Los
Comentarios explican que la Primera Raza, los Hijos etéreos o astrales del
Yoga, llamados también “Nacidos por Sí”, carecía del habla, según ésta se
entiende, pues también carecía de mente en nuestro plano. La Segunda Raza tenía
un “lenguaje del sonido”, a saber: sonidos cantados, compuestos de vocales
solamente. La Tercera Raza desarrolló al principio una clase de habla que sólo
era un ligero progreso sobre los diversos sonidos de la Naturaleza, sobre el
grito de los insectos gigantescos y de los primeros animales, que apenas habían
principiado sin embargo su aparición en los días del “Nacido del Sudor” o de la
primitiva Tercera Raza. En su segunda
mitad, cuando el “Nacido del Sudor” dio nacimiento al “Nacido del Huevo”, la
Tercera Raza media, y cuando ésta, en
lugar de “empollar” (perdone el lector esta expresión, ridícula cuando se
tienen en cuenta los seres humanos de nuestra época), como seres andróginos,
principió a separarse en machos y hembras; cuando la misma ley de evolución las
llevó a producir sexualmente su especie -acto que obligó a los Dioses
Creadores, impulsado por la ley Kármica, a encarnar en hombres sin mentes-, sólo entones se desarrolló
el habla.
Pero aun entonces no fue esto más que una tentativa. Toda la Raza
humana sólo tenía en aquel tiempo “un habla y un labio”. Esto no impidió que
las dos últimas subrazas de la Tercera Raza construyeran ciudades y
sembrasen por todas partes las primeras semillas de la civilización, bajo la
dirección de sus Instructores Divinos y de sus propias mentes ya
despiertas. El lector debe tener presente también que así como cada una de las
siete Razas se divide en cuatro Edades: de Oro, de Plata, de Bronce y de
Hierro, lo mismo sucede con la más pequeña división de dichas Razas. El habla,
pues, se desarrolló, según la Enseñanza Oculta, en el orden siguiente:
I. Idioma
monosilábico: el de los primeros seres humanos casi completamente
desarrollados al final de la Tercera Raza Raíz, los hombres de “color dorado”,
de complexión amarilla, después de su separación en sexos y del despertar
completo de sus mentes. Antes de eso, se comunicaban por lo que ahora se
llamaría “transferencia del pensamiento”; aunque, exceptuando la Raza llamada
los “Hijos de la Voluntad y del Yoga” -los primeros en quienes habían encarnado
los “Hijos de la Sabiduría”-, el pensamiento estaba muy poco desarrollado en el
hombre físico naciente, y nunca se elevaba más allá de un nivel terrestre
inferior. Sus cuerpos físicos pertenecían a la Tierra, y sus Mónadas
permanecían en un plano superior. El lenguaje no podía desarrollarse bien,
antes de la completa adquisición y desenvolvimiento de sus facultades
razonadoras. Este idioma monosilábico fue el padre vocal, por decirlo así, de
las lenguas monosilábicas mezcladas con consonantes duras, que todavía se usan
entre las razas amarillas, conocidas de los antropólogos.
II. Idiomas
aglutinantes: estos caracteres lingüísticos originaron idiomas
aglutinantes. Estos se hablaron por algunas razas Atlantes, mientras que otros
troncos padres de la Raza Cuarta conservaron la lengua madre. Y como los
lenguajes tienen una evolución cíclica, su infancia, pureza, crecimiento, caída en la materia, mezcla con otras
lenguas, madurez, decaimiento, y finalmente, muerte; por esto decayó y
casi murió el habla primitiva de las razas Atlantes más civilizadas, ese habla
mencionada como la Râkshasi Bhâshâ, en las obras antiguas sánscritas. Al paso
que la “crema” de la Cuarta Raza gravitaba más y más hacia el ápice de la
evolución física e intelectual, dejando así como herencia a la naciente Quinta
Raza (la Aria), el lenguaje de flexión altamente desarrollado, el aglutinante
decayó y quedó como idioma fósil fragmentario, esparcido ahora, y casi limitado
a las tribus aborígenes de América.
