38. El nacimiento de la Cuarta Raza
(Atlante).39. Las subrazas de la Cuarta Humanidad principian a
dividirse y mezclarse; forman ellas las primeras razas mixtas de varios
colores. 40. La superioridad de los Atlantes sobre otras
Razas. 41. Cae ellos en el pecado y
engendran hijos y monstruos. 42.Los primeros gérmenes del antropomorfismo y de
la religión sexual. Pierden ellos su “tercer ojo”.
38 ASÍ, DE DOS A DOS, EN LAS SIETE ZONAS, LA
TERCERA RAZA DIO NACIMIENTO A LA CUARTA; LOS SURA SE CONVIRTIERON EN ASURA.
39 LA PRIMERA, EN TODAS LAS ZONAS, FUE DEL
COLOR DE LA LUNA; LA SEGUNDA AMARILLA COMO EL ORO; LA TERCERA
ROJA; LA CUARTA DE COLOR OSCURO, QUE SE TORNÓ NEGRO POR EL PECADO. LOS SIETE PRIMEROS VÁSTAGO HUMANOS FUERON TODOS DE UN COLOR. LOS
SIETE SIGUIENTES PRINCIPIARON A MEZCLARSE.
Para comprender la Sloka 38 debe leerse
juntamente con las Slokas de la Estancia IX. Hasta este punto de la evolución,
el hombre pertenece más a la naturaleza metafísica que a la física. Sólo
después de la llamada CAÍDA, fue cuando las Razas principiaron a desarrollar
con rapidez la forma puramente humana. A fin de que el estudiante pueda
comprender correctamente todo el sentido de la Caída, tan mística y
trascendental en su verdadera significación, tiene desde luego que conocer los
detalles que la precedieron, puesto que la Teología moderna ha hecho del suceso
un eje en que hace girar sus creencias y dogmas más absurdos y perniciosos.
Los
Comentarios Arcaicos, como el lector recordará, explican que de la Hueste de
los Dhyânis, a quienes correspondía encarnar como Egos de las Mónadas inmortales, pero inconscientes en este plano, algunos “obedecieron” (a
la Ley de Evolución), tan pronto como los hombres de la Tercera Raza estuvieron
fisiológica y físicamente en disposición para ello, esto es, cuando se
separaron en sexos. Estos fueron los primeros Seres conscientes, que añadiendo
entonces el conocimiento consciente y la voluntad a su pureza divina inherente,
crearon por Kriyâshakti al hombre
semidivino, que fue en la Tierra la Semilla de futuros Adeptos. Por otro lado,
aquellos que celosos de su libertad intelectual -libre como entonces se hallaba
de los lazos de la Materia- dijeron: “Podemos escoger... poseemos la sabiduría”, y encarnaron así mucho después, estos tenían el primer castigo kármico
preparado. Tuvieron ellos cuerpos inferiores (fisiológicamente) a sus Modelos
Astrales, porque sus Chhâyâs habían pertenecido a Progenitores de un grado
inferior en las siete Clases.
En cuanto a los “Hijos de la Sabiduría”, que
difirieron su encarnación hasta la Cuarta Raza, ya manchada (fisiológicamente)
con el pecado y la impureza, produjeron una causa terrible, cuyo resultado
kármico pesa sobre ellos hasta hoy día. Se produjo en ellos mismos, y se
convirtieron en portadores de la semilla de iniquidad por evos futuros, porque
los cuerpos que tuvieron que animar se habían corrompido a causa de su retraso .
Ésta
fue la “Caída de los Ángeles”, debida a su rebelión contra la Ley Kármica. La
“Caída del hombre” no fue caída, porque era irresponsable. Pero como la
“creación” fue inventada en el sistema dualístico como “prerrogativa de Dios
sólo” -el legítimo atributo patentado
por la Teología con el nombre de una Deidad infinita
de su propia hechura-, el poder de Kriyâshakti fue considerado “Satánico”, y
como una usurpación de los derechos divinos. Así, a la luz de tan estrechos
puntos de vista, lo anterior ha de ser considerado como una terrible calumnia
contra el hombre “creado a imagen de Dios”, y como una blasfemia aún más
espantosa ante la letra muerta del dogma.
“Vuestra
doctrina -se ha dicho ya a los Ocultistas- hace del hombre creado del polvo a
imagen de su Dios, un vehículo del Demonio, desde el principio”.
“¿Por
qué hacéis de vuestro Dios un Demonio, creados ambos además, a vuestra propia imagen?” -es nuestra
contestación.
La
interpretación esotérica de la Biblia,
sin embargo, refuta suficientemente esta invención calumniosa de la Teología;
la Doctrina Secreta debe algún día convertirse en el justo Karma de las
Iglesias, que son más anticristianas que puedan serlo las asambleas
representativas de los materialistas y ateos más extremados.
El
verdadero significado de la antigua doctrina de los “Ángeles Caídos”, en su
sentido antropológico y evolucionario, se halla contenido en la Kabalah, y explica la Biblia. Encuéntrase de modo prominente
en el Génesis, cuando éste se lee con
el espíritu de investigación de la verdad, sin mirar al dogma y sin opiniones
preconcebidas. Esto se prueba fácilmente. En el Génesis (VI), los “Hijos de Dios” -B’ne Aleim- se enamoran de las
hijas de los hombres, se casan y revelan a sus esposas los misterios que
ilícitamente aprendieron en el Cielo, según Enoch; y ésta es la “Caída de los
Ángeles”.
Pero ¿qué es, en realidad, el mismo Libro de Enoch, del cual el autor del Apocalipsis y hasta el San Juan del Cuarto Evangelio han hecho
tantas citas?
Sencillamente un Libro de
Iniciación, que da en alegoría y
fraseología cautelosa el programa de ciertos Misterios Arcaicos ejecutados en
los Templos interiores. El autor de
los Sacred Mysteries among the Mayas and
Quichés sugiere muy justamente que las llamadas “Visiones” de Enoch se
refieren a sus experiencias (las de Enoch) en la Iniciación y a lo que aprendió
en los Misterios; mientras que, por otra parte, comete el gran error de declarar que Enoch los había aprendido antes
de convertirse al Cristianismo (!!); además, cree que su libro fue escrito al
principio de la Era cristiana, cuando... las costumbres y la religión de los
egipcios estaban en decadencia. esto es apenas posible, puesto que Judas en su
Epístola cita del Libro de Enoch;
y por lo tanto, según observa el Arzobispo Laurence, traductor del Libro de Enoch de la versión etíope, “no
podía ser producto de un escritor que viviera después... o fuera tan siquiera
contemporáneo de” los escritores del Nuevo
Testamento, a menos que, verdaderamente, Judas y los Evangelios, y todo lo
demás fuesen también un producto de la Iglesia ya establecida, lo cual, dicen
algunos críticos, no es imposible. Pero ahora lo que más nos interesa son los
“Ángeles Caídos” de Enoch, más bien que Enoch mismo.
En
el exoterismo indo, estos Ángeles (Asuras) son también denunciados como
“enemigos de los Dioses”; los que se oponen al culto de los sacrificios
ofrecidos a los Devas. En la Teología Cristiana se mencionan en general como
“Espíritus Caídos” a los héroes de varias leyendas contradictorias, tomadas de
fuentes paganas. La coluber tortuosus,
la “serpiente tortuosa”, calificación que se dice originada entre los judíos,
tenía un significado completamente distinto antes de que la Iglesia Romana
la desnaturalizara; entre otros, un
sentido puramente astronómico.
A
la “Serpiente” caída de lo alto (deorsum
fluens) se le atribuía la posesión de las Llaves del Imperio de la Muerte
(....) hasta el día en que Jesús la vio caer “como un
relámpago... del cielo”, no obstante la interpretación católico romana de
“cadebat ut fulgur”. Significa ello, en realidad, que hasta “los demonios están
sujetos” al Logos, el cual es la Sabiduría, pero al mismo tiempo, como
contrario de la ignorancia, es Satán o Lucifer. Esta observación se refiere a
la Sabiduría divina, cayendo como un relámpago y avivando así las inteligencias
de los que luchan contra los demonios de la ignorancia y de la superstición.
