lunes, 28 de septiembre de 2015

ESTANCIA X (La Historia de la Cuarta Raza)




38. El nacimiento de la Cuarta Raza (Atlante).39. Las subrazas de la Cuarta Humanidad principian a dividirse y mezclarse; forman ellas las primeras razas mixtas de varios colores. 40. La superioridad de los Atlantes sobre otras Razas. 41. Cae ellos en el pecado y engendran hijos y monstruos. 42.Los primeros gérmenes del antropomorfismo y de la religión sexual. Pierden ellos su “tercer ojo”.

38 ASÍ, DE DOS A DOS, EN LAS SIETE ZONAS, LA TERCERA RAZA DIO NACIMIENTO A LA CUARTA; LOS SURA SE CONVIRTIERON EN ASURA.

39 LA PRIMERA, EN TODAS LAS ZONAS, FUE DEL COLOR DE LA LUNA; LA SEGUNDA AMARILLA COMO EL ORO; LA TERCERA ROJA; LA CUARTA DE COLOR OSCURO, QUE SE TORNÓ NEGRO POR EL PECADO. LOS SIETE PRIMEROS VÁSTAGO HUMANOS FUERON TODOS DE UN COLOR. LOS SIETE SIGUIENTES PRINCIPIARON A MEZCLARSE.


             
Para comprender la Sloka 38 debe leerse juntamente con las Slokas de la Estancia IX. Hasta este punto de la evolución, el hombre pertenece más a la naturaleza metafísica que a la física. Sólo después de la llamada CAÍDA, fue cuando las Razas principiaron a desarrollar con rapidez la forma puramente humana. A fin de que el estudiante pueda comprender correctamente todo el sentido de la Caída, tan mística y trascendental en su verdadera significación, tiene desde luego que conocer los detalles que la precedieron, puesto que la Teología moderna ha hecho del suceso un eje en que hace girar sus creencias y dogmas más absurdos y perniciosos.
           
  Los Comentarios Arcaicos, como el lector recordará, explican que de la Hueste de los Dhyânis, a quienes correspondía encarnar como Egos de las Mónadas inmortales, pero inconscientes en este plano, algunos “obedecieron” (a la Ley de Evolución), tan pronto como los hombres de la Tercera Raza estuvieron fisiológica y físicamente en disposición para ello, esto es, cuando se separaron en sexos. Estos fueron los primeros Seres conscientes, que añadiendo entonces el conocimiento consciente y la voluntad a su pureza divina inherente, crearon por Kriyâshakti al hombre semidivino, que fue en la Tierra la Semilla de futuros Adeptos. Por otro lado, aquellos que celosos de su libertad intelectual -libre como entonces se hallaba de los lazos de la Materia- dijeron: “Podemos escoger... poseemos la sabiduría”, y encarnaron así mucho después, estos tenían el primer castigo kármico preparado. Tuvieron ellos cuerpos inferiores (fisiológicamente) a sus Modelos Astrales, porque sus Chhâyâs habían pertenecido a Progenitores de un grado inferior en las siete Clases. 

En cuanto a los “Hijos de la Sabiduría”, que difirieron su encarnación hasta la Cuarta Raza, ya manchada (fisiológicamente) con el pecado y la impureza, produjeron una causa terrible, cuyo resultado kármico pesa sobre ellos hasta hoy día. Se produjo en ellos mismos, y se convirtieron en portadores de la semilla de iniquidad por evos futuros, porque los cuerpos que tuvieron que animar se habían corrompido a causa de su retraso .
            
Ésta fue la “Caída de los Ángeles”, debida a su rebelión contra la Ley Kármica. La “Caída del hombre” no fue caída, porque era irresponsable. Pero como la “creación” fue inventada en el sistema dualístico como “prerrogativa de Dios sólo” -el legítimo atributo patentado por la Teología con el nombre de una Deidad infinita de su propia hechura-, el poder de Kriyâshakti fue considerado “Satánico”, y como una usurpación de los derechos divinos. Así, a la luz de tan estrechos puntos de vista, lo anterior ha de ser considerado como una terrible calumnia contra el hombre “creado a imagen de Dios”, y como una blasfemia aún más espantosa ante la letra muerta del dogma.
            
“Vuestra doctrina -se ha dicho ya a los Ocultistas- hace del hombre creado del polvo a imagen de su Dios, un vehículo del Demonio, desde el principio”.            
“¿Por qué hacéis de vuestro Dios un Demonio, creados ambos además, a vuestra propia imagen?” -es nuestra contestación.
            
La interpretación esotérica de la Biblia, sin embargo, refuta suficientemente esta invención calumniosa de la Teología; la Doctrina Secreta debe algún día convertirse en el justo Karma de las Iglesias, que son más anticristianas que puedan serlo las asambleas representativas de los materialistas y ateos más extremados.
            
El verdadero significado de la antigua doctrina de los “Ángeles Caídos”, en su sentido antropológico y evolucionario, se halla contenido en la Kabalah, y explica la Biblia. Encuéntrase de modo prominente en el Génesis, cuando éste se lee con el espíritu de investigación de la verdad, sin mirar al dogma y sin opiniones preconcebidas. Esto se prueba fácilmente. En el Génesis (VI), los “Hijos de Dios” -B’ne Aleim- se enamoran de las hijas de los hombres, se casan y revelan a sus esposas los misterios que ilícitamente aprendieron en el Cielo, según Enoch; y ésta es la “Caída de los Ángeles”
Pero ¿qué es, en realidad, el mismo Libro de Enoch, del cual el autor del Apocalipsis y hasta el San Juan del Cuarto Evangelio  han hecho tantas citas? 

Sencillamente un Libro de Iniciación, que da en alegoría y fraseología cautelosa el programa de ciertos Misterios Arcaicos ejecutados en los Templos interiores. El autor de los Sacred Mysteries among the Mayas and Quichés sugiere muy justamente que las llamadas “Visiones” de Enoch se refieren a sus experiencias (las de Enoch) en la Iniciación y a lo que aprendió en los Misterios; mientras que, por otra parte, comete el gran error de  declarar que Enoch los había aprendido antes de convertirse al Cristianismo (!!); además, cree que su libro fue escrito al principio de la Era cristiana, cuando... las costumbres y la religión de los egipcios estaban en decadencia. esto es apenas posible, puesto que Judas en su Epístola cita del Libro de Enoch; y por lo tanto, según observa el Arzobispo Laurence, traductor del Libro de Enoch de la versión etíope, “no podía ser producto de un escritor que viviera después... o fuera tan siquiera contemporáneo de” los escritores del Nuevo Testamento, a menos que, verdaderamente, Judas y los Evangelios, y todo lo demás fuesen también un producto de la Iglesia ya establecida, lo cual, dicen algunos críticos, no es imposible. Pero ahora lo que más nos interesa son los “Ángeles Caídos” de Enoch, más bien que Enoch mismo.
            
En el exoterismo indo, estos Ángeles (Asuras) son también denunciados como “enemigos de los Dioses”; los que se oponen al culto de los sacrificios ofrecidos a los Devas. En la Teología Cristiana se mencionan en general como “Espíritus Caídos” a los héroes de varias leyendas contradictorias, tomadas de fuentes paganas. La coluber tortuosus, la “serpiente tortuosa”, calificación que se dice originada entre los judíos, tenía un significado completamente distinto antes de que la Iglesia Romana la  desnaturalizara; entre otros, un sentido puramente astronómico.
            
