lunes, 21 de septiembre de 2015

Estancia VII (Continuación)




I. - Fisiparismo
 a)  Como se ha visto en la división en dos del punto homogéneo del Protoplasma, conocido como Móneron o Amaeba.
            
b)  Según se ha visto en la división de la célula nucleada, en que el núcleo se rompe en dos subnúcleos, los cuales, o bien se desarrollan dentro de la pared celular original, o la rompen y se multiplican al exterior como entidades independientes. (Compárese la Primera Raza-Raíz).

II. - Brotación

Una pequeña parte de la estructura padre se hincha en la superficie y finalmente se separa, creciendo hasta el tamaño del organismo original; por ejemplo: muchos vegetales, la anémona marina, etc. (Compárese Segunda Raza-Raíz) .

III. - Esporas

Una sola célula expelida por el organismo padre, y que se desarrolla en un organismo multicelular que reproduce los rasgos de aquél; v. g. las bacterias y los musgos.

IV. - Hermafroditismo Intermedio

Órganos masculinos y femeninos inherentes a un mismo individuo; por ejemplo, la mayoría de las plantas, gusanos y caracoles, etc.; relacionado con la brotación (Compárese Segunda Raza y la temprana Tercera).

V. -Unión verdaderamente sexual

            
(Compárese Tercera Raza ulterior).
            
Llegamos ahora a un punto importante respecto de la doble evolución de la raza humana. Los Hijos de la Sabiduría, o los Dhyânis Espirituales, se habían vuelto “intelectuales” por el contacto con la Materia pues habían alcanzado ya en ciclos anteriores de encarnación ese grado de inteligencia que les permitía ser entidades independientes y conscientes en este plano de Materia. Renacieron sólo por razón de efectos Kármicos. Entraron en aquellos que estaban “preparados”, convirtiéndose en los Arhats, o Sabios, antes mencionados. Esto necesita una explicación.
            
No significa ello que unas Mónadas entraron en Formas en que estaban ya otras Mónadas. Eran “Esencias”, “Inteligencias” y Espíritus Conscientes; Entidades que buscaban hacerse aún más conscientes uniéndose con Materia más desarrollada. Su esencia era demasiado pura para distinguirse de la Esencia Universal; pero sus “Egos” o Manas (puesto que se llaman Mânasaputras, nacidos de Mahat o Brahmâ) tenían que pasar por experiencias humanas terrestres para llegar a ser todosabios y poder marchar por el ciclo ascendente de vuelta. Las Mónadas no son principios discretos, limitados o condicionados, sino rayos de aquel Principio universal absoluto. La entrada de un rayo de sol siguiendo a otro a través de la misma abertura en una habitación obscura no constituiría dos rayos sino uno solo más intenso. No está en el curso de la ley natural que el hombre pueda llegar ser un Ser Septenario perfecto antes de la Séptima Raza en la Séptima Ronda. Sin embargo, tiene en él todos esos principios en estado latente desde su nacimiento. Tampoco forma parte de la ley evolucionaria que el Quinto Principio (Manas) alcance todo su desarrollo antes de la Quinta Ronda. Todas esas inteligencias prematuramente desarrolladas (en el plano espiritual) en nuestra Raza, son anormales; son los que hemos llamado “Seres de la Quinta Ronda”. Aun en la futura Séptima Raza, al final de esta Cuarta Ronda, al paso que nuestros cuatro principios inferiores estarán completamente desarrollados, el Manas sólo lo estará proporcionalmente. Esta limitación, sin embargo, se refiere sólo al desarrollo espiritual. 

El intelectual, en el plano físico, se alcanzó durante la Cuarta Raza-Raíz. Así, los que estaban “medio preparados”, que no recibieron “sino una Chispa”, constituyen la masa humana que tiene que adquirir su intelectualidad en la evolución Manvantárica presente, después de la cual estará pronta en la próxima para la recepción completa de los “Hijos de la Sabiduría”.  Mientras que los que “no estaban preparados”, las Mónadas más tardías, que apenas habían salido de sus últimas formas animales transitorias inferiores al final de la Tercera Ronda, permanecieron siendo los de “cabeza estrecha” de la Estancia. Esto explica la de otro modo incomprensible gradación de inteligencia que existe aún hoy entre las diversas  razas de hombres, desde el salvaje bosquimano al europeo. 