Hasta el tiempo en que la Sabiduría, en la forma de los Espíritus encarnantes,
de MAHAT descendió de lo alto para animar y llamar a la Tercera Raza a la vida
real consciente, la Humanidad, si así puede llamársele en su estado animal e inconsciente,
estaba, por supuesto, condenada a la muerte, tanto moral como física.
Los Ángeles caídos
en la generación son mencionados metafóricamente como Serpientes y Dragones
de Sabiduría. Por otra parte, considerados desde el punto de vista del LOGOS el
Salvador Cristiano, lo mismo que Krishna, ya sea como hombre o como Logos,
puede decirse que ha salvado, a los que han creído en las Enseñanzas Secretas,
de la “muerte eterna”, y que ha vencido al Reino de las Tinieblas o Infierno,
como hacen todos los Iniciados. Ésta es la forma humana terrestre de los
Iniciados, y también -por razón de que el Logos es Cristos- el “principio” de
nuestra naturaleza interna que desarrolla en nosotros el Ego Espiritual -el Ser
Superior- formado de la unión indisoluble del Buddhi, el sexto “principio”, y
la eflorescencia espiritual de Manas, el quinto. “El Logos es Sabiduría
pasiva en el Cielo, y Sabiduría activa, por sí, en la Tierra”, según se nos
enseña. Es el Matrimonio del “Hombre Celeste” con la “Virgen del Mundo” o la
Naturaleza, según está descrito en el Pymander;
cuyo resultado es su progenie - el hombre inmortal. Esto es lo que en el Apocalipsis de San Juan se llama el
matrimonio del Cordero con su Prometida.
A esta “esposa” se la identifica ahora
con la Iglesia de Roma, debido a la interpretación arbitraria de sus
partidarios. Pero parece que olvidan que su ropa puede estar “limpia y blanca” exteriormente, como “el sepulcro
blanqueado”, y que la corrupción de que está llena por dentro no es la
“rectitud de los santos”, sino más bien la sangre de los santos a que “ha
dado muerte en la tierra”. Así, la observación del gran Iniciado en Lucas -refiriéndose alegóricamente al
rayo de la luz y de la razón, cayendo
como un relámpago de lo alto en los corazones y mentes de los convertidos a
la antigua Religión de la Sabiduría, presentada entonces bajo una nueva forma
por el sabio Adepto Galileo - fue desfigurada hasta el punto de no ser
reconocible, como también pasó con su
propia personalidad, siendo arreglada para amoldarla al más cruel y pernicioso
de todos los dogmas teológicos.
Pero
si bien la Teología occidental posee sola la patente y propiedad de Satán, en
todo el horror dogmático de esa ficción, otras nacionalidades y religiones han
cometido iguales yerros en su falsa interpretación de una doctrina que es uno
de los conceptos más profundamente filosóficos e ideales del pensamiento
antiguo. La han desfigurado, a la vez que han indicado el correcto significado,
en sus numerosas alegorías sobre el asunto. Tampoco han dejado los dogmas
semiesotéricos del Indoísmo Puránico, de desenvolver símbolos y alegorías muy
sugestivos referentes a los dioses rebeldes y caídos. Los Purânas están llenos de ellos; y vemos una indicación directa de la
verdad en las frecuentes alusiones de Parâshara, en el Vishnu Purâna, a todos esos Rudras, Rishis, Asuras, Kumâras y
Munis, que tienen que nacer en cada edad,
esto es, reencarnar en cada Manvántara. Esto, esotéricamente, equivale a decir
que las “Llamas”, nacidas de la Mente Universal, o Mahat, debido a las
misteriosas operaciones de la Voluntad Kármica, y al impulso de la Ley de
Evolución, tenían que venir -sin transición gradual alguna- a esta Tierra,
después de haber atravesado, según el Pymander,
los “Siete Círculos de Fuego”, o, en una palabra, los Siete Mundos intermedios.
Hay
una Ley Cíclica Eterna de Renacimientos, y la serie, en cada Amanecer
Manvantárico, hállase encabezada por aquellos que han gozado durante evos
incalculables, del descanso de sus reencarnaciones en Kalpas anteriores, por
los primeros y más elevados Nirvânis. Tocóles a estos “Dioses” encarnar en el presente Manvántara; de aquí
su presencia en la Tiera y las alegorías resultantes; de aquí, también, la
perversión del significado primitivo. Los Dioses que habían “caído en la generación”, cuya misión
era completar al Hombre Divino, son
encontrados más tarde representados como Demonios, Malos Espíritus y Diablos,
en contienda y guerra con los Dioses, o agentes irresponsables de la Ley Eterna
única. Pero jamás hubo la intención de significar criaturas tales como los
Demonios y el Satán de las religiones cristiana, judía y mahometana, con estas
mil y una alegorías arias.
El
verdadero punto de vista Esotérico acerca de “Satán”, la opinión que sobre este
asunto tenía toda la filosofía antigua, hállase admirablemente presentado en un
Apéndice titulado “El Secreto de Satán”, de la segunda edición del Perfect Way, de la doctora Anna
Kingsford. No podría ofrecerse al lector inteligente ninguna indicación mejor
ni más clara, por lo cual lo citamos
aquí con alguna extensión:
1.Y en el séptimo día (séptima creación de los
hindúes), prodújose de la presencia de Dios un Ángel poderoso, lleno de ira y devorador, y Dios le dio el dominio
de la esfera extrema.
2.La Eternidad produjo el Tiempo; lo Ilimitado
dio nacimiento al Límite; el Ser descendió a la generación.
3.Entre
los Dioses no hay ninguno que se asemeje a aquél en cuyas manos son
depositados los reinos, el poder y la gloria de los mundos.
4.Los tronos e imperios, las dinastías de reyes, la caída de las naciones, el nacimiento de las iglesias, los triunfos del
Tiempo.
Pues
como se dice en Hermes:
20....Satán es el guardián de la puerta del Templo del Rey; mantiénese él en el
pórtico de Salomón; guarda las Llaves del
Santuario.
21. Para que no penetre ningún hombre excepto los
ungidos, que poseen el arcano de Hermes.
Estos
versículos sugestivos y majestuosos se referían, entre los antiguos egipcios y
otros pueblos civilizados de la antigüedad, a la Luz del Logos creadora y generadora -Horus, Brahmâ, Ahura Mazda,
etc., como manifestaciones primarias del Principio Siempre-inmanifestado, ya se
le llame Ain Suph, Parabrahman, Zeruâna Akerne, o Tiempo Sin límites, Kâla-,
aunque el sentido está degradado ahora en la Kabalah. El “Ungido” -que posee los secretos y misterios de Hermes,
o Budha, la Sabiduría, y que sólo es el guardián de las “Llaves del Santuario”,
la Matriz de la Naturaleza, a fin de fructificarla y llamarla a la vida activa
y ser el Kosmos todo- se ha convertido entre los judíos en Jehovah, el “Dios de
la Generación” en la Montaña Lunar -Sinaí, la Montaña de la Luna (Sin). El
“Santuario” se ha convertido en el “Santo de los Santos”, y el arcano ha sido
antropomorfizado, hecho fálico, y
arrastrado, verdaderamente, dentro de la Materia.
De aquí surgió la necesidad
de hacer del “Dragón de Sabiduría”, la “Serpiente” del Génesis; del Dios consciente que necesitaba un cuerpo para revestir
su divinidad demasiado subjetiva, Satán. Pero las “innumerables encarnaciones
del Espíritu”, y la incesante pulsación y corriente del Deseo, se
refieren, las primeras a nuestra doctrina de Renacimientos Kármicos y Cíclicos,
y las segundas a Eros, no al último Dios del amor material, fisiológico, sino
al Deseo Divino en los Dioses, lo mismo que en la Naturaleza, de crear y dar
vida a Seres.
