I. - Fisiparismo
b) Según se ha visto en la división de la célula
nucleada, en que el núcleo se rompe en dos subnúcleos, los cuales, o bien se
desarrollan dentro de la pared celular original, o la rompen y se multiplican
al exterior como entidades independientes. (Compárese la Primera Raza-Raíz).
II. - Brotación
Una
pequeña parte de la estructura padre se hincha en la superficie y finalmente se
separa, creciendo hasta el tamaño del organismo original; por ejemplo: muchos
vegetales, la anémona marina, etc. (Compárese Segunda Raza-Raíz) .
III. - Esporas
Una
sola célula expelida por el organismo padre, y que se desarrolla en un
organismo multicelular que reproduce los rasgos de aquél; v. g. las bacterias y
los musgos.
IV. - Hermafroditismo Intermedio
Órganos
masculinos y femeninos inherentes a un mismo individuo; por ejemplo, la mayoría
de las plantas, gusanos y caracoles, etc.; relacionado con la brotación
(Compárese Segunda Raza y la temprana Tercera).
V. -Unión
verdaderamente sexual
(Compárese
Tercera Raza ulterior).
Llegamos
ahora a un punto importante respecto de la doble evolución de la raza humana.
Los Hijos de la Sabiduría, o los Dhyânis Espirituales,
se habían vuelto “intelectuales” por el contacto con la Materia pues habían
alcanzado ya en ciclos anteriores de encarnación ese grado de inteligencia que
les permitía ser entidades independientes y conscientes en este plano de Materia. Renacieron sólo por razón de efectos
Kármicos. Entraron en aquellos que estaban “preparados”, convirtiéndose en los
Arhats, o Sabios, antes mencionados. Esto necesita una explicación.
No
significa ello que unas Mónadas entraron en Formas en que estaban ya otras
Mónadas. Eran “Esencias”, “Inteligencias” y Espíritus
Conscientes; Entidades que buscaban hacerse aún más conscientes uniéndose
con Materia más desarrollada. Su esencia era demasiado pura para distinguirse
de la Esencia Universal; pero sus “Egos” o Manas (puesto que se llaman
Mânasaputras, nacidos de Mahat o Brahmâ) tenían que pasar por experiencias
humanas terrestres para llegar a ser todosabios
y poder marchar por el ciclo ascendente de vuelta. Las Mónadas no son
principios discretos, limitados o
condicionados, sino rayos de aquel Principio universal absoluto. La entrada de un rayo de sol siguiendo a otro a través de
la misma abertura en una habitación obscura no constituiría dos rayos sino uno solo más intenso. No
está en el curso de la ley natural que el hombre pueda llegar ser un Ser
Septenario perfecto antes de la
Séptima Raza en la Séptima Ronda. Sin embargo, tiene en él todos esos principios
en estado latente desde su nacimiento. Tampoco forma parte de la ley
evolucionaria que el Quinto Principio (Manas) alcance todo su desarrollo antes
de la Quinta Ronda. Todas esas inteligencias prematuramente desarrolladas (en
el plano espiritual) en nuestra Raza,
son anormales; son los que hemos
llamado “Seres de la Quinta Ronda”. Aun en la futura Séptima Raza, al final de
esta Cuarta Ronda, al paso que nuestros cuatro principios inferiores estarán
completamente desarrollados, el Manas sólo lo estará proporcionalmente. Esta
limitación, sin embargo, se refiere sólo al desarrollo espiritual.
El
intelectual, en el plano físico, se alcanzó durante la Cuarta Raza-Raíz. Así,
los que estaban “medio preparados”, que no recibieron “sino una Chispa”, constituyen
la masa humana que tiene que adquirir su intelectualidad en la evolución
Manvantárica presente, después de la cual estará pronta en la próxima para la
recepción completa de los “Hijos de la Sabiduría”. Mientras que los que “no estaban preparados”,
las Mónadas más tardías, que apenas habían salido de sus últimas formas
animales transitorias inferiores al final de la Tercera Ronda, permanecieron
siendo los de “cabeza estrecha” de la Estancia. Esto explica la de otro modo
incomprensible gradación de inteligencia que existe aún hoy entre las
diversas razas de hombres, desde el
salvaje bosquimano al europeo.