A la “Serpiente” caída de lo alto (deorsum fluens) se le atribuía la posesión de las Llaves del Imperio de la Muerte (....) hasta el día en que Jesús la vio caer “como un relámpago... del cielo”, no obstante la interpretación católico romana de “cadebat ut fulgur”. Significa ello, en realidad, que hasta “los demonios están sujetos” al Logos, el cual es la Sabiduría, pero al mismo tiempo, como contrario de la ignorancia, es Satán o Lucifer. Esta observación se refiere a la Sabiduría divina, cayendo como un relámpago y avivando así las inteligencias de los que luchan contra los demonios de la ignorancia y de la superstición. Hasta el tiempo en que la Sabiduría, en la forma de los Espíritus encarnantes, de MAHAT descendió de lo alto para animar y llamar a la Tercera Raza a la vida real consciente, la Humanidad, si así puede llamársele en su estado animal e inconsciente, estaba, por supuesto, condenada a la muerte, tanto moral como física. 

Los Ángeles caídos en la generación son mencionados metafóricamente como Serpientes y Dragones de Sabiduría. Por otra parte, considerados desde el punto de vista del LOGOS el Salvador Cristiano, lo mismo que Krishna, ya sea como hombre o como Logos, puede decirse que ha salvado, a los que han creído en las Enseñanzas Secretas, de la “muerte eterna”, y que ha vencido al Reino de las Tinieblas o Infierno, como hacen todos los Iniciados. Ésta es la forma humana terrestre de los Iniciados, y también -por razón de que el Logos es Cristos- el “principio” de nuestra naturaleza interna que desarrolla en nosotros el Ego Espiritual -el Ser Superior- formado de la unión indisoluble del Buddhi, el sexto “principio”, y la eflorescencia espiritual de Manas, el quinto. “El Logos es Sabiduría pasiva en el Cielo, y Sabiduría activa, por sí, en la Tierra”, según se nos enseña. Es el Matrimonio del “Hombre Celeste” con la “Virgen del Mundo” o la Naturaleza, según está descrito en el Pymander; cuyo resultado es su progenie - el hombre inmortal. Esto es lo que en el Apocalipsis de San Juan  se llama el matrimonio del Cordero con su Prometida. 

A esta “esposa” se la identifica ahora con la Iglesia de Roma, debido a la interpretación arbitraria de sus partidarios. Pero parece que olvidan que su ropa puede estar “limpia y blanca” exteriormente, como “el sepulcro blanqueado”, y que la corrupción de que está llena por dentro no es la “rectitud de los santos”, sino más bien la sangre de los santos a que “ha dado muerte en la tierra”. Así, la observación del gran Iniciado en Lucas -refiriéndose alegóricamente al rayo de la luz y de la razón, cayendo como un relámpago de lo alto en los corazones y mentes de los convertidos a la antigua Religión de la Sabiduría, presentada entonces bajo una nueva forma por el sabio Adepto Galileo - fue desfigurada hasta el punto de no ser reconocible, como también pasó  con su propia personalidad, siendo arreglada para amoldarla al más cruel y pernicioso de todos los dogmas teológicos.
            
Pero si bien la Teología occidental posee sola la patente y propiedad de Satán, en todo el horror dogmático de esa ficción, otras nacionalidades y religiones han cometido iguales yerros en su falsa interpretación de una doctrina que es uno de los conceptos más profundamente filosóficos e ideales del pensamiento antiguo. La han desfigurado, a la vez que han indicado el correcto significado, en sus numerosas alegorías sobre el asunto. Tampoco han dejado los dogmas semiesotéricos del Indoísmo Puránico, de desenvolver símbolos y alegorías muy sugestivos referentes a los dioses rebeldes y caídos. Los Purânas están llenos de ellos; y vemos una indicación directa de la verdad en las frecuentes alusiones de Parâshara, en el Vishnu Purâna, a todos esos Rudras, Rishis, Asuras, Kumâras y Munis, que tienen que nacer en cada edad, esto es, reencarnar en cada Manvántara. Esto, esotéricamente, equivale a decir que las “Llamas”, nacidas de la Mente Universal, o Mahat, debido a las misteriosas operaciones de la Voluntad Kármica, y al impulso de la Ley de Evolución, tenían que venir -sin transición gradual alguna- a esta Tierra, después de haber atravesado, según el Pymander, los “Siete Círculos de Fuego”, o, en una palabra, los Siete Mundos intermedios.
            
Hay una Ley Cíclica Eterna de Renacimientos, y la serie, en cada Amanecer Manvantárico, hállase encabezada por aquellos que han gozado durante evos incalculables, del descanso de sus reencarnaciones en Kalpas anteriores, por los primeros y más elevados Nirvânis. Tocóles a estos “Dioses”  encarnar en el presente Manvántara; de aquí su presencia en la Tiera y las alegorías resultantes; de aquí, también, la perversión del significado primitivo. Los Dioses que habían “caído en la generación”, cuya misión era completar al Hombre Divino, son encontrados más tarde representados como Demonios, Malos Espíritus y Diablos, en contienda y guerra con los Dioses, o agentes irresponsables de la Ley Eterna única. Pero jamás hubo la intención de significar criaturas tales como los Demonios y el Satán de las religiones cristiana, judía y mahometana, con estas mil y una alegorías arias.
            
El verdadero punto de vista Esotérico acerca de “Satán”, la opinión que sobre este asunto tenía toda la filosofía antigua, hállase admirablemente presentado en un Apéndice titulado “El Secreto de Satán”, de la segunda edición del Perfect Way, de la doctora Anna Kingsford. No podría ofrecerse al lector inteligente ninguna indicación mejor ni más clara, por lo cual lo  citamos aquí con alguna extensión:

            
1.Y en el séptimo día (séptima creación de los hindúes), prodújose de la presencia de Dios un Ángel poderoso, lleno de ira y devorador, y Dios le dio el dominio de la esfera extrema.
            
2.La Eternidad produjo el Tiempo; lo Ilimitado dio nacimiento al Límite; el Ser descendió a la generación.
            
3.Entre los Dioses no hay ninguno que se asemeje a aquél en cuyas manos son depositados los reinos, el poder y la gloria de los mundos.
            
4.Los tronos e imperios, las dinastías de reyes, la caída de las naciones, el nacimiento de las iglesias, los triunfos del Tiempo.

            Pues como se dice en Hermes:

            
20....Satán es el guardián de la puerta del Templo del Rey; mantiénese él en el pórtico de Salomón; guarda las Llaves del Santuario.
            
21. Para que no penetre ningún hombre excepto los ungidos, que poseen el arcano de Hermes.

            
Estos versículos sugestivos y majestuosos se referían, entre los antiguos egipcios y otros pueblos civilizados de la antigüedad, a la Luz del Logos creadora y generadora -Horus, Brahmâ, Ahura Mazda, etc., como manifestaciones primarias del Principio Siempre-inmanifestado, ya se le llame Ain Suph, Parabrahman, Zeruâna Akerne, o Tiempo Sin límites, Kâla-, aunque el sentido está degradado ahora en la Kabalah. El “Ungido” -que posee los secretos y misterios de Hermes, o Budha, la Sabiduría, y que sólo es el guardián de las “Llaves del Santuario”, la Matriz de la Naturaleza, a fin de fructificarla y llamarla a la vida activa y ser el Kosmos todo- se ha convertido entre los judíos en Jehovah, el “Dios de la Generación” en la Montaña Lunar -Sinaí, la Montaña de la Luna (Sin). El “Santuario” se ha convertido en el “Santo de los Santos”, y el arcano ha sido antropomorfizado, hecho fálico, y arrastrado, verdaderamente, dentro de la Materia. 