Esto sólo los Rayos de la LLAMA una, “Oscura”, por ser invisible
e incomprensible, podían llevarlo a cabo por sí mismos, descendiendo en la
Materia. Por tanto, según continúa el Apéndice
XV:
12. Muchos son los nombres que Dios le ha dado (a
Satán), nombres de misterio, secretos y terribles.
13. ...El Adversario, porque la Materia se opone
al Espíritu y el Tiempo acusa hasta a los santos del Señor.
28. Temedle, y no pequéis; pronunciad su nombre
temblando...
29. Pues Satán es el magistrado de la Justicia de
Dios (Karma); él tiene la balanza y la espada.
31. Pues a él le están encomendados el Peso, la Medida y el Número.
Compárese
la última sentencia con lo que dice el Rabino que explica la Kabalah al
Príncipe en el Libro de Al Chazari, y
se verá que el Peso, la Medida y el Número son, en el Sepher Yetzirah, los atributos de los Sephiroth (los tres Sephirm,
o cifras) que cubren todo el número colectivo 10; y que los Sephiroth son el
Adam Kadmon colectivo, el “Hombre Celeste” o el Logos -De este modo Satán y el
Ungido estaban identificados en el pensamiento antiguo. Por tanto:
33.Satán es el Ministro de Dios, Señor de las
siete mansiones del Hades, el Ángel de los Mundos manifestados.
Los
siete Lokas, o Saptaloka, de la
Tierra entre los indos; pues el Hades o el Limbo de Ilusión, del cual la Teología hace una región fronteriza
del Infierno, es simplemente nuestro
Globo, la Tierra, y por esto Satán es llamado el “Ángel de los mundos manifestados”.
“Satán es el Dios de nuestro planeta y el Dios
único”, y esto sin ninguna alusión metafórica a su maldad y perversidad. Pues
él es uno con el Logos.
El
primero y el “mayor de los Dioses”, en el orden de la evolución microcósmica
(divina), Saturno (Satán) (astronómicamente), es el séptimo y el último en el orden de la emanación macrocósmica,
siendo la circunferencia del Reino del cual Febo (sabiduría) (la Luz de la
Sabiduría y también el Sol) es el
centro.
Los
gnósticos tenían, pues, razón en llamar al Dios judío un “Ángel de la Materia”,
o el que infundió vida (consciente) a Adam, y cuyo Planeta era Saturno.
34. Y Dios puso un cinturón sobre sus lomos (los
anillos de Saturno), y el nombre del cinturón es la Muerte.
En
la Antropogonía, este “cinturón” es el cuerpo humano con sus dos principios
inferiores. Los tres mueren, mientras el Hombre interno es inmortal. Y ahora
nos aproximamos al “Secreto de Satán “.
37.... sólo sobre Satán recae
la vergüenza de la generación.
38. Él ha perdido su estado virginal (lo mismo
que el Kumâra, al encarnar); al descubrir
secretos celestes, entró en la esclavitud.
39. Él circuye con lazos y limita todas las
cosas...
42. Dos son los ejércitos de Dios: en el cielo
las huestes de Miguel; en el abismo (el mundo manifestado) las legiones de
Satán.
43. Estos son el Inmanifestado y el Manifestado;
el libre y el sujeto (en la Materia); el virginal y el caído.
44. Y ambos son los ministros del Padre,
cumplimentando la Palabra divina.
Por
lo tanto,
55. Santo y venerable es el Sabbath de Dios: bendito y santificado es el nombre del Ángel
del Hades (Satán).
Pues:
41. La gloria de Satán es la sombra del Señor
(Dios en el Mundo manifestado): el trono de Satán es el escabel de Adonai (Todo
el Kosmos).
Por
tanto, cuando la Iglesia maldice a Satán, maldice la reflexión Kósmica de Dios;
anatematiza a Dios manifestado en la Materia o en lo objetivo; maldice a Dios,
o a la Sabiduría por siempre incomprensible, revelándose como Luz y Sombra,
Bien y Mal en la Naturaleza, en la única manera comprensible a la limitada
inteligencia del Hombre.
Ésta
es la interpretación verdadera, filosófica y metafísica de Samael, o Satán, el
Adversario en la Kabalah encontrándose la misma doctrina y espíritu en
las interpretaciones alegóricas de todas las demás religiones antiguas. Este
punto de vista filosófico no interviene, sin embargo, en los anales históricos
relacionados con él. Decimos “históricos” porque la alegoría y la ornamentación
mítica alrededor del meollo de la tradición no impide en modo alguno a este
meollo de ser un registro de sucesos verdaderos relacionados con ella. Así, la Kabalah, al repetir las revelacione
honradas por el tiempo de lo que fue una
vez la historia universal de nuestro Globo y de la evolución de sus
Razas, la ha presentado bajo la forma legendaria de los diversos anales que han
formado la Biblia. Su fundamento
histórico, cualquiera que sea su forma imperfecta, lo ofrecemos ahora en estas
páginas tomadas de la Doctrina Secreta del Oriente; y así, el significado
alegórico y simbólico de la Serpiente del Génesis
se encuentra explicado por los “Hijos de la Sabiduría” - Ángeles de altas Esferas, aun cuando todos y cada uno
pertenecen al reino de Satán, o la Materia- revelando a los hombres los
misterios del Cielo.
De aquí también que todos los llamados mitos de los
Panteones indo, griego, caldeo y judío se encuentren cimentados en los hechos y
en la verdad. Los Gigantes del Génesis
son los históricos Atlantes de Lankâ, y los Titanes griegos.
¿Quién
puede olvidar que Troya fue una vez proclamada un mito y Homero un personaje
sin realidad, mientras que la existencia de ciudades como Herculano y Pompeya
era negada, atribuyéndose a meras leyendas de hadas? Sin embargo, Schliemann ha
probado que Troya existió realmente, y las otras dos ciudades, aunque
enterradas durante largos siglos bajo la lava del Vesubio, han tenido su día de
resurrección, y viven nuevamente sobre la superficie de la Tierra. Cuántas
ciudades y localidades más, llamadas “fabulosas”, están en la lista de los
descubrimientos futuros; cuántos personajes más, considerados como míticos, se convertirán un día en históricos, sólo pueden decirlo los que leen los
decretos del destino en la Luz Astral.
Sin
embargo, como las enseñanzas de la Doctrina Secreta han sido siempre
conservadas secretas, y como el lector no puede esperar que se le enseñen los
textos originales a menos de que se haga discípulo aceptado, los versados en el
latín y el griego, deben volverse a los textos originales de la literatura
hermética,
Lean, por ejemplo, con cuidado las primeras páginas del Pymander de Hermes Trimegisto, y verán
nuestras doctrinas corroboradas allí, por más velado que esté su texto.
Encontrarán también la evolución del Universo, de nuestra Tierra, llamada
“Naturaleza” en el Pymander, así como
todo lo demás, desde el “Principio Húmedo” o el gran Océano, PADRE-MADRE, la
primera diferenciación del Kosmos manifestado. Primero, la “Mente Universal”,
que el traductor cristiano metamorfoseó en las primeras interpretaciones, en
Dios, el Padre; luego el “Hombre Celeste” , el gran Total de aquella Hueste
de Ángeles, que era demasiado pura para la creación de los Mundos inferiores o
de los Hombres de nuestro Globo, pero que, sin embargo, cayó en la Materia, en
virtud de esa misma evolución, como el Segundo Logos del “Padre”.