Esas tribus salvajes, cuya facultad razonadora
apenas pasa del nivel animal, no son los injustamente desheredados, o los no favorecidos, como algunos pueden
creer, nada de eso. Son sencillamente los que llegaron los últimos entre las Mónadas humanas, que “no estaban
preparados”; que tienen que desarrollarse durante la presente Ronda, como
también en los tres Globos restantes, y por tanto, en cuatro planos de ser
diferentes, a fin de alcanzar el nivel de la clase del término medio cuando
lleguen a la Quinta Ronda. La siguiente observación puede ser útil al
estudiante como materia para pensar sobre el asunto. Las Mónadas de los
ejemplares inferiores de la humanidad, los isleños salvajes del Mar del Sur de
“cabeza estrecha”, los africanos, los australianos, no tenían Karma alguno que agotar cuando nacieron por vez primera como
hombres, cual sucedía con sus hermanos más favorecidos en inteligencia. Los
primeros están tejiendo su Karma sólo ahora: los últimos están cargados con
Karma pasado, presente y futuro. De suerte que en este punto el pobre salvaje
es más afortunado que el genio más grande de los países civilizados.
Hagamos
una pausa antes de continuar dando tales extrañas enseñanzas. Tratemos de
averiguar hasta qué punto las antiguas Escrituras, y aun la Ciencia misma,
permiten la posibilidad de tan sorprendentes datos como proporciona nuestra
Antropogénesis, o hasta los llega a corroborar claramente.
Recapitulando
lo que ya se ha dicho, vemos que la Doctrina Secreta asigna al hombre:
1º, un
origen poligenésico;
2º, una diversidad de modos de procreación antes de que la
humanidad cayese en el método ordinario de generación;
3º, que la evolución de
los animales -por lo menos la de los mamíferos- sigue a la del hombre en lugar
de precederla. Y esto es diametralmente opuesto a las teorías, generalmente
aceptadas hoy, de la evolución y del descenso del hombre de un antecesor
animal.
Dando
al César lo que es del César, examinemos antes que nada la aceptación de la
teoría poligenésica entre los hombres de ciencia.
Ahora
la mayoría de los evolucionistas darwinianos se inclina a una explicación
poligenésica del origen de las razas. en este particular, sin embargo, como en
muchos otros casos, los hombres científicos andan a la buena ventura;
concuerdan para ponerse en desacuerdo.
¿Desciende
el hombre de una sola pareja o de varios grupos, monogenismo o
poligenismo? En lo que uno puede decidirse respecto de lo que, dada la carencia
de testigos (?), no será jamás conocido (?), la segunda hipótesis es con mucho
la más probable .
Abel
Hovelacque, en su Science of Language,
llega a una conclusión semejante, argumentando con la evidencia del alcance de
un investigador lingüístico.
En
un discurso pronunciado ante la Asociación Británica, el profesor W. H. Flower
hizo la siguiente observación sobre el asunto:
La
opinión que parece concordar mejor con lo que se conoce de los caracteres y
distribución de las razas del hombre... es una modificación de la hipótesis
monogenista (!). Sin entrar en la difícil cuestión de cómo fue la primera
aparición del hombre en el mundo, tenemos que asignarle una vasta antigüedad,
por lo menos si se mide por cualquier método histórico. Si pudiésemos de algún modo disponer de anales paleontológicos
completos, podría reconstruirse la historia del hombre, pero nada de esto es
fácil que ocurra.
Semejante
opinión debe considerarse como fatal al dogmatismo de los evolucionistas
físicos, pues abre gran margen a las especulaciones Ocultistas. Los adversarios
de la teoría de Darwin eran y son aún poligenistas. “Gigantes intelectuales”,
tales como John Crawford y James Hunt discutieon el problema y favorecieron la
poligénesis, y en su época había un sentimiento más fuerte en favor que en
contra de esta teoría. Sólo en 1864 fue cuando los darwinistas principiaron a
aceptar la teoría de la unidad, de la cual los Sres. Huxley y Lubbock fueron
los primeros corifeos.
Respecto
de la otra cuestión de la prioridad del hombre a los animales en el orden de la
evolución, la respuesta está pronta. Si el hombre es realmente el Microcosmo
del Macrocosmo, entonces la enseñanza no tiene nada de imposible, y no es sino
lógica. Porque el hombre se convierte en ese Macrocosmo para los tres reinos
inferiores bajo él. Hablando desde un punto de vista físico, todos los reinos
inferiores, excepto el mineral -el cual es la luz misma cristalizada e
inmetalizada-, desde las plantas a las criaturas que precedieron a los primeros
mamíferos, todos se han consolidado en sus estructuras físicas por medio del
“polvo desechado” de aquellos minerales, y los
residuos de materia humana, de cuerpos vivos y muertos de que se alimentaban y
que les dieron sus cuerpos externos.