De aquí surgió la necesidad de hacer del “Dragón de Sabiduría”, la “Serpiente” del Génesis; del Dios consciente que necesitaba un cuerpo para revestir su divinidad demasiado subjetiva, Satán. Pero las “innumerables encarnaciones del Espíritu”, y la incesante pulsación y corriente del Deseo, se refieren, las primeras a nuestra doctrina de Renacimientos Kármicos y Cíclicos, y las segundas a Eros, no al último Dios del amor material, fisiológico, sino al Deseo Divino en los Dioses, lo mismo que en la Naturaleza, de crear y dar vida a Seres. 

Esto sólo los Rayos de la LLAMA una, “Oscura”, por ser invisible e incomprensible, podían llevarlo a cabo por sí mismos, descendiendo en la Materia. Por tanto, según continúa el Apéndice  XV: 
            
12.  Muchos son los nombres que Dios le ha dado (a Satán), nombres de misterio, secretos y terribles.
            
13.  ...El Adversario, porque la Materia se opone al Espíritu y el Tiempo acusa hasta a los santos del Señor.
            
28.  Temedle, y no pequéis; pronunciad su nombre temblando...
            
29.  Pues Satán es el magistrado de la Justicia de Dios (Karma); él tiene la balanza y la espada.
            
31.  Pues a él le están encomendados el Peso, la Medida y el Número.

            
Compárese la última sentencia con lo que dice el Rabino que explica la Kabalah al Príncipe en el Libro de Al Chazari, y se verá que el Peso, la Medida y el Número son, en el Sepher Yetzirah, los atributos de los Sephiroth (los tres Sephirm, o cifras)  que cubren todo el número colectivo 10; y que los Sephiroth son el Adam Kadmon colectivo, el “Hombre Celeste” o el Logos -De este modo Satán y el Ungido estaban identificados en el pensamiento antiguo. Por tanto:

            
33.Satán es el Ministro de Dios, Señor de las siete mansiones del Hades, el Ángel de los Mundos manifestados.

            
Los siete Lokas, o Saptaloka, de la Tierra entre los indos; pues el Hades o el Limbo de Ilusión, del  cual la Teología hace una región fronteriza del Infierno, es simplemente nuestro Globo, la Tierra, y por esto Satán es llamado el “Ángel de los mundos manifestados”.
            
“Satán  es el Dios de nuestro planeta y el Dios único”, y esto sin ninguna alusión metafórica a su maldad y perversidad. Pues él es uno con el Logos.

            
El primero y el “mayor de los Dioses”, en el orden de la evolución microcósmica (divina), Saturno (Satán) (astronómicamente), es el séptimo y el último en el orden de la emanación macrocósmica, siendo la circunferencia del Reino del cual Febo (sabiduría) (la Luz de la Sabiduría y también el Sol) es el  centro.
             
Los gnósticos tenían, pues, razón en llamar al Dios judío un “Ángel de la Materia”, o el que infundió vida (consciente) a Adam, y cuyo Planeta era Saturno.

            
34. Y Dios puso un cinturón sobre sus lomos (los anillos de Saturno), y el nombre del cinturón es la Muerte.

            
En la Antropogonía, este “cinturón” es el cuerpo humano con sus dos principios inferiores. Los tres mueren, mientras el Hombre interno es inmortal. Y ahora nos aproximamos al “Secreto de Satán “.
             
37.... sólo sobre Satán  recae la vergüenza de la generación.
            
38.  Él ha perdido su estado virginal (lo mismo que el Kumâra, al encarnar); al descubrir secretos celestes, entró en la esclavitud.
            
39.  Él circuye con lazos y limita todas las cosas...
            
42.  Dos son los ejércitos de Dios: en el cielo las huestes de Miguel; en el abismo (el mundo manifestado) las legiones de Satán.
            
43.  Estos son el Inmanifestado y el Manifestado; el libre y el sujeto (en la Materia); el virginal y el caído.
            
44.  Y ambos son los ministros del Padre, cumplimentando la Palabra divina.

Por lo tanto,
            
55.  Santo y venerable es el Sabbath de Dios: bendito y santificado es el nombre del Ángel del Hades (Satán).
             
Pues:
             
41.  La gloria de Satán es la sombra del Señor (Dios en el Mundo manifestado): el trono de Satán es el escabel de Adonai (Todo el Kosmos).

            
Por tanto, cuando la Iglesia maldice a Satán, maldice la reflexión Kósmica de Dios; anatematiza a Dios manifestado en la Materia o en lo objetivo; maldice a Dios, o a la Sabiduría por siempre incomprensible, revelándose como Luz y Sombra, Bien y Mal en la Naturaleza, en la única manera comprensible a la limitada inteligencia del Hombre.
            
Ésta es la interpretación verdadera, filosófica y metafísica de Samael, o Satán, el Adversario en la Kabalah  encontrándose la misma doctrina y espíritu en las interpretaciones alegóricas de todas las demás religiones antiguas. Este punto de vista filosófico no interviene, sin embargo, en los anales históricos relacionados con él. Decimos “históricos” porque la alegoría y la ornamentación mítica alrededor del meollo de la tradición no impide en modo alguno a este meollo de ser un registro de sucesos verdaderos relacionados con ella. Así, la Kabalah, al repetir las revelacione honradas por el tiempo de lo que fue una  vez la historia universal de nuestro Globo y de la evolución de sus Razas, la ha presentado bajo la forma legendaria de los diversos anales que han formado la Biblia. Su fundamento histórico, cualquiera que sea su forma imperfecta, lo ofrecemos ahora en estas páginas tomadas de la Doctrina Secreta del Oriente; y así, el significado alegórico y simbólico de la Serpiente del Génesis se encuentra explicado por los “Hijos de la Sabiduría” - Ángeles  de altas Esferas, aun cuando todos y cada uno pertenecen al reino de Satán, o la Materia- revelando a los hombres los misterios del Cielo. 

De aquí también que todos los llamados mitos de los Panteones indo, griego, caldeo y judío se encuentren cimentados en los hechos y en la verdad. Los Gigantes del Génesis son los históricos Atlantes de Lankâ, y los Titanes griegos.               
            
¿Quién puede olvidar que Troya fue una vez proclamada un mito y Homero un personaje sin realidad, mientras que la existencia de ciudades como Herculano y Pompeya era negada, atribuyéndose a meras leyendas de hadas? Sin embargo, Schliemann ha probado que Troya existió realmente, y las otras dos ciudades, aunque enterradas durante largos siglos bajo la lava del Vesubio, han tenido su día de resurrección, y viven nuevamente sobre la superficie de la Tierra. Cuántas ciudades y localidades más, llamadas “fabulosas”, están en la lista de los descubrimientos futuros; cuántos personajes más, considerados como míticos, se convertirán un día en históricos, sólo pueden decirlo los que leen los decretos del destino en la Luz Astral.
            
Sin embargo, como las enseñanzas de la Doctrina Secreta han sido siempre conservadas secretas, y como el lector no puede esperar que se le enseñen los textos originales a menos de que se haga discípulo aceptado, los versados en el latín y el griego, deben volverse a los textos originales de la literatura hermética, 

Lean, por ejemplo, con cuidado las primeras páginas del Pymander de Hermes Trimegisto, y verán nuestras doctrinas corroboradas allí, por más velado que esté su texto. Encontrarán también la evolución del Universo, de nuestra Tierra, llamada “Naturaleza” en el Pymander, así como todo lo demás, desde el “Principio Húmedo” o el gran Océano, PADRE-MADRE, la primera diferenciación del Kosmos manifestado. Primero, la “Mente Universal”, que el traductor cristiano metamorfoseó en las primeras interpretaciones, en Dios, el Padre; luego el “Hombre Celeste” , el gran Total de aquella Hueste de Ángeles, que era demasiado pura para la creación de los Mundos inferiores o de los Hombres de nuestro Globo, pero que, sin embargo, cayó en la Materia, en virtud de esa misma evolución, como el Segundo Logos del “Padre”.
            