Sintéticamente,
todo Logos Creador, o el “Hijo que es uno con el Padre”, es en sí mismo la
Hueste de los Rectores del Mundo. Hasta la misma Teología cristiana hace de los
siete “Ángeles de la Presencia” las Virtudes, o los atributos personificados de
Dios, los cuales, siendo creados por él, como los Manus lo fueron por Brahmâ,
se convirtieron en Arcángeles. La misma Teodicea
católico romana, al reconocer en su Verbum
Princeps la cabeza de estos Ángeles (caput
angelorum) y el Ángel del gran Consejo (magni
consilii angelus), reconoce con
esto la identidad de Cristo con ellos.
“Los
Sura se convirtieron en A-Sura”, los Dioses se tornaron No-Dioses -dice el
texto-; esto es, los Dioses se convirtieron en Demonios, Satán, cuando se lee
literalmente. Pero ahora se mostrará, según la enseñanza de la Doctrina
Secreta, a Satán alegorizado como Bien y Sacrificio, como un Dios de Sabiduría
bajo diferentes nombres.
La
Kabalah enseña que el orgullo y la
presunción (los dos principales motores del Egoísmo y Egotismo) son las causas
que despoblaron el Cielo, de una tercera
parte de sus habitantes divinos, místicamente considerados, y de un tercio de las estrellas,
astronómicamente; en otras palabras, la primera declaración es una alegoría, y
la segunda un hecho. Lo primero, sin embargo, está, según se ha mostrado,
íntimamente relacionado con la humanidad.
A
su vez, los Rosacruces, que conocían muy bien el significado secreto de la
tradición, lo guardaban para sí, enseñando solamente que la creación toda fue debida y resultó de
esa legendaria “Guerra en el Cielo”,
producida por la rebelión de los Ángeles contra la Ley Creadora o el Demiurgo. Esta declaración es correcta,
pero el sentido interno es hasta hoy
un misterio. El eludir más explicaciones de la dificultad acudiendo al misterio
divino o al pecado de inquirir en su modo de ser, es no decir absolutamente
nada. Puede ello satisfacer a los
creyentes en la infalibilidad del Papa, pero difícilmente satisfará a la
mente filosófica. Sin embargo, la verdad, aunque conocida de casi todos los
kabalistas elevados, jamás ha sido dicha por ninguno de ellos. Todos los
kabalistas y simbologistas han mostrado una extremada repugnancia a confesar el
significado primitivo de la Caída de los Ángeles. En un cristiano, semejante
silencio es completamente natural. Ningún alquimista ni filósofo de la Edad
Media hubiera podido decir aquello que a la vista de la Teología ortodoxa
era una terrible blasfemia, pues ello les hubiera directamente conducido, por
medio del “Santo” Oficio de la Inquisición, al tormento y a la hoguera.
Pero
para nuestros kabalistas y librepensadores modernos, el caso es diferente. Para
estos últimos, nos tememos que sea puramente orgullo humano, vanidad basada en
una superstición ruidosamente rechazada, pero imborrable. Desde que la Iglesia,
en su lucha con el maniqueísmo, inventó al Demonio, y colocando un apagador
teológico en la radiante Estrella-Dios, Lucifer, el “Hijo de la Mañana”, creó
así la más gigantesca de todas sus paradojas, una Luz negra y tenebrosa, el mito ha hundido demasiado sus raíces en
el suelo de la fe ciega, para permitir en nuestra época (aun a aquellos que no
están conformes con sus dogmas, y que se ríen de su Satán con cuernos y
patihendido) el dar valientemente la cara y confesar la antigüedad de la más
remota de todas las tradiciones. Brevemente dicho, se trata de lo siguiente:
Semiexotéricamente, al “Primogénito” del Todopoderoso -Fiat Lux -o a los Ángeles de la Luz Primordial, se les ordenó crear; la tercera parte de ellos se
rebelaron y se negaron; mientras que
los que “obedecieron” como hizo Fetahil, fracasaron
de un modo marcadísimo.
Para
comprender la negación y el fracaso en un significado físico exacto, hay que
estudiar y comprender la Filosofía Oriental; hay que conocer las doctrinas
fundamentales de los vedantinos, respecto de la completa ilusión de atribuir
actividad funcional a la Deidad Absoluta e Infinita. La Filosofía Esotérica
sostiene que durante los Sandhyâs, el “Sol Central” emite Luz Creadora, pasivamente, por decirlo así. La causalidad está latente. Sólo durante
los períodos de actividad del Ser es cuando da él lugar a un curso de Energía
incesante, cuyas corrientes vibratorias adquieren más actividad y potencia a
cada peldaño de la escala hebdómada del Ser que ellas descienden. Así se hace
comprensible cómo el proceso de “crear”, o más bien de formar el Universo
orgánico, con todas las unidades de los siete reinos, requiere Seres
inteligentes, que colectivamente se convirtieron en un Ser o Dios Creador,
diferenciado ya de la Unidad Absoluta Única, puesto que ésta no tiene relación
con la “creación” condicionada.
Ahora
bien; el Manuscrito que hay en el Vaticano, de la Kabalah -cuya única copia (en Europa) se dice que ha estado en
poder del Conde de St. Germain- contiene la exposición más completa de la
doctrina, incluso la versión peculiar aceptada por los Luciferianos y
otros gnósticos; y en ese pergamino se dan los “Siete Soles de la vida” en el
orden en que se encuentran en el Saptasûrya. Sin embargo, sólo cuatro de estos
se mencionan en las ediciones de la Kabalah
que pueden conseguirse en las bibliotecas públicas, y aun esto en una
fraseología más o menos velada. No
obstante, aun este reducido número es más que suficiente para demostrar un
origen idéntico, pues se refiere al grupo cuaternario de los Dhyân Chohans, y
prueba que la especulación tuvo su origen en las Doctrinas Secretas de los
Arios. Como es bien sabido, la Kabalah
no se originó con los judíos, pues estos adquirieron sus ideas de los caldeos y egipcios.
Así,
pues, hasta las enseñanzas exotéricas Kabalistas hablan de un “Sol Central” y
de tres Soles secundarios en cada sistema Solar, incluso el nuestro. Según se
indica en esa hábil obra, aunque demasiado materialista, New Aspects of Life and Religion, que es una sinopsis de las opiniones de los kabalistas en un aspecto
profundamente meditado y asimilado:
El
sol central... era para ellos (lo mismo que para los Arios) el centro de reposo; el centro hacia el
cual todo movimiento debía ser referido en último término. Alrededor de este
sol central... el primero de los tres... soles del sistema... giraba en un
plano polar... el segundo, en un plano ecuatorial... (y sólo el tercero era
nuestro sol visible). Estos cuatro cuerpos solares fueron los órganos de cuya acción depende lo que el hombre llama la creación;
la evolución de la vida en el planeta tierra. Los canales por medio de los
cuales la influencia de estos cuerpos fue transmitida a la tierra, sostenían
ellos (los kabalistas) que es eléctrica...
La energía radiante que fluye del
sol central llamó la tierra al ser como un globo acuoso... (cuya
tendencia), como núcleo de un cuerpo planetario, era precipitarse hacia el sol
(central)... dentro de cuya esfera de atracción había sido creada... Pero la
energía radiante, electrizando a ambos igualmente, los mantuvo separados,
cambiando así el movimiento hacia el centro de atracción en movimiento
alrededor del mismo, que el planeta en revolución (la tierra) trataba así de
alcanzar.
En
la célula orgánica encontró el sol
visible su matriz propia y produjo por su medio el reino animal (a la vez
que maduraba el vegetal), colocando finalmente a su cabeza al hombre, en quien,
por la acción animadora de ese reino, se originó la célula psíquica. Pero el
hombre colocado así a la cabeza del reino animal, a la cabeza de la creación,
era el hombre animal, el sin alma, el
perecedero... De aquí que el hombre, aunque aparentemente corona de la
creación, haya marcado con su advenimiento el término de la misma, toda vez que
la creación al culminar en él, había
entrado a su muerte en la decadencia.