Esas tribus salvajes, cuya facultad razonadora apenas pasa del nivel animal, no son los injustamente desheredados, o los no favorecidos, como algunos pueden creer, nada de eso. Son sencillamente los que llegaron los últimos entre las Mónadas humanas, que “no estaban preparados”; que tienen que desarrollarse durante la presente Ronda, como también en los tres Globos restantes, y por tanto, en cuatro planos de ser diferentes, a fin de alcanzar el nivel de la clase del término medio cuando lleguen a la Quinta Ronda. La siguiente observación puede ser útil al estudiante como materia para pensar sobre el asunto. Las Mónadas de los ejemplares inferiores de la humanidad, los isleños salvajes del Mar del Sur de “cabeza estrecha”, los africanos, los australianos, no tenían Karma alguno que agotar cuando nacieron por vez primera como hombres, cual sucedía con sus hermanos más favorecidos en inteligencia. Los primeros están tejiendo su Karma sólo ahora: los últimos están cargados con Karma pasado, presente y futuro. De suerte que en este punto el pobre salvaje es más afortunado que el genio más grande de los países civilizados.
            
Hagamos una pausa antes de continuar dando tales extrañas enseñanzas. Tratemos de averiguar hasta qué punto las antiguas Escrituras, y aun la Ciencia misma, permiten la posibilidad de tan sorprendentes datos como proporciona nuestra Antropogénesis, o hasta los llega a corroborar claramente.
           
 Recapitulando lo que ya se ha dicho, vemos que la Doctrina Secreta asigna al hombre: 

1º, un origen poligenésico; 

2º, una diversidad de modos de procreación antes de que la humanidad cayese en el método ordinario de generación; 

3º, que la evolución de los animales -por lo menos la de los mamíferos- sigue a la del hombre en lugar de precederla. Y esto es diametralmente opuesto a las teorías, generalmente aceptadas hoy, de la evolución y del descenso del hombre de un antecesor animal.
            
Dando al César lo que es del César, examinemos antes que nada la aceptación de la teoría poligenésica entre los hombres de ciencia.
            
Ahora la mayoría de los evolucionistas darwinianos se inclina a una explicación poligenésica del origen de las razas. en este particular, sin embargo, como en muchos otros casos, los hombres científicos andan a la buena ventura; concuerdan para ponerse en desacuerdo.

            
¿Desciende el hombre de una sola pareja o de varios grupos, monogenismo o poligenismo? En lo que uno puede decidirse respecto de lo que, dada la carencia de testigos (?), no será jamás conocido (?), la segunda hipótesis es con mucho la más probable .

            
Abel Hovelacque, en su Science of Language, llega a una conclusión semejante, argumentando con la evidencia del alcance de un investigador lingüístico.
En un discurso pronunciado ante la Asociación Británica, el profesor W. H. Flower hizo la siguiente observación sobre el asunto:

            
La opinión que parece concordar mejor con lo que se conoce de los caracteres y distribución de las razas del hombre... es una modificación de la hipótesis monogenista (!). Sin entrar en la difícil cuestión de cómo fue la primera aparición del hombre en el mundo, tenemos que asignarle una vasta antigüedad, por lo menos si se mide por cualquier método histórico. Si pudiésemos de algún modo disponer de anales paleontológicos completos, podría reconstruirse la historia del hombre, pero nada de esto es fácil que ocurra.

            
Semejante opinión debe considerarse como fatal al dogmatismo de los evolucionistas físicos, pues abre gran margen a las especulaciones Ocultistas. Los adversarios de la teoría de Darwin eran y son aún poligenistas. “Gigantes intelectuales”, tales como John Crawford y James Hunt discutieon el problema y favorecieron la poligénesis, y en su época había un sentimiento más fuerte en favor que en contra de esta teoría. Sólo en 1864 fue cuando los darwinistas principiaron a aceptar la teoría de la unidad, de la cual los Sres. Huxley y Lubbock fueron los primeros corifeos.
            
Respecto de la otra cuestión de la prioridad del hombre a los animales en el orden de la evolución, la respuesta está pronta. Si el hombre es realmente el Microcosmo del Macrocosmo, entonces la enseñanza no tiene nada de imposible, y no es sino lógica. Porque el hombre se convierte en ese Macrocosmo para los tres reinos inferiores bajo él. Hablando desde un punto de vista físico, todos los reinos inferiores, excepto el mineral -el cual es la luz misma cristalizada e inmetalizada-, desde las plantas a las criaturas que precedieron a los primeros mamíferos, todos se han consolidado en sus estructuras físicas por medio del “polvo desechado” de aquellos minerales, y los residuos de materia humana, de cuerpos vivos y muertos de que se alimentaban y que les dieron sus cuerpos externos. 

