martes, 22 de septiembre de 2015

ESTANCIA VIII (Parte1)





EVOLUCIÓN DE LOS ANIMALES MAMÍFEROS:
LA PRIMERA CAÍDA

28. Cómo se produjeron los primeros mamíferos.  29. Una evolución casi darwiniana.  
30. Los animales adquieren cuerpos sólidos.  31. Su separación en sexos.  32. El primer pecado de los hombres sin mente.

28 DE LAS GOTAS DE SUDOR, DEL RESIDUO DE LA SUBSTANCIA, MATERIAL PROCE DENTE DE LOS CUERPOS MUERTOS DE HOMBRES Y ANIMALES DE LA RUEDA AN- TERIOR , Y DEL POLVO DESECHADO, FUERON PRODUCIDOS LOS PRIMEROS
ANIMALES.
         
La Doctrina Oculta  sostiene que, en esta Ronda, los mamíferos fueron obra de la evolución posterior al hombre. La evolución procede por Ciclos. El gran Ciclo Manvantárico de Siete Rondas, al principiar en la Primera Ronda con el mineal, vegetal y animal, conduce su obra evolucionaria, en arco descendente, a un punto muerto en la mitad de la Cuarta Raza, al final de la primera mitad de la Cuarta Ronda. Es, pues, en nuestra Tierra -la cuarta Esfera y la inferior a todas- y en la presente Ronda, donde se ha llegado a ese punto medio. 

Y puesto que la Mónada ha pasado, después de su primera “inmetalización” en el Globo A, por los mundos mineral, vegetal y animal en cada uno de los grados de los tres estados de materia, excepto el último grado del estado tercero sólido, que ella sólo alcanza en el punto medio de la evolución, es completamente lógico y natural que, al principio de la Cuarta Ronda, en el Globo D, el Hombre fuese el primero en aparecer, así como también que su constitución fuese de la materia más tenue compatible con la objetividad. Diciéndolo aún más claro: si la Mónada principia su ciclo de encarnaciones por los tres reinos objetivos en la línea curva descendente, tiene igualmente que entrar como hombre de un modo necesario, en la línea curva reascendente de la Esfera. En el arco descendente, es lo espiritual lo que gradualmente se transforma en lo material. 

En la línea media de la base, el Espíritu y la Materia se equilibran en el Hombre. En el arco ascendente, el Espíritu vuelve a afirmarse lentamente a costa de lo físico, o de la Materia, de modo que al final de la Séptima Raza de la Séptima Ronda, la Mónada se verá tan libre de la Materia y de todas sus cualidades como lo estaba en el principio; pero habrá ganado, además, la experiencia y la sabiduría, el fruto de todas sus vidas personales, sin sus maldades y tentaciones.
            
Este orden de evolución se encuentra también en el primero y segundo capítulo del Génesis, si se leen en su sentido esotérico verdadero; pues el capítulo I contiene la historia de las tres primeras Rondas, así como  también la de las tres primeras Razas de la Cuarta, hasta el momento en que el Hombre es llamado a la vida consciente por los Elohim de la Sabiduría. En el capítulo I, los animales, las ballenas y las aves del aire son creados antes que el Adán andrógino. En el capítulo II, Adán (el sin sexo) viene primero, y los animales aparecen sólo después. Hasta el estado de sopor mental e inconsciencia de las dos primeras Razas, y de la primera mitad de la Tercera, está simbolizado en el segundo capítulo del Génesis, por el  sueño profundo de Adán. Lo que este “sueño” significa es el sueño sin ensueños de la inacción mental, el dormitar del Alma y de la Mente, y de ningún modo el proceso fisiológico de la diferenciación de los sexos, como imaginó un sabio teórico francés, M. Naudin.
            
Los Purânas, los fragmentos caldeos y egipcios y también las tradiciones chinas, todos parecen hallarse de acuerdo con la Doctrina Secreta respecto del proceso y orden de la evolución. Encontramos en ellos la corroboración de casi todas nuestras enseñanzas: por ejemplo, la declaración concerniente al modo ovíparo de procreación de la Tercera Raza, y hasta una alusión a un modo de procreación menos inocente de las primeras formas mamíferas.
            
Eran gigantescos, transparentes, mudos y monstruosos”, dice el Comentario.
            
Estúdiense en relación con esto los relatos de los diversos Rishis y sus variadas progenies. Pulastya es el padre de todas las Serpientes y Nâgas, una progenie ovípara; Kashyapa es abuelo, por su esposa Tâmrâ, de las aves y de Garuda, rey de la tribu alada; mientras que por su esposa Surabhî (o Kâmadhenu, la Vaca Divina), fue el padre de las vacas y búfalos, etc.
            