Citamos
aquí la opinión kabalística para mostrar su perfecta identidad con la Doctrina
Oriental. Explíquese o complétese la enseñanza de los Siete Soles con los siete
sistemas de Planos del Ser, de los
cuales los “Soles” son los cuerpos centrales, y se tendrán los siete Planos
Angélicos, cuya “Hueste”, colectivamente, forman los Dioses de los mismos.
Son ellos el Grupo Capital dividido en cuatro Clases, desde la incorpórea hasta la semicorpórea. Estas
clases están directamente relacionadas -aun cuando de modos muy distintos por
lo que respecta a relaciones y funciones volitivas- con nuestra humanidad. Son
ellas tres, sintetizadas por la cuarta, la primera y más elevada, que se llama
el “Sol Central” en la doctrina kabalista que acabamos de citar. Ésta es la
gran diferencia entre la Cosmogonía semítica y la aria; la una materializando,
humaniza los misterios de la naturaleza; la otra espiritualiza la Materia, y
supedita siempre su fisiología a lo metafísico. De este modo, aun cuando el séptimo
“principio” llega al hombre a través de todas las fases del Ser, puro por ser
elemento indeterminado y unidad impersonal, pasa por medio (la Kabalah dice procedente) del Sol Central Espiritual y del Grupo segundo, el Sol
Polar, que radian ambos su Âtmâ en el hombre. El Grupo Tercero, el Sol Ecuatorial, une Buddhi a Âtma y a los atributos
superiores de Manas; mientras que el Grupo Cuarto, el Espíritu de nuestro Sol
visible, le dota de Manas y de su vehículo, el Kâma Rûpa, o cuerpo de pasiones
y deseos: los dos elementos de Ahamkâra
que desarrollan la conciencia
individualizada, el Ego personal. Finalmente, el Espíritu de la Tierra, en
su triple unidad, es el que construye el Cuerpo Físico, atrayendo a él los
Espíritus de la Vida y formando su Linga Sharira.
Pero
todas las cosas proceden cíclicamente, la evolución del hombre lo mismo que la
de todo lo demás, y el orden en que aquél se desenvuelve se describe por completo en las Enseñanzas
Orientales, mientras que en la Kabalah
sólo se hacen indicaciones. El Libro de
Dzyan dice respecto del Hombre Primordial, cuando por vez primera fue
educido por el “Sin hueso”, el Creador Incorpóreo:
Primero el Soplo, luego Buddhi y el
Hijo-Sombra (el Cuerpo) fueron “creados”. Pero ¿dónde estaba el Eje (el
Principio Medio, Manas)? El hombre está condenado. Cuando están solos, el
Indeterminado (elemento Indiferenciado) y el Vâhan (Buddhi) -la Causa de lo
Sin-Causa- sepáranse completamente de la vida manifestada.
“A menos -explica
el Comentario- que sean unidos y
mantenidos juntos por el principio medio, el vehículo de la conciencia personal
de Jiva.
En otras palabras,
los dos “principios” superiores no pueden
tener individualidad en la Tierra, no pueden ser el hombre a menos que haya: (a) la Mente, el Ego-Manas, que se
reconozca a sí mismo, y (b) la falsa
Personalidad terrestre, o el Cuerpo de deseos egoístas y de la Voluntad
personal, para ligar el todo como alrededor de un eje -lo cual es cierto- a la
forma física del hombre. El quinto y
el cuarto “principios” -Manas y
Kâma Rûpa- son los que contienen la Personalidad dual; el Ego real e inmortal,
si se asimila a los dos superiores, y la Personalidad falsa y transitoria, el
Cuerpo Mâyâvi o Astral, llamado Alma animal
humana - teniendo que estar ambos estrechamente mezclados al objeto de una
existencia terrestre completa.
Encarnada la Mónada Espiritual de un Newton, injertada en la del santo más
grande e la Tierra, en el cuerpo físico más perfecto que podáis imaginar, esto
es, en un Cuerpo de dos principios y hasta de tres, compuesto de su Sthûla
Sharira, Prâna (el Principio de Vida) y el Linga Sharira; y si le faltan sus
“principios” medio y quinto, habréis creado un idiota, o cuando más una apariencia hermosísima sin alma, vacía e
inconsciente. El “”Cogito ergo sum”
no tiene sitio en el cerebro de una criatura semejante, al menos no en este
plano.
Hay
estudiantes, sin embargo, que hace tiempo que han comprendido el sentido
filosófico que se halla en el fondo de la alegoría (tan torturada y desfigurada
por la Iglesia Romana), de los “Ángeles Caídos”.
El
reino de los espíritus y de la acción espiritual, que fluye y es el producto de
la volición del espíritu, está fuera, es opuesto y se halla en contradicción
con el reino de las almas (divinas) y de la acción divina.
Según
se expresa el texto del Comentario XIV:
Lo semejante produce lo semejante y no más,
en el génesis del Ser, y la evolución con sus leyes condicionales y limitadas
viene después. Los Existentes por sí mismos son llamados “Creaciones”
porque aparecen en el Espiritual Rayo, manifestados por la potencia inherente
de su Naturaleza NO-NACIDA, que está fuera del tiempo y del Espacio (limitado o
condicionado). Los productos terrenales animados e inanimados, incluso la
humanidad, son llamados falsamente creación y criaturas; ellos son sólo el
desarrollo (evolución) de los elementos determinados.
Dice además:
El Rûpa Celeste (Dhyân
Chochan) crea (al hombre) en su propia forma; es una ideación espiritual
resultante de la primera diferenciación y del primer despertar de la Substancia
(manifestada) universal; esa forma es la Sombra ideal de sí misma; y éste es el
Hombre de la Primera Raza.
Para
expresarlo de un modo aún más claro, limitando la explicación a esta Tierra
solamente, el deber de los Primeros Egos “diferenciados” - la Iglesia los llama
Arcángeles- fue dotar a la Materia Primordial con el impulso evolucionario y
guiar sus poderes constructores en la formación de sus producciones. Esto es a
lo que se refieren las sentencias de la tradición, tanto Oriental como
Occidental: “los Ángeles recibieron orden
de crear”. Después que la Tierra fue preparada por los Poderes inferiores y más materiales, y sus tres
Reinos habían ya principiado su curso de “fructificar y multiplicarse”, los Poderes superiores, los Arcángeles o
Dhyânis fueron obligados por la Ley de Evolución a descender a la Tierra, para
construir la corona de su evolución: el
Hombre. De este modo los “Creados por Sí” y los “Existentes por Sí” proyectaron
sus pálidas Sombras; pero el Tercer Grupo, los Ángeles del Fuego, se rebelaron y se negaron a unirse a sus
compañeros Devas.
El
exoterismo hindú los representa a todos como Yogis, cuya piedad les impulsó a
negarse a “crear”, porque deseaban permanecer eternamente Kumâras, “Jóvenes
Vírgenes”, a fin de, a ser posible,
anticiparse a sus compañeros en el progreso hacia el Nirvâna, la liberación
final. Pero según la interpretación esotérica,
fue un sacrificio de sí mismos en beneficio de la humanidad. Los
“Rebeldes” no quisieron crear hombres irresponsables sin voluntad, como los
hicieron los Ángeles “obedientes”; ni pudieron dotar a los seres humanos ni aun
con el reflejo temporal de sus propios atributos; pues perteneciendo estos
últimos a otro plano de conciencia mucho más elevado, dejarían al hombre por
siempre irresponsable, interrumpirían cualquiera posibilidad de mayor progreso.