A su vez, también el hombre se hizo más físico reabsorbiendo en su sistema lo que había expelido, y que se había transformado en los crisoles animales vivos, por los cuales había ello pasado, debido a las transmutaciones alquímicas de la Naturaleza. en aquellos tiempos existían animales que nuestros naturalistas modernos jamás han soñado; y mientras más fuerte se hacía el hombre material físico -los gigantes de aquellas épocas- tanto más poderosas eran sus emanaciones. 

Una vez que la “Humanidad” Andrógina se separó en sexos, transformados por la Naturaleza en máquinas portadoras de criaturas, cesó de procrear sus semejantes por medio de gotas de energía vital que manaban del cuerpo. Pero cuando el hombre ignoraba aún sus poderes procreadores en el plano humano -antes de su Caída, como diría un creyente en Adán- toda esta energía vital que esparcía por todas partes, fue empleada por la Naturaleza en la producción de las primeras formas animales mamíferas. La Evolución es un ciclo eterno de devenir, se nos enseña; y la Naturaleza jamás desperdicia un solo átomo. Además, desde el principio de la Ronda, todo en la Naturaleza tiende a convertirse en Hombre. Todos los impulsos de la Fuerza dual, centrífuga y centrípeta, se dirigen hacia un punto, el HOMBRE. El progreso es la sucesión de los seres, dice Agassiz:

            Consiste en una similaridad creciente de la fauna viva, y sobre todo entre los vertebrados, en la progresiva semejanza con el hombre. El hombre es el fin hacia el cual ha tendido toda la creación animal desde que comenzaron a aparecer los primeros peces paleozoicos.

            Precisamente; pero los “peces paleozoicos” están en la curva inferior del arco de la evolución de las formas, y esta Ronda principió con el Hombre Astral, el reflejo de los Dhyân Chohans, llamados los “Constructores”. El Hombre es el alfa y la omega de la creación objetiva. Según se dice en Isis sin Velo:

            Todas las cosas tuvieron su origen en el Espíritu, pues la evolución principió originalmente desde arriba y procedió hacia abajo, en lugar de lo contrario que enseña la teoría darwinista.

Por lo tanto, la tendencia de que habla el eminente naturalista antes citado es inherente en cada átomo. Sólo que, si se la aplicase a ambos aspectos de la evolución, las observaciones hechas chocarían grandemente con la teoría moderna, que casi se ha convertido ahora en ley (darwinista).
            
Pero al citar el pasaje de la obra de Agassiz con aprobación, no debe entenderse que los Ocultistas hacen con ello concesión alguna a la teoría que hace derivar al hombre del reino animal. El hecho de que el hombre precedió en esta Ronda a los mamíferos, evidentemente no está impugnado por la consideración de que estos siguen la estela del hombre.

 25¿CÓMO OBRARON LOS MÂNASA, LOS HIJOS DE LA SABIDURÍA? RECHAZARON A
      LOS NACIDOS-POR-SÍ-MISMOS. NO ESTÁN DISPUESTOS. DESDEÑARON A LOS
      NACIDOS DEL SUDOR. NO ESTÁN COMPLETAMENTE PREPARADOS. NO
      QUISIERON EMPEZAR EN EL PRIMER NACIDO DEL HUEVO.

            A un deísta o a un cristiano este versículo le sugeriría más bien una idea teológica: la de la Caída de los Ángeles por el Orgullo. En la Doctrina Secreta, sin embargo, las razones para negarse a encarnar en cuerpos físicos a medio preparar parece se hallan más relacionadas con causas fisiológicas que metafísicas. No todos los organismos estaban suficientemente preparados. Los Poderes Encarnantes escogieron los frutos más maduros, y desdeñaron el resto.
            
Por una curiosa coincidencia, al tener que escoger un nombre para el continente en que los primeros Andróginos, la Tercera Raza-Raíz, se separaron, la escritora eligió, fundándose en consideraciones geográficas, el de “Lemuria”, inventado por Mr. P. L. Sclater. Más tarde, leyendo Pedigree of Man de Haeckel, se encontró con que el “Animalista” alemán había elegido este nombre para su desaparecido continente. Aplica él con bastante propiedad el centro de la evolución humana a la Lemuria, pero con una ligera variación científica. Al hablar de ella como de la “cuna de la humanidad”, describe la transformación gradual del mamífero antropoide en salvaje primitivo. Vogt, también, sostiene que en América el hombre surgió de una rama de monos platirrinos, independientemente de los troncos africano y asiático, procedentes de los catirrinos del antiguo mundo. Los antropólogos, como de costumbre, están en completo desacuerdo en esta cuestión, como lo están en muchas otras. Examinaremos esta pretensión a la luz de la Filosofía Esotérica, en la Estancia VIII. Mientras tanto, detengámonos un momento a considerar los varios procedimientos consecutivos de procreación, con arreglo a la ley de la Evolución.
            
