viernes, 25 de septiembre de 2015

La Cuarta Raza Desarrolló el Lenguaje



            
Los Comentarios explican que la Primera Raza, los Hijos etéreos o astrales del Yoga, llamados también “Nacidos por Sí”, carecía del habla, según ésta se entiende, pues también carecía de mente en nuestro plano. La Segunda Raza tenía un “lenguaje del sonido”, a saber: sonidos cantados, compuestos de vocales solamente. La Tercera Raza desarrolló al principio una clase de habla que sólo era un ligero progreso sobre los diversos sonidos de la Naturaleza, sobre el grito de los insectos gigantescos y de los primeros animales, que apenas habían principiado sin embargo su aparición en los días del “Nacido del Sudor” o de la primitiva Tercera Raza. En su segunda mitad, cuando el “Nacido del Sudor” dio nacimiento al “Nacido del Huevo”, la Tercera Raza media, y cuando ésta, en lugar de “empollar” (perdone el lector esta expresión, ridícula cuando se tienen en cuenta los seres humanos de nuestra época), como seres andróginos, principió a separarse en machos y hembras; cuando la misma ley de evolución las llevó a producir sexualmente su especie -acto que obligó a los Dioses Creadores, impulsado por la ley Kármica, a encarnar en hombres sin mentes-, sólo entones se desarrolló el habla. 

Pero aun entonces no fue esto más que una tentativa. Toda la Raza humana sólo tenía en aquel tiempo “un habla y un labio”. Esto no impidió que las dos últimas subrazas de la Tercera Raza  construyeran ciudades y sembrasen por todas partes las primeras semillas de la civilización, bajo la dirección de sus Instructores Divinos y de sus propias mentes ya despiertas. El lector debe tener presente también que así como cada una de las siete Razas se divide en cuatro Edades: de Oro, de Plata, de Bronce y de Hierro, lo mismo sucede con la más pequeña división de dichas Razas. El habla, pues, se desarrolló, según la Enseñanza Oculta, en el orden siguiente:
           
  I.  Idioma monosilábico: el de los primeros seres humanos casi completamente desarrollados al final de la Tercera Raza Raíz, los hombres de “color dorado”, de complexión amarilla, después de su separación en sexos y del despertar completo de sus mentes. Antes de eso, se comunicaban por lo que ahora se llamaría “transferencia del pensamiento”; aunque, exceptuando la Raza llamada los “Hijos de la Voluntad y del Yoga” -los primeros en quienes habían encarnado los “Hijos de la Sabiduría”-, el pensamiento estaba muy poco desarrollado en el hombre físico naciente, y nunca se elevaba más allá de un nivel terrestre inferior. Sus cuerpos físicos pertenecían a la Tierra, y sus Mónadas permanecían en un plano superior. El lenguaje no podía desarrollarse bien, antes de la completa adquisición y desenvolvimiento de sus facultades razonadoras. Este idioma monosilábico fue el padre vocal, por decirlo así, de las lenguas monosilábicas mezcladas con consonantes duras, que todavía se usan entre las razas amarillas, conocidas de los antropólogos.
           
  II.  Idiomas aglutinantes: estos caracteres lingüísticos originaron idiomas aglutinantes. Estos se hablaron por algunas razas Atlantes, mientras que otros troncos padres de la Raza Cuarta conservaron la lengua madre. Y como los lenguajes tienen una evolución cíclica, su infancia, pureza, crecimiento, caída en la materia, mezcla con otras lenguas, madurez, decaimiento, y finalmente, muerte; por esto decayó y casi murió el habla primitiva de las razas Atlantes más civilizadas, ese habla mencionada como la Râkshasi Bhâshâ, en las obras antiguas sánscritas. Al paso que la “crema” de la Cuarta Raza gravitaba más y más hacia el ápice de la evolución física e intelectual, dejando así como herencia a la naciente Quinta Raza (la Aria), el lenguaje de flexión altamente desarrollado, el aglutinante decayó y quedó como idioma fósil fragmentario, esparcido ahora, y casi limitado a las tribus aborígenes de América.
            