III. Idiomas
de flexión: la raíz del sánscrito, muy erróneamente llamado el “hermano
mayor” del griego, en lugar de su padre, fue la primera lengua, ahora la de los
misterios de los Iniciados, de la Quinta Raza. Las lenguas “Semíticas” son
descendientes bastardas de las primeras corrupciones fonéticas de los hijos
mayores del primitivo sánscrito. La Doctrina Oculta no admite divisiones como
la aria y la semítica, y hasta acepta la turania con grandes reservas. Los
semitas, especialmene los árabes, son arios posteriores, degenerados en
espiritualidad y perfectos en materialidad.
A estos pertenecen todos los judíos
y árabes. Los primeros son una tribu descendiente de los Chandâlas de la India,
los fuera de casta, muchos de ellos exbrahmanes que refugiados en Caldea,
Scinde y Aria (Irán), nacieron efectivamente de su padre A-Bram (No-brahmán),
unos 8.000 años antes de Cristo. Los otros, los árabes, son descendientes de
aquellos arios que no quisieron ir a la India cuando la dispersión de las
naciones, algunos de los cuales permanecieron en las fronteras de la misma, en
el Afganistán y Cabul y a lo largo del Oxus, mientras que otros penetraron
en Arabia y la invadieron. Pero esto fue cuando el África se había ya levantado
como continente.
Entretanto,
tenemos que seguir tan de cerca como nos lo permita el espacio limitado de que
disponemos, la evolución gradual de las verdaderas especies humanas actuales.
en la evolución bruscamente detenida de ciertas subrazas, y en su forzada y
violenta desviación hacia la línea puramente animal, por medio de cruzamientos
artificiales, verdaderamente análogos a la hibridación que hemos aprendido a
utilizar ahora en los reinos vegetal y animal, es donde debemos buscar el
origen de los antropoides.
En
estos monstruos cubiertos de pelo rojo, fruto de la unión antinatural de
hombres y animales, no encarnaron, como vemos, los “Señores de la Sabiduría”.
así, por medio de una larga serie de transformaciones debidas al cruzamiento
contra natura -”selección sexual” antinatural- se originaron en el debido
transcurso del tiempo las especies inferiores de la humanidad; mientras que por
ulterior bestialidad y como fruto de sus primeros esfuerzos animales de
reproducción, engendraron una especie que se desarrolló como monos mamíferos
edades más tarde.
En
cuanto a la separación de los sexos, no tuvo lugar repentinamente, como puede
suponerse. La Naturaleza procede lentamente en todo lo que hace.
37 EL UNO SE CONVIRTIÓ EN DOS; ASÍ TAMBIÉN
TODOS LOS SERES VIVOS Y SER-PENTEANTES QUE ERAN TODAVÍA UNO, PECES
GIGANTESCOS, PÁJAROS Y SERPIENTES CON CABEZAS DE CONCHA.
Esto se relaciona evidentemente con la llamada
edad de los reptiles anfibios, durante la cual la Ciencia niega que el hombre
existiese. Pero ¿qué podían saber los antiguos de los animales y monstruos
antediluvianos prehistóricos? Sin embargo, en el Libro VI de los Comentarios se
encuentra un pasaje que, traducido libremente, dice así:
Cuando la Tercera se
separó y cayó en el pecado engendrando hombres-animales, estos (los animales)
se hicieron feroces, y los hombres y ellos se destruían mutuamente. Hasta
entonces, no existía el pecado; ninguna vida se destruía. Después (de la
separación) el Satya (Yuga) terminó. La eterna primaverea se convirtió en
cambio constante y estaciones sucesivas. El frío obligó a los hombres a
construir guaridas y a idear vestidos. El hombre acudió a los Padres superiores
(los Dioses o Ángeles superiores). Los Nirmânakâyas de los Nâgas, las
Serpientes sabias y Dragones de Luz, vinieron, y los precursores de los
Iluminados (los Buddhas). Descendieron Reyes Divinos, y enseñaron a los hombres
arte y ciencias; pues el hombre no pudo vivir más tiempo en la primera tierra
(Adi-Varsha, el Edén de las primeras Razas), que se había convertido en un
blanco cadáver helado.
Esto
es sugestivo. Veremos lo que puede deducirse de esta breve declaración. Algo
puede hacer suponer que hay más en ella de lo que aparece a primera vista.
H.P. Blavatsky D.S T III
H.P. Blavatsky D.S T III
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