Sintéticamente, todo Logos Creador, o el “Hijo que es uno con el Padre”, es en sí mismo la Hueste de los Rectores del Mundo. Hasta la misma Teología cristiana hace de los siete “Ángeles de la Presencia” las Virtudes, o los atributos personificados de Dios, los cuales, siendo creados por él, como los Manus lo fueron por Brahmâ, se convirtieron en Arcángeles. La misma Teodicea católico romana, al reconocer en su Verbum Princeps la cabeza de estos Ángeles (caput angelorum) y el Ángel del gran Consejo (magni consilii angelus), reconoce con esto la identidad de Cristo con ellos.
            
“Los Sura se convirtieron en A-Sura”, los Dioses se tornaron No-Dioses -dice el texto-; esto es, los Dioses se convirtieron en Demonios, Satán, cuando se lee literalmente. Pero ahora se mostrará, según la enseñanza de la Doctrina Secreta, a Satán alegorizado como Bien y Sacrificio, como un Dios de Sabiduría bajo diferentes nombres.
            
La Kabalah enseña que el orgullo y la presunción (los dos principales motores del Egoísmo y Egotismo) son las causas que despoblaron el Cielo, de una tercera parte de sus habitantes divinos, místicamente considerados, y de un tercio de las estrellas, astronómicamente; en otras palabras, la primera declaración es una alegoría, y la segunda un hecho. Lo primero, sin embargo, está, según se ha mostrado, íntimamente relacionado con la humanidad.       
            
A su vez, los Rosacruces, que conocían muy bien el significado secreto de la tradición, lo guardaban para sí, enseñando solamente que la creación toda fue debida y resultó de esa legendaria “Guerra en el Cielo”, producida por la rebelión de los Ángeles  contra la Ley Creadora o el Demiurgo. Esta declaración es correcta, pero el sentido interno es hasta hoy un misterio. El eludir más explicaciones de la dificultad acudiendo al misterio divino o al pecado de inquirir en su modo de ser, es no decir absolutamente nada. Puede ello satisfacer a los  creyentes en la infalibilidad del Papa, pero difícilmente satisfará a la mente filosófica. Sin embargo, la verdad, aunque conocida de casi todos los kabalistas elevados, jamás ha sido dicha por ninguno de ellos. Todos los kabalistas y simbologistas han mostrado una extremada repugnancia a confesar el significado primitivo de la Caída de los Ángeles. En un cristiano, semejante silencio es completamente natural. Ningún alquimista ni filósofo de la Edad Media hubiera podido decir aquello que a la vista de la Teología ortodoxa era una terrible blasfemia, pues ello les hubiera directamente conducido, por medio del “Santo” Oficio de la Inquisición, al tormento y a la hoguera. 

Pero para nuestros kabalistas y librepensadores modernos, el caso es diferente. Para estos últimos, nos tememos que sea puramente orgullo humano, vanidad basada en una superstición ruidosamente rechazada, pero imborrable. Desde que la Iglesia, en su lucha con el maniqueísmo, inventó al Demonio, y colocando un apagador teológico en la radiante Estrella-Dios, Lucifer, el “Hijo de la Mañana”, creó así la más gigantesca de todas sus paradojas, una Luz negra y tenebrosa, el mito ha hundido demasiado sus raíces en el suelo de la fe ciega, para permitir en nuestra época (aun a aquellos que no están conformes con sus dogmas, y que se ríen de su Satán con cuernos y patihendido) el dar valientemente la cara y confesar la antigüedad de la más remota de todas las tradiciones. Brevemente dicho, se trata de lo siguiente: Semiexotéricamente, al “Primogénito” del Todopoderoso -Fiat Lux -o a los Ángeles de la Luz Primordial, se les ordenó crear; la tercera parte de ellos se rebelaron y se negaron; mientras que los que “obedecieron” como hizo Fetahil, fracasaron de un modo marcadísimo.
            
Para comprender la negación y el fracaso en un significado físico exacto, hay que estudiar y comprender la Filosofía Oriental; hay que conocer las doctrinas fundamentales de los vedantinos, respecto de la completa ilusión de atribuir actividad funcional a la Deidad Absoluta e Infinita. La Filosofía Esotérica sostiene que durante los Sandhyâs, el “Sol Central” emite Luz Creadora, pasivamente, por decirlo así. La causalidad está latente. Sólo durante los períodos de actividad del Ser es cuando da él lugar a un curso de Energía incesante, cuyas corrientes vibratorias adquieren más actividad y potencia a cada peldaño de la escala hebdómada del Ser que ellas descienden. Así se hace comprensible cómo el proceso de “crear”, o más bien de formar el Universo orgánico, con todas las unidades de los siete reinos, requiere Seres inteligentes, que colectivamente se convirtieron en un Ser o Dios Creador, diferenciado ya de la Unidad Absoluta Única, puesto que ésta no tiene relación con la “creación” condicionada.
            
Ahora bien; el Manuscrito que hay en el Vaticano, de la Kabalah -cuya única copia (en Europa) se dice que ha estado en poder del Conde de St. Germain- contiene la exposición más completa de la doctrina, incluso la versión peculiar aceptada por los Luciferianos y otros gnósticos; y en ese pergamino se dan los “Siete Soles de la vida” en el orden en que se encuentran en el Saptasûrya. Sin embargo, sólo cuatro de estos se mencionan en las ediciones de la Kabalah que pueden conseguirse en las bibliotecas públicas, y aun esto en una fraseología más o menos velada.  No obstante, aun este reducido número es más que suficiente para demostrar un origen idéntico, pues se refiere al grupo cuaternario de los Dhyân Chohans, y prueba que la especulación tuvo su origen en las Doctrinas Secretas de los Arios. Como es bien sabido, la Kabalah no se originó con los judíos, pues estos adquirieron sus ideas de los  caldeos y egipcios.
            
Así, pues, hasta las enseñanzas exotéricas Kabalistas hablan de un “Sol Central” y de tres Soles secundarios en cada sistema Solar, incluso el nuestro. Según se indica en esa hábil obra, aunque demasiado materialista, New Aspects of Life and Religion, que es una sinopsis de las opiniones de los kabalistas en un aspecto profundamente meditado y asimilado:

            
El sol central... era para ellos (lo mismo que para los Arios) el centro de reposo; el centro hacia el cual todo movimiento debía ser referido en último término. Alrededor de este sol central... el primero de los tres... soles del sistema... giraba en un plano polar... el segundo, en un plano ecuatorial... (y sólo el tercero era nuestro sol visible). Estos cuatro cuerpos solares fueron los órganos de cuya acción depende lo que el hombre llama la creación; la evolución de la vida en el planeta tierra. Los canales por medio de los cuales la influencia de estos cuerpos fue transmitida a la tierra, sostenían ellos (los kabalistas) que es eléctrica... 

La energía radiante que fluye del sol central  llamó la tierra al ser como un globo acuoso... (cuya tendencia), como núcleo de un cuerpo planetario, era precipitarse hacia el sol (central)... dentro de cuya esfera de atracción había sido creada... Pero la energía radiante, electrizando a ambos igualmente, los mantuvo separados, cambiando así el movimiento hacia el centro de atracción en movimiento alrededor del mismo, que el planeta en revolución (la tierra) trataba así de alcanzar.
            
En la célula orgánica encontró el sol visible su matriz propia y produjo por su medio el reino animal (a la vez que maduraba el vegetal), colocando finalmente a su cabeza al hombre, en quien, por la acción animadora de ese reino, se originó la célula psíquica. Pero el hombre colocado así a la cabeza del reino animal, a la cabeza de la creación, era el hombre animal, el sin alma, el perecedero... De aquí que el hombre, aunque aparentemente corona de la creación, haya marcado con su advenimiento el término de la misma, toda vez que la creación al culminar en él, había  entrado a su muerte en la decadencia.