A su vez, también el hombre se hizo
más físico reabsorbiendo en su sistema lo que había expelido, y que se había
transformado en los crisoles animales vivos, por los cuales había ello pasado,
debido a las transmutaciones alquímicas de la Naturaleza. en aquellos tiempos
existían animales que nuestros naturalistas modernos jamás han soñado; y
mientras más fuerte se hacía el hombre material físico -los gigantes de
aquellas épocas- tanto más poderosas eran sus emanaciones.
Una vez que la
“Humanidad” Andrógina se separó en sexos, transformados por la Naturaleza en
máquinas portadoras de criaturas, cesó de procrear sus semejantes por medio de
gotas de energía vital que manaban del cuerpo. Pero cuando el hombre ignoraba
aún sus poderes procreadores en el plano humano -antes de su Caída, como diría
un creyente en Adán- toda esta energía vital que esparcía por todas partes, fue
empleada por la Naturaleza en la producción de las primeras formas animales
mamíferas. La Evolución es un ciclo
eterno de devenir, se nos enseña; y la Naturaleza jamás desperdicia un solo
átomo. Además, desde el principio de la Ronda, todo en la Naturaleza tiende a
convertirse en Hombre. Todos los impulsos de la Fuerza dual, centrífuga y
centrípeta, se dirigen hacia un punto, el HOMBRE. El progreso es la sucesión de
los seres, dice Agassiz:
Consiste
en una similaridad creciente de la fauna viva, y sobre todo entre los
vertebrados, en la progresiva semejanza con el hombre. El hombre es el fin
hacia el cual ha tendido toda la creación animal
desde que comenzaron a aparecer los primeros peces paleozoicos.
Precisamente;
pero los “peces paleozoicos” están en la curva inferior del arco de la
evolución de las formas, y esta Ronda
principió con el Hombre Astral, el reflejo
de los Dhyân Chohans, llamados los “Constructores”. El Hombre es el alfa y la omega de la creación objetiva. Según se dice en Isis sin Velo:
Todas
las cosas tuvieron su origen en el Espíritu, pues la evolución principió
originalmente desde arriba y procedió hacia abajo, en lugar de lo contrario que
enseña la teoría darwinista.
Por
lo tanto, la tendencia de que habla el eminente naturalista antes citado es
inherente en cada átomo. Sólo que, si se la aplicase a ambos aspectos de la
evolución, las observaciones hechas chocarían grandemente con la teoría
moderna, que casi se ha convertido ahora en ley (darwinista).
Pero
al citar el pasaje de la obra de Agassiz con aprobación, no debe entenderse que
los Ocultistas hacen con ello concesión
alguna a la teoría que hace derivar al hombre del reino animal. El hecho de que
el hombre precedió en esta Ronda a los mamíferos, evidentemente no está
impugnado por la consideración de que estos siguen la estela del hombre.
LOS NACIDOS-POR-SÍ-MISMOS. NO ESTÁN
DISPUESTOS. DESDEÑARON A LOS
NACIDOS DEL SUDOR. NO ESTÁN
COMPLETAMENTE PREPARADOS. NO
QUISIERON EMPEZAR EN EL PRIMER NACIDO DEL
HUEVO.
A
un deísta o a un cristiano este versículo le sugeriría más bien una idea
teológica: la de la Caída de los Ángeles por el Orgullo. En la Doctrina
Secreta, sin embargo, las razones para negarse a encarnar en cuerpos físicos a medio preparar parece se hallan más
relacionadas con causas fisiológicas que metafísicas. No todos los organismos
estaban suficientemente preparados. Los Poderes Encarnantes escogieron los
frutos más maduros, y desdeñaron el resto.
Por
una curiosa coincidencia, al tener que escoger un nombre para el continente en
que los primeros Andróginos, la Tercera Raza-Raíz, se separaron, la escritora
eligió, fundándose en consideraciones geográficas, el de “Lemuria”, inventado
por Mr. P. L. Sclater. Más tarde, leyendo Pedigree
of Man de Haeckel, se encontró con que el “Animalista” alemán había elegido
este nombre para su desaparecido continente. Aplica él con bastante propiedad
el centro de la evolución humana a la Lemuria, pero con una ligera variación
científica. Al hablar de ella como de la “cuna de la humanidad”, describe la
transformación gradual del mamífero antropoide en salvaje primitivo. Vogt,
también, sostiene que en América el hombre surgió de una rama de monos
platirrinos, independientemente de
los troncos africano y asiático, procedentes de los catirrinos del antiguo
mundo. Los antropólogos, como de costumbre, están en completo desacuerdo en
esta cuestión, como lo están en muchas otras. Examinaremos esta pretensión a la
luz de la Filosofía Esotérica, en la Estancia VIII. Mientras tanto,
detengámonos un momento a considerar los varios procedimientos consecutivos de
procreación, con arreglo a la ley de la Evolución.