Principiemos por el modo de reproducción de las últimas subrazas de la Tercera Raza Humana; por aquellos que se vieron dotados de “Fuego Sagrado”, de la Fulguración de los Seres superiores y entonces independientes, que fueron los Padres psíquicos y espirituales del Hombre, como los Pitri Devatâs inferiores (los Pitris) fueron los Progenitores de su cuerpo físico. Esa Tercera Raza santa consistía en hombres, a los cuales se les describía, en su cenit, como “enormes gigantes con la fuerza y hermosura de dioses, y despositarios de todos los misterios del Cielo y de la Tierra”. ¿Han caído ellos también, y, en ese caso, fue la encarnación la “Caída”?
            
De esto trataremos seguidamente. Lo único que ahora debemos observar sobre ellos es que los Dioses y Héroes principales de la Cuarta y Quinta Razas, como antigüedad menor, son las imágenes deificadas de estos Hombres de la Tercera. Los días de su pureza fisiológica, y los de su llamada Caída, han sobrevivido tanto en el corazón como en la memoria de sus descendientes. De aquí la naturaleza dual que presentan estos Dioses, cuyas virtudes así como sus pecados han sido exaltados hasta el último extremo en las biografías compuestas por la posteridad. Fueron ellos las Razas Pre-Adámicas y Divinas, de las cuales la misma Teología, para la que todas ellas son “razas cainitas y maldecidas”, principia ahora a ocuparse.
            
Pero, en primer término, debemos tratar de la acción de los “Progenitores Espirituales” de aquella Raza. Hay que explicar un punto muy difícil y abstruso referente a las Slokas 26 y 27.

26 CUANDO EL EXUDADO PRODUJO AL NACIDO DEL HUEVO, AL DOBLE, AL PO-
TENTE, AL PODEROSO CON HUESOS, LOS SEÑORES DE LA SABIDURÍA DIJERON:
“AHORA CREAREMOS”.

            ¿Por qué “ahora” y no antes? Esto lo explica la Sloka que sigue:

27 LA TERCERA RAZA SE CONVIRTIÓ EN EL VÂHAN DE LOS SEÑORES DE LA
     SABIDURÍA. CREÓ HIJOS DE LA VOLUNTAD Y DEL YOGA, POR KRIYÂSHAKTI LOS
     CREÓ, LOS SANTOS PADRES. ANTECESORES DE LOS ARHATS...

            ¿Cómo fue que ellos “crearon”, dado que los “Señores de la Sabiduría” son idénticos a los Devas indos que se negaron a “crear”? Evidentemente Ellos son los Kumâras del Panteón Hindú y de los Purânas, los Hijos Mayores de Brahmâ.
           
            Sanandana y los otros hijos de Vedhas (quienes), creados previamente por él... sin deseos ni pasiones, (permanecieron castos) inspirados por santa sabiduría... y sin deseos de progenie.

             El poder, por el cual crearon primeramente, es lo que ha sido causa de su degradación desde su alto estado a la posición de Malos Espíritus, de Satán y de su Hueste, creados a su vez por la impura  fantasía de los credos exotéricos.Este poder fue el de Kriyâshakti, ese misterioso y divino poder latente en la voluntad de cada hombre, y el cual, si no es llamado a la vida, animado y desarrollado por la práctica Yoga, permanece dormido en 999.999 hombres de cada millón, y así se llega a atrofiar. Este poder es explicado en los “Doce Signos del Zodíaco”, como sigue:

Kriyâshakti: El misterioso poder del pensamiento que le permite producir resultados fenomenales, externos, perceptibles por su propia energía inherente. Los antiguos sostenían que cualquier idea se manifestará externamente si se concentra la atención de uno (y la voluntad) intensamente en ella. Igualmente, una intensa volición será seguida por el resultado que se desea.
            
Un Yogi ejecuta por lo general sus maravillas por medio de Ichchhâskakti (poder de la Voluntad), y Kriyâshakti.