La evolución espiritual y psíquica no es posible en la Tierra -el plano más
bajo y material- para aquel que, por lo menos en este plano, sea perfecto de un modo inherente, y no
pueda acumular mérito ni demérito. Si el Hombre hubiese permanecido siendo la
pálida Sombra de la Perfección inmóvil, inerte e inmutable, atributo negativo y
pasivo del verdadero Yo soy lo que soy,
hubiera estado condenado a pasar por la vida, en la tierra como en un pesado
sueño sin ensueños; y, por tanto, hubiera sido un fracaso en este plano. Los
Seres, o el Ser, llamado colectivamente Elohim, que pronunció el primero (si,
en efecto, fueron pronunciadas) las crueles palabras “Ved, el hombre se ha hecho como uno de nosotros para conocer
el bien y el mal; y ahora, no sea que alargue su mano, y coja también del árbol
de la vida, y coma y viva para siempre...” - tiene que haber sido
verdaderamente el Ildabaoth, el Demiurgo de los Nazarenos, lleno de rabia y de
envidia contra su propia criatura, cuya reflexión creó a Ophiomorphos. En este
caso, es muy natural (aun desde el punto de vista de la letra muerta)
considerar a Satán, la Serpiente del Génesis,
como el verdadero creador y bienhechor, el Padre de la Humanidad Espiritual.
Porque él fue el “Precursor de la Luz”, el radiante y brillante Lucifer que
abrió los ojos del autómata creado
por Jehovah, según se pretende. Y aquel que
fue el primero en susurrar: “el día en que comáis de él, seréis como
Elohim, conociendo el bien y el mal”, sólo puede considerarse bajo el aspecto
de un Salvador. “Adversario” de Jehovah, espíritu usurpador, él permanece siendo en la Verdad Esotérica el
“Mensajero” siempre amante, el Ángel, el Serafín y el Querubín, que sabía mucho y que amaba aún más, y que confirió la Inmortalidad Espiritual, el lugar
de la Física; pues esta última sería una especie de inmortalidad estática, que hubiera transformado al
hombre en un “Judío Errante” incapaz de morir.
Según
se refiere en Gnostics and their Remains de
King, acerca de Ildabaoth, a quien varias sectas consideraban como el Dios de
Moisés:
Ildabaoth
estaba lejos de ser un espíritu puro; la ambición y el orgullo dominaban en su
constitución. Por tanto, resolvió él romper toda relación con su madre,
Achamoth, y crear un mundo sólo para él. Ayudado por sus Seis Espíritus
propios, creó al Hombre, destinándole a ser la imagen de su poder; pero fracasó
completamente en su obra, pues su Hombre resultó un gran monstruo sin alma, que
se deslizaba por la tierra. Los Seis Espíritus se vieron obligados a volver a
traer su obra ante su padre para que la animase; así lo hizo comunicándole el
rayo de Luz Divina que él mismo había heredado de Achamoth, quien, por esta
pérdida, le castigó por su orgullo y presunción.
Favorecido así el
hombre por Achamoth, a costa de su propio hijo, siguió el impulso de la Luz
Divina que ella le había transferido, reunió una cantidad mayor de la creación
con que estaba mezclada, y principió a presentar, no la imagen de su creador
Ildabaoth, sino más bien la del Ser Supremo, el “Hombre Primordial”. Ante este
espectáculo, el Demiurgo se llenó de rabia y envidia por haber producido un ser
tan superior a él. Sus miradas, inspiradas por sus pasiones, se reflejaron en
el Abismo como en un espejo, la imagen se convirtió en instinto con vida, y
surgió “Satán en forma de serpiente”, Ophiomorphos,
la encarnación de la envidia y de la astucia.
Ésta es la versión
esotérica de los gnósticos, y la alegoría, aunque es una versión sectaria, es
sugestiva y parece verdadera en la vida. Es deducción natural del texto de la
letra muerta, del cap. III del Génesis.
De
ahí la alegoría de Prometeo, que roba el Fuego Divino para que los hombres
prosigan conscientemente en el sendero de la Evolución Espiritual,
transformando así al más perfecto de los animales
de la Tierra en un Dios potencial, y
dejando a su voluntad el “conquistar el reino de los cielos por violencia”. De
ahí también la maldición pronunciada
por Zeus contra Prometeo, y por Jehovah-Ildabaoth contra su “hijo rebelde”,
Satán. Las nieves frías y puras del monte Cáucaso, y el fuego y las llamas
perdurables y ardientes de un Infierno inextinguible, son dos polos opuestos, y
sin embargo, la misma idea, el aspecto doble de una tortura refinada; un
“Productor de fuego” - emblema personificado de (Phôsphoros) de la Luz y del Fuego Astrales en el Anima Mundi ( ese
Elemento del cual el filósofo materialista alemán Moleschott, decía “ohne Phospher kein Gedanke”, o “sin fósforo
no hay pensamiento”), -ardiendo en las fieras Llamas de sus Pasiones
terrenales; la conflagración producida por su Pensamiento, distinguiendo, como lo hace ahora, el bien del mal, y
sin embargo, esclavo de las pasiones de su Adán terrestre; sintiendo el buitre
de la duda y de la conciencia completa, devorándole el corazón- un Prometero
verdaderamente, por ser una entidad consciente,
y por tanto, responsable. La
maldición de la vida es grande, y sin embargo, exceptuando algunos místicos
indos y Sufis, ¡cuán pocos son los que cambiarían todas las torturas de la vida
consciente, todos los males de una existencia responsable, por la imperfección
inconsciente, de un Ser incorpóreo
pasivo (objetivamente), o tan siquiera por la inercia estática universal
personificada en Brahmâ, durante su “Noche” de Reposo! Pues, para citar un
hábil artículo de uno que, confundiendo los planos de existencia y de
conciencia, fue víctima de sus errores:
Satán
(o Lucifer) representa la Energía Activa,
o como (M. Jules) Baissac la llamada, la Energía “Centrífuga” del Universo (en
su sentido cósmico). Él es Fuego, Luz, Vida, Lucha, Esfuerzo, Pensamiento,
Conciencia, Progreso, Civilización, Libertad,
Independencia. Al mismo tiempo es el Dolor
que es la Reacción del Placer de la Acción y la Muerte (que es la Revolución de la Vida). Satán, ardiendo en su propio infierno, producido por la
furia de su propio ímpetu: la desintegración expansiva de la Nebulosa que tiene
que concentrarse en Nuevos Mundos. Y debidamente fue una y otra vez burlado por
la Inercia Eterna de la Energía Pasiva
del Kosmos -el “Yo soy” inexorable-,
el Pedernal del que saltan las chispas. Y debidamente... son él y sus
adherentes... consignados al “Mar de Fuego” -porque éste es el Sol (sólo en un sentido, en la alegoría cósmica), la
Fuente de la Vida, de nuestro sistema, en donde son
purificados (queriendo decir con esto desintegrados) y agitados para su
reconstrucción en otra vida (la Resurrección)- este Sol, el cual, como Origen del Principio Activo de nuestra Tierra,
es a la vez el Hogar y la Fuente del Satán del Mundo...
Además,
como para demostrar la exactitud de la teoría general de Baissac (en Le Diable et Satán), el frío se sabe que
tiene un efecto “Centrípeto”. Bajo la influencia del Frío todo se contrae...
Bajo él la Vida inverna o muere, el Pensamiento se congela y el Fuego se
extingue. Satán es inmortal en su propio Mar de Fuego; solamente en el
“Nifl-Heim” (el frío Infierno de los Eddas
escandinavos) del “Yo soy” es donde
no puede existir.
Pero a pesar de todo hay
una especie de Existencia Inmortal
en el Nifl-Heim, y esta Existencia debe ser
Sin dolor y Apacible, porque es Inconsciente
e Inactiva. En el reino de JEHOVA (si este Dios fuese todo lo que los
judíos y cristianos pretenden) no hay miserias, ni guerras, ni casamientos, ni
dar en casamiento, ni cambio, ni CONCIENCIA INDIVIDUAL. Todo está
absorbido en el espíritu del Todopoderoso. Es
enfáticamente un Reino de Paz y de Sumisión leal, así como el del
“Archi-Rebelde” lo es de Guerra y Revolución... Es (el primero)
efectivamente lo que la Teosofía llama Nirvâna. Pero la Teosofía enseña que la
Separación de la Fuente Primordial, una
vez que ha tenido efecto, no puede alcanzarse la Reunión sino por el ESFUERZO E LA VOLUNTAD, lo cual es
claramente Satánico en el sentido de este trabajo.