Principiemos
por el modo de reproducción de las últimas subrazas de la Tercera Raza Humana;
por aquellos que se vieron dotados de “Fuego Sagrado”, de la Fulguración de los
Seres superiores y entonces independientes, que fueron los Padres psíquicos y
espirituales del Hombre, como los Pitri Devatâs inferiores (los Pitris) fueron
los Progenitores de su cuerpo físico. Esa Tercera Raza santa consistía en
hombres, a los cuales se les describía, en su cenit, como “enormes gigantes con
la fuerza y hermosura de dioses, y despositarios de todos los misterios del
Cielo y de la Tierra”. ¿Han caído
ellos también, y, en ese caso, fue la encarnación la “Caída”?
De
esto trataremos seguidamente. Lo único que ahora debemos observar sobre ellos
es que los Dioses y Héroes principales de la Cuarta y Quinta Razas, como
antigüedad menor, son las imágenes
deificadas de estos Hombres de la Tercera. Los días de su pureza
fisiológica, y los de su llamada Caída, han sobrevivido tanto en el corazón
como en la memoria de sus descendientes. De aquí la naturaleza dual que
presentan estos Dioses, cuyas virtudes así como sus pecados han sido exaltados
hasta el último extremo en las biografías compuestas por la posteridad. Fueron
ellos las Razas Pre-Adámicas y
Divinas, de las cuales la misma Teología, para la que todas ellas son “razas
cainitas y maldecidas”, principia ahora a ocuparse.
Pero,
en primer término, debemos tratar de la acción de los “Progenitores Espirituales”
de aquella Raza. Hay que explicar un punto muy difícil y abstruso referente a
las Slokas 26 y 27.
26 CUANDO EL EXUDADO PRODUJO AL NACIDO DEL
HUEVO, AL DOBLE, AL PO-
TENTE, AL PODEROSO CON HUESOS, LOS SEÑORES
DE LA SABIDURÍA DIJERON:
“AHORA CREAREMOS”.
¿Por
qué “ahora” y no antes? Esto lo explica la Sloka que sigue:
27 LA TERCERA RAZA SE CONVIRTIÓ EN EL VÂHAN DE LOS SEÑORES DE LA
SABIDURÍA. CREÓ HIJOS DE LA VOLUNTAD Y DEL
YOGA, POR KRIYÂSHAKTI LOS
CREÓ, LOS SANTOS PADRES. ANTECESORES DE
LOS ARHATS...
¿Cómo
fue que ellos “crearon”, dado que los “Señores de la Sabiduría” son idénticos a
los Devas indos que se negaron a “crear”? Evidentemente Ellos son los Kumâras
del Panteón Hindú y de los Purânas,
los Hijos Mayores de Brahmâ.
Sanandana
y los otros hijos de Vedhas (quienes), creados previamente por él... sin deseos
ni pasiones, (permanecieron castos) inspirados por santa sabiduría... y sin
deseos de progenie.
El poder, por el cual crearon primeramente, es lo que ha sido causa de su degradación desde su alto estado a la posición de Malos Espíritus, de Satán y de su Hueste, creados a su vez por la impura fantasía de los credos exotéricos.Este poder fue el de Kriyâshakti, ese
misterioso y divino poder latente en la voluntad
de cada hombre, y el cual, si no es llamado a la vida, animado y desarrollado
por la práctica Yoga, permanece dormido en 999.999 hombres de cada millón, y
así se llega a atrofiar. Este poder es explicado en los “Doce Signos del
Zodíaco”, como sigue:
Kriyâshakti: El misterioso poder del pensamiento que le permite
producir resultados fenomenales, externos, perceptibles por su propia energía
inherente. Los antiguos sostenían que cualquier idea se manifestará externamente si se concentra la atención
de uno (y la voluntad) intensamente
en ella. Igualmente, una intensa volición será seguida por el resultado que se
desea.
Un
Yogi ejecuta por lo general sus maravillas por medio de Ichchhâskakti (poder de
la Voluntad), y Kriyâshakti.
La
Tercera Raza había creado así a los llamados HIJOS DE VOLUNTAD Y DE YOGA, o los
“Antecesores” -los Antepasados Espirituales-
de todos los Arhats subsiguientes y actuales, o Mahâtmâs, de un modo
verdaderamente inmaculado. Fueron, a
la verdad, creados, no engendrados,
como lo fueron sus hermanos de la Cuarta Raza, que fueron engendrados
sexualmente después de la separación de los sexos, la “Caída del Hombre”. Pues
la creación no es sino el resultado de la voluntad operando sobre la Materia
fenomenal; el hace salir de ella la Luz
Primordial Divina y la Vida Eterna.