            La Tercera Raza había creado así a los llamados HIJOS DE VOLUNTAD Y DE YOGA, o los “Antecesores” -los Antepasados Espirituales- de todos los Arhats subsiguientes y actuales, o Mahâtmâs, de un modo verdaderamente inmaculado. Fueron, a la verdad, creados, no engendrados, como lo fueron sus hermanos de la Cuarta Raza, que fueron engendrados sexualmente después de la separación de los sexos, la “Caída del Hombre”. Pues la creación no es sino el resultado de la voluntad operando sobre la Materia fenomenal; el hace salir de ella la Luz Primordial Divina y la Vida Eterna. Fueron ellos el “Grano de la Semilla Santa” de los futuros Salvadores de la Humanidad.
            
Aquí tenemos que hacer una nueva interrupción para explicar ciertos puntos difíciles, de los cuales hay tantos. Es casi imposible evitar tales interrupciones.
            
El orden de la evolución de las Razas Humanas se encuentra como sigue en el Libro Quinto de los Comentarios, según ya se ha expuesto:
            
Los primeros hombres fueron Chhâyâs 1º; los Segundos los “nacidos del Sudor” 2º; los terceros “los nacidos del Huevo” y los santos Padres nacidos por el poder de Kryâshakti 3º; los Cuartos fueron los hijos de Padmapâni (Chenresi) 4º.
            
Por supuesto, tales modos primitivos de procreación -por la evolución de la propia imagen, por gotas de sudor; después de eso, por Yoga; y luego por lo que la gente considerará como mágico (Kriyâshakti)- están condenados de antemano a ser considerados como cuento de hadas. Sin embargo, desde el primero al último nada hay realmente en ellos de milagroso, ni nada que no pueda demostrarse que sea natural. Esto hay que probarlo.
           
 1º  El nacimiento Chhâyâ, o el modo primordial de procreación sin sexos -la Primera Raza habiendo emanado, por decirlo así, de los cuerpos de los Pitris- se halla aludida en una alegoría cósmica de los Purânas. Es la hermosa alegoría e historia de Sanjnâ, la hija de Vishvakarman, casada con el Sol, quien “no pudiendo resistir los fervores de su Señor”, le dio su Chhâyâ (sombra, imagen o cuerpo astral), mientras que ella se retiró a la espesura para practicar devociones religiosas o Tapas. El Sol, creyendo que la Chhâyâ era su esposa, engendró hijos con ella, como Adán con Lilith, también una sombra etérea, como en la leyenda, aunque monstruosa hembra real viviente hace millones de años.
            
Pero quizás este ejemplo pruebe muy poco, excepto quizá la exuberante fantasía de los autores Puránicos. Tenemos preparada otra prueba. Si las formas materializadas, que a veces se ven emanar de los cuerpos de ciertos médiums, pudiesen fijarse y hacerse sólidas en lugar de desvanecerse, la “creación” de la Primera Raza sería perfectamente comprensible. Esta clase de procreación no dejará de ser sugestiva para el estudiante. Ni el misterio ni la imposibilidad de tal procedimiento son ciertamente mayores -al paso que es mucho más comprensible para la inteligencia del verdadero pensador metafísico- que el misterio de la concepción del feto, su gestación y nacimiento como niño, como actualmente lo conocemos.
            
Pasemos ahora a la curiosa y poco comprendida corroboración de los Purânas, acerca del “nacido del Sudor”.
            
2º  Kandu era un sabio y un Yogi, eminente en sabiduría y piadoso en sus austeridades, las cuales, finalmente, despertaron la envidia de los Dioses, quienes están representados en las Escrituras indas en lucha eterna con los Ascetas. Indra, el “Rey de los Dioses”, envió finalmente una de sus Apsarases para tentar al sabio. Esto no es peor que Jehovah mandando a Sarah, la esposa de Abraham, que tentase a Faraón; pero, verdaderamente, estos Dioses (y Dios), siempre tratando de distraer a los Ascetas para hacerles perder así el fruto de sus austeridades, son los que deben ser considerados como “demonios tentadores”, en lugar de aplicar el término a los Rudras, Kumâras y Asuras, cuya gran santidad y castidad parecen un reproche permanente para los Dioses Tenorios del Panteón. Pero lo contrario es lo que encontramos en todas las alegorías Puránicas, y no sin una buena razón esotérica.
            
El rey de los Dioses o Indra envía una hermosa Apsaras (ninfa) llamada Pramlochâ, para seducir a Kandu y distraerle de sus penitencias. El éxito corona su fin impío, y “novecientos siete años, seis meses y tres días”  pasados en su compañía, le parecen al Sabio un día solo. Al terminar este estado psicológico o hipnótico, el Muni maldice amargamente a la criatura que le ha seducido, perturbando así sus devociones: “¡Aléjate, vete!”, exclama, “¡vil conjunto de ilusiones!” Y Pramlochâ, aterrada, huye enjugándose la transpiración de su cuerpo  con las hojoas de los árboles al pasar por el aire.
           