            
Citamos aquí la opinión kabalística para mostrar su perfecta identidad con la Doctrina Oriental. Explíquese o complétese la enseñanza de los Siete Soles con los siete sistemas de Planos del Ser, de los cuales los “Soles” son los cuerpos centrales, y se tendrán los siete Planos Angélicos, cuya “Hueste”, colectivamente, forman los Dioses de los mismos. Son ellos el Grupo Capital dividido en cuatro Clases, desde la incorpórea hasta la semicorpórea. Estas clases están directamente relacionadas -aun cuando de modos muy distintos por lo que respecta a relaciones y funciones volitivas- con nuestra humanidad. Son ellas tres, sintetizadas por la cuarta, la primera y más elevada, que se llama el “Sol Central” en la doctrina kabalista que acabamos de citar. Ésta es la gran diferencia entre la Cosmogonía semítica y la aria; la una materializando, humaniza los misterios de la naturaleza; la otra espiritualiza la Materia, y supedita siempre su fisiología a lo metafísico. De este modo, aun cuando el séptimo “principio” llega al hombre a través de todas las fases del Ser, puro por ser elemento indeterminado y unidad impersonal, pasa por medio (la Kabalah dice procedente) del Sol Central Espiritual y del Grupo segundo, el Sol Polar, que radian ambos su Âtmâ en el hombre. El Grupo Tercero, el Sol Ecuatorial, une Buddhi a Âtma y a los atributos superiores de Manas; mientras que el Grupo Cuarto, el Espíritu de nuestro Sol visible, le dota de Manas y de su vehículo, el Kâma Rûpa, o cuerpo de pasiones y deseos: los dos elementos de Ahamkâra que desarrollan la conciencia individualizada, el Ego personal. Finalmente, el Espíritu de la Tierra, en su triple unidad, es el que construye el Cuerpo Físico, atrayendo a él los Espíritus de la Vida y formando su Linga Sharira.
            
Pero todas las cosas proceden cíclicamente, la evolución del hombre lo mismo que la de todo lo demás, y el orden en que aquél se desenvuelve se  describe por completo en las Enseñanzas Orientales, mientras que en la Kabalah sólo se hacen indicaciones. El Libro de Dzyan dice respecto del Hombre Primordial, cuando por vez primera fue educido por el “Sin hueso”, el Creador Incorpóreo:
            
Primero el Soplo, luego Buddhi y el Hijo-Sombra (el Cuerpo) fueron “creados”. Pero ¿dónde estaba el Eje (el Principio Medio, Manas)? El hombre está condenado. Cuando están solos, el Indeterminado (elemento Indiferenciado) y el Vâhan (Buddhi) -la Causa de lo Sin-Causa- sepáranse completamente de la vida manifestada.
            
“A menos -explica el Comentario- que sean unidos y mantenidos juntos por el principio medio, el vehículo de la conciencia personal de Jiva.
           
En otras palabras, los dos “principios” superiores no pueden tener individualidad en la Tierra, no pueden ser el hombre a menos que haya: (a) la Mente, el Ego-Manas, que se reconozca a sí mismo, y (b) la falsa Personalidad terrestre, o el Cuerpo de deseos egoístas y de la Voluntad personal, para ligar el todo como alrededor de un eje -lo cual es cierto- a la forma física del hombre. El quinto y el cuarto “principios”  -Manas y Kâma Rûpa- son los que contienen la Personalidad dual; el Ego real e inmortal, si se asimila a los dos superiores, y la Personalidad falsa y transitoria, el Cuerpo Mâyâvi o Astral, llamado Alma animal humana - teniendo que estar ambos estrechamente mezclados al objeto de una existencia terrestre completa. Encarnada la Mónada Espiritual de un Newton, injertada en la del santo más grande e la Tierra, en el cuerpo físico más perfecto que podáis imaginar, esto es, en un Cuerpo de dos principios y hasta de tres, compuesto de su Sthûla Sharira, Prâna (el Principio de Vida) y el Linga Sharira; y si le faltan sus “principios” medio y quinto, habréis creado un idiota, o cuando más una apariencia hermosísima sin alma, vacía e inconsciente. El “Cogito ergo sum” no tiene sitio en el cerebro de una criatura semejante, al menos no en este plano.
            
Hay estudiantes, sin embargo, que hace tiempo que han comprendido el sentido filosófico que se halla en el fondo de la alegoría (tan torturada y desfigurada por la Iglesia Romana), de los “Ángeles Caídos”.

            
El reino de los espíritus y de la acción espiritual, que fluye y es el producto de la volición del espíritu, está fuera, es opuesto y se halla en contradicción con el reino de las almas (divinas) y de la acción divina.

            
Según se expresa el texto del Comentario XIV:
            
Lo semejante produce lo semejante y no más, en el génesis del Ser, y la evolución con sus leyes condicionales y limitadas viene después. Los Existentes por sí mismos  son llamados “Creaciones” porque aparecen en el Espiritual Rayo, manifestados por la potencia inherente de su Naturaleza NO-NACIDA, que está fuera del tiempo y del Espacio (limitado o condicionado). Los productos terrenales animados e inanimados, incluso la humanidad, son llamados falsamente creación y criaturas; ellos son sólo el desarrollo (evolución) de los elementos determinados.
            
Dice además:
            
El Rûpa Celeste (Dhyân Chochan) crea (al hombre) en su propia forma; es una ideación espiritual resultante de la primera diferenciación y del primer despertar de la Substancia (manifestada) universal; esa forma es la Sombra ideal de sí misma; y éste es el Hombre de la Primera Raza.
            
Para expresarlo de un modo aún más claro, limitando la explicación a esta Tierra solamente, el deber de los Primeros Egos “diferenciados” - la Iglesia los llama Arcángeles- fue dotar a la Materia Primordial con el impulso evolucionario y guiar sus poderes constructores en la formación de sus producciones. Esto es a lo que se refieren las sentencias de la tradición, tanto Oriental como Occidental: “los Ángeles recibieron orden de crear”. Después que la Tierra fue preparada por los Poderes inferiores y más materiales, y sus tres Reinos habían ya principiado su curso de “fructificar y multiplicarse”,  los Poderes superiores, los Arcángeles o Dhyânis fueron obligados por la Ley de Evolución a descender a la Tierra, para construir la  corona de su evolución: el Hombre. De este modo los “Creados por Sí” y los “Existentes por Sí” proyectaron sus pálidas Sombras; pero el Tercer Grupo, los Ángeles del Fuego, se rebelaron y se negaron a unirse a sus compañeros Devas.
            
El exoterismo hindú los representa a todos como Yogis, cuya piedad les impulsó a negarse a “crear”, porque deseaban permanecer eternamente Kumâras, “Jóvenes Vírgenes”, a  fin de, a ser posible, anticiparse a sus compañeros en el progreso hacia el Nirvâna, la liberación final. Pero según la interpretación esotérica,  fue un sacrificio de sí mismos en beneficio de la humanidad. Los “Rebeldes” no quisieron crear hombres irresponsables sin voluntad, como los hicieron los Ángeles “obedientes”; ni pudieron dotar a los seres humanos ni aun con el reflejo temporal de sus propios atributos; pues perteneciendo estos últimos a otro plano de conciencia mucho más elevado, dejarían al hombre por siempre irresponsable, interrumpirían cualquiera posibilidad de mayor progreso. 