Fueron ellos el “Grano de la Semilla Santa” de los futuros Salvadores de la
Humanidad.
Aquí
tenemos que hacer una nueva interrupción para explicar ciertos puntos
difíciles, de los cuales hay tantos. Es casi imposible evitar tales
interrupciones.
El
orden de la evolución de las Razas Humanas se encuentra como sigue en el Libro
Quinto de los Comentarios, según ya se ha expuesto:
Los primeros hombres fueron Chhâyâs 1º; los
Segundos los “nacidos del Sudor” 2º; los terceros “los nacidos del Huevo” y los
santos Padres nacidos por el poder de Kryâshakti 3º; los Cuartos fueron los
hijos de Padmapâni (Chenresi) 4º.
Por supuesto,
tales modos primitivos de procreación -por la evolución de la propia imagen,
por gotas de sudor; después de eso, por Yoga; y luego por lo que la gente
considerará como mágico (Kriyâshakti)- están condenados de antemano a ser
considerados como cuento de hadas. Sin embargo, desde el primero al último nada
hay realmente en ellos de milagroso, ni nada que no pueda demostrarse que sea
natural. Esto hay que probarlo.
1º El nacimiento Chhâyâ, o el modo primordial de
procreación sin sexos -la Primera
Raza habiendo emanado, por decirlo
así, de los cuerpos de los Pitris- se halla aludida en una alegoría cósmica de
los Purânas. Es la hermosa
alegoría e historia de Sanjnâ, la hija de Vishvakarman, casada con el Sol,
quien “no pudiendo resistir los fervores de su Señor”, le dio su Chhâyâ
(sombra, imagen o cuerpo astral), mientras que ella se retiró a la espesura
para practicar devociones religiosas o Tapas. El Sol, creyendo que la Chhâyâ
era su esposa, engendró hijos con ella, como Adán con Lilith, también una sombra etérea, como en la leyenda,
aunque monstruosa hembra real viviente hace millones de años.
Pero
quizás este ejemplo pruebe muy poco, excepto quizá la exuberante fantasía de
los autores Puránicos. Tenemos preparada otra prueba. Si las formas
materializadas, que a veces se ven emanar de los cuerpos de ciertos médiums,
pudiesen fijarse y hacerse sólidas en lugar de desvanecerse, la “creación” de
la Primera Raza sería perfectamente comprensible. Esta clase de procreación no
dejará de ser sugestiva para el estudiante. Ni el misterio ni la imposibilidad
de tal procedimiento son ciertamente mayores -al paso que es mucho más
comprensible para la inteligencia del verdadero pensador metafísico- que el
misterio de la concepción del feto, su gestación y nacimiento como niño, como
actualmente lo conocemos.
Pasemos
ahora a la curiosa y poco comprendida corroboración de los Purânas, acerca del “nacido del Sudor”.
2º Kandu era un sabio y un Yogi, eminente en
sabiduría y piadoso en sus austeridades, las cuales, finalmente, despertaron la
envidia de los Dioses, quienes están representados en las Escrituras indas en
lucha eterna con los Ascetas. Indra, el “Rey de los Dioses”, envió
finalmente una de sus Apsarases para tentar al sabio. Esto no es peor que
Jehovah mandando a Sarah, la esposa de Abraham, que tentase a Faraón; pero,
verdaderamente, estos Dioses (y Dios), siempre tratando de distraer a los
Ascetas para hacerles perder así el fruto de sus austeridades, son los que
deben ser considerados como “demonios tentadores”, en lugar de aplicar el
término a los Rudras, Kumâras y Asuras, cuya gran santidad y castidad parecen
un reproche permanente para los Dioses Tenorios del Panteón. Pero lo contrario
es lo que encontramos en todas las alegorías Puránicas, y no sin una buena
razón esotérica.
El
rey de los Dioses o Indra envía una hermosa Apsaras (ninfa) llamada Pramlochâ,
para seducir a Kandu y distraerle de sus penitencias. El éxito corona su fin
impío, y “novecientos siete años, seis meses y tres días” pasados en su
compañía, le parecen al Sabio un día solo. Al terminar este estado psicológico
o hipnótico, el Muni maldice amargamente a la criatura que le ha seducido,
perturbando así sus devociones: “¡Aléjate, vete!”, exclama, “¡vil conjunto de
ilusiones!” Y Pramlochâ, aterrada, huye enjugándose
la transpiración de su cuerpo con
las hojoas de los árboles al pasar por el aire.