III.  Idiomas de flexión: la raíz del sánscrito, muy erróneamente llamado el “hermano mayor” del griego, en lugar de su padre, fue la primera lengua, ahora la de los misterios de los Iniciados, de la Quinta Raza. Las lenguas “Semíticas” son descendientes bastardas de las primeras corrupciones fonéticas de los hijos mayores del primitivo sánscrito. La Doctrina Oculta no admite divisiones como la aria y la semítica, y hasta acepta la turania con grandes reservas. Los semitas, especialmene los árabes, son arios posteriores, degenerados en espiritualidad y perfectos en materialidad. 

A estos pertenecen todos los judíos y árabes. Los primeros son una tribu descendiente de los Chandâlas de la India, los fuera de casta, muchos de ellos exbrahmanes que refugiados en Caldea, Scinde y Aria (Irán), nacieron efectivamente de su padre A-Bram (No-brahmán), unos 8.000 años antes de Cristo. Los otros, los árabes, son descendientes de aquellos arios que no quisieron ir a la India cuando la dispersión de las naciones, algunos de los cuales permanecieron en las fronteras de la misma, en el Afganistán y Cabul y a lo largo del Oxus, mientras que otros penetraron en Arabia y la invadieron. Pero esto fue cuando el África se había ya levantado como continente.
            

Entretanto, tenemos que seguir tan de cerca como nos lo permita el espacio limitado de que disponemos, la evolución gradual de las verdaderas especies humanas actuales. en la evolución bruscamente detenida de ciertas subrazas, y en su forzada y violenta desviación hacia la línea puramente animal, por medio de cruzamientos artificiales, verdaderamente análogos a la hibridación que hemos aprendido a utilizar ahora en los reinos vegetal y animal, es donde debemos buscar el origen de los antropoides.
            
En estos monstruos cubiertos de pelo rojo, fruto de la unión antinatural de hombres y animales, no encarnaron, como vemos, los “Señores de la Sabiduría”. así, por medio de una larga serie de transformaciones debidas al cruzamiento contra natura -”selección sexual” antinatural- se originaron en el debido transcurso del tiempo las especies inferiores de la humanidad; mientras que por ulterior bestialidad y como fruto de sus primeros esfuerzos animales de reproducción, engendraron una especie que se desarrolló como monos mamíferos edades más tarde.
            
En cuanto a la separación de los sexos, no tuvo lugar repentinamente, como puede suponerse. La Naturaleza procede lentamente en todo lo que hace.

37 EL UNO SE CONVIRTIÓ EN DOS; ASÍ TAMBIÉN TODOS LOS SERES VIVOS Y SER-PENTEANTES QUE ERAN TODAVÍA UNO, PECES GIGANTESCOS, PÁJAROS Y SERPIENTES CON CABEZAS DE CONCHA.

             Esto se relaciona evidentemente con la llamada edad de los reptiles anfibios, durante la cual la Ciencia niega que el hombre existiese. Pero ¿qué podían saber los antiguos de los animales y monstruos antediluvianos prehistóricos? Sin embargo, en el Libro VI de los Comentarios se encuentra un pasaje que, traducido libremente, dice así:
            Cuando la Tercera se separó y cayó en el pecado engendrando hombres-animales, estos (los animales) se hicieron feroces, y los hombres y ellos se destruían mutuamente. Hasta entonces, no existía el pecado; ninguna vida se destruía. Después (de la separación) el Satya (Yuga) terminó. La eterna primaverea se convirtió en cambio constante y estaciones sucesivas. El frío obligó a los hombres a construir guaridas y a idear vestidos. El hombre acudió a los Padres superiores (los Dioses o Ángeles superiores). Los Nirmânakâyas de los Nâgas, las Serpientes sabias y Dragones de Luz, vinieron, y los precursores de los Iluminados (los Buddhas). Descendieron Reyes Divinos, y enseñaron a los hombres arte y ciencias; pues el hombre no pudo vivir más tiempo en la primera tierra (Adi-Varsha, el Edén de las primeras Razas), que se había convertido en un blanco cadáver helado.

            Esto es sugestivo. Veremos lo que puede deducirse de esta breve declaración. Algo puede hacer suponer que hay más en ella de lo que aparece a primera vista.

H.P. Blavatsky  D.S T III

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