Habiendo tratado casi exclusivamente la cuestión del origen
del hombre en la precedente crítica del Evolucionismo occidental, no estará de
más el definir la posición de los ocultistas respecto de la diferenciación de
las especies. La fauna y flora prehumanas
han sido ya tratadas de un modo general en los comentarios sobre las Estancias,
habiéndose admitido la verdad de muchas especulaciones biológicas modernas,
verbigracia, la derivación de las aves de los reptiles, la verdad parcial de la “selección natural”, y en
general de la teoría de la transformación. Falta ahora por aclarar el misterio
del origen de aquellas primeras faunas mamíferas, que M. de Quatrefages trata
tan brillantemente de probar que son contemporáneas del Homo primigenius de la
Edad Secundaria.
El problema, algún
tanto complicado, que se relaciona con el “Origen de las Especies” -y más
especialmente de los diversos grupos de faunas mamíferas fósiles o existentes-
se puede aclarar algún tanto con la ayuda de un diagrama. Entonces se verá
hasta qué punto los “factores de la evolución orgánica”, en que se apoyan los
biólogos occidentales, pueden considerarse adecuados para hacer frente a
los hechos. La línea de demarcación entre la evolución etéreoespiritual y la
astral y física hay que trazarla. Quizá, si los darwinistas se dignasen
considerar la posibilidad del segundo proceso, no tendrían que lamentar por más
tiempo el hecho de que:
Nos vemos completamente
reducidos a conjeturas y deducciones respecto del origen de los mamíferos.
En el presente, el
vacío admitido entre los sistemas de reproducción de los vertebrados ovíparos y
de los mamíferos constituye una dificultad desesperante para los pensadores
que, como los Evolucionistas, tratan de enlazar todas las formas orgánicas en
una línea continua de descendencia.
Tomemos por ejemplo, el
caso de los mamíferos ungulados, puesto que se dice que en ninguna otra
división poseemos un material fósil tan abundante. Se han hecho tantos
progresos en esta dirección, que en algunos casos se han desenterrado eslabones
intermedios entre los ungulados modernos y los eocenos; siendo un ejemplar
notable el que proporcionó la prueba completa de la derivación del actual
caballo de un solo casco, del anchitherium de tres cascos del remoto Terciario.
Este módulo de comparación entre la Biología Occidental y la Doctrina Secreta
no podía, por tanto, ser mejor. La genealogía que aquí presentamos como
encarnando las opiniones de los hombres científicos en general, es la de
Schmidt, basada en las investigaciones minuciosas de Rütimeyer. Su exactitud aproximada, desde el punto de vista del
evolucionismo, deja poco que desear:
Uno de los Siete
Tipos-Raíces primarios
físicoastrales y bisexuales del reino animal mamífero. Estos fueron
contemporáneos de
las primeras razas lemuras- ”LAS RAÍCES
DESCONOCIDAS” de la
Ciencia.
El diagrama del
profesor Schmidt representa el reino explorado por los Evolucionistas
occidentales, el área en que están presentes las influencias climáticas, la
“selección natural” y todas las demás causas físicas de la diferenciación orgánica. La Biología y la
Paleontología se encuentran aquí en su terreno al investigar los muchos agentes
físicos que en tan gran parte contribuyen, como lo han demostrado Darwin,
Spencer y otros, a la segregación de las
especies. Pero aun en este dominio los trabajos subconscientes de la
sabiduría Dhyân-Chohánica se encuentran en el fondo de todo “incesante esfuerzo
hacia la perfección”, aunque su influencia esté muy modificada por esas causas
puramente materiales, que De Quatrefages denomina el “milieu”, y Spencer el
“medio ambiente”.
El “punto medio de la
evolución” es aquel grado en que los prototipos astrales principian definidamente a pasar a lo físico, y llegan a
quedar así sujetos a los agentes diferenciadores que ahora operan a nuestro
alrededor. La causación física sobreviene inmediatamente al revestimiento de
los “vestidos de piel” -o sea al equipo fisiológico en general. Las formas de
los hombres y de otros mamíferos anteriores a la separación de los sexos son entretejidas de materia etérea, y poseen una estructura completamente
distinta a la de los organismos físicos que comen, beben, digieren, etc. Los
conocidos recursos fisiológicos necesarios para estas funciones fueron
evolucionados casi por completo después de la materialización incipiente de los
siete Tipos-Raíces de lo astral, durante la “parada en el punto medio” entre
los dos estados de existencia. Apenas había sido dibujado en estos tipos
antecesores el “plano de proyección” de la evolución, cuando sobrevino la influencia
de las leyes terrestres accesorias, que nos son familiares, produciendo la
totalidad de las especies mamíferas. Evos de lenta diferenciación se
necesitaron, sin embargo, para llevar a efecto este fin.
El segundo diagrama
representa el dominio de los prototipos puramente etéreos antes de su descenso
en la materia grosera. La materia etérea, debe observarse, es el cuarto estado
de la materia, que tiene, como nuestra materia grosera, su “protilo” propio.
Hay varios protilos en la Naturaleza, correspondientes a los diversos planos de
la materia. Los dos reinos elementales suprafísicos, el plano de la mente,
Manas, o quinto estado de la materia, así como también el de Buddhi, sexto
estado de la materia, se han desenvuelto todos de uno de los seis protilos que
constituyen la base del Universo-Objeto. Los llamados tres “estados” de nuestra materia terrestre, conocidos como
“sólido”, “líquido” y “gaseoso”, son tan sólo, en estricta verdad, sub-estados. En cuanto a la primera
realidad del descenso en lo físico que culminó en el hombre y en el animal
fisiológico, tenemos una prueba palpable en el hecho de las llamadas
“materializaciones” espiritistas.
En todos estos ejemplos tiene lugar una
completa inmersión temporal de lo astral en lo físico. La evolución del hombre fisiológico desde las razas etéreas del
primer período de la edad Lemuria -el período Jurásico de la Geología- es
exactamente el paralelo de la “materialización” de los “espíritus” (?) en las
sesiones espiritistas. en el caso de la “Katie King” del profesor Crookes, ¡se
demostró de modo indubitable la presencia de un mecanismo fisiológico: corazón, pulmones, etc.!
Tal es, en cierto modo,
el Arquetipo de Goethe. He aquí sus palabras:
Esto habríamos
ganado... todos los nueve seres orgánicos perfectos... (son) formados con
arreglo a un arquetipo que fluctúa meramente más o menos en sus mismas partes
persistentes, y que, además, se completa y transforma día por día mediante la
reproducción.
Éste es un pronóstico
bastante imperfecto del hecho oculto de la diferenciación de las especies desde
los Tipos-Raíces astrales primarios.
Sea lo qaue quiera lo que todo el posses
comitatus de la “selección natural”, etc., pueda efectuar, la unidad fundamental del plan de estructura, permanece
prácticamente inalterada por todas las modificaciones subsiguientes. La “unidad
de tipo” común, en un sentido, a todo el reino animal y humano, no es, como
Spencer y otros parecen sostener, una prueba de la consanguinidad de todas las formas orgánicas, sino un
testimonio de la unidad esencial del “plano de proyección” que la Naturaleza ha
seguido en la formación de sus criaturas.
Para resumir el caso,
podemos también utilizar un cuadro de los factores verdaderos que intervienen
en la diferenciación de las especies. Las etapas del proceso en sí no necesitan
aquí de más comentarios, pues siguen los principios fundamentales subyacentes
en el fondo del desarrollo orgánico, y no necesitamos entrar en el dominio del
biólogo especialista.
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