En la Doctrina Secreta los primeros Nâgas -seres más sabios que las Serpientes- son los “Hijos de la Voluntad y de Yoga”, nacidos antes de la separación completa de los sexos, “madurados en el hombre productor de huevos, creados por el poder (Kriyâshakti) de los santos Sabios” en la primitiva Tercera Raza.

            
“En estos encarnaron los Señores de los tres mundos (superiores) -las varias clases de Rudras, que habían sido Tushitas, que habían sido Jayas, que son Âdityas”; pues según lo explica Parâshara: “Existen cien apelativos de los  Rudras inmensamente poderosos”.
            
Algunos de los descendientes de los Nâgas primitivos, las Serpientes de Sabiduría, poblaron América cuando su continente se levantó durante los días florecientes de la gran Atlántida; pues América es el Pâtâla o las antípodas de Jambu-dvîpa, no de Bhâratavarsa. De lo contrario, ¿de dónde proceden las tradiciones y leyendas -estas últimas siempre más verdaderas que la historia, como dice Agustín Thierry- y hasta la identidad en los nombres de ciertos “hombres de medicina” y sacerdotes, que existen hasta hoy en México? Tendremos que decir algo de los Nargals y los Nagals, y también del Nagalismo, llamado “culto del demonio” por los misioneros.
            
En casi todos los Purânas se halla la historia del “Sacrificio de Daksha”, cuyo relato más antiguo se encuentra en el Vâyu Purâna. A pesar de ser una alegoría, hay en ella más significado y más revelaciones biológicas para un naturalista, que en todas las vaguedades seudocientíficas que son consideradas como sabias teorías e hipótesis.
            
A Daksha, que es considerado como el Progenitor Principal, se le indica además como creador del hombre físico, en la “fábula” donde se le hace desprender su cabeza del cuerpo en la lucha general entre los Dioses y los Raumas. Habiendo sido su cabeza quemada en el fuego, fue reemplazada por una cabeza de morueco, según el Kâshi Khanda (del Skanda Purâna). Ahora bien; la cabeza y los cuernos del morueco son siempre el símbolo del poder generador y de la fuerza reproductiva, y son fálicos. Según hemos dicho, Daksha es quien establece la era de los hombres engendrados por relaciones sexuales. 

Este modo de procreación no ocurrió sin embargo repentinamente, como pudiera suponerse, sino que necesitó largas edades antes de que se convirtiera en el modo “natural” único. Por tanto, el sacrificio de Daksha a los Dioses se presenta como habiendo sido intervenido por Shiva, la Deidad Destructora, la Evolución y el Progreso personificados, que es, a la vez, el Regenerador, el que destruye las cosas bajo una forma; pero para volverlas a la vida bajo otro tipo más perfecto. Shiva-Rudra crea el terrible Virabhadra, nacido de su aliento, el monstruo “de mil cabezas y mil brazos”, y le ordena que destruya el sacrificio preparado por Daksha. Entonces Virabhadra, “que moraba en la región de los fantasmas (hombres etéreos)... creó de los poros de su piel (Romakûpas), Raumas poderosos”

Ahora bien; por más mística que sea la alegoría, el Mahâbhârata -que es tan histórico como la Ilíada- muestra a los Raumas y otras razas, surgiendo del mismo modo de los Romakûpas, los cabellos o poros de la piel. Esta descripción alegórica del “sacrificio” de Daksha está llena de significación para los estudiantes de la Doctrina Secreta que conocen al “Nacido del Sudor”.
            
Además, en la narración del sacrificio que hace el Vâyu Purâna se dice que tuvo lugar en presencia de criaturas nacidas del huevo, del vapor, de la vegetación, de los poros de la piel, y, sólo finalmente, de la matriz.
            
Daksha es el tipo de la Tercera Raza primitiva, santa y pura, careciendo aún del Ego Individual, y poseyendo tan sólo capacidades pasivas. Brahmâ, por tanto, le ordena crear (en los textos exotéricos); obedeciendo entonces la orden, produjo progenie (Putra) “inferior y superior” (Avara y Vara), bípedos y cuadrúpedos; y por su voluntad, dio nacimiento a hembras, a los Dioses, a los Daityas (Gigantes de la Cuarta Raza), a los dioses-serpientes, a los animales, al ganado y los Dâvanas (Titanes y demonios Mágicos), y a otros seres.