Es “Satánico” desde el punto de vista
del Romanismo ortodoxo, pues debido al prototipo de lo que se convirtió con el
tiempo en el Demonio Cristiano (a los Radiantes Arcángeles, los Dhyân Chohâns
que se negaron a crear, porque querían que el Hombre llegase a ser su propio creador y un Dios inmortal) pueden los
hombres alcanzar el Nirvâna y el Cielo de la Divina Paz celeste.
Para
terminar este extenso comentario, la Doctrina Secreta enseña que los Devas del
Fuego, los Rudras y los Kumâras, los “Ángeles Vírgenes” (a los cuales
pertenecen los Arcángeles Miguel y Gabriel), los “Rebeldes” Divinos -llamados
por los positivos judíos que todo lo materializan, los Nahash o “Desposeídos”-
prefirieron la maldición de la
encarnación y los largos ciclos de existencia terrestre y de renacimientos
a contemplar la desdicha, aunque inconsciente,
de los seres como Sombras que emanaron de sus Hermanos, por la energía
semipasiva de sus Creadores demasiado
espirituales. Si “el uso de la vida
del hombre debe ser tal que ni se animalice ni se espiritualice, sino se humanice”, entonces tiene que nacer
humano y no angélico. He aquí por qué
la tradición presenta a los Yogis celestes ofreciéndose víctimas voluntarias
para redimir a la humanidad, la cual fue creada a semejanza de Dios y perfecta
en un principio, dotándola de aspiraciones y afectos humanos. Para hacer esto
tuvieron que abandonar su estado natural, descender a nuestro Globo y habitar
en él durante todo el ciclo de Mahâyuga, cambiando así sus Individualidades
impersonales por Personalidades individuales -la dicha de la existencia sideral
por la maldición de la vida terrestre.
Este sacrificio voluntario de los
Ángeles del Fuego, cuya naturaleza era la Sabiduría
y el Amor, ha sido transformado por
las teologías exotéricas en la declaración que muestra a los “Ángeles Rebeldes
precipitados desde el Cielo en las tinieblas del Infierno” - nuestra Tierra. La
Filosofía hindú indica la verdad enseñando que los Asuras, precipitados por
Shiva, están solamente en un estado
intermedio, en el cual se preparan para grados más elevados de
purificación, redimiéndose de su miserable estado; pero la Teología Cristiana
(que pretende basarse en la roca del amor divino, de la caridad y de la
justicia de aquel a quien acude como a su Salvador), a fin de reforzar
paradójicamente su pretensión, ha inventado el horrible dogma del Infierno, esa
palanca de Arquímedes de la filosofía católico romana.
Por
otra parte, la sabiduría rabínica -más positivista, materialista o groseramente
terrestre que ninguna otra, puesto que todo lo rebaja a misterios fisiológicos-
llama a estos Seres el “Perverso”; y los Kabalistas, Nahash, “Desposeído”, como
acabamos de decir, Almas que, después de
haberse separado en el Cielo del Santísimo, se arrojaron al Abismo en el
principio de su misma existencia, y se anticiparon al tiempo en que debían
descender a la Tierra .
Y
expliquemos desde luego que nuestra querella no es contra el Zohar ni ningún otro libro de la Kabalah en su verdadera interpretación,
pues ésta es la misma que la nuestra, sino solamente contra las explicaciones seudo esotéricas de aquélla, y
especialmente de los kabalistas cristianos.
Dice
el Comentario:
Nuestra tierra y el hombre (son) los
productos de los tres Fuegos.
El
nombre de estos tres corresponden, en sánscrito, al Fuego Eléctrico, al Fuego
Solar y al Fuego producido por Fricción. Explicados en los planos humano y
cósmico, estos tres Fuegos son Espíritu, Alma y Cuerpo; los tres grandes Grupos
Raíces con sus cuatro divisiones adicionales. Éstas varían según las Escuelas,
y -según sus aplicaciones- se convierten en los upâdhis y en los vehículos,
o en el nóumeno de estos. En las
relaciones exotéricas, son personificados por los “tres hijos de brillantez y
esplendor sobresalientes”, de Agni Abhimânin, el hijo mayor de Brahmâ, el Logos
Cósmico, con Svâhâ, una de las hijas de Daksha. En el sentido metafísico,
el “Fuego por Fricción” significa la unión entre Buddhi, el sexto “principio”,
y Manas, el quinto, los cuales se unen y se consolidan de este modo: el quinto
fundiéndose parcialmente en la Mónada y convirtiéndose en parte de ella; en lo
físico se relaciona con la chispa
creadora, o germen que fructifica y genera al ser humano. Los tres Fuegos,
cuyos nombres son Pâvaka, Pavamâna y Shuchi, fueron condenados, se dice, por
una maldición de Vasishtha, el gran Sabio, “a nacer una y otra vez” . Esto
es bastante claro.
Por tanto, las
LLAMAS, cuyas funciones están confundidas en los libros exotéricos y que son
llamadas indiferentemente Prajâpatis, Pitris, Manus, Asuras, Rishis, Kumâras,
etc., se dice que encarnaron personalmente en la Tercera Raza-Raíz, y de
este modo “renacieron una y otra vez”. En la Doctrina Esotérica se les llama
generalmente Asuras, o Asura Devatâ, o Pitar Devatâ (Dioses); pues, como se ha
dicho, ellos fueron primeramente Dioses -y los más elevados- antes de que se
convirtieran en “No-Dioses” y de
Espíritus del Cielo hubiesen descendido a ser Espíritus de la Tierra, exotéricamente, entiéndase bien en el
dogma ortodoxo.
Ningún
teólogo ni orientalista podrá comprender nunca las genealogías de los
Prajâpatis, de los Manus y de los Rishis, ni la relación directa de estos -su
correlación más bien- con los Dioses, a menos que posea la clave de la
Cosmogonía y Teogonía primitivas, que todas las naciones poseían originalmente
en común. Todos estos Dioses y Semidioses se ve que renacen en la Tierra en
varios Kalpas y con diversos caracteres; cada cual, por otra parte, teniendo su Karma claramente trazado, y cada
efecto asignado a su causa.
Antes de que
pudieran explicarse otras Estancias, era absolutamente necesario, como puede
verse, mostrar que los Hijos de la “Obscura Sabiduría”, aun cuando idénticos a
los Arcángeles que la Teogonía ha querido llamar “Caídos”, son tan divinos y
tan puros, si no más puros, que todos los Migueles y Gabrieles tan glorificados
por las Iglesias. El “Antiguo Libro” da también algunos detalles de la Vida
Astral, los cuales serían a esta sazón completamente incomprensibles para el
lector. Debe dejarse, pues, para posterior explicación y la Primera y Segunda
Razas ahora sólo serán consideradas de paso. No así la Tercera Raza, la Raza
Raíz que se separó en sexos y fue la
primera dotada de razón. Los hombres se desarrollan pari passu con el Globo, y este último tuvo su “incrustación” más
de cien millones de años antes de que la primera subraza humana hubiese
principiado a materializarse o solidificarse, por decirlo así. Pero según la
Estancia lo expresa:
El Hombre Interno (La Entidad consciente) no
existía.