La
ninfa siguió su marcha de árbol en árbol, y con los vástagos sombríos que
coronaban sus copas secó sus miembros; el hijo que había concebido del Rishi
vino a luz por los poros de su piel, en gotas de sudor. Los árboles recibieron
el rocío viviente; y los vientos los juntaron en una masa. “Esto” -dijo Soma
(la Luna)- “yo lo maduré con mis rayos; y gradualmente aumentó de tamaño, hasta
que la exhalación que había quedado en la cima de los árboles se convirtió en
la hermosa joven llamada Mârishâ”.
Ahora
bien; Kandu representa la Primera Raza. Es un hijo de los Pitris, y por tanto, carecía de mente, circunstancia que se
halla indicada en el hecho de que no podía distinguir entre un período de cerca
de mil años, y un día; así, pues, se le representa como fácil de ser engañado y
cegado. Es una variante de la alegoría de Adán en el Génesis, nacido como una imagen de barro, en la cual el “Señor
Dios” exhala el “soplo de vida”, pero no la inteligencia y discernimiento, que
sólo se desarrollan después que hubo probado el fruto del Árbol del
Conocimiento; en otras palabras, después que hubo adquirido el primer
desarrollo de la mente, e implantado en él Manas, cuyo aspecto terrestre es
terrenal, aunque sus facultades más elevadas le relacionen con el Espíritu y el
Alma Divina. Pramlochâ es la Lilith
inda del Adán Ario; y Mârishâ , la hija nacida del sudor de sus poros, es el
“nacido del Sudor”, y representa el símbolo de la Segunda Raza de la Humanidad.
No
es Indra quien figura en este caso en los Purânas,
sino Kâmadeva, el Dios del amor y del deseo, quien envía Pramlochâ a la Tierra.
La lógica, como igualmente la Doctrina Esotérica, muestra que debe ser así.
Porque Kâma es el rey y señor de las Apsarases, siendo Pramlochâ una de ellas;
y por tanto, cuando Kandu exclama al maldecirla: “Has llevado a cabo la obra
encomendada por el monarca de los dioses, ¡vete!”, debe indicar por aquel
monarca a Kâma y no a Indra, de quien las Apsarases no dependen. Kâma, además
es en el Rig Veda la
personificación del sentimiento que conduce e impulsa a crear. Fue el Primer Movimiento que impulsó al
UNO a crear, después de su manifestación
desde el Principio Abstracto puro.
Primeramente
surgió en Él el deseo, que fue el Germen Primordial de la Mente; y que los
Sabios, al investigar con su inteligencia, han descubierto ser el lazo que
relaciona a la Entidad con la No-Entidad.
Un
Himno en el Atharva Veda exalta a
Kâma al rango de Dios supremo y Creador, y dice
Kâma
nació el primero. A Él, ni los Dioses, ni los Padres (Pitris), ni los Hombres,
han igualado.
El
Atharva Veda lo identifica con Agni, pero lo hace superior a este Dios.
El Taittirîya Brâhmana hace de él, alegóricamente, el hijo de Dharma (deber moral
religioso, la piedad y la justicia), y de Shraddhâ (la fe). En otra parte, Kâma
nace del corazón de Brahmâ; por lo tanto, es Âtmabhû “Existente por sí Mismo”,
y Aja, el “No-nacido”. Su acto de enviar a Pramlochâ tiene un profundo sentido
filosófico; mientras que enviada por Indra, la narración no tendría ninguno.
Así como Eros estaba relacionado en
la primitiva mitología griega con la creación del mundo, y sólo después fue
cuando se convirtió en el Cupido sexual, lo mismo sucedía con Kâma en su
carácter védico original; pues el Harivamsha
hace de él un hijo de Lakshmi, la cual es Venus. La alegoría, como ya se ha
dicho, muestra al elemento psíquico desarrollando el fisiológico, antes del
nacimiento de Daksha -el progenitor de
los verdaderos hombre físicos- que se dice nació de Mârishâ, y antes de
cuyo tiempo eran procreadores los seres vivientes y los hombres “por la
voluntad, por la vista, por el tacto, y por yoga”, como se verá.
Ésta
es, pues, la alegoría respecto del modo de procreación de la Segunda Raza o la
“Nacida del Sudor”. Lo mismo sucede con la Tercera Raza en su desarrollo final.