            
Desde este período en adelante, las criaturas vivientes fueron engendradas sexualmente. Antes del tiempo de Daksha, se propagaban de diversos modos: por la voluntad, por la vista, por el tacto y por la influencia de austeridades religiosas practicadas por sabios devotos y santos benditos.

            
Y ahora viene la simple enseñanza zoológica.

29 ANIMALES CON HUESOS, DRAGONES DEL OCÉANO Y SARPAS  VOLADORAS
FUERON AÑADIDOS A LOS SERES QUE SERPENTEAN. LOS QUE SE ARRASTRAN POR
EL SUELO ADQUIRIERON ALAS. LOS DE LARGO CUELLO EN EL AGUA SE CONVIR- TIERON EN LOS PROGENITORES DE LAS AVES DEL AIRE.

            
Éste es un punto en el cual las enseñanzas y las especulaciones biológicas modernas están de perfecto acuerdo. Los eslabones perdidos que representan esta transición entre el reptil y el ave son evidentes para los más consumados fanáticos, especialmente en los ornitoscélidos, hesperornis y archaeopteryx de Vogt.                         
            
30 DURANTE LA TERCERA, LOS ANIMALES SIN HUESOS CRECIERON Y SE TRANS-FORMARON; SE CONVIRTIERON ELLOS EN ANIMALES CON HUESOS, SUS CHHÂYÂS
SE SOLIDIFICARON.

Los vertebrados y, después, los mamíferos. Antes de eso, los animales eran también protoorganismos etéreos, lo mismo que lo era el hombre.

31 LOS ANIMALES SE SEPARARON LOS PRIMEROS. PRINCIPIARON A ENGENDRAR.
EL HOMBRE DUPLO SE SEPARÓ TAMBIÉN. ÉL DIJO: “HAGAMOS LO QUE ELLOS; UNÁMONOS Y HAGAMOS CRIATURAS”. ASÍ LO HICIERON...

32 Y AQUELLOS QUE CARECÍAN DE CHISPA, TOMARON PARA SÍ ENORMES ANI- MALES HEMBRAS. ENGENDRARON CON ELLAS RAZAS MUDAS. MUDOS ERAN
ELLOS MISMOS. PERO SUS LENGUAS SE DESATARON. LAS LENGUAS DE SU PROGENIE PERMANECIERON CALLADAS. ENGENDRARON MONSTRUOS. UNA RAZA DE MONSTRUOS ENCORVADOS, CUBIERTOS DE PELO ROJO, ANDANDO A GATAS. UNA RAZA MUDA, PARA GUARDAR CALLADA LA VERGÜENZA.

El hecho de la existencia de mamíferos hermafroditas anteriores, y la separación de sexos subsiguiente, son ahora indiscutibles, hasta desde el punto de vista de la Biología. Como dice el profesor Oscar Schmidt, darwinista declarado:

            El uso y el desuso, combinados con la selección, ponen en claro (?) la separación de los sexos y la existencia, totalmente incomprensible de otro modo, de los órganos sexuales rudimentarios. Especialmente en los vertebrados, cada sexo posee rastros tan claros del aparato reproductivo característico del otro, que hasta la misma antigüedad consideraba el hermafroditismo como una condición primitiva, natural, de la humanidad... La tenacidad con que se heredan estos rudimentos de los órganos sexuales es notable. En la clase de los mamíferos no existe el verdadero hermafroditismo, aunque durante todo el período de su desarrollo han arrastrado siempre consigo estos restos, llevados por sus antepasados desconocidos, nadie sabe por cuánto tiempo.

“Los animales se separaron los primeros”, dice la Sloka 31. Téngase en cuenta que en aquel período los hombres eran diferentes, hasta fisiológicamente, de lo que son ahora; pues ya hemos pasado el punto medio de la Quinta Raza. No se nos  dice lo que eran los “animales hembras enormes”; pero seguramente eran tan diferentes de los que hoy conocemos, como lo eran los hombres de entonces de los hombres de hoy.

            
Ésta fue la primera física “caída en la materia” de algunas de las razas inferiores entonces existentes. Téngase presente la Sloka 24. Los “Hijos de la Sabiduría” habían desdeñado a la Tercera Raza primitiva, esto es, a los no desarrollados, y se les muestra encarnándose en  los de la Tercera Raza posterior, dotándolos así de inteligencia. Así cayó el pecado de las Razas “sin mente”,  que no tenían “Chispa” y eran irresponsables, sobre los que no cumplieron con su deber Kármico hacia ellos.

Continua...
H.P. Blavatsky D.S T III

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