            
La ninfa siguió su marcha de árbol en árbol, y con los vástagos sombríos que coronaban sus copas secó sus miembros; el hijo que había concebido del Rishi vino a luz por los poros de su piel, en gotas de sudor. Los árboles recibieron el rocío viviente; y los vientos los juntaron en una masa. “Esto” -dijo Soma (la Luna)- “yo lo maduré con mis rayos; y gradualmente aumentó de tamaño, hasta que la exhalación que había quedado en la cima de los árboles se convirtió en la hermosa joven llamada Mârishâ”.

            
Ahora bien; Kandu representa la Primera Raza. Es un hijo de los Pitris, y por tanto, carecía de mente, circunstancia que se halla indicada en el hecho de que no podía distinguir entre un período de cerca de mil años, y un día; así, pues, se le representa como fácil de ser engañado y cegado. Es una variante de la alegoría de Adán en el Génesis, nacido como una imagen de barro, en la cual el “Señor Dios” exhala el “soplo de vida”, pero no la inteligencia y discernimiento, que sólo se desarrollan después que hubo probado el fruto del Árbol del Conocimiento; en otras palabras, después que hubo adquirido el primer desarrollo de la mente, e implantado en él Manas, cuyo aspecto terrestre es terrenal, aunque sus facultades más elevadas le relacionen con el Espíritu y el Alma Divina. Pramlochâ es la Lilith inda del Adán Ario; y Mârishâ , la hija nacida del sudor de sus poros, es el “nacido del Sudor”, y representa el símbolo de la Segunda Raza de la Humanidad.
            
No es Indra quien figura en este caso en los Purânas, sino Kâmadeva, el Dios del amor y del deseo, quien envía Pramlochâ a la Tierra. La lógica, como igualmente la Doctrina Esotérica, muestra que debe ser así. Porque Kâma es el rey y señor de las Apsarases, siendo Pramlochâ una de ellas; y por tanto, cuando Kandu exclama al maldecirla: “Has llevado a cabo la obra encomendada por el monarca de los dioses, ¡vete!”, debe indicar por aquel monarca a Kâma y no a Indra, de quien las Apsarases no dependen. Kâma, además es en el Rig Veda  la personificación del sentimiento que conduce e impulsa a crear. Fue el Primer Movimiento que impulsó al UNO  a crear, después de su manifestación desde el Principio Abstracto puro.

            
Primeramente surgió en Él el deseo, que fue el Germen Primordial de la Mente; y que los Sabios, al investigar con su inteligencia, han descubierto ser el lazo que relaciona a la Entidad con la No-Entidad.

            
Un Himno en el Atharva Veda exalta a Kâma al rango de Dios supremo y Creador, y dice

            
Kâma nació el primero. A Él, ni los Dioses, ni los Padres (Pitris), ni los Hombres, han igualado.

            
El Atharva Veda lo identifica con Agni, pero lo hace superior a este Dios. El Taittirîya Brâhmana hace de él, alegóricamente, el hijo de Dharma (deber moral religioso, la piedad y la justicia), y de Shraddhâ (la fe). En otra parte, Kâma nace del corazón de Brahmâ; por lo tanto, es Âtmabhû “Existente por sí Mismo”, y Aja, el “No-nacido”. Su acto de enviar a Pramlochâ tiene un profundo sentido filosófico; mientras que enviada por Indra, la narración no tendría ninguno. Así como Eros estaba relacionado en la primitiva mitología griega con la creación del mundo, y sólo después fue cuando se convirtió en el Cupido sexual, lo mismo sucedía con Kâma en su carácter védico original; pues el Harivamsha hace de él un hijo de Lakshmi, la cual es Venus. La alegoría, como ya se ha dicho, muestra al elemento psíquico desarrollando el fisiológico, antes del nacimiento de Daksha -el progenitor de los verdaderos hombre físicos- que se dice nació de Mârishâ, y antes de cuyo tiempo eran procreadores los seres vivientes y los hombres “por la voluntad, por la vista, por el tacto, y por yoga”, como se verá.
            
Ésta es, pues, la alegoría respecto del modo de procreación de la Segunda Raza o la “Nacida del Sudor”. Lo mismo sucede con la Tercera Raza en su desarrollo final.
            
