar interior. Muchos de estos hombres de las cavernas europeos, eran razas
hermosas como los Cro-Magnon, por ejemplo. Pero, como era de esperar, el progreso casi no existió en todo el
vasto período atribuido por la Ciencia a la edad de la piedra lascada . El impulso
cíclico hacia abajo pesa mucho sobre los linajes así trasplantados - el
íncubo del Karma Atlante está sobre ellos. Finalmente, el hombre paleolítico
deja el sitio a su sucesor, y desaparece casi por completo de la escena. El
profesor André Lefèvre pregunta con relación a esto:
¿Sucedió la edad de la
Piedra Pulimentada a la de la Piedra Lascada por una transición imperceptible,
o fue debida a una invasión de Celtas braquicéfalos? Pero ya sea que la
degradación producida en las poblaciones de La Vézère fuera el resultado de
cruzamientos violentos, o de una retirada general hacia el Norte en la estela
del rengífero, es de poca importancia para nosotros.
Luego dice:
Mientras tanto, el
lecho del océano se ha levantado; Europa está ahora completamente formada, y su
flora y fauna, fijas. Con la domesticidad del perro, comienza la vida pastoral.
Entramos en aquellos períodos de la piedra pulimentada y del bronce, que se
sucedieron con intervalos irregulares, que hasta se enlazaron en medio de las
emigraciones y fusiones étnicas, tanto más confusos y de más corta duración
cuanto las edades eran menos avanzadas y más rudimentarias. Las primitivas
poblaciones europeas se interrumpen en su evolución especial, y sin perecer,
son absorbidas por otras razas; tragadas, por decirlo así, por las olas
sucesivas de emigración que venían del África, posiblemente de una Atlántida
perdida (? muy demasiado tarde por evos de años) y de la prolífica Asia. Por
una parte vinieron los íberos, por la otra pelasgos, ligurios, sicanianos,
etruscos -todos precursores de la gran invasión aria (Quinta Raza).
H.P. Blavatsky D.S T IV
H.P. Blavatsky D.S T IV
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