Mârishâ,
por influencias de Soma, la Luna, es tomada por esposa por los Prachetases,
producidos también por los hijos de Brahmâ “Nacidos de la Mente”, de quien
tuvieron al Patriarca Daksha, hijo asimismo de Brahmâ en un Kalpa o vida
anterior; explicación que añaden los Purânas
a fin de extraviar, pero, sin embargo, diciendo la verdad.
3º La primera parte de la Tercera Raza fue,
luego, producida por gotas de “Sudor”, las cuales, después de muchas
transformaciones, se desarrollaban como cuerpos humanos. Esto no es más difícil
de concebir y comprender que el desarrollo del feto de un germen imperceptible,
y su crecimiento subsiguiente como niño, y después como hombre fuerte y pesado.
Pero la Tercera Raza, aún cambia de nuevo su modo de procreación, según los
Comentarios. Se dice que emanó una vis
formativa que cambió las gotas de
sudor en gotas mayores, las cuales crecieron, se dilataron y se convirtieron en
cuerpos ovoideos -huevos enormes. En estos el feto humano pemanecía en
gestación por varios años. En los Purânas,
Mârishâ, la hija de Kandu, el sabio, se convierte en esposa de los Prachetases,
y en madre de Daksha. Ahora bien; Daksha, nacido de este modo, es parte de los
primeros Progenitores de forma humana. Más adelante se le
menciona. La evolución del hombre, el microcosmo, es análoga a la del Universo,
el macrocosmo. Su evolución se halla entre la de este último y la del animal,
para el cual el hombre es, a su vez, un macrocosmo.
Luego
la Tercera Raza se convierte en:
4º La Andrógina, o Hermafrodita. Este proceso de
producirse los hombres explica quizás por qué Aristófanes, en el Banquete de Platón, describe la
naturaleza de la raza antigua como “andrógina” siendo redonda la forma de todos
los individuos, y “teniendo la espalda y los costados como en un círculo”, y cuya “manera de correr era circular..., terribles
por su robustez y fuerza, y con ambición prodigiosa”. Por tanto, a fin de
hacerlos más débiles, “Zeus los dividió (en la Tercera Raza Raíz) en dos, y
Apolo (el Sol), bajo su dirección cerró la piel”.
En
Madagascar -isla que perteneció a la Lemuria- existe una tradición acerca del
primer hombre. Al principio vivió sin comer, pero, habiéndolo hecho, apareció
una hinchazón en una pierna; ésta reventó y surgió una mujer, que luego fue la
madre de su raza. Verdaderamente, “tenemos nuestras ciencias de la
Heterogénesis y Partenogénesis, que muestran que el campo continúa abierto...
Los pólipos... producen su prole de ellos mismos, como los brotes y ramas de un
árbol...” ¿Por qué no ha de haber existido el pólipo humano? El interesantísimo pólipo estauridio pasa alternativamente
de la gemación a la reproducción sexual. Caso bastante curioso; aun cuando
crece como un simple pólipo o tallo, produce gémulas que finalmente se
convierten en una ortiga de mar o medusa. La medusa es completamente distinta
del organismo padre, el estauridio.
También se reproduce ella de un modo
diferente, por el método sexual, y de los huevos que resultan, aparece de nuevo
el estauridio. Este hecho sorprendente puede ayudar a muchos a comprender que
una forma pueda desarrollarse -como los Lemures con sexo de una parentela hermafrodita-
de un modo completamente distinto de sus progenitores inmediatos. Además, es
incuestionable que en el caso de las encarnaciones humanas, la ley Kármica, de raza o individual, domina a las
tendencias subordinadas de la Herencia, su servidora.
El
significado de la última frase del Comentario antes citado sobre la Sloka 27, a
saber: que la Cuarta Raza la formaron los hijos de Padmapâni, puede tener su
explicación en cierta carta del Inspirador de Esoteric Buddhism (8-º edic., pág. 70):
La mayoría de la humanidad pertenece a la
séptima subraza de la Cuarta Raza Raíz: los chinos antes mencionados y sus
retoños y ramas pequeñas (malayos, mogoles, tibetanos, húngaros, finlandeses, y
hasta los esquimales) son todos restos de este último brote.