Mârishâ, por influencias de Soma, la Luna, es tomada por esposa por los Prachetases, producidos también por los hijos de Brahmâ “Nacidos de la Mente”, de quien tuvieron al Patriarca Daksha, hijo asimismo de Brahmâ en un Kalpa o vida anterior; explicación que añaden los Purânas a fin de extraviar, pero, sin embargo, diciendo la verdad.
            
3º  La primera parte de la Tercera Raza fue, luego, producida por gotas de “Sudor”, las cuales, después de muchas transformaciones, se desarrollaban como cuerpos humanos. Esto no es más difícil de concebir y comprender que el desarrollo del feto de un germen imperceptible, y su crecimiento subsiguiente como niño, y después como hombre fuerte y pesado. Pero la Tercera Raza, aún cambia de nuevo su modo de procreación, según los Comentarios. Se dice que emanó una vis formativa  que cambió las gotas de sudor en gotas mayores, las cuales crecieron, se dilataron y se convirtieron en cuerpos ovoideos -huevos enormes. En estos el feto humano pemanecía en gestación por varios años. En los Purânas, Mârishâ, la hija de Kandu, el sabio, se convierte en esposa de los Prachetases, y en madre de Daksha. Ahora bien; Daksha, nacido de este modo, es parte de los primeros Progenitores de  forma humana. Más adelante se le menciona. La evolución del hombre, el microcosmo, es análoga a la del Universo, el macrocosmo. Su evolución se halla entre la de este último y la del animal, para el cual el hombre es, a su vez, un macrocosmo.
            
Luego la Tercera Raza se convierte en:
            
4º  La Andrógina, o Hermafrodita. Este proceso de producirse los hombres explica quizás por qué Aristófanes, en el Banquete de Platón, describe la naturaleza de la raza antigua como “andrógina” siendo redonda la forma de todos los individuos, y “teniendo la espalda y los costados como en un círculo”, y cuya “manera de correr era circular..., terribles por su robustez y fuerza, y con ambición prodigiosa”. Por tanto, a fin de hacerlos más débiles, “Zeus los dividió (en la Tercera Raza Raíz) en dos, y Apolo (el Sol), bajo su dirección cerró la piel”.
            
En Madagascar -isla que perteneció a la Lemuria- existe una tradición acerca del primer hombre. Al principio vivió sin comer, pero, habiéndolo hecho, apareció una hinchazón en una pierna; ésta reventó y surgió una mujer, que luego fue la madre de su raza. Verdaderamente, “tenemos nuestras ciencias de la Heterogénesis y Partenogénesis, que muestran que el campo continúa abierto... Los pólipos... producen su prole de ellos mismos, como los brotes y ramas de un árbol...” ¿Por qué no ha de haber existido el pólipo humano? El interesantísimo pólipo estauridio pasa alternativamente de la gemación a la reproducción sexual. Caso bastante curioso; aun cuando crece como un simple pólipo o tallo, produce gémulas que finalmente se convierten en una ortiga de mar o medusa. La medusa es completamente distinta del organismo padre, el estauridio. 

También se reproduce ella de un modo diferente, por el método sexual, y de los huevos que resultan, aparece de nuevo el estauridio. Este hecho sorprendente puede ayudar a muchos a comprender que una forma pueda desarrollarse -como los Lemures con sexo de una parentela hermafrodita- de un modo completamente distinto de sus progenitores inmediatos. Además, es incuestionable que en el caso de las encarnaciones humanas, la ley Kármica, de raza o individual, domina a las tendencias subordinadas de la Herencia, su servidora.
            
El significado de la última frase del Comentario antes citado sobre la Sloka 27, a saber: que la Cuarta Raza la formaron los hijos de Padmapâni, puede tener su explicación en cierta carta del Inspirador de Esoteric Buddhism (8-º edic., pág. 70):
            
La mayoría de la humanidad pertenece a la séptima subraza de la Cuarta Raza Raíz: los chinos antes mencionados y sus retoños y ramas pequeñas (malayos, mogoles, tibetanos, húngaros, finlandeses, y hasta los esquimales) son todos restos de este último brote.
            