Esta
“Entidad consciente” -dice el Ocultismo- viene, más aún, es en muchos casos la misma esencia y esse de las inteligencias elevadas, condenadas, por la inflexible
ley de la evolución kármica, a reencarnar en este Manvántara.
b)
La Sloka 39 se refiere exclusivamente a las divisiones de raza. Estrictamente
hablando, la Filosofía Esotérica enseña una poligénesis modificada; pues al
paso que asigna a la especie humana una unidad de origen, por cuanto sus
Antepasados o “Creadores” eran todos Seres Divinos -aun cuando de diferentes
clases o grados de perfección en su
Jerarquía- enseña que los hombres, sin embargo, nacieron en siete diferentes
centros del Continente de aquel período. aun cuando todos eran de un origen
común, sin embargo, por razones dadas, sus potencialidades y capacidad mental,
sus formas externas o físicas y cualidades características futuras, eran muy
diferentes.
En cuanto a su color, hay una alegoría sugestiva en el Linga Purâna. Los Kumâras -llamados los
Dioses Rudra- se describen como encarnaciones de Shiva, el Destructor (de las formas externas), llamado también
Vâmadeva. Este último, como Kumâra, el “Célibe Eterno”, el casto Joven Virgen,
surge de Brahmâ en cada gran Manvántara, y “de nuevo se convierte en cuatro”;
lo que es una referencia a las cuatro grandes divisiones de las Razas humanas,
en lo que se refiere al color y tipo, y a las tres grandes divisiones de estos.
así, en el Kalpa veintinueve -que en este caso es una referencia a la
transformación y evolución de la forma humana que Shiva destruye siempre y
vuelve a modelar periódicamente hasta que desciende al gran momento crítico
Manvantárico, a mediados de la Cuarta Raza (la Atlante)- en el Kalpa veintinueve,
Shiva como Shvetalohita, el Kumâra Raíz, de color de la luna se convierte en blanco; en su próxima transformación es rojo (y en esto difiere la versión exotérica de la Enseñanza Esotérica); en la
tercera, amarillo, y en la cuarta, negro.
El
Esoterismo clasifica ahora estas siete variantes, con sus cuatro grandes
divisiones, en sólo tres distintas Razas primordiales, pues no toma en
consideración la Primera Raza, la cual no tenía tipo ni color, y era una forma
apenas objetiva, aunque colosal. La evolución de estas Razas, su formación y
desarrollo, procedieron en líneas paralelas con la evolución, formación y
desarrollo de tres capas geológicas, de las cuales se derivó el color humano,
tanto como a su vez influyeron en determinarlo los climas de estas zonas. La
Enseñanza Esotérica menciona tres grandes divisiones, a saber:
la
AMARILLA-ROJA; la NEGRA y la
BLANCA-OBSCURA. Las razas arias, por ejemplo, que ahora varían desde el
moreno oscuro, casi negro y el amarillo-oscuro-rojo, hasta el color pálido más
blanco, proceden, sin embargo, de un solo y mismo tronco, la Quinta Raza Raíz,
y provienen de un solo Progenitor, llamado en el exoterismo indo por el nombre genérico de Manu Vaivasvata; este
último, téngase presente, siendo aquel Personaje Genérico, el Sabio, que se
dice haber vivido hace aproximadamente 18.000.000 de años, y también hace
850.000 años, en el tiempo de la sumersión de los últimos restos del Gran
Continente de la Atlántida, y que se dice que vive aún hoy en su humanidad.
El amarillo claro es el color de la
primera raza humana sólida, que
apareció en la última mitad de la Tercera Raza Raíz, después de su caída en la generación, como se acaba de explicar,
aportando los últimos cambios. Pues sólo en aquella época tuvo lugar la última
transformación, que hizo aparecer al hombre como es ahora, pero en una escala
mucho mayor. Esta Raza dio nacimiento a la Cuarta Raza; transformando “Shiva”
gradualmente aquella parte de la Humanidad, que se convirtió en “negra por el
pecado”, en amarilla roja, de la cual los indios rojos y los mogoles son
descendientes, y finalmente, en razas blanco-morenas, las cuales, juntamente
con las razas amarillas, forman la gran masa de la humanidad. La alegoría del Linga Purâna es curiosa, por demostrar
el gran conocimiento etnológico de los antiguos.
Cuando
se lee que la “última transformación” tuvo lugar hace 28.000.000 de años, puede
el lector considerar cuántos millones más debió necesitar para llegar a aquel
último estado. Y si el Hombre en su consolidación gradual se desarrolló pari passu con la Tierra, ¡cuántos
millones de años debieron transcurrir durante la Primera, la Segunda y la
primera mitad de la Tercera Raza!
Pues la Tierra se hallaba en un estado comparativamente etéreo antes de
alcanzar su estado sólido final. Las Enseñanzas arcaicas, además, nos dicen
que, durante el período medio de la Raza Lemuro-Atlante, tres Razas y media
después del Génesis del Hombre, la Tierra, el Hombre y todo lo existente en el
Globo eran de una naturaleza aún más material y grosera, mientras que cosas
tales como el coral y algunas conchas, estaban todavía en un estado astral,
semigelatinoso. Los ciclos que desde entonces han transcurrido nos han llevado
ya adelante, en el arco opuesto ascendente, algunos pasos hacia nuestra
“desmaterialización”, como dirían los espiritistas. La Tierra, nosotros y todas
las cosas se han ablandado desde entonces; sí, hasta nuestros cerebros. Pero
algunos teósofos han objetado que una Tierra etérea, aun hace 15 o 20.000.000
de años, “no cuadra con la Geología”, que nos enseña que los vientos soplaban,
la lluvia caía y las olas rompían sobre la costa, las arenas se transportaban y
acumulaban etc.; que, en una palabra, todas las causas naturales que ahora
operan, estaban entonces en vigor “en las mismas primitivas edades del tiempo
geológico; sí, en el de las rocas paleozoicas más antiguas”. A esto se dan las
siguientes respuestas: Primero, ¿cuál es la fecha asignada por la Geología a
estas “rocas paleozoicas más antiguas”? Y segundo, ¿por qué no hubieran podido
soplar los vientos, caer la lluvia, y las olas -de “ácido carbónico”
aparentemente, como la Ciencia parece significar- romper sobre la costa de una
Tierra semiastral, esto es, glutinosa? La palabra “astral” no significa
necesariamente en la fraseología Oculta, tan sutil como humo, sino más bien
“estelar”, brillante o diáfano, en diversos y numerosos grados, desde el estado
completamente nebuloso hasta el glutinoso, como acabamos de mencionar.
Pero se
objeta además: “¿Cómo podía una Tierra astral haber afectado a los otros
Planetas de este Sistema? ¿No se desordenaría ahora todo el proceso si la
atracción de un Planeta cesase de repente?” La objeción no tiene,
evidentemente, valor, puesto que nuestro Sistema se compone de Planetas más viejos
y más jóvenes, algunos muertos, como la Luna; otros en proceso de formación,
sin que la Astronomía sepa nada en contrario. Ni esta última ha asegurado
jamás, que nosotros sepamos, que todos los cuerpos de nuestro Sistema hayan
surgido a la existencia y se hayan desarrollado simultáneamente. Las Enseñanzas
Secretas cishimaláyicas difieren en este punto de las de la India.
El Ocultismo
indo enseña que la Humanidad del Manu Vaivasvata tiene 18.000.000 y algunos
años más de edad. Nosotros decimos, así es; pero sólo en lo que se refiere al
Hombre físico, o aproximadamente
físico, que data de la terminación de la Tercera Raza Raíz. Anteriormente a
esta época, el Hombre o su imagen nebulosa pudo haber existido, que nosotros
sepamos, por 300.000.000 de años; puesto
que no se nos enseñan cifras, las cuales son y continuarán siendo secretos
de los Maestros de la Ciencia Oculta, como precisamente se declaró en el Esoteric Buddhism (8ª edic., página148).
Por otra parte, cuando los Purânas
indos hablan de un Manu Vaivasvata, nosotros afirmamos que hubo varios, siendo
genérico el nombre.
Ahora
debemos añadir algunas palabras más sobre la evolución física del hombre.
H.P.Blavatsky D.S T III
H.P.Blavatsky D.S T III
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