Padmapâni o
Avalokiteshavara, en sánscrito, es en tibetano, Chenresi. Ahora bien;
Avalokiteshvara es el gran Logos en su aspecto superior y en las regiones
divinas. Pero en los planos manifestados es, como Daksha, el Progenitor (en
sentido espiritual), de los hombres. Padmapâni-Avalokiteshvara es llamado esotéricamente Bodhisattva (o Dhyân Chohan),
Chenresi Vanchug, “el poderoso y que todo lo ve”. Se le considera ahora como el
gran protector del Asia en general, y del Tibet en particular. A fin de guiar a
los tibetanos y Lamas en la santidad, y de preservar a los grandes Arhats en el
mundo, se dice que este Ser celestial se manifiesta, de edad en edad, en forma
humana. Una leyenda popular dice que siempre que la fe principia a extinguirse
en el mundo, Padmapâni Chenresi, el “Portador del Loto”, emite un brillante
rayo de luz, y seguidamente se encarna en uno de los dos grandes Lamas (el
Dalai Lama y el Teschu Lama); finalmente, se cree que encarnará como el “Buddha
más perfecto”, en el Tibet, en lugar de la India, donde sus predecesores, los
grandes Rishis y Manus, aparecieron en el principio de nuestra Raza, pero ya no
aparecen más. Hasta la apariencia exotérica del Dhyâni Chenresi sugiere la
Enseñanza Esotérica. Igualmente que Daksha, él es, a no dudarlo, la síntesis de
todas las Razas precedentes, y el progenitor de todas las Razas humanas después de la Tercera -la
primera completa- y así se le representa como la culminación de las cuatro Razas Primordiales, en su forma de once caras.
Ésta es una columna
construida en cuatro gradas, teniendo cada serie tres caras o cabezas de
complexión diferente; siendo las tres caras de cada Raza del tipo de sus tres
transformaciones fisiológicas fundamentales. La primera es blanca (del color de
la luna); la segunda es amarilla; la tercera roja obscura; la cuarta, en la que
sólo hay dos caras -pues la tercera está en blanco, como una referencia al fin
prematuro de los Atlantes- es castaño oscuro. Padmapâni (Daksha) está sentado
en la columna y constituye el ápice. A este respecto, compárese la Sloka. El
Dhyân Chohan está representado con cuatro brazos, lo cual es otra alusión a las
cuatro razas. Pues mientras dos están cruzados, en la tercera mano tiene un
loto (Padmapâni, el “Portador del Loto”; la flor que simboliza la generación);
y la cuarta sostiene una serpiente, emblema de la Sabiduría que posee. En su
cuello tiene un rosario, y sobre su cabeza el signo del agua ........ -la
materia, el diluvio- mientras que en su frente ostenta el tercer ojo, el ojo de
Shiva, el del profundo conocimiento espiritual. Se le llama “Protector” (del
Tibet), “Salvador de la Humanidad”. En otras ocasiones, cuando sólo tiene dos
brazos, es Chenresi el Dhyâni, y Bodhisattva, Chakna Padma Karpo, “el que
sostiene un loto blanco”. Otro nombre es Changton, “el de los mil ojos”, cuando
está dotado de mil brazos y manos, en la palma de cada una de las cuales está
representado un ojo de la Sabiduría, radiando estos brazos de su cuerpo como un
bosque de rayos. Otro de sus nombres en sánscrito es Lokapati o Lokanâtha,
“Señor del mundo”; y en tibetano, Jigten Gonpo, “Protector y Salvador” contra
toda clase de mal.
Padmapâni,
sin embargo, es el “Portador del Loto” simbólicamente, sólo para el profano;
esotéricamente, significa el sostenedor de los Kalpas, el último de los cuales
es llamado Padma, y representa la mitad de la vida de Brahmâ. Aunque en
realidad es un Kalpa menor, se le llama Mahâ, “grande”, porque comprende la
edad en que Brahmâ surgió de un Loto.Teóricamente los Kalpas son infinitos,
pero prácticamente están divididos y subdivididos en el Espacio y en el Tiempo,
y cada división, descendiendo hasta la más pequeña, tiene su Dhyâni propio como
patrón o regente. Padmapâni (Avalokiteshvara) se convierte en China, en su
aspecto femenino, en Kwan-yin, “el que asume la forma que quiere, para salvar a
la humanidad”. El conocimiento del aspecto astrológico de las constelaciones en
los respectivos “cumpleaños” de estos Dhyânis -incluso Amitâbha (el A-mi-to Fo
de la China), a saber: el día 19 del mes segundo, el 17 del onceno y el 7 del
tercero, etc.- da a los Ocultistas grandes facilidades para ejecutar lo
que se llaman maravillas “mágicas”. Vese el porvenir de un individuo, con todos
sus acontecimientos futuros dispuestos en orden, en un espejo mágico colocado bajo el rayo de ciertas
constelaciones. Pero guardaos del reverso de la medalla, la BRUJERÍA.
H.P. Blavatsky D.S T III
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