Padmapâni o Avalokiteshavara, en sánscrito, es en tibetano, Chenresi. Ahora bien; Avalokiteshvara es el gran Logos en su aspecto superior y en las regiones divinas. Pero en los planos manifestados es, como Daksha, el Progenitor (en sentido espiritual), de los hombres. Padmapâni-Avalokiteshvara es llamado esotéricamente Bodhisattva (o Dhyân Chohan), Chenresi Vanchug, “el poderoso y que todo lo ve”. Se le considera ahora como el gran protector del Asia en general, y del Tibet en particular. A fin de guiar a los tibetanos y Lamas en la santidad, y de preservar a los grandes Arhats en el mundo, se dice que este Ser celestial se manifiesta, de edad en edad, en forma humana. Una leyenda popular dice que siempre que la fe principia a extinguirse en el mundo, Padmapâni Chenresi, el “Portador del Loto”, emite un brillante rayo de luz, y seguidamente se encarna en uno de los dos grandes Lamas (el Dalai Lama y el Teschu Lama); finalmente, se cree que encarnará como el “Buddha más perfecto”, en el Tibet, en lugar de la India, donde sus predecesores, los grandes Rishis y Manus, aparecieron en el principio de nuestra Raza, pero ya no aparecen más. Hasta la apariencia exotérica del Dhyâni Chenresi sugiere la Enseñanza Esotérica. Igualmente que Daksha, él es, a no dudarlo, la síntesis de todas las Razas precedentes, y el progenitor de todas las Razas humanas después de la Tercera -la primera completa- y así se le representa como la culminación de las cuatro Razas Primordiales, en su forma de once caras

Ésta es una columna construida en cuatro gradas, teniendo cada serie tres caras o cabezas de complexión diferente; siendo las tres caras de cada Raza del tipo de sus tres transformaciones fisiológicas fundamentales. La primera es blanca (del color de la luna); la segunda es amarilla; la tercera roja obscura; la cuarta, en la que sólo hay dos caras -pues la tercera está en blanco, como una referencia al fin prematuro de los Atlantes- es castaño oscuro. Padmapâni (Daksha) está sentado en la columna y constituye el ápice. A este respecto, compárese la Sloka. El Dhyân Chohan está representado con cuatro brazos, lo cual es otra alusión a las cuatro razas. Pues mientras dos están cruzados, en la tercera mano tiene un loto (Padmapâni, el “Portador del Loto”; la flor que simboliza la generación); y la cuarta sostiene una serpiente, emblema de la Sabiduría que posee. En su cuello tiene un rosario, y sobre su cabeza el signo del agua ........ -la materia, el diluvio- mientras que en su frente ostenta el tercer ojo, el ojo de Shiva, el del profundo conocimiento espiritual. Se le llama “Protector” (del Tibet), “Salvador de la Humanidad”. En otras ocasiones, cuando sólo tiene dos brazos, es Chenresi el Dhyâni, y Bodhisattva, Chakna Padma Karpo, “el que sostiene un loto blanco”. Otro nombre es Changton, “el de los mil ojos”, cuando está dotado de mil brazos y manos, en la palma de cada una de las cuales está representado un ojo de la Sabiduría, radiando estos brazos de su cuerpo como un bosque de rayos. Otro de sus nombres en sánscrito es Lokapati o Lokanâtha, “Señor del mundo”; y en tibetano, Jigten Gonpo, “Protector y Salvador” contra toda clase de mal.

            
Padmapâni, sin embargo, es el “Portador del Loto” simbólicamente, sólo para el profano; esotéricamente, significa el sostenedor de los Kalpas, el último de los cuales es llamado Padma, y representa la mitad de la vida de Brahmâ. Aunque en realidad es un Kalpa menor, se le llama Mahâ, “grande”, porque comprende la edad en que Brahmâ surgió de un Loto.Teóricamente los Kalpas son infinitos, pero prácticamente están divididos y subdivididos en el Espacio y en el Tiempo, y cada división, descendiendo hasta la más pequeña, tiene su Dhyâni propio como patrón o regente. Padmapâni (Avalokiteshvara) se convierte en China, en su aspecto femenino, en Kwan-yin, “el que asume la forma que quiere, para salvar a la humanidad”. El conocimiento del aspecto astrológico de las constelaciones en los respectivos “cumpleaños” de estos Dhyânis -incluso Amitâbha (el A-mi-to Fo de la China), a saber: el día 19 del mes segundo, el 17 del onceno y el 7 del tercero, etc.- da a los Ocultistas grandes facilidades para ejecutar lo que se llaman maravillas “mágicas”. Vese el porvenir de un individuo, con todos sus acontecimientos futuros dispuestos en orden, en un espejo mágico colocado bajo el rayo de ciertas constelaciones. Pero guardaos del reverso de la medalla, la BRUJERÍA.

H.P. Blavatsky  D.S T III

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