La evolución espiritual y psíquica no es posible en la Tierra -el plano más bajo y material- para aquel que, por lo menos en este plano, sea perfecto de un modo inherente, y no pueda acumular mérito ni demérito. Si el Hombre hubiese permanecido siendo la pálida Sombra de la Perfección inmóvil, inerte e inmutable, atributo negativo y pasivo del verdadero Yo soy lo que soy, hubiera estado condenado a pasar por la vida, en la tierra como en un pesado sueño sin ensueños; y, por tanto, hubiera sido un fracaso en este plano. Los Seres, o el Ser, llamado colectivamente Elohim, que pronunció el primero (si, en efecto, fueron pronunciadas) las crueles palabras “Ved, el hombre se ha hecho como uno de nosotros para conocer el bien y el mal; y ahora, no sea que alargue su mano, y coja también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre...” - tiene que haber sido verdaderamente el Ildabaoth, el Demiurgo de los Nazarenos, lleno de rabia y de envidia contra su propia criatura, cuya reflexión creó a Ophiomorphos. En este caso, es muy natural (aun desde el punto de vista de la letra muerta) considerar a Satán, la Serpiente del Génesis, como el verdadero creador y bienhechor, el Padre de la Humanidad Espiritual. Porque él fue el “Precursor de la Luz”, el radiante y brillante Lucifer que abrió los ojos del autómata creado por Jehovah, según se pretende. Y aquel que  fue el primero en susurrar: “el día en que comáis de él, seréis como Elohim, conociendo el bien y el mal”, sólo puede considerarse bajo el aspecto de un Salvador. “Adversario” de Jehovah, espíritu usurpador, él permanece siendo en la Verdad Esotérica el “Mensajero” siempre amante, el Ángel, el Serafín y el Querubín, que sabía mucho y que amaba aún más, y que confirió la Inmortalidad Espiritual, el lugar de la Física; pues esta última sería una especie de inmortalidad estática, que hubiera transformado al hombre en un “Judío Errante” incapaz de morir.
            
Según se refiere en Gnostics and their Remains de King, acerca de Ildabaoth, a quien varias sectas consideraban como el Dios de Moisés:

            
Ildabaoth estaba lejos de ser un espíritu puro; la ambición y el orgullo dominaban en su constitución. Por tanto, resolvió él romper toda relación con su madre, Achamoth, y crear un mundo sólo para él. Ayudado por sus Seis Espíritus propios, creó al Hombre, destinándole a ser la imagen de su poder; pero fracasó completamente en su obra, pues su Hombre resultó un gran monstruo sin alma, que se deslizaba por la tierra. Los Seis Espíritus se vieron obligados a volver a traer su obra ante su padre para que la animase; así lo hizo comunicándole el rayo de Luz Divina que él mismo había heredado de Achamoth, quien, por esta pérdida, le castigó por su orgullo y presunción.
            
Favorecido así el hombre por Achamoth, a costa de su propio hijo, siguió el impulso de la Luz Divina que ella le había transferido, reunió una cantidad mayor de la creación con que estaba mezclada, y principió a presentar, no la imagen de su creador Ildabaoth, sino más bien la del Ser Supremo, el “Hombre Primordial”. Ante este espectáculo, el Demiurgo se llenó de rabia y envidia por haber producido un ser tan superior a él. Sus miradas, inspiradas por sus pasiones, se reflejaron en el Abismo como en un espejo, la imagen se convirtió en instinto con vida, y surgió “Satán en forma de serpiente”, Ophiomorphos, la encarnación de la envidia y de la astucia.

            
Ésta es la versión esotérica de los gnósticos, y la alegoría, aunque es una versión sectaria, es sugestiva y parece verdadera en la vida. Es deducción natural del texto de la letra muerta, del cap. III del Génesis.
            
De ahí la alegoría de Prometeo, que roba el Fuego Divino para que los hombres prosigan conscientemente en el sendero de la Evolución Espiritual, transformando así al más perfecto de los animales de la Tierra en un  Dios potencial, y dejando a su voluntad el “conquistar el reino de los cielos por violencia”. De ahí también la maldición pronunciada por Zeus contra Prometeo, y por Jehovah-Ildabaoth contra su “hijo rebelde”, Satán. Las nieves frías y puras del monte Cáucaso, y el fuego y las llamas perdurables y ardientes de un Infierno inextinguible, son dos polos opuestos, y sin embargo, la misma idea, el aspecto doble de una tortura refinada; un “Productor de fuego” - emblema personificado de  (Phôsphoros) de la Luz y  del Fuego Astrales en el Anima Mundi ( ese Elemento del cual el filósofo materialista alemán Moleschott, decía “ohne Phospher kein Gedanke”, o “sin fósforo no hay pensamiento”), -ardiendo en las fieras Llamas de sus Pasiones terrenales; la conflagración producida por su Pensamiento, distinguiendo, como lo hace ahora, el bien del mal, y sin embargo, esclavo de las pasiones de su Adán terrestre; sintiendo el buitre de la duda y de la conciencia completa, devorándole el corazón- un Prometero verdaderamente, por ser una entidad consciente, y por tanto, responsable. La maldición de la vida es grande, y sin embargo, exceptuando algunos místicos indos y Sufis, ¡cuán pocos son los que cambiarían todas las torturas de la vida consciente, todos los males de una existencia responsable, por la imperfección inconsciente, de un Ser incorpóreo pasivo (objetivamente), o tan siquiera por la inercia estática universal personificada en Brahmâ, durante su “Noche” de Reposo! Pues, para citar un hábil artículo de uno que, confundiendo los planos de existencia y de conciencia, fue víctima de sus errores:

            
Satán (o Lucifer) representa la Energía Activa, o como (M. Jules) Baissac la llamada, la Energía “Centrífuga” del Universo (en su sentido cósmico). Él es Fuego, Luz, Vida, Lucha, Esfuerzo, Pensamiento, Conciencia, Progreso, Civilización, Libertad,  Independencia. Al mismo tiempo es el Dolor que es la Reacción del Placer de la Acción y la Muerte (que es la Revolución de la Vida). Satán, ardiendo en su propio infierno, producido por la furia de su propio ímpetu: la desintegración expansiva de la Nebulosa que tiene que concentrarse en Nuevos Mundos. Y debidamente fue una y otra vez burlado por la Inercia Eterna de la Energía Pasiva del Kosmos -el “Yo soy” inexorable-, el Pedernal del que saltan las chispas. Y debidamente... son él y sus adherentes... consignados al “Mar de Fuego” -porque éste es el Sol (sólo en un sentido, en la alegoría cósmica), la Fuente de la  Vida, de nuestro sistema, en donde son purificados (queriendo decir con esto desintegrados) y agitados para su reconstrucción en otra vida (la Resurrección)- este Sol, el cual, como Origen del Principio Activo de nuestra Tierra, es a la vez el Hogar y la Fuente del Satán del Mundo...
            
Además, como para demostrar la exactitud de la teoría general de Baissac (en Le Diable et Satán), el frío se sabe que tiene un efecto “Centrípeto”. Bajo la influencia del Frío todo se contrae... Bajo él la Vida inverna o muere, el Pensamiento se congela y el Fuego se extingue. Satán es inmortal en su propio Mar de Fuego; solamente en el “Nifl-Heim” (el frío Infierno de los Eddas escandinavos) del “Yo soy” es donde no puede existir. 

Pero a pesar de todo hay una especie de Existencia Inmortal en el Nifl-Heim, y esta Existencia debe ser Sin dolor y Apacible, porque es Inconsciente e Inactiva. En el reino de JEHOVA (si este Dios fuese todo lo que los judíos y cristianos pretenden) no hay miserias, ni guerras, ni casamientos, ni dar en casamiento, ni cambio, ni CONCIENCIA INDIVIDUAL. Todo está absorbido en el espíritu del Todopoderoso. Es enfáticamente un Reino de Paz y de Sumisión leal, así como el del “Archi-Rebelde” lo es de Guerra y Revolución... Es (el primero) efectivamente lo que la Teosofía llama Nirvâna. Pero la Teosofía enseña que la Separación de la  Fuente Primordial,  una vez que ha tenido efecto, no puede alcanzarse la Reunión sino por el ESFUERZO E LA VOLUNTAD, lo cual es claramente Satánico en el sentido de este trabajo.

            
Es “Satánico” desde el punto de vista del Romanismo ortodoxo, pues debido al prototipo de lo que se convirtió con el tiempo en el Demonio Cristiano (a los Radiantes Arcángeles, los Dhyân Chohâns que se negaron a crear, porque querían que el Hombre llegase a ser su propio creador y un Dios inmortal) pueden los hombres alcanzar el Nirvâna y el Cielo de la Divina Paz celeste.
            
Para terminar este extenso comentario, la Doctrina Secreta enseña que los Devas del Fuego, los Rudras y los Kumâras, los “Ángeles Vírgenes” (a los cuales pertenecen los Arcángeles Miguel y Gabriel), los “Rebeldes” Divinos -llamados por los positivos judíos que todo lo materializan, los Nahash o “Desposeídos”- prefirieron la maldición de la encarnación y los largos ciclos de existencia terrestre y de renacimientos a contemplar la desdicha, aunque inconsciente, de los seres como Sombras que emanaron de sus Hermanos, por la energía semipasiva de sus Creadores demasiado espirituales. Si “el uso de la vida del hombre debe ser tal que ni se animalice ni se espiritualice, sino se humanice”, entonces tiene que nacer humano y no angélico. He aquí por qué la tradición presenta a los Yogis celestes ofreciéndose víctimas voluntarias para redimir a la humanidad, la cual fue creada a semejanza de Dios y perfecta en un principio, dotándola de aspiraciones y afectos humanos. Para hacer esto tuvieron que abandonar su estado natural, descender a nuestro Globo y habitar en él durante todo el ciclo de Mahâyuga, cambiando así sus Individualidades impersonales por Personalidades individuales -la dicha de la existencia sideral por la maldición de la vida terrestre. 

Este sacrificio voluntario de los Ángeles del Fuego, cuya naturaleza era la Sabiduría y el Amor, ha sido transformado por las teologías exotéricas en la declaración que muestra a los “Ángeles Rebeldes precipitados desde el Cielo en las tinieblas del Infierno” - nuestra Tierra. La Filosofía hindú indica la verdad enseñando que los Asuras, precipitados por Shiva, están solamente en un estado intermedio, en el cual se preparan para grados más elevados de purificación, redimiéndose de su miserable estado; pero la Teología Cristiana (que pretende basarse en la roca del amor divino, de la caridad y de la justicia de aquel a quien acude como a su Salvador), a fin de reforzar paradójicamente su pretensión, ha inventado el horrible dogma del Infierno, esa palanca de Arquímedes de la filosofía católico romana.
            
Por otra parte, la sabiduría rabínica -más positivista, materialista o groseramente terrestre que ninguna otra, puesto que todo lo rebaja a misterios fisiológicos- llama a estos Seres el “Perverso”; y los Kabalistas, Nahash, “Desposeído”, como acabamos de decir, Almas que, después de haberse separado en el Cielo del Santísimo, se arrojaron al Abismo en el principio de su misma existencia, y se anticiparon al tiempo en que debían descender a la Tierra .
            
Y expliquemos desde luego que nuestra querella no es contra el Zohar ni ningún otro libro de la Kabalah en su verdadera interpretación, pues ésta es la misma que la nuestra, sino solamente contra las explicaciones seudo esotéricas de aquélla, y especialmente de los kabalistas cristianos.
            
Dice el Comentario:
            
Nuestra tierra y el hombre (son) los productos de los tres Fuegos.
            
El nombre de estos tres corresponden, en sánscrito, al Fuego Eléctrico, al Fuego Solar y al Fuego producido por Fricción. Explicados en los planos humano y cósmico, estos tres Fuegos son Espíritu, Alma y Cuerpo; los tres grandes Grupos Raíces con sus cuatro divisiones adicionales. Éstas varían según las Escuelas, y -según sus aplicaciones- se convierten en los upâdhis y en los vehículos, o en el nóumeno de estos. En las relaciones exotéricas, son personificados por los “tres hijos de brillantez y esplendor sobresalientes”, de Agni Abhimânin, el hijo mayor de Brahmâ, el Logos Cósmico, con Svâhâ, una de las hijas de Daksha. En el sentido metafísico, el “Fuego por Fricción” significa la unión entre Buddhi, el sexto “principio”, y Manas, el quinto, los cuales se unen y se consolidan de este modo: el quinto fundiéndose parcialmente en la Mónada y convirtiéndose en parte de ella; en lo físico se relaciona con la chispa creadora, o germen que fructifica y genera al ser humano. Los tres Fuegos, cuyos nombres son Pâvaka, Pavamâna y Shuchi, fueron condenados, se dice, por una maldición de Vasishtha, el gran Sabio, “a nacer una y otra vez” . Esto es bastante claro.
            
Por tanto, las LLAMAS, cuyas funciones están confundidas en los libros exotéricos y que son llamadas indiferentemente Prajâpatis, Pitris, Manus, Asuras, Rishis, Kumâras, etc., se dice que encarnaron personalmente en la Tercera Raza-Raíz, y de este modo “renacieron una y otra vez”. En la Doctrina Esotérica se les llama generalmente Asuras, o Asura Devatâ, o Pitar Devatâ (Dioses); pues, como se ha dicho, ellos fueron primeramente Dioses -y los más elevados- antes de que se convirtieran en “No-Dioses” y de Espíritus del Cielo hubiesen descendido a ser Espíritus de la Tierra, exotéricamente, entiéndase bien en el dogma ortodoxo.
            
Ningún teólogo ni orientalista podrá comprender nunca las genealogías de los Prajâpatis, de los Manus y de los Rishis, ni la relación directa de estos -su correlación más bien- con los Dioses, a menos que posea la clave de la Cosmogonía y Teogonía primitivas, que todas las naciones poseían originalmente en común. Todos estos Dioses y Semidioses se ve que renacen en la Tierra en varios Kalpas y con diversos caracteres; cada cual, por otra parte, teniendo su Karma claramente trazado, y cada efecto asignado a su causa.
            
Antes de que pudieran explicarse otras Estancias, era absolutamente necesario, como puede verse, mostrar que los Hijos de la “Obscura Sabiduría”, aun cuando idénticos a los Arcángeles que la Teogonía ha querido llamar “Caídos”, son tan divinos y tan puros, si no más puros, que todos los Migueles y Gabrieles tan glorificados por las Iglesias. El “Antiguo Libro” da también algunos detalles de la Vida Astral, los cuales serían a esta sazón completamente incomprensibles para el lector. Debe dejarse, pues, para posterior explicación y la Primera y Segunda Razas ahora sólo serán consideradas de paso. No así la Tercera Raza, la Raza Raíz que se separó en sexos y  fue la primera dotada de razón. Los hombres se desarrollan pari passu con el Globo, y este último tuvo su “incrustación” más de cien millones de años antes de que la primera subraza humana hubiese principiado a materializarse o solidificarse, por decirlo así. Pero según la Estancia lo expresa:
            
El Hombre Interno (La Entidad consciente) no existía.
            
Esta “Entidad consciente” -dice el Ocultismo- viene, más aún, es en muchos casos la misma esencia y esse de las inteligencias elevadas, condenadas, por la inflexible ley de la evolución kármica, a reencarnar en este Manvántara.

            
b) La Sloka 39 se refiere exclusivamente a las divisiones de raza. Estrictamente hablando, la Filosofía Esotérica enseña una poligénesis modificada; pues al paso que asigna a la especie humana una unidad de origen, por cuanto sus Antepasados o “Creadores” eran todos Seres Divinos -aun cuando de diferentes clases o grados de perfección  en su Jerarquía- enseña que los hombres, sin embargo, nacieron en siete diferentes centros del Continente de aquel período. aun cuando todos eran de un origen común, sin embargo, por razones dadas, sus potencialidades y capacidad mental, sus formas externas o físicas y cualidades características futuras, eran muy diferentes. 

En cuanto a su color, hay una alegoría sugestiva en el Linga Purâna. Los Kumâras -llamados los Dioses Rudra- se describen como encarnaciones de Shiva, el Destructor (de las formas externas), llamado también Vâmadeva. Este último, como Kumâra, el “Célibe Eterno”, el casto Joven Virgen, surge de Brahmâ en cada gran Manvántara, y “de nuevo se convierte en cuatro”; lo que es una referencia a las cuatro grandes divisiones de las Razas humanas, en lo que se refiere al color y tipo, y a las tres grandes divisiones de estos. así, en el Kalpa veintinueve -que en este caso es una referencia a la transformación y evolución de la forma humana que Shiva destruye siempre y vuelve a modelar periódicamente hasta que desciende al gran momento crítico Manvantárico, a mediados de la Cuarta Raza (la Atlante)- en el Kalpa veintinueve, Shiva como Shvetalohita, el Kumâra Raíz, de color de la luna se convierte en blanco; en su próxima transformación es rojo (y en esto difiere la versión  exotérica de la Enseñanza Esotérica); en la tercera, amarillo, y en la cuarta, negro.
            
El Esoterismo clasifica ahora estas siete variantes, con sus cuatro grandes divisiones, en sólo tres distintas Razas primordiales, pues no toma en consideración la Primera Raza, la cual no tenía tipo ni color, y era una forma apenas objetiva, aunque colosal. La evolución de estas Razas, su formación y desarrollo, procedieron en líneas paralelas con la evolución, formación y desarrollo de tres capas geológicas, de las cuales se derivó el color humano, tanto como a su vez influyeron en determinarlo los climas de estas zonas. La Enseñanza Esotérica menciona tres grandes divisiones, a saber: 

la AMARILLA-ROJA; la NEGRA y la BLANCA-OBSCURA. Las razas arias, por ejemplo, que ahora varían desde el moreno oscuro, casi negro y el amarillo-oscuro-rojo, hasta el color pálido más blanco, proceden, sin embargo, de un solo y mismo tronco, la Quinta Raza Raíz, y provienen de un solo Progenitor, llamado en el exoterismo indo por el nombre genérico de Manu Vaivasvata; este último, téngase presente, siendo aquel Personaje Genérico, el Sabio, que se dice haber vivido hace aproximadamente 18.000.000 de años, y también hace 850.000 años, en el tiempo de la sumersión de los últimos restos del Gran Continente de la Atlántida, y que se dice que vive aún hoy en su humanidad. 

El amarillo claro es el color de la primera raza humana sólida, que apareció en la última mitad de la Tercera Raza Raíz, después de su caída en la generación, como se acaba de explicar, aportando los últimos cambios. Pues sólo en aquella época tuvo lugar la última transformación, que hizo aparecer al hombre como es ahora, pero en una escala mucho mayor. Esta Raza dio nacimiento a la Cuarta Raza; transformando “Shiva” gradualmente aquella parte de la Humanidad, que se convirtió en “negra por el pecado”, en amarilla roja, de la cual los indios rojos y los mogoles son descendientes, y finalmente, en razas blanco-morenas, las cuales, juntamente con las razas amarillas, forman la gran masa de la humanidad. La alegoría del Linga Purâna es curiosa, por demostrar el gran conocimiento etnológico de los antiguos.
            
Cuando se lee que la “última transformación” tuvo lugar hace 28.000.000 de años, puede el lector considerar cuántos millones más debió necesitar para llegar a aquel último estado. Y si el Hombre en su consolidación gradual se desarrolló pari passu con la Tierra, ¡cuántos millones de años debieron transcurrir durante la Primera, la Segunda y la primera mitad de la Tercera Raza! Pues la Tierra se hallaba en un estado comparativamente etéreo antes de alcanzar su estado sólido final. Las Enseñanzas arcaicas, además, nos dicen que, durante el período medio de la Raza Lemuro-Atlante, tres Razas y media después del Génesis del Hombre, la Tierra, el Hombre y todo lo existente en el Globo eran de una naturaleza aún más material y grosera, mientras que cosas tales como el coral y algunas conchas, estaban todavía en un estado astral, semigelatinoso. Los ciclos que desde entonces han transcurrido nos han llevado ya adelante, en el arco opuesto ascendente, algunos pasos hacia nuestra “desmaterialización”, como dirían los espiritistas. La Tierra, nosotros y todas las cosas se han ablandado desde entonces; sí, hasta nuestros cerebros. Pero algunos teósofos han objetado que una Tierra etérea, aun hace 15 o 20.000.000 de años, “no cuadra con la Geología”, que nos enseña que los vientos soplaban, la lluvia caía y las olas rompían sobre la costa, las arenas se transportaban y acumulaban etc.; que, en una palabra, todas las causas naturales que ahora operan, estaban entonces en vigor “en las mismas primitivas edades del tiempo geológico; sí, en el de las rocas paleozoicas más antiguas”. A esto se dan las siguientes respuestas: Primero, ¿cuál es la fecha asignada por la Geología a estas “rocas paleozoicas más antiguas”? Y segundo, ¿por qué no hubieran podido soplar los vientos, caer la lluvia, y las olas -de “ácido carbónico” aparentemente, como la Ciencia parece significar- romper sobre la costa de una Tierra semiastral, esto es, glutinosa? La palabra “astral” no significa necesariamente en la fraseología Oculta, tan sutil como humo, sino más bien “estelar”, brillante o diáfano, en diversos y numerosos grados, desde el estado completamente nebuloso hasta el glutinoso, como acabamos de mencionar. 

Pero se objeta además: “¿Cómo podía una Tierra astral haber afectado a los otros Planetas de este Sistema? ¿No se desordenaría ahora todo el proceso si la atracción de un Planeta cesase de repente?” La objeción no tiene, evidentemente, valor, puesto que nuestro Sistema se compone de Planetas más viejos y más jóvenes, algunos muertos, como la Luna; otros en proceso de formación, sin que la Astronomía sepa nada en contrario. Ni esta última ha asegurado jamás, que nosotros sepamos, que todos los cuerpos de nuestro Sistema hayan surgido a la existencia y se hayan desarrollado simultáneamente. Las Enseñanzas Secretas cishimaláyicas difieren en este punto de las de la India. 

El Ocultismo indo enseña que la Humanidad del Manu Vaivasvata tiene 18.000.000 y algunos años más de edad. Nosotros decimos, así es; pero sólo en lo que se refiere al Hombre físico, o aproximadamente físico, que data de la terminación de la Tercera Raza Raíz. Anteriormente a esta época, el Hombre o su imagen nebulosa pudo haber existido, que nosotros sepamos, por 300.000.000 de años; puesto que no se nos enseñan cifras, las cuales son y continuarán siendo secretos de los Maestros de la Ciencia Oculta, como precisamente se declaró en el Esoteric Buddhism (8ª edic., página148). Por otra parte, cuando los Purânas indos hablan de un Manu Vaivasvata, nosotros afirmamos que hubo varios, siendo genérico el nombre.

            
Ahora debemos añadir algunas palabras más sobre la evolución física del hombre.

H.P.Blavatsky